"La buena letra" Rafael Chirbes
"La buena letra" es una de esas raras novelas escritas en segunda persona, pero también es una novela escrita en primera persona. "La buena letra" es una novela en la que una mujer, una madre, se cuenta a sí misma en primera persona en un monólogo dedicado a su hijo.
La vida de Ana ha estado marcada por las pérdidas. Como todas las vidas, por otra parte. Los años se van llevando sensaciones, recuerdos, historias... y muchas veces las personas que los habitaron y les dieron calor y significado se van tras ellos, nos dejan despojados y despoblados de ellos y, un poco cada vez, de nosotros mismos. Ana ha perdido mucho a lo largo de los años. Ana se ha perdido a sí misma en cada pérdida.
Cuando recién muerto su marido encuentra la foto de la boda se da cuenta de que "todos habían ido muriendo a lo largo de los años que separaban el día de la boda de aquél, ya marchito, en que quemé la fotografía". Y aunque fueron protagonistas de épocas muy duras, épocas de ir a buscar familiares entre los fusilados la madrugada anterior en la tapia del cementerio, épocas en las que la muerte y la cárcel eran vivencias cotidianas, épocas en las que se sobrevivía a base de estraperlo, trueque, malabarismos, economías de guerra (o de posguerra), a pesar de ello, son también protagonistas de la época luminosa de la juventud, esa en la que queda todo por vivir, todo por sufrir y parece que lo que se tiene delante es todo futuro y esperanza, al menos hasta que todo se convierta en pasado y decepción.
Ana le va contando a su hijo episodios de su vida, una vida de la que han sido parte importante los familiares de su marido, Tomás. Curiosamente, se habla poco de los propios, algo del abuelo, de los padres, no se mencionan hermanos. La vida gira en torno a esos familiares del marido que le son presentados en una comida a principios de un verano, años antes de la guerra.
Pero sobre todo, la vida giró durante años alrededor de Antonio, el hermano del marido y, más tarde, de Isabel, su mujer. Sobre todo de ella. En realidad Ana habla "del antes y el después de que ella viniera, como si su presencia hubiese sido el gozne que uniese dos partes". Es como si la vida antes de Isabel no hubiera sido más que una preparación para su llegada. Después, ya estaba Isabel y la vida de Ana y de todos en la familia se vio afectada porque todo lo vino a trastocar y alterar.
Antes de Isabel fue la guerra y el miedo y el marido en el frente y ella con una niña, temiendo que no regresara, que las dejara solas y no lo volviera a ver nunca; luego fue la posguerra y la cárcel y Antonio condenado a muerte y los viajes en tren para visitarle, turnándose Ana y su marido, después ella sola cuando Tomás empezó a trabajar; visitas al cuñado para que no se sintiera tan solo en su trágica espera, para llevarle algo de comida en aquel país de gente en movimiento, en aquellos trenes en los que la gente iba y venía, huía o buscaba, "y el tren recogía toda esa desolación y la movía de un lugar a otro, con indiferencia". Y Ana llega a odiar a Antonio por obligarla a viajar cada semana y a ser testigo de tanta miseria e incertidumbre.
Y luego, un día cualquiera, la libertad de Antonio que, con la necesidad de sus visitas diarias a la Guardia Civil, se instala en casa de Ana y Tomás con sus dibujos y sus retratos y su estela pegada a cada mueble y a cada esquina, como los objetos de madera que empezó a fabricar. Y la mala lengua de la hermana celosa y las suspicacias que vienen a ensuciar la vida de todos, a llenarla de resentimiento y hasta de odio. Aunque algunos no sean conscientes de lo que los demás sufren y ese no darse cuenta es una afrenta más porque, a veces, no hay mayor pecado que la ignorancia, esa ignorancia que se esconde o se defiende, inconsciente, tras nuestro conocimiento y nos deja indefensos y a merced de todo lo que querríamos borrar o, al menos, olvidar.
