Dos de Joan Didion


Hace algo más de dos años que leí Río revuelto, la primera novela de Joan Didion. En la reseña que de ella hice decía ya casi al final que la autora en su obra literaria «analiza y nos narra episodios de su vida con los que posiblemente se reconcilia o de los que conjura el horror mediante la escritura, como "Noches azules" o "El año del pensamiento mágico". Y es que una mujer que ha declarado "Creo que siempre es aconsejable mantener una relación cordial con la persona que éramos en el pasado", no es extraño que escriba sobre los hechos más dolorosos de su vida para reconciliar a la mujer que los vivió con la que los recuerda y los narra». Más de dos años he tardado en enfrentarme a esos dos libros y, desde luego, no pensaba leerlos seguidos, pero tras terminar El año del pensamiento mágico, no me pude resistir a continuar con Noches azules


"La noche del pensamiento mágico"
«La vida cambia deprisa.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.
La cuestión de la autocompasión».

No es un poema, no son versos sueltos. Son las primeras notas que tomó Joan Didion «en enero de 2004, un día, dos o tres después de que pasara». Y lo que pasó fue que el 30 de diciembre de 2003 su marido, «John Gregory Dunne, pareció experimentar (o experimentó), sentado a la mesa donde los dos nos disponíamos a cenar en la sala de estar de nuestro apartamento de Nueva York, un infarto masivo y repentino que le causó la muerte. Nuestra única hija, Quintana, llevaba cinco noches inconsciente en una unidad de cuidados intensivos de la División Singer del Centro Médico Beth Israel». Hacía un rato que habían vuelto de visitarla cuando John murió sentado a la mesa de la cena.

Parece que es imposible por una simple cuestión estadística. Parece que no puede ser que tu marido muera mientras tu hija está inconsciente en un hospital. Pero la estadística no es más que probabilidad y en lo que a probabilidad se refiere a veces sucede aquello que parece más improbable. No murió en el acto, o no lo percibió así la autora. Vino una ambulancia, lo llevaron al hospital, concretamente al New York Presbiterian. Allí, poco después, recibió la noticia. Se la dio el médico tras escuchar al asistente social «—Adelante —le dijo el asistente social—. Es una mujer muy fuerte». Más tarde, ya en su casa, Joan se preguntaría qué se le permite hacer a una mujer nada fuerte en estos casos «¿Venirse abajo? ¿Necesitar sedación? ¿Gritar?». Y yo me pregunto ¿de no haber sido fuerte no le habrían dado la noticia? ¿Tal vez no se hubiera producido el hecho de haberse tenido que enfrentar a él una mujer débil? ¿El ser débil la exime a una de perder a los seres queridos?¿Pueden las mujeres débiles no tener que enfrentarse a las malas noticias? 

A lo largo del año siguiente Joan Didion se tuvo que enfrentar a preguntas similares o sensaciones tan improbables como esas. Pura magia serían de llegar a darse. Pura locura podrían considerarse de llegar a creerse.  Ante las necrológicas que se le dedicaron a John, Joan se revolvía incómoda. Tuvo la sensación de que con ellas, había dejado que los demás creyeran muerto a John, «había permitido que lo enterraran vivo». No pudo deshacerse de todos los zapatos porque «si John quería volver, le iban a hacer falta zapatos». Descubrió que su autorización a que le hicieran la autopsia e incluso su deseo de estar presente se debía a que en dicha autopsia podía descubrirse que en realidad no le sucedía nada grave. «"Que me lo devolvieran" fue durante aquellos meses mi objetivo oculto, un truco de magia. A finales de verano ya estaba empezando a verlo con claridad. Sin embargo, el hecho de "verlo con claridad" no me permitía desprenderme de la ropa que él iba a necesitar».

A lo largo de ese año en que la magia de recuperar a John acompañaba muchos de sus actos y de sus pensamientos, las cosas no fueron para Joan Didion sencillas. Nunca lo son imagino cuando terminas de perder a tu compañero de tantos años, pero cuando tienes una hija en un hospital desde días antes de enviudar, cuando «lo que había parecido un simple caso de gripe estacional lo bastante grave como para hacerla ir a urgencias el día de Navidad por la mañana se había agravado espectacularmente hasta convertirse en neumonía y choque séptico»; cuando en esas circunstancias muere tu marido y la alegría de que tu hija se recupere se ve enturbiada, no solo por tu tristeza de viuda, sino por el hecho de tener que recuperar a tu hija dándole la noticia de la muerte de su padre; cuando se da esa situación las cosas son infinitamente peores y creo que me quedo corta.

