"Expediente Barcelona" Francisco González Ledesma
Esta novela está considerada la primera de la serie dedicada al policía Méndez y, sin embargo, poco sale aquí el policía "que siempre que te ponía la mano en el hombro, aunque fuese para pedirte fuego, decía: «Joputa, joputa, joputa»". Méndez es aquí un personaje de tercera fila que aparece tangencialmente en una escabrosa escena; Méndez, "policía de la calle Nueva, de la calle Unión, de la calle Lancaster, de la calle Arrepentidas, perseguidor de maricas, untador de confidentes, hostiador de nazarenos", el mismo Méndez "mil veces entrenado en los sótanos de la Vía Layetana"; el policía Méndez, "aquel fósil salido de los viejos archivos de la Social, de las casas de gomas de San Olegario o de los pútridos urinarios del mismo cine, donde se consolaban los maricas". En fin, todo un personaje de la temprana transición que irá tomando más cuerpo, si es que es posible, en novelas sucesivas.
Esta es la primera novela de Méndez que leo y también la primera de la serie. En su día, estuve tentada de leer "Crónica sentimental en rojo", cuando en 1984 le dieron el Premio Planeta y adquirió la fama que este premio suele otorgar. Pero los Premios Planeta han sido libros que, por lo general, me han decepcionado y lo dejé pasar. El 3 de Marzo de este año murió el autor y entre las cosas que se dijeron con motivo del hecho, empezaron a llamarme la atención los comentarios acerca de que había sido un referente de la novela negra en España durante el siglo XX; las referencias al mundo cutre y barriobajero del Raval Barcelonés y del Poble Sec de los años ochenta y noventa que retrata en sus libros; el hecho de que fuera el Silver Kane de las novelas que devoraba mi abuelo y, alguna también, mi padre (creo que hasta yo de pequeña leí alguna que pillé por casa).
De manera que, desde marzo, andaba pendiente de empezar con González Ledesma y una recomendación en "Todo negro", el blog de Josevi Blender, ese que anda por los blogs y las redes sociales tentando con sus post y sus portadas, me decidió definitivamente. Y como chica disciplinada y ordenada que soy, he empezado por el primero de la serie.
Como ya he dicho, aquí Méndez apenas sale. Una escena cutre con saña, en un cine cutre de una zona cutre de Barcelona. Nada más. Habrá que esperar a otras entregas de la serie para que el policía vaya adquiriendo peso porque forma y cuerpo ya ha cogido aquí.
La novela está contada en tres planos que se van alternando para ir construyendo, entre todos, el mosaico que constituye la historia. Una historia de principios de los ochenta, publicada en enero del ochenta y tres y que resultó una metáfora de lo que acabaría siendo este país. Por una parte, un abogado de tres al cuarto, de esos con un despacho que "tiene solo dos habitaciones, una de las cuales es una sala de espera donde jamás ha tenido que esperar nadie; la otra es un precario templo de la ley, con una mesa antigua y tres butacas chester que un amigo me vendió a plazos después de embargárselas a un deudor; con una librería llena de textos que están destinados solo a impresionar y un diploma en el que el Jefe del Estado afirma —más bien barrunta— que sé algo de leyes". De otra, un joven, Ramón Masnou, va enviando una serie de cartas a una "Señorita Esther Jou" en las que le va contando los episodios de su vida que interesan a la trama, y finalmente el Prado, un amigo de Masnou y conocido del abogado, envía otros escritos al comisario Lorente, donde le va relatando ciertos detalles que sólo por él podemos conocer.
La novela cuenta la historia de Ramón Masnou, al que una antigua novia quiere reclamar la paternidad de su hijo. Mireia, una amiga de la novia, encarga al abogado mencionado (en ningún momento sabremos su nombre, salvo que se me haya escapado que también podría ser) llevar el caso a juicio para obligar a Masnou a asumir su responsabilidad. Esto no es más que un pretexto para que el autor nos acompañe en un viaje que va de los antros más canallescos a las casas de la burguesía y a sus torres de veraneo en la costa; de los empresarios honrados a los de turbios negocios; de los jóvenes idealistas con veleidades soviéticas y ansias de reparto de la riqueza, a los que toman bajo su responsabilidad hacer que la empresa familiar funcione y no tienen escrúpulos para hacerlo a cualquier precio.