Y de pronto, llegó Isabel y ya todo fue con Isabel, después de Isabel. "La trajo una muchacha de aquí, de nuestra calle, que trabajaba como planchadora en una casa aristocrática de Valencia, unos marqueses o algo así. Venía impresionante. Aquí, de no ser en las películas, jamás habíamos visto a una mujer que vistiese con tanta afectación". Y con Isabel llega la mentira, el fingimiento, la hipocresía; la cizaña que se mete y arrasa con todo lo que no sirva para los planes concretos de quien la esparce. Isabel se casa con Antonio y se quedan a vivir con Ana y Tomás. Se quedan de momento, mientras no les es posible otra cosa. Y mientras la necesita, utiliza a Isabel y hasta hace el esfuerzo de la amabilidad, una amabilidad fría y distante, de esas que ponen la piel de gallina y la prevención en cada pensamiento, y la desconfianza que anida en Ana se la guarda para ella sola porque no quiere que Tomás sufra, aunque nada se puede ocultar por mucho tiempo y al final "tu padre se había mantenido solo y en silencio porque tenía miedo de perder un amor que estaba anclado en el misterio de su infancia. Y tampoco a él su esfuerzo lo había salvado de nada". No hay salvación en la ignorancia. Tampoco siempre en el conocimiento.
"La buena letra" no es una novela de guerra, o sí lo es, pero no son los hechos de guerra los que conforman su núcleo y le dan cuerpo. "La buena letra" nos cuenta la vida cotidiana en un pueblo durante la guerra y la posguerra; nos cuenta como se enfrentan las familias al dolor de la separación y al desencuentro que suponen algunos encuentros; cómo se sufre y se calla por amor lo que se debería gritar a los cuatro vientos porque más que evitar el sufrimiento ajeno con generosidad, el silencio puede convertir en culpables a los inocentes, y aumentar el desconsuelo que se quería impedir.
Ahora Ana vive sola. Casi todos han muerto ya, pero aún queda Isabel y "cuando ella viene a verme, y ya te digo que no sé por qué, necesito sentir el recuerdo del miedo, a lo mejor porque fue más limpio. Ella lo sustituyó por la sospecha. [...] Sólo que quisiera entenderme yo misma, entenderlos a todos ellos, a los que ya no están". Y queda su hijo insensible a los recuerdos, tal vez por ajenos y distantes. Por eso Ana siente la necesidad de regalarle los suyos, de hacerle cercanos sus recuerdos a base del relato fiel y sentido de los mismos y con él, nos los regala a nosotros, porque esta novela, como todas las suyas, es un regalo que su autor nos hizo, no con generosidad (aunque puede que también), sino con la necesidad de darnos también sus recuerdos para que trasciendan su propia memoria.
De nuevo Chirbes, como ya hizo en "Mimoun", con unas pocas páginas (54 en mi versión digital), es capaz de introducirnos en un mundo que se despliega ante nosotros con toda su contundencia; nos cae encima y se hace real y presente a nuestro lado y nos contagia sus sentimientos que padecemos o gozamos a la par que avanzamos por la historia, porque si algo tiene Rafael Chirbes es una empatía con los personajes que se nos contagia y que hace que se nos metan en la piel, y no sé si me pongo yo en su lugar o ellos se ponen en el mío, pero el caso es que sin haber vivido, ni por asomo, nada similar, acabo sintiendo con ellos lo que ellos sienten y tal vez ese es el "mundo Chirbes" que me ha cautivado por completo.
La vida de Ana ha estado marcada por las pérdidas. Como todas las vidas, por otra parte. Los años se van llevando sensaciones, recuerdos, historias... y muchas veces las personas que los habitaron y les dieron calor y significado se van tras ellos, nos dejan despojados y despoblados de ellos y, un poco cada vez, de nosotros mismos. Ana ha perdido mucho a lo largo de los años. Ana se ha perdido a sí misma en cada pérdida.
