"La malamemoria" y "¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil!" Isaac Rosa


Es esta una novela curiosa donde las haya. Hace años que tenía ganas de leerla, pero por una u otra razón, se ha ido demorando. 
Como decía, es una novela muy particular. En realidad, se trata de la novela "La malamemoria" (va todo junto, sí, no me he equivocado) que el escritor publicó en 1999, pero comentada y criticada con inesperada severidad por el mismo autor que, metido en la piel de un anónimo lector, analiza cada capítulo sin piedad. El resultado es una no vela que admite dos lecturas. Se puede leer "La malamemoria", saltándose las partes en cursiva que contienen la crítica del autor/lector desconocido (se pueden leer estos párrafos todos seguidos al final o pasar de ellos, pero para eso, mejor se hace uno con "La malamemoria") o se puede leer todo seguido, tal y como se nos presenta la novela. Yo escogí esta opción.
"La malamemoria" fue una de las primeras novelas de Isaac Rosa. Se publicó en 1999, cuando el autor tenía veinticinco años. La historia, aparentemente, transcurre en unos pocos días, los que van del 5 al 10 de Abril de 1977. Días en que el protagonista aparente, Julián Santos, viaja por el sur de España buscando un pueblo, un pueblo con música árabe, Alcahaz , que parece haber desparecido del mapa (Alcahaz —dije, y al pronunciarlo, la boca se me llenaba de tierra, de tiempo, de fotografías antiguas con hombres amarillentos). Bueno, del mapa no, porque justo en un mapa de 1960 es donde aparece el pueblo. Un pueblo del que, o bien nadie sabe dar noticia, o bien su sola mención causa malestar, cuando no verdadera hostilidad. Un pueblo que cuando se encuentra nos trae a la memoria reminiscencias de Comala y, en definitiva, no sabemos si se ha vivido su encuentro o tan solo se ha soñado.
La historia, aparentemente, transcurre, en esos cinco días de Abril, y digo aparentemente porque a través de memorias escritas, suposiciones, recuerdos... se relatan hechos que comenzaron con el siglo, se torcieron con la Guerra Civil y se empiezan a desenredar en la más temprana 
transición. Y es que Julián Santos, es el vector que nos va trayendo la vida de Gonzalo Mariñas, un hombre que, nacido en la miseria de un chamizo a las afueras de Dos Hermanas, terminó heredando una fortuna en fincas, casas y dinero, creada, y después engrandecida, por su padre con el pago de una venta no muy legítima ni ética, pero ante la falta de otras propiedades, se vende lo que se tiene. Gonzalo Mariñas multiplicó la fortuna heredada y se convirtió en un prohombre. Primero diputado de la CEDA tras las elecciones de 1933, después hombre del régimen tras la Guerra, y en la incipiente transición, demócrata de toda la vida, de los que ya con el dictador débil y enfermo y, por si acaso se volvían del revés los dones de la Fortuna, comenzaron a considerar que había que abrir la mano para que no se la rompieran tratando de abrírsela a la fuerza los nuevos tiempos que ya se presentían.
Pero en la vida de Gonzalo Mariñas hay casi veinte años de silencio. Desde el comienzo de la Guerra hasta principios de la década de los cincuenta, hay una sombra oscura que hace enmudecer la vida de Mariñas; dos décadas de las que nadie sabe nada, pero de las cuales han empezado a salir noticias en los periódicos, y no son noticias halagüeñas, sino de esas que cualquiera preferiría mantener en el baúl donde se guardan los secretos. Pero cualquier baúl puede abrirse, y más si hay periodistas empeñados en ello.
Es por ello que Julián Santos es contratado para poner luz en esos casi veinte años sin historia y demuestre que las noticias no son más que calumnias... aunque no lo sean. Y Julián comienza a leer y reescribir las memorias ya escritas por Mariñas y a intentar reconstruir y maquillar los casi veinte años oscuros. Y a la vez, se va topando con su pasado porque Julián una vez fue Julianín y guarda una historia oscura como las noches en el monte y triste como un maquis apresado por tricornios en la noche más triste y oscura del monte. Y al hilo de su viaje de investigación,
Isaac Rosa
Julián va recordando a Julianín y su infancia de tinieblas y culpabilidad y miedo, 