Una novela escrita con un lenguaje descarnado hasta la obscenidad, desnudo de sutilezas que no concuerdan con el ambiente de bares mugrosos "en que cada vaso contiene una gota de silencio" desde los que muchachas aburridas miran por las ventanas nubladas de porquería, "muchachas que de vez en cuando, supongo, se bajan los tejanos para alentar a los hombres, para que estos reencuentren la patria en sus coños"; una novela que no tiene inconveniente en hacer una crítica cáustica e incisiva hasta la crueldad de un país al que "pueden envidiar los sicilianos porque tenemos los mejores soles, los mejores vinos, los mejores coños y las mejores mafias"; una novela ambientada en unos años en que si un abogado
tenía que ir a una comisaría "cualquier jefe del grupo te hace esperar con los chorizos, con los tocadores del dos, con tomadores de culo que no se pueden ni sentar, con cobradores de autobús que han ido a las Ramblas vestidos de lagarterana porque han descubierto que esa es la vocación de su vida".
No esperéis encontrar ni una gota de complacencia en esta novela ni una gota de piedad por el lector, por la ciudad o por los personajes, ni por su pasado ni por su presente ni por su futuro. Como un oráculo del porvenir, la evolución de su protagonista, Ramón Masnou, se puede extrapolar a todo un país, España, del que dice con profética falta de compasión "Si después de cuarenta años de franquismo vienen veinte de UCD y PSOE, el pueblo español habrá perdido su última ocasión histórica. El poder se quedará para siempre en las oficinas y los cuarteles de Madrid; no volverá a estar en la calle nunca más. O luchamos ahora, cuando el Gobierno aún es débil, cuando aún no tiene las escamas del bicho adulto y ponedor de huevos, cuando aún no está protegido por estratos de intereses, o ya no valdrá la pena que volvamos a luchar".
Esta es la primera novela de Méndez que leo y también la primera de la serie. En su día, estuve tentada de leer "Crónica sentimental en rojo", cuando en 1984 le dieron el Premio Planeta y adquirió la fama que este premio suele otorgar. Pero los Premios Planeta han sido libros que, por lo general, me han decepcionado y lo dejé pasar. El 3 de Marzo de este año murió el autor y entre las cosas que se dijeron con motivo del hecho, empezaron a llamarme la atención los comentarios acerca de que había sido un referente de la novela negra en España durante el siglo XX; las referencias al mundo cutre y barriobajero del Raval Barcelonés y del Poble Sec de los años ochenta y noventa que retrata en sus libros; el hecho de que fuera el Silver Kane de las novelas que devoraba mi abuelo y, alguna también, mi padre (creo que hasta yo de pequeña leí alguna que pillé por casa).
De manera que, desde marzo, andaba pendiente de empezar con González Ledesma y una recomendación en "Todo negro", el blog de Josevi Blender, ese que anda por los blogs y las redes sociales tentando con sus post y sus portadas, me decidió definitivamente. Y como chica disciplinada y ordenada que soy, he empezado por el primero de la serie.
Como ya he dicho, aquí Méndez apenas sale. Una escena cutre con saña, en un cine cutre de una zona cutre de Barcelona. Nada más. Habrá que esperar a otras entregas de la serie para que el policía vaya adquiriendo peso porque forma y cuerpo ya ha cogido aquí.
La novela está contada en tres planos que se van alternando para ir construyendo, entre todos, el mosaico que constituye la historia. Una historia de principios de los ochenta, publicada en enero del ochenta y tres y que resultó una metáfora de lo que acabaría siendo este país. Por una parte, un abogado de tres al cuarto, de esos con un despacho que "tiene solo dos habitaciones, una de las cuales es una sala de espera donde jamás ha tenido que esperar nadie; la otra es un precario templo de la ley, con una mesa antigua y tres butacas chester que un amigo me vendió a plazos después de embargárselas a un deudor; con una librería llena de textos que están destinados solo a impresionar y un diploma en el que el Jefe del Estado afirma —más bien barrunta— que sé algo de leyes". De otra, un joven, Ramón Masnou, va enviando una serie de cartas a una "Señorita Esther Jou" en las que le va contando los episodios de su vida que interesan a la trama, y finalmente el Prado, un amigo de Masnou y conocido del abogado, envía otros escritos al comisario Lorente, donde le va relatando ciertos detalles que sólo por él podemos conocer.
