"El buque fantasma" Andrés Trapiello

"Después de 1975 empezaron muchos a decir: yo estuve en tal y tal sitio, yo milité aquí y allá, yo pasé unas horas en una comisaría, a mí casi me detienen en una manifestación o conozco a uno que estuvo en la cárcel. Rosas de papel, bulas de letra gótica. El que más y el que menos preparaba su porvenir. [...] En cierto modo es lo mismo que cuando se liberó Francia: todos los franceses habían estado en la resistencia y todos habían cantado en alguna ocasión delante de algún alemán, con vibrante patriotismo, la Marsellesa, porque todos los franceses están convencidos de que aquella escena en el bar de Rick de Casablanca cantando la Marsellesa, la han protagonizado ellos mismos".

Después y alrededor de 1975, muchos se preparaban para el asalto al poder. Algunos estaban expectantes. Sin mucha seguridad de hacia dónde se inclinaría la balanza a la muerte del patriarca tras el largo invierno que lo acompañaba desde hacía ya demasiados años, se mantenían en equilibrio sobre la línea imaginaria que separaba ambas opciones listos para dejarse caer hacia la que se presentara como más favorable. Otros, con más ambición de profetas, ya se declaraban demócratas de toda la vida aunque hubieran mamado de las ubres del régimen desde su más tierna infancia. Los menos, con menos suerte o más coherencia, languidecían en la cárcel, el exilio o la clandestinidad esperando que llegara su momento, el momento por el que llevaban toda una vida luchando.

Martín Benavente De Juan entró en la Universidad de V en el curso 72-73, en una época convulsa en la que los estudiantes de izquierdas pensaban que la revolución estaba en puertas y que la iban a traer ellos mismos apoyando a (o apoyados por) la masa obrera, trabajadora y sin estudios con la que creían estar en enorme sintonía. Martín Benavente De Juan entró en la universidad cuatro cursos antes que yo, pero algunas de las cosas que nos cuenta en esta novela me suenan de tal forma que con ligeros retoques podrían convertirse en recuerdos propios. Algunas, no todas, porque yo nunca milité en ningún partido ni formación política, aunque sí lo hicieron personas de mi entorno por lo que sí simpaticé mucho y me moví en los márgenes de la clandestinidad que aún en 1976-77 era la tónica de todos los que nos situábamos de obra o de pensamiento en el ámbito de la izquierda, muy a la izquierda. 

Yo también había llegado a Engels y Freud y Lenin porque aun con esa diferencia de años, esos libros eran propios de la época y de ciertas imaginaciones solidarias y con sed de Justicia. "La época, y también un elevado número de misas con guitarra [...] . Ése era el proceso. Así es como llegaba un joven de diecisiete años hace veinte a Carlos Marx y a Castilla del Pino"

Martín abandona la ciudad en la que vive con sus padres y se va a V a vivir con un tío paterno que espera que le consiga trabajo para poder independizarse. En las aulas costaba hacer amistades. La desconfianza estaba por todas partes. Unos temían hablar con confidentes de la policía que pudieran delatarlos por revolucionarios y otros no querían terminar de charla con un comunista o anarquista y que se les identificara con ellos o que les metieran en sus líos. 

Recuerdo mis primeros días en la facultad de Veterinaria de León que era donde también se estudiaba Biología. Solo hablaba con la gente conocida ya de antes. El acercamiento al resto era cauteloso, se buscaba en las miradas o en ciertas frases soltadas por unos como sin querer y escuchadas por los otros con toda intención de qué pie podía cojear el interlocutor. Se soltaban ideas que, sin comprometernos a nada, nos dieran idea de la postura política del que teníamos enfrente. 

