"Charlotte" David Foenkinos

Este es mi tercer encuentro con David Foenkinos. En 2011, su novela "La delicadeza", recién publicada en España, hacía furor en los ámbitos literarios y en las redes sociales. Su lectura me dejó fría y desencantada y pensé no volver a intentarlo con el autor. 

Hace algo más de un año, Carmen Pinedo en su blog, dedicó una entrada a la pintora Charlotte Salomon y la empezaba con unas palabras de David Foenkinos extraídas de este libro. Si os animáis a leer esa entrada disfrutaréis de un catálogo escogido de la obra de la autora y encontraréis un enlace que os llevará a la obra completa donde, como yo, no podréis dejar de asombraros ante la ingente cantidad de pinturas que pudo producir en dos años, los inmediatamente anteriores a morir a manos de los verdugos de Auschwitz-Birkenau. Ese fue el primer vislumbre que tuve de que quizás no había dado suficiente bola al escritor francés del que, en respuesta a mi comentario en su blog, Carmen Pinedo me recomendaba leer "Charlotte" su novela sobre la pintora de origen judío.

Independientemente de la novela (?) de Foenkinos, la historia de Charlotte Salomon y de su obra ya es apasionante por sí. Ella misma nos cuenta su vida, a su manera, en su obra "¿Vida? o ¿Teatro?". Allí, en forma de cerca de ochocientas pinturas, comentarios y partituras de música, en sus dos últimos años de vida, entre los veinticuatro y los veintiséis, entre 1942 y 1943, la joven da cuenta de todo el horror que la persigue desde mucho antes de nacer, pero también de sus ansias por vivir y sustraerse a un posible destino heredado de su familia materna. No le dio tiempo, no nos dio tiempo a saber si ese destino era o no el suicidio. Los nazis se adelantaron.

"Charlotte aprendió a leer su nombre en una tumba.

Así que no es la primera Charlotte.

Antes existió su tía, la hermana de su madre.

Las dos hermanas están muy unidas, hasta una tarde de noviembre de 1913". Así es que Charlotte tuvo una tía a la que no conoció, una hermana de su madre, a cuyo recuerdo debe su nombre. Esa es la primera pintura de la obra "¿Vida? o ¿Teatro?", la del suicidio de su tía. 

"Es una noche muy fría de noviembre.

Cuando todos duermen, Charlotte se levanta.

Coge unos cuantos efectos personales, como para un viaje.

La ciudad parece en pausa, cuajada en un invierno precoz.

La muchacha acaba de cumplir dieciocho años.

Se encamina deprisa a su destino.

Un puente.

Un puente que adora.

El lugar secreto de su negrura.

Hace mucho que sabe que será su último puente.

En la noche negra, sin testigos, salta.

Sin la mínima vacilación".

El suicidio de la tía de Charlotte no ha sido el primero ni será el último en la familia. Su abuela materna recuerda el catálogo de muertes autoinfligidas en su familia y nos pone los pelos de punta: su hermano, su madre (bisabuela de nuestra Charlotte), su hermana pequeña, su sobrina, su padre, su tía... ¿Se puede imaginar alguien semejante goteo de suicidios? ¿semejante maldición familiar que amenaza no solo a los que rodean a la abuela, sino a ella misma? ¿semejante zozobra ante la necesidad de vigilar a unos u otros para evitar el desastre inevitable? A la abuela de Charlotte aún se le suicidarían sus dos hijas, la primera Charlotte y Franciska, la madre de la segunda; aún se suicidaría ella misma. ¿Se hubiera suicidado nuestra Charlotte de haber tenido tiempo?

Charlotte era de una familia judía acomodada de Berlín. La religión era para ellos mucho menos importante que la patria alemana. Igual de poco importante que lo ha sido para David Foenkinos, descendiente de judíos norteafricanos."El judaísmo ha tenido poca importancia en la vida de Charlotte.

Podríamos decir incluso que no ha tenido ninguna.

Su infancia se asienta en una ausencia de orientación judía.

Por usar la expresión de Walter Benjamin.

Sus padres han llevado una vida laica.

Y a su madre le gustaban muchísimo los cantos cristianos.

A los trece años, Charlotte descubre ese mundo que es supuestamente el suyo.

Lo observa con esa curiosidad fácil para lo que nos parece lejano".

Su padre había participado como cirujano en la Gran Guerra y tras el conflicto se había dedicado a la investigación con  notable éxito. Sus hallazgos en la detección precoz del cáncer de mama, en la técnica de la mastectomía y en la interpretación de las mamografías han salvado miles de vidas. Su madrastra, Paula, era cantante de ópera y  muy querida del público. También Charlotte la adoraba. 

La vida de Charlotte transcurre plácidamente en Berlín. La pérdida de su madre cuando ella tenía nueve años fue el único acontecimiento desgraciado. El suicidio se le ha ocultado y cree que su madre murió de gripe. Charlotte vive en un mundo estimulante rodeada de cultura y ciencia. Su casa se convierte en lugar de reunión de gente ilustre, Einstein entre otros... pero "En enero de 1933, el odio llega al poder.

Paula no cuenta ya con permiso para actuar en público.

También a Albert le llega la muerte profesional.

Han dejado de reembolsarles a los judíos los gastos de atención médica.

Le quitan la licencia para ser docente.

A él, que acababa de hacer unos descubrimientos de primera magnitud.

Los actos de violencia se generalizan; se queman libros".