Ya en El año del pensamiento mágico, Quintana está muy presente. Le dieron el alta, se recuperó lo suficiente para realizar el funeral por John, volvió a recaer, estuvo en la UCI del UCLA Medical Center de Los Ángeles, a donde viajó Joan para estar cerca de ella, salió, ingresó en el Instituto Rusk de Medicina Rehabilitadora del New York University Medical Center de donde salió a finales de julio.

«Quintana estaba llegando a un punto en el que, si quería recuperarse, tenía que volver a valerse por sí misma.
Yo decidí que dedicaría el verano a alcanzar la misma meta.
Todavía no podía concentrarme lo bastante como para trabajar, pero sí que podía ordenar la casa, ponerme al día con mis tareas y con el correo que tenía sin abrir.
No se me ocurrió que era precisamente ahora cuando yo iba a iniciar el proceso del duelo».


"Noches azules"
Si La noche del pensamiento mágico está escrito en 2004 («Hoy es 31 de diciembre de 2004, un día y un año más tarde» dice en el último capítulo Joan Didion), con los hechos muy recientes, Noches azules está escrito en 2010, «26 de julio de 2010. 
Hoy sería su aniversario de boda»
Cuando terminaba el libro sobre su primer año de viudedad, no podía imaginarse que poco más de siete meses después perdería a su hija. Cuando empieza este libro han pasado casi cinco años desde la muerte de Quintana.  Noches azules está menos centrado en los hechos referentes a la muerte de Quintana y en los momentos posteriores, y más en recuerdos y reflexiones acerca de la hija perdida. También la propia debilidad que aumenta con los años, el propio deterioro al que se ve enfrentada en los seis años que transcurren entre uno y otro libro, un deterioro al que el sufrimiento acumulado no será ajeno, pero que ella enfrenta con miedo y con valentía y espero que se me disculpe la contradicción, pero así lo siento.

«En ciertas latitudes hay un lapso de tiempo, al acercarse el solsticio de verano y los días posteriores, unas semanas como mucho, en que los crepúsculos se vuelven largos y azules [...]
te encuentras bañada en el color azul: la luz en sí es azul, y al cabo de una hora más o menos este azul se acentúa, se intensifica aun mientras se oscurece y se apaga y se aproxima finalmente al azul del cristal en un día despejado en Chartres [...]
Este libro se titula "Noches azules" porque en la época en que lo empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez más hacia la enfermedad, hacia la muerte de las promesas, el acortamiento de los días, lo inevitable del apagamiento, la muerte de la luz. Las noches azules son lo contrario de la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición».

Esas noches azules, acompañadas o no de temperaturas suaves, a veces con un frío glacial, era lo que yo llamaba en León olor a primavera y a veces ya lo presentía en marzo. No lo había en California nos dice Joan Didion y, aunque sí que lo hay, nunca lo he llegado a sentir igual a orillas del Cantábrico. Aquí no huele a primavera. Las noches azules suponen el culmen de la duración del día, a partir de ellas los días empiezan a menguar, el año herido de muerte empieza a languidecer. Imagino que más que la muerte de John, la muerte de Quintana fue el inicio del declive de Joan. A partir de ese momento empezaría a ser consciente de su propia senectud, de la cercanía de su propia muerte. Todas las pérdidas nos acercan a la nuestra, pero la muerte de un hijo nos la acelera de manera irresoluble. «Es horrible verse a uno morir sin hijos. Lo dijo Napoleón Bonaparte.
¿Puede haber para un mortal un dolor mayor que ver a sus hijos muertos? Lo dijo Eurípides.
Cuando hablamos de mortalidad, estamos hablando de nuestros hijos.
Eso lo dije yo».

