Dos de... Anne Tyler


En esta nueva entrega de mi sección Dos de... traigo dos novelas de una autora que ya se está convirtiendo en una de mis favoritas. Afortunadamente me quedan muchas novelas suyas por leer. Su capacidad para analizar a la familia como institución y a sus miembros como personas independientes, me ha ido cautivando y ahora estoy totalmente rendida. No os la perdáis si, como a mí, os interesa hacer la autopsia a la familia y sus relaciones.


"Historia de una trenza" Anne Tyler

Esto ocurrió en marzo de 2010, cuando la estación de ferrocarril de Filadelfia todavía tenía uno de esos paneles informativos en los que las vías de los distintos trenes se iban anunciando con rollos de letras que se sucedían en el panel con un clic clac. Serena Drew estaba plantada delante del panel, esperando muy atenta a que apareciera el siguiente tren con destino a Baltimore. ¿Por qué tardaban tanto en indicar el andén en aquella estación? En Baltimore informaban a la gente con mucho más tiempo.

Al lado tenía a su novio, que estaba bastante más relajado. Tras echar un único vistazo al panel informativo, se puso a mirar el móvil. Negó con la cabeza al leer un mensaje y luego pasó al siguiente.


Así empieza Historia de una trenza. Serena y su novio esperan en la estación de Filadelfia al tren que los devolverá a Baltimore. Serena acaba de conocer a la familia de James. En la estación cree reconocer a su primo Nicholas y James no puede creer que no esté segura de si es o no su primo. La pareja terminará comparando las familias de ambos, muy unida la de James, bastante más desapegada la de Serena.

«[...] nosotros estamos muy desperdigados. El tío David, aquí arriba, en Filadelfia; la tía Alice, en un pueblo de Baltimore, en vez de en la ciudad…
—¡Uau! ¡Claro, en un pueblo perdido del mismo estado, qué lejos! —James le dio con el codo en las costillas.
—Me refiero a que únicamente nos vemos en bodas, funerales y cosas así —insistió Serena. Hizo una pausa y reflexionó—: Y ni siquiera en todos. Pero no sé por qué, la verdad.
—Tal vez haya algún oscuro secreto perdido en el pasado de la familia.
—Puede.
—Quizá tu tío sea republicano. O tu tía pertenezca a alguna secta». 

Y sí, como dice ese inicio, esto sucedía en 2010, y si creemos que Serena y James van a ser protagonistas de la historia, nos hemos equivocado totalmente. Serena volverá a salir, pero sin ninguna importancia, más allá de la de sus otros primos (alguno de ellos alcanzará más protagonismo), y James... bueno, no quiero que me acusen de destripar historias así es que ahí lo dejo. 

En el segundo capítulo retrocedemos a 1959, a las primeras vacaciones que los Garrett disfrutaron. Entonces las chicas, Alice y Lily eran ya adolescentes, mientras que David era un niño de siete años. Partiendo de esas primeras vacaciones en el lago Deep Creek, cada capítulo nos irá narrando historias de la familia a saltos. Entre capítulo y capítulo pasan varios años. Es como si fueran una sucesión de relatos aunque protagonizados por los mismos personajes y en los que se nos van contando algunos sucesos acontecidos en las elipsis que se dan entre ellos. 

En esa historia a saltos, recorreremos en orden 1959  1970, 1982, 1990, 1997, 2014 y 2020. En todos esos años iremos viendo distintos episodios de la historia de los Garrett: un cumpleaños, un ingreso en la universidad, las bodas de oro de los padres, Robin y Mercy... Estamos ante una historia familiar sencilla, sin acontecimientos especiales, más allá de los de cualquier familia normal: las ansias de independencia de Mercy, el desapego de David desde que se fue a estudiar a Filadelfia, las diferencias casi irreconciliables de Alice y Lily, la bonhomía de Robin... No hay diferencias irreconciliables, no hay traumas del pasado demasiado evidentes, pero poco a poco, con el transcurrir de los años, algunos hechos de ese pasado irán manifestando la importancia que pueden haber tenido. 

Me pregunté durante buena parte del libro a qué podía deberse su título, hasta que ya casi al final aparece este diálogo que me desveló el misterio: 

«—¿Cómo se llama esa trenza que empieza casi en la frente y va bajando pegada a la cabeza? —le preguntó David a Greta una noche mientras se preparaban para ir a la cama.
—¿Pegada a la cabeza?
—Emily la llevaba muchas veces. Empieza con dos mechones pequeños cerca de las sienes, finos y muy tirantes, que se van uniendo a otros mechones más gruesos conforme bajan.
—Ah, una trenza de raíz —dijo Greta.
—Exacto. Y luego, cuando se las deshacía, el pelo le quedaba ondulado, como si mantuviera los restos de unos garabatos durante horas y horas».

Imagino que esa es la trenza francesa a la que hace referencia el título original de la novela. Esos restos de garabatos que quedan cuando se deshace esa trenza, bien pueden ser los restos que quedan en cada persona de los hechos del pasado. 

