"Francamente, Frank" Richard Ford
La cuarta entrega de la vida de Frank Bascombe, "Francamente, Frank", son cuatro relatos ambientados en los días previos a la Navidad de 2012. El huracán Sandy, el más violento de toda la temporada en 2012 y el segundo en la historia de Estados Unidos después de el Katrina, ha pasado hace tan solo dos meses dejando asolada la costa este. Entre otras calamidades que ha dejado el huracán, también ha derrumbado la casa de Sea-Clift, la mansión en la playa, de cristal y madera de secuoya, ubicada en la costa de New Jersey ante lo que parecía ser un mar benigno y tranquilo; la casa en la que vivió Frank durante años antes de cerrar la agencia inmobiliaria y volver a instalarse en Haddam.
Conocimos a Frank Bascombe hace más de treinta años. Era 1986 y "El periodista deportivo" confirmaba a su autor, Richard Ford, como uno de los grandes escritores estadounidenses. En aquella primera entrega de lo que con el tiempo iba a ser "la trilogía de Frank Bascombe", ahora convertida en tetralogía, el personaje tenía treinta y ocho años y trabajaba como periodista deportivo. Catorce años antes había conseguido un montón de dinero vendiendo un libro de cuentos. A pesar de la prometedora carrera que se presentaba ante él, dos años después aceptó un trabajo como periodista deportivo y dejó de escribir. "Durante estos doce años, mi vida no ha estado nada mal y en muchos aspectos ha estado muy bien. [...]Y no cambiaría muchas cosas, si es que cambiaba alguna. Preferiría no estar divorciado y que mi hijo, Ralph Bascombe, no hubiera muerto, pero eso es lo único".
Cuando volvemos a encontrar a Frank, tan solo han pasado dos años en la vida de Frank (diez desde que se publicó el libro anterior). Sigue viviendo de Haddam, pero ya no escribe crónicas deportivas para el periódico, ahora trabaja en una agencia inmobiliaria y mantiene relaciones con Sally. Estamos en vísperas de "El día de la independencia" (premios Pulitzer y Faulkner; el único libro que ha conseguido ambos premios) y Frank va a pasarlo con su hijo Paul, un adolescente para el que su padre ya hace mucho que dejó de ser el héroe de la infancia. Un encuentro que es fuente de toda clase de desconciertos para Frank que no sabe cómo enfrentarse a un chico de quince años al que recientemente han detenido por robar en una farmacia tres cajas de condones extra largos.
En "Acción de Gracias" han pasado doce años. Frank está casado con Sally, lleva ya un tiempo viviendo en Sea-Clift y tiene una agencia inmobiliaria junto a su socio Mike. Ha pasado un cáncer de próstata y está esperando poder pasar el día de Acción de Gracia junto a sus hijos Clarissa y Paul, aunque no tiene muy claro que eso vaya a ser posible.
"Francamente, Frank" es, por ahora al menos, la última aventura o, mejor dicho, las últimas cuatro aventuras del personaje, porque el libro consta en realidad de cuatro relatos y, siguiendo las fechas memorables del calendario estadounidense a las que el autor nos tiene acostumbrados, lo podría haber titulado "Navidad". Las cuatro historias tienen lugar en las fechas previas a la Navidad de 2012, cuando el huracán Sandy está aún muy presente en los habitantes de la costa Este. "Un segmento bastante grande de la población de Haddam (republicana por tradición y en los últimos tiempos neciamente partidaria del Tea Party) cree que el presidente o bien provocó personalmente el huracán Sandy, o bien, como mínimo, lo dirigió desde su «búnker subterráneo» de Oahu, para conducirlo hasta la costa de Jersey, donde había muchos italoamericanos de derechas (en realidad no los hay) absolutamente decididos a votar por Romney, sólo que sus casas volaron por los aires y ya no pudieron presentar el certificado de residencia". Así es Frank, irónico, crítico, demócrata... Se refiere en este párrafo a las elecciones presidenciales que le dieron a Obama su segunda victoria, frente a Mitt Romney, y que tuvieron lugar apenas dos semanas después del huracán.
