"Un pueblo traicionado" Paul Preston

Puede que esta sea una de las reseñas (por utilizar un término bastante útil, aunque puede que no del todo cierto) más difíciles a las que me haya enfrentado. Un ensayo de más de setecientas páginas (aunque no quiero engañar a nadie, las doscientas últimas se van en índice alfabético, notas y agradecimientos) que abarca la historia de España desde la Restauración hasta 2018 (su subtítulo es España de 1876 a nuestros días: Corrupción, incompetencia política y división social) no se presenta fácil para comentar sin alargarse más de la cuenta. Espero que sepáis disculpar el exceso. Yo no sabré disculpar el no haber sido capaz de dar con el tono y con la calidad que el libro merece. Honradamente diré que se ha hecho lo que se ha podido y sabido.

Comienza el libro con un prefacio en el que las primeras palabras son una cita de José Ortega y Gasset de 1921 "«Empezando por la Monarquía y siguiendo por la Iglesia, ningún poder nacional ha pensado más que en sí mismo. ¿Cuándo ha latido el corazón, al fin y al cabo extranjero, de un monarca español o de la Iglesia española por los destinos hondamente nacionales? Que se sepa, jamás. Han hecho todo lo contrario. Monarquía e Iglesia se han obstinado en hacer adoptar sus destinos propios como los verdaderamente nacionales»". Pero no son la monarquía y la iglesia, ni siquiera uniéndoles el ejército (y no me refiero al ejército actual, que es quizás la institución que en este país mejor ha sabido avanzar hacia la modernidad y la democracia), los únicos obstáculos para la modernización de España y su incorporación al resto de los países de Europa. Hay que tener en cuenta, también a los políticos y en España "el convencimiento de que los políticos son incompetentes y corruptos ha sido una constante habitual en la vida española desde la invasión napoleónica, si no antes".

A falta de una revolución burguesa, en España las estructuras del Antiguo Régimen no se interrumpieron. Hasta bien entrado el siglo XX, los poderes de la monarquía, de la iglesia y de los grandes terratenientes, siguieron imperando cuando ya en Francia o en Gran Bretaña se había avanzado hacia una democracia incipiente capaz de adaptarse a los cambios sociales. Con una economía basada en la agricultura, excepto en Asturias, Cataluña y el País Vasco, el poder estaba en manos de la nobleza terrateniente. Los grandes latifundios en manos de la nobleza y la iglesia eran trabajados por jornaleros que vivían en la miseria y tenía prohibido matar el hambre recolectando bellotas o aceitunas caídas y que nadie iba a usar. 

Preston cita en varias ocasiones la obra de Rafael Shaw de 1910, Spain from Within, "La sumisión paciente del jornalero a condiciones que cree inalterables se debe, en parte, a trescientos años de gobierno corrupto, durante los cuales lo han exprimido constantemente para que proporcionara dinero para las guerras, lujos y diversiones de las clases gobernantes; en parte también, al terror de la Inquisición y la tradición de silencio que dejó tras de sí; en parte, al fatalismo oriental; pero a lo que, sin duda, no se debe es a la indiferencia y la estupidez animales a las que la atribuyen sus «superiores»". Esa es la situación que se sigue viviendo en gran parte de España cuando comienza la guerra civil: familias en las que trabajaban varios miembros, niños incluidos, de sol a sol y que no conseguían dejar de pasar hambre y vivir en la miseria. 

Una división social que convive con y es la consecuencia de la corrupción unida, aunque no siempre, a la incompetencia política. Y es que no siempre hay que ser incompetente para dejarse tentar por la corrupción. Algunos tipos de corrupción incluso, necesitan de grandes dosis de competencia para poder llevarse a cabo. 

A partir de ahí, y durante casi seiscientas páginas, Paul Preston, uno de los mejores hispanistas especializado en la Historia Moderna de España, se dedica analizar pormenorizadamente esa corrupción, y la división social que en parte deriva de ella, durante los dos últimos siglos. Lo siguiente es un resumen que analiza los hechos más destacados.

La Constitución de 1876 surgida de la Restaruración (que devolvió el trono a los Borbones en la persona de Alfonso XII) sancionó una "democracia" que se resolvió con el bipartidismo o turno pacífico que funcionó en España hasta bien entrado el siglo XX, y que no ayudó a salvar la brecha social. Se basó por definición en el más descarnado fraude electoral. Era este bipartidismo un "trasunto del sistema británico por el cual el Partido Conservador, dirigido por él mismo [Antonio Cánovas del Castillo], y el Partido Liberal, encabezado por Práxedes Mateo Sagasta, se turnarían en el poder. La herramienta necesaria para que el sistema funcionara sin la interferencia del electorado era el fraude electoral". Pero a diferencia del sistema británico, el español era un puro fraude en el que antes de las elecciones ya se sabía quien iba a gobernar y era el rey el que decidía más o menos empujado por distintas circunstancias (crisis políticas, desgaste del partido en el poder, incompetencia flagrante...) cuándo tocaba cambiar el partido de gobierno. 

