"En la lucha final" Rafael Chirbes
"Esta historia empezó el día en que Ricardo llamó a Amelia para decirle que acababa de regresar a Madrid. Fue el primer ladrillo que el destino colocó en la tumba de Carlos; la primera paletada de tierra sobre el grupo"; el grupo que sirve de referencia, de afirmación para todos ellos, de cobijo y coartada. No hay nada como pertenecer al grupo. En él se diluyen las miserias y se reafirman los valores y, si no hay valores, se cogen prestados. De unos o de otros porque en este grupo hay muchos valores. Un grupo de gente guapa, bien situada e intelectual; artistas y sus allegados; ricos, famosos, progresistas, liberales; un poco de izquierdas, aunque ya abandonaron las barricadas de las guerras pretéritas. Ahora solo pelean por su prestigio y por superar en honores y fama a los demás; ahora están a punto de perder la lucha final. Es un grupo endogámico, cerrado sobre sí mismo, en el que cuesta entrar, en el que, incluso cuando se cambia de pareja, es frecuente hacerlo dentro del propio grupo. Un grupo en el que "todos habían sido malheridos en algún momento de sus vidas".
Pero el grupo atrae, brilla con el fulgor de la lámpara en la noche o con la siniestra oscuridad del agujero negro, pero todo el que gira a su alrededor, quien se acerca a él con mirada proclive a la admiración o a la pequeña e inocente envidia corre el riesgo de caer en el pegajoso néctar de su hechizo. Y es que la historia comenzó el día en que Ricardo llamó a Amelia, pero la novela comienza cuando el narrador nos cuenta su caída en el grupo, la atracción que sobre él ejerció hasta que lo atrapó. "Relucían como joyas, si uno los contemplaba desde lejos, y la verdad es que, en la distancia, llegaron a deslumbrarme. Luego, cuando me acerqué a ellos, descubrí que su brillo era el de los cristales rotos. Supe que me habían atrapado, porque también yo me había empezado a resquebrajar". Nuestro narrador no pertenece al grupo. Ha sido invitado alguna vez al jardín de Carlos y Amelia en calidad de amigo de los amigos de algún amigo de él. Allí irá conociendo a los distintos integrantes del grupo, los de las cenas de los martes en Charol, aquellas cenas que a Brines le "parecieron siempre un catálogo de bajas pasiones".
El grupo es variopinto, pero todo gira en torno a la literatura y el arte. Carlos Amat tiene una galería de arte a medias con Brines, aunque, en realidad, Carlos solo puso el dinero. Carlos no tiene aptitudes artísticas, pero tiene dinero y con ese dinero ha comprado el arte, y todo lo que le rodea, incluidos los artistas que forman su círculo; incluida su mujer Amelia, el broche central de su artística corona de rey a punto de ser destronado.
Pero "Amelia es una muñeca rusa que esconde siempre a otra Amelia, no por más pequeña y oculta menos fuerte y peligrosa". Amelia salta de un amante a otro, siempre dentro del grupo, pero siempre vuelve con Carlos que soporta sus infidelidades convencido del brillo cautivador de su dinero que terminará atrayéndola cual mariposa nocturna. Además piensa que sus infidelidades, siempre con los que él considera perdedores, son la manera que tiene Amelia de lavar su mala conciencia por vivir con un millonario. Reminiscencias de su vida universitaria y su militancia comunista. Pero, sobre todo, finge. Finge que no tiene celos, finge desinterés por los asuntos de Amelia. Y finge porque no puede enfrentarse a la humillación de mostrar a los demás su sufrimiento.
Cuando llega Ricardo Alcántara, antiguo compañero de lucha y facultad, tras veinte años de ausencia vividos en el extranjero, Amelia cae rendida a su encanto bohemio y exótico, hecho de objetos poco valiosos, pero que dibujaban su periplo de veinte años a lo largo del mundo; a sus frases certeras y maravillosas, aunque sonaran a ya leídas en otro sitio; a los montones de carpetas que eran su trabajo de tantos años y donde estaba la maravillosa novela que Amelia se empeñaría en publicar en la editorial para la que trabaja. "Poco a poco, se iban enredando en una espiral de sentimientos que a veces inventaban antes de creérselos". Poco a poco, Amelia se va enredando en una madeja sedosa y atractiva, una madeja tejida con las precisas y preciosas frases de la novela de Ricardo en la que no se enreda ella sola porque la novela es muy buena y acaba atrapando entre la admiración y la envidia a todos los integrantes del grupo.
