"Wakefield" Nathaniel Hawthorne/E. L. Doctorow
"En medio de la aparente confusión de nuestro misterioso mundo, las personas están tan pulcramente adaptadas a un sistema, y los sistemas engarzados entre sí y a un todo, que si una persona se ausenta por un momento, se expone al aterrador riesgo de perder su puesto por siempre, pudiendo llegar a convertirse, como le sucedió a Wakefield, en el Desterrado del Universo". Dejadme que esta vez empiece por el final, por la última frase de este relato tan corto como sencillo, por esa moraleja que el autor refiere tras dejar a Wakefield en el umbral de su casa.
A Wakefield, como a cada uno de nosotros, su puesto en el mundo le parece un puesto protagonista. Se siente el protagonista no solo de su vida, sino de cuantas vidas le rodean. No concibe que la vida pueda continuar sin él casi con la misma forma que tenía cuando él la habitaba y la llenaba de acontecimientos.
El autor dice haber leído esta historia "en algún viejo periódico o en alguna revista antigua" y dice que estaba "relatada como si fuera real". Es interesante esta aportación pues él mismo sería consciente de lo increíble que resulta su relato. No importa. Del mismo modo es capaz de ponernos ante nuestras pretensiones de ocupar un lugar preeminente en el mundo.
Es el caso que Wakefield, que vivía en Londres con su mujer, decidió vivir lejos de ella durante una temporada. Así que un día, tras anunciarle un viaje que podría durar dos o tres días, se fue de casa con un equipaje más bien exiguo. "A pesar de que cierra la puerta a su espalda, esta se queda entreabierta y, a través de la rendija, ella capta una imagen de su marido con la cara sonriente, que desaparece al instante. En ese momento, inconscientemente, no hace caso del pequeño incidente". Será años después, cuando al decir del autor lleve ya más años de viuda que de casada, cuando recuerde aquella sonrisa y la superponga a todos los recuerdos en los que aparece su marido. Una sonrisa que le hará dudar de su viudedad real, aun cuando todos dan por muerto al marido a tenor de los años transcurridos.
Lo más asombroso es que el hombre no se va lejos. Tan solo se traslada a la calle de al lado, desde donde seguirá las peripecias de lo que es su vida sin él o de la vida que abandonó y que ya no es su vida o de la vida de su mujer ahora que él ya no está. Se dice a sí mismo que no debe mantenerse mucho tiempo alejado porque "Es peligroso abrir un cisma en los afectos humanos; no tanto porque se produzca un desarraigo profundo y prolongado, sino porque vuelva a cerrarse demasiado rápido". Pero el tiempo irá pasando y Wakefield no encontrará el momento de volver a casa. Contemplará a su mujer de lejos y verá como va evolucionando. Veinte años han de pasar en los que conseguirá excluirse del mundo de los vivos sin llegar a entrar en el de los muertos; veinte años en los que seguirá inmerso en el mundo, pero sin participar de su devenir; veinte años en los que el mundo y los que le habían conocido se acostumbrarán a vivir sin él y se adaptarán. "El inaudito destino de Wakefield fue conservar su cuota original de compasión por los hombres y mantener su implicación con la sociedad, aunque, recíprocamente, había perdido la influencia sobre ambos".
Después de leer Wakefield y de reflexionar en la interesante moraleja que nos propone Hawthorne, no podemos dejar de preguntarnos si seríamos capaces e enfrentarnos a nuestro mundo sin nosotros. De ver cómo nuestros seres queridos, a los que consideramos y entendemos únicamente con referencia a nosotros mismos, son capaces de seguir adelante tras nuestra supuesta muerte o desaparición. ¿Qué supondrá la vuelta de Wakefield para su esposa, ya viuda, acostumbrada a su ausencia de veinte años y habiendo heredado todos sus bienes? ¿Seríamos capaces de enfrentarnos a la dura realidad de que el mundo está resituado tras nuestra ausencia y de que nuestra aparición solo supondría un motivo de desequilibrio y caos?
