"Lejos de Ghana" Taiye Selasi
«Kweku muere descalzo un domingo antes del alba, con las zapatillas junto a la puerta de la habitación, como perros. En este momento se halla en el umbral que separa la galería acristalada del jardín, sopesando la posibilidad de volver atrás para cogerlas. No lo hará. Su segunda mujer, Ama, duerme en esa habitación con los labios entreabiertos, el ceño ligeramente fruncido, la acalorada mejilla en busca de un trozo fresco de almohada, y no quiere despertarla.
No podría aunque quisiera.»
Cuando comienza Lejos de Ghana, termina la vida de Kweku. Hace muchos años que se marchó de Boston donde vivía con su familia. Hace dieciséis que abandonó a su mujer, Folasadé, y a sus cuatro hijos, Olu, los gemelos, Taiwo y Kehinde, y Sadie, la benjamina, la que nació diez años después de los gemelos y con la que ya nadie contaba. Ahora Kweku vive (vivía) con su segunda mujer en Acra, tiene cincuenta y siete años y lo vamos a ver morir poco a poco a lo largo de la primera parte de la novela. Esa primera parte se titula Fue y, como digo, en ella, al principio de cada capítulo, veremos a Kweku avanzar hacia su propia muerte hasta llegar a culminarla al inicio del capítulo trece: «Dieciséis años después, allí está, doblado por la cintura, con las manos sobre las rodillas, los pies descalzos sobre la hierba, medio jadeando, medio riendo por lo que ha sucedido y cómo ha sucedido: huyó para que no le rompieran el corazón, y ha acabado rompiéndose solo.
Al fin.».
Pero hay más en esos trece capítulos de la segunda parte. Hay toda una vida de Ghana a Estados Unidos y a su exitosa carrera de cirujano ejerciendo en Boston; de la soledad a la familia con Fola y sus cuatro hijos; del éxito a la caída injusta y el fracaso más total que le hace abandonar a su familia, aun sin saber que la estaba abandonando. Hay también los hijos y Fola, y sus sensaciones al enterarse de la muerte del padre y ex marido. Cada uno una idea, un pensamiento distinto. «[...] un hombre caído en el suelo, acaso envenenado por una analfabeta (tal es la convicción secreta de Olu), o muerto sin más, como tanta gente que se muere sin más (mamá), o fulminado por Dios como castigo por sus muchos pecados (Sadie), o agotado por ellos (Kehinde)—, pero Taiwo sí formulará la pregunta —«¿Dónde estaban sus zapatillas?». Taiwo, le gemela mayor, tal vez el alter ego de la autora, siempre se preguntará dóndes estaban las zapatillas de su padre que murió descalzo.
Y hay una segunda parte en Lejos de Ghana, Yendo, en la que iremos avanzando en la vida de la familia. La veremos primero recibiendo la noticia de la muerte de Kweku. Uno a uno, los distintos personajes recibirán la noticia e iremos sabiendo lo que ha sido de ellos a lo largo de esos dieciséis años, desde la marcha del padre hasta su muerte. Las dificultades de Fola para mantener a sus cuatro hijos que la hacen enviar a los gemelos a Lagos, a casa de su hermano, para que puedan tener las oportunidades, gracias al dinero del tío, que ella nuca podrá darles; la vuelta de los dos niños mucho antes de lo esperado; la desolación de Sadie que se siente una extraña en la familia, la formalidad de Olu siguiendo los pasos de su padre como médico, el distanciamiento entre Taiwo y Kehinde; la marcha, finalmente, de la madre a Acra que los deja, sobre todo a Sadie, con la sensación de una segunda orfandad.