Ver morir a un hijo nos mata. Aunque sigamos vivos solo estamos jugando a estarlo y los juegos pueden ser tan tremendamente aburridos, tan cansados, que no entiendo como más gente no decide dejar de jugar. Admiro a los que lo hacen. No sé si yo sería capaz de jugar por mucho tiempo a seguir viva tras semejante pérdida. Los hijos son parte de nosotros y cuando mueren nos matan, como nos mata la muerte de nuestro cerebro o de nuestro corazón. Tener hijos es inaugurar el temor, el miedo, la posibilidad de la pérdida más traumática.  

¿Y qué queda después? ¿Los recuerdos? Me niego a vivir sufriendo los recuerdos. Viendo fotos, objetos, ropa, libros... «No puedo abrir un cajón sin ver algo que, si lo pienso, no quiero ver». Aún no he perdido a un hijo, espero no perderlo nunca, pero las pérdidas que he tenido han ido encerrando en cajones que nunca abro los recuerdos. Me duelen demasiado. No soy de las que sonríen con la alegría del recuerdo, soy de las que sufren con la angustia de la pérdida. ¿Y qué queda después? ¿La autocompasión? No, no soy capaz de hacerme la víctima y preguntarme por qué me tuvo que pasar a mí eso. ¿Por qué no me iba a pasar? pienso más bien. He asistido a vidas tan terribles, tan asediadas por la enfermedad, la muerte, el abandono, que sería incapaz de autovictimizarme (no debe de existir la palabra, pero no encuentro otra que mejor lo exprese). 

«En cuanto nació ella, ya nunca dejé de tener miedo.
Tenía miedo de las piscinas, de los cables de alta tensión, de la lejía que había debajo del fregadero, de las aspirinas del botiquín [...] Tenía miedo de las serpientes de cascabel, de las corrientes de resaca, los corrimientos de tierra, los desconocidos que se presentaban en nuestra puerta, las fiebres sin explicación, los ascensores sin ascensoristas y los pasillos vacíos de hoteles».

Las pérdidas de Joan Didion coincidieron con esa edad en la que una ya empieza a perderse a sí misma. Indefensas, vulnerables, débiles, incapaces de sujetarnos a nosotras mismas, tenemos que soportar y sujetar el dolor de las pérdidas. Mentalizarnos con la vejez y la soledad. «Un médico con el que hablo de vez en cuando me sugiere que no me he adaptado de forma adecuada a la vejez.
Falso, quiero decirle yo.
La realidad es que no me he adaptado de ninguna manera a la vejez.
La realidad es que he vivido toda mi vida sin creerme en serio que yo fuera a envejecer».

La vejez es algo que les pasa a los demás, como la enfermedad y la muerte. Todos sabemos que nos vamos a morir, pero saberlo no significa que lo entendamos, que lo tengamos asumido e interiorizado, que sepamos, sin lugar a dudas, que existe la palabra fin. Cuando alguien cercano desaparece nos lo recuerda, y nos acerca un poco más al momento final. Joan Didion fue capaz de seguir jugando a estar viva dieciséis años más tras la muerte de Quintana. Murió en diciembre de 2021. Tras haber leído solo un libro suyo, me pareció una impostura dedicarle un In memoriam de los que suelo escribir para mis autores favoritos. Que esta entrada sirva de homenaje. No será la última. Espero.

«Yo misma coloqué sus cenizas en el muro.
Yo misma vi cerrarse a las seis las puertas de la catedral.
Sé qué es lo que estoy experimentando ahora.
Conozco la fragilidad y conozco el miedo.
Uno no teme por lo que ha perdido.
Lo que ha perdido ya está en el muro.
Lo que ha perdido ya está al otro lado de las puertas cerradas. Uno teme por lo que todavía no ha perdido.
Puede que ustedes todavía no vean nada por perder.
Y, sin embargo, no hay día en su vida en que yo no la vea».

Esta autora también participa en el Reto Escritores de la A a la Z que organiza el blog  Lecturápolis. Con ella relleno la letra D.

Título del libro: El año del pensamiento mágico/Noches azules
Autora: Joan Didion
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: The Year of Magical Thinking/Blue Nights
Traducción: Javier Calvo 
Editorial: Random House
Año de publicación: 2015/2019
Año de publicación original: 2005/2011
Nº de páginas: 192/160

Comentarios

  1. Yo también leí estos dos libros casi seguidos. Me emocionaron mucho. Después de leer esta parte tan íntima de su vida también me emocioné cuando murió, se había quedado muy dentro de mi.