La frase con la que inicio esta entrada es la última de "Wakefield", un relato que Nathaniel Hawthorne publicó en 1837, dentro de su colección de relatos Cuentos contados dos veces. Este es el relato más famoso de todos los que contiene la colección hasta el punto de haberse publicado en solitario en la Editorial Nórdica. Los que conocemos esta editorial sabemos de lo cuidado de sus ediciones acompañadas siempre de maravillosas ilustraciones. Las que aparecen en esta entrada están todas sacadas de esa edición del libro. Se trata además de una edición bilingüe. Por lo que las ochenta páginas de la obra se reparten entre la versión en castellano y la versión en inglés.
Título del libro: Wakefield
Autor: Nathaniel Hawthorne
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Wakefield formando parte de Twice-Told Tales
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Wakefield formando parte de Twice-Told Tales
Traducción: María José Chuliá
Ilustraciones: Ana Juan
Editorial: Nórdica
Año de publicación: 2011
Año de publicación original: 1837
Nº de páginas: 80
En 2008, el escritor norteamericano E. L. Doctorow publicó en New Yorker una revisión del cuento de Hawthorne con el mismo título. El Wakefield de Doctorow es muy distinto al de Hawthorne. Para empezar, es más moderno y el hecho de estar contado en primera persona por el propio protagonistas hace que sepamos más de sus sentimientos y motivaciones o al menos, tanto como él sabe y quiere confesar. Ya no somos meros observadores necesitados de interpretar lo que el narrador nos cuenta. Ahora nos lo cuenta el propio protagonista y aunque eso no sea garantía de mucha más verdad que cuando nos lo transmite un simple observador, al menos restamos de la ecuación a ese testigo intermedio. Puede que la subjetividad del propio protagonista sea menos fiable que la visión externa y sin intereses del narrador en tercera persona, pero hasta de lo que calla o transforma podemos intuir lo que pretende ocultar. No hay nadie entre él y nosotros. La visión es mucho más directa.
"La gente dirá que dejé a mi mujer, y supongo que, si nos atenemos a los hechos, eso es lo que hice, pero ¿dónde estuvo la intencionalidad? En ningún momento tuve el propósito de abandonarla. Si acabé en el desván del garaje, con todos los muebles viejos y los excrementos de mapache, fue por una serie de circunstancias anómalas". Si uno se va con intención de no volver en un tiempo, el otro sale de casa hacia el trabajo como cualquier otro día y como cualquier otro día piensa regresar para la cena. Si uno se va a la calle de al lado donde ya tiene nuevo alojamiento, el otro, por circunstancias totalmente casuales, termina en el desván del garaje de su propia casa.
Aquel día, nuestro Wakefield neoyorquino había discutido con su mujer, pero nada de eso sería la causa de su ausencia de meses. La causa sería en realidad una mezcla de causas sin que se pueda decir cuál fue la determinante; el percance con el tren de vuelta a casa desde la ciudad, el apagón al llegar al pueblo en la noche sin luna, la sombra del mapache que lo condujo al garaje, lo inusual de la hora de llegada... el caso es que Wakefield se encuentra fisgando los trastos en el desván del garaje. "[...] allí dentro había suficiente pasado acumulado para entristecerme, tal como siempre me entristecen las reliquias del pasado, incluidas las fotografías [...] encontré una mecedora con el asiento roto cuya rejilla siempre había querido reparar. En la total oscuridad y con la luz de las velas desvaneciéndose poco a poco en mi cabeza, me senté y, si bien mi intención era descansar solo un momento, me dormí. Y cuando desperté, fue por la luz que entraba a través de las ventanas polvorientas. Había dormido toda la noche". Y así, sin querer, sin ninguna intencionalidad previa como sí las había en el personaje de Hawthorne, nuestro Wakefield se acomoda en el desván del garaje.