La novela cuenta la historia de Ramón Masnou, al que una antigua novia quiere reclamar la paternidad de su hijo. Mireia, una amiga de la novia, encarga al abogado mencionado (en ningún momento sabremos su nombre, salvo que se me haya escapado que también podría ser) llevar el caso a juicio para obligar a Masnou a asumir su responsabilidad. Esto no es más que un pretexto para que el autor nos acompañe en un viaje que va de los antros más canallescos a las casas de la burguesía y a sus torres de veraneo en la costa; de los empresarios honrados a los de turbios negocios; de los jóvenes idealistas con veleidades soviéticas y ansias de reparto de la riqueza, a los que toman bajo su responsabilidad hacer que la empresa familiar funcione y no tienen escrúpulos para hacerlo a cualquier precio.
Una novela escrita con un lenguaje descarnado hasta la obscenidad, desnudo de sutilezas que no concuerdan con el ambiente de bares mugrosos "en que cada vaso contiene una gota de silencio" desde los que muchachas aburridas miran por las ventanas nubladas de porquería, "muchachas que de vez en cuando, supongo, se bajan los tejanos para alentar a los hombres, para que estos reencuentren la patria en sus coños"; una novela que no tiene inconveniente en hacer una crítica cáustica e incisiva hasta la crueldad de un país al que "pueden envidiar los sicilianos porque tenemos los mejores soles, los mejores vinos, los mejores coños y las mejores mafias"; una novela ambientada en unos años en que si un abogado
Francisco González Ledesma |
No esperéis encontrar ni una gota de complacencia en esta novela ni una gota de piedad por el lector, por la ciudad o por los personajes, ni por su pasado ni por su presente ni por su futuro. Como un oráculo del porvenir, la evolución de su protagonista, Ramón Masnou, se puede extrapolar a todo un país, España, del que dice con profética falta de compasión "Si después de cuarenta años de franquismo vienen veinte de UCD y PSOE, el pueblo español habrá perdido su última ocasión histórica. El poder se quedará para siempre en las oficinas y los cuarteles de Madrid; no volverá a estar en la calle nunca más. O luchamos ahora, cuando el Gobierno aún es débil, cuando aún no tiene las escamas del bicho adulto y ponedor de huevos, cuando aún no está protegido por estratos de intereses, o ya no valdrá la pena que volvamos a luchar".
Hola, Rosa. Me ha encantado tu reseña por la forma tan entretenida y ágil que tienes de acercarnos a los libros. Éste, por lo que cuentas, no creo que sea de mi agrado, me apetece más leer novelas en las que sí haya un poquito de complacencia tanto para el lector como para los personajes.
ResponderEliminarUn beso enorme
Es un libro que te tiene que gustar mucho el género y el estilo descarnado, si no se te puede hacer muy desagradable. A mí me atrae mucho una cosa y la otra, así es que lo he disfrutado.
EliminarUn beso.
¡Pero chica! Que ritmo de lectura frenética que me llevas. ¿Te lees uno por semana?¿ Dos a la vez? ¿O lees con la rapidez de robocop?
ResponderEliminarEste en concreto no me tienta ni me hace tilín, pero de igual manera te agradezco la reseña, porque tal como las desarrollas te enteras de cosas que de otra manera se me pasarían de largo.
Besos Rosa y Feliz Navidad si no nos leemos hasta entonces.
Suelo leer los libros de dos en dos, policíaco por la noche y algo "más serio" de día, pero a veces, como en este caso, resulta más ligero lo del día que lo de la noche. En la columna de la derecha (bueno ahora la única que hay) pongo siempre lo que estoy leyendo. Así ya amenazo con las reseñas que vienen. Desde que tengo el blog, leo menos porque ya todos sabéis el tiempo que llevan estas cosas.