Este abuso de poder indecente se vio enfrentado desde muy pronto por grupos anarquistas y socialistas que pretendían la revolución que nunca se había dado en España. A la corrupción y la incompetencia se le unió un clima de atentados y la brutal represión subsiguiente que solo contribuyó a aumentar el caos. Durante la época del bipartidismo tres presidentes de gobierno murieron asesinados: Cánovas y Dato, del partido conservador y Canalejas, del liberal.

Tras el desastre de 1898 con la pérdida de Cuba y Filipinas y la guerra contra Estados Unidos, las consecuencias para España fueron devastadoras en lo social y en lo político. Gran parte del comercio, sobre todo de Cataluña, dependía de los productos que se vendían a Cuba y que dejaron de venderse con la independencia de la colonia. Los industriales catalanes canalizaron el descontento propugnando un cambio político que modernizara España. Cataluña era eminentemente industrial y a ella llegaban trabajadores procedentes de otros lugares de España. "Barcelona, que ya era un hervidero de tensión social debido a la llegada de trabajadores anarquistas procedentes de los latifundios de Andalucía y Murcia y del interior de Cataluña, fue escenario de huelgas esporádicas y atentados terroristas de autoría anarquista y también de agentes provocadores gubernamentales"

Empiezan a surgir  sentimientos nacionalistas entre las burguesías industriales del País Vasco y Cataluña al considerar que contribuían con elevados impuestos a la economía nacional y no se veían recompensados en una participación en el gobierno que seguía en manos de los nobles terratenientes del centro y sur de España. La desafección entre la burguesía vasca y catalana y el estado español empieza a fraguarse en esos momentos. La división no es ya entre clases sociales o entre distintas sensibilidades, sino que empieza a ser entre distintos territorios. No obstante, tampoco en estos territorios la sensibilidad hacia los trabajadores era distinta. Cuando las revueltas proletarias ponían en peligro sus ingresos, los burgueses nunca tuvieron empacho en unir sus acciones a las de los terratenientes caciques formando con ellos alianzas de intereses.

La Gran Guerra trajo a España consecuencias varias, pero siempre más división y más diferencias sociales. Al ser neutral, España podía comerciar con ambos bandos y venderles sus productos. La industria y la minería experimentaron un gran auge que supuso el despegue de la economía. Pero como siempre, los beneficios no se repartieron y nada les llegó a los más pobres, sino más pobreza. La burguesía invirtió las enormes ganancias en residencias y coches de lujo y en casinos, cabarets y burdeles. Por otra parte, las enormes exportaciones dejaron desabastecidos los mercados nacionales, los precios se dispararon y el nivel de vida de los trabajadores se hundió. 

La clase obrera se radicalizó ya que estaba sufriendo todas las desventajas de la guerra y ninguno de sus logros económicos. Eso, unido a los aires que soplaban desde Rusia con su recién nacida revolución, agitó los ánimos y llevó a los trabajadores a exigir una vida más digna. Vino la crisis de 1917 y tras ella, el trienio bolchevique (1918-1920), tal vez una de las épocas más convulsas de la reciente historia de España si exceptuamos la Guerra Civil. La represión fue brutal y no siempre se dirigió a los culpables, además, para defender sus privilegios los hijos de los terratenientes se unieron a la Guardia Civil para reprimir las huelgas de los campesinos del sur y centro de España y Alfonso XIII se posicionó claramente a favor de los caciques. Se estaba gestando un resentimiento difícil de restañar sin un conflicto de envergadura.

La reacción al problema no fue de entendimiento y equilibrio, sino otro golpe militar el 13 de septiembre de 1923 y otra dictadura, la de Primo de Rivera auspiciada por Alfonso XIII que se deshizo del gobierno legítimo y permitió que Primo de Rivera formara un gobierno autoritario. Como hasta ahora, los dos problemas mayores de los siete años que duró la dictadura fueron el aumento de las desigualdades y la corrupción política de los terratenientes que llegó a cotas increíbles hasta el punto de que "La cruzada contra el caciquismo decayó porque el número de denuncias paralizó virtualmente la administración local y muchos delegados gubernativos fueron destituidos porque los caciques cuya corrupción denunciaban eran demasiado poderosos"

Puede que la primera oportunidad de alcanzar algo similar al equilibrio social fuera la Segunda República surgida de unas elecciones municipales el 12 de abril de 1931. La situación por entonces en los grandes latifundios era sangrante. Por un lado estaban los más miserables, los campesinos del sur. Ese año, las inundaciones habían destruido la cosecha de la aceituna lo que agravó su miseria al haber menos trabajo. Por otro lado, los terratenientes dispuestos a no perder nada a costa de lo que fuera y para resarcirse de las pérdidas causadas en los olivares por las inundaciones decidieron recortar los salarios. Sobran más palabras. 