El relato de Doctorow es, como ya he mencionado, más moderno. La narración del protagonista no se limita a sus sentimientos ante un mundo que ha abandonado y que continúa su andadura sin él. Como en toda narración moderna, se viaja al pasado, se nos cuenta el inicio de su romance con Diana, su mujer, así como las causas de la discusión del día anterior. Nos hará partícipes de lo acontecido durante su primer día de ausencia, que él observa desde el ojo de buey del desván. También asistiremos como testigos privilegiados a los sucesos de los días posteriores. La normalidad se va recuperando. Diana vuelve a su trabajo y las gemelas, al colegio, porque a diferencia del de Hawthorne, del que no se menciona tal circunstancia, el Wakefield de Doctorow tiene dos hijas gemelas.
La vida de Howard Wakefield (sí, el personaje de Doctorow tiene un nombre de pila que Hawthorne le negó al suyo) se nos muestra mucho más volcada al exterior que la de su predecesor. Lo vemos paseando por los alrededores, buscando en las basuras, robando comida, recibiendo las dádivas que los niños le dan aunque no mendigue y gastándolas en el Burger King, visitando o recibiendo las visitas de unos vecinos muy particulares que incluso lo cuidarán en la enfermedad. Así pasará nuestro personaje unos meses. Si cuando se instala en el desván del garaje "en el viejo manzano habían empezado a brotar flores blancas", cuando vuelve a casa por fin "estaban encendidas todas las luces de la casa. Las oía en el comedor; estaban decorando el árbol de Navidad". Nada indica, o yo no lo he percibido, que hayan pasado los años.
Howard decide regresar a casa cuando se da cuenta de que está a punto de perder todo lo que no quiso abandonar y sin embargo abandonó sin saber muy bien por qué. Como en el libro de Hawthorne nos puede la curiosidad de ir más allá, de saber lo que sucede tras su vuelta, cómo lo reciben sus hijas, cuál es la reacción de su mujer, cómo se puede recuperar la normalidad después de hechos tan anormales, pero como en aquella novela, en esta también nos abandonan a la puerta y nos dan con ella en las narices. Uno de los mayores aciertos de ambos escritores es dejarnos allí, justo a la puerta de todo lo que sucederá sin que nosotros lleguemos a vislumbrarlo. Lo tendremos que imaginar porque los relatos solo nos cuentan la ausencia. Tendremos que suponer qué es lo que pasa a partir del momento en que nuestro Howard Wakefield giró la llave en la cerradura y "¿Hola?, grité. ¡Ya estoy en casa!".
Título del libro: Wakefield relato que forma parte de Todo el tiempo del mundo
Autor: E. L. Doctorow
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Wakefield publicado en New Yorker el 14 de enero de 2008
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: Wakefield publicado en New Yorker el 14 de enero de 2008
Traducción: Isabel Ferrer y Carlos Milla
Editorial: Miscelánea
Año de publicación: 2012
Año de publicación original: 2011 (Todo el tiempo del mundo) 2008 (Wakefield, en New Yorker)
Nº de páginas: 28
Hola Rosa, interesantes estas dos versiones de una misma historia que no conocía. La verdad es que a mi nunca se me hubiera ocurrido un " experimento" así, más que nada porque cuando yo abandone mi vida, lo lógico es que después de un tiempo los demás se recuperen y sigan adelante, que en realidad estos dos Wakefield no la han abandonado, porque siguen vivos solo han cambiado su papel de actores en esa vida por la de observadores, aunque sigan viviendo otra vida distinta. En fin no continuo por aquí que creo que me estoy liando.
ResponderEliminarDe Hawthorne solo he leído La letra escarlata, de Doctoró, creo que nada al menos que recuerde. Besinos.
Ando con "La letra escarlata" pendiente hace años, pero no termina de caer. leí una reseña de "Wakerfield" en el blog de Lorena "El pájaro verde" y me atrajo mucho. Luego supe de la versión de E. L. Doctorow, del que solo había leído una novela, pero del que tengo varias en lista, y me apeteció comparar ambas versiones.