Discurso con motivo de la entrega del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016
Frank ha vuelto a vivir a Haddam tras cerrar la agencia inmobiliaria y vender su casa de Sea-Clift. Tiene ya sesenta y ocho años y está jubilado. Sigue casado con Sally y sigue siendo ese personaje incómodo que ha sido a lo largo de toda la serie; el personaje del que se vale Richard Ford para decir lo que muchos querrían y no se atreven. Todo encuentra lugar en el afilado espíritu crítico de Frank, todo lo ve a su manera, no siempre políticamente correcta, y de todo hace burla; de sí mismo para empezar, porque como ha dicho el autor en varias ocasiones "si las cosas no resultan graciosas, no son realmente serias". Y Frank, siguiendo la máxima, lleva riéndose de todo y de sus más tristes experiencias desde hace veintisiete años.
Ahora hace la vida propia de un jubilado. Lee todas las semanas para los ciegos en una emisora local y "viajo una vez a la semana al aeropuerto Liberty de Newark con un grupo de veteranos, para dar la bienvenida a los soldados que, cansados y perplejos, vuelven a casa de Irak y Afganistán después de su periodo de servicio", mientras Sally, su mujer, se vuelca en la ayuda a los más afectados por el huracán.
Para él el huracán no es un desastre, o no solo un desastre. Es también una manera que tiene el mundo de cobrarse lo que es suyo, de volver a su ser, de ponerlo todo en cuestión y demostrarnos la poca importancia que tiene una casa una vez desaparece. Una vez desaparecida su vivienda, o mejor dicho, la que le vendió a Arnie hace ocho años, y las que la rodeaban, el espacio se vuelve a configurar como siempre deparando un hermoso panorama y el mar se vuelve a enseñorear de todo, vuelve a ser el señor del espacio como lo fue desde el principio de todas las cosas. "Hay argumentos en favor de un buen huracán que no se anda con chiquitas, arrasando la vida para ponerla de nuevo en perspectiva".
Frank es un adorable tocapelotas, un ingenuo malicioso, un escéptico optimista, un ser dotado de una especial clarividencia para observar y juzgar a sus conciudadanos y a su país. Viene haciéndolo desde 1986 y lo hace con gran precisión, sin concesiones, pero con simpatía. Él ama a su país y, porque lo ama, se siente en la obligación de ponerlo ante sus miserias y sus contradicciones. Es algo que hacen de maravilla los escritores estadounidense. Ya lo he dicho en este blog: pocos escritores aman tanto a su país y pocos son tan crueles en sus críticas hacia el mismo como los de Estados Unidos. La complacencia nunca es un acto de amor.
Frank vive rodeado de gente. Está su mujer y están sus hijos. Ahora también está su ex mujer, pero fundamentalmente, está solo. A lo largo de las cuatro novelas citadas, las personas que lo rodean no dejan de ser detalles accidentales en su vida que vemos como transcurre en soledad; como, por otra parte, mal que nos pese, transcurre la vida de todos. Una inmensa soledad, más o menos compartida con otras soledades, pero soledad en el amplio sentido de la palabra.
Frank ha superado el cáncer de próstata, pero tiene ya una edad en la que hay que evitar riesgos y entre los más evidentes están las caídas; gente mayor que no se recupera de una caída, que se rompió la cadera y no volvió a ser el mismo, que se murió poco después de caerse en el jardín. Y Frank se pregunta "pero ¿de qué altura se cae esa gente, coño? ¿De la azotea de un edificio? ¿De espumeantes cataratas? ¿Por una alcantarilla? ¿Está el suelo más lejos que antes?". Simplemente, Frank.