Martín enseguida, ya desde el primer día, se fijó en un compañero. "Parecía algo mayor que yo y más bajo que yo. El pelo le caía sobre la frente en rizos despeinados. Tenía unas patillas largas y pelirrojas y muchas pecas en la cara y en las manos. Había algo en él que recordaba a uno de esos revolucionarios irlandeses. No sé. Quizás esa fatalidad de los que tienen una causa justa, una juventud hermosa y la audacia en los ojos, pese a lo cual no pueden evitar ser unos perdedores sin remedio. Había algo en su mirada que lo delataba así". Le dijo que se llamaba Rei y a partir de entonces se sentaban juntos en clase y luego se iban a tomar unos vinos. Cuatro años después en León, probable ciudad inspiradora de aquella en la que vivían los padres de Martín y donde el autor pasó su infancia, las clases, que aquel año eran de tarde, terminaban con interminables rondas por el Barrio Húmedo, de bar en bar, tomando vino químicamente puro (no había para Riojas ni Verdejos ni Bierzos) y una tapa de queso o aceitunas o patatas (tampoco se habían puesto de moda las tapas gourmet), y hablando de todo lo humano y lo divino.

Rei le presentó a sus amigos y con ellos entró Martín en el mundo de los encuentros a escondidas, del reparto de panfletos, de las manifestaciones, del miedo... en el mundo de la Juventud Comunista; en el contexto de los revolucionarios que querían redimir a la clase obrera porque "las revoluciones se llevaban a cabo en los países industrializados y no en los feudales, y por los obreros y no por los campesinos; eso era algo que no fallaba, si bien las únicas revoluciones que se habían producido hasta la fecha, según pudimos comprobar, habían estallado en países feudales, como Rusia y China, y no en países industrializados, y las habían protagonizado los campesinos y no los obreros". Había mucha confusión entre los estudiantes de izquierdas tanto en tiempos de Martín en V, como cuatro años después en León.

Mucha confusión y el mismo miedo a las manifestaciones compartimos Martín y yo. La primera manifestación a la que acudí fue antes de empezar mi primer curso en la universidad. Fue una protesta por el aumento de las tasas universitarias que aquel año había sido notable. La supuesta manifestación estudiantil (ni siquiera recuerdo si estaba autorizada aun como tal) terminó, como todas, convirtiéndose en una manifestación política en la que se gritaba de todo, pero por encima de cualquier otra cosa el pueblo unido jamás será vencido. Nos acorraló la policía a unos metros del portal de mi abuela donde me hubiera refugiado si no me hubiera muerto de vergüenza antes que de miedo, así es que corrí con el corazón saliéndoseme por la boca porque los grises, a caballo, blandían la porra que daba gusto y pegaban unos pelotazos de dar mucho respeto. Y sentí lo que un personaje de la novela había sentido unos años antes. "Era como si su interior no fuese lo bastante grande para contener estos dos miedos: el miedo de quedarse en la manifestación y enfrentarse por ello con los golpes, las carreras y quién sabe si la detención, y el miedo de tener que convivir, si desertaba, con ella misma, con su propia cobardía. Uno era el miedo que la aguardaba afuera. Otro, el que le estaba esperando en su interior, en su conciencia". Afortunadamente, salí ilesa.

Pero no todo son luchas clandestinas en la vida de Martín. También en V conoce por primera vez el amor de la mano de una mujer muy atípica para la época, Dolly, bastante mayor que él, independiente, sin prejuicios. Dolly será la otra cara de su vida. La universidad y los amigos suponen la militancia política, la revolución, el sacrificio, el miedo, la educación social en una palabra; Dolly, en cambio, era el placer, el hedonismo, el juego, el sexo, algo parecido al amor; la educación sentimental un poco más tarde de lo habitual. Tal vez. 

