"Esa puta tan distinguida" Juan Marsé

La novela empieza con una entrevista. Una entrevista ¿con quién? Tal vez con el autor de la novela que tenemos entre manos, o sea, Juan Marsé; o tal vez con el protagonista de la novela que tenemos entre manos y autor del guión del que trata la misma. Aunque ¿son dos personas distintas? ¿Está el protagonista inspirado en el propio Juan Marsé, aunque no sea él mismo? ¿Es la novela autobiográfica? ¿Es el protagonista Juan Marsé aunque la novela no sea exactamente autobiográfica? Todas estas dudas me asaltan mientras voy leyendo y me voy adentrando en la trama de esta curiosa historia. Aunque ¿importa realmente quien es quien?
La novela empieza con una entrevista, decíamos. Una entrevista sin preguntas. Debemos inferir éstas a partir de las respuestas que es lo único que se nos da, y de las respuestas, además de las preguntas, inferimos que tiene su parte autobiográfica, por datos vitales: "Hijo adoptivo y de incierto origen biológico"; por ciertas actitudes que le conocemos al autor: "Soy algo más que laico, soy decididamente anticlerical. Mientras la Iglesia católica no pida perdón por su complicidad con la dictadura franquista, declararme anticlerical es lo menos que puedo hacer"; por algún episodio sabido: "Decliné la invitación. Como Groucho Marx, nunca aceptaría ser miembro de una Real Academia de la Lengua que me aceptara como miembro".
La novela supone un ajuste de cuentas con la memoria. Estamos en 1982 y un escritor recibe el encargo de escribir un guión sobre unos hechos acaecidos en 1949, en plena posguerra porque en España la posguerra duró hasta casi los años sesenta. Estamos en una época en que las mujeres se metían a putas para mantener a los hijos o a los maridos enfermos o, como en el caso de Carolina Bruil Latorre, empujada por su amante, un antiguo excombatiente de la División Azul y a la sazón alcalde de barrio y chulo falangista. Es la época en que las putas se lo hacen en la cabina de proyección de un cine de barrio por un café con leche y unos churros, mientras abajo, en el patio de butacas, los adolescentes observan, con la boca abierta y en plena erección, cómo Gilda desnuda su brazo al son de la música, en una de las escenas más eróticas que ha dado el cine en toda su historia.
El 11 de enero de 1949, Carolina Bruil se acerca hasta el cine Delicias para tener un encuentro sexual y cafetero con el proyeccionista Fermín Sicart Nelo quien la asesinará estrangulándola con un trozo de celuloide. 
Estos son los hechos sobre los que nuestro protagonista, más de treinta años después, en el
verano de 1982, tendrá que escribir un guión para el productor, "un prepotente y temible mercachifle llamado Moisés Vicente Vilches" y el director, "una vieja y distinguida gloria del más internacional cine español de los años cincuenta, Héctor Roldán"
En 1982, la memoria de los españoles ha tenido que tomar unas vacaciones, ha tenido que dar paso a la desmemoria que ha propiciado una transición pacífica, al menos una parte de los españoles ha tenido que olvidar afrentas y agravios para poder poner en marcha un país más allá del franquismo y sus secuelas. Héctor Roldán, un hombre con "el puño siempre en alto, [...] quería que la sórdida historia del crimen del cine Delicias se viera en el film como el claro trasunto de un país encanallado por la dictadura, un reflejo de la miseria moral y política del Régimen que habíamos enterrado cuatro años atrás". Pero no quiere argumento, no quiere una narración de los hechos, quiere "sustituir el argumento por la verdad desnuda", quiere ir "mucho más allá de la denuncia".
El autor tiene dudas y recelos, pero necesita el dinero, la novela tras la que anda no acaba de salirle y el autor aceptará escribir el guión.
Al leer los informes policiales, como primera tarea en su investigación, se encontrará con una historia sórdida, cutre, de España de posguerra. La historia de una joven actriz de varietés, con un marido comprometido políticamente; una esposa que para ayudar a su marido inicia una relación con el falangista alcalde de barrio Ramón Mir Altamirano que terminará por lanzarla a la prostitución. Esta es la pobre mujer que terminará con una cinta de celuloide alrededor del cuello en una noche fría y lluviosa de enero; la misma cinta de celuloide en la que los adolescentes creían que estaban las escenas con los desnudos censurados de Gilda, la cinta de celuloide que Carol se disponía a lanzarles como regalo unos minutos antes, la cinta que, finalmente, demostraría que lo único que Rita Hayworth desnudaba en la película era su precioso y bien torneado brazo derecho mientras canta "Put the Blame on Mame".