También se verá enfrentado al deterioro y a las frustraciones de otros. Arnie, el hombre que compró su antigua, y ahora destruida casa en Sea-Clift, quiere que le aconseje acerca de qué hacer con la ruina en que se ha convertido el edificio; su ex-mujer y madre de sus hijos, Anne, con un principio de Parkinson, se ha trasladado a vivir a una residencia muy moderna, y que proporciona cuidados especiales, muy cerca del domicilio de Frank en Haddam; un amigo al que no ve hace años se pone en contacto con él para hacerle partícipe de su muerte inminente; una antigua inquilina de la casa en la que ahora vive con Sally le visita y le pide pasear por la que fue su antigua morada para terminar contándole la historia de lo que había sucedido en aquel espacio, ahora el espacio familiar de Frank, hace ya mucho tiempo. Todo el mundo pretende compartir con Frank sus propias cuitas. Parece que todos necesitan testigos que den fe de que lo que les ocurre, o les ha ocurrido, ha sucedido en realidad. "Es lo que los meapilas están deseando, de la mañana a la noche. Por eso hay cosas tales como «padrinos de boda», «portadores del féretro», «madrinas», «invitados a la ejecución». Todo es más auténtico si lo ven dos".
"Francamente, Frank" podría ser el epílogo de esta historia que es la historia cotidiana de Estados Unidos, la "istoria sin h" que diría un amigo bloguero, la del hombre de la calle. Esa historia que no es más que "la cotidianidad de un individuo pensante, inmerso en las contradicciones que distinguen a un país espacialmente inabarcable como Estados Unidos. Edward Hopper pintó su soledad resignada, Bruce Springsteen le ha puesto música y, de vez en cuando, los hermanos Coen son capaces de filmarla. Richard Ford le ha dado la voz y el nombre de Frank Bascombe" (de la página Anaqueles abarrotados)
No me resisto a la tentación de dejaros aquí algunas citas de la novela que constituyen un ejemplo de la clarividencia de Frank Bascombe que no es otra que la de Richard Ford. Uno de los mejores escritores estadounidenses del momento.
"La vida ya vivida, en especial cuando se llega a la edad adulta, siempre es una cuestión de sobreabundancia que va menguando cada vez más. Sólo que (en mi opinión) esa mengua es tan buena como cualquier cosa que haya ocurrido con anterioridad, además de mucho más sencilla".
"¿Qué no está causado por el estrés? A los veinte años ni siquiera sabía que existía el estrés. ¿Qué ha pasado para que apareciera en este mundo? ¿Por dónde andaba antes? Yo creo que estaba latente en lo que generaciones anteriores consideraban placer pero que ahora ha trastornado todo el vecindario psíquico".
"¿Qué coño tiene de malo sufrir el dolor uno mismo? Cuando murió mi hijo, logré vivir con mi propio dolor".
"Todo el mundo lo sabe todo pero nadie sabe qué hacer con ello".
"No hay una forma adecuada de planificar la vida ni tampoco de vivirla: sólo un montón de formas inadecuadas".
"¿Soy el único ser humano que de vez en cuando piensa que está soñando? Cada vez estoy más convencido".
"La plena revelación es el mito de las clases inquietas. Los que ignoran la historia no están más condenados a repetirla que los enterados, pero es más probable que se sientan más a gusto sobre muchas cosas".
"Lo que no te mata, te hace más fuerte, ¿verdad? Yo no creo en eso, desde luego. La mayor parte de las cosas que no nos matan en el acto nos matan después".
Conocimos a Frank Bascombe hace más de treinta años. Era 1986 y "El periodista deportivo" confirmaba a su autor, Richard Ford, como uno de los grandes escritores estadounidenses. En aquella primera entrega de lo que con el tiempo iba a ser "la trilogía de Frank Bascombe", ahora convertida en tetralogía, el personaje tenía treinta y ocho años y trabajaba como periodista deportivo. Catorce años antes había conseguido un montón de dinero vendiendo un libro de cuentos. A pesar de la prometedora carrera que se presentaba ante él, dos años después aceptó un trabajo como periodista deportivo y dejó de escribir. "Durante estos doce años, mi vida no ha estado nada mal y en muchos aspectos ha estado muy bien. [...]Y no cambiaría muchas cosas, si es que cambiaba alguna. Preferiría no estar divorciado y que mi hijo, Ralph Bascombe, no hubiera muerto, pero eso es lo único".