"un miedo que, como todos los miedos, arraiga en la infancia, en las noches en que, con sólo cinco o seis años de edad, salías del pueblo [...] Estabas dormido, pero tu madre te sacaba de la cama en mitad de la noche, te espabilaba con manotazos de agua fría y te vestía deprisa, abrigándote con un tabardo de saco para la noche helada del monte".
Julián Santos, como el padre de Gonzalo Mariñas, vende lo que tiene, y lo que tiene es su pluma y su palabra (no la de honor, sino la escrita). Y, a falta de otra cosa, eso es lo que vende para discursos, memorias, biografías y todo lo que le paguen. No le importa escribir textos cuyo contenido está en contra de sus creencias, ni, como en este caso, limpiar el pasado de uno de los personajes que está llamado a odiar desde su infancia, y es que Julián es un hombre pragmático con un punto de cinismo "para mí, este trabajo es igual que cualquier otro. Sólo soy un legionario de las letras, nada más. Yo no pienso lo que escribo, yo no creo esas cosas. Son los que lo firman, quienes lo dicen; no yo"
Isaac Rosa escribió "La malamemoria" el 1999 con veinticinco años y ocho años después, en 2007, sintió la necesidad de hacer una relectura crítica y compartirla con todos nosotros. Así, aprovechando una reedición de la novela "un lector misterioso se introdujo en las páginas y fue señalando con notas y comentarios las debilidades o errores del texto, hasta configurar una verdadera lectura crítica" (El Cultural, Ricardo Senabre, 2007)
"La malamemoria" tiene muchos de los vicios que encontramos en las primeras obras de un autor joven, pero también tiene muchas virtudes que sólo se encuentran en autores que prometen, en autores a los que ya se les nota la calidad que alcanzarán con un poco más de madurez. Es una novela dura, que cuenta una historia triste y la cuenta de una manera que engancha. Es una novela que se lee con gusto y se disfruta con esa sensación de desear llegar a casa y coger el libro que tan bien conocemos los adictos a la lectura.
Isaac Rosa, queriendo pasarle factura a su propio pasado, se convierte en un crítico severo que juzga sin piedad lo que son fallos que se curan con el tiempo. En su análisis ácido y cruel no se salva nada; ni el hilo conductor de la trama, "el previsible esquema común a tantas novelas de los últimos años (la investigación a partir de un hallazgo fortuito de algún episodio oculto del pasado), desemboca en el inevitable descubrimiento de... ¡Un secreto de la guerra civil!"; ni el estilo literario "Es difícil juntar en un solo párrafo tal cantidad de cursilerías: los «campos de piel arrastrada», la «niebla eviterna», la «honda cresta de lejanía», el «coro de hombres que cruza la tierra hacia el romper del horizonte», y unos pocos más que cualquier lector poco amigo de chucherías detectará, y que son propios de escritor inmaduro que cree que cada frase, cada palabra, es definitiva, cada página debe pasar a la historia de la literatura"; ni la descripción del paisaje, "un paisaje inexistente y pretendidamente literario, un sur que, en 1977, se muestra solanesco y embrutecido, sin que de esta pintura se deduzca una intención de crítica social, sino más bien una exhibición de armas literarias"; ni la pertinencia del contexto histórico en que se ubican los hechos "resulta muy improbable, y por supuesto inverosímil, que en 1976 (pues si la entrevista con la viuda tiene lugar en enero del 77, los hechos referidos son del año anterior, 1976) fuese nadie a pedir cuentas a nadie por hechos oscuros de la guerra civil o la represión de posguerra"
La idea es original. Creo que no hay precedentes de un ejercicio similar (si alguien conoce alguno, me gustaría saberlo pues me produce mucha curiosidad y me resulta muy atractiva la práctica). No es que le falte razón al lector anónimo en los defectos que encuentra, que la tiene, es que se muestra severo en exceso y creo que debió ser más generoso, debió mostrarse más agradecido al Isaac Rosa de 1999, ese autor joven que fue para poder llegar a ser el autor maduro que es; debió mostrarse más tolerante con el joven Isaac Rosa que no es más que él mismo con menos experiencia, con más juventud y falta de técnica, pero con la frescura e ingenuidad, incluso en el artificio, que se pierden con los años.

Comentarios

  1. Si un autor es capaz de hacerse autocrítica y además publicarla ya tengo una buena disposición hacia él. A mí también me parece original y además muy meritorio.
    Al empezar a leer tu reseña estaba pensando en recomendar la novela a mi lector compulsivo de nuestra guerra civil, mi marido, pero al final he decidido leérmela yo también porque nos la presentas muy atractiva. Lo que no sé es si leer La malamemoria, en lugar de esta segunda versión, por lo de que quizás sea más fluida ¿no?
    Fantástica reseña, Rosa, gracias por presentarme ooootro libro que no conocía.
    Un besote.

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    1. "La malamemoria" es una novela muy entretenida y que se lee muy bien. Te engancha y te deja con ganas de más. Es cierto que se nota la mano de un autor primerizo, pero que ya promete un buen autor. De no haber sido por la despiadada crítica de Isaac Rosa, yo la hubiera juzgado con más severidad, pero he querido contrarrestar un poco.
      Puedes leer el libro saltándote la crítica añadida , que está en cursiva, y leerla toda al final.
      Espero que os guste a los dos. Un beso.

