Dos de Mariana Travacio
"Quebrada". Marina Travacio.
«Me llamo Lina Ramos, soy la esposa de Relicario Cruz. Hace tiempo le vengo diciendo que nos tenemos que ir, pero él no quiere. Se aferra mucho a esta tierra, dice que acá nacimos y que acá tenemos que morir. Pero es que ya no queda nadie, le digo. Y me dice que no podemos andar abandonando a nuestros muertos, no podemos irnos y dejarlos acá, Lina, sin nadie que los reconozca [...] Dice que la tierra no se abandona. Que si uno se va, los muertos se quedan sin nombre, y se acaban confundiendo, porque ya nadie se les acerca a recordarles ni quiénes eran, ni qué decían, ni qué les gustaba. Y que eso no se hace, Lina».Pero Lina cree que más que por los muertos hay que mirar por los vivos y allí ya no hay de donde sacar. Ya hasta con Dios se ha enfadado porque no la escucha y aquella tierra sigue siendo un secarral del que las nubes pasan para irse a llover a otro lado. Tal vez hasta el mismo diosito «se haya ido de aquí, él también, cansado de tanta piedra».
El caso es que Lina, aconsejada por Octavia, decide tomar el camino hacia zonas más amables, hacia aquellas zonas a las que se van las nubes a llover, un lugar donde la tierra se mantenga húmeda y pegada al suelo, y la hierba crezca y los animales y las personas tengan algo que beber. No la seguirá Relicario Cruz. No al menos de momento.
Tiene Lina otro aliciente para irse o, mejor, la falta de un aliciente para quedarse. Su hijo Tala se fue hace ya catorce años con el propio hermano de Lina, Camilo. «Llevo catorce años repitiéndole lo mismo, pero no me oye. Catorce años, desde que se fue mi hermano y se llevó consigo a nuestro hijo, nuestro Tala, que tanta falta me hace».
Y así, Lina se irá a buscar el arroyo que la llevará al río que la llevará al mar. Y no llegará al mar, pero llegará a una tierra verde donde llueve mucho, donde todo es mucho. Llegará al rancho de los Loprete y entenderá lo que le decía Feliciano, su guía, mientras la llevaba hacia allí: «que todo era mucho. Recién ahora lo entiendo. Es que no termina de pasar una cosa que ya está pasando la otra. Y acá los grillos aturden, pero los perros no ladran. Eso noté, el otro día. Yo creo que ya ni se molestan. Si se pusieran a ladrar por cada cosa que ven, los pobres se la pasarían ladrando todo el día. Por eso debe ser que andan así, echados y mirando de soslayo».
La historia del viaje de Lina y del de Relicario, que la sigue poco después con sus muertos a cuestas, es lo que constituye la primera parte de Quebrada, y ambos protagonistas se alternan para contárnoslo. Porque hay una segunda parte en la que encontraremos a otros personajes. Nos la cuenta Rulfino Romano a quien Anselmo hace de padre desde la muerte en un incendio de sus padres adoptivos, los Romano. «Desde ese incendio, Anselmo me oficia de padre. Es que a Anselmo se le fueron los hijos y le debe haber quedado ese hueco. Así armamos las familias acá. Con lo que tenemos a mano».
La que está formada solo con sus propias piezas, todas legítimas, es la de los Loprete. Nueve hijos tienen los Loprete. Cinco sanos y cuatro aquejados de locura. Los llaman los Furia a estos últimos. Pero no son los Furia los que van a ir dejando víctimas y resentimientos a su paso. Son más bien el padre y los hermanos sanos hacia los que se dirigirán las venganzas que conforman estas dos novelas, porque en ambas encontramos personas inocentes que se verán involucradas, cuando no directamente agredidas, por el talante de señoritos y dueños de todo lo que les rodea (la tierra, el agua, las reses y las personas) de don Luis Loprete y sus hijos sanos.
Título del libro: Quebrada
Autora: Mariana Travacio
Nacionalidad: Argentina
Nacionalidad: Argentina
Editorial: Las afueras
Año de publicación: 2022
Año de publicación original: 2022
Nº de páginas: 166
«En una de las vueltas del viento norte, se nos apareció Loprete. Llegó lúgubre, un poco perdido, preguntando por Pepa. [...] Lo miramos extrañados, un poco sorprendidos por su figura concreta en la tarde abrasadora, como si la bruma de polvo que nos envolvía esa tarde lo hubiese materializado para que así de repente preguntara por Pepa.
La única Pepa que conocíamos era la hija del viejo Antonio, que vivía en la otra punta. [...] El Tano le sostuvo la mirada: para qué la busca, compañero. Y Loprete, que en ese momento no era más que una figura maciza recién salida de la bruma, no dudó: mire compadre, la ando buscando porque se me perdió. Y el Tano, después de mirarnos a ver si estábamos atentos, le dijo: bueno, siéntese aquí con nosotros, se toma una ginebra y nos cuenta cómo fue que se le perdió.
Así lo conocimos a Loprete. Y la Pepa que se le había perdido no era la nuestra». Ni siquiera era una Pepa... Y es que ese Loprete era uno de los Loprete insanos.
Esto sucede al inicio de Como si existiese el perdón, novela que se publicó antes de Quebrada, aunque lo que sucede sea posterior en diez años. Aquí también hay un joven narrador que ha tenido que construirse una familia con lo que tenía más a mano. Manoel tenía un año cuando quedó al cuidado de su abuela. Esto en el pueblo se sabe por Antonio y así Manoel ha sabido «Que mis padres habían ido a trabajar a un campo, para que yo tuviera. Y que de ahí ya no habían vuelto. Cuando murió mi abuela, el Tano me ofreció su casa. Me acuerdo muy bien de ese día: ¿te venís conmigo, Manoel? Yo tenía ocho años».
