Con este microrreto colaboro en la cuarta convocatoria de El tintero de oro, en la que se nos reta a escribir un relato muy concreto para ver cómo lo resuelve cada uno. Según nos cuenta David en la entrada a la que podéis acceder clicando en el enlace, para Truman Capote no hay más que una forma de contar una historia, aquella absoluta y definitivamente correcta de contarlo, aquella en la que es imposible imaginar otra manera de contarlo y que constituye la única y perfecta forma. Sin embargo, Raymond Queneau fue capaz de contar una misma historia de noventa y nueve formas distintas.
Queriendo dar la razón a Queneau, David nos propone una historia muy concreta, un cadáver en un ascensor, y que cada uno lo cuente como le plazca.
Aquí dejo mi visión de la historia en menos de doscientas cincuenta palabras.
El hueco de la escalera es suficientemente grande para albergar
un armazón metálico a modo de jaula con una puerta en el frente. A su través se
puede ver el entramado del cable y el contrapeso o la cabina, hecha de madera
noble del ascensor, según que éste esté o no en nuestro piso.
En el interior, la madera que lo forra es aún más noble,
interrumpida tan solo por un enorme espejo en la pared posterior y los huecos
de cristal biselado de la puerta. Un pequeño diván de terciopelo rojo bajo el
espejo permite el descanso de los vecinos, ya ancianos en su mayoría, y una
lámpara a modo de araña de seis patas lo ilumina de día y de noche.
Hace ya muchos años que su mantenimiento trae de cabeza al
portero, pero los vecinos se han negado a cambiarlo por otro más moderno y
seguro.
Se han negado hasta ahora. Ahora le meten prisa al
presidente de la comunidad para que lo sustituya por otro, y no han sido las
multas ni la obligatoriedad de medidas que garanticen su seguridad ni su
lentitud ni la dificultad de reparación por falta de piezas cada vez que se
estropea.
La causa es el nauseabundo olor que ha impregnado el
terciopelo del diván y la moqueta del suelo desde que apareció el cadáver del
vecino del sexto A con la cabeza reventada de un disparo y todo a su alrededor
empapado de sangre y masa cerebral.
247 palabras
Buenísimo, Rosa. Intrigante esa comunidad de vecinos y el suceso que los lleva a cambiar el ascensor. Muy bien descrita la situación e impactante un final que deja a la imaginación desentrañar lo ocurrido. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Marta. esta vez, para variar, en cuanto David anunció el micro reto, tenía muy claro cómo iba a ser el relato. A ver esas noventa y nueve formas de contar la historia.
EliminarUn beso.
Leyendo la descripción del ascensor, veía el que tenían mis padres en su escalera y al que yo, de niño, me montaba no sin cierta aprensión por la inseguridad que me daba. Pero el nuestro no tenía asiento ni moqueta. quizá por eso nunca olimos a cadáver, je,je.
ResponderEliminarMuy buen micro, Rosa.
Un beso.
Me he basado en el ascensor que había en la casa de una amiga mía. Me resultaba fascinante... pero nunca subía en él yo sola. Tan solo con otras amigas me atrevía. Siempre, sobre todo de niña, me ha dado miedo que los ascensores se desplomen, se queden trabados, etc.
EliminarGracias por tus palabras.
Un beso.
Ja,ja,ja. A la fuerza ahorcan, y gracias a un cadáver se renueva la cabina del ascensor con la nuevas medidas de seguridad. Aunque no se yo si recibir un tiro es una de ellas. Me alegra leerte por aquí.
ResponderEliminarBesos, amiga.
De todo lo malo se puede sacar siempre algo positivo. Ha sido muy drástico, pero por fin van a cambiar el ascensor que será muy bonito, pero muy seguro, no.
EliminarUn beso.
Me llaman la atención ese tipo de elevadores, la verdad yo nunca he visto uno así. Creas una imagen muy fuerte con tu descripción del elevador después del asesinato. Sin duda los vecinos ahora sí aceptarán la modernidad con tal de librarse de las huellas del suceso. Por otro lado queda el misterio del asesinato en sí. Tu relato despierta muchas incógnitas. Me gustó mucho, saludos.
ResponderEliminarComo digo en otro comentario, el ascensor responde a lo que recuerdo del que había en la casa de una amiga de la infancia.
EliminarLa verdad es que no sé cómo habrá muerto el vecino del sexto A. El relato me crea incógnitas a mí también.
Un beso.