EliminarUn beso.
Gracias por nombrarme. Veo que ni Francisco ni Chari son grandes aficionados al género. Pensaba recomendarles lo más descarnado que he leido, pero no sé si es buena idea.
ResponderEliminarPor aquí no somos muchos los aficionados al género, de manera que lo más "descarnado", mejor me lo recomiendas a mí. Y gracias por la recomendación, aunque ya andaba yo detrás del autor, lo tenía olvidado en estos momentos y tú me lo recordaste.
EliminarUn abrazo.
Pues me temo que la que escribe tampoco es muy aficionada al género en su estado más puro. Lo siento por Josevi. Creo que prefiero versiones más suaves quizás. Con leer tu reseña ya me doy por satisfecha porque es tan completa y tan bien desarrollada que ya me hago una idea muy clara del libro.
ResponderEliminarGracias.
P.D. Ahora mismo estoy dudando si hacer una entrada para felicitar la Navidad en el blog o pasar del tema porque estas fechas me confunden un poco. Por si al final decido que no la hago ya te deseo ¡Feliz Navidad! o, como ahora se empieza a decir por algunos foros ¡Feliz Solsticio de Invierno!
gracias, Kirke, aunque como solsticio, prefiero el de verano, que soy muy friolenta (como también se empieza a decir ahora). Yo soy más de felicitar el nuevo año y será lo que haré en el blog (gadgets y bobaditas aparte, me refiero a lo de hacer una entrada específica)
EliminarYa sé yo que tú tampoco eres de género negro, tan negro. Me alegro de que te haya gustado la reseña y te sirva (y valga) como sustituto del libro.
Un beso.
Rosa,
ResponderEliminarA pesar de que lo cuentas de una forma fantástica, yo tampoco me apunto con este nuevo libro.
Un saludito y buenas fiestas
Nos quedamos solos Josevi y yo. Vosotros os lo perdéis. Un beso muy fuerte y buenas fiestas a ti también.
EliminarYo voy a leer ya "Una novela de barrio" y esta que comentas me parece interesante.
ResponderEliminarBesos y Fe licz Navidad, Rosa
Yo, como he dicho, es la primera del autor que leo y me ha parecido muy buena. En breve, leeré yo también "Las calles de nuestro barrio".
EliminarFeliz Navidad a ti también.
Un beso.
Hola!!!! Pues a mí me ha apetecido, no lo tengo pero seguramente mi madre sí, y sino lo buscaré pero la literatura descarnada me gusta para leer de vez en cuando, no siempre hace falta complacencia.
ResponderEliminarHas hecho una reseña genial.
Un besito y muy felices fiestas, estaré unos días de descanso hasta Reyes así que te felicito ya, aunque quizás sí que me pase por los blogs, depende del tiempo que tenga.
Muy muy feliz 2016.
Bueno, menos mal que se va animando gente con las miserias de esta novela. Encantada de haberte ganado para la causa. Un beso y espero que nos veamos estas Navidades por los blogs.
EliminarFelices Fiestas.
Creo que vas a saber mi opinión, ¿verdad, Rosa? no me apunto el libro porque no me va lo 'descarnado', aunque me he distraído con tu reseña tan bien redactada.
ResponderEliminarY que sepas que tú también nos tientas con tus reseñas, no solo Josevi, por lo bien que lo cuentas, cualquiera que sea el género del libro.
Un beso, Rosa.
Por mucho que decís, debo de ser muy mala comunicadora. Tan sólo he conseguido animar a Marigem (Juan Carlos ya parecía venir animado) para el género negro. ¿Qué os han hecho los pobres asesinos despiadados y los detectives y policías alcohólicos y un poco groseros? Son también personajes humanos, pobres. Ahora en serio: Chelo, me alegro de haberte entretenido con mi reseña y de haberte tentado con otras.
EliminarUn beso muy fuerte. Y disfruta todo lo que puedas con las Navidades, que me imagino que será menos de lo deseado, dada la situación. Nos veremos por aquí y por allí.