Desde el primer momento los caciques de siempre, un gran porcentaje de militares, la iglesia y los conservadores en general, conspiraron para derrocar la República. Tampoco fueron ajenos a su fracaso los anarquistas más radicales que no tuvieron la paciencia ni la disposición para esperar a que las reformas se fueran llevando a cabo. 

Con estos mimbres la República despertó grandes esperanzas en los más pobres y enormes recelos en los más poderosos. La imposibilidad para llevar a cabo muchas de la reformas prometidas (entre ellas, la más urgente y necesaria, la Reforma Agraria) pues siempre se encontraba frente a la oposición de los más ricos y, por tanto, de los más poderosos, terminó por crear el descontento de todos. Tampoco ayudaron los desmanes cometidos por grupos radicales que se dedicaron entre otras cosas a quemar iglesias, sin tener en cuenta que España era un país eminentemente religioso y eso solo conseguía ponerse en contra a gente que, en principio, había apoyado el cambio de régimen. Bien es verdad que en algunos casos, "los responsables de esta clase de incidentes eran a menudo desconocidos que desaparecían tan rápidamente como habían aparecido, y más tarde se descubrió que muchos «anarquistas» y «comunistas» eran, en realidad, falangistas disfrazados"

Paul Preston

Entre errores propios, impaciencias y salvajadas de algunos afines y la provocación y descontento eterno de los contrarios que temían que la miseria de los más pobres les arrancara algo de lo mucho que les sobraba, la República tenía los días contados casi desde que nació. "La suposición tácita de que los problemas políticos y sociales podían resolverse de forma más natural mediante la violencia que mediante el debate está firmemente arraigada en un país en el que, durante cientos de años, las luchas civiles no han sido ninguna rareza". Un nuevo levantamiento militar, como tantos otros que ya había sufrido España, vino a poner las cosas en orden... en orden militar. El ejército español, a diferencia de otros, no defendía al país de enemigos externos, sino de intereses sociales muy concretos y de sus enemigos internos: la clase obrera y los nacionalistas regionales.

Y si durante la guerra surgida del fracaso inicial del golpe de estado de 1936, en ambos bandos se cometieron barbaridades, no se puede olvidar que mientras que en la zona republicana fueron perpetradas por grupos incontrolados y desde el poder se puso fin a los desmanes en la medida que se pudo y desde el principio, en el bando rebelde, el terror vino auspiciado desde el propio poder. Como había dicho el general Mola en un discurso al principio de la guerra "«Hay que sembrar el terror, hay que dar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros»". Y, desde luego, lo sembraron, lo regaron y lo cosecharon. Pero el terror y la brutalidad no terminaron con la guerra. El número de ejecutados ya en la posguerra se calcula en no menos de cien mil.

La "justicia" llevada a cabo después de la guerra fue tan aberrante que "A los que se habían opuesto al golpe, se les consideraba culpables de rebelión militar, por lo que debían ser sometidos a consejo de guerra y a la pena de muerte. Pero la pirueta jurídica fue aún más allá al considerar todas las actividades de izquierda o sindicales desde principios de octubre de 1934 englobadas en el delito de «adhesión a la rebelión militar», ya que habían contribuido al supuesto desorden que hizo necesario el alzamiento de los militares"

El franquismo estuvo dominado no solo por la represión, sino por la más feroz corrupción que se conocía en España si es que eso es posible. Y Franco no tenía ningún interés en luchar contra ella porque le suponía una red clientelar en la que apoyarse. La corrupción permitida le aseguraba la lealtad de esa élite de corruptos además de contribuir a enriquecerse él mismo. Se calcula que recibió durante su mandato regalos por un valor equivalente a 24 millones de euros (unos cuatro mil millones de pesetas). Además la familia acumuló toda clase de propiedades inmuebles como resultado de la corrupción o del expolio.

A esa corrupción se le une la ineptitud (recordemos que junto a la división social son los tres pilares que conforman la Historia moderna de España). Franco pensaba que los problemas económicos se podían resolver imprimiendo dinero. Los pocos logros que se le atribuyen no se debieron a él e incluso lo tuvieron en contra. La neutralidad en la Segunda Guerra Mundial "lejos de ser el resultado de un brillante arte de gobernar o de la previsión, fue la afortunada consecuencia de que Alemania no quisiera o no pudiera pagar el precio que Franco le exigía para entrar en la guerra". Y de que tampoco le interesara en exceso a Hitler meterse de aliado con un país en la situación del nuestro. El boom económico de los sesenta se debió a un crecimiento generalizado de Europa que permitió que muchos europeos tuvieran dinero para venir a España de vacaciones, así como a los tecnócratas bien formados, casi todos del OPUS, que empezaron a formar parte de los ministerios y que entendían de economía mucho más que el dictador. "Al claudicar ante los tecnócratas, Franco contribuyó a su propia marginación, pero estaba contento de apuntarse unos éxitos económicos debidos a políticas que no alcanzaba a comprender".