No mal que por bien no venga jejeje. Buen relato. Besos
ResponderEliminarDesde luego hay que saber aprovechar las circunstancias, sean las que sean.
EliminarUn beso.
Madre mía, hasta mí ha llegado ese olor nauseabundo. Espero que cuando vuelva a leer tu relato ya se haya instalado el ascensor nuevo en esa vetusta comunidad de vecinos (ja, ja...)
ResponderEliminarUn beso
Si cuando vuelvas a leer el relato hay ascensor nuevo, avísame porque se me pondran los pelos como escarpias. Ja, ja.
EliminarEs lo malo que tienen las moquetas y tapizados, se les pegan los olores.
Un beso.
Al caballero del 6 A no se si le gustaba mucho o poco el ascensor. Un relato muy interesante. Un saludo.
ResponderEliminarPues no lo sé yo tampoco, pero no creo que se sacrificara para que la comunidad disfrute de un ascensor más seguro. Aunque nunca se sabe.
EliminarUn beso
Como quien no quiere la cosa, nos has ido llevando entretenidos con la descripción a un final apoteósico. Muy buen micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues eso es lo que pretendía, que la gente se preguntara por dónde podría aparecer el cadáver. Si lo he conseguido, genial.
EliminarUn beso.
Quizás fue la venganza soñada contra algunos de sus vecinos. La pena, ese estampado aterciopelado je, je. Hay un ascensor en Lisboa, "El Ascensor" diría yo, que es un verdadero espectáculo y por el que pasan cientos de personas al día. Esperemos que sin mayores incidentes.
ResponderEliminarBesos, Rosa.
Pues he estado varias veces en Lisboa y no conozco ese ascensor. La próxima vez que vaya lo miraré y espero no notar ningún olor raro.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Este ascensor tuyo se parece al que yo pensé para mi relato. Una historia intrigante que engrosa los magníficos que hasta ahora están publicados. Un abrazo.
ResponderEliminarDe los que llevo leídos hay varios con ascensores antiguos y es que son unos artilugios muy literarios.
EliminarHay relatos muy buenos, en efecto.
Un beso.
Buen golpe de efecto con ese contraste; entre la decimonónica decoración del ascensor, qué tan bien describes con diversos detalles (consigues que uno de encuentre en el propio ascensor), y por otra parte ese final contundente, con el cadáver del vecino en el ascensor y su cabeza reventada de un disparo. Me gusta ese "in crescendo".
ResponderEliminarHe seguido el enlace al blog de David Rubio, y es sorprendente la diferente visión de T. Capote y Queneau respecto al relato, pero como bien señala David, en literatura (y en tantas otras cuestiones) no hay verdades absolutas.
Un beso.
Quería romper el ambiente agradable y tranquilo del ascensor antiguo con un golpe final contundente. Ojalá lo haya conseguido.
EliminarEs muy interesante el post de David y esa distinta forma de ver el relato entre Capote y Queneau. Ambas interesantes, pero, como dices, no hay verdades absolutas. Aunque en este caso, creo que ambas se complementan. Hay muchas formas de contar una historia, pero alguna será la mejor, la que es muy difícil de superar.
Un beso.
Hola Rosa. El ascensor me recuerda a los de las películas antiguas, nunca he visto ninguno de esas características en la vida real. Estupendo relato, sobretodo el final, muy impactante y gráfico. Besos.
ResponderEliminarYo creo que en España esos ascensores, así tal cual, están prohibidos y han tenido que modificarse por cuestiones de seguridad, pero en Francia y en Italia los he visto preciosos.
EliminarMe alegro de que te haya gustado el micro.
Un beso.
Es parte de muchas cosas en la vida y mas si son comunidades el cambiar debido a un hecho muy grave, pero finalmente por fin aqui ese suceso tan nefasto les dio pie para iniciar un cambio que sera bueno: Un ascensor que no se impregne de olores de muerte.
ResponderEliminarSí, un ascensor con superficies sensibles a la lejía. Será menos estético, pero más limpio y seguro.
EliminarUn abrazo.
De ese ascensor vieron salir a un tío vestido con traje negro y corbata, con coleta, de pelo moreno y muy pasado de vueltas. Creen que fue él quien mató al vecino por algo de una maleta que brilla, jejeje. El final me ha encantado con el tipo reventado de un tiro. Buen aporte.
ResponderEliminarSaludos.
Buen aporte el tuyo. Mucas gracias por revelarnos, parcialmente, el misterio del cadáver del vecino del sexto A.
