"Vida de Charlotte Brontë" Elizabeth Gaskell

A principios de 2017 leí Todo ese fuego de Ángeles Caso y quedé impresionada con la vida de las hermanas Brontë de la que por entonces no tenía demasiada idea. Poco antes había leído Shirley, de Charlotte Brontë y ante la evocación de ambas lecturas decidí dedicar aquel año a las hermanas Brontë leyendo las novelas que aún me quedaban y releyendo las que ya había leído de muy joven: Jane Eyre y Cumbres borrascosas. También pensé leer Vida de Charlotte Brontë de Elizabeth Gaskell, biografía que se mencionaba en el citado libro de Ángeles Caso. De aquel propósito tan solo se cumplió la lectura de Agnes Grey, de Anne Brontë. El resto quedó durmiendo el sueño de los justos hasta que hace unas semanas, ante una reseña leída en el blog Cuentos vagabundos de Marta Navarro, decidí por fin meterme con La inquilina de Wildfell Hall, la segunda y última novela de Anne Brontë. Poco después, empecé por fin esta biografía que ahora traigo al blog y que estaba esperando en mi lista y en mi estante, desde hace ya más de cuatro años.

«La Vida de Charlotte Brontë se considera no sólo una de las mejores biografías escritas en inglés sino también una de las mejores obras de la escritora Elizabeth Gaskell, cuyas novelas y relatos le han proporcionado un gran prestigio literario». Así comienza la introducción a esta biografía. Razones poderosas para acometer la lectura porque leer una de las mejores biografías escritas en inglés y siendo además una biografía tan accidentada y cubierta por la fatalidad como la de Charlotte Brontë es algo que se impone a cualquier otra consideración. Pero es que además leer una de las mejores obras de la escritora Elizabeth Gaskell, tras haber leído y disfrutado Norte y sur, es suficiente para romper cualquier barrera y hacer que una tome el libro sin más demora. Yo me he demorado cuatro años, pero por fin, Vida de Charlotte Brontë, ha desaparecido de la lista de pendientes.

«La vía férrea de Leeds y Bradford discurre por el profundo valle del río Aire; una corriente de aguas lentas y mansas en comparación con el vecino río de Wharfe. La estación de Keighley queda en esta línea férrea, aproximadamente a medio kilómetro de la población del mismo nombre. El número de habitantes y la importancia de Keighley han aumentado extraordinariamente en los últimos veinte años, debido a la rápida expansión del mercado de sus manufacturas de estambre, una rama de la industria que emplea a casi toda la población obrera de esta zona del condado de York, cuyo centro y capital es Bradford.

   Keighley se halla en pleno proceso de transformación; está dejando de ser un pueblo tradicional populoso para convertirse en una villa floreciente y aún más populosa. El forastero advierte enseguida que a medida que van quedando vacías las casas de tejado a dos aguas que impiden el ensanchamiento de la calle, las derriban para ganar espacio para el tráfico e imponer un estilo arquitectónico más moderno». 

Me vuelvo a encontrar con la prosa precisa y preciosa de Gaskell, con sus descripciones paisajísticas y sociales, con ese Norte que poco a poco se va desarrollando, para lo bueno y para lo malo, y despegándose del Sur que, para lo bueno y para lo malo, se va quedando más anclado en el pasado y en la tradición. La carretera de Keighley nos lleva sin solución de continuidad, sin dejar de ver casas en los seis kilómetros de distancia, hasta Haworth. Y es ahí, en Haworth, donde está la rectoría en la que vivieron las hermanas Brontë toda su vida. «La rectoría se alza formando un ángulo recto con el camino frente a la iglesia; así que, en realidad, la rectoría, la iglesia y la escuela con campanario forman tres lados de un rectángulo irregular cuyo cuarto lado está abierto a los campos y los páramos que se extienden detrás. El recinto del rectángulo está ocupado por un camposanto atestado y un pequeño huerto o patio delante de la rectoría». 

Los Brontë se trasladaron a Haworth en febrero de 1820. Para entonces ya habían nacido sus seis hijos, la pequeña Anne apenas un mes antes, en enero. Desde ese traslado y esa ubicación en el que iba a ser ya para siempre el hogar de la familia, hasta 1855 en que falleció Charlotte, la muerte iba a ser un visitante asiduo en el hogar. La madre murió en 1821 dejando un viudo y seis huérfanos de los que se ocuparía una tía materna que renunció a su vida y a sus posibles hijos para cuidar de sus sobrinos. En 1825, con poco más de un mes de diferencia morían Mary y Elizabeth las hijas mayores, de 12 y 11 años respectivamente, tras verse afectada su salud por las condiciones duras e insalubres del internado en el que se encontraban, un internado creado para hijas de clérigos al que también habían ido Charlotte y Emily, aunque estas enseguida fueron sacadas del colegio tras la muerte de sus hermanas y viendo que su salud se resentía. 