Es esta una novela de esas a las que Anne Tyler nos tiene acostumbrados. Historias de familias, maravillosas historias de familias a las que nunca puedo resistirme y a las que os recomiendo que no os resistáis a poco que el tema os fascine como a mí. Porque el tema me gusta, pero es que ella lo trata como nadie y en novelas tan entretenidas que cuesta soltarlas de las manos. 

Y termino con una de esas citas a las que también soy incapaz de resistirme:

«—Pues así es como funcionan las familias. Eso es lo que hacen unos parientes por otros: esconder algunas verdades incómodas, permitir unos cuantos autoengaños. Pequeños detalles cariñosos.
—Y pequeñas crueldades —apuntó David.
—Y pequeñas crueldades —coincidió Greta».


"Tres días de junio" Anne Tyler

«Yo soy la persona que tus padres tardaron en aceptar. No era lo bastante dada a los abrazos y las muestras de afecto.

—Oye, oye, que les caías muy bien —me dijo.

Me fijé en que no dijo: "Te querían mucho" […]

Si mis padres aprobaron nuestro matrimonio porque Max bebía los vientos por mí, es probable que los padres de Max no lo aprobaran justamente por la misma razón. Su hijo había llevado a casa a aquella chica fría y distante que, según él, no podía hacer nada mal. Afirmaba que era el hombre más afortunado del mundo solo por haber conseguido que una chica así se fijara en él. Ahora entiendo el punto de vista de sus padres. Pero entonces no.

Y casi puedo garantizar que, si hubiesen vivido lo suficiente para ser testigos del divorcio, le habrían dicho a Max: "¡No nos sorprende!"».


Esta novela tiene puntos en común y también diferencias con la anterior por lo que creo que se complementan perfectamente. Escrita tres años después, reduce los sesenta años en los que transcurre Historia de una trenza, a los tres días de junio a los que alude el título de esta última. Aunque es algo engañoso porque en esos tres días, Gail, la narradora y protagonista, recuerda muchas cosas de su vida, con lo que la historia se dilata en el tiempo unos cuantos años y narra unos cuantos sucesos del pasado de los protagonistas. 

Si Historia de una trenza estaba narrada por un narrador omnisciente que contaba los hechos desde el punto de vista de los distintos miembros de la familia, en este caso, la narración en primera persona hace que todo lo veamos desde el prisma de Gail. Es ella la que nos narra el día antes, el día D y el día después de la boda de su hija. Y junto a los acontecimientos que rodearon esa boda, sus problemas laborales, su noviazgo con Max, sus problemas conyugales, su divorcio, las dudas de su hija Debbie ante su matrimonio del día siguiente... 

Por lo que se refiere a los tres días del presente, la visita de Max, su exmarido, que viene a la boda de su hija, en cuya casa pensaba hospedarse, se complica por el hecho de que viene acompañado de una gata. La alergia del novio a los gatos hace que Max tenga que quedarse en casa de Gail. Esa estancia de su exmarido en su casa cambiará muchas de las ideas que Gail tenía sobre él. Por no hablar de lo que la gata conseguirá en el ánimo poco dado a mascotas de la mujer. «—Es una gata anciana que tenía una mujer muy mayor, y ahora resulta que la mujer ha muerto y la gata está de duelo. Se me ocurrían muchas preguntas que formularle, pero pensé que no valía la pena. Me incliné hacia delante para ver mejor a la gata».

La inesperada convivencia entre Gail y Max, la boda de la hija complicada por un problema que surge justo la víspera y la forma en que Debbie reacciona a ello, traerá a Gail recuerdos que explicarán su divorcio y analizarán la necesidad de olvidar y perdonar. 

«—Creo que, debido a tu propia experiencia, estás empecinada en que el hombre que se vea en esa situación tenga que acatar las consecuencias.
—¡Mi experiencia! Pero ¿de qué hablas?
—No me chupo el dedo, ¿sabes? Nunca os he preguntado los detalles y no voy a hacerlo ahora. Sinceramente, no quiero saberlo. Pero te diré una cosa: he aprendido de sobra lo que no debo hacer. Me niego a ser una de esas mujeres que guardan rencor eternamente. Que no saben perdonar a sus maridos por un desliz estúpido».

Pero las cosas no son como parecen, al menos no como le parecen a Debbie. 

Si Historia de una trenza tiene casi trescientas páginas, Tres días de junio es la novela menos extensa de cuantas le he leído a la atora. Con algo menos de doscientas le basta para condensar una historia tan intensa como todas las que nos cuenta Anne Tyler. Poco extensa, pero muy intensa, como digo, y tan apasionante como todas las demás.

Novelas de Anne Tyler leídas, con año de lectura y enlace a la reseña.
"El hilo azul" (2024)
"Historia de una trenza" (2025)
"Tres días de junio" (2025)

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