Eliminarha sido una experiencia interesante. Siempre me gusta ver distintas versiones de una historia, por eso suelo ver adaptaciones en cine o series de libros que me gustan. Y si son dos versiones escritas, más interesante aún por lo raro que resulta.
Un beso.
He leído hace no mucho el cuento de Hawthorne en una recopilación relatos decimonónicos y es magnífico. Una historia sobre la ausencia, como dices. La segunda versión no la conozco pero es muy interesante el ejercicio que haces de confrontarlas. Una reseña estupenda, Rosa.
ResponderEliminarLa segunda versión pertenece a un autor estadounidense de lo más interesante. Tan solo leí una novela suya, pero "Homer y Langley", pero es fabulosa. La mayoría se basan en hechos reales que él novelaba.
EliminarMuy recomendables ambos.
Un beso.
No conocía estas dos novelas y versiones, gracias por la reseña y el descubrimiento.
ResponderEliminarBesos
Pues son ambos relatos muy interesantes y tan cortos que se leen de una sentada, aunque conviene reposarlos un poco.
EliminarUn beso.
Buen domingo, Rosa.
ResponderEliminarQué historia o historias tan interesantes nos traes hoy. Me han encantado además las ilustraciones del 1er relato reseñado. Qué bueno que además tenga un remake pues la premisa argumenta es muy atractiva. Pienso que en este caso y no son necesarios 20 años la distancia hace el olvido. Yo he conocido a parejas súper enamoradas qué tras poco más de un año de separación por motivos laborales o familiares han rehecho su vida amorosa muy rápidamente. Por supuesto también se da el caso contrario. Es decir, personas que se esperan toda una vida para un reencuentro que quizás nunca llegue.
Besos.
Las ilustraciones son tan preciosas como puedes comprobar. Me he tenido que reprimir porque las hubiera puesto todas. Solo la cara de la mujer dormida de la portada transmite tantas sensaciones... para mí, que soy una nulidad con un lápiz en la mano, resulta milagroso.
EliminarLa verdad es que no llegamos a saber si las parejas de nuestros Wakefield se los olvidan, los añoran, se alegran de su ausencia o qué pasa con ellas porque no las vemos más que desde lejos. Resulta intrigante, pero creo que es todo un acierto.
Un beso.
Qué curiosa comparación. Yo solo leí la obra original pero sí he visto la película en la que está basada la revisión. La película me molestó, en el sentido de que, te incomoda, te sientes mal al meterte en el papel del protagonista. La obra original me gustó mucho más. Besos
ResponderEliminarQuiero ver esa película que he sabido que existía a raíz de esta entrada. Creo que si incómoda y produce malestar al meterse en la piel del protagonista, es porque es buena. Al menos lo suficiente como para no dejar indiferente.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, vaya interesante propuesta y encima con remake. Desde luego el refranero popular ya avisa con aquello de el vivo al boyo y el muerto al hoyo.
ResponderEliminarBuscaré las dos versiones.
Un beso y muy feliz verano
Ha sido una comparación muy interesante. De haber sido novelas largas puede que no lo hubiera hecho, pero al ser dos relatos tan cortos ha sido casi sin darme cuenta (en lo que al tiempo empleado se refiere).
EliminarRecomendables ambos relatos.
Un beso.
¡Hola! Me parece una idea muy curiosa y además que últimamente veo mencionada mucho por redes sociales: el concepto de que cada uno de nosotros somos el main character en nuestra vida. Por lo que nos cuentas en tu reseña, creo que esta novela desafía de manera magistral esa idea, así que no descarto darle una oportunidad.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
Más que novela es un relato,mejor dicho, dos relatos. Está claro que somos los protagonistas de nuestras vidas, lo que pasa es que nos creemos los protagonistas de todas las vidas puesto que todas las observamos desde nuestro punto de vista. Eso es lo que desafía la novela y lo muestra con el hecho, que pocas veces nos es dado observar, de que cuando desaparecemos, los demás siguen viviendo ajenos a nosotros. Realmente interesante la propuesta mediante los dos relatos tan distintos.