De manera que en los dos primeros cursos de carrera, Martín no sólo aprende Filosofía, sino sobre todo, lo mejor y lo peor de la vida. Si al amor (no solo con Dolly) le sigue el desengaño, a la militancia política la seguirá una traición y un desengaño más dolorosos aún. Aunque no fue el más perjudicado de sus compañeros de revolución. Tampoco el menos. Otros, los más involucrados, lo pasaron peor. Como víctimas de los delatores (lo que puede la tortura) o como víctimas de la culpabilidad por la delación. "Los había que conseguían resistir las torturas en comisaría y otros, como Gaztelu, que eran capaces, antes de que nadie les pusiera la mano encima, de confesar todo lo que sabían, presas del pánico que les producía la idea de la tortura física, que en su caso ni siquiera se llegaba a producir, porque la sola idea de la tortura era más brutal e insoportable que la tortura misma". Aprovecho para confesar. Yo ni siquiera esperaría a la tortura. La mera idea de que me sometieran a ella me haría cantar como la mejor de las sopranos. Sería capaz de acusar a Julio César del asesinato de JFK. Y a mí misma, del sabotaje inexistente del Apolo XIII.

Andrés Trapiello

No sé cuánto de su propia biografía Andrés Trapiello habrá trasladado a "El buque fantasma", aunque leyendo su vida se puede deducir que si bien la novela está ambientada en su propio ambiente, en su propio tiempo, hay cosas que se identifican como pertenecientes a la mera ficción. Pero, refleje más o menos la biografía del autor, lo que no se puede negar es que refleja la biografía de unos años. Los años del final del franquismo, cuando un grupo de estudiantes de izquierdas, salidos la mayoría de ellos de familias de derechas, quisieron restituir a España un poco del equilibrio y de la Justicia que sus propios padres y abuelos, en muchos casos, habían contribuido a quitarle. El propio autor reconoce en el Epílogo con dramatis personae que fue un empeño más bien folklórico e inútil. "Observando cómo se han desarrollado los acontecimientos en España, no es difícil deducir que las cosas se habrían sucedido de la misma manera si en vez de correr delante de los guardias lo hubiéramos hecho detrás de las mariposas, con la red, el salacot y una lupa. Que Franco y su partida fueran unos malhechores no quita para que uno piense que poco de cuanto hicimos sirvió para algo, y que aquel algo tampoco justificó el sacrificio de aquello poco, y que dilucidar todo esto nos llevaría siglos. Es verdad que a cambio heredamos el miedo. A otros no les tocó ni eso".

De estas reflexiones tan certeras como hermosas, está lleno este epílogo y el breve prólogo rezagado que le sigue. Dos broches perfectos para cerrar la historia de los que quiero extraer los dos párrafos finales con los que el autor cierra el libro y que no me resisto a citar para cerrar yo esta entrada.

"Las novelas que me gustan son las que cuentan la vida de unos personajes y las que traen un poco de vida hasta nosotros, una vida desconocida o perdida. La de Martín Benavente es, así lo siento yo, una vida como muchas. Gustará más o menos, gustará más o menos él, pero en sus palabras alienta una pequeña llama: la de que sus recuerdos sólo son suyos. Son los que le hacen fuerte, porque nadie puede manipularlos, y nadie le podrá convencer de lo contrario, y mucho menos los que no estaban con él para saberlo.

Un día Martín Benavente salió a recorrer la parte de camino que a todo hombre le ha sido concedido. No quiere otra cosa que seguir en él. Has estado unos momentos en su compañía. Déjale irse. Ha nacido para eso. Mientras otros discuten si fueron o no las cosas como él las cuenta, él ha logrado dejarlas atrás y pensar en otras, ni mejores ni peores que las antiguas, sino venideras. Las antiguas no las ha olvidado y por eso escribió este libro, para no olvidarlas, pero ya le sirven de poco".