José Bardón es el escritor afamado. Su primera novela "El cielo oscuro" está a punto de publicarse en Estados Unidos. Es el amigo y camarada de juventud de Ricardo y Amelia. Tiene varias novelas publicadas y una fama apreciable. La lectura de la novela de Ricardo lo deja cautivado a él también y con un punto de envidia difícil de superar. "Desde que supe que había vuelto, pensé que Ricardo había seguido equivocándose durante todos aquellos años. Le faltaba lo mismo que le faltaba cuando se fue: método. Cambié de opinión cuando me dio a leer la novela".
Santiago es el personaje disonante. Nadie sabe de él. Nadie excepto Ricardo y, un poco más adelante, Amelia. Santiago sabe cosas que el resto desconoce. Santiago es el asesino, porque también hay un asesinato, pero no estoy descubriendo nada, no destripo finales ni misterios. Desde la página nueve sabemos que lo es. Santiago no pertenece al grupo ni a la clase social que forma el grupo. Santiago es un busca vidas que anhela lo que ve en la nueva vida a la que se ha acercado. Lo desprecia, a la vez que lo anhela; se siente despreciado por aquellos a los que envidia y de cuyas propiedades siente necesidad. Santiago pertenece a una clase social que quiere traspasar sus fronteras y entrar en otra, pero sucede que "una clase social sólo puede entrar en otra a punta de navaja". O intentarlo, porque Santiago, a punta de navaja, solo puede entrar en la cárcel tras su acto desesperado.
Y hay más personajes y muchas e intrincadas relaciones entre ellos, y saltos en el tiempo, y narraciones de unos y otros y confesiones y declaraciones y hasta un diario.
Nuestro narrador, decíamos, no pertenece al grupo. Se mantiene en los márgenes que lo definen. Fuera, pero lo suficientemente cerca como para verlo todo. Poco a poco, y tal vez por el hecho de no pertenecer del todo al grupo, se irá haciendo acreedor de las confidencias de unos y otros y estará en condiciones de contarnos todo lo relativo a la muerte de Carlos. Porque en esta novela, ya lo dijimos y desde el principio lo sabemos, hay un asesinato. Y desde muy pronto sabemos quien es el asesino, pero deberemos recorrer el camino paso a paso para saber las causas y circunstancias del crimen, así como otros muchos secretos que se ocultan en el grupo. Todos, en unas u otras circunstancias, harán a nuestro narrador su relato particular de los hechos y lo harán depositario de los secretos del grupo porque "la única verdad de uno mismo es el miserable basurero de secretos que esconde: lo que los demás desconocen y no sale en el espejo: lo que nadie querría adquirir si uno lo expusiera en el escaparate". Pero aquí terminan saliendo de su escondite, terminamos adquiriéndolos por boca de los distintos testigos que, ante nuestro narrador, confiesan sus miserias y, sobre todo, las ajenas.
Una novela de Rafael Chirbes escrita entre 1987 y 1990. Rafael Chirbes en estado puro. Con un lenguaje bello, certero, afilado. Te pones a subrayar y no tienes el momento de acabar. Sus frases son tan bellas, tan insinuantes, tan significativas que te pierdes en ellas. Ciento catorce páginas de puro arte literario, que te atrapan, te envuelven, te arrastran y cuando terminas, desearías volver a empezar y absorber la esencia de la novela y decides que lo dejas, de momento, pero convencida de que volverás porque, como los buenos platos, como los buenos vinos (no olvidar que Chirbes trabajó en la revista gastronómica "Sobremesa"), siempre requieren una segunda vuelta, una nueva visita; siempre la terrible resistencia a la despedida definitiva.
Subrayé tanto que no me resisto a citar algunas frases. Son algunas que me han atraído poderosamente. Podrían haber sido otras, lo serían de ser otro el lector, lo que está claro es que la lectura de este libro a nadie va a dejar indiferente y cualquiera que a él se acerque sentirá la necesidad de resaltar estas u otras frases. Verdadera magia hecha solo de palabras. Ideas maravillosas tejidas con el hilo finísimo de las palabras para crear un encaje en el que se pierde nuestra capacidad de admiración. La mía está superada por este autor.