Cuando recién muerto su marido encuentra la foto de la boda se da cuenta de que "todos habían ido muriendo a lo largo de los años que separaban el día de la boda de aquél, ya marchito, en que quemé la fotografía". Y aunque fueron protagonistas de épocas muy duras, épocas de ir a buscar familiares entre los fusilados la madrugada anterior en la tapia del cementerio, épocas en las que la muerte y la cárcel eran vivencias cotidianas, épocas en las que se sobrevivía a base de estraperlo, trueque, malabarismos, economías de guerra (o de posguerra), a pesar de ello, son también protagonistas de la época luminosa de la juventud, esa en la que queda todo por vivir, todo por sufrir y parece que lo que se tiene delante es todo futuro y esperanza, al menos hasta que todo se convierta en pasado y decepción.
Ana le va contando a su hijo episodios de su vida, una vida de la que han sido parte importante los familiares de su marido, Tomás. Curiosamente, se habla poco de los propios, algo del abuelo, de los padres, no se mencionan hermanos. La vida gira en torno a esos familiares del marido que le son presentados en una comida a principios de un verano, años antes de la guerra.
Pero sobre todo, la vida giró durante años alrededor de Antonio, el hermano del marido y, más tarde, de Isabel, su mujer. Sobre todo de ella. En realidad Ana habla "del antes y el después de que ella viniera, como si su presencia hubiese sido el gozne que uniese dos partes". Es como si la vida antes de Isabel no hubiera sido más que una preparación para su llegada. Después, ya estaba Isabel y la vida de Ana y de todos en la familia se vio afectada porque todo lo vino a trastocar y alterar.
Antes de Isabel fue la guerra y el miedo y el marido en el frente y ella con una niña, temiendo que no regresara, que las dejara solas y no lo volviera a ver nunca; luego fue la posguerra y la cárcel y Antonio condenado a muerte y los viajes en tren para visitarle, turnándose Ana y su marido, después ella sola cuando Tomás empezó a trabajar; visitas al cuñado para que no se sintiera tan solo en su trágica espera, para llevarle algo de comida en aquel país de gente en movimiento, en aquellos trenes en los que la gente iba y venía, huía o buscaba, "y el tren recogía toda esa desolación y la movía de un lugar a otro, con indiferencia". Y Ana llega a odiar a Antonio por obligarla a viajar cada semana y a ser testigo de tanta miseria e incertidumbre.
Rafael Chirbes |
Y de pronto, llegó Isabel y ya todo fue con Isabel, después de Isabel. "La trajo una muchacha de aquí, de nuestra calle, que trabajaba como planchadora en una casa aristocrática de Valencia, unos marqueses o algo así. Venía impresionante. Aquí, de no ser en las películas, jamás habíamos visto a una mujer que vistiese con tanta afectación". Y con Isabel llega la mentira, el fingimiento, la hipocresía; la cizaña que se mete y arrasa con todo lo que no sirva para los planes concretos de quien la esparce. Isabel se casa con Antonio y se quedan a vivir con Ana y Tomás. Se quedan de momento, mientras no les es posible otra cosa. Y mientras la necesita, utiliza a Isabel y hasta hace el esfuerzo de la amabilidad, una amabilidad fría y distante, de esas que ponen la piel de gallina y la prevención en cada pensamiento, y la desconfianza que anida en Ana se la guarda para ella sola porque no quiere que Tomás sufra, aunque nada se puede ocultar por mucho tiempo y al final "tu padre se había mantenido solo y en silencio porque tenía miedo de perder un amor que estaba anclado en el misterio de su infancia. Y tampoco a él su esfuerzo lo había salvado de nada". No hay salvación en la ignorancia. Tampoco siempre en el conocimiento.