Título del libro: El buque fantasma
Autor: Andrés Trapiello
Nacionalidad: España
Editorial: Destino
Año de publicación: 2003
Año de publicación original: 1992
Nº de páginas: 288

Comentarios

  1. Ay Rosa tengo que leerlo. He pensado en mis padres. Ellos no tuvieron formación universotaria pero nadie lo diría, no solo por su cultura, también iban a manifestaciones y hacían todas esas cosas que cuentas.
    Estos días he sacado cosas de mis padres: una figura de Lenin(una es para mi hijo y la gemela, de mi tío, para mi hijo, me las "han robado"), un poema firmado por Alberti que dedicó a la Pasionaria, recuerdo cuando mi padre fue a recibirla(a la Pasionaria) a su vuelta del exilio, el cartel de Vive Dolores que mi madre"robó" de una pared para mí cuando ella estaba muy malita, un tapiz del Che que le traje de París...y esta novela está, en cierto modo, conectada con esos recuerdos.
    Me gusta este autor, no he leído nada largo, solo colaboraciones, pero me gusta.
    Muy feliz martes.

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    1. Veo que tus padres eran rojos, rojos. Por la edad que tenía tu madre, también veo que era coetánea de Andrés Trapiello, unos seis o siete años más que yo, así es que naturalmente entiendo perfectamente cómo eran tus padres. También tengo primos de esas edades y que se movieron en esos círculos.
      La novela se lee muy bien y da una idea clara de por dónde se andaba en aquellos años: mucha confusión, mucha ingenuidad y muchas buenas intenciones. La Historia siguió su curso y como dice el autor en una frase que cito, nada hubiera cambiado sin ellos (sin nosotros), todo hubiera sido igual.
      Un beso.

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  2. "Novelas que traen vidas" ¡qué bonito es eso! Una época, los últimos años del franquismo, muy interesante de relatar y muy épica también. No he leído a Trapiello, lo tengo pendiente, pero me ha gustado mucho lo que cuentas de esta historia y cómo has ido enlazando tu experiencia personal. La tengo en cuenta. Gracias, Rosa.

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    1. Yo he leído varias cosas de Andrés Trapiello y todas me han gustado, pero nunca me había sentido tan metida en una historia y que me sugiriese tantos recuerdos de otra vida ya casi.
      Creo que es muy recomendable para los que vivimos aquellos años y para los que no; unos para recordar y otros para conocer.
      Un beso.

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  3. Es casi de madrugada.Linda tu entrada. El verano se acerca con el calor el virus sigue Y nuestra vida a cambiado demasiado
    Un abrazo querida escritora

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  4. Hola, Rosa.

    Desde luego se puede decir que está entrada ha tenido que ser muy especial para ti. Se superponen tanto los hechos vividos por ti, como los que parece relatar de manera autobiográfica el novelista. Una época supongo muy compleja y con mucho miedo aún en el cuerpo. Por otra parte, la historia de España que va desde principio de los 70 hasta 1982 con la victoria del PSOE, es ideal tanto para el ensayo como para la novela.

    Un beso y buen día.

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    1. Una época muy convulsa en la que algunos esperábamos algo muy distinto a lo que vino. Aquello que esperábamos hubiera sido un desastre y tuvimos que reconocer años después que lo sucedido había sido lo mejor, aunque pasados otros muchos años, hay que empezar a tener en cuenta lo que entonces se obvió por pura necesidad. Estamos cerrando demasiadas heridas sin curar y pasando muchas páginas sin leer y eso, a la larga, puede ser peor aún que lo que nosotros deseábamos en 1975.
      Un beso.

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  5. Hola Rosa, de Andrés Trapiello solo he leído Los amigos del crimen perfecto. Este no lo conocía. El final del franquismo a mi me pillo un poco joven y de esa época recuerdo muy poco, tal vez por eso me parece interesante esta novela, porque de muchas cosas me enteré a posteriori, tomo nota y veré si puedo hacerme con ella. Besinos.

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    1. Yo llevo ya leídas cinco novelas del autor, entre ellas "Los amigos del crimen perfecto. Es un autor que me gusta mucho. Incluso leí el primer libro de "Salón de pasos perdidos" que son sus diarios y que son más de veinte volúmenes, pero ante tan ingente número de libros decidí no seguir con ellos, aunque sí que quiero leer más novelas. Escribe de maravilla y siempre lo disfruto.
      Para los que por edad no fuisteis muy conscientes de los últimos años del franquismo este libro puede ser muy ilustrativo.
      Un beso.