Pero el grupo atrae, brilla con el fulgor de la lámpara en la noche o con la siniestra oscuridad del agujero negro, pero todo el que gira a su alrededor, quien se acerca a él con mirada proclive a la admiración o a la pequeña e inocente envidia corre el riesgo de caer en el pegajoso néctar de su hechizo. Y es que la historia comenzó el día en que Ricardo llamó a Amelia, pero la novela comienza cuando el narrador nos cuenta su caída en el grupo, la atracción que sobre él ejerció hasta que lo atrapó. "Relucían como joyas, si uno los contemplaba desde lejos, y la verdad es que, en la distancia, llegaron a deslumbrarme. Luego, cuando me acerqué a ellos, descubrí que su brillo era el de los cristales rotos. Supe que me habían atrapado, porque también yo me había empezado a resquebrajar". Nuestro narrador no pertenece al grupo. Ha sido invitado alguna vez al jardín de Carlos y Amelia en calidad de amigo de los amigos de algún amigo de él. Allí irá conociendo a los distintos integrantes del grupo, los de las cenas de los martes en Charol, aquellas cenas que a Brines le "parecieron siempre un catálogo de bajas pasiones".
El grupo es variopinto, pero todo gira en torno a la literatura y el arte. Carlos Amat tiene una galería de arte a medias con Brines, aunque, en realidad, Carlos solo puso el dinero. Carlos no tiene aptitudes artísticas, pero tiene dinero y con ese dinero ha comprado el arte, y todo lo que le rodea, incluidos los artistas que forman su círculo; incluida su mujer Amelia, el broche central de su artística corona de rey a punto de ser destronado.
Pero "Amelia es una muñeca rusa que esconde siempre a otra Amelia, no por más pequeña y oculta menos fuerte y peligrosa". Amelia salta de un amante a otro, siempre dentro del grupo, pero siempre vuelve con Carlos que soporta sus infidelidades convencido del brillo cautivador de su dinero que terminará atrayéndola cual mariposa nocturna. Además piensa que sus infidelidades, siempre con los que él considera perdedores, son la manera que tiene Amelia de lavar su mala conciencia por vivir con un millonario. Reminiscencias de su vida universitaria y su militancia comunista. Pero, sobre todo, finge. Finge que no tiene celos, finge desinterés por los asuntos de Amelia. Y finge porque no puede enfrentarse a la humillación de mostrar a los demás su sufrimiento.
Cuando llega Ricardo Alcántara, antiguo compañero de lucha y facultad, tras veinte años de ausencia vividos en el extranjero, Amelia cae rendida a su encanto bohemio y exótico, hecho de objetos poco valiosos, pero que dibujaban su periplo de veinte años a lo largo del mundo; a sus frases certeras y maravillosas, aunque sonaran a ya leídas en otro sitio; a los montones de carpetas que eran su trabajo de tantos años y donde estaba la maravillosa novela que Amelia se empeñaría en publicar en la editorial para la que trabaja. "Poco a poco, se iban enredando en una espiral de sentimientos que a veces inventaban antes de creérselos". Poco a poco, Amelia se va enredando en una madeja sedosa y atractiva, una madeja tejida con las precisas y preciosas frases de la novela de Ricardo en la que no se enreda ella sola porque la novela es muy buena y acaba atrapando entre la admiración y la envidia a todos los integrantes del grupo.
José Bardón es el escritor afamado. Su primera novela "El cielo oscuro" está a punto de publicarse en Estados Unidos. Es el amigo y camarada de juventud de Ricardo y Amelia. Tiene varias novelas publicadas y una fama apreciable. La lectura de la novela de Ricardo lo deja cautivado a él también y con un punto de envidia difícil de superar. "Desde que supe que había vuelto, pensé que Ricardo había seguido equivocándose durante todos aquellos años. Le faltaba lo mismo que le faltaba cuando se fue: método. Cambié de opinión cuando me dio a leer la novela".
Santiago es el personaje disonante. Nadie sabe de él. Nadie excepto Ricardo y, un poco más adelante, Amelia. Santiago sabe cosas que el resto desconoce. Santiago es el asesino, porque también hay un asesinato, pero no estoy descubriendo nada, no destripo finales ni misterios. Desde la página nueve sabemos que lo es. Santiago no pertenece al grupo ni a la clase social que forma el grupo. Santiago es un busca vidas que anhela lo que ve en la nueva vida a la que se ha acercado. Lo desprecia, a la vez que lo anhela; se siente despreciado por aquellos a los que envidia y de cuyas propiedades siente necesidad. Santiago pertenece a una clase social que quiere traspasar sus fronteras y entrar en otra, pero sucede que "una clase social sólo puede entrar en otra a punta de navaja". O intentarlo, porque Santiago, a punta de navaja, solo puede entrar en la cárcel tras su acto desesperado.