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    1. Ya con Río revuelto me enamoró Joan Didion. Después me siguió enamorando con el documental El centro cederá, que dirigió su sobrino y en el que se la ve tan frágil, moviendo las manos como si de palomas se tratara, hablando con una sonrisa que no se apeaba de su boca y con una mirada tan viva... Está en Netflix, si no lo has visto, procura hacerlo porque es precioso. Con estos dos libros me ha vuelto a conmover totalmente, y es que sí, es de esas personas que se te quedan dentro.
      Un beso.

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  2. ¡Hola, Rosa! En uno de los comentarios en el homenaje a Poe planteaba si hoy día, los autores tenían vidas tan desdichadas como las de aquellos clásicos. Joan es un ejemplo de que sí, y una muestra del poder de la escritura como arma terapéutica no para eliminar el dolor, sino para aprender a vivir con él.
    No suelo leer novelas tan autobiográficas, prefiero las que logran trasladar a la ficción todos esos demonios que han rodeado al autor en vida. Pero sin duda la fuerza narrativa debe ser sobrecogedora. Un abrazo!!

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    1. Yo no consideraría novelas estos libros. Son más bien autobiografía, pero muy literaria. Lo que cuenta es muy duro, pero lo más interesante es cómo lo cuenta. va hacia adelante y hacia atrás, recordando las épocas felices con su marido y su hija, anécdotas de ambos, sus sensaciones ante la pérdida, cómo pensaba esas cosas tan increíbles y tan mágicas que, aun sabiendo que eran imposibles, le hacían sostenerse y seguir adelante. Es una autora conmovedora y sí, sobrecogedora también.
      Un beso.

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  3. Leí con muchísimo gusto "Río revuelto", creo que siguiendo tu recomendación. Lo reseñé en mi blog. Luego leí "El año del pensamiento mágico" que no sé por qué se ha quedado sin reseña. También me gustó mucho, y es uqe esta escritora tiene un estilo ciertamente cautivador. Los temas que toca no son menores, son asuntos que nos tocan directamente. El de la muerte repentina del marido es fuertecito pero, pienso, el que se te muera un hijo eso ya debe de ser impresionante. En mi casa vi como mi padre sufrió la muerte de un hermano mío, hijo suyo. Quedó destrozado, como si un tsunami hubiera pasado por su vida. Por eso creo que Didion sabe conectar con el común de los lectores que estamos con su libro en las manos. Por eso me apunto el título de la muerte de su hija Quintana. Quiero volver a disfrutar de su literatura.
    Un beso

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    1. La forma de narrar de Joan Didion es totalmente adictiva y no lógicamente por su trama o por la historia que cuenta, sino por como lo cuenta. la sencillez, el desnudarse a sí misma y sus sentimientos, el mostrase desgarrada de dolor y al mismo tiempo capaz de seguir adelante. Si no has visto el documental, que está en Netflix, no te lo pierdas, aún te cautivará más su sonrisa y cómo de repente se le borra y su cara adquiere una expresión de reflexión y de volver a lo más doloroso. Lo vi hace dos años, cuando leí Río revuelto, y he vuelto a verlo anoche. Aparte de todo lo que se habla de música y de cine, solo verla a ella en 2017 ya merece la pena.
      Un beso.

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  4. Querida Rosa:
    Yo leí Río revuelto cuando lo publicó Gatopardo. El resultado fue excelente, la autora me conquistó. No obstante, me pasó como a ti, he tardado en volver a la autora. Con tu reseña me has dado directamente en el corazón. Prometo que este verano, momento que me tomaré un descanso para leer sin reseñar, cogeré estos dos títulos para leer los dos de una atacada. ¡Qué grande hay que ser para escribir sobre estos temas!

    Un abrazo y muchas gracias por esta maravillosa reseña!!

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    1. Espero que los disfrutes. Es curioso cómo se puede disfrutar leyendo una historia dura y de mucho sufrimiento, pero es que se disfruta de la calidad de la obra, de la forma tan bella de contar sus sentimientos. Si Río revuelto te gustó, estos dos libritos (son obras cortas) te emocionarán. Para mí han sido tan maravillosos que, por una parte siento haber tardado tanto en leerlos y por otra, me alegro porque así los he disfrutado recientemente. Claro que nadie me impedirá releerlos en un tiempo.
      Un beso.