Cuando volvemos a encontrar a Frank, tan solo han pasado dos años en la vida de Frank (diez desde que se publicó el libro anterior). Sigue viviendo de Haddam, pero ya no escribe crónicas deportivas para el periódico, ahora trabaja en una agencia inmobiliaria y mantiene relaciones con Sally. Estamos en vísperas de "El día de la independencia" (premios Pulitzer y Faulkner; el único libro que ha conseguido ambos premios) y Frank va a pasarlo con su hijo Paul, un adolescente para el que su padre ya hace mucho que dejó de ser el héroe de la infancia. Un encuentro que es fuente de toda clase de desconciertos para Frank que no sabe cómo enfrentarse a un chico de quince años al que recientemente han detenido por robar en una farmacia tres cajas de condones extra largos.
En "Acción de Gracias" han pasado doce años. Frank está casado con Sally, lleva ya un tiempo viviendo en Sea-Clift y tiene una agencia inmobiliaria junto a su socio Mike. Ha pasado un cáncer de próstata y está esperando poder pasar el día de Acción de Gracia junto a sus hijos Clarissa y Paul, aunque no tiene muy claro que eso vaya a ser posible.
"Francamente, Frank" es, por ahora al menos, la última aventura o, mejor dicho, las últimas cuatro aventuras del personaje, porque el libro consta en realidad de cuatro relatos y, siguiendo las fechas memorables del calendario estadounidense a las que el autor nos tiene acostumbrados, lo podría haber titulado "Navidad". Las cuatro historias tienen lugar en las fechas previas a la Navidad de 2012, cuando el huracán Sandy está aún muy presente en los habitantes de la costa Este. "Un segmento bastante grande de la población de Haddam (republicana por tradición y en los últimos tiempos neciamente partidaria del Tea Party) cree que el presidente o bien provocó personalmente el huracán Sandy, o bien, como mínimo, lo dirigió desde su «búnker subterráneo» de Oahu, para conducirlo hasta la costa de Jersey, donde había muchos italoamericanos de derechas (en realidad no los hay) absolutamente decididos a votar por Romney, sólo que sus casas volaron por los aires y ya no pudieron presentar el certificado de residencia". Así es Frank, irónico, crítico, demócrata... Se refiere en este párrafo a las elecciones presidenciales que le dieron a Obama su segunda victoria, frente a Mitt Romney, y que tuvieron lugar apenas dos semanas después del huracán.
Discurso con motivo de la entrega del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016
Frank ha vuelto a vivir a Haddam tras cerrar la agencia inmobiliaria y vender su casa de Sea-Clift. Tiene ya sesenta y ocho años y está jubilado. Sigue casado con Sally y sigue siendo ese personaje incómodo que ha sido a lo largo de toda la serie; el personaje del que se vale Richard Ford para decir lo que muchos querrían y no se atreven. Todo encuentra lugar en el afilado espíritu crítico de Frank, todo lo ve a su manera, no siempre políticamente correcta, y de todo hace burla; de sí mismo para empezar, porque como ha dicho el autor en varias ocasiones "si las cosas no resultan graciosas, no son realmente serias". Y Frank, siguiendo la máxima, lleva riéndose de todo y de sus más tristes experiencias desde hace veintisiete años.
Ahora hace la vida propia de un jubilado. Lee todas las semanas para los ciegos en una emisora local y "viajo una vez a la semana al aeropuerto Liberty de Newark con un grupo de veteranos, para dar la bienvenida a los soldados que, cansados y perplejos, vuelven a casa de Irak y Afganistán después de su periodo de servicio", mientras Sally, su mujer, se vuelca en la ayuda a los más afectados por el huracán.