A la muerte de Franco se vio que no todo estaba "atado y bien atado". El rey Juan Carlos con ayuda de Adolfo Suárez y otras personas salidas del franquismo pero con una visión más demócrata dieron el paso hacia lo que se ha llamado la Transición. El miedo a los jerarcas y nostálgicos del régimen, así como a un ejército anclado en su privilegio de decidir los destinos de la patria se combatieron con esa Transición que si se debió a la habilidad de Adolfo Suárez y a la determinación del rey, no lo hizo menos a "a la moderación de [Felipe] González, [Santiago] Carrillo y los demás líderes de una oposición que hizo grandes sacrificios en aras del objetivo inmediato de la democracia"

Fue sobre todo la izquierda quien hizo sacrificios en ese momento. Los que se habían enriquecido con la corrupción y la represión franquista siguieron en sus puestos, el PSOE renunció a su condición de marxista, el PCE aceptó la bandera rojigualda monárquica renunciando a la tricolor republicana, los familiares de represaliados y ejecutados renunciaron a su rehabilitación y en muchos casos a encontrar sus cadáveres o a que se les hiciera el homenaje debido. Los golpistas y sus partidarios y/o herederos se aseguraron de que nadie nunca les pidiera cuentas. La ley de amnistía de octubre de 1977 "establecía que los actos de terrorismo en oposición a la dictadura franquista y los crímenes contra los derechos humanos en defensa del régimen no podían ser objeto de procedimientos judiciales. Se basaba en la renuncia colectiva tácita de la gran mayoría del pueblo español a cualquier ajuste de cuentas con el franquismo [...] no hubo investigaciones judiciales ni sanciones del golpe militar ilegal de 1936 ni de las atrocidades de la represión franquista". Esa amnistía favoreció más a los franquistas y su régimen de terror salido de un golpe de estado que a los pocos contrarios al régimen que estaban en prisión.

Los años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco estuvieron marcados por el terror de los grupos de extrema derecha y las ansias de regresión del ejército. El peligro de una vuelta a lo anterior se vio perfectamente retratada en el intento de golpe de estado de febrero de 1981, pero la repulsa de los españoles y la apuesta del rey por la democracia terminaron con las ansias golpistas. La democracia se fue asentando en el país, pero la historia de los años siguientes es una crónica de la corrupción más descarada. 

Durante la crisis de 2008 que tantos empleos destruyó y a tanta gente mandó al territorio de la pobreza, millones de euros de propiedad pública, pasaban a los bolsillos privados o se utilizaban para financiar ilegalmente a los partidos políticos, especialmente al PP que llegó a ser condenado y multado "como beneficiario de la red Gürtel gracias a la caja B, mediante la cual las comisiones que pagaban las empresas a cambio de contratos públicos se utilizaban para financiar al partido y enriquecer a algunos particulares". En todos los partidos ha habido y hay corrupción, pero a título personal. Ningún otro se ha sentado en el banquillo y ha sido acusado como tal partido por beneficiarse de la apropiación de lo público. Aun así, el PP no se ha desplomado electoralmente. "Como afirma Baltasar Garzón, [...] «En España nunca ha dado miedo ser corrupto; en realidad, como se la daba por existente, la corrupción no ha sido algo que haya preocupado excesivamente a la ciudadanía. Esa indiferencia ha conseguido que las raíces de la misma se hayan vuelto profundas y sólidas, sosteniendo todo un entramado de intereses muy difícil de destruir».[...]  la justicia ha contribuido a dicha situación con «sentencias que llegan con lustros de retraso, con imposición de penas irrisorias, sobreseimientos o archivos incomprensibles, connivencias y maridajes inaceptables»"

En estos días, la fractura entre una y otra España se está haciendo especialmente visible y es que "la Guerra Civil de 1936-1939 es una contienda inacabada y, en algunos aspectos, España todavía padece algunas de las divisiones vigentes en 1936". Y así se seguirá mientras se pasen las páginas de la historia sin haberlas leído. Más de cuarenta años después, ha sido imposible corregir las deficiencias a las que obligó la Transición en un momento en que sacar al país de un nuevo enfrentamiento armado era lo prioritario. La Transición supuso el cierre de un libro y su censura para un país democráticamente infantil. Los años han pasado y ya va siendo hora de que se nos deje leer aquel libro. Ya somos mayores y desconocer el pasado o no cerrar cuentas con él es algo que sigue enquistado. Hay que condenar institucionalmente el golpe de estado de 1936, hay que reivindicar a todos los que el franquismo ajustició por "rebeldes" cuando los únicos rebeldes eran los golpistas, hay que sacar a los muertos de las cunetas y hacerles el homenaje que se merecen, hay que pedir disculpas por las atrocidades cometidas durante cuarenta años de dictadura. Mientras todo eso siga pendiente, España seguirá dividida. Unos tendrán una deuda que pagar y otros nos sentiremos deudores a los que se les debe algo desde hace ya demasiado tiempo. 

