"Madrid: frontera" David Llorente
"Madrid es una ciudad de edificios vacíos. En la ciudad de Madrid (de hecho) hay más edificios vacíos que edificios ocupados. Hay más gente viviendo bajo la lluvia que viviendo bajo techo.
¿Y viviendo bajo las ramas de los árboles?
También".
Este libro me llegó porque ganó en 2017 el Premio Dashiell Hammet de la Semana Negra de Gijón. No sabía nada de la novela ni de su autor, pero ya no se me va a olvidar porque esta historia me ha arañado la sensibilidad y me ha dejado con los ojos demasiado abiertos y los sentidos expuestos y doloridos.
Empiezas a leer y te mosqueas porque te encuentras con un diálogo en el que un narrador, que permanece anónimo, le cuenta al protagonista su propia historia (la de este), y responde a las preguntas que sobre sí mismo le hace el protagonista. Un recurso narrativo original donde los haya: la novela está contada en segunda persona a través de una conversación. Sigues leyendo y empiezas a sangrar por las heridas, porque "Madrid: frontera" te agrede; es una novela provocadora, violenta, descarada con la verdad, insolente con lo más oscuro de nuestro mundo feliz, absolutamente intolerante con nuestra tonta complacencia. "Madrid: frontera" es una novela para quienes están dispuestos a darse de bruces con la realidad; no con la que nos cuentan los inanes programas de televisión, cada vez más de moda; no con la que nos cuentan los políticos interesados y estúpidamente satisfechos; no con la que leemos en novelas concebidas para hacernos sentir felices de tan bobos y de tan ignorantes voluntarios, y empeñados en que nadie nos saque de nuestra cómoda ignorancia. "Madrid: frontera" es una novela para los lectores masoquistas que se complacen en que les escupan a la cara las más terribles verdades que les rodean.
En Madrid ya no amanece. Es una noche permanente. En Madrid abundan los pisos vacíos y los bancos y banqueros que los han vaciado con ayuda de la autoridad judicial; abundan los desempleados que se pasean por el Jardín Botánico y abundan los comebasura ("A los que han perdido la casa los llaman comebasura porque realmente se alimentan de basura") que asaltan los contenedores de los supermercados y restaurantes cuando sacan sus desperdicios desechados por los ricos tras su hartazgo. Los comebasura duermen en cualquier esquina y se tapan con cartones, a poder ser de frigorífico.
En Madrid abundan también los animales de metal que se fabrican en la empresa Metalfix, porque el ser humano ha expulsado a los animales de verdad. "Los animales han abandonado la ciudad de Madrid. Hace un año que no sale el sol. No para de llover y el mar de Madrid se ha vuelto oscuro como la tinta". Y es que se me olvidaba decir que Madrid tiene mar y plataformas petrolíferas y sirenas que cantan y engañan a los hombres con promesas incumplibles, pero irresistibles.
También están los "no-gobernables" a los que persigue la policía y a los que golpea sin necesidad de que hayan hecho nada malo solo para desentumecer los músculos. Nuestro protagonista, Igi W. Manchester, es un no-gobernable. Son los únicos que se rebelan contra la autoridad asentada en El Cubo, un edificio sin puertas ni ventanas desde donde se gobierna-domina este mundo solo apto para los que tienen recursos y poder.
En Madrid hay cadáveres enterrados en las cunetas y cuando se circula por la M-30 las voces de los muertos recuerdan a los conductores en qué clase de mundo podrido viven, por lo que ellos, con la carne de gallina, ponen la radio a todo volumen y se imaginan que nada se oye más que la música.
Ah, y me olvidaba de lo más importante: en Madrid, en la Plaza de Castilla, hay un crematorio de libros. A Igi W. Manchester se lo ha contado Norberto. Norberto, para que nadie la olvide, ha escrito una historia de cuando los tiempos aún eran vivibles en un Madrid con sol y animales cálidos como solo es cálida la vida y pisos habitados y personas con trabajo. Se titula "La crónica de los viejos tiempos" y "es un libro que habla de cómo era el mundo cuando éramos pequeños, ya sabes, antes de la lluvia, antes de la oscuridad, antes de que se marcharan todos los animales". Un libro que, a decir de Norberto cuando se lo regala a Igi, pronto será el único libro y por eso se lo da a él. Norberto se fía de Igi.
