"El Niño" Daniel Monzón

El pasado 7 de Enero se conocieron las nominaciones a los premios Goya 2015. "La isla mínima" con 17 nominaciones y "El Niño" con 16, se han manifestado como lo mejor del cine en España durante 2014. Al menos, lo mejor de lo conocido, lo que llega a las salas, lo más comercial. Somos conscientes de la cantidad de películas que se quedan por el camino, solo al alcance de una minoría en el mejor de los casos o, sin más, olvidadas. Pero como solo se puede hablar de los que se conoce, esto es lo que hay.
Como ya hablé de "La isla mínima" y de lo mucho que me gustó en una entrada anterior, voy a hablar ahora de "El Niño" que aunque la vi unas semanas antes, no la he tratado en este blog como se merece (tan solo una mención en la entrada de "La isla...")
"El Niño" es una película de género, de un género, el cine negro, que desde hace ya unos años ha dado muy buenas películas en España. Además, dentro del género, está dentro del cine de frontera.
Las fronteras siempre han dado mucho juego en cine y en literatura, sobre todo si además de separar países, separan mundos. En esta película aparecen varias fronteras, algunas físicas (entre Marruecos y España, entre Inglaterra y España, entre Marruecos, Inglaterra y España) y otras más abstractas: las que separan mundos, las que separan el mundo de los buenos del de los malos, menos claras que otras; las que separan el mundo de los que viven a ambos lados del estado de bienestar, si es que aún podemos creer en semejante entelequia. 

A lo largo y a través de esas fronteras se entrecruzan varias historias. Policías que luchan por meter en la cárcel a los malos, que cada vez son más malos; grandes traficantes de cocaína y heroína, operando desde Gibraltar, a las órdenes de mafias del Este; traficantes más humildes, pasando polen de cannabis en mochilas, desde Marruecos, a lomos de veloces motos de agua.
Todas las historias van confluyendo hasta mezclarse de una manera ágil y clara, todo ello por obra de un guión (de Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría) muy equilibrado, con diálogos precisos, muy naturales, interesantes y divertidos cuando procede; con escenas delirantes (el desguace de los tres mil kilos de merluza congelada en busca de una droga que por momentos no parece que exista); con un final realista: termina como empezó, en los mismos escenarios, con los mismos problemas, con un pequeño traficante más en la cárcel, y las grandes mafias intocables e intocadas.
Los actores, los veteranos (Luis Tosar, Sergi López, Eduard Fernández) parece que han sido escogidos por la naturalidad con que siempre han interpretado todos sus papeles, pero es que los jóvenes (Jesús Castro y Jesús Caldera) actúan como si estuvieran tomando parte de su propia vida y estuvieran contándonos sus propias circunstancias, con una espontaneidad, incrementada por su acento gaditano, y un punto de ingenuidad que hay que atribuir, tanto a su talento como a una excelente dirección de actores (el diálogo entre los dos amigos en el chiringuito destila frescura, espontaneidad y gracia gaditana y si se pierden expresiones por lo cerrado del acento, ello va en beneficio de la naturalidad que derrocha). 
Respecto a las mujeres, solo dos tienen un papel relevante: Bárbara Lennie, ya veterana, nominada a mejor actriz de reparto y Mariam Bachir, la joven saharahui que se ha quedado sin optar al Goya a mejor actriz revelación. Ambas nos ofrecen papeles muy creíbles y bien resueltos, capaces de convencer. Ya es bastante dado lo escueto de sus personajes.
Y es que los actores en manos de Daniel Monzón crecen hasta alcanzar proporciones de mitos. Cómo olvidar al Malamadre de "Celda 211", el primer personaje de cine que se ganó un sello de correos en este país. Pues lo que consigue con un actor novel como Jesús Castro en su papel de El Niño, tampoco será fácil de olvidar.
Pero con todo, uno de los mayores méritos de la película son sus efectos especiales. Uno de los ingredientes más apreciados del cine de acción, las persecuciones, las escenas arriesgadas y difíciles que hasta hace poco eran prerrogativa exclusiva del cine americano, brillan con entidad propia en "El Niño" que nada tiene que envidiar en este aspecto al mejor cine de Hollywood. Jesús Castro conduce la lancha motora, perseguido por el helicóptero de la policía, sin que se le mueva una pestaña y, teniendo en cuenta que se negó a trabajar con extras, solo él es culpable del terco aplomo con que aparece en pantalla.
Estuvo preseleccionada para representar a España en los Oscar, y finalmente fue derrotada por "Vivir es fácil con los ojos cerrados" de Dvid Trueba, una película muy inferior, desde mi punto de vista y que tiene muchas menos oportunidades de ser nominada porque "El Niño", mucho más que "Vivir es fácil...", es cine del que gusta en EEUU. Tiene todas las características de un buen thriller: policías heroicos con un punto de seres fracasados y policías corruptos de puro escepticismo y desesperanza; pobres diablos a la busca de una oportunidad y mafiosos del Este que cortan cabezas como advertencia y amenazan a quién se pone en su camino; persecuciones épicas, humor, emoción y un buen final. Si le añadimos la excelente fotografía, el guión ágil inteligente y ameno y la interpretación y dirección formidables, los ingredientes están servidos.

Estos son los Goya a los que aspira "El Niño"

Mejor película    
Mejor director                 (Daniel Monzón)
Mejor actor de reparto    (Eduard Fernández)
Mejor actriz de reparto    (Bárbara Lennie)
Mejor actor revelación     (Jesús Castro
Mejor guión original         (Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría)
Mejor música original       (Roque Baños)
Mejor canción    
Mejor fotografía               (Carles Gusi)
Mejor dirección de producción    
Mejor dirección artística    
Mejor diseño de vestuario    
Mejor maquillaje y peluquería    
Mejor montaje    
Mejor sonido    
Mejores efectos especiales  


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