Charlotte no lo sabe, pero para ella es el principio del fin. Y también es el principio de su inmortalidad porque en 1933 empieza a interesarse por el dibujo. Tiene dieciséis años. Aún vivirá diez años más, pero su magna obra, la que nos ha llegado, "¿Vida? o ¿Teatro?" la realizará íntegramente, como ya se ha dicho, entre los veinticuatro y los veintiséis. Tenía veintitrés años cuando su abuela se suicidó en Niza, a donde Charlotte había sido enviada para alejarla del peligro Nazi en Alemania. Es entonces cuando su abuelo le revela toda la lista de muertes por suicidio en la familia. Es entonces cuando sabe que su propia madre la abandonó por medio del suicidio. Es entonces cuando su inestabilidad mental la lleva a la consulta del doctor Moridis y a buscar refugio en la pintura. Es entonces cuando "¿Vida? o ¿Teatro?" cobra vida y se convierte en el teatro de sus obsesiones, porque "Podemos abandonarlo todo, menos las obsesiones". Por eso el doctor Moridis la impulsa a pintar, a sacar fuera su obsesión en un intento de escamotearse al destino que tan de cerca parece perseguirla. No pudo vivir lo suficiente para saber si su pintura la salvó de la herencia familiar. Finalmente se encontró con su destino en una sala de duchas que conducía directamente a una chimenea.

Poco antes de ser deportada desde Villefranche-sur-Mer, primero al campo de Drancy y finalmente a Auschwitz, Charlotte le entrega toda su obra al doctor Moridis indicándole que la cuide porque es toda su vida. Tras varios cambios de propietario, llegará por fin a manos de su padre, Albert Salomon, quien tardará muchos años en abrir la maleta y encontrarse con toda la vida de su hija. 

El libro de David Foenkinos cuenta todo esto y, en ese sentido, resulta atractivo. La vida de Charlotte Salomon es muy interesante, hacer con ella una obra (no sé muy bien si clasificarla de novela) que no lo fuera, resultaría difícil y sería imperdonable. Por supuesto, me ha gustado más, mucho más, que "La delicadeza". De haber sido esta la primera obra del autor que hubiera leído, no lo hubiera descartado. 

Hay más cosas que me resultan interesantes en "Charlotte" aparte de la propia vida de la artista. El cómo el autor se mete en la obra y nos va relatando su propia admiración por la pintora y los lugares en los que transcurrió su vida, me ha resultado contundente. Es como la prueba que falta para darnos cuenta de que Charlotte no es solo un personaje en un libro, aunque este libro sea el de la Historia. Es un ser real que vivió en un barrio y caminó por sus calles y asistió a la escuela y formó parte de este mundo en la peor época posible. "He paseado muchas veces por esa calle.

Incluso antes de saber de Charlotte, me gustaba su barrio.

En 2004, quise ponerle de título a una novela Savignyplatz.

Ese nombre me retumbaba por dentro de forma peculiar.

Algo me atraía y no sabía qué".

"Un día entré en su escuela.

Unas muchachas corrían por el vestíbulo.

Pensé que Charlotte podía estar aún entre ellas".

David Foenkinos

Y sin embargo... Sí, a pesar de todo, hay un pero, un sin embargo. Fijándose en las citas que traigo a esta entrada se da uno cuenta enseguida de que hay demasiados puntos y aparte. Las frases son muy cortas, demasiado. El propio autor lo explica en una de esas incursiones que hace a lo largo de su libro. "Empezaba, probaba, luego renunciaba.

No conseguía escribir dos frases seguidas.

Me quedaba varado en todos los puntos.

Imposible progresar.

Era una sensación física, una opresión.

Sentía la necesidad de poner punto y aparte para respirar.

Entonces caí en la cuenta de que había que escribirlo así.".

No sé si había que escribirlo así. Puede que sí. Pero a mí me hubiera gustado más a base de frases más largas, párrafos más reflexivos, más profundidad en el tema, y pienso si el autor, que me pareció bastante superficial aunque con pretensiones en "La delicadeza", no habrá pecado aquí también de una falta de profundidad y habrá acudido a la frase corta para simplificar una historia difícil. También puede ser que mis prejuicios tras "La delicadeza" me impulsen a buscar pegas a un libro que no los tiene. No lo sé. Lo que si sé es que algunos de sus puntos y aparte son incomprensibles y constituyen incluso una falta a las leyes de la puntuación; parten en dos frases completas. Sirvan de ilustración estos dos ejemplos:

"Cuando queda claro que no hablas su idioma.

Nadie más intenta hablar contigo". 

"Es lo único que pueden conservar.

Cuando ya no le queda a uno nada más".

 

Pero repito que no lo sé. Tal vez sea una de mis manías y la historia esté así perfectamente escrita y sea la mejor manera de llegar al lector con golpes contundentes. La verdad es que el libro me reconcilia con Foenkinos hasta cierto punto y ya no descarto volver a leer algo suyo, posiblemente "La biblioteca de los libros rechazados" que, tras ver la película, me ha causado tanta curiosidad.

Dejo aquí el enlace en el que se pueden ver todas las pinturas de "¿Vida? o ¿Teatro?". Recomiendo echar un vistazo. No solo era toda su vida, sino también parte de las de sus padres, abuelos, tíos... De esa página he sacado las pinturas con las que ilustro esta entrada. 

Para terminar, no me resisto a poner unas fotos de Charlotte con sus abuelos y con su padre.

Charlotte con sus abuelos

Charlotte con su padre

Título del libro: Charlotte

Autor: David Foenkinos
Nacionalidad: Francia
Título original: Charlotte

Traducción: María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego

Editorial: Alfaguara

Año de publicación: 2018

Año de publicación original: 2014

Nº de páginas: 216