Compensar esas deficiencias es, en parte, lo que intenta Paul Preston con este libro.

Título del libro: Un pueblo traicionado
Autor: Paul Preston
Nacionalidad: Reino Unido
Título original: A People Betrayed: Corruption, Political Incompetence
Traducción: Jordi Ainaud
Editorial: Debate
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 2019
Nº de páginas: 784

Comentarios

  1. Cómo comentaba en la anterior entrada los ensayos y si son buenos como el qué hoy nos traes, son un género muy especial para mí y rara vez se me hacen largos. Has realizado una extraordinaria reseña del libro y de la propia historia de España. Una España que por cierto a pesar de esa reconciliación que trajo la Transición, continúa partida en dos mitades cada vez más separadas y excitadas por una extrema derecha que se ha quitado los complejos, se ha echado al monte y si no se atreven a dar un golpe de Estado es sencillamente porque el ejército no está con este tipo de gentuza. Sí, esa gente que sacaba a las criadas a dar mamporros a las cacerolas para no estropearse las manicuras del barrio de Salamanca e intentar derrocar a un gobierno legítimo (nos guste más o menos).
    Es un libro del que tomo buena nota y no es un decir.

    Un beso, Rosa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que los problemas se pueden callar y "olvidar" durante un tiempo, pero no eternamente. Aquí no se ha hecho la labor de analizar lo que pasó y de pedir disculpas unos por el golpe de estado y la terrible represión que le siguió, y sentirse desagraviados los otros y reconocida su lealtad al gobierno legítimo y el sufrimiento padecido. Esto sí se hizo en Francia y en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial y han podido pasar página porque antes la han leído.
      Por eso la división sigue ahí. Ellos siguen creyendo que tienen todos los derechos y no entienden que de vez en cuando se les saque del gobierno. Para ellos lo normal es gobernar y decidir los destinos de todos como en los últimos siglos y como cada vez se les pone más difícil están rabiados y sacan las cacerolas a la calle (o las cadenas y los puños americanos y los bates de béisbol cuando se desmelenan).
      Como dices, nos gusten o no nos gusten los gobiernos que salen de las urnas, son legítimos y lo único que se puede hacer es votar e intentar cambiar las cosas en las urnas. Eso o exiliarse. Si en 2004 llega a ganar Aznar otra vez las elecciones, yo tenía planeado exiliarme muuuuyyyy lejos ja ja.
      Paul Preston es un gran hispanista con una gran sensibilidad por las izquierdas y la justicia social. Con este libro parece que ha querido cobrarse unas cuantas deudas por todos nosotros. pero que nadie crea que es tendencioso.Todo lo que dice está perfectamente documentado en sus notas al final del libro, nada menos que 1962 notas en las que documenta a la perfección todo lo que dice.
      Si lo lees, ya me contarás.
      Un beso.

      Eliminar
  2. ¿Qué habría salido de una victoria republicana?
    ¿Un gobierno democrático? Puede. Seguramente después de la II Guerra Mundial habría recibido la ayuda determinante del Plan Marshall y hubiera prosperado en el seno de la Unión Europea.
    ¿Una España satélite de Moscú? Quizá. Entonces, España hubiera quedado confinada hasta la caída del Muro de Berlín en una postración parecida a las políticas comunistas de Europa oriental.
    Está claro que tanto el bolchevismo como el nazifascismo fueron las lacras del siglo XX. Una maldad sin sentido.
    Muy buena recomendación. Es un ensayo tan ameno como esclarecedor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Negrin pretendía hacer durar la guerra civil hasta que empezará la mundial de y haber entrado a formar parte de ese conflicto. Hubiera estado España en ka segunda guerra mundial y hubiera estado en la zona de los aliados Francia o Italia. Quedábamos un poco lejos para haber formado parte del esj soviético.
      Yo creo que nos hubiéramos recuperado y entrado en la democracia mucho antes.
      Pero claro, no son más que suposiciones.
      Los grandes horrores del siglo veinte fueron los ismos: fascismo, estalinismo y nacionalismo.
      Un beso.