"La buena letra" no es una novela de guerra, o sí lo es, pero no son los hechos de guerra los que conforman su núcleo y le dan cuerpo. "La buena letra" nos cuenta la vida cotidiana en un pueblo durante la guerra y la posguerra; nos cuenta como se enfrentan las familias al dolor de la separación y al desencuentro que suponen algunos encuentros; cómo se sufre y se calla por amor lo que se debería gritar a los cuatro vientos porque más que evitar el sufrimiento ajeno con generosidad, el silencio puede convertir en culpables a los inocentes, y aumentar el desconsuelo que se quería impedir.
Ahora Ana vive sola. Casi todos han muerto ya, pero aún queda Isabel y "cuando ella viene a verme, y ya te digo que no sé por qué, necesito sentir el recuerdo del miedo, a lo mejor porque fue más limpio. Ella lo sustituyó por la sospecha. [...] Sólo que quisiera entenderme yo misma, entenderlos a todos ellos, a los que ya no están". Y queda su hijo insensible a los recuerdos, tal vez por ajenos y distantes. Por eso Ana siente la necesidad de regalarle los suyos, de hacerle cercanos sus recuerdos a base del relato fiel y sentido de los mismos y con él, nos los regala a nosotros, porque esta novela, como todas las suyas, es un regalo que su autor nos hizo, no con generosidad (aunque puede que también), sino con la necesidad de darnos también sus recuerdos para que trasciendan su propia memoria.
De nuevo Chirbes, como ya hizo en "Mimoun", con unas pocas páginas (54 en mi versión digital), es capaz de introducirnos en un mundo que se despliega ante nosotros con toda su contundencia; nos cae encima y se hace real y presente a nuestro lado y nos contagia sus sentimientos que padecemos o gozamos a la par que avanzamos por la historia, porque si algo tiene Rafael Chirbes es una empatía con los personajes que se nos contagia y que hace que se nos metan en la piel, y no sé si me pongo yo en su lugar o ellos se ponen en el mío, pero el caso es que sin haber vivido, ni por asomo, nada similar, acabo sintiendo con ellos lo que ellos sienten y tal vez ese es el "mundo Chirbes" que me ha cautivado por completo.
Menuda reseña, parece mentira que solo tenga 54 páginas. Me he dado cuenta de que hay libros súper pequeños que encierran grandes historias. Me pasó con uno que leí no hace mucho llamado "Carta a un desconocido".
ResponderEliminarPero este no lo he leído, me has dejado con las ganas de saber más sobre Ana.
Un besillo.
La versión en papel tiene unas 140. Es la que he leído las veces anteriores, pero con letra grande y muchos márgenes.
EliminarLo recomiendo a todo el mundo, este libro y el resto del autor.
Un beso.
Te digo como María: Tu reseña es casi tan larga como el libro en su totalidad. Está claro que los mensajes trasmitidos están comprimidos en unas pocas páginas de intensidad desbordante.
ResponderEliminarTengo que empezar con Chirbes de una vez.Si no creo estar perdiéndome algo grande.
Besos
Sí, es una reseña larga en proporción a la extensión del libro, pero es que es muy intenso y se podrían comentar muchísimas cosas pero tampoco es cuestión de alargarse demasiado. Venga, a ver si te animas. Yo seguiré dando guerra con Chirbes varios meses.
EliminarUn beso.
Estoy completamente de acuerdo con Francisco, tendré que plantearme leer a Chirbes en algún momento, me lo tengo que plantear, y si solo tiene 54 páginas en versión digital mejor me lo pones, de modo que lo haré, lo prometo en cuanto me sea posible, ahora anda mi chico de vacaciones, y nos dedicamos a estar juntos, charlar, pasear y irnos algún sitio, hemos estado en Teruel, Albarracin y Madrid, menos de lo que pensamos pero bueno corto pero intenso, en fin y sobre todo he visto a mi hijo, menos de lo que pensaba, pero lo he visto, en fin, en cuanto todo vuelva a la normalidad cogó el libro entre manos. un beso. TERE.
ResponderEliminarYa te he dicho en tu blog la envidia que me das. Respecto a este libro y este autor, te lo recomiendo porque además es de tu tierra.