En Madrid hay pisos ostentosos y casas enormes con enormes jardines en barrios exclusivos. Estas viviendas sí están habitadas. Allí viven los banqueros y los miembros del Gobierno y los funcionarios que trabajan en El Cubo. Allí viven las familias decentes. Las mismas personas que disfrutan de los restaurantes exclusivos y los prostíbulos de lujo en los que trabajan estudiantes para pagarse los estudios. Y es que siempre hay quien saca provecho de las situaciones críticas y de las desgracias ajenas. La miseria de unos se labra a costa de lo que ellos pierden y otros ganan, por eso hay dos tipos de crisis, las crisis desdichadas y las crisis venturosas. Ambas se dan a la vez, pero en personas distintas.
Igi tiene que huir tras un enfrentamiento con dos agentes del Cubo; al menos, eso le cuenta el narrador que no creemos que tenga motivos para mentirle. Perderá su precaria estabilidad, conocerá personajes extremados y terminará refugiándose en una plataforma petrolífera, aunque pronto regresará. A su vuelta, concibe un plan que llevará a la práctica con enorme eficacia; un plan que, de salir bien (y mejor no le puede salir), dará un vuelco total a la situación en la que se encuentra él y a la de otras tantas personas no tan deseosas de que sus circunstancias cambien como lo está Igi. Llevará a cabo su venganza con perfección milimétrica. Pero en esa venganza, que tal vez no es tal venganza, perderá unas cosas y ganará otras. Si lo que gana compensa lo que pierde es algo en lo que, probablemente, no estaríamos de acuerdo con él, pero quién sabe si en sus mismas circunstancias habríamos hecho lo mismo porque es muy fácil juzgar desde encima del papel a los personajes que se desenvuelven entre sus letras y sus párrafos y sufren las ocurrencias del escritor. "Se dice que la venganza es dulce pero que después deja un sabor amargo. Es mentira. La venganza es dulce y nos deja en la boca un sabor a azúcar que no se nos irá en toda la vida.
Ni aunque vivamos mil años.
Eso es".
"Madrid: frontera" es una novela inquietante hasta la angustia, porque entre el mar de Madrid, las plataformas petrolíferas que rodean la ciudad, las sirenas y sus cantos, los animales de Metalfix y las voces de los muertos de la M-30, descubrimos cosas que nos resultan demasiado conocidas, demasiado cercanas; y esa convivencia de lo que sabemos cierto con la fantasía onírica y angustiosa que en la novela acompaña a lo real, nos resulta amenazante porque nos lleva a imaginar un tiempo, tal vez no demasiado lejano, en que todo se vuelva auténtico y en la novela termine por resultar indistinguible una cosa de la otra.
En Madrid abundan también los animales de metal que se fabrican en la empresa Metalfix, porque el ser humano ha expulsado a los animales de verdad. "Los animales han abandonado la ciudad de Madrid. Hace un año que no sale el sol. No para de llover y el mar de Madrid se ha vuelto oscuro como la tinta". Y es que se me olvidaba decir que Madrid tiene mar y plataformas petrolíferas y sirenas que cantan y engañan a los hombres con promesas incumplibles, pero irresistibles.
También están los "no-gobernables" a los que persigue la policía y a los que golpea sin necesidad de que hayan hecho nada malo solo para desentumecer los músculos. Nuestro protagonista, Igi W. Manchester, es un no-gobernable. Son los únicos que se rebelan contra la autoridad asentada en El Cubo, un edificio sin puertas ni ventanas desde donde se gobierna-domina este mundo solo apto para los que tienen recursos y poder.
En Madrid hay cadáveres enterrados en las cunetas y cuando se circula por la M-30 las voces de los muertos recuerdan a los conductores en qué clase de mundo podrido viven, por lo que ellos, con la carne de gallina, ponen la radio a todo volumen y se imaginan que nada se oye más que la música.