EliminarMe alegro de haberte provocado la curiosidad de imaginar lo que ha podido ocurrir.
Un beso.
Jo, Rosa, ¡no nos dejes así! el relato acaba de empezar. Gracias, amiga mía . Un abrazo
ResponderEliminarJa, ja, que cada uno lo termine a su manera.
EliminarGracias a ti.
Un beso.
Hola espero estés bien Me has encantado
ResponderEliminarLos ascensores son mi locura . Será que no me gusta el encierre que en muchos se vive. Me gustan los de vidrio donde se puede ver afuera. No los encerrados que suben y bajan como si fueran cohetes alados!!!
Te felicito!!!!
Tu texto
muy bien logrado.
Gracias.
EliminarMuy bueno e impactante, me ha encantado.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Bravo, Rosa:
ResponderEliminarLas comunidades de vecinos son siempre terreno abonado para ubicar actos delictivos y oscuros. Si te hablara de la mía... :)
Tienes duende para la palabra y me gusta comprobarlo.
Un abrazo y feliz comienzo de semana!!
En mi comunidad también me han dado motivos para planear algún que otro asesinato.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Eso de que tengo duende para la palabra me ha llegado al alma.
Un beso.
Por lo general huyo de ascensores desconocidos y, salvo que lo elevado del piso sea exagerado, siempre uso las escaleras. tras leerte,...con mayor motivo! Muy bueno, Rosa.
ResponderEliminarBesos.
Pues veo que tenemos costumbres similares.
EliminarNo subo en ascensor a menos de un cuarto piso. Lo hago sobre todo para hacer un poco de ejercicio, pero también me producen cierto respeto los ascensores.
Un beso y muchas gracias.
Yo voto por que se lo cargó el portero para que así cambiaran el ascensor que le tenía de cabeza. O si no algún vecino que le tenía tirria al muerto, que me da que es una de esas comunidades en las que siempre hay movidas.
ResponderEliminarBueno, ahora en serio. Me parece fascinante la descripción del ascensor y el contraste de esta con la cruda descripción del cadáver. Además, ese lujo en el ascensor tenía un cierto punto rancio y de decadencia. No anunciaba nada bueno.
Besos
Esa rancia decadencia me parece preciosa en algunos objetos como esos ascensores. No sé si quedará alguno tal cual pues han tenido que poner puertas dobles de seguridad y otras medidas que los han alterado totalmente, pero su belleza es innegable. Como lo es el hecho de que son el escenario perfecto para ubicar el cadáver que exige el reto.
EliminarYo también creo que el asesino no anda muy lejos de la comunidad de vecinos.
Un beso.
¡Hola, Rosa! Me encantó el relato y no pude evitar sentir un poco de miedo ( angustia) y es que los ascensores me dan pánico y trato de evitarlos. Que tengas una linda semana. ¡Besos! 😘😘
ResponderEliminarYo tampoco soy muy amiga de ascensores y entre eso y lo saludable de hacer ejercicio, casi siempre subo andando las escaleras. De paso, evito encuentros macabros.
EliminarUn beso.
¡Hola!
ResponderEliminarhe cerrado los ojos y he imaginado ese antiguo y curioso ascensor (con diván y lámpara de araña...), pero he preferido no imaginarme al cadáver del vecino del sexto A. Escribes muy bien, Rosa, en tus reseñas ya se nota que sabes escribir y en estos relatos, ya se corrobora
Besos
Muchas gracias por tus palabras, Marian. Lo que me cuesta más que la forma es el contenido. Me cuesta mucho idear una trama para la ficción, aunque en este caso en cuanto supe las condiciones me vino la historia.
EliminarUn beso.
Me he imaginado uno de esos ascensores antiguos, regios, con esas ornamentaciones rimbombantes que se quedan en las pupilas mientras te llevan al cielo (o al infierno, nunca se sabe), y cuando una está saboreando toda su magnificencia llega el narrador y nos traiciona diciéndonos que lo quieren cambiar. En este texto el cadáver era lo de menos. Muy bien enfocado el protagonismo en el ascensor
ResponderEliminarLo que no entiendo es cómo no lo habían cambiado antes porque esos ascensores deben contravenir todas las normas de seguridad... y si no que se lo digan al vecino del sexto A.
EliminarBonitos, son muy bonitos, pero muy adecuados para que en ellos suceda cualquier cosa.
Un beso.