Los cuatro hijos que quedaron llegaron a adultos, pero en nueve meses, entre septiembre de 1848 y mayo de 1849 irían muriendo Branwell, el único hijo varón, Emily y Anne. Aún resistiría Charlotte seis años, pero como arrastrada por una maldición, tan increíble como cierta, también ella sucumbiría en marzo de 1855. No puedo imaginar lo que tuvo que ser para el reverendo perder seis hijos tras haber perdido a su mujer; no puedo imaginar lo que tuvo que ser paras Charlotte perder a todos sus hermanos. Eran otros tiempos. La muerte estaba más presente. En todas las familias había niños muertos. Quiero imaginar que, a base de costumbre, se lo tomaran con más tranquilidad que en la actualidad cuando el hecho de perder un hijo es algo tan trágico como poco frecuente.

Tras volver a casa, Charlotte se había convertido en la hermana mayor. «Sólo llevaba dieciocho meses a Emily; Emily y Anne eran amigas y compañeras de juegos, mientras que Charlotte era la protectora y amiga maternal de ambas; y el hecho de asumir con cariño obligaciones que no correspondían a su edad hizo que se sintiera mucho mayor de lo que era».

Todas las circunstancias mencionadas, más le educación que el reverendo Brontë se ocupó de dar a todos sus hijos, hicieron de todas las hermanas, especialmente de Charlotte, muchachas cultas, preocupadas por la actualidad política, social y cultural de su época. Escribían y pintaban, además de leer mucho por supuesto. También Branwell, el varón, participó de esa educación y del talento artístico, pero su caso fue muy distinto del de sus hermanas y terminó sumido en un mundo de alcohol, drogas y algún que otro escándalo.

Elizabeth Gaskell

En Vida de Charlotte Brontë, Elizabeth Gaskell, que la había conocido unos años antes de su muerte y había llegado a fraguar una buena amistad con ella, nos narra todas las vicisitudes de la vida de la escritora y su familia, pero sobre todo, nos mete en los pensamientos de Charlotte por medio de las cartas que ella misma escribió a lo largo de su vida a amigas, editores, escritores, etc. Y es que, como confiesa la propia Elizabeth Gaskell, «cuando puedan emplearse las palabras de Charlotte no debían ocupar su lugar otras». Y así, sobre todo a base de cartas escritas a unos y otros, iremos sabiendo y componiendo toda la vida de la autora de Jane Eyre. Su preocupación por la salud de su padre y hermanas; sus trabajos como profesora e institutriz; su ilusión nunca cumplida de abrir su propio colegio; su disgusto ante el comportamiento cada vez más errático de Branwell; sus afanes literarios; sus opiniones sobre los escritos de otros autores de la época; su perspicacia para analizar la situación de la época; sus viajes y visitas; su dolor ante las pérdidas que iba sufriendo; su angustia y su soledad los últimos años de su vida, hasta encontrar al hombre que la hizo abandonar su soltería y con el que tan solo viviría nueve meses de felicidad.

«La Vida de Charlotte Brontë marcaría un hito en la carrera literaria de su autora. Las tres novelas que ya había publicado (Mary Barton, 1848; Ruth, 1853 y Norte y Sur, 1855) se centraban en temas sociales y habían provocado tanta polémica como admiración. La biografía de Charlotte Brontë, lejos de aplacar esas tensiones, involucró a la autora en tanta controversia que seguramente volvió al género novelesco con verdadero alivio». 

No soy muy aficionada a las biografías, pero la vida de las Brontë tiene algo que me atrae sin remedio y cuando está escrita por alguien que la conoció y de cuya calidad literaria no hay duda, era imposible que no terminara por salir de mi lista de pendientes.

Título del libro: Vida de Charlotte Brontë

Autora: Elizabeth Gaskell
Nacionalidad: Reino Unido
Título original: The Life of Charlotte Brontë

Traducción: Ángela Pérez

Editorial: Alba 

Año de publicación: 2000

Año de publicación original: 1857

Nº de páginas: 640