EliminarUn beso.
No sabía que había una versión moderna de la historia. La original me gustó, y me quedé con ganas de más del autor pero todavía no he leído nada más. Un saludo
ResponderEliminarYo tampoco he leído nada más, aunque quiero leer "La letra escarlata". La versión de E. L. Doctorow es también muy interesante y muy distinta como corresponde a una obra escrita ya en el siglo XXI.
EliminarUn beso.
Qué interesante Rosa, me creas muchas necesidades, jejejejeje. Te has superado, un relato y su remake, me encanta.
ResponderEliminarFeliz semana.
Me vino muy bien el tener dos relatos para reseñar y porque con uno solo hubiera sido más larga la reseña que el relato.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso.
ResponderEliminarHola.
Este libro lo voy a dejar pasar, no me llama mucho y ademas tengo demasiados pendientes y quiero centrarme en ellos. Gracias por la reseña.
Nos leemos.
Sí, hay mucho que leer y no se puede apuntar todo.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, pues tengo por ahí una recopilación de cuentos del maestro y me incitas a su lectura. De alguna manera entreveo sus tradicionales obsesiones. No me cabe duda de que que serán coherentes y sólidos, como todo en él. No tardaremos en cruzar sensaciones.
ResponderEliminarBesos
Tengo que leer algo más de Hawthorne para averiguar yo también cuáles son sus "tradicionales obsesiones". Este es mi primer contacto con el autor y ha sido muy positivo.
EliminarUn beso.
Una historia que se me antoja muy surrealista, aunque tratándose de un relato (o dos) tiene su punto de tolerancia, je,je. Parece como si los cuentos se presten más a ello. No me imagino una novela de varios cientos de páginas sobre esta escapada que podría calificarse, como mínimo, de disparatada. Claro quela novela La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, también tiene una buena dosis de ironía y de irrealidad y me gustó mucho.
ResponderEliminarLo que más me llama la atención (y recuerdo que en una ocasión trataste de un caso similar) es que una autor pueda hacer una especie de "remake" de una novela escrita por otro casi dos siglos atrás sin que ello atente contra la propiedad intelectual. ¿Podría alguien escribir El Quijote con algunos cambios pero manteniendo la historia original? En todo caso, si tuviera que elegir entre la obra de Nathaniel Hawthorne y la de Doctorow, me inclino por esta última, pues no solo es más moderna sino que me parece más "comprensible".
Un beso.
Yo creo que la versión de Doctorow sí que podría soportar un par de cientos de páginas y convertirse en una novela muy interesante. Como dices, es más comprensible, más narrativa. Suceden cosas en ella, hay personajes, peripecias, recuerdos.
EliminarLa de Hawthorne es muy poética y se basa sobre todo en lo que el narrador supone que siente el personaje. Tiene hasta su punto filosófico. Tal vez podría haber hecho una novela, de hecho las tiene de varios cientos de páginas como "La letra escarlata" o "La casa de los siete tejados" (no he leído ninguna), pero habría tenido que modificar su estilo y hacerlo más narrativo.
Hace tiempo hablé de "Retrato de una dama" de Henry James y de "La señora Osmond" de John Banville, pero este segundo no era un remake, sino una continuación. Interesante también.
Un beso.
Curioso ese planteamiento de saber de los demás sin nosotros, y curiosas esas dos versiones cambiando la voz del narrador.
ResponderEliminarTengo una lista importante de pendientes que no sé cuándo se desahogará, pero me apunto estas dos alternativas de una misma historia.
Un besote y pasa feliz verano (me retiro del mundo internauta por unas semanas)
Disfruta de este extraño y caluroso verano. Yo ta sabes que nunca abandono la actividad noguera, al menos de momento.
EliminarLo bueno de estas dos historias es que se leen muy rápido y la comparación es interesante.
Un beso.