Si en la segunda parte se preparan para viajar a Ghana y preparar el funeral del padre, en la tercera, Id, los encontramos ya en Acra, reuniéndose con su origen que tan extraño les resulta. Ninguno de ellos, salvo la madre, siente la menor identificación con el lugar de sus ancestros. Sadie nunca ha visitado África, Olu lo hizo de muy pequeño y los gemelos sufrieron una experiencia que no les ha dejado ninguna sensación de pertenencia al lugar. Tan solo Kehinde ha vuelto al continente y ha vivido en Mali.
Los cuatro hermanos se sienten muy lejos de Ghana, lejos de sus ancestros, porque Lejos de Ghana es una novela sobre el extrañamiento. Los cuatro hermanos, como la propia autora son afropolitas «es decir, los hijos de los profesionales africanos que emigraron en las décadas de los sesenta y setenta, y que hoy conforman una comunidad de jóvenes políglotas y cosmopolitas dispuestos a romper con los viejos tópicos de la identidad y a participar en la imparable transformación de la cultura africana». Se nos indica en la sinopsis de la novela.
Los cuatro hermanos han tenido éxito en sus estudios y profesiones, pero su vida privada se ve más o menos afectada por la pérdida y el extrañamiento. Los cuatro tienen su dosis de fracaso personal, lo que le hace exclamar a Fola cuando piensa en su familia, ya desgajada definitivamente de la presencia del padre, «Uno muerto de seis, ¿y de los cinco restantes ni uno solo bien? Eso es lo que siente, lo que ve. Sabe que no están bien». Ella lo sabe o más bien lo presiente. Nosotros lo hemos ido viendo a lo largo de la novela.
Han perdido a su padre, la tierra de sus ancestros nunca han podido sentirla como propia, unos por desconocimiento y otros por un conocimiento parcial y/o traumático, el lugar de nacimiento tampoco termina de aceptarlos ni ellos de sentirse plenamente pertenecientes a él. Ni siquiera su propio cuerpo es para algunos una tierra de acogida: los gemelos demasiado bellos, Sadie, acosada por los complejos, envidiando la belleza de Taiwo y repudiando su propia falta de la misma. Todos con un mundo partido en dos por una línea divisoria «A medio camino entre "así eran las cosas" y "cuando todo cambió", un momento del que todo se nos escapa mientras lo vivimos, del que todo lo recordamos después».
Y no solo los hijos son seres extraños como afropolitas que no encuentran su sitio en ningún lugar a pesar de que algunos de ellos han recorrido varios continentes. También los lugares, los países se van extrañando a sí mismos en ese afán por parecerse, por asimilar la cultura dominante, la que les tienta desde las pantallas del televisor que no falta en las casas africanas y, mucho menos en los despachos de quienes diseñan cómo tienen que ser los espacios. Se vuelve a África donde se supone que están los orígenes y resulta que África va perdiendo los suyos propios y se siente uno doblemente extraño al encontrar que el origen se ha transformado en lo mismo que el destino, que mientras se recorre en carretera, «hay los mismos grandes letreros verdes de autopista que se ven por todo el mundo, prueba indiscutible de "desarrollo", tal como ha oído usar la palabra, como si desarrollar un país equivaliera a convertirlo en un remedo de California: supermercados, todoterrenos familiares, palmeras, contaminación y demás».
Pero ¿se puede exigir a los habitantes de un mundo perdido en el pasado que lo conserven intacto para cuando se los visite? ¿se les puede exigir que mantengan las esencias para que se las pueda disfrutar cuando el cansancio de bienestar se haga patente e invite a hacer turismo por los lugares "auténticos"? ¿se les puede pedir que sigan renunciando a todo aquello por cuya falta tantos emigraron? ¿es lícito desear que ciertos lugares se conserven como un parque temático y pintoresco de otros tiempos para disfrute del turista ahíto de desarrollo?