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  6. Me ha encantado el paralelismo que haces entre la novela y esa etapa de tu vida, imagino que te habrá traído buenos recuerdos, porque a pesar del régimen, esos años universitarios son inolvidables para todos.
    Lo que más me gustó de la novela es el tono se sinceridad objetiva que desprende. Más que una novela política e histórica, que también lo es, es una historia de iniciación a la vida, con todo lo que esto comporta.
    Ya sabes que soy un trapiellista cada vez más convencido. Ahora voy detrás del libro que dedicó al Rastro madrileño que al parecer es otra joyita más de tu paisano.
    Gran reseña.
    Un abrazo.

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    1. Exactamente es una historia de iniciación a la vida. Por eso yo hablo de educación social y educación sentimental queriendo resumir esa iniciación vital.
      Los recuerdos que me trae son agridulces. Buenos, por supuesto. Cómo no van a ser buenos los recuerdos de los diecisiete años y del comienzo de la vida que supone la universidad. Pero también se mezclan con malas sensaciones. Errores cometidos, tanta confusión, tanta decepción, tanta ingenuidad... Todo se mezcla en un totum revolutum que no sé si querría volver a vivir.
      Ojala encuentres "El Rastro". No debería ser difícil pues es bastante reciente, aunque siendo ensayo... Yo me tiro más por las novelas.
      Un beso.

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  7. Por edad, yo también viví esos años de lucha estudiantil, pero unos cuantos cursos antes que el protagonista. Pero poco o nada importa esta diferencia, porque el fondo y la forma no varían demasiado. Por ello me he sentido muy identificado y me han venido a la menoria hechos y anécdotas que bien podrían ponerse en una novela, je,je.
    La novela "El buque fantasma" me ha gustado por la temática, y solo con que esté escrita con la pericia que tú empleas en narrar los hechos en esta reseña, ya puedo adivinar que, si cae en mis manos, la distrutaré.
    Un beso.

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    1. Tú aún te sentirás más identificado que yo con Martín porque los pocos años pasados hasta que yo llegué a la universidad cambiaron muchas cosas.
      Andrés Trapiello es un gran escritor por lo que te puedo asegurar que supera con mucho la pericia que tan amablemente me adjudicas. Te recomiendo esta novela. Si fuiste estudiante por aquellos años y no eras de los del otro lado, que sé que no, te sentirás retratado en algunas cosas.
      Un beso.

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  8. Cuando en un libro encuentras paisaje y paisanaje conocido, al igual que vivencias compartidas con los personajes, te sumerges , se podría expresar de esa manera, en parte de tu propia historia. Se hacen tangibles los recuerdos casi olvidados y tomas posesión del entorno que te corresponde en el papel protagonista o secundario de la obra escrita, que parece serlo tan solo para ti.
    Trapiello, ya lo sabes tú, es un autor de referencia para un servidor. Te recomiendo, si me permites, -Las armas y las letras-. del mismo autor.
    Un beso.

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    1. Tengo mucho pendiente de Andrés Trapiello y entre otras cosas "Las armas y las letras". Por supuesto que te permito que me recomiendes cosas. Para eso nos leemos unos a otros.
      Es cierto que al leer esta novela hubo momentos en los que parecía, salvando alguna que otra distancia, que estaba leyendo parte de mi vida. Los buenos escritores se distinguen por ser capaces de mostrarnos la realidad como si fuéramos nosotros los que la vivimos, pero cuando se comparten épocas, ideologías, entornos... Toda una experiencia.
      Un beso.

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  9. Hola Rosa!! Lo desconocía por completo, no descarto darle una oportunidad más adelante. Es un libro que creo que podría gustarme mucho. Tomo buena nota de tus impresiones lectoras. ¡Gran reseña y gracias por tu recomendación! Besos!!