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  5. Hola, Rosa.
    Perdonarse es el primer paso, todos hemos cometidos errores, decisiones que una vez pasada nos dimos cuenta que no eran las correctas, pero que no se pueden cambiar, se ha de conciliar con ello, aceptarlo y aprender de cada paso mal dado.
    Son muy duras las lecturas que nos traes. Las pérdidas de aquellos a quien amamos, rompen algo dentro de nosotros que nunca más recuperamos.
    No me veo capacitada para esta lectura. Solo con leerte a ti, he tenido que respirar un par de veces, porque me ha conmovido.
    Un beso, y feliz fin de semana.

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    1. Son dos libros efectivamente conmovedores. Hay en ellos mucho dolor, pero también muchas ganas de salir adelante, y están escritos con tanto sentimiento, con tanta poesía, que enamoran. Además la autora y su familia tuvieron experiencias apasionantes, conocieron a tanta gente del mundo del cine y la música y vivieron en una época y lugares tan concretos (años sesenta, setenta, ochenta... en San Francisco y Nueva York) que te engancha en la cantidad de cosas que cuenta. Y es que no todo es el dolor tras la pérdida sino también los recuerdos de lo vivido con los seres queridos. Una maravilla.
      Un beso.

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  6. Yo también leí Río revuelto y me gustó muchísimo, del estilo a Oates la vi yo. Con estos libros que nos traes hoy siempre he tenido dudas, estoy segura de que me va a gustar cómo están escritos, el tema es muy duro y por eso los voy dejando de lado. Ahora Ahora lo pienso Oates también escribió Memorias de una viuda. Bueno, el caso es que los leeré algún día.
    Besos

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    1. Los escritores estadounidenses tienen todos cosas que los asemejan, sobre todo ese contar la vida sin demasiados aspavientos, la vida sin más. Aún no he leído Memorias de una viuda, es de los que tengo en casa esperando turno y de los que quiero sacar adelante esta temporada. Ahora que he leído estos dos, me han entrado más ganas de ponerme con él.
      No creo que estos libros te resulten difíciles por su tema tan duro. la autora escribe de una forma que atrapa, aunque tú te conoces mejor. pero creo que los disfrutarías.
      Un beso.

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  7. ¡Hola Rosa!
    genial tu pequeño homenaje a Didion, pero ufff, ¡que duro todo!! leyéndote se me encogía el alma, son temas que seguramente a todos nos hacen recordar malos momentos. Sinceramente en estos momentos no estoy para argumentos tan tristes, sobre todo por ser autobiográfico, lo llevo peor que cuando leo pura y dura ficción aunque sea de mucha dureza.
    El caso es que tengo ganas de conocer a la autora, pero no con estas, igual con Río revuelto o Gatopardo que he visto en los comentarios de arriba que fueron lecturas también satisfactorias para ellos.
    Creo que has hecho bien en leerlas ambas del tirón.
    Besos

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    1. Anímate con alguna de sus novelas si estos libros te parecen muy duros, aunque yo creo que están contados de forma que se hacen agradables de leer. Es cierto que el saber que estamos leyendo algo autobiográfico le da una dimensión más real que si fuera simple novela. Aunque lo que cuentan las novelas siempre hay alguien a quien le ha pasado, saber que es así y a quién le ha pasado en realidad lo hace más duro. De todas formas, merece la pena conocer a la autora.
      Por cierto, Gatopardo no es una novela de Joan Didion, es la editorial que publicó Río Revuelto, su primera novela. Tengo reseña por si te interesa saber algo más de ella.
      Un beso.

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    2. Sí, lo sé, lo de la editorial Gatopardo (catalogo libros suyos en la biblioteca), pero se me fue la pinza, gracias por la aclaración de todas formas
      Ya leí tu reseña de Río revuelto, esa sí que me atrae del todo
      Besos

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    3. A veces olvido que trabajas en una biblioteca y pretendo aclararte cosas que tienes más que claras. Es una editorial a la que tengo un cariño especial porque fue mirando su catálogo en su página Web como descubrí Persecución de Joyce Carol Oates, uno de los libros de la autora que más me gustan.
      Otro beso.