Hola Rosa, pues a mí la primera me ha cautivado el remake, me resulta una justificación de la historia. Creo que la historia original da para reflexionar y me imagino leyéndola me haría mil preguntas, eso es lo que me gusta. Gracias. Ah y ese párrafo que has elegido para empezar, que es el final, es soberbio. Me encantó "pulcramente adaptados y sistemas engarzados" si alguien se descuelga, solo para ver que ocurre si "no existe" existiendo. Gracias de nuevo. Un abrazo compañera y feliz finde!!!
ResponderEliminarAmbas versiones son muy buenas y se complementan de maravilla. La primera es más reflexiva y poética, contada desde un observador externo a la trama; la segunda, mucho más narrativa y ágil contada desde el punto de vista del propio personaje. Ambas pertenecen a dos grandes autores estadounidenses, aunque la primera esté ambientada en Londres y muestran el tiempo transcurrido entre una y otra.
EliminarMuy recomendables ambas y muy interesante la comparación.
Un beso.
Hola Rosa!! Me has picado mucho la curiosidad por estos títulos, no los conocía, así que tomo buena nota de tus impresiones. ¡Genial post! Besos!!
ResponderEliminarYo conocía el "Wakefield" de Hawthorne, aunque solo por el título. La gran curiosidad me surgió a mí cuando descubrí que había otro relato con el mismo título y temática en un libro de E. L. Doctorow, un autor al que conocía y admiraba. Muy buenos ambos relatos.
EliminarUn beso.
A mí también me parece un gran acierto ese final de darnos con la puerta en las narices.
ResponderEliminarWakefield es una joyita. Tiene una trama sencillísima que podría contarse casi con apenas un par de frases y que, sin embargo, aun conociéndola, es necesario leer el relato de Nathaniel Hawthorne para descubrir lo magistral que es.
Desconocía la existencia de la versión de E. L. Doctorow. Se ve similar y a la vez diferente al original, como si hubiera cogido su esencia y la hubiera llevado a su terreno. Tiene pinta de ser un muy digno homenaje con identidad propia.
Besos
La profundidad de las reflexiones y la belleza del lenguaje de Hawthorne, tan poético, hace que, como dices, haya que leer la obra para apreciarla en toda su grandeza a pesar de lo simple del argumento.
EliminarLa versión de Doctorow es más compleja. Su trama no se resumiría en tan pocas frases y es más moderna, con más sucesos y personajes, y más narrativa, pero, efectivamente, creo que es un gran homenaje y un gran relato.
Un beso.
Hola, Rosa y todos los lectores, soy de Rosario, Argentina, y el haber disectado el film homónimo en un valioso curso virtual de la mano de un profesor como Emilio Bellon, me llevó a explorar las dos versiones y a compararlas con la película, que gustó mucho y generó especulaciones y discusiones interesantes. Entre ellas, un tema que creemos fue agregado por el director del film, Robin Swicord, y que podría darle alguna interpretación extra: el personaje se enamora y conquista a su mujer cuando la conoce como pareja de un amigo y companiero de trabajo, Dick, lo cual ya anuncia cierta competencia y rivalidad, tema que recurre y que podría --segun el film y algunas de nuestras visiones-- haber gatillado su regreso...., cuándo...? Cuando observa desde su ventana que despues de un tiempo (cuánto no se sabe!) alcanza a visualizar la figura de Dick nuevamente..., quizas como alguna "asignatira pendiente" visitando a su mujer...
ResponderEliminarNo todos coincidieron con esta interpretación, pero es un elemento más que agregó una película interesante, de corte psicológico-filosófico que vale la pena ver...
Muchas gracias por tus reflexiones!!!
Me extraña que nadie comente la versión del punto de vista complementario de la esposa: "La mujer de Wakefield", de Eduardo Berti (1999). ¡Muy buena y recomendable!
ResponderEliminarNo la conocía, pero la buscaré. Puede ser un complemento ideal para tener una idea más global de la historia.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.