Mira por donde al final hay que cambiar el ascensor, lo malo es que el inquilino del 6A no va probar el nuevo je je je a saber en que negocios andaría el susodicho señor para que el revienten la cabeza de un tiro.
ResponderEliminarMuy bien contada toda la historia y el final es la guinda del pastel
Un abrazo Rosa
Puri
Pues sí, el pobre se va a quedar sin disfrutar del nuevo ascensor y eso que ha sido el artífice del cambio.
EliminarA saber cuál fue la causa del sangriento crimen.
Un beso.
Y no está claro si fue un suicidio o un asesinato. Por lo que podría haber un asesino rondando en el edificio.
ResponderEliminarY ser uno de los vecinos, incluso uno de los que reclaman un ascensor nuevo.
Bien contado.
Yo estoy segura de que el asesino anda cerca, porque lo que tengo claro es que fue asesinato y no suicidio. Así que sí, rondando anda por el edificio.
EliminarUn beso.
Me ha encantado la narración, desde el principio, y por supuesto el final totalmente imprevisible.
ResponderEliminarSAludos.
Pues muchas gracias. Lo planeé así exactamente. Que empezara un tanto pausado y agradable y diera un golpe al final, aunque sabiendo que había un cadáver, en algún momento tenía que venir el giro.
EliminarUn beso.
Siempre lo he dicho, mejor el cuero que el terciopelo. Los de la limpieza lo agradecen a la hora de quitar manchas jajajaaj muy bueno !
ResponderEliminarMucho mejor el cuero para limpiar, aunque la sangre y la masa encefálica tampoco creo que se quiten muy bien del cuero. Lo mejor es algo duro, liso e impermeable que admita un buen baño de lejía.
EliminarUn beso.
Menos mal que no lo has ambientado en un ascensor corriente , me veía subiendo por las escaleras a partir de mañana. Muy buen golpe de efecto.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos
Muchas gracias, Norah. Yo creo que hay que abusar poco de los ascensores. Evitan un ejercicio muy saludable como es el subir escaleras. eso por no hablar de los peligros que conllevan, entre ellos, el encuentro con algún objeto desagradable e inanimado.
EliminarUn beso.
Esos ascensores de antes, de finales siglo XIX, principios siglo XX. Viajar en ellos debía ser maravilloso. Bueno, en este del relato no...que estaba un poco sucio el terciopelo, jajaja. Estupendo relato! Felicidades. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias. Son ascensores muy evocadores. Ruidosos, lentos, poco estables... He viajado en alguno en mi infancia y más recientemente en el extranjero. Mientras se mantengan limpios y alejados de conductas criminales, todo va bien.
EliminarUn beso.
Tu descripción me ha teletransportado a finales de la década de los setenta cuando iba a clases de inglés a la Alianza Inglesa. Era un edificio antiguo del centro que tenía un ascensor prácticamente igual, con ese banco de terciopelo rojo incluido. Daba un poco de yuyu, pro no quiero ni imaginarme el que hubiera dado si me hubiera topado con un cadáver en el estado que describes... hubiera dejado de aprender inglés de cuajo. Comprendo a los vecinos.
ResponderEliminarUna atmósfera muy lograda con esa descripción detallada. Me ha gustado mucho.
Un beso.
Yo también, por los años setenta, tenía una amiga del colegio que vivía en una casa con un ascensor de esos. Yo nunca subía en él si iba sola porque me daba miedo. Me habían contado de un conocido de mis abuelos al que le había aplastado un ascensor que se había descolgado cuando él estaba abajo limpiando el suelo del hueco.
EliminarTambién me dijo alguien que si te quedabas encerrada, se te acababa el oxígeno y te morías. Vamos que tengo yo una mochila vital cargada de miedo a los ascensores.
Me alegro de que te haya gustado el micro.
Un beso.
Hola, Rosa. Pues parece que no hace falta más que un asesinado y mucha sangre que limpiar para poner a la comunidad de acuerdo.
ResponderEliminarHas descrito el ascensor a la perfección, con todo lujo de detalles, en un relato de lo más completo y bien redactado.
Felicidades.
Gracias por tus palabras, Bruno. Quería que el ascensor fuera el protagonista y he descrito uno que recuerdo de mi adolescencia. El cadáver tenía que ser un detalle secundario, al menos todo lo que lo puede ser un cadáver.
EliminarUn beso.
