Abril 2018

No recuerdo haber oído ninguna explosión. Quizá un silbido, como el crujido de una tela al desgarrarse, pero tampoco estoy seguro. Estaba pendiente de esa especie de divinidad rodeada de un enjambre de fieles a la que su guardia pretoriana intentaba abrir paso hasta su vehículo. «Dejen paso, por favor... Por favor, apártense.» Los fieles se daban codazos para ver al jeque de cerca y tocar su kamis. El venerado anciano se daba la vuelta de cuando en cuando para saludar a un conocido o dar las gracias a un discípulo. De su ascético rostro irradiaba una mirada afilada como un alfanje. Intenté sin éxito romper el cerco de los cuerpos en trance que me aplastaban. El jeque se metió en su vehículo y agitó una mano tras el cristal blindado mientras dos guardaespaldas se sentaban a cada lado de él... Y nada más. Algo desgarró el cielo y fulguró en medio de la calzada como si fuera un rayo; su onda expansiva me alcanzó de lleno, desarticulando al grupo cuyo frenesí me tenía cautivo. En una fracción de segundo, el cielo se vino abajo y la calle, hasta ahora henchida de fervor, quedó completamente patas arriba. El cuerpo de un hombre, o un chico, se cruzó ante mi aturdimiento como un flash oscuro. ¿Qué está pasando?

Así empieza esta impactante novela, con estas palabras y con este atentado contado por Amín Jaafari, un médico israelí de origen palestino, una esperanza para la posible integración de los palestinos en la sociedad pujante y exitosa formada casi exclusivamente por judíos en Israel. 
Estamos en Tel Aviv y un terrible atentado suicida deja la ciudad inerme ante un terror y una desconfianza, no por frecuentes menos dolorosos. El caos lo domina todo y Amín Jaafari se entrega a su labor con total dedicación. Durante todo el día se olvida de sí mismo, de su vida y sus preocupaciones, para entregarse en exclusiva a salvar lo que se pueda, a ganarle una vida más a los brazos avariciosos de la muerte.
"El atentado" es uno de los libros más escalofriantes y certeros de Yasmina Khadra, el seudónimo tras el que se ocultó el militar argelino Mohammed Moulessehoul en 1989.
Había escrito varias novelas con su nombre, pero la situación en su país, con un fanatismo islámico en auge, hizo que no se sintiera a gusto y prefiriera cambiar de identidad, antes que sucumbir a la autocensura. Yo lo conocí en 1999 con un libro que me regaló mi marido, siempre indagando en lo desconocido, "Lo que sueñan los lobos", que es otra interesante novela sobre la locura de muerte, fanatismo y violencia en que se vieron envueltos muchos jóvenes en la Argelia de los años noventa. Por entonces, aún no se sabía la verdadera identidad de Yasmina Khadra y leí el libro convencida de que lo había escrito una mujer. Un año después, en 2000, tras abandonar el ejército para dedicarse en exclusiva a la literatura, decidió darse a conocer. Poco después abandonaría su país y ahora vive en Francia.
Pero volvamos a "El atentado". En este caso, el terrorismo no está ligado al fanatismo, o no exclusivamente, sino a la ocupación de un territorio y al desplazamiento de sus ocupantes originales. Estamos en Tel Aviv en una época imprecisa; no se menciona fecha alguna y si algo indica la época no lo recuerdo pues hace ya varios años que leí el libro.
Amín Jaafari es el protagonista y narrador de este terrible suceso. Tras pasar todo el día en el hospital, una terrible conmoción le sacude cuando descubre que entre los muertos destrozados por la bomba se encuentra su mujer a la que creía de viaje visitando a su abuela y a punto de regresar a casa. ¿Qué hacía Sihem en aquella cafetería en el mismo momento en que se suponía que debería estar volviendo a Tel Aviv en autocar? ¿Qué le ocultaba Sihem a Amín? ¿Qué otras cosas escondía la apariencia tranquila y enamorada de la joven? La respuesta a estas preguntas terminará por crear nuevas dudas, nuevos espantos, nuevos desconciertos.
Una novela que indaga en lo increíble, en lo improbable, en la culpa, el odio y en todos los sentimientos que provoca la perplejidad cuando uno se topa ante lo último que hubiera podido imaginarse. A todo eso se verá enfrentado Amín y a la sospecha y a la deserción de amigos y compañeros y a su propio extrañamiento ante unas circunstancias para las que nada lo había preparado.
La  novela termina con otro atentado, como en un juego de espejos, principio y final se superponen, y, como en un juego de espejos, original e imagen, imagen y original, no son iguales sino simétricos, no son iguales, pero cada uno origina el otro. ¿Cuál es la imagen y cuál el original? ¿Cuál es el primer atentado y cuál es el último?
Una novela que se lee pegado a las páginas porque además de las estupendas reflexiones a que nos empuja el autor, nos mantiene pendientes de la respuesta a las enrevesadas e intrigantes preguntas que plantea. Una historia que conmociona, a mí me conmocionó, y que, siendo mucha y muy buena la obra del autor, no ha dejado de estar entre sus mejores y más genuinas novelas.

Las novelas que aparecen en esta sección, "Bienvenido nuevo mes literario", no están recién leídas, pero están leídas. Se trata de novelas que empleo para comenzar cada mes, y por eso empieza la entrada con el inicio del libro. No pretende ser una reseña, sino el comentario sobre una historia que me marcó lo suficiente como para poder hablar de ella aunque haga ya muchos años que la leí. Por ello, espero que me perdonéis si incurro en algún error.