"Trigo limpio" Juan Manuel Gil

«En la primera mitad de los años noventa, el aeropuerto de Almería vivió una de sus transformaciones más importantes. Como suele ocurrir con estos asuntos, el ministerio decidió ampliar la pista de despegue y aterrizaje sin tener en cuenta a los vecinos de los barrios aledaños. Eso se tradujo en protestas y manifestaciones que, aunque no llevaron a ningún lado, trajeron de cabeza a los políticos locales y regionales de aquellos años. Como mi barrio era el más afectado por aquella descomunal obra pública, los vecinos salieron a la calle a llevarse por delante a quien fuera necesario [...] Esta historia no va sobre aquellos días de proclamas y violencia. Aunque eso no quita, claro, que en este relato el aeropuerto funcione como la máquina de rayos equis de un viejo hospital soviético: ocurre que es útil para la comunidad, no hay modo de negarlo, pero a quienes pasan mucho tiempo cerca de ella, se les acaban deshojando las pestañas y las uñas, porque resulta imposible que esa radiación no te cambie el curso de los días. ».

El protagonista y narrador de Trigo limpio ambienta la novela en una época de su infancia en un barrio de Almería, y como hilo conductor toma la ampliación del aeropuerto, un hecho que afectó directamente al barrio, y una conversación que en ese aeropuerto tuvo lugar. Y a la vez que escribe sobre ese pasado, nos habla también del presente y de cómo llegó a plantearse la escritura de la novela. 

Respecto a aquella infancia llena de sol y mar y pasadizos tenebrosos, comienza cuando el protagonista, en busca de un balón escapado, se mete en terrenos del aeropuerto y, en persecución del objeto rodante, termina en una pista en la que está a punto de aterrizar un avión. Por supuesto, la Guardia Civil termina con la aventura y encierra al niño en una dependencia del aeropuerto en espera de que venga su familia a recogerlo. La angustia del niño se desgrana entre la esperanza de que venga su padre y el temor de que sea su madre quién acuda. «Mi padre no se va a jugar la vida, pero mi madre no teme ir a la cárcel. Tiene el orden de los factores muy claro: primero me mata y después pregunta. Me lo ha dicho muchas veces». 

Durante la espera introducen con él a un hombre que también está retenido. La conversación entre ambos será otro de los factores fundamentales de la historia y otro elemento que se alternará con el resto de los capítulos. Se trata de una conversación larga y que va siendo reveladora por momentos. En ella Huáscar, que así se llama el hombre, le cuenta su vida y le da ciertos consejos.

«La aparición de Huáscar en la acción es decisiva, y es de ley que traiga consigo algunas exigencias estructurales y argumentales que se irán viendo conforme pasan las páginas. Una de ellas, tan importante como la que más, es la aparición de los diálogos, que reproducen de manera literal lo que se dijo en un momento y en un lugar determinados. Pero que yo sepa, muy poca gente con juicio se dedica a grabar cada una de las conversaciones que mantiene a lo largo de su vida. Por eso el encaje de cualquier diálogo es un ejercicio de memoria, pero también de fe, de confianza, de compromiso con lo que se está escribiendo y leyendo».

Y es que, por si no lo he dicho, Trigo limpio es una de las novelas más metaliterarias que he leído nunca. Continuamente, tanto en los capítulos de la infancia como en los de la actualidad, el narrador nos explica cómo va escribiendo, por qué escoge una u otra opción, lo que puede o no interesar al lector, el momento idóneo de la historia para introducir elementos concretos, la importancia de la primera persona... toda una serie de reflexiones en fin, sobre lo que es el hecho de escribir. Pero la novela va más allá de lo que es lo metaliterario. Nos lleva a un punto en el que realidad y ficción se confunden hasta que ya no sabemos si lo que cuenta Juan Manuel Gil es una autobiografía o pura invención. A ello contribuye, como el propio narrador nos dice, el empleo de la primera persona.

«Los escritores nos hemos puesto a escribir en primera persona si queremos tener algún futuro. Ya hemos aprendido que la realidad solo se puede conocer y nombrar desde la subjetiva ruptura de la mirada propia. En realidad, utilizamos una vieja manera de contar las cosas para que la literatura tenga alguna opción de resistir frente a los nuevos modelos de ocio y entretenimiento. Y en ese afianzamiento de la primera persona, el lector ha empezado a confundir la ficción con la realidad, cuando lo interesante y genuino habría sido que alcanzase la realidad a través de la ficción».