¡Hola, Rosa! Fantástico micro en el que narrativamente has sabido contar una historia a través de la descripción del ascensor. Un narrador cámara en el que el ascensor es el auténtico protagonista y sus características, moqueta incluida, nos explican una historia negra, negrísima. El único problema que tendrá la comunidad es conseguir el permiso del Ayuntamiento para cambiar el ascensor, ja, ja, ja. Como curiosidad en mi trabajo, en un edificio modernista, tenemos un ascensor calcado al que muestras, de madera, con un espejo y hasta un asiento. Solo falta la moqueta. A veces se estropea y el mantenimiento es carísimo, pero está protegido como bien cultural y lo único que se ha podido cambiar es el motor y los cables, pero dentro sigue como se fabricó hace más de un siglo. Un abrazo!!
ResponderEliminarBueno, yo pensaba que esos ascensores ya no existían tal cual. Creía que todos habían sido obligados a adoptar medidas de seguridad como puertas dobles y especiales y demás. Claro que si son bienes culturales igual la cosa cambia.
EliminarY yo que pensaba que estaba siendo anacrónica en el relato con el ascensor... Tiene que ser un gustazo empezar el día de trabajo subiendo en tan bello artilugio. No obstante, su belleza no evita el respeto y cierto temor que me producen.
Un beso.
Bueno, ya se sabe que lo que uno ve cada día y más si es para ir al trabajo se suele ver con otros ojos, ja, ja, ja... Un abrazo!
EliminarDesde luego es una forma drástica para obligarles a renovar el ascensor.
ResponderEliminarBuen micro, con un giro fina tremendo.
Un saludo.
Sí, no tenía pinta de ir a terminar de manera tan drástica, pero de alguna forma había que cambiar el ascensor. Y eso que con lo bonito que era...
EliminarUn beso.
Una razón de peso para querer cambiar el vetusto ascensor por otro más moderno.
ResponderEliminarHola, Rosa. Me alegra que hayas escrito. Unas descripciones detalladas que hace que visualicemos con claridad el precioso ascensor.
Un cariñoso beso.
¡Ahhh que se me olvidó decirte que me encantó el título!
ResponderEliminarYo creo que es una lástima cambiar un ascensor tan bonito, pero claro, con semejante olor y, seguramente, manchas tampoco había muchas opciones.
EliminarEl título ni sé cómo me salió, porque salió casi sin darme cuenta. Me alegro de que te guste.
Un beso.
Por cosas como esta que cuentas supongo que ahora los ascensores no tienen asientos, ni de terciopelo ni de nada. Has descrito fantásticamente el ascensor, me ha recordado el que tenía la Real Academia de la Historia, donde vivía Elena Quiroga, y que a mí me daba un poco le repelús usar porque tardaba una eternidad en subir los pisos (de ahí lo del asiento, supongo, ja, ja, ja).
ResponderEliminarTe prodigas poco en escribir ficción, pero cuando lo haces, lo bordas. Enhorabuena.
Un besote, guapa.
Sale muy caro mantener el terciopelo y la moqueta. Antes había porteros encargados de esas cosas, pero hoy, con las personas que manda la empresa de limpieza dos veces a la semana, no hay tiempo de entretenerse en lujos. Y si encima hay manchas malolientes y difíciles y desagradables de quitar, ya no te digo nada.
EliminarTardaban mucho y se iban moviendo y haciendo todo tipo de ruidos. la verdad es que daban un poco de yuyu.
Muchas gracias por tus palabras. Creo que si abusara de la ficción sería todo más forzado y mucho menos satisfactorio.
Un beso.
Ya quedan pocos ascensores de esos, toda una reliquia clásica en la uno podría pasarse horas subiendo y bajando, no es de extrañar que los vecinos quisieran conservarlo. Claro que un escenario así se presta también para cometer un asesinato, y mira por donde el glamour del artilugio se ha esfumado. Buenas descripciones y buena aportación, Rosa. Un abrazo.
ResponderEliminarSería un sitio ideal para sentarse a leer, subiendo y bajando sin que nadie moleste... aunque habría que dejar muchos cadáveres para alcanzar la tranquilidad deseada.
EliminarMe gustaba el contraste de la belleza y paz que transmite el ascensor antiguo y la violencia del cadáver reciente.
Un beso.
Hola, Rosa. Mejor que se den prisa estos vecinos! Me gustaron mucho las descripciones. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Sí, no es cuestión de demorar el cambio de ascensor.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Menudo panorama nos planteas. Porque lo has impregnado todo de una visualidad bestial. Ese ascensor antiguo, duro y tortuoso te ha quedado magnífico, pero nada que ver con esa última frase. Casi he percibido ese nauseabundo olor.
