"Papá nos quiere" Leticia G. Domínguez

A medida que pasa el tiempo y crezco, siento que mamá y papá han ido cosiendo una funda de colchón con los trocitos de piel que me arrancan con sus palabras y actos. Esa es la funda sobre la que depositan su peso al dormir, muy lejos el uno del otro, la que manchan con el sudor de sus pesadillas, la infección de sus enfermedades: ¿quedará algo de piel para esa mujer que vivirá lejos de esta casa y que llevo tantos años esperando ser?

[…] me doy cuenta de que, a pesar de mi juventud, a pesar de vivir independizada en Madrid, simplemente no puedo seguir. No puedo avanzar porque carezco de fuerzas, desconozco cuáles son mis deseos. No puedo sentir ni oír nada dentro de mí, allí no existe más que la noche guardada en un cuarto muy pequeño. Hay un cable telefónico cortado entre las preguntas que formula mi boca, y mi interior, que debería darme alguna respuesta.


La narradora está a punto de cumplir veinticinco años cuando comienza la historia y cuando escribe las palabras citadas arriba. Vive en Madrid, trabaja y es independiente, pero esa independencia económica no ha llegado a traducirse en lo emocional. Emocionalmente es prisionera del pasado, de un pasado que se prolonga en el presente, de unos padres exigentes, controladores, autoritarios y, en el caso del padre, violento.

Ahora, a punto de cumplir veinticinco años, su prima y hermana adoptiva, Jade, le hace prometer que visitará a un terapeuta. Y es solo por esa promesa por lo que la narradora empieza a visitar a Gomes. 

Y así, ante la insistencia del terapeuta, va sacando de su memoria un pasado cruel y violento. Y lo va compartiendo con nosotros a la vez que lo comparte con él y vamos viendo, casi con terror, cómo se puede matar a una persona desde la cuna, cómo se la puede matar mientras aparentemente sigue viva y cómo ese crimen puede ser obra de los padres. 

«Muchos años después y tumbada en el diván, Gomes me explica que lograr empatizar con la niña que fui es clave para deshacer los nudos que siento en mi garganta, ojos, estómago y muslos: para que nazca de nuevo el deseo. Tus padres lo han ensuciado todo, dice tras escuchar este relato. Tengo veintiséis años ya, pero me quedo en silencio porque no le comprendo: qué querrá decir, suena a perversión. Cómo no sé llevar la contraria, diría que sí, pero lo cierto es que en lo tocante a mis padres todo es diferente, siento que debo tener cuidado. No puedo evitar susurrar: Pero les quiero. Mis padres lo han hecho todo por mí, digo un poco más alto. Luego aprieto la boca, decido quedarme callada».

Cada capítulo, imagino, supone una visita al terapeuta. Suelen empezar y terminar hablando de él y del presente para contarnos, en lo grueso de cada uno, una etapa de la infancia, adolescencia o juventud. La vida de la narradora va pasando ante nuestros ojos y la vamos viendo cada vez más herida, más muerta, más perdida para un futuro que se presenta muy negro. Más prisionera de unos padres que la tienen controlada con medios perversos. El miedo, la amenaza, el chantaje... El padre es el dios omnipotente y omnipresente de la casa. No solo la tiene a ella en un puño, también a la madre, y es que esta es una historia de machismo profundo. «Mamá y papá no se hablan desde la pelea en la que él le retorció el brazo, la empujó contra la pared y luego le puso la mano en el cuello, como estrangulándola». Pero en ese machismo la madre es víctima y victimario porque ella no es menos machista que el marido. 

La figura de la madre es la que me ha resultado más difícil de asimilar. Padres violentos y controladores son algo asumido, pero una madre que lo padece y que a su vez se lo hace padecer a su hija es algo que se escapa a mi comprensión. Tal vez expulsa su dolor hacia su hija como una forma de conjurarlo y de librarse de él. Se aferra al cariño de su hija a la vez que la hiere de la forma más cruel. Y así, tan pronto la toma por confidente de sus quejas hacia el marido, como le recrimina sus ansias de vivir una vida normal; la aleja de toda vida social y la previene contra cualquier amiga que pueda tener.

«Cuando Clara viene a terminar un trabajo de tecnología a casa, a mi madre le asombra que yo no me dé cuenta de su mirada achinada, falsa y envidiosa. Le parece peligrosa mi inocencia frente al veneno que esa cría me puede inyectar: el de la juventud de hoy en día. Soy una ingenua, eso está claro, ¿es que no lo veo? Cuando Teresa me llama por teléfono para preguntar dudas de matemáticas, a mamá le parece muy raro que yo no ponga freno al abuso de esa chica que me quita tiempo de hacer mis propios deberes, ¡qué poco carácter tengo!, ¡qué se apañe la otra como quiera! Soy excesivamente débil, eso que no se me olvide: ¿Cómo no puedes darte cuenta? No quiere que me junte con las sudaquitas, que tienen otra educación y valores, todas muy frescas y espabiladas, mayores antes de tiempo (y que diga "sudaquitas" es como que diga AHÍ abajo, me sienta tan mal como ponerme cuatro compresas para dormir)».

La narradora crece sola, sin amigas, sin la más mínima autoestima, sintiendo siempre que no vale nada. Sometida a todas las armas que sus padres esgrimen para tenerla en su poder. Y a su poder se somete por no hacerles daño. Estudia la carrera que ellos deciden, se viste como ellos quieren y hasta el sobre se lo da su padre cerrado con la papeleta del partido al que debe votar cuando en marzo de 2004, ya con dieciocho años, vota por primera vez. «Mi padre es el único que vota varias veces en las mismas elecciones».