      Eliminar
  3. Excelente crónica de la triste historia de nuestro país. Alabo tu destreza para contarla de una forma tan clara y breve a partir del libro de un hispanista de tanto prestigio como Paul Preston.
    Para pedir perdón hay que ser valiente y honesto, pero la valentía está muchas veces manchada de chulería y la honestidad brilla por su ausencia en la mayoría de casos. Lo de que la manzana podrida extiende su podredumbre a las demás del mismo cesto es muy cierto también en política.
    Es una pena que después de tanto sufrimiento, tanto durante la guerra civil como en la posquerra, queden tantos "hilillos" franquistas que se van extendiendo y agrandando poco a poco. Los que hasta ahora se habian ocultado, ahora ya no temen salir de sus cuevas para hacerse notar y volver a las andadas.
    También hace falta valentía y honradez para saber pararles los pies y no dejarse influir y menos contaminar.
    Este libro de mi admirado Paul Preston debería ser un libro de cabecera. Los jóvenes deberían conocer nuestra historia reciente y pasada. Solo asi se aprende de los errores.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los verdaderos franquistas han estado mucho tiempo callados y un poco escondidos. Políticamente les daba cobertura el PP, pero estaban un poco en reserva. Desde que VOX ha sacado pecho, y y se han sentido representados han perdido todos los complejos.
      ¿Nunca desaparecerán? ¿No se Dan cuenta de que si Dios existiera no serían ellos sus elegidos?
      Creo, como bien digo en la entrada que hay que conocer la historia a fondo y que para pasar página, sin que sea en falso, hay que hacer ejercicios de honradez y valentía, como dices, unos para exigir disculpas y verse por fin reivindicado, y y otros para pedirlas y reconocer el golpe de estado, la represión y el expolio de años.
      Un beso.

      Eliminar
  4. No lo leería es muy local- Me basta con lo que vivo -y tengo que aguantar....
    Un abrazo inmenso

    ResponderEliminar
  5. Hola Rosa!. No se porque con los años estoy leyendo mucho menos ensayo y centrándome en novelas, pero este que traes hoy me parece muy interesante, creo que es necesario hacer una revisión de nuestra historia reciente porque si no lo hacemos así, vamos camino de repetir los mismos errores. Apuntado queda. Besinos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leo muy pocos ensayos, pero hay temas tratados por según qué autores que me resultan irresistibles. Es el caso de Paul Preston y la historia de España en los últimos siglos.
      Yo no creo que conocer los hechos impida que se repitan, pero sea como sea, hay que conocerlos sobre todo cuando por el medio quedan víctimas sin reivindicar y delitos por condenar.
      Muy extenso, muy prolijo y no oara cualquiera, pero es un ensayo muy recomendable para quienes quieran conocer nuestra historia en los últimos dos siglos.
      Un beso.

      Eliminar
  6. Hola Rosa.
    Esta vez te has superado, esta reseña es digna de todos los elogios.
    Y concuerdo absolutamente contigo en todo, estamos arrastrando esos "fallos" de la Transición, en su día se cedió para evitar una confrontación que, como sigamos así, acabará llegando. Las dos Españas de Machado siguen ahí.

    Y respecto a ajusticiar...un tío de mi madre, el único que le queda, vive con la pena de tener a su padre en una fosa común. Las flores de mi madre, tras la incineración, fueron a esa fosa, para él y el resto de fusilados en el paredón. Y como dice su hijo, fue un "privilegiado", que su primo está en una cuneta y aún no lo han encontrado.
    Enhorabuena, me ha encantado todo lo que dices.
    Feliz martes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las fosas comunes y las cunetas son una vergüenza después de ochenta años de acabada la guerra.
      Zapatero lo quiso solucionar con la ley de Memoria Histórica y con la ayuda de Garzón y no encontraron más que problemas y palos en las ruedas. Y ya sabemos cómo terminó Garzón.
      Gracias por compartir con todos tu historia familiar.
      Un beso.