Ah, y me olvidaba de lo más importante: en Madrid, en la Plaza de Castilla, hay un crematorio de libros. A Igi W. Manchester se lo ha contado Norberto. Norberto, para que nadie la olvide, ha escrito una historia de cuando los tiempos aún eran vivibles en un Madrid con sol y animales cálidos como solo es cálida la vida y pisos habitados y personas con trabajo. Se titula "La crónica de los viejos tiempos" y "es un libro que habla de cómo era el mundo cuando éramos pequeños, ya sabes, antes de la lluvia, antes de la oscuridad, antes de que se marcharan todos los animales". Un libro que, a decir de Norberto cuando se lo regala a Igi, pronto será el único libro y por eso se lo da a él. Norberto se fía de Igi.
En Madrid hay pisos ostentosos y casas enormes con enormes jardines en barrios exclusivos. Estas viviendas sí están habitadas. Allí viven los banqueros y los miembros del Gobierno y los funcionarios que trabajan en El Cubo. Allí viven las familias decentes. Las mismas personas que disfrutan de los restaurantes exclusivos y los prostíbulos de lujo en los que trabajan estudiantes para pagarse los estudios. Y es que siempre hay quien saca provecho de las situaciones críticas y de las desgracias ajenas. La miseria de unos se labra a costa de lo que ellos pierden y otros ganan, por eso hay dos tipos de crisis, las crisis desdichadas y las crisis venturosas. Ambas se dan a la vez, pero en personas distintas.
Igi tiene que huir tras un enfrentamiento con dos agentes del Cubo; al menos, eso le cuenta el narrador que no creemos que tenga motivos para mentirle. Perderá su precaria estabilidad, conocerá personajes extremados y terminará refugiándose en una plataforma petrolífera, aunque pronto regresará. A su vuelta, concibe un plan que llevará a la práctica con enorme eficacia; un plan que, de salir bien (y mejor no le puede salir), dará un vuelco total a la situación en la que se encuentra él y a la de otras tantas personas no tan deseosas de que sus circunstancias cambien como lo está Igi. Llevará a cabo su venganza con perfección milimétrica. Pero en esa venganza, que tal vez no es tal venganza, perderá unas cosas y ganará otras. Si lo que gana compensa lo que pierde es algo en lo que, probablemente, no estaríamos de acuerdo con él, pero quién sabe si en sus mismas circunstancias habríamos hecho lo mismo porque es muy fácil juzgar desde encima del papel a los personajes que se desenvuelven entre sus letras y sus párrafos y sufren las ocurrencias del escritor. "Se dice que la venganza es dulce pero que después deja un sabor amargo. Es mentira. La venganza es dulce y nos deja en la boca un sabor a azúcar que no se nos irá en toda la vida.
Ni aunque vivamos mil años.
Eso es".
"Madrid: frontera" es una novela inquietante hasta la angustia, porque entre el mar de Madrid, las plataformas petrolíferas que rodean la ciudad, las sirenas y sus cantos, los animales de Metalfix y las voces de los muertos de la M-30, descubrimos cosas que nos resultan demasiado conocidas, demasiado cercanas; y esa convivencia de lo que sabemos cierto con la fantasía onírica y angustiosa que en la novela acompaña a lo real, nos resulta amenazante porque nos lleva a imaginar un tiempo, tal vez no demasiado lejano, en que todo se vuelva auténtico y en la novela termine por resultar indistinguible una cosa de la otra.
David Llorente |
No me llama especialmente la atención, de momento lo dejo pasar.
ResponderEliminarBEsos
Me parece bien. No todo nos puede atraer y hay mucho para leer.
EliminarUn beso.
Guau, pues a mí me has convencido. Sería la primera distopía que transcurriese en nuestro país (al menos que yo leyese), y el mensaje que se esconde en ella es tan crudo y tan realista, que habrá momentos en que realidad y ficción se entrecrucen de tal forma que haya hilos de una y otra imposibles de desenredar.
ResponderEliminarVamos, que me lo apunto.
Un abrazo.
Yo tampoco recuerdo ninguna distopía en España, pero esta está a la altura de las mejores que he leído inglesas o americanas. Realidad y ficción se mezclan de manera inquietante y resulta angustiosa y desesperanzada. Así es la realidad. No es cuestión de enmascararla.
EliminarUn beso.