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    1. Gracias a ti por leerme.Es una novela muy interesante y en la que se muestra muy bien cómo fue una época de nuestra vida.
      Un beso.

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  10. Pues yo en 1975 estaba en el colegio, solo recuerdo de la muerte de Franco que mi madre se puso a llorar y no porque le tuviera cariño al dictador sino porque estaba convencida de que se nos echaba otra guerra encima.
    Por lo demás, llevé el inicio de la transición más o menos con calma, es lo que tiene la preadolescencia, que no te enteras de casi nada. Luego, el intento de golpe de estado (¿intento?) ya me pilló algo más centrada en esto temas y me lo tomé muy a pecho, creo que fue mi primera manifestación (y mi madre también se echó a llorar, por lo de que yo fuera a manifestaciones).
    Me apunto el libro, para "convivir" con Martín y porque Trapiello me gusta mucho.
    Un besote.

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    1. Cuando murió Franco yo estaba empezando COU, pero ya llevaba un por de años o tres con cierta mentalidad política. En parte, por lo que me había contado mi bisabuela que en su juventud fue "socialista de las de carnet" (que diría Sabina) y que no se mordía la lengua. Fue la primera persona que me habló mal de Franco cuando aparecía en las enciclopedias del colegio. Pero el empujón definitivo nos lo había dado el hermano de una amiga del colegio que era mayor y ya estaba en la Universidad. En 1973 con la muerte de Allende, primero, y luego con la de Carrero Blanco, le oímos hablar en casa cosas que nos fueron mentalizando. Teníamos catorce años. Toda una educación política y social.
      Un beso.

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    2. El caso es que yo siempre oí hablar mal de Franco en mi casa, eso sí en voz baja por si lo escuchaban los vecinos. Mi padre trabajaba en una fábrica y era de UGT así que te puedes imaginar que al general (ísimo) no se le tenía mucha estima, pero yo no tenía el cuerpo para la política, se ve que algo me decía que la decepción estaba por llegar.
      Más tarde, en la universidad, me encontré con los que yo llamo "comunistas de salón" (gente con buenas intenciones proletarias pero que no habían visto un proletario de cerca en su vida) que me terminaron de chafar la ideología, aunque sigo siendo de aquella manera (tú me entiendes, ja, ja, ja). Otro besote, guapa.

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    3. Mi bisabuela fue la primera que me habló de Franco, pero años más tarde también lo hizo mi padre. Él era de Comisiones Obreras. De pequeña oía hablar de que a mi bisabuelo lo habían enterrado envuelto en "la bandera roja". Tardé años en entenderlo. Por supuesto, lo enterraron mucho antes del franquismo.
      Puede que en la Universidad yo fuera de esos comunistas de salón o al menos anduviera con ellos. Yo sí había visto proletarios, mi familia lo era, pero ellos eran gente más bien de familia acomodada. Desde luego, muy buenas intenciones, pero una confusión de ideas importante como se refleja en algunas de las citas que resalto en la entrada.

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  11. Es fácil juzgar desde afuera pero hay que vivir cada situación y época antes de tildar a nadie de valiente o cobarde. Yo desde luego no me considero para nada valiente, y creo que de joven aún menos y eso que en la juventud se suele ser más osado o más inconsciente o qué se yo. He sido una joven un tanto atípica y creo que ahora soy un adulta en parte también atípica.
    Volviendo al libro, también creo como tú, por lo que te leo, que tiene más de biografía generacional que de biografía personal. Pero supongo que cuando uno retrata la generación a la que pertenece también se retrata un poco a sí mismo. Una generación que en este caso es la tuya, aunque con algunos años de diferencia, y así lo has plasmado en tu entrada. Me ha gustado mucho, por cierto.
    Besos

