«—No sé cómo se las arregló para
salir de casa sin que yo lo viera, pero esa misma tarde mi hijo
desapareció. No volvimos a verlo hasta dos días después, en un depósito de
cadáveres de Asturias. Habían hallado el cuerpo en la casa de una señora llamada
Julia Menéndez, en Santirso, una aldea en la montaña. Le hicieron la
autopsia y dijeron que murió de un infarto. […]
Pocas horas después del
descubrimiento del cadáver de Alberto, la Guardia Civil encontró enterrado en
el jardín otro cadáver en avanzado estado de descomposición. Era de una mujer,
que más tarde identificaron como Adela Tamargo. […]
—Si entiendo bien —interrumpí
intentando aclararme—, lo que había pasado en ese pueblo era un accidente de
automóvil en el que murió una mujer y la marcha de su amiga. Un año más tarde,
su hijo muere en la vivienda de la fallecida, llega la Guardia Civil y aparece
el cuerpo de Adela, la amiga que se había ido, enterrado en el jardín de esa
misma casa, asesinada».
Este es el caso que la madre del joven muerto le encarga investigar a Marcos Valverde, director de la revista El Semanal. La revista, fundada por él mismo y por su amigo Joaquín Valle poco después de terminar sus estudios de periodismo, no pasa por su mejor momento. No parece un caso fácil. Estamos en 2013 y ya han pasado diez años desde la muerte del joven Alberto en casa de Julia, aparentemente de un infarto, y el descubrimiento del cadáver de Adela en el jardín de la misma casa; once, desde el accidente de tráfico en el que murió Julia. Ambas mujeres «Eran amigas, vivían juntas desde hacía un tiempo en la casa de Julia pero, al parecer, Adela se había marchado cuando la otra se accidentó».
Todo ello además había sucedido en una aldea de la montaña asturiana, un lugar en el que Alberto nunca había estado y al que había tenido que viajar solo, con veintidós años y con una dolencia de corazón que lo había tenido atado a su casa y a las faldas de su madre, muy sobreprotectora, y que había desembocado en un trasplante.
Con la esperanza de que el caso le dé impulso y una nueva vida a la revista, Marcos le encarga el caso a Joaquín que tendrá que viajar a Asturias, hecho que nos narra el propio Joaquín alternándolo con la historia de su matrimonio y de la muerte de su mujer, Beatriz.
«Beatriz enfermó al cabo de seis años y muy pronto se inició la imparable decadencia física que unos meses más tarde culminó con su muerte. Aquel fue un tiempo que pasé como ausente en lo que se refiere a la evolución del negocio y del que, cuando trato de rememorar, solo acuden a la memoria imágenes de mi amigo insistiendo en que dejara el trabajo en sus manos. Marcos tomaba decisiones sin contar conmigo porque de nada habría servido hacerlo, tan absorto estaba yo en mis problemas personales. En esa época empezaba una profunda crisis económica en nuestro país que acabó por llevárselo todo, pero nosotros todavía estábamos lejos de intuir el tsunami que se estaba gestando».
Cada capítulo lleva por título el nombre de un personaje que será el encargado de la narración en primera persona y si en los primeros se alternan Marcos y Joaquín, poco a poco Joaquín tomará el protagonismo a la vez que entran algunos personajes más, aunque de forma muy puntual. Es así como nos va relatando su propia historia personal antes y después de la muerte de Beatriz, mientras, ya en Asturias, trata de investigar lo sucedido en la casa de Julia diez años antes. La resistencia a hablar que encuentra por parte de los vecinos dificultará no poco la tarea, hasta que alguno de ellos se va abriendo e irá narrando distintas partes. Entran así en escena Francisco Cuervo, el médico; Fernando, del que no llegaremos a saber el apellido (a no ser que algo se me haya escapado); el teniente Cutillas de la Guardia Civil y algún que otro personaje con menor importancia que aporta algún pequeño dato.
La casa de Julia permanece vacía, tal y como quedó cuando su dueña murió en el accidente y Adela desapareció sin dejar rastro. En esa casa se adentrará Joaquín de manera poco ortodoxa cuando aún no ha conseguido que nadie le hable del suceso. En esa casa verá algo que le hará salir con mucha prisa y será justo en esa salida precipitada cuando entrará en contacto con el primer personaje dispuesto a arrojar alguna chispa en las tinieblas que envuelven el caso.
«Al bajar la mirada y recorrer de nuevo con ella el vestíbulo en busca del paso hacia alguna sala principal a donde encaminarme, vi de nuevo la superficie de la mesa y el jarrón. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo y pude ver mi rostro de pánico reflejado en el espejo. Giré sobre mí mismo evitando mirar de nuevo la consola, volví a la cocina y salí precipitadamente por donde había entrado sin preocuparme de cerrar la ventana y con ello ocultar las huellas de mi incursión. Apenas ajusté la verja y, cuando me disponía a enfilar el camino de regreso al pueblo, un desconocido me abordó desde su automóvil. Se presentó como Francisco Cuervo, el médico».
Y así, entre dos o tres personajes, a modo de puzle, se irá completando la historia que investiga Joaquín a la vez que se irá aclarando su propia historia familiar a la que aporta muchos datos el diario de Beatriz que ocupa un capítulo y que Joaquín debería haber quemado sin leer. Aunque sospechamos que la intención de la mujer al hacerle el encargo fue justamente que lo desobedeciera y lo leyera.
Cada nuevo capítulo y cada nuevo personaje que se hace cargo de la narración nos van descubriendo nuevos matices de la historia, una historia que juega al escondite con el lector, que oculta y desvela, pero en la que todo queda claro cuando el puzle se completa; una historia que atrapa desde el principio porque, tanto en la trama de los muertos en Asturias como en las vivencias de Joaquín y Beatriz, la autora sabe dosificar la información para mantenernos intrigados y totalmente colgados de la narración. Además su prosa es muy cuidada y, sin ser simple, siendo incluso prolija en algunos momentos, resulta muy sencilla de leer, lo que seguramente lleva detrás una buena dosis de corrección y depuración.
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| Belén Garrido |
La cita es la última novela de Belén Garrido y ha sido publicada en Amazon este mismo año. Novelas anteriores y libros de relatos han obtenido distintos premios. La sirena fue finalista en la VII Edición del Certamen Villa de Torrecampo; Nadiya, historia de una esclava obtuvo el segundo premio del Concurso de Novela José Ángel Mañas, y El faro quedó finalista del Premio Azorín de Novela en 2022. Su debut como escritora lo hizo participando en el Concurso Internacional de Relato Corto Elena Soriano, de Suances, y no debutó mal porque en la X Edición ganó el Primer Premio con el relato Toscamente entretejidos.
No conocía de nada a la autora y mi primer encuentro con ella ha sido sumamente satisfactorio.
Hola, Rosa. Pues es una autora muy premiada y con mucho reconocimiento que yo tampoco conocía de nada. La anoto porque me ha gustado lo que dices sobre su prosa y el cuidado que hay tras ella. La narración a saltos y en forma de puzle también es algo que engancha y despierta enseguida mucho interés. Sí que parece una buena novela. Estupenda tu reseña. Un beso.
ResponderEliminarPues desde la ignorancia acerca de la aptitud literaria de esta autora, totalmente desconocida para mí, pero fiándome de tu siempre acertada opinión, y viendo el tema de que trata esta novela, también tomo nota de ella. Los puzles novelescos, si están bien hilvanados y sus piezas acaban encajando para aclarar los interrogantes que se han ido planteando durante la historia, me gustan mucho.
ResponderEliminarUn beso.