David Lorente es uno de mis grandes pendientes. Tiene muchos premios reconocidos que lo avalan y yo mirando. Las distopias desde que leí Un mundo feliz siempre me gustaron. Es que no hay vida para tanto libro. Un abrazo.
ResponderEliminarNo lo dejes más. Al menos tienes que saber si es tan bueno como dicen (decimos). A mí, por el contrario, no me seducen mucho las distopías, pero esta es muy buena.
EliminarYa nos contarás.
Un beso.
No me gusta que me escupan a la cara las verdades,ni tampoco me va el masoquismo jeje. Las distopías suelo leerlas, pero de manera espaciada para no saturarme. Gracias por tan estupenda reseña, Rosa. Besos
ResponderEliminarYo tampoco soy mucho de distopías, pero esta novela me ha parecido muy buena. Es muy dura, pero muy buena.
EliminarMe alegro de que la reseña te haya gustado.
Un beso.
Interesantísima tu reseña, Rosa. Me ha llegado lo de que te araña los sentimientos y lo de ser intolerante con nuestra tonta complacencia, pero más aún lo que dice el autor (que desconocía) de que no escribiría nada que no fuera capaz de tatuarse en la piel.
ResponderEliminarQué bien escribes, amiga.
Un besazo
Esa frase del autor es preciosa y muy indicativa de cómo piensa. la verdad es que la novela es muy honesta y muy dura.
EliminarMuchas gracias por tus palabras que me hinchan como a un pavo.
Un beso.
Ya sabes que las distopías y yo no nos llevamos bien, aunque de vez en cuando me leo alguna, pero la última (El cuento de la criada) ha sido muy reciente y esta la voy a dejar pasar aunque pase en mi ciudad, o mejor dicho en una ciudad que tiene el mismo nombre que la mía (me falta imaginación para recrearme un Madrid con plataformas petrolíferas y mar).
ResponderEliminarOtra cosa que me ha llamado la atención (y que quede claro que no es una crítica) es que he leído que el autor lleva viviendo en Praga desde el año 2002, no sé cómo habrá sido la crisis allí y si la de aquí la ha vivido por su familia y amigos, pero le ha dado para escribir una fantástica novela a tenor de tus palabras.
Por cierto, en lo que sí reconozco a Madrid es en que en la M-30 se oyen voces de muertos, sobre todo de los muertos de los conductores que me hacen alguna pirula y de los que yo me acuerdo de muy malas formas ;)
Un besote, guapa.
Es que hay distopías que si les quitas ciertos detalles son tan reales que te atrapan aunque lo distópico no te atraiga demasiado, como también es mi caso.
EliminarSí, es curioso que el autor, que no vive en España desde mucho antes de la crisis, se la conozca tan bien. Me imagino que estará en contacto continuo por su familia y amigos y que viajará aquí con frecuencia. Lo había notado, pero no lo comenté porque no se puede hablar de todo.
Muy bueno lo de los muertos de la M-30. No me extraña que los muertos hablen de tanto como se sienten aludidos, ja, ja.
Un beso.
La historia, como historia, suena muy interesante, aunque también catastrofista, pesimista y quizás algo tendente a pintar con palabras en blanco y negro, olvidándose de los mil matices del gris. Claro que el autor puede hacerlo como guste porque para eso es un libro nacido de su imaginación (en parte al menos). Entiendo que digas que es inquietante, ¡por fuerza ha de serlo con un panorama como el que nos muestra! Creo que este libro o me encantará o me horrorizará, y pienso descubrirlo :))
ResponderEliminarCuando leí "Ensayo sobre la ceguera" estuve en permanente estado de congoja, temía y deseaba encontrarme cada vez con las páginas del libro, pero aún así lo recuerdo como uno de los mejores que he leído nunca. Probablemente me pase lo mismo con David Llorente... o no.
Una reseña interesanrísima, Rosa. Como siempre venir a tu casa es venir a descubrir. ¡Un millón de gracias!
Besos de miércoles.
Ahora que hablas de blanco y negro, diré que es una historia ambientada en blanco y negro; el mar negro como la tinta, la noche permanente, la lluvia continua bajo el cielo nocturno y encapotado... Por lo que se refiere a la historia, más allá de la ambientación, no le he notado para nada falta de matiz. Lo que pasa es que es muy dura y no se anda con medias tintas, pero no es nada dogmática.