                            

También al leer los informes policiales, el autor se encuentra con la paradoja de que el asesino, Fermín Sicart, si bien recuerda perfectamente haber estrangulado a Carolina con la cinta de celuloide, no recuerda los momentos inmediatamente anteriores, por lo que no se sabe cuál pudo ser la motivación para el crimen, pero para compensar el desconocimiento cuenta con un testimonio impagable: Fermín Sicart sigue vivo. O podría contar con el testimonio, si Fermín hubiera recuperado la memoria, pero tras pasar en la cárcel un tercio de los treinta años de condena, Fermín Sicart, es un jubilado que da largos paseos, juega a
Juan Marsé
la petanca y sigue tan desmemoriado acerca de lo que le pudo impulsar a matar a Carolina como declaró en el momento de la instrucción y en el juicio.

A lo largo de todo el verano, se sucederán las conversaciones entre el autor y el aún desmemoriado Fermín Sicart. Con el calor, la cerveza y el whisky, bajo el parasol de la terraza desde la que se divisa un escenario que nos imaginamos hermoso y urbano como suelen ser los escenarios desde altas terrazas en grandes ciudades. A lo largo del verano, Fermín Sicart nos irá contando aquella vida mísera, hostil y rencorosa de 1949, aquella vida que no hacía ni un derroche con los personajes a los que la Victoria les había pillado de través. Y es que el autor está convencido de que "la película no estaba en los informes de la policía ni en las actas del proceso, la película estaba en la memoria esquilmada de Fermín Sicart, incluidas sus propias reservas y mixtificaciones". Allí es donde el guionista busca las claves de la película, en lo mucho que recuerda Fermín de la época y sus miserias, en lo poco que recuerda Fermín de las causas del asesinato, en la esquiva memoria "esa puta tan distinguida" que nos burla y engaña y, con el paso de los años hace que lo que fue sea más bien algo que se le parece, que lo que recordamos no sea lo que fue, pero se haya convertido en lo que es, porque ¿qué tiene más importancia? ¿la realidad del pasado que ya ni recordamos o la falsedad que recordamos y que nunca fue realidad?
Finalmente, también la película se vuelve esquiva y, tras un cambio de director, se acaba convirtiendo en "Los ciegos amores de Manolita", un producto morboso, pseudoerótico y pseudopsicológico, donde lo único que se podría criticar es el gusto echado a perder de ciertos artistas y de cierto público. Para entonces, Juan Marsé ha hecho la crítica que quería, nos ha mostrado el mundo que deseaba mostrar y nos ha dado varias claves de su carrera y de sus desengaños con el mundo del cine.
Escrita con sencillez, en algunos capítulos al modo de un guión cinematográfico, la novela se hace eco de unas circunstancias sociales, de una época que tan recurrente ha sido en la obra del autor desde que nos contara las peripecias del Pijoaparte en la maravillosa "Últimas tardes con Teresa". No es su mejor  novela, pero no me hubiera perdonado habérmela perdido.



Comentarios

  1. Menudo jaleo con la entrevista, jeje. Este no me lo apunto, no termina de convencerme. Besos

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    1. Pues es una entrevista muy curiosa. Al principio te choca, pero enseguida vas pillando el punto y te salen las preguntas solas con solo leer las respuestas. Interesante.
      Un abrazo.

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  2. No he leído nada de Juan Marsé. He estado a punto en varias ocasiones pero al final siempre se me ha cruzado otra lectura. Me gustan las novelas con tintes autobiográficos pero hay otros títulos del autor que me llaman más que este, así que creo que empezaré por alguno de ellos.
    Besos

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    1. La verdad es que tiene novelas más interesantes que ésta. Yo he leído casi todas sus novelas y después de eso, ésta es un complemento perfecto, pero si no has leído nada de él, tiene cosas más típicas y características. Es un gran autor.
      Un beso.

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  3. Tienes razón, no es la mejor novela de Juan Marsé, pero se lee muy bien y resulta curiosa. Yo me he quedado muy satisfecha después de su lectura. Un beso

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    1. A mí me ha gustado, creo, más de lo que esperaba en principio. Sigue fiel a sus premisas. Es el complemento ideal a todo lo ya leído de Marsé.
      Un beso.

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  4. Comparto las opiniones de Marsé a 100% y he leído unas cuantas novelas suyas. Así que ésta la añado a la lista.
    saludos

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    1. Yo también estoy de acuerdo con Marsé en todos sus planteamientos. Me parece un hombre muy honrado y sincero y que haya rechazado en más de una ocasión formar parte de la Academia, nos dice mucho acerca de su total ausencia de aspiraciones a la fama.
      Un abrazo.

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  5. No tengo claro si el libro me parecería interesantísimo o un tostón. Quizás demasiados pretextos para hablar en realidad de un tema histórico y político, que es lo que el autor pretendía mostrar. Creo que, por si acaso, lo dejo pasar.