Y hay más personajes y muchas e intrincadas relaciones entre ellos, y saltos en el tiempo, y narraciones de unos y otros y confesiones y declaraciones y hasta un diario.
Nuestro narrador, decíamos, no pertenece al grupo. Se mantiene en los márgenes que lo definen. Fuera, pero lo suficientemente cerca como para verlo todo. Poco a poco, y tal vez por el hecho de no pertenecer del todo al grupo, se irá haciendo acreedor de las confidencias de unos y otros y estará en condiciones de contarnos todo lo relativo a la muerte de Carlos. Porque en esta novela, ya lo dijimos y desde el principio lo sabemos, hay un asesinato. Y desde muy pronto sabemos quien es el asesino, pero deberemos recorrer el camino paso a paso para saber las causas y circunstancias del crimen, así como otros muchos secretos que se ocultan en el grupo. Todos, en unas u otras circunstancias, harán a nuestro narrador su relato particular de los hechos y lo harán depositario de los secretos del grupo porque "la única verdad de uno mismo es el miserable basurero de secretos que esconde: lo que los demás desconocen y no sale en el espejo: lo que nadie querría adquirir si uno lo expusiera en el escaparate". Pero aquí terminan saliendo de su escondite, terminamos adquiriéndolos por boca de los distintos testigos que, ante nuestro narrador, confiesan sus miserias y, sobre todo, las ajenas.
Rafael Chirbes |
Subrayé tanto que no me resisto a citar algunas frases. Son algunas que me han atraído poderosamente. Podrían haber sido otras, lo serían de ser otro el lector, lo que está claro es que la lectura de este libro a nadie va a dejar indiferente y cualquiera que a él se acerque sentirá la necesidad de resaltar estas u otras frases. Verdadera magia hecha solo de palabras. Ideas maravillosas tejidas con el hilo finísimo de las palabras para crear un encaje en el que se pierde nuestra capacidad de admiración. La mía está superada por este autor.
"Hay imágenes que se graban para siempre y corroen como termitas las vigas que soportan la madurez".
"Hubiera querido llorar como él, por algo que no fuera solo deseo".
"Cuando uno ha vivido la violencia como un cerco permanente, sólo encerrándose puede guardar dentro la inocencia".
"Habéis convertido la literatura en el almacén de vuestra melancolía, y la habéis colocado lejos de casa, en un terreno que visitáis los fines de semana".
"Hay un momento en la vida en que uno debe renunciar a ser brillante para empezar a ser inteligente".
"Era un viajero extraviado que volvía desde una estación que a los demás se les había escapado mientras dormían en mitad de la noche"
"Hubiera querido llorar como él, por algo que no fuera solo deseo".
"Cuando uno ha vivido la violencia como un cerco permanente, sólo encerrándose puede guardar dentro la inocencia".
"Habéis convertido la literatura en el almacén de vuestra melancolía, y la habéis colocado lejos de casa, en un terreno que visitáis los fines de semana".
"Hay un momento en la vida en que uno debe renunciar a ser brillante para empezar a ser inteligente".
"Era un viajero extraviado que volvía desde una estación que a los demás se les había escapado mientras dormían en mitad de la noche"
Ayyyyyy qué buena pinta, necesito 5 vidas más para leer todo lo que tengo pendiente.
ResponderEliminarBesos y como de costumbre me ha encantado la reseña.
Todos necesitamos unas cuantas vidas más, pero me temo que nos tendremos que conformar con la única que nos toca y hacer con ella lo que podamos y nos dé tiempo. Ánimo.
EliminarUn beso.
Sin duda, la buscaré. Me has abierto el apetito con ella. Espero que esté en ebook y que los próximos libros que reseñes no sean tan atractivos con éste, sino me vas a producir un ataque de estrés
ResponderEliminarUn beso, Rosa.
No te arrepentirás. Es de lo mejor que he leído en los últimos meses y creo que, de su autor, lo que más me ha gustado.
EliminarNi se te ocurra tener un ataque de estrés por mi culpa. No podría soportar el estrés que eso me causaría (jaja)
Un beso.