Para él el huracán no es un desastre, o no solo un desastre. Es también una manera que tiene el mundo de cobrarse lo que es suyo, de volver a su ser, de ponerlo todo en cuestión y demostrarnos la poca importancia que tiene una casa una vez desaparece. Una vez desaparecida su vivienda, o mejor dicho, la que le vendió a Arnie hace ocho años, y las que la rodeaban, el espacio se vuelve a configurar como siempre deparando un hermoso panorama y el mar se vuelve a enseñorear de todo, vuelve a ser el señor del espacio como lo fue desde el principio de todas las cosas. "Hay argumentos en favor de un buen huracán que no se anda con chiquitas, arrasando la vida para ponerla de nuevo en perspectiva".
Frank es un adorable tocapelotas, un ingenuo malicioso, un escéptico optimista, un ser dotado de una especial clarividencia para observar y juzgar a sus conciudadanos y a su país. Viene haciéndolo desde 1986 y lo hace con gran precisión, sin concesiones, pero con simpatía. Él ama a su país y, porque lo ama, se siente en la obligación de ponerlo ante sus miserias y sus contradicciones. Es algo que hacen de maravilla los escritores estadounidense. Ya lo he dicho en este blog: pocos escritores aman tanto a su país y pocos son tan crueles en sus críticas hacia el mismo como los de Estados Unidos. La complacencia nunca es un acto de amor.
Habitación en Nueva York (Edward Hopper. 1932) |
Frank vive rodeado de gente. Está su mujer y están sus hijos. Ahora también está su ex mujer, pero fundamentalmente, está solo. A lo largo de las cuatro novelas citadas, las personas que lo rodean no dejan de ser detalles accidentales en su vida que vemos como transcurre en soledad; como, por otra parte, mal que nos pese, transcurre la vida de todos. Una inmensa soledad, más o menos compartida con otras soledades, pero soledad en el amplio sentido de la palabra.
Frank ha superado el cáncer de próstata, pero tiene ya una edad en la que hay que evitar riesgos y entre los más evidentes están las caídas; gente mayor que no se recupera de una caída, que se rompió la cadera y no volvió a ser el mismo, que se murió poco después de caerse en el jardín. Y Frank se pregunta "pero ¿de qué altura se cae esa gente, coño? ¿De la azotea de un edificio? ¿De espumeantes cataratas? ¿Por una alcantarilla? ¿Está el suelo más lejos que antes?". Simplemente, Frank.
También se verá enfrentado al deterioro y a las frustraciones de otros. Arnie, el hombre que compró su antigua, y ahora destruida casa en Sea-Clift, quiere que le aconseje acerca de qué hacer con la ruina en que se ha convertido el edificio; su ex-mujer y madre de sus hijos, Anne, con un principio de Parkinson, se ha trasladado a vivir a una residencia muy moderna, y que proporciona cuidados especiales, muy cerca del domicilio de Frank en Haddam; un amigo al que no ve hace años se pone en contacto con él para hacerle partícipe de su muerte inminente; una antigua inquilina de la casa en la que ahora vive con Sally le visita y le pide pasear por la que fue su antigua morada para terminar contándole la historia de lo que había sucedido en aquel espacio, ahora el espacio familiar de Frank, hace ya mucho tiempo. Todo el mundo pretende compartir con Frank sus propias cuitas. Parece que todos necesitan testigos que den fe de que lo que les ocurre, o les ha ocurrido, ha sucedido en realidad. "Es lo que los meapilas están deseando, de la mañana a la noche. Por eso hay cosas tales como «padrinos de boda», «portadores del féretro», «madrinas», «invitados a la ejecución». Todo es más auténtico si lo ven dos".