EliminarUn beso.
Un poco más y la reseña supera en extensión a la novela, jeje. Bueno, Rosa, ya sabrás que este episodio de nuestra historia no es plato de mi gusto y si puedo lo evito en las novelas. Muchas gracias por esta preciosa reseña. Besos
ResponderEliminarGracias a ti, Marina. A mí es un tema que desde muy joven me atrapó y no me ha soltado. No es agradable, pero siento necesidad de leer todo lo que sale (con una cierta calidad mínima) a ver si algún día llego a entender por qué suceden ciertas cosas.
EliminarUn beso.
A estas alturas y después de tantas reseñas como he leído de "tu" Chirbes me da vergüenza confesar que aún no he leído nada de él.
ResponderEliminar"La buena letra" me la recomendó una amiga virtual de una web donde compartía impresiones literarias antes de tener el blog, de hecho lo tengo descargado en el libro electrónico desde hace años, pero por un motivo o por otro lo he ido relegando por otras lecturas.
Quizás ya sea hora de que me anime después de leer tu fantástica reseña, por hacerte caso a ti, porque además es muy cortito... y por vergüenza torera.
Gracias.
Un besote.
Anímate, amiga. Se lee tan rápido y es tan buena, que es una pena no darle su oportunidad. Además tengo ganas de saber qué opinas de Chirbes. Yo aún tengo mucho que decir de él y mucha guerra que dar con él.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. A mí también me cautivó esta novela, la leí dos veces y coincido también contigo en que, a pesar de estar ambientada en la posguerra y estar la guerra civil de fondo, es mucho más. Leí una edición antigua de la biblioteca y luego supe que Chirbes, más tarde, eliminó el capítulo final para que fuera más coherente con el espíritu fatalista, de desesperanza, que tiene todo el relato y resumido en esta frase: "todo parecía que iba a durar para siempre y todo se ha ido deprisa, sin dejar nada". Ya me he hecho con "Mimoun". Ahora, a ver si recupero el ritmo lector y le hago un hueco, porque últimamente ando bastante liado.
ResponderEliminarQue pases buen finde, un abrazo.
No me quise meter en el asunto de que al autor no le gustaba mucho esta novela (tampoco "En la lucha final") con el paso de los años y lo de la supresión del capítulo. Cuando escribo mis reseñas me tengo que decir que no lo puedo tratar todo porque si de mí dependiera... Menos mal que no soy novelista. Mis novelas tendrían mil páginas y novecientas serían superfluas.
EliminarÁnimo con "Mimoun"
Un beso.
Me gusta mucho el Chirbes último y tengo desde hace ya tiempo en lista de espera "La larga marcha", pero no sé por qué otras más actuales se le adelantan. Pero ya le llegará su hora, sin duda.
ResponderEliminarEs curioso pero desde que manifesté que había cesado ya en mi cansancio de guerracivilismo, la Guerra Civil se me aparece por todas partes: teatro, novela, ensayo... Acabo de finalizar "El monarca de las sombras" y vuelta el burro al trigo: guerra, guerra, guerra. Pero muy buenas obras todas las que estoy leyendo.
Esta de Chirbes que haces (¡magnífica, como siempre!) me ha llegado muy dentro porque es muy emotiva, se nota que la pequeña narración te ha impactado. La verdad es que de los desastres de la guerra el sufrimiento de los que padecen su violencia en segunda fila no es asunto menor. Y en esta segunda fila, pero sosteniendo con denodado esfuerzo a los presos y condenados, están mujeres como Ana o Isabel. Esta intrahistora siempre es muy interesante. Has conseguido, Rosa, que me interese esta breve narración.
Besos
"El monarca de las sombras" será de lo próximo que lea. Soy fiel seguidora de Cercas. Me encanta esa mezcla de ficción e historia.