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  8. Es un tema duro, porque perder a un marido tiene que horrible y más un día antes de que acabe un año, aunque también es cierto que cual fecha viene mal como se suele decir no? pero encima perder a una hija, eso es más duro y terrible todavía y te quedas sola, uf, tiene que ser horroroso y supongo que dos hechos así no vuelves a ser tú nunca, estoy segura porque ¿quien es capaz de sobrevivir a la muerte de un hijo? nadie, y me viene a la mente Ana Obregón, que muchas veces verla sonreír me cuesta poque se que sonríe porque no tiene mas remedio, pero en el fondo muy en el fondo, la verdad, la muerte de su hijo jamás la va a superar.
    Leeré estas dos novelas porque a pesar de lo duro del tema, creo que por lo que cuentas merecen la pena, de modo que tomó nota y la pongo en mi lista.
    Un beso.

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    1. En realidad no son novelas. Son más bien dos libros autobiográficos aunque se leen con la misma pasión o más que si lo fueran.
      Perder a un hijo es algo que no me quiero ni imaginar. No creo que pudiera seguir adelante, ya no superarlo, que eso jamás, sino seguir viviendo, o jugar a vivir como digo en la entrada.
      A esta mujer se le juntó todo en poco más de año y medio y aún tuvo que vivir con ello dieciocho años. Y siguió trabajando. Sería su forma de no venirse abajo.
      Un beso.

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  9. Supongo que la literatura es el medio perfecto para intentar expulsar los demonios interiores o buscar un modo de consuelo ante los tremendos hechos acaecidos. También pudiera ser una manera de alargar una vida que parece finiquitada aún en el caso de seguir viviendo como la autora "sin vida". La pérdida, el duelo o la muerte son temas universales y aunque en Europa parecemos huir de ellos quizás sea más inteligente convivir -como en partes de Hispanoamérica- con algo que nos iguala a todos en el final de nuestros días.
    Un beso, Rosa.

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    1. Sí, yo creo que Joan Didion, escribiendo sobre estos temas se reconcilió con sus pérdidas y con ella misma y tal vez fue lo que le permitió seguir adelante. Y sí, yo creo que escribir sobre esos seres que has perdido es como una forma de mantenerlos vivos, de alargarles la vida y alargar su presencia entre nosotros, pero tiene que doler tanto que yo no creo que fuera capaz.
      Un beso.

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  10. Sabía de estos dos títulos de Joan Didion. De hecho, llevan años en mi lista de pendientes. No sabría explicar por qué terminé estrenándome con la autora con Río revuelto, así como por qué aún no he vuelto a retomarla. Lo que desconocía es que Didion hubiera perdido a su marido encontrándose su hija en tan críticas circunstancias. Entiendo perfectamente que, estando Quintana tan presente en El año del pensamiento mágico, no te hayas podido resistir a comenzar a continuación Noches azules. Creo que me hubiera pasado lo mismo. Tal vez no hubiera leído los dos libros seguidos, pero seguro que no a mucho tardar. Supongo que son dos lecturas que no se entienden la una sin la otra. Bueno, en realidad sí se entienden porque son libros independientes, pero juntos se complementan, o tal vez sea más adecuado decir que se redimensionan. Algo así como puede ocurrir con Nada se opone a la noche y Días sin hambre de Delphine de Vigan (e incluso añadiría Basada en hechos reales y eso que es pura ficción). En fin, dos libros muy dolorosos estos de Joan Didion que espero no se queden eternamente en mi lista de pendientes.
    El principio de la parte de tu entrada dedicada a El año del pensamiento mágico me ha hecho acordarme de Memorias de una viuda de Joyce Carol Oates. De hecho, creo recordar que Oates llega a mencionar a Didion en ese libro en algún momento.
    Besos

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    1. Yo tampoco entiendo por qué tardé tanto en volver a la autora. Ha sido de lo mejor que he leído este año.
      Ayer terminé mi lectura de la tarde y hoy he empezado Memorias de una viuda. Entre tú comentario y el de Norah me habéis puesto los dientes largos. No he leído mucho, pero me está gustando un montón.
      No tenía idea de leer estos dos libros de Joan Didion tan seguidos, pero fue terminar uno y sentir la necesidad de empezar el otro. Yo también conocí a Didion con Río revuelto. Ahora quiero, en un tiempo, seguir con alguna de sus otras novelas.
      Por cierto, también tengo que volver sobre Delphine de Vigan. Tengo pendiente alguna de sus primeras novelas.
      Un beso.