Taiye Selasi |
No sé cuánto de autobiográfico tendrá Lejos de Ghana. Consulto biografías de la Taiye Selasi y veo que nació en Londres de padre ganés y madre nigeriana, aunque se crio en Boston, se graduó en Yale (New Haven, Connecticut), vive en Roma y ella se considera afropolita, término acuñado por ella misma al unir africana y cosmopolita. Se considera local de Acra, Berlín, Nueva York, Roma. Sus padres se separaron cuando ella era muy niña y ahora viven en Ghana la madre y en Arabia Saudí el padre. Es la mayor de dos gemelas...
Y sin embargo no parece que la autora esté aquejada de la tristeza intrínseca, de la sensación de frustración que aqueja a los personajes de su novela. En un artículo publicado en El Periódico con motivo de la publicación del libro en 2014, podemos leer «El desgarro que preside 'Lejos de Ghana' y las similitudes que existen con la vida familiar de la propia autora pueden inducir al error. Paul Theroux decía que un hombre feliz no puede ser un buen novelista. No es el caso de Taiye Selasi: "Algunas de mis piezas favoritas las he escrito en un estado de felicidad salvaje. Créame, la felicidad no es ninguna amenaza para la creatividad"».
Título del libro: Lejos de Ghana
Autora: Taiye Selasi
Nacionalidad: Reino Unido (origen nigeriano y ganés)
Título original: Ghana must go
Nacionalidad: Reino Unido (origen nigeriano y ganés)
Título original: Ghana must go
Traducción: Rita da Costa
Editorial: Salamandra
Año de publicación: 2014
Año de publicación original: 2013
Nº de páginas: 352
Hola.
ResponderEliminarPues sea un poco autobiográfica o no me parece interesantísimo. Me gusta que los primeros 13 capítulos nos lleven hasta la muerte de Kweku, y que luego transcurre lejos de Ghana...
También me gusta que nos sumerja en la vida de ese hijos qu eno encuentran su lugar, o en los sentimeintos, como los complejos de Sadie.
Muchas gracias por una reseña tan interesante, me ha encantado.
Muy feliz semana.
Es muy curioso ver cómo Kweku va muriendo a lo largo de trece capítulos mientras vamos conociendo parte de su historia. sabemos que ha muerto desde el principio, pero se nos va contando en pequeñas pildoritas. Me ha parecido una estructura muy interesante la de esta novela, muy poético el lenguaje y sumamente interesante el contenido.
EliminarHa sido todo un descubrimiento que le debo a Marcelo de Libros en estéreo, como tantas otras lecturas.
Un beso.
Hola Rosa. Me gustan mucho este tipo de historias, en especial en lo que concierne a las familias. También el tema de hacer una vida lejos de tus raíces y tu cultura aunque sea en circunstancias favorables. La tengo apuntada aunque así de mano creo que el doctor no me va a caer bien, es que no me gusta la gente que no habla y se encierra.
ResponderEliminarBesos
Las historias familiares creo que nos pierden a las dos y esta es muy familiar y con muchos matices. Los doctores de esta novela, Kweku y Olu son un tanto oscuros. es difícil empatizar con ellos. Sobre todo Kweku tiene muchas luces y sombras. Bueno, todos los personajes las tienen y eso los hace muy reales. Imagino que la apuntarías cuando Marcelo la puso en su blog. Yo la tengo de allí.
EliminarUn beso.
Pues no me sonaba de nada. Y creo qeu me gustaría, pero tengo tanto pendiente qeu voy a tener que dejarlo pasar, al menos por ahora.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es una novela distinta. No se parece a otras que he leído de autores africanos. Bueno, la autora es nacida en Londres. Tal vez sea por eso.
EliminarSi en algún momento te animas, ya nos contarás.
Un beso.
Buenas tardes, Rosa:
ResponderEliminarQué título tan particular nos traes hoy. Sé que no tiene nada que ver, pero según te leía iba recordando las sensaciones que me produjo La mujer justa de Sandor Marai cuando lo leí. Quizá sea esa retrospectiva que emplea esta novela coral... Como quiera que sea, apunto autora y título para el futuro, no me resisto a la curiosidad.