Tan solo en Jade encuentra la complicidad necesaria para que su vida no se convierta en un erial devastado por la soledad. Ambas sufren la presión asfixiante de los padres, ambas aprenden a vivir excluyendo parte de esa vida que tan importante es para un ser en crecimiento. «Jade y yo marginamos de nuestras conversaciones todo lo que ellos dos castigan: chicos, sexo, ropa, pandillas, cine, amigos, viajes, ferias, romerías, cerveza, comida basura, festivales de música. No lo descartamos a propósito: no podemos hablar de lo que no conocemos».

El terapeuta intenta reconciliarla consigo misma, pero tiene ante sí un inmenso trabajo. ¿Cómo sacar del marasmo en que se encuentra sumergida la autoestima de la joven que a los veinticinco años es incapaz de romper cadenas y liberarse? Vive sola en Madrid, pero sus padres tiene la llave de su casa y aparecen cuando quieren, le llevan alimentos que debe colocar con las instrucciones precisas que su padre le da. Y esta lectora se rebela, ¿por qué no cambia la cerradura y se deshace de ellos para siempre? Y esta lectora sigue leyendo y va asimilando lo terrible que puede ser vivir desde el nacimiento bajo unas reglas impuestas, sin conocer otra realidad que esa «que me otorgan mis padres: esa soledad tan grande que me atrapa y de la que hago posesión, un gran regalo que defender a capa y espada para seguir protegiendo a las dos personas sin las que no puedo vivir, papá y mamá, esos conceptos de los que, pese a todo, sigo enamorada».

Y es entonces cuando esta lectora se da cuenta de que está leyendo una novela de terror, porque nada hay más terrorífico que vivir sometida desde la cuna, con toda la crueldad que eso supone, a los dicterios de unos padres que disfrazan de amor su egoísmo y sólo son capaces de entregar a sus hijos unas normas de vida que únicamente ellos entienden y que nadie les ha pedido.

Leticia G. Domínguez

Leticia G. Domínguez tiene algunos rasgos de la narradora. Su novela, que es opera prima, se define como de autoficción. Es licenciada en Ciencias Físicas, como la narradora, y como ella trabaja de programadora de startups o, como se define a sí misma en X, desarrolladora de software. En una entrevista, cuando le preguntan que cómo decidió escribir este libro, responde: «Llevaba tres años de proceso de análisis con mi propia infancia, buscando un reencuentro con la niña que fui, y empecé a ser consciente de hasta qué punto la sociedad ignora las repercusiones de los traumas infantiles en la vida adulta». No sabemos, por tanto, lo que de autobiográfico hay en la novela, lo que sí sabemos es que se ha documentado exhaustivamente acerca de la familia y el maltrato infantil que en ella se dispensa a los niños. Un maltrato que no siempre supone golpes o agresiones sexuales. A veces tan solo es un maltrato psicológico, aunque no por ello menos dañino. Y es que como también dice en esa entrevista: «la familia no siempre es lugar de cuidados y refugio, por mucho que socialmente nos empeñemos en decir que en las familias todo se hace en nombre del amor».

Papá nos quiere la hemos leído conjuntamente para nuestro Debate a tres con Marian, del blog Marian lee más libros, y con Marianna, del blog Los libros de Mava. En los enlaces correspondientes puedes leer las reseñas respectivas.

Título del libro: Papá nos quiere
Autor: Leticia G. Domínguez
Nacionalidad: España
Editorial: Caballo de Troya
Año de publicación: 2023
Año de publicación original: 2023
Nº de páginas: 224
 

Comentarios

  1. ¡Hola, Rosa!
    Concuerdo contigo, una historia de terror que nos ha dejado impresionadas por todos los hechos que en ella se cuentan y sí, cabe preguntarse qué tanto de autobiográfico hay en esta autoficción.
    Un padre machista y una madre que no se queda atrás, llama la atención como ella, siendo víctima del marido, es capaz de comportarse como victimaria con su hija y claro también con Jade, aunque desde el comienzo sabemos que no tolera a su sobrina y una vez que ella se convierte en su hijastra, le muestra su rechazo y hostilidad sin contemplaciones.
    Duele pensar en que hay montones de familias disfuncionales y en el daño que estos padres causan a sus hijos, anulándolos poco a poco desde su niñez 🥲 Aunque algunos padres creen que insultar no es igual que golpear, resulta que las palabras fuertes y humillantes generan los mismos sentimientos de dolor emocional, frustración e impotencia que el castigo físico.
    Una estupenda novela para dar comienzo a nuestro año de lecturas conjuntas, y, tanto para variar, una ópera prima que llega con mucha fuerza y también muchas ganas de desmontar los mitos sobre la familia.
    Has hecho una maravillosa reseña, 👏🏻 Una vez más, me ha encantado compartir y debatir esta lectura con Marian y contigo 😍
    Un beso y feliz fin de semana.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Con tus comentarios reflexionamos, debatimos y aprendemos más.

Lo más visto en el blog este mes

"Tan poca vida" Hanya Yanagihara

"Expiación" Elizabeth von Arnim

"La caída de Madrid" Rafael Chirbes

"Luna" Carlos Bassas del Rey

"El hilo azul" Anne Tyler

"El hijo del asesino" Pablo Alaña

"Murciélagos blancos" Óscar Montoya

"En el lado salvaje" Tiffany McDaniel

Tarro-Libros 2025

Hoy es Nochebuena. Felicidades con relato.