"Largo domingo de noviazgo" Sébastien Japrisot


No conocía nada de este autor hasta que hace unos días, Josevi Blender, en un post publicado en Google+, me lo dio a conocer de manera un tanto inusual. Busqué algún libro suyo y encontré éste cuyo título no dejaba de sonarme. Finalmente descubrí que había una película de gran éxito de 2004.
Esta película ha eclipsado al libro, hasta el punto de que para encabezar esta entrada, me ha costado un enorme trabajo encontrar una portada que no fuera la carátula de la película (que también figura en la portada de mi libro). Finalmente he encontrado una foto que he tenido que recortar para que quedara como veis.
La novela, además, está ambientada en gran parte en la Primera Guerra Mundial por lo que sirve para la iniciativa "Septiembre, mes guerrero".
Se trata de un libro poco convencional, al menos en la forma. Está escrito de una curiosa manera que se deja notar desde la primera frase "Érase una vez cinco soldados franceses que hacían la guerra, porque así son las cosas"; con unas expresiones certeras y poéticas "las miradas mudas en ojeras de barro": me ha emocionado la metáfora "ojeras de barro" por su acierto en expresar lo que pretende y por su belleza. Toda la prosa es poética y tiene un aroma como de cuento infantil, y el contenido es terrible como los cuentos infantiles.
Lo primero que me llamó la atención, antes que la frase inicial mencionada más arriba, fue el texto que aparece a modo de dedicatoria y que no me resisto a mostraros:
«No veo a nadie» —dijo Alicia.
«¡Ojalá tuviera yo tan buena vista! —exclamó en tono quejumbroso el Rey—. ¡Mira que ser capaz de ver a Nadie! ¡Y a tanta distancia! ¡Yo, con esta luz, lo más que acierto a ver es alguna que otra figura real!»
Lewis Carroll en "Alicia a través del espejo"
Y es que así es esta historia: un espejismo, una fantasía que lleva a una mujer a ver lo que no parece existir, a negarse a ver la evidencia y a buscar, al otro lado del espejo, una realidad alternativa de la que, no se sabe muy bien por qué, ella está convencida.
Erase una vez cinco soldados franceses que estaban haciendo la guerra por causas diversas, y la guerra, con sus afiladas y renegridas fauces, los engulló. Cinco soldados que ya no soportaban más, que querían volver con su familia, con su amante, a su trabajo, a la vida... y, en su
Sébastien Japrisot
desesperación, no encontraron más recurso que dispararse en una mano y automutilarse. Condenados a muerte en un Consejo de Guerra, junto con otros veintitrés, ellos cinco son trasladados a una zona del frente, a una trinchera que "se llamaba Bingo Crepúsculo, no me pregunte por qué". Llevan tan sólo "
una chapa con su número debajo de la camisa, pero todo lo demás se lo habían arrancado como a sus compañeros, signos e insignias, incluso los bolsillos de la guerrera y del capote". En Bingo Crepúsculo son abandonados, en una noche de principios de Enero de 1917, en tierra de nadie, sobre el suelo nevado que separaba los dos bandos, esperando a que los alemanes se encarguen de ellos desde sus cercanas posiciones.
Dos años después, en 1919, nos encontramos con Matilde y ella nos conducirá a lo largo de toda la novela porque "todo lo que para ella cuenta ahora es aquel domingo nevado, entre dos trincheras enemigas". Y a partir de ahora, eso será también para nosotros todo lo que cuenta en esta novela: descubrir, junto a Matilde, la realidad de lo que sucedió durante aquella noche y todo el día siguiente, porque la verdad es que todo es muy confuso y si nos fiamos de unos y otros, podrían estar vivos, al menos lo estaban por la mañana, al menos dos han debido de sobrevivir, puede que...
Y así, Matilde, en su silla de ruedas, acompañada a todas partes por Sylvain, su chófer, va indagando entre todos los que puedan darle noticia de los acontecimientos: las viudas y amantes de los soldados condenados, sus amigos en la vida real, sus compañeros en esa vida ficticia, pero que mata de verdad que es la guerra, los soldados canadienses que los enterraron porque "cualquier hombre muerto con las botas puestas tenía derecho a una sepultura decente", etc.
Matilde conoció a su novio en 1910, cuando ella tenía diez años y él trece. "Se llamaba Jean, aunque su madre y los demás, allá en el pueblo, le llamaban Manech. En la guerra era simplemente el Pipiolo" Comienza así una amistad infectible, que se transformará en infecciosa cuando Matilde sepa que infectible no existe. Una amistad infecciosa que acabará derivando en un amor infeccioso. E infectada por su amor, Matilde no se resigna a dar por muerto a Manech y lo buscará hasta el final, a pesar de todos los testimonios en que se relata cómo murió cada uno de los cinco condenados, a pesar del paso del tiempo, a pesar de lo improbable de encontrar algo más que tumbas y cadáveres al final de su camino. A pesar de todo ello, Matilde empeñará su tiempo y su energía en buscar a Manech, en averiguar la verdad y cuando por fin lo consiga, el relato de los hechos hará exclamar a su padre tras conocerlo: "Qué puta es la vida"