Pues llegué a Chirbes después de su muerte y me gustó, ésta que reseñas me llama mucho la atención, las dos, tanto la novela, como la reseña misma. Yo también me quedo con ganas de leerlo. Me lo apunto. Gracias.
ResponderEliminarYo lo conocí con "Crematorio", mucho antes de que fuera una serie de televisión, y me quedé cautivada. He leído muchos libros del autor, pero aún me quedan varios de los antiguos y, si son como este, me dará aún muchas alegrías, dentro de la tristeza que me causó su muerte.
EliminarUn beso.
Y que todo lo que describes (tan bien) quepa en poco más de cien páginas. Me parecería increíble si no hubiera leído antes a Chirbes. Me parece que con esta reseña nos vas a poner los dientes largos a más de uno. Fíjate que la había pasado por alto porque el título me evocaba la guerra civil, ¿servirán los juicios a priori para algo (bueno)?
ResponderEliminarUn abrazo y feliz finde.
Sí, parece mentira la profundidad a la que llega en su crítica, en su análisis, en su dibujo de personajes... en poco más de cien páginas.
EliminarMás que la Guerra Civil, me recuerda la Revolución Bolchevique, con esa frase sacada de la Internacional. A mí, me ha parecido grandiosa. Digna del mejor Chirbes.
Un beso.
Pues Rosa como los compis dicen antes que yo, me ha encantado lo que has contado sobre la novela, y las frases que detallas, me ha gustado especialmente ese Relucían como joyas.. porque a veces contemplamos embobados ambientes y cuando se conoce es pura miseria aquello que tanto brilla, ya lo dice el refrán (qué sabio es el refranero popular) que no es oro todo lo que reluce.
ResponderEliminarNada, que me marcho con un nuevo libro apuntado.
Un beso y feliz finde
Tiene frases alucinantes, como habréis podido comprobar. Es una pequeña selección, pero podría haber puesto muchas más. Ya me pareció que me pasaba, pero no quería prescindir de ninguna de las citadas.
EliminarSi lo lees, no te arrepentirás.
Un beso.
Como siempre tienes el maravilloso arte de reseñar de forma magnifica. Sin duda me ha llamado la atención no solo la reseña en sí si no las frases que contiene la novela, me han gustado y llamado la atención y creo que alguna es para reflexionar sobre como las apariencias en muchos casos engañan, de modo que me la apunto en la larga lista que tengo por acabar que nunca acaba pero bueno poco a poco, me a punto a Chirbes y esta novela. un beso y feliz fin de semana, a ver si saco tiempo para públicar ains. besos. TERE.
ResponderEliminarCada frase invita a la reflexión. Solo las que cito son para pensar durante mucho tiempo y el libro está lleno con muchas más. Apúntate a Chirbes. Es de lo mejor que hemos tenido en España y ha estado injustamente olvidado.
EliminarUn beso.
Los minutos que he tardado en leer tu reseña han sido unos minutos de completo disfrute. Rosa, cuentas las cosas de manera magistral, da gusto leerte.
ResponderEliminarEn cuanto a la novela, no la conocía pero la fecha de publicación me ha hecho recordar unas conferencias en la década de los 90 sobre la narrativa española al final el siglo XX en las que intervino un Rafael Chirbes delgado y con bigote del que por entonces yo no conocía ni el nombre pero cuyo carácter y tono respecto a las derechas -sobre todo- y las izquierdas gobernantes me impactó mucho. Tanto que fue a partir de entonces cuando empecé a interesarme por su obra. Chirbes, uno de los grandes entre los grandes. ¡Qué lastima su desaparición tras esa "En la orilla" tan gigantesca! Pero, amiga, qué le vamos a hacer la vida es así.
Tengo en lista de espera "La larga marcha". Espero que el turno le llegue pronto.
Un beso
Yo no lo conocí hasta 2008 Leí "Crematorio" y a continuación "La buena letra". La larga marcha también lo leí, pero hace tanto que no recuerdo nada. Tengo que volver a leer lo leído y a meterme con lo no leído que aún es lo suficiente como para disfrutar mucho.
EliminarMe alegro de haberte hecho disfrutar con la reseña. Está escrita con mucho cariño y con la veneración que el autor me produce.
Una de las pérdidas literarias más dolorosas.
Un beso.