La confusión se hace aún mayor cuando el narrador nos cuenta que en 2019 publicó una novela titulada Un hombre bajo el agua. Fue esa novela la que hizo que Simón, después de más de veinte años, se pusiera en contacto con él. Efectivamente, la novela anterior de Juan Manuel Gil se titula Un hombre bajo el agua y se publicó en 2019. A partir de ahí, una empieza a preguntarse qué es real y qué inventado en Trigo limpio. Aunque también, como ya suelo hacer desde hace tiempo con la autoficción, género que por lo demás me encanta, llego a la conclusión de que me da lo mismo (sin obviar una cierta curiosidad que siempre me queda), lo que me importa es disfrutar con la historia y que esta sea buena y esté bien contada, exactamente igual que con la más pura ficción. Diré no obstante que en mi opinión, si me equivoco que alguien me lo haga saber, la mayor parte de esta novela es inventada.

Juan Manuel Gil

Retomando lo que es Trigo limpio, se puede decir que se estructura en tres tipos de capítulos que se alternan. Unos son los que cuentan la infancia del narrador sin nombre y sus tres amigos. Tan solo Simón recibe un nombre como tal pues los otros dos, en un alarde de humor y de huida de lo políticamente correcto que me encanta, son el del síncope («uno del grupo al que un síncope se llevó por delante a los treinta y pocos años») y el del fallo multiorgánico («Un miembro de la expedición, que murió años después debido a un fallo multiorgánico»). Otros capítulos son los que van narrando el encuentro, veinticinco años después, con el correo electrónico de Simón y las pesquisas del narrador para encontrarlo cuando deja de recibir sus mensajes tiempo después. Es ese encuentro y la sugerencia de Simón lo que hace que el narrador se decida a escribir esta historia. 

«Simón, [...] volvió a ponerse en contacto conmigo más de veinticinco años después. Un buen día, se topó con Un hombre bajo el agua y, después de leerlo un par de veces y subrayarlo y anotar cuanto le vino a la cabeza, pensó, o sintió la necesidad, o creyó que era conveniente retomar aquello que extraviamos el día que su familia, y él dentro de ella, se marchó de allí».

Finalmente, el tercer tipo de capítulos nos narran la larga conversación mantenida con Huáscar en el aeropuerto la noche en que los dos fueron retenidos por la Guardia Civil. Tres tipos de narración que se van hilando y relacionando a través de pasadizos en el tiempo y el espacio, porque los pasadizos son muy importantes en Trigo limpio. Hay libros que son pasadizos que nos llevan a otros momentos. «La vida —también la literatura, claro— dispone de una serie de pasadizos que conectan determinados momentos entre sí. No se aprecian a simple vista, como es lógico, pero están ahí —bajo nuestros pies, bajo las palabras— y hacen un trabajo precioso. Simón me habló de cómo mi libro era esa boca de galería que lo condujo nuevamente hacía mí». Pero también hay pasadizos físicos en los que los amigos se meten porque no hay mayor aventura en la infancia que atravesar túneles, galerías, pozos, atajos subterráneos... y dejarse morir de miedo o creer que así es. 

El último pasadizo del que se nos habla es una cartera de cuero con lazada. Y lo que constituye ese pasadizo es una de las cosas más apasionantes con que un amante de la literatura se puede encontrar. A todo lo dicho debemos sumar un sentido del humor inteligente y muy incisivo, y una prosa ágil, original y con un uso de palabras, verbos sobre todo, curioso pero muy gráfico. 

Termino la entrada, que se ha alargado más de lo que pensaba, con una cita con la que estoy muy de acuerdo.

«El silencio no es un puñado de vacío. Es una galería, un pasadizo que conecta con la experiencia, la imaginación, el miedo, la sugestión... Así que cualquier escritor se estaría equivocando gravemente si renunciara a él por temor a no ser entendido. No hay que contarlo todo».

Por cierto, Trigo limpio obtuvo el Premio Biblioteca Breve en 2021 y es una novela muy original, interesante y recomendable.

Este libro lo he leído como recomendación del blog La Senyoreta Buncle. Dicha recomendación me llegó a través del Reto Serendipia Recomienda 2022. Si queréis saber cuáles son las otras dos que he elegido podéis verlo en esta entrada de mi blog.

Título del libro: Trigo limpio

Autor: Juan Manuel Gil
Nacionalidad: España

Editorial: Seix Barral

Año de publicación: 2021

Año de publicación original: 2021

Nº de páginas: 400