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  11. Después de leerte me pregunto. ¿Las grandes y significativas obras de ciertos escritores. tendrá que ver con la desgracia que les acompaña ?
    Deben de ser dos obras muy íntimas y emotivas por contar ambas experiencias traumáticas y personales.
    Como es habitual espero sepas comprender, los lapsus de tiempo en los que dejo de pasarme por aquí y otros blogs (Incluso el mio) Llevo temporada de rachita baja y grandes borrascas.
    Mi beso que no falte para ti.

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    1. No creo que sea la propia desgracia la que hace que se creen obras maestras, creo que más bien es el saber narrar de maravilla cualquier cosa, desgracia o dicha, propia o ajena.
      Ya sabes que eres un invitado a mi espacio y puedes venir cuando quieras. Espero que tu racha baja no se deba a nada serio o que sea solo exceso de trabajo.
      Un beso enorme para ti también.

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  12. Qué duras ambas lecturas... Me tientas, pero ahora mismo no es lo que me apetece leer. Pero más adelante seguro que me animo, que por lo que cuentas, me va a gustar. Y lo voy a sufrir...
    Besotes!!

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    1. Se sufre y se disfruta o se disfruta porque se sufre. Son dos libros que cautivan y enganchan porque cuentan la historia de algo que todos tememos y que a todos nos puede afectar.. Seguro que te gusta.
      Un beso.

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  13. Hola.
    Leí "Río revuelto" gracias a tu reseña y me encantó pero no me veo leyendo estas obras. Lo he pasado mal leyendo la reseña, perder a un marido es devastador, imagino, pero perder a un hijo...no hay palabras para definirlo.
    Mil gracias de todas formas por una reseña, doble, tan buena y completa.
    Feliz martes.

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    1. Son dos situaciones terribles, pero no sé cómo las cuenta (bueno sí lo sé, con una gran pericia y mucho sentimiento) que te envuelve y te engancha y no te deja escapar. ha sido duro, no lo voy a negar, pero toda una experiencia literaria y casi vital.
      Un beso.

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  14. Dos lecturas impactantes y muy duras. Haces reflexiones interesantes sobre el dolor, la pérdida y afrontar una realidad dolorosa e increíble. También me llama la atención eso de ser una mujer "fuerte" y lo que conlleva.
    No me siento capaz de leer algo así, no debo de ser fuerte.
    Un beso.

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    1. Durante un tiempo yo me creí fuerte hasta que las cosas empezaron a exigir de mí esa fortaleza y descubrí que no la tenía en absoluto. Ahora todo el mundo a mi alrededor me parece más fuerte que yo. Imagino que no mostramos nuestras debilidades al exterior y "engañamos" con una fortaleza inexistente.
      Los libros no están exclusivamente centrados en las pérdidas sino que, a base de recuerdos de esas personas perdidas son como autobiografías. Y es que la autora escribe tan bien y sabe ser tan interesante que más que lo que cuenta, me gusta cómo lo cuenta.
      Un beso.

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  15. Como lo señalé, te había leído cuando lo publicaste, sólo que no he tenido tiempo de comentarte. Estoy muy cerca de las líneas de Lorena: tengo ambos libros esperando y comencé por 'El río en la noche' (Río revuelto). En mi caso, no era oportuno leerlos al poco de la muerte de mi madre; por eso los dejé para más adelante.
    Por lo que nos cuentas, parecen una autobiografía novelada y no simples novelas. Tamaño sufrimiento le ha tocado a la autora.
    Después del que he leído, sus letras incentivaron mi buena disposición. No tardarán en ser encarados. Gracias por tus líneas, que refuerzan mi interés.
    Un beso para ti, Rosa.

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    1. Yo tampoco creo que hubiera sido capaz de leerlo después de haberse muerto mi padre. Ahora, cuatro años después, no es que haya sido muy fácil, pero ha sido todo un placer acercarse de nuevo a la literatura de la autora. Desde luego, estos dos libros no son novelas en sentido estricto. Como bien dices son autobiografías novela das. Además de muy interesante, resulta entretenido. Me gustó tanto el primero que no pude resistirme a pasar seguidamente a la segunda.
      Un beso.

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