ResponderEliminarMe encantó, Rosa, muy muy bueno.
Un abrazo!
Muchas gracias, Pepe. Me alegro de que te haya gustado el micro. Viendo algunos comentarios, creo que he conseguido el objetivo. El choque entre la descripción de ese ascensor y el contrapunto que supone el olor de la sangre y lo que se intuye.
EliminarUn beso.
Me ha gustado mucho tu relato, esa maravillosa descripción de ese ascensor antiguo, por un momento he pensado que el cadáver sería por un fallo técnico del ascensor, me ha encantado el desenlace, esa descripción del olor de la muerte.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso🌹
Muchas gracias. Los ascensores antiguos son muy inspiradores y tan bonitos... Hubiera estado bien, tras describir el ascensor como algo tan hermoso y evocador de otros tiempos, que el propio aparato hubiera causado la muerte del pobre vecino del sexto A, pero ha sido más trágico y ha sido el vecino con su muerte el que ha terminado por «matar» al ascensor.
EliminarUn beso.
Es que hay olores que no hay Dios que logre quitar, y menos en espacios tan pequeños. Pero fue un asesinato bien brutal y contundente
ResponderEliminarUn abrazo
Brutal, pero definitivo para el cambio del ascensor. Yo creo que fue algún vecino al que le hacía ilusión tener una moderno artilugio, aunque fuera menos bello.
EliminarUn beso.
Recojo algo que dijo Macondo a cerca de la descripción. Y en ello, estoy de acuerdo con Flaubert al decir que, a veces, una descripción es una forma de venganza en términos incitantes y sofisticados.
ResponderEliminarMi saludo te dejo.
Muy buena definición la de Flaubert. Yo no pretendía vengarme, pero sí despistar al lector para sorprenderle al final y, sobre todo, quería resaltar el contraste entre el bello ascensor y lo que en él había ocurrido.
EliminarUn abrazo.
Genial micro. Muy intrigante y bien escrito. Las sensaciones descriptas podía percibirlas a la perfección.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tus palabras. Que se puedan percibir las sensaciones que trataba de transmitir es una gran satisfacción y lo mejor que se puede decir de un relato o novela.
EliminarUn beso.
Ufffff!!! Qué buen relato Rosa!!! Escalofriante el final, pero le encuentro un punto de humor al hecho de que los vecinos no quisieran cambiar el ascensor hasta que apareció el cadáver. Ahora tienen mucha prisa jajaja. Un abrazo!!
ResponderEliminarPues sí, un poquito de humor sí que quería poner con esos vecinos que no soportan el olor y ahora quieren cambiar el ascensor a toda prisa. Y es que según las circunstancias pueden cambiar mucho los intereses.
EliminarUn beso.
¡Madre mía, Rosa! Parecía que el relato iba a ser tranquilo y delicado (a pesar de que sabemos que nos encontraremos un cadáver), pero, de repente, se vuelve intenso y dramático. Un giro muy a lo James Bond. ¡Me ha gustado mucho, felicidades! Un saludo desde la Buhardilla de Tristán.
ResponderEliminarCon un cadáver efectivamente no podía se un relato muy tranquilo, pero he querido mantener esa tranquilidad y y sosiego bucólico el mayor tiempo posible. La descripción del precioso ascensor ha servido... mientras ha servido. Luego había que sacar el cadáver y ya todo estalla.
EliminarUn beso.
Hola Rosa. Qué susto me llevé con el desenlace. Me había quedado contemplando la arquitectura cuando me salpicó la sangre! Excelente relato, lo disfruté mucho. Un abrazo 🐾
ResponderEliminarMuchas gracias. Era lo que pretendía, llevar al lector a esa belleza del ascensor antiguo y meter el contraste con el cadáver y la sangre. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Muy elegante el ascensor pero para gastar en su mantenimiento ni un pimiento. No se porque me da que en más de una comunidad pase algo así porque la reforma es pasta de verdad y algunos se deben creer que los lujos son para toda la vida sin pagar un chavo más. Saludos
ResponderEliminarY lo han resuelto con un método de lo más expeditivo, ja, ja.
EliminarAhora en serio. Me encantan esos ascensores, pero es cierto que los gastos deben ser enormes y las obligaciones para mantener la seguridad muy estrictas.
Un beso.