EliminarCreo que será uno de los mejores libros que lea este año. Y de los más sorprendentes.
Gracias por tus palabras. Son de lo más amable y animan mucho.
Un beso, guapa.
Pisos vacíos, banqueros con los bolsillos llenos, desalojos, desempleados, personas durmiendo en la calle… Esto ha sido (y sigue siendo) una realidad que la crisis ha dejado a su paso. El escenario es perfectamente reconocible. La literatura está para evadirnos de esa realidad, pero también para darnos una bofetada (aunque sea distópica) de vez en cuando que nos mueva de nuestro confortable sillón. Parece que es el caso de “Madrid: frontera”. Tomo nota del libro y de David Llorente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto que la literatura puede evadirnos de la realidad, aunque tampoco creo que sea esa su función, pero tampoco debe darnos la sensación de que vivimos en un mundo feliz, en el mundo de Antoñita la Fantástica como algunos creen o quieren hacernos creer y novelas como esta, nos lo recuerdan a golpes.
EliminarTe gustará. Creo que mucho.
Un beso.
en esta ocasion no me llama pero seguire leyendote a ver si algo me atrae mas! besitos y mil gracias por todo tu trabajp. besitos!
ResponderEliminarGracias a ti, guapa.
EliminarUn beso.
Tomo debida nota de autor, David Llorente, y título, "Madrid frontera". Las distopías, como le sucede a Marina, las leo pero distanciándose debidamente para no saturar me. Cómo Como a ti me llama el que se desarrolle en Madrid, pero por lo que se dice en las citas que incluyes veo que es una distopía muy pegada al momento real actual y, no sé, no sé... Por eso me atrae mas su lectura para ver si salva está reticencia que me invade. Vamos, que la leeré
ResponderEliminarCómo ves, Rosa, me convences siempre.
Besos
Es una distopía muy metafórica e inquietantemente real.
EliminarNo hay mar en Madrid pero comebasura y pisos vacíos y, ya pronto, quema de libros, mogollón ahora mismo.
Te gustará.
Un beso.
La novela que nos presentas tiene muchos alicientes. 1) el Hammett es un premio a tener en cuenta, dado que lo otorgan verdaderos amantes del género negro y si se lo han dado a una novela que parece más de ciencia ficción tiene que ser atrapante. 2) Esa manera de narrar tan original suena realmente bien; 3) La atmósfera parece muy en la línea de Blade Runner; y 4) tu reseña transmite el buen sabor de boca que te ha dejado, Rosa. Por otro lado, la segunda persona como narrador suele ser complicada y la distopía que muestra una realidad de tomar partido, a veces puede caer en cierto maniqueísmo o redundancia. Algo así como un "ya sabemos cómo está el mundo, ¿me lo vas a recordar otra vez?".
ResponderEliminarCon todo, me llama muchísimo la atención. Un abrazo!!!
Veo los alicientes, pero la oarte negativa que mencionas No veo maniqueísmo.
EliminarLa segunda persona se utiliza de forma curiosa, como diálogo y, desde luego no me ha importado queme recuerden como esta el mundo porque me lo han recordado tan bien...
Creo que te gustaría.
Un beso
Me ha intrigado muchísimo esta novela. No me considero masoquista pero sí me gustan las historias impactantes que te llevan a una profunda reflexión sobre lo que somos, cómo vivimos y adónde podemos llegar si nos abandonamos al conformismo. Esta historia huele a futurismo, más que a ciencia ficción, y con solo imaginarme una vida así (que para muchos "comebasuras" ya es presente y muy real) me angustio. Pero, como bien dices, no siempre debemos esperar de una novela que sea complaciente. No sé si en esta el final es feliz, pero sí que presenta una situación nada envidiable. Solo con pensar que Madrid pueda tener mar, me horroriza imaginarme una Barcelona sumergida bajo las aguas del Mediterráneo, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
El final es feliz según para quién, como todos los finales y como la vida real. Hay quien vive muy bien a costa de la desgracia ajena porque, como digo en la reseña, lo que unos pierden es lo que otros ganan y la crisis de la que no terminamos de salir a algunos les ha venido de maravilla.