      Eliminar
  7. Hola Rosa. El tono no se si lo has conseguido solo puedo expresar lo que ha significado su lectura. Ya de primeras, el subtítulo es una reafirmación de lo que nuestra generación conoce: Corrupción, incompetencia y división social. Y qué puedo decirte cuando me he criado con un cacique franquista donde mis padres eran los jornaleros fijos, los caseros, los siervos, pues que he vivido una generación con raíces despóticas y casi esclavistas del campo y de esos terratenientes. Esa sumisión paciente esa “estupidez” era frecuente en boca de los “señoricos”. Así que me he sumergido en la lectura de tu reseña, querida amiga jasta lo más hondo.
    Lo que no sabía es que esa incompetencia viene ya desde la invasión napoleónica. Y me cuesta cocebir que a mis cincuenta y seis años, casi los siete, los problemas politicos y sociales se sigan resolviendo con la violencia verbal y un debate imposible, como estamos viendo en la actualidad, incluso en los propios pactos. Sembrar el terror, la sensación de dominio que sigue imperando. Y me recala esa afirmación de que en España no da miedo decir que es corrupto, cuando en otros países por menos dimiten o encarcelan a sus políticos. Ya escribí sobre esto en uno de mis relatos “Su mentira” que en agosto lo prepararé para narrarlo.
    Este libro se debería usar en la universidad, en las escuelas como bien dices, para cicatrizar o empezar a hacerlo, que ya toca. ¿Acaso no ha habido ningún, ninguna español o española para enfrentarse a la historia? y lo hacen ingleses, por lo general, especializados hispanistas. Esto es algo que me llama la atención.
    Formo parte de la tercera generación que siente que las cosas siguen igual con diferente disfraz. Gracias compañera por este resumen, que te habrá costado, pero creo que el tono es más que aceptable. Magnífica como siempre, esta reseña tuya. Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues te digo lo mismo que a Gemma. Gracias por compartir con nosotros la historia de tu familia.
      Sí lo habéis vivido en propia persona, poco se puede añadir.
      Les sobraba (y les sobra) de todo por todas partes y aún ambicionan más aunque sea a costa de los que nada tienen.
      Es cierto que libros como este o aunque sea un resumen deberían estudiarse, pero todavía hay gente a la que no le interesa porque son descendientes de sangre o de ideología de aquellos otros.
      Un beso.

      Eliminar
  8. Estupenda reseña, Rosa. Muy clarificadora respecto a lo que ha sido ese último periodo de la historia de España. La Historia es mi debilidad y leo muchos libros de este tipo. Este aún lo tengo pendiente y me ha encantado leerte. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Paul Preston es un hombre muy didáctico. Es prolijo porque sabe mucho, pero lo explica todo tan bien que se aprende mucho con él.
      Sí te gusta la historia de España en los últimos siglos, te encantará.
      Un beso.

      Eliminar
  9. Pues yo creo que has hecho una reseña, o como quieras llamarla, excepcional de un libro que tengo reservado para la ocasión propicia. He leído prácticamente toda la obra de Preston y este se me antoja especialmente importante por extensión y enjundia de los asuntos a tratar.
    Preston es la mejor forma de entender una historia reciente que este país se empeña en mantener oculta y que difícilmente podrá superar ciertas barreras sin afrontar de una vez por todas la realidad de su pasado y la repercusión que todo ello tiene en el presente. Esas dos Españas.
    Gracias por este recorrido por la obra de Preston.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si te interesa el tema, no dejes pasar este libro. Leí también "El holocausto español" y y estuve a punto de ponerme enferma de las bestialidades durante la guerra, que sí, que las hubo en los dos bandos, pero no se puede comparar ni haciendo un gran esfuerzo.
      Como hispanista, Preston es muy bueno, pero me gusta más aún Gabriel Jackson. Murió como hace un año y es el menos conocido. Por si no lo conoces, se trata de un judío estadounidense que vino a España con las brigadas internacionales. Era además un anciano sencillo y encantador. Vivió muchos años en Barcelona.
      Un beso.

      Eliminar
    2. He metido la pata en mi respuesta. Gabriel Jackson no vino a España con las brigadas internacionales, pero siguió desde su país (era aún muy joven) las peripecias de la guerra. Lo siento. A veces la memoria me hace estas jugadas y debería contrastar antes de escribir.

      Eliminar
  10. Hola Rosa, has hecho un magnífico resumen de la Historia de la España contemporánea. Se podrá profundizar o debatir en ciertos temas (como si hubo o no una revolución liberal, o si el Desastre del 98 tuvo repercusiones económicas negativas, y por supuesto sobre la Guerra Civil hasta el infinito), pero , en mi opinión, lo que describes es la columna vertebral de la Historia de España de los últimos doscientos años.
    Me gustan los hispanistas ingleses (aunque a veces nos miren desde su imaginaria altura), sobre todo John Elliot, aunque a Preston, a Stanley Payne o a Gabriel Jackson les debemos la mirada que hicieron cuando en España sólo estaba la versión oficial de la Historia marcada por Franco (Josep Fontana tiene un libro estupendo de este tema). Por no hablar del grandísimo, en este caso francés, Pierre Vilar. A ellos se les debe la modernización de la historiografía y la llegada de los grandes historiadores españoles, como Julio Aróstegui, Santos Juliá, Julián Casanova y tantos otros (recuerdo a mi inteligentísima profesora Carmen González, que en paz descanse) que han hecho de la Historia una Ciencia a la altura de la que hacen en Francia o en Inglaterra.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Veo que los conoces a todos. Yo solo he leído a Paul Preston y a Gabriel Jackson. Sobre todo a este último al que se suele olvidar al hablar de los hispanistas anglosajones. Lo conocí en su humilde piso de Barcelona siendo un anciano encantador. Recuerdo cómo nos contaba lo que ka guerra civil significó para muchos jóvenes de su generación en Estados Unidos y cómo sintieron que tenían que venir a luchar contra el fascismo.
      Poco después se lo llevó su hija a vivir a Estados Unidos y supe que murió, no recuerdo si a finales de 2019 o de 2018 (el coronavirus me ha trastocado los tiempos.
      Todos estos hispanistas, como observadores externos, y Dan una visión más objetiva, pero igual de demoledora.
      Un beso.