"Francamente, Frank" podría ser el epílogo de esta historia que es la historia cotidiana de Estados Unidos, la "istoria sin h" que diría un amigo bloguero, la del hombre de la calle. Esa historia que no es más que "la cotidianidad de un individuo pensante, inmerso en las contradicciones que distinguen a un país espacialmente inabarcable como Estados Unidos. Edward Hopper pintó su soledad resignada, Bruce Springsteen le ha puesto música y, de vez en cuando, los hermanos Coen son capaces de filmarla. Richard Ford le ha dado la voz y el nombre de Frank Bascombe" (de la página Anaqueles abarrotados)
No me resisto a la tentación de dejaros aquí algunas citas de la novela que constituyen un ejemplo de la clarividencia de Frank Bascombe que no es otra que la de Richard Ford. Uno de los mejores escritores estadounidenses del momento.
"La vida ya vivida, en especial cuando se llega a la edad adulta, siempre es una cuestión de sobreabundancia que va menguando cada vez más. Sólo que (en mi opinión) esa mengua es tan buena como cualquier cosa que haya ocurrido con anterioridad, además de mucho más sencilla".
"¿Qué no está causado por el estrés? A los veinte años ni siquiera sabía que existía el estrés. ¿Qué ha pasado para que apareciera en este mundo? ¿Por dónde andaba antes? Yo creo que estaba latente en lo que generaciones anteriores consideraban placer pero que ahora ha trastornado todo el vecindario psíquico".
"¿Qué coño tiene de malo sufrir el dolor uno mismo? Cuando murió mi hijo, logré vivir con mi propio dolor".
"Todo el mundo lo sabe todo pero nadie sabe qué hacer con ello".
"No hay una forma adecuada de planificar la vida ni tampoco de vivirla: sólo un montón de formas inadecuadas".
"¿Soy el único ser humano que de vez en cuando piensa que está soñando? Cada vez estoy más convencido".
"La plena revelación es el mito de las clases inquietas. Los que ignoran la historia no están más condenados a repetirla que los enterados, pero es más probable que se sientan más a gusto sobre muchas cosas".
"Lo que no te mata, te hace más fuerte, ¿verdad? Yo no creo en eso, desde luego. La mayor parte de las cosas que no nos matan en el acto nos matan después".
Desde luego, Richard Ford es un maestro. Me estrené con él este verano y sigue en mi lista, este libro que nos has descrito tan bien lo pone en el punto de mira. Es curioso lo poco que se piensa en esos lugares devastados, una vez que ha pasado el espectáculo televisivo de casas volando por los aires. Esta sociedad nuestra se queda cada vez más en la superficie y rasca menos. Por suerte ahí está la literatura, para enseñarnos las entrañas.
ResponderEliminarMe encanta esta cita, por cierto: "todo el mundo lo sabe todo, pero nadie sabe qué hacer con ello". Para vivir en un mundo de sabelotodos hay que ver como nos atascamos a veces en lo más simple.
Un abrazo.
Creo que te estrenaste con "Canadá", ¿no? Mejor, imposible, pero este personaje es tan adorable que te lo recomiendo.
EliminarTal vez me pasé poniendo citas, pero son tan buenas... Estamos en un mundo en que toda la información está al alcance de todos y nunca ha habido tanto tarugo ignorante. Me pregunto que hubieran pensado aquellos idealistas de la República(mis abuelos y bisabuelos entre ellos) cuando pensaban que con la educación al alcance de todos se acabaría la desigualdad en el mundo. Menos mal que murieron sin ver esto.
Espero que lo único bueno que salga de la era Trump sea la necesidad de Richard Ford de escribir otra novela con Frank de protagonista.
Un beso.
A pesar de conocerlo a raíz del premio Princesa de Asturias, nunca he leído nada de este famoso autor. Tu interesantísima y exhaustiva reseña, me ha llamado mucho la atención y me ha despertado un gran interés por leerle, especialmente esta tetralogía que has mencionado. En este caso sí que supongo que es preferible, sino indispensable, leer estas cuatro novelas por orden cronológico, empezando, pues, por "El periodista deportivo".