EliminarMe gustan las novelas que me entretienen, pero no me gusta nada que me transmitan una sensación de que la vida es maravillosa, y vivir un regalo y todo va bien... La novelas que más me gusta, a la larga, son siempre aquellas en las que se sufre porque son las que transmiten lo que de verdad se vive.
Un beso.
Me ha resultado muy interesante esta novela. No la conocìa pero me despierta intriga (y me aporta muchísimo) la literatura poco complaciente y crítica. La otra, la dulzona de final feliz, me irrita bastante y me distancia de la propia novela por increíble.
ResponderEliminarSi no fuera por las lecturas propias y los proyectos de lecturas (entre los que se incluye algunas de las obras que has reseñado otras veces), le metería el diente de inmediato.
Muchas gracias, Rosa, por esta recomendación. Un beso.
Nos pasa exactamente lo mismo. Necesitamos altas dosis de realidad. Los paliativos los dejo para las dolencias médicas; en literatura, me gusta mancharme y encararme con la dureza de lo que realmente se vive.
EliminarYo la he tenido en pendientes durante mucho tiempo, hasta que le ha llegado el turno.
Espero que te guste si la lees.
Un beso.
¡Hola!
ResponderEliminarMe gustan las distopías y como dicen algunos comentarios nunca he leído una que transcurre en España, así que la tendré en cuenta aunque no sé cuando.
Besos.
Pues si te gustan las distopías, esta novela te gustará. A mí, que no me gustan en exceso, me ha encantado.
EliminarYa nos contarás.
Un beso.
No he leído nada que tenga que ver con las dístopías y no se si esta es la mas apropiada para empezar y si con ello voy a poder entender la novela, de modo que no te digo que no la lea, porque tú reseña tiene todo el atractivo para que así sea pero me lo pensaré.
ResponderEliminarBesos
Para leer una distopía yo empezaría por "Fahrenheit 451" o por "Un mundo feliz". Esta novela es dura, pero tampoco es difícil de entender.
EliminarUn beso, Guapa.
Me había saltado esta entrada!! A mí sí me gustan las distopías y mucho además. Coincido con Sofía, que en España no tenemos apenas, por no decir ninguna que sea reconocida, y esta puede ser un buen referente. Me la voy a apuntar, aunque también me he apuntado la novela sobre Marilyn que acabo de leer (no sé qué voy a hacer con tantos libros pendientes jejeje)
ResponderEliminarUn besito guapa, buena reseña!
Una gran novela, María. Tan distópica como real.
EliminarCreo que te gustará porqpo está bien escrita y nos pone ante la más triste realidad.
Un beso.
Tenía curiosidad por leer tu reseña de esta novela desde que vi en el grupo Tarro-libros que la habías leído. La verdad que desconocía su existencia pero me llamó la atención por lo del premio de la Semana Negra. Fíjate que, aún siendo de Gijón, no les suelo prestar atención (será porque no me atrae mucho la novela negra), pero el año pasado leí 'Subsuelo' de Marcelo Luján (ganadora de otra edición) y me conquistó la historia y la forma de escribir del escritor. Una historia mucho más intimista y muy diferente a esta otra que nos traes. Pero, creo, tras leerte, que no es una novela de la que salir indemne, así que podría ser otra gran descubrimiento para mí. Voy a tener que estar más atenta a la Semana Negra, que parece haber en ella mucho más que el ruido que la rodea.
ResponderEliminarBesos
La novela negra, en general, esconde más de lo que se piensa. hay de todo, claro, pero cuando son buenas, tienen mucho que transmitir.
EliminarTengo "Subsuelo" pendiente hace tiempo Espero leerlo en breve.
Estuve una vez en la Semana Negra en Gijón, hace muchos años y me pareció que había demasiada gente. Ahora tiene que ser mucho peor porque ha ganado mucho prestigio desde entonces. No me gustan nada las aglomeraciones.
Esta novela creo que podría gustarte.
Un beso.
hola! interesante y fuerte lo que nos has propuesto, por ahora te compartimos y luego veremos...gracias por tu trabajo, saludosbuhos!
ResponderEliminarMuy fuerte realmente, esta novela, pero real como la triste situación que se apodera del mundo.
EliminarUn beso.