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    1. Puede que sea por conveniencia e identificación, pero yo soy una gran defensora de los cobardes. me moría de miedo en aquellas manifestaciones y no entendía cómo los demás parecían tan tranquilos. Siempre quería votar en contra de las manifestaciones, pero veía de reojo que mis gente votaba a favor y levantaba una mano tímida y temblorosa. Puede que todos tuvieran tanto miedo como yo, pero entonces no hubieran votado a favor... Imagino que yo era la más miedosa. Por fortuna, jamás sufrí el más leve roce de porras o pelotas de goma.
      Andrés Trapiello nació seis años antes que yo, aunque yo entré en la universidad solo cuatro años después que Martín. Imagino que el autor ha querido reflejar los años que pasó en Valladolid y antes de empezar la carrera, después de estudiar el PREU, había vivido en Madrid un par de años.
      Me alegro mucho de que te haya gustado la entrada. Cuando se convierten en algo personal puede pasar de todo; que sean buenas o que resulten infumables.
      Un beso.

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  12. Cuando hablas de las manifestaciones me he visto totalmente reflejada. De Trapiello tengo algo en casa pero sin leer. A mí me gustan estos libros, con retazos de historia propia y que son un retrato de una época. Lo tendrá muy en cuenta, aunque antes, debería leer que el espera en casa, Besos

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    1. Todo lo que he leído de Trapiello me ha gustado, aunque con esta historia he sentido una gran identificación. Escribe muy bien y creo que es un autor al que merece la pena conocer.
      Un beso.

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  13. Me seduce esta novela y el autor, del cual no he leído nada, pero si es cierto que me ha recordado una parte de mi vida.
    He visto por desgracia muchas manifestaciones acabarse delante de mi casa, y como los grises daban a todo el mundo. También he vivido muy de cerca toda la convulsión de aquellos años y sobre todo como los partidos de izquierdas , aventuraba el cambio, en fin si yo te contará todo lo que he vivido.
    Y si a Franco también le vi llorar a mi abuelo sobre todo y fíjate lo han acabado desenterrándolo del Valle , quien nos lo iba a decir en aquel Noviembre de 1975.
    Un beso y durante el confinamiento estaba yo muy entretenida con la lectura pero esto de volver mas o menos a la normalidad, con las medidas adecuadas por supuesto, me alejado un poco de la lectura, haber si la retomo mecachis.
    Buena semana.

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    1. Es uno de los muchos autores leoneses, bastante buenos, que ha dado mi tierra. Parece ser que sigue dándolos y hay todo un grupo de autores leoneses jóvenes, pero de esos conozco tan solo uno o dos. A los que son como yo o algo mayores, los he leído mucho.
      Los que ya tenemos una edad hemos vivido una etapa que debería ser conocida por todos, pero aún hay muchas heridas abiertas y no se pueden cerrar en falso. Los jóvenes de ahora (y no tan jóvenes) piensan que en la Guerra los dos bandos eran iguales y se cometieron los mismos crímenes en ambos y si te descuidas piensan que los rebeldes eran los republicanos.
      Se debería leer mucho sobre la España del siglo XX.
      Un beso.

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  14. Me encanta la alusión a esos años y a esa izquierda incipiente en la que tantos parecen haber tenido un capítulo.
    Aunque no creo que sea exactamente igual, hay una novela que seguro que conoces de Manuel Vicent que me encanta por personajes, motivaciones, época y lugares concordantes con esta historia que es "Jardín de Villa Valeria".
    Desde luego esta está reservada para este verano.
    Gracias.
    Un beso.

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    1. Leí en su día "El jardín de Villa Valeria" que me encantó, aunque poco recuerdo, la verdad, más allá de lo mucho que me gustó.
      Fueron años muy movidos y muy confusos en los que muchos se iban colocando para hacerse con el poder en cuanto muriera Franco (demócratas de toda la vida) mientras otros sucumbían a las torturas, la cárcel y el asesinato.
      Qué tiempos...
      Un beso.

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