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo le conocí en 2009 con la primera de Frank Bascombe, "El periodista deportivo" y me encantó. Desde entonces, he leído todas sus novelas y hasta uno de sus libros de relatos que se titula "De mujeres y hombres".
EliminarLa tetralogía conviene empezarla por el principio para ir siguiendo las peripecias de Frank.
Un beso.
Tengo pendiente leer a este autor, y tengo algún otro título anotado.
ResponderEliminarUn beso ;)
Da igual, porque cualquiera de sus novelas es muy buena. Al menos a mí me encanta. Ya nos contarás por cuál empiezas.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, has realizado algo más que una reseña literaria, realmente y a través de los libros de este autor y con el último (quizás penúltimo) dedicados a Frank Bascombe, has hecho una crónica de una parte de la personalidad estadounidense. Y es que un autor, no puede aislarse de su realidad social e incluso personal para parir cuatro libros dedicados a un solo personaje. Las citas que has incluido reflejan de manera muy clarividente una posición ante el mundo. En definitiva, te felicito por haber sabido sacar un gran análisis del autor, de su libro/libros y de las implicaciones sociales que conllevan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, Miguel, tus palabras me encantan porque, precisamente, tenía miedo de no ser capaz de transmitir el complejo e interesante mundo americano que Richard Ford retrata en sus novelas. Si me fío hubiera escrito un ensayo de varias páginas analizando la relación de Frank con su país. Habría tanto que contar... Lo de meter las citas también ha sido un intento por mostrar mejor de qué va la historia.
EliminarCreo que me he enamorado de Frank Bascombe. 😵😵
Un beso.
El protagonista de esta cuadrilogía se me antoja más que digno de conocerse, ¡menudo elemento! Quizás en algún momento resulte molesto de puro claro, pero sin duda merece la pena poner atención a lo que dice y a lo que piensa. Me ha encantado y, como en tantas ocasiones, no le habría conocido de no ser por tu estupenda reseña. Muchas gracias, Rosa :)
ResponderEliminarQue yo recuerde no he leído nada de Richard Ford, pero no lo diré muy alto porque ya en otras ocasiones lo he dicho de otros autores y resulta que sí, que había leído más de una novela de ellos. Suerte que hace años apunto todo lo que leo, aunque quede igual de mal jajajaja. Me ha encantado reencontrarme con tus magníficas reseñas :))
¡Un beso de domingo!
Yo también acudo con mucha frecuencia a mi lista de libros leídos. Qué sería de mí sin ella. Lo que pasa es que hay libros y autores que jamás se pueden olvidar por lo que te marcan y, desde luego Richard Ford es uno de ellos.
EliminarBienvenida tras las vacaciones. No sabes cuanto me gustan tus palabras hacia mis reseñas.
Un beso.
Se nota que te encanta Ford y Fank Bascombe, es cierto que a veces una se "apasiona" por esos protagonistas a los que va siguiendo libro tras libro y ya son cuatro.
ResponderEliminarMe ha gustado lo que explicas del autor que justo porque ama su patria, la describe de forma impacable quizá buscando aprender de los errores y mejorarla.
Me he quedado con esa imagen de la desolación, de lo que queda después cuando se alejan los focos y todo ha de volver a la normalidad (¿Cuál?) y nada es fácil ni rápido al contrario de lo que nos hacen creer.
Me han gustado las citas que has recopilado que sí dejan ver el carácter del protagonista.
Besos
Es un autor que me encanta y no solo en sus novelas de Frank Bascombe, sino en todas las que he leído.
EliminarPrácticamente todos los autores americanos hacen en sus libros un análisis nada complaciente de la sociedad estadounidense en todos sus aspectos. Me imagino que buscan recuperar con sus libros el paraíso americano que se les prometía y que perdieron en algún recodo del camino.