Un abrazo y enhorabuena por la reseña!!
Madre mía, qué curiosas relaciones hace la mente. Jamás se me hubiera ocurrido pensar en La mujer justa al leer este libro, pero tampoco está muy fuera de lugar. De mi reseña sí que se puede deducir alguna similitud. Leyendo el libro, creo que no. Creo recordar que La mujer justa está contada desde tres puntos de vista que cuentan la misma historia. En ese sentido, aquí también hay distintos personajes que opinan y dan su visión de los sucesos familiares, pero la historia va avanzando. En La mujer justa, creo que todos contaban lo mismo con su visión particular.
EliminarUn beso y muchas gracias por tus palabras.
Ningún lugar de nuestro pasado al que regresemos se mantiene igual, en parte porque el lugar ha cambiado y en parte porque hemo cambiado nosotros. Probablemente incluso tengamos esos lugares mitificados como tantas veces mitificamos los recuerdos. En el caso de esta novela, en la que muchos de los personajes ni siquiera han estado nunca en África, supongo que la mitificación es aún mayor. Me parecen muy acertadas tus reflexiones en forma de preguntas. Sin duda no es justo pretender que un país mantenga sus precarias condiciones para satisfacer esa especie de vuelta al origen de sus visitantes, pero no deja de ser menos cierto que esa apertura a la libertada y desarrollo muchas veces se produce en falso y de manera superficial. En ese sentido me he acordado leyéndote de algunas reflexiones propias a las que me llevaron lecturas como La cara desnuda de la mujer árabe, de Nawa El Saadawi, y Mejor hoy que mañana, de Nadine Gordimer. Independientemente de ello y por más motivos, esta novela de esta afropolita se me antoja muy apetitosa. Tomo buena nota.
ResponderEliminarBesos
Es compleja la cuestión. Desde aquí vemos como el desarrollo mal entendido hace más daño que otra cosa a los recursos naturales de esas poblaciones lo cual contribuye a su empobrecimiento. Y claro es fácil decirlo desde aquí, cuando nuestro desarrollo ya ha esquilmado nuestros recursos y ahora vivimos de los suyos y del escaso desarrollo que nos conviene que alcancen. He reflexionado tanto sobre estos temas que podría hacerme un nudo de pensamientos y quedar atrapada en él.
EliminarDe Nadine Gordimer no he leído nada, como ya te he comentado, y de Nawal El Saadawi leí Mujer en punto cero. Veo que tengo muchas lecturas africanas pendientes.
Esta novela es distinta a lo poco que he leído de autores africanos y creo que te gustará.
Un beso.
No termino de verme con esta novela, al menos no ahora que me apetecen otro tipo de lecturas fundamentalmente más ligeras. Quizá en otro momento.
ResponderEliminarBesos.
Pues cuando te apetezca, siempre estará ahí. Hay veces que una solo quiere relajarse y entretenerse cuando lee. Un beso.
EliminarMe ha recordado a "Americanah" de Chimamanda Ngozi Adichie, aunque el tono parece más sombrío y pesimista. Tu reflexión me recuerda a las personas que emigraron de mi pueblo, en los sesenta y de vuelta ya jubilados se quejan de que todo ha cambiado (para mal, según ellos). Supongo que esperaban que siguiéramos con la mula y el carro, jaja. Pero es cierto que el desarraigo y el extrañamiento es una cuestión capital e inevitable cuando se pone distancia y tiempo respecto a las tierra que nos vio nacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, algo así. es como si los sitios se debieran conservar como un parque temático para visita de turistas y nostálgicos, sin pensar que la gente que vive allí también necesita adelantos y una vida más cómoda. El desarrollo tiene sus partes buenas y malas, pero la gente tiende a huir de los sitios con poco desarrollo. No puede pretender que guarden sus esencias para cuando vuelva. Un tema complejo en todo caso.