EliminarA mí, como sabes, la guerra civil, la posguerra y su represión, el terrorismo y el nacinalismo, el holocausto judío, etc son temas que me interesan mucho. Nunca me sobra (siempre que tenga una calidad adecuada), y es que no pierdo la esperanza, como le decía a Marina, de que alguna vez entenderé algo de todo ello.
Un beso.
Solo 54 páginas para contar una historia compleja y plagarla de emociones y sensaciones que llegan con tal claridad y contundencia al lector... me parece sencillamente prodigioso.
ResponderEliminarYa tengo algún libro de Chirbes esperando en mi e-book, y siempre que leo una reseña tuya sobre sus novelas hago firme propósito de "conocer" a este autor cuanto antes, pero siempre hay otro libro que se cuela antes por el motivo que sea. Sé que va a merecer la pena, aunque tenga que esperar algo más.
Un millón de gracias por una reseña tan brillante, Rosa. Aunque creo que en realidad tú no haces reseñas, sino que nos ofreces y nos interpretas los posos que las obras dejan. De ahí lo especial y la magia :))
¡Un beso grande y feliz tarde de sábado!
Creo que lo que hago es contarme a mí misma en cada reseña o como se quiera llamar. Cuando un libro me marca, me resulta relativamente hacer la entrada, por eso ya he decidido no hacer ninguna de novelas que no me gusten, salvo excepciones por causas concretas.
EliminarAfortunadamente tengo suerte y estoy leyendo cosas muy buenas.
Léelo no te arrepentirás, aunque tardes.
Un beso
¡¡¡¡Hola!!!! Pues me has metido unas ganas tremendas, tiene todo lo que me gusta, así que me imagino que va a escalar en mi lista unos cuantos puestos y se colará.
ResponderEliminarBesos y feliz finde.
Pues me alegro mucho. Se lee en dos tardes y es muy ameno además. Es que lo tiene todo, lo tienen todo los libros de Chirbes.
EliminarUn beso.
Que genial como lo has disfrutado, y sentido! Podría ser empatía literaria. Hay libros que son únicos. A mí el tema no es que me llame demasiado, pero posiblemente también me gustaría. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarBesos.
No creas, que del tema no he hablado. Ya digo que es una novela de la guerra y la posguerra, pero eso no es lo importante, eso es solo el ambiente en que se desarrollan los acontecimientos. Yo creo que es una novela que puede gustar a mucha gente porque trata cosas de la vida y los sentimientos. Verdadera literatura.
EliminarUn beso.
Hola buenas, he estado buscando el libro en la biblioteca y no lo tienen, hay alguien que tenga el PDF y me lo pueda pasar? Es que tengo ganas de leerlo
EliminarLa reseña esta bien, pero tengo que decir que esta muy pero muy mal expresada. En los dos primeros parrafos no he podido evitar de fijarme en todos los "y" que hay, existen las comas ademas de otros conectores. Te recomiendo que te lo mires, no te lo tomes a mal pero sinceramente creo que podria estar mucho mejor expresado.
ResponderEliminarUn saludo
No me lo tomo a mal y, por supuesto, se podría haber expresado de otra manera.
EliminarYa sé que existen la comas y muchos más conectores, pero también existe una figura literaria llamada reiteración o anáfora en la que se repite una palabra al principio de las frases para incrementar la fuerza de lo que queremos narrar.
Por supuesto que esta reseña podría estar mejor expresada. Todas podrían estarlo. Posiblemente ahora, tres años después, la escribiría de otra forma, pero creo que no lo hago mal del todo y lo que nunca haría es corregir a otros sin corregirme antes a mí misma. Procura mirar con qué verbos se pone detrás un "de" y con cuáles no se pone. Desde luego, jamás se pone detrás del verbo evitar. Uno evita algo, no evita de algo. Esta frase de tu comentario, "no he podido evitar de fijarme", tiene delito cuando se está corrigiendo el estilo de alguien.
Un saludo.
Perdon no queria decir en los dos primeros parrafos si no en la reseña entera, perdon.