"Relucían como joyas, si uno los contemplaba desde lejos, y la verdad es que, en la distancia, llegaron a deslumbrarme. Luego, cuando me acerqué a ellos, descubrí que su brillo era el de los cristales rotos. Supe que me habían atrapado, porque también yo me había empezado a resquebrajar".
ResponderEliminarMe quedo con estas frases y mira que (bueno, ya lo sabes) es difícil elegir entre las frases de Chirbes. Recuerdo que en el primer libro suyo que leí no subrayé párrafos sino páginas enteras. Un título el que nos traes que no conocía y que me apunto porque quiero seguir leyendo al gran Chirbes.
Besos
Cada vez que leo el párrafo con el que inicias el comentario, me parece más perfecto.
EliminarTienes razón: empiezas a subrayar y no paras. Es un disfrute total su obra. Yo tengo aún varios por leer y pienso releer los otros. Croe que haré de este año mi particular "año Chirbes"
Un beso.
Una historia que se empeña en demostrar que no todo lo que reluce en la distancia es oro, que no todos los cristales son diamantes ni todos los grupos de amigos están libres de falsos sentimientos ni hipócritas razones. Escusas suficientes para permanecer juntos.
ResponderEliminarRelato que nos describe las envidias y las bajas pasiones sometidas a veces y consentidas otras.
Tendré en cuenta este título dado el exiguo número de páginas y lo bien que lo tratas. No he leído nada de Chirbes y quizá sea hora de poner remedio a ello.
Encantado con tu reseña.
Besos
Pues no dejes pasar a este autor. Cualquiera de sus novela es grandiosa. Esta, de lo mejor, desde mi punto de vista, pero cualquiera es para recomendar.
EliminarUn beso.
Qué gran placer volver a leer una reseña tuya, querida Rosa. Estoy casi segura de que el libro me va a gustar, ya está en los primeros puestos de mis "pendientes", pero desde ya me ha encantado tu reseña.
ResponderEliminarLas relaciones humanas complejas, las historias que narran las vidas de las personas, son en mi caso una apuesta segura. Si además se hace un una inteligencia brillante y un lenguaje que enamora, no puedo pedir más.
Gracias por este nuevo regalo que nos dejas en tu blog.
¡Un beso enorme y feliz martes!
No te pierdas el libro ni el autor. Cualquiera de las novelas de Chirbes, merece tanto la pena que, tras leerla, nos damos cuenta de que es imprescindible. Un autor buenísimo que, desgraciadamente, murió demasiado pronto. Por fortuna, nos dejó maravillosas novelas; por desgracia, nos privó de las que pudieron venir.
EliminarGracias a ti y que tengas también un buen martes.
Un beso.
Este sí o sí, Rosa. Me has hechizado leyéndote. Quiero saber de ese grupo, de esa mujer (Amelia) similar a esas muñequitas rusas que siempre esconden a otra dentro, ¡qué bonita comparación!, y sobre todo qué puede haber detrás de ese asesinato.
ResponderEliminarLas frases (yo que soy muy de frases) me han parecido sublimes. Nada, que tengo que leer a este autor y este libro sin falta.
No hace ya falta que diga que tu reseña me ha parecido formidable.
¡Un beso!
Es un autor alucinante. Se le conoció un poco cuando se hizo una serie con su novela "Crematorio". Pero llevaba muchos años escribiendo y tenía un montón de novelas estupendas. Murió hace un par de años o año y medio.
EliminarNo te lo pierdas.
Un beso.
agradecer todos los comentarios y, para los que os guste Chirbes aquí teneis el anuario de su fundación https://app.box.com/s/tqn082mmcixqd0fioaapaw6l7vntnb1v
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por el enlace. Con cada novela de Chirbes, descubro algo más de la grandeza del autor. No llegó a alcanzar en este país la fama que merecía. Tal vez resultaba incómodo para muchos. Como he dicho en alguna respuesta a comentario, pienso hacer de este mi "año Chirbes" particular. Releeré lo leído y leeré lo no abordado aún.
EliminarYo soy de León e hija de ferroviario. El colegio de huérfanos, conocido como CHEF (no sé qué significa la E), funcionó mucho después como instituto de BUP durante un par de cursos y di clase en él el curso 1986-1987.
En fin, muchas gracias por ponerte en contacto y por el anuario. Aunque no entiendo valenciano, he visto que las palabras de Chirbes están en castellano.
Un beso.