EliminarPuede recordar a Americanah porque los lugares africanos son similares. Aquí hay también una parte ambientada en Lagos y por el viaje a América, pero Lejos de Ghana tiene un aire muy distinto. es sobre todo una historia familiar y de desarraigo. No hay patria a la que regresar para la mayoría de los personajes (los hermanos, los afropolitas) y eso marca una diferencia muy interesante.
Un beso.
Muy interesante esta novela que reseñas, Rosa. Como a Gerardo según te leía venía a mi memoria "Americanah" de Chimamanda Ngozi Adichie que me agradó en parte y me desilusionó en otra al ver que lo único que preocupaba a la protagonista era su pelo. Por eso creo que al ser Lejos de Ghana más sombría puede ser más real. Ya de mano su estructura comenzando con la muerte del personaje me parece un acierto.
ResponderEliminarLuego también coincido plenamente con Lorena cuando comenta la pertinencia de tus preguntas respecto a mantener las esencias para dar satisfacción al turismo mostrándoles lugares "auténticos". Es una cuestión que todos los que hemos visitado países o poblaciones peculiares nos hemos preguntado al sentir una cierta desilusión al ver que ese país o esa población no es como la imaginábamos leyendo, por ejemplo, a los del 98 cuando hablaron de ella (las Hurdes, es el por ejemplo). pero, claro, es normal que así sea, no podemos condenar a unas gentes a vivir como vivieron sus bisabuelos sólo por eso de conservar el sabor local y dar satisfacción al negocio turístico.
Por todo esto y más cosas que expones en tu reseña, tomo nota de la novela de esta mujer afropolita.
Un beso
A mí me gustó mucho Americanah. Lo del pelo es terrible y en esa novela se ve muy bien lo que pueden llegar a sufrir las mujeres para adoptar un aspecto similar al de la raza dominante. Me parece algo muy triste que la discriminación se contagie hasta el punto de que se discriminen a sí mismas tratando de parecerse a las mujeres blancas.
EliminarPero hablando de Lejos de Ghana, su estructura me ha gustado mucho. No hablo de ella en la reseña porque esas cosas técnicas os las dejo a los expertos y yo me dedico a cosas más mundanas y de sentimientos, ja, ja. A mí me ha gustado más que las de Chimamanda Ngozi que he leído. Es distinta y, para mí, más interesante.
En león hay una comarca llamada La Cabrera, al suroeste, ya frontera con Zamora. Hay un libro de Ramón Carnicer de los años sesenta que se titula Donde Las Hurdes se llaman Cabrera. Para que te hagas una idea. Pues cuando yo fui a la comarca a principio de los años ochenta era algo precioso, parecía que el tiempo se había detenido. Era como viajar al pasado. Volví ya avanzados los noventa y creí que me había confundido de sitio. El desarrollo había llegado con la industria de la pizarra, el paisaje se había deteriorado mucho y ya no era nada apetecible, pero los bares habían aparecido, estaban llenos y la gente estaba contenta. Había trabajo y había dinero. Se puede analizar mucho toso el asunto, pero el resumen es que todo el mundo quiere trabajo, dinero, buenas comunicaciones y casas cómodas. Se podían haber desarrollado de cara al turismo verde, pero les pilló un poco tarde.
Un beso.
¡Hola!
ResponderEliminarestoy de acuerdo, la felicidad no es incompatible con la creatividad ni la imaginación, no estoy de acuerdo con la afirmación de Theroux. Debe de ser tremendo y triste no encontrar tu sitio vayas donde vayas ¿verdad? No conocía para nada a esta autora inglesa de padres africanos y que se considera afropolita (por cierto, tampoco me sonaba esa palabreja)
Si te soy sincera, aunque la novela me parece curiosa, por todo lo que cuentas, ahora mismo no me atrae demasiado, me alegra que la hayas disfrutado
Besos
La palabra afropolita la ha inventado la propia autora por lo que es lógico que no la conozcas. Yo también me he enterado leyendo el libro. Yo tampoco pienso que para escribir buenos libros haya que ser un sufridor. Se puede escribir mucho desde la felicidad, incluso libros muy duros y tristes se pueden escribir siendo muy feliz.