      Eliminar
    2. Los conozco porque en la carrera (hice Historia) tuvimos que leer a estos historiadores y a unos cuantos más. Uno de los primeros libros que leí fue precisamente un libro de Gabriel Jackson en el que recogía artículos periodísticos norteamericanos e ingleses sobre la Guerra Civil.
      Es fantástico que lo conocieras.

      Eliminar
  11. Hola Rosa!! Lo desconocía por completo, no descarto darle una oportunidad más adelante. Tomo buena nota, la temática me parece muy interesante. ¡Gran reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sumamente interesante y un análisi muy bueno de la historia de España en los dos últimos siglos.
      Un beso.

      Eliminar
  12. Parece que no tenemos remedio. Siempre he pensado que es muy cierto eso de que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla y aquí se da mucho lo de contar la historia según convenga a cada uno, por eso es importante ir más allá de lo que nos quieren meter en la cabeza.
    Lo de la corrupción parece que es algo incrustado en la genética de los españoles y no solo a nivel político sino también a pequeña escala. Supongo que cada uno lo practica al nivel que puede y el que tiene la oportunidad y no lo hace para encima es tildado de tonto. Así no es de extrañar que seamos tan permisivos con la corrupción.
    Hay mucho incompetente pero no es menos cierto que también hay mucho competente, la pregunta sería al servicio de qué ponen su competencia.
    La Transición tal como se llevó a cabo supongo que fue necesaria en ese momento, pero tal vez pecó de idealista porque lo que está claro es que las heridas se cerraron en falso. Me produce mucha pena e impotencia ese resurgimiento de las dos Españas que estamos viviendo y mucha indignación la irresponsabilidad de fomentar la división y la crispación en beneficio propio. En lo único que casi no estoy de acuerdo contigo es en que seamos una democracia adulta. No sé, se nos llena la boca con la palabra democracia y luego la defendemos de manera antidemocrática.
    Creo que has hecho un buen resumen y estoy segura de que no ha debido ser fácil. El título me lo llevo, no para ahora pues no tengo tiempo de leerlo como se merece, pero me lo llevo.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo de democracia adulta lo digo en el sentido de que ya no tenemos miedo a un golpe de estado militar ni a la furia de la extrema derecha (aunque esto último no sé si decirlo muy alto) y ya se podría hacer aquella lectura de la Historia que la Transición nos negó por evitar males mayores. Mientras no se condene de manera oficial el Golpe de Estado y a Franco como un dictador y un asesino; mientras siga habiendo muertos cuyo cadáver no se ha encontrado; mientras los únicos "caídos" homenajeados sean los suyos; mientras tantas y tantas cosas sigan como están, la democracia nunca podrá ser realmente madura y adulta, como bien dices. De hecho, esa corrupción con la que somos tan tolerantes en los políticos es una prueba de que de democracia solo tenemos un barniz muy fino que se desprende en cuanto se araña un poco la superficie. En otras democracias de nuestro entorno hay corrupción, pero lleva inexorablemente a la dimisión y la condena pública (y es mucho menos frecuente, por supuesto).
      Yo no soy de las que creen que todos los políticos son iguales. Sé que hay corruptos en todos los partidos, pero una cosa es tener corruptos en el partido y otra tener un partido corrupto y condenado.
      También pienso que hay políticos competentes y hasta competentes y honrados, pero se les ve poco y terminan siendo los más denigrados.
      Un beso.

      Eliminar

Publicar un comentario

Con tus comentarios reflexionamos, debatimos y aprendemos más.

Lo más visto en el blog este mes

"Mujer en punto cero" Nawal El Saadawi

"La amiga estupenda" Elena Ferrante

"Tan poca vida" Hanya Yanagihara

"La caída de Madrid" Rafael Chirbes

"La sombra del cardo" Aki Shimazaki.

"El imán y la brújula" Juan Ramón Biedma

"La ciudad y sus muros inciertos" Haruki Murakami

"La trenza" Laetitia Colombani

Dos clásicos de amor y desamor.

"Las maldiciones" Claudia Piñeiro