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  2. Un servidor sólo conoce a este autor por "El país del miedo" y por esta que nos presentas de "¡Otra maldita novela de la guerra civil!" que cuando apareció estuve tentado de comprar.
    No hay que echar en cara a los autores jóvenes sus errores, todos los que comenzaron a escribir en su momento y que ahora poseen un renombre dentro del mundo literario los cometieron; aunque el error sea la inmadurez que no se puede achacar a la técnica y el estilo.
    Sobre la"Malamemoria" ha quedado claro el contenido que encontraremos, pero sobre "¡Otra maldita..." no he captado de que va realmente su argumento.¿Es una reedición de la "Malamemoria" subsanando errores y ampliando el contenido?. Me gustaría que me lo dijeras pues, torpe de mi, me he leído dos veces tu completa reseña y no encuentro nada sobre él.
    Por otro lado felicitarte por el lavado de imagen de tu blog.He notado los cambios realizados, pero a fuerza de ser sincero (Y te lo digo desde el respeto y el cariño que te tengo) la cabecera no me acaba de convencer.
    Estoy muy crítico yo en estas fechas.
    Besos, Rosa

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    1. Es una reedición de "La malamemoria" tal cual, sin cambios, pero al final de cada capítulo, el autor hace comentarios críticos donde no deja nada a salvo.
      Lo de la cabecera del blog a mí tampoco acaba de convencerme. Me gusta la idea, pero no como queda. Creo que daré otro color al fondo y a las letras. A ver qué consigo. Ya me dirás.
      Un beso.

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  3. Buena reseña, Rosa. Como no he leído esas novelas no puedo hablar con propiedad o en particular de este caso, pero, a mi juicio, lo que uno escribe, por primerizo y defectuoso que nos parezca, debería permanecer intacto. No sería posible, en caso contrario, reconstruir un trayectoria literaria. ¿Autocrítica, entonces, con pasajes explicativos como ha hecho Rosa? Tampoco me gusta; de la crítica que ese encarguen los demás. Si no, el texto resultante puede parecerse demasiado a "Rayuela".

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    1. Pues te aseguro que a Rayuela no se parece por lo que puedo recordar. Estoy de acuerdo contigo. Aunque la idea es original, debió hacer un poco más de corrector y menos de crítico despiadado. Algún comentario sobre los errores de juventud, hubiera resultado interesante, pero es demasiado cruel con el pobre Isaac Rosa joven que ha escrito una novela muy aceptable.
      Un beso.

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  4. Me parece interesante que un autor critique su propia obra, aunque comparto tu opiniòn en cuanto a que este crìtico anònimo, que sabemos que es el propio escritor, sea tan severo con un trabajo de sus inicios.

    Cuando leì el hombre mediocre, hacee uff mucho años Rosa, Juan Jacobo decìa que las personas tienden a cambiar de opiniones a medida que envejecen y algunos casos, a retractarse de sus antiguas convicciones. Supongo que no es este el caso, simplemente su estilo de escritura ha madurado y quizà mejorado, dàndole la oportunidad de enseñarle al lector un poco de datos y errores que por sì solo no notarìa. Y recordè lo de Juan Jacobo porque a mì me pasa que a vece sleo en facebook comentarios random mìos de hace muchos años y me muero de la vergûenza, por lo que termino eliminàndolo jajaja

    Rosa, la crìtica en cuanto al estilo literario, es la misma que yo le hago a Coelho (palabras màs o palabras menos pero no tan elocuentemente como aquì se expone) porque todo lo que he leìdo de èl me parece una cursilerìa barata que intenta lucir sabia pero en realidad no se le da ni la filosofìa ni lo poètico. Por lo menos este autor lo captò y me imagino que en posteriores obras lo habrà corregido. Yo por eso no tolero a Coelho porque siempre es lo mismo y me imagino que de toparme con una obra màs actual de este autor Isaac Rosa, seguro que la disfrutarìa.

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    1. En eso coincidimos. Coelho es un plasta de cuidado. No soporto sus novelas. Leí una y me dejó fría. Lo intenté con una segunda porque me la recomendaron mucho y la dejé al poco de empezarla. Isaac Rosa es un buen escritor. Nada que ver con Paulo Coelho. Aquí hace una crítica a los errores de juventud que, por supuesto, ha superado, al menos la mayoría, pero para mi gusto es demasiado severo e intolerante,, llegando a ser un poco cruel con su pasado. Eso es lo que no me gusta.
      Un abrazo.

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