No me pude resistir a poner las citas. Hubiera puesto más, pero tampoco es cuestión de pasarse, ja, ja.
Un beso.
Años han pasado ya desde que leí El periodista deportivo y tengo muy buen recuerdo, no seguí con la serie, tal vez lo haga durante este año. Gracias por recordármelo Rosa, una gran recomendación.
ResponderEliminarAbrazos.
Yo lo leí hace mucho también. Era 2009. Me gustó tanto que leíos otros dos bastante seguidos. Y ya este año he leído "Canadá" e "Incendios". Buenísimos los dos.
EliminarAhora, con este, ya remato la faena totalmente.
Un beso.
Compruebo que sigues fascinada con Ford. Lo siento, pero ni tu entusiasta reseña me anima con la literatura norteamericana que tú tanto admiras. Saber cosas del modo de vida de allí no me resulta nada atractivo, creo que ese es el principal escollo para acercarme a los autores estadounidenses.
ResponderEliminarAndo ahora muy alicaída porque tengo que leer a Bukowski como ejercicio en el curso. Uff, qué pereza.
Besos, guapa.
Bueno, hay mucho para leer. A mí me pasa con la literatura japonesa. Aunque algún libro me ha enganchado.
EliminarSin embargo, todo lo estadounidense, con sus luces y sus sombras, precisamente por esas contradicciones, me tiene fascinada.
Espero que disfrutes con Bukowski. A ese no le tengo leído.
Un beso.
Seguir una serie de varios libros y sentir por todos ellos tanto entusiasmo indica que el escritor supo hacer las cosas bien. Aún no he leído ninguna de sus obras, pero me gusta eso de que sea capaz de amar a su país y ser consciente al mismo tiempo de los aspectos negativos y mostrarse crítico ante ellos.
ResponderEliminarUn beso.
Es un autor muy bueno que tiene muy claro lo que quiere contar y sabe hacerlo. Además conoce muy bien su país y es muy certero en su análisis y en su crítica.
EliminarSí quieres a algo o a alguien, no puedes ser ciego a sus miserias porque con ello solo consigues que se perpetúen y pasen a formar parte de ti mismo. Entonces, ya no habrá remedio.
Y, no quiero ser agorera ni pesimista, pero creo que eso nos pasa un pico en España. Hemos sucumbido a la autocomplacencia.
Un beso.
Tu reseña es de 10, Rosa. Nos tienes ya acostumbrados, pero ésta (no sabría decirte por qué realmente) me ha fascinado. Quizás por toda la evolución de Frank que tan bien has narrado.
ResponderEliminarLas frases elegidas tienen mucha miga, de la que me gusta. Y ahora entiendo aquello que me dijiste de que "si las cosas no resultan graciosas, no son realmente serias" ;-)
Lo de si el suelo está más lejos que antes ahora, es realmente muy bueno.
Un beso muy fuerte.
Puede que te haya gustado tanto porque la novela y el autor, ellos sí, son de 10.
EliminarCuando algo te llena tanto, es más fácil transmitir sensaciones y eso es, al fin y al cabo, lo que yo hago. Pasar el libro por el tamiz de mi percepción y soltaros todo lo que me ha provocado. Casi todo el mérito es suyo.
Un beso.
Leída tu reseña y el tipo de personaje que es ese Frank, todavía no sé cómo nuestros caminos no se han cruzado todavía. Bueno, ahora sí. Porque te aseguro que me ha fascinado todo lo que has reseñado del personaje, esa manera irónica y tan propia de entender la realidad. Desde luego, no pasa de este fin de semana que no me haga con uno. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarPues me alegro de haberos presentado: Mr Bascombe, aquí David Rubio; David, este es el señor Bascombe, Frank.
EliminarAhora espero que ya no lo dejes pasar.
Por cierto, el amigo Juan Carlos me ha dado a conocer un nuevo libro, este autobiográfico, en que el autor habla de sus padres. Me haré con él.
Un beso.