EliminarLa novela es muy interesante, pero entiendo que no a toda la gente se lo tiene que parecer o no todo el mundo tiene las mismas prioridades y tal como está la cosa hay que priorizar y mucho.
Un beso.
Otra de esas historias que no hay que dejar pasar y que nos asoman a mundos absolutamente desconocidos. Me parece interesantísima esta novela, Rosa y me ha encantado tu reseña. También la apunto. Besos.
ResponderEliminarPues espero que te guste y la disfrutes tanto como yo. Desde que leí la única reseña que he visto de Lejis de Ghana supe que la tenía que leer. Todo un acierto.
EliminarUn beso.
Un libro que induce a la reflexión sobre como de desarraigado se puede encontrar uno cuando no termina de ser de ningún sitio. Es el quid de cualquier emigrante, un embrollo cultural y social que les lleva a ser de ninguna parte.
ResponderEliminarBuen descubrimiento Rosa, Besos
Lo curioso es que los hijos han nacido en Boston y son estadounidenses y, sin embardo, están igual de desubicados que los padres. No acaban de ser de ningún sitio y eso los hace ser un poco de todos. de ahí lo de afropolitas, un poco cosmopolitas y con origen en África. También los desarraiga el abandono del padre del que, salvo Kehinde, ninguno puede imaginar las causas.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, me parece muy interesante la novela que traes hoy, las historias familiares siempre me han gustado y esta trata temas muy atractivos.
ResponderEliminarEsa huida de Kwelu hacia otro país, abandonando a su mujer e hijos, para empezar otra vida con otra mujer, como si eso solucionará algo, esta claro que no, porque hay cosas de las que no se puede huir porque siempre las llevamos con nosotros...
El desarraigo de los hijos, separados y educados en lugares diferentes, que ya no saben ni quien son.. Una historia para reflexionar. Besos.
Es una historia muy familiar, pero a la vez hay muchas más cosas. Cuando Kweku huye no sabe que está abandonando a sus hijos. Solo está buscando una salida, pero al no encontrarla vuelve a sus orígenes. A partir de ahí, la familia se las arregla como puede y surgen las distintas problemáticas de cada uno y los secretos que se irán revelando más tarde.
EliminarEs una historia muy interesante.
Un beso.
Hola, Rosa. A mi me tientas con todo lo que nos has contado, desde luego siento que será una gran lectura y muy diferente a lo que leemos. Mil gracias por descubrirme libro y autora.
ResponderEliminarBesos y felices lecturas.
Espero que te guste si te animas con Lejos de Ghana. A mí me llegó por tentaciones al leer una reseña en Libros en estéreo y es algo de lo que me alegro mucho porque ha sido una muy buena lectura.
EliminarUn beso.
Me atrean las historias que empiezan con un final para luego rebobinar y mostrar cómo se ha llegado hasta allí. Y también me gustan las historias en las que cada personaje la relata desde su perspectiva. La trama resulta parrticularmente interesante por cuanto expone, creo yo, la pérdida de una identidad y de las raíces, esas a las que uno cree estar permanentemente unido. La migración debe de conducir, muchas veces, a esa situación, creyendo que cuando se regresa (si ello es posible) al lugar de origen todo seguirá tal como se dejó.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la forma en que has realizado esta reseña. Has conseguido que me llame poderosamente la atención la trama de esta novela, tenga o no algo de autobiográfica.
Un beso.
A mí también me gusta eso de rebobinar e ir de delante a atrás. Esta novela lo hace continuamente. En realidad empieza en el centro y de ahí va hacia atrás, pero luego continúa a partir de ese centro (la muerte de Kweku) y avanza, pero sigue rebobinando. Una de las cosas que más me ha gustado de la novela es su estructura.