    De todas formas tu reseña, como siempre, ha sido brillante. Gracias, Rosa :))

    ¡Un beso y feliz domingo!

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    1. Yo creo que la historia, siendo pretexto para hablar de determinadas situaciones, como toda novela por otra parte, es una historia muy medida y con la que trata una serie de temas muy importantes para el autor. Si, como lector, te interesan esos mismos temas, disfrutarás mucho con la novela, si no, te puede resultar un tanto rollo.
      Gracias por tus palabras, Julia y feliz domingo (languideciente ya) también para ti.

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  6. Me pasa como a Julia, no sé si me engancharía absolutamente o se me haría pesado, pero me ha llamado la atención.
    Un besito.

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    1. Entiendo que con este libro pueda pasar que te atrape o que te aburra. Todo depende, como le digo a Julia, de lo que te interesen los temas tratados.
      Un abrazo.

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  7. Me gusta Juan Marsé, y como a ti, me pareció maravillosa Últimas tardes con Teresa. Esta novela pinta bien y es muy probable que la busque para leerla, aunque se acumulan ya tantos libros que me faltan varias vidas más para acometer el empeño de devorarlos todos. Como siempre, muy completo el resumen que haces del libro. Un beso, Rosa.

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    1. La novela es muy típica de Marsé y, si te gusta, no debes dejar de leerla. Ya sé lo que pasa con el tiempo y la falta de vidas. Habrá que leer todo lo que se pueda en ésta porque de otra no me fío nada.
      Un beso.

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  8. Agradecido por tu reseña.
    parece ser otro libro que nos narra, o al venos nos hace vislumbrar algunas de las miserias humanas en la postguerra civil. donde como en todas, los vencedores abusan de forma ruin del vencido.
    Pero no me queda claro al final si se trata de un libro autobiográfico donde se nos cuenta el desarrollo de una investigación sobre el asesinato de esa "pobre puta distinguida" o una visión personal de la época por parte del autor, tomando como referencia el asesinato de esta pobre mujer.
    Un beso.

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    1. Yo creo que tiene mucha parte tomada de la realidad. Él ha trabajado mucho en guiones de cine. Yo también me lo pregunté, pero llegó un momento en que decidí que me daba igual. La historia es buena, está bien contada y disfruté leyéndola. Creo que el resto no importa mayormente.
      Un abrazo.

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  9. Caramba Rosa, qué excelente reseña para tan curiosa historia. Me he entretenido de lo más aunque no vaya a parar a mi lista de pendientes. El único que, creo, he leído de Marsé es el de Caligrafía de los sueños (me gustó bastante).
    Del que nos traes, déjame que trivialice un poquito diciéndote que la p... será distinguida, pero no es que resulte muy 'sexy' su ropa ;-)
    ¡Besos, amiga! Feliz tarde de domingo

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Soy una fiel seguidora del autor desde que leí "Últimas tardes con Teresa". He leído casi todo.
      Respecto a lo que dices de la ropa, tienes razón. Me encanta la portada porque no es nada complaciente. Habla de una puta y no pone la foto de una chica preciosa con un cuerpazo, sino una puta de las que andaban ganándose la vida por la calle en aquellos años tan oscuros.
      Un beso, Chelo. A ti ya te tengo que desear feliz noche de domingo. La tarde casi se nos fue.

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  10. Con Juan Marsé tengo sentimientos encontrados, aún no sé decidir si me gustó "Últimas tardes con Teresa" y eso que la leí hace muchos años. Es un autor, para mí, difícil de leer. Ese enigma que planteas al principio, si es una autobiografía o está contando otra historia es un buen ejemplo de lo que me pasa cuando le leo.
    Quizás ponga esta novela en la lista de futuras lecturas, o quizás no....
    Un beso y gracias por tan buena reseña.

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    1. Pues desde que leí "Ultimas tardes..." me hice adicta al autor. Creo que en su obra hay mucho de autobiografía, recuerdos, realidades ajenas... pero da lo mismo. Lo importante es disfrutar con sus novelas. No me parece que sea difícil de leer más allá de que los ambientes y los episodios que narra suelan ser demasiado reales y poco alegres.
      Un beso y gracias por tus palabras.

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  11. Como bien dices, el autor de "Últimas tardes con Teresa" tiene todo mi crédito por esa obra que leí en su día con verdadera fascinación, pero esas primeras páginas me tiran para atrás donde evidentemente se entrevista a sí mismo (¿no es un tanto pretencioso?) me tiran para atrás.
    La historia después, tal y como lo describes suena interesante. Aunque últimamente cuando quiero leer algo ambientado en la posguerra me voy directamente a las obras que se publicaron en aquella época, que a pesar de la censura se pueden leer entre líneas y son más auténticas, a mi modo de ver. Pienso en "Nada" o "Tiempo de silencio", por ejemplo.
    Estupenda reseña, Rosa, como siempre.
    Un saludo.