Comentarios

  1. Josevi es un tentador terrible, Rosa. Y tú también. Entre los dos, me habéis creado la urgente necesidad de leer esta novela cuanto antes. ¿Cómo podría resistirme a la crueldad de un cuento infantil, al personaje de esa mujer que se niega "a ver la evidencia" y busca, "al otro lado del espejo, una realidad alternativa", un espejismo? "Qué puta es la vida", como exclama el personaje del padre. Pues sí. Un abrazo enorme, Rosa.

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    1. Me ha sorprendido muy gratamente. No la dejes de leer. Luego he visto la película que, tras un exagerado artificio, oculta su impotencia a la hora de narrar los hechos. Y con Audrey Tautou que me da una grima...
      Un beso.

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    2. No he visto la película, ni la veré, pero me ha hecho mucha gracia el comentario sobre Tautou: coincidimos. Me alegro, porque me sentía un bicho raro ;)

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    3. A mi me pasaba lo mismo. Maravilloso ver que hay más bichos raros.

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  2. Un mundo muy rico el de Japrisot. Gracias por nombrarme.

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    1. No podía dejar de nombrarte. La lectura y la reseña se deben a ti.
      Un beso.

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  3. Pues a mi, la Tatou me gusta, por lo menos en Amelie.

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    1. Es que desde entonces, no ha dejado de ser la angelical Amelie. Y me tiene frita.

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  4. ¿Por qué te da grima Audrey Tautou, Rosa? Supongo que no es algo explicable,
    Leo que a Carmen también. A mí, en cambio, me gusta mucho, me parece adorable en casi todos los papeles.

    Tengo muchas tareas pendientes por estos lares, pero intentaré ver la peli, pues con tu post me has motivado, ¡es increíble lo bien que lo cuentas siempre!

    Besos

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    1. Me da grima porque es tan mona, tan ingenua, tan angelical, tan... grimosa.
      Mejor, lee el libro. Es muy superior a la película.
      Un beso.

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  5. Vale, te haré caso e iré a por el libro

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  6. Pues para desempatar diré que a mí la Tatou me mola. En Amélie me gustó mucho, no sé si porque el personaje le iba bien o porque ella supo interpretar al personaje. También vi la película de este libro y me gustó bastante, recuerdo que cuando la visioné pensé leer el libro porque tenía la sensación de que no se sacaba todo el jugo a la historia pero luego con tantos libros pendientes de leer lo dejé olvidado.
    Ahora con tu magnífica reseña, Rosa, volveré a buscar la novela y leerla de una vez.
    Gracias, como siempre animas a leer todo lo que reseñas.
    Un besote.

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    1. Mucho mejor el libro que la peli, que yo creo que está mal contada y con demasiada voz en off que, para mí, es una manera de no saber narrar de otra manera. En cine un poco de narración en off está bien, pero si se abusa, creo que es torpeza.
      Lee el libro. Si tienes tiempo que ya sé cómo es eso y lo que son prioridades, etc.
      Un beso.

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