ResponderEliminarUn saludo
O sea que le corriges a una persona una reseña, según tú incorecta, como poco, y resulta que no sabes usar "si no" y"sino". Anda que...
EliminarSe necesita valor para corregir una reseña tan buena como la de Rosa Berros y decir que no se expresa bien cuando el o la que critica no pone ni una triste tilde, entre otras lindezas. No doy crédito.
EliminarUn saludo.
Por lo que nos comentas en tu reseña, es una lectura atractiva. Desde luego que es difícil encontrarse con una novela narrada en segunda persona, hasta ahora sólo leí Lemmings de Jordi Dausà, y entendí el porqué de la elección de esa voz narrativa. Acabo de leer la sinopsis de esta novela, y es acertado que el autor eligiera la segunda persona. Besos.
ResponderEliminarLa verdad es que Chirbes era un autor de una calidad tan excepcional que siempre estaba acertado o al menos, era capaz de hacernos percibir que así era.
EliminarLeí todas sus novelas (algunas las releí, esta entre ellas) en un reto que me impuse a mí misma en 2017 y fue toda una experiencia. Al hacerlo en el orden de publicación la obra se abrió ante mí dejándome ver matices que se me habían escapado.
Un beso.
buen texto
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Pues me la llevo Rosa. Sin dudarlo. La reseña desprende lo que te ha parecido y siendo algo tan cortito es para pensar poco. Te llevarás las manos a la cabeza si te digo que no he leído a Chirbes. Bueno, así mato dos pájaros de un tiro.
ResponderEliminarBesos
Rafael Chirbes era un escritor excepcional. Todas sus novelas son buenísimas y con ellas se repasa la historia de España en los dos tercios finales del siglo XX y el principio del XXI.
EliminarPara mí, imprescindible.
Un beso.
Creo que esta será mi primera incursión con este autor, nunca he leído nada suyo. Una narración en segunda persona no es algo habitual, así que será un atractivo más de los que comentas en tu reseña.
ResponderEliminarÚltimamente ando tan liado que cada vez que me paso por aquí tengo que seleccionar unas cuantas reseñas para leer, ¡¡¡y lo que queda aún para las vacaciones!!!
Un beso.
Ay, se me había escapado este comentario. es curioso, pero esta sigue siendo la entrada más visitada del blog y sigue entre las más visitadas mes tras mes.
EliminarYo soy una enamorada de Chirbes. De hecho en 2017 leí y publiqué reseñas de toda su obra narrativa en orden de publicación. Algunas ya las había leído antes, pero me encantó volver a hacerlo.
Me encantará saber tu opinión si te animas a leerlo. Creo que de los autores de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI es de los imprescindibles. Uno de los mejores sin duda.
Un beso.
Ya en el insti ? No me das dos besos tardona ? ya ni saludas ?
ResponderEliminarHace tiempo que no voy al insti. ¿Quién eres? Si no lo sé no te puedo saludar ni dar dos besos.
Eliminar¡Hola, Rosa! Veo que se te han colado algunos trolls en los comentarios. Ni caso. De esta novela me ha llamado la atención la historia que cuenta y la extensión de la misma. El argumento es de esos que pueden estirarse kilómetros o dar lugar a series de tropecientos capítulos. Pero Chirbes ha sabido condensarlo en 54 páginas, lo que me parece magistral. Muestra muchísimo más de lo que cuenta, sin necesidad de relleno. Estupenda reseña, Rosa. Un abrazo!!
ResponderEliminarEs curioso porque esta reseña, desde que la publiqué en 2017, no ha dejado de estar entre las más leídas cada mes. Ha ido teniendo comentarios a lo largo del tiempo y sí, algún troll ha aparecido por aquí. Tampoco les hago mucho caso.
EliminarEn ese año de 2017 leí y/o releí toda la narrativa de Chirbes. Ahora me quedan los diarios que se han ido publicando póstumamente. Un gran autor que no me canso de recomendar.
Un beso.