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    1. En realidad la entrevista se le hace al personaje protagonista de la novela, que yo creo que tiene partes de Marsé, pero no es exactamente Marsé.
      A mí me gusta leer novelas escritas en aquellos tiempos, pero también me interesa ver cómo se ven aquellos tiempos desde ahora. Esto sería un mixto: escrito ahora, pero por alguien que vivió entonces.
      "Nada" y "Tiempo de silencio" son dos obras maestras de nuestra literatura de las que ponen los pelos de punta cada vez que las lees como si fuera la primera, pero "Últimas tardes..." no tiene mucho que envidiarles (si tiene).
      Un abrazo.

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  12. Yo creo que esta la dejarè pasar porque hay un par de elementos que me seràn muy confusos. Me gusta, sin embargo, lo històrico que conlleva pero sospecho que me distraerìa mucho aquello de realidad vs ficciòn o los capìtulos escritos a modo d guiòn.

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    1. No se puede leer todo y a veces hasta es un placer pasar de un libro y pensar que ése, al menos, no engrosará nuestra interminable lista de pendientes.
      Un beso.

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  13. No he leído al autor, pero ya tenía decidido con qué libro me estrenaría con él, Últimas tardes con Teresa, he leído varias reseñas y me parece una lectura atractiva. Y ahora no sé porque esta novela que nos presentas es tan origional, me atraen las historias originales, diferentes y esta lo parece.
    Un besote.

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    1. "Últimas tardes con Teresa" fue la novela que le dio la fama. Para ser de 1966 es una novela original e innovadora. Esta que yo he reseñado, es mucho más ligera, pero sí que está escrita de una forma original y trata un tema curioso. Cualquiera de las dos, creo que es buena para iniciarse en este escritor. A mí me gusta mucho desde hace mucho tiempo.
      Un beso.

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  14. Rosa,
    Yo de Marsé solo he leído "Últimas tardes con Teresa" y no tengo muchos recuerdos, así que no sé si es porque lo leí hace mucho tiempo o porque no me gustó.
    No sé el motivo pero no es un autor que me llame mucho la atención, supongo por desconocimiento, a pesar de que tu reseña es fantástica, con todos los detalles perfectamente contados, no es una temática que en este momento me apetezca leer.

    Un abrazo

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    1. Como he dicho en algún comentario anterior, es imposible sacar el tiempo que desearíamos para leer tantas cosas. Nos falta para lo que nos apetece, y no te cuento lo que no nos lama mucho la atención. Casi se agradece que haya libros que no dan ganas.
      Yo he seguido mucho al autor y he leído casi todos sus libros. Me gusta mucho y coincido bastante con él en sus posiciones sobre la religión, la política, etc.
      Un abrazo.

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  15. Hola Rosa:
    Estupenda tu reseña sobre "Esa puta tan distinguida". Me ha encantado leerla ahora, después de haber leído yo la novela e incluso después de haber hecho mi reseña. Qué envidia me ha dado esa frase, que suscribo plenamete, con la que cierras tu crítica: "No es su mejor novela, pero no me hubiera perdonado perdérmela". Sí, así es. Me ha encantado leerla y me habría sabido mal el perdérmela. Nada que ver con mi desafortunado cierre de post ("Una faena de apaño de un escritor de 84 años") que ahora al reflexionar sobre él me parece injusto y bárbaro.
    De una elegancia exquisita me ha parecido el video de la película "Gilda" que incluyes. Qué maravilla de cinta, lástima que Fermín Sicart la empleara para asesinar. Ahora que pienso lo mismo Marsé está diciéndonos que el franquismo daba a los españoles "Gilda" y con ella nos mataba a los españoles así, sin que nos diésemos cuenta. Desde luego esta novelita tiene más miga de la que en un primer m omento parece.
    Besos

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    1. Adoro a Marsé. He leído todas sus novelas y he visto muchas películas basadas en ellas. Tengo pendiente releer "Últimas tardes con Teresa" y alguna más, pero esa fue la primera y la causante de mi admiración por el autor, y casi no recuerdo nada... pero un personaje llamado Pijoaparte, solo puede salir de una mente brillante.
      Esta no es su mejor novela. No todas las novelas pueden ser obras maestras por muy bueno que sea el autor; no es su mejor novela, pero es muy buena. Me alegro de que, tras reposarla, la valores más, y si he intervenido en ello, me alegro doblemente.
      Un beso.

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