EliminarLa trama es muy interesante. Habla de la pérdida y del abandono, de la falta de lugar y de raíces y, por tanto, de la libertad de tener todos los lugares. Habla de esas segundas generaciones nacidas en el país de destino de los padres y a las que les cuesta sentirse de uno u otro lugar.
Creo que es un libro que puede gustarte y además se lee enganchado.
Un beso.
¡Hola Rosa! Formo parte de la iniciativa 'Seamos Seguidores'.
ResponderEliminarYa te sigo de vuelta. Tienes un excelente contenido.
Mi blog es: https://blueshendrix.blogspot.com
Un saludo.
Vale. Muchas gracias por pasarte.
EliminarUn saludo.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarUn gusto seguir aprendiendo de autores/as desconocidos para mí de la mano de tus fabulosas reseñas. La batería de preguntas que realizas es un recurso que me encanta cuando leo una crítica de cine o una reseña literaria. La estructura o la linea temporal de adelante o atrás también me parece muy atractiva. Por otro lado, me produce curiosidad la propia historia con esa especie de vuelta a los orígenes pero sin orígenes propios por así decirlo.
Besos.
Son las mismas preguntas que me hago yo cuando leo acerca de ciertas cosas. Y son preguntas para las que no tengo respuesta. Si las pienso mucho termino en un mar de confusión y contradicciones. Nos las planteábamos con los alumnos de Segundo de Bachillerato cuando yo daba Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente. Cuánto aprendí con aquella asignatura. Todo lo que ahora la gente acaba de descubrir sobre el cambio climático ya lo discutíamos en clase hace veinte años (sin exagerar, en 1998). Pero dejo ya de dar el rollo en plan abuela.
EliminarComo le digo a Josep María, la novela empieza por el centro y de ahí va hacia atrás y luego hacia adelante y hacia atrás de ese adelante y juega muy bien con los tiempos. Es muy recomendable.
Un beso.
Me parece un libro interesante, me lo llevo anotado. Te mando un beso.
ResponderEliminarEnamorada de las letras
Me alegro de que te lo haya parecido. espero que te guste.
EliminarUn beso.
Hola Rosa!! Siempre que paso por tu blog descubro títulos estupendos, como éste que nos traes. Tomo buena nota. ¡Estupenda reseña y gracias por tu recomendación! Besos!!
ResponderEliminarEs una lectura distinta y muy interesante. La literatura africana (aunque la autora sea nacida en Londres, resulta una historia muy africana) cada vez me gusta más. Habrá que insistir.
EliminarUn beso.
Novela interesante la que nos traes, aunque la apunto en mi lista no la pongo en lugar preferente porque ahora mismo como que no me incentiva saber de las penalidades de otros inmigrantes (o emigrantes, me hago un lío cuando hablo de otros países) de tierras lejanas en origen y en destino.
ResponderEliminarGracias por presentarme una autora que desconocía.
Un besote.
El sufrimiento de estos personajes no es por el hecho de ser emigrantes, de hecho solo lo son los padres y emigraron para estudiar. Ellos no viven mal en lo material. Es un abandono (del padre) y un desarraigo (espacial) el que más bien se nos cuenta. Creo que te gustará cuando lo leas.
EliminarUn beso.
Ya algo me habías comentado acerca de este título, que hemos leído casi en simultáneo. A mi me gustó porque plantea una realidad que no había tomado en cuenta: la vida de los afropolitas. Ese extrañamiento del que hablas también es parte de una mirada, que resulta distinta a lo que venían escribiendo hasta el momento autores de origen africano. Por eso es doblemente interesante la novela.
ResponderEliminarComo siempre, disfruto en leerte. Y más, cuando acordamos en nuestras lecturas.
Otro beso.