Manoel y Tano viven también en una tierra seca, como vivían Relicario Cruz y Lina Ramos, pero su tierra está más cerca del rancho de los Loprete y sus campos de agua. Lo suficientemente cerca como para que la mano vengativa de los Loprete sanos, muerto ya el padre, pueda alcanzar a los tres hombres, Manoel, el Tano y Juancho, que aquella tarde se encontraron con José Loprete que buscaba a Pepa. Y es por eso que el Tano y su pupilo viajan al pueblo donde vive la hermana del Tano huyendo de la venganza.
«Al principio no me acostumbraba a este pueblo. Más que pueblo parecía una ciudad. El empedrado lo retumbaba todo en un eco ensordecedor. Eso era muy malo. Había noches que no dormía solo escuchando esos ruidos. El único sonido que me calmaba era el de la lluvia goteando sobre las piedras, cuando ya no llovía tanto, cuando las ramas de los árboles dejaban caer, con el viento, las últimas gotas de agua. Ese ruido me consolaba como si pudiera dormirme en él».
Pero en su huida, Manoel sabrá cosas y encontrará otro motivo de venganza contra los Loprete, y así, venganza sobre venganza, se camufla la necesidad de defenderse de una con el cumplimiento de otra u otras. «Los rencores se tejen lento y a veces se arraciman».
Dos hermosas novelas que se han comparado con Juan Rulfo. Lo ha hecho la editorial Las afueras en su sinopsis oficial de Como si existiese el perdón. «Mariana Travacio nos conduce a través de un mundo desolado, que traerá inevitablemente a la memoria las mejores páginas de Juan Rulfo, hasta un final inevitable que tiene sabor de venganza antigua». No sé si estoy de acuerdo. Rulfo era mejicano y eso se nota mucho en su prosa, como se nota en Mariana Travacio que es argentina. Tampoco tiene nada que ver Comala y su censo de muertos con estas páginas en las que los personajes (si exceptuamos a los que Relicario lleva en el borrico) están muy vivos, aunque algunos encierren un muerto muy evidente. Pero sí, recuerda a Rulfo y a García Márquez y a otros varios escritores hispanoamericanos en esa forma que tiene de revivir la tragedia en el más puro concepto griego del término. Un gran descubrimiento que agradezco.
Título del libro: Como si existiese el perdón
Autora: Mariana Travacio
Nacionalidad: Argentina
Nacionalidad: Argentina
Editorial: Las afueras
Año de publicación: 2020
Año de publicación original: 2016
Nº de páginas: 144
¡Hola!
ResponderEliminar¿te puedes creer que tengo las dos esperándome en el ebook? Iba a ser una propuesta de lectura conjunta que le iba a hacer a Marianna y curiosamente tenía pensado leerlas juntas pero desconocía que tenían relación y menos aún que había un orden de lectura aconsejado (por mucho que se puedan leer por separado sin problemas)
Entonces, el orden adecuado de lectura sería el mismo que el de tu reseña? ¿primero Quebrada y después el otro? (aunque ya vi que Quebrada es de publicación posterior, aunque la trama es posterior)
Es bueno saberlo.
Yo descubrí a esta autora en el blog de Lorena y fue allí cuando decide leerme esas dos. Me alegra que haya sido para ti todo un descubrimiento y las hayas disfrutado
Un beso
Me han encantado las dos novelas. El orden que me recomendó Juan Carlos fue el de publicación. Primero Como si existiese el perdón y después Quebrada. Así la trama se lee al revés, pero creo que puede ser más interesante. De todas formas yo he disfrutado mucho de la lectura. No son historias que se continúen. De hecho, Quebradaa tiene dos partes que bien podrían haber sido dos novelas distintas y tendríamos una trilogía.
EliminarOs gustará esta nueva lectura conjunta. Ahora quiero leer el libro de relatos que leyó Lorena. Prefiero la novela, pero una vez leídas estas dos, apetecen mucho los relatos. Tengo ganas de leer vuestras reseñas.
Un beso.
Qué maravilla de escritora Mariana Travacio. Te leo y leo las citas que has ido intercalando en tus reseñas de estas dos novelas y me dan ganas de lanzarme a su lectura. Aun así, voy a postergar mi reencuentro con la escritora argentina. En todo caso, supongo que el orden de lectura de ambas novelas tampoco importa mucho dado que la que se publicó más tarde narra hechos anteriores a la primera. Eso sí, no sé si es porque tanto tú como Juan Carlos las habéis reseñado juntas, pero casi me parece inevitable leer las dos seguidas.
ResponderEliminarBesos
Yo no tenía claro leerlas juntas, pero es que, después de terminar una, y sabiendo que tenían en común personajes y escenarios, no pude resistir la tentación. Además son dos novelas lo suficientemente cortas como para que se presten a la lectura consecutiva. Lo que creo que es bastante indiferente es el orden de lectura.
EliminarEntiendo que quieras dejar pasar un tiempo antes de volver a encontrarte con la autora. Yo suelo hacerlo también.
Un beso.
Me alegro muchísimo, Rosa, de que te hayan gustado estas dos novelas de Mariana Travacio. Y agradezco mucho que me cites en tu reseña. Es cierto que se pueden leer en el orden que se quiera pues aun teniendo elementos comunes son novelas distintas. Yo seguí el orden de publicación por eso de que la vida (ja, ja...) es lineal y que, imagino, la escritora haría la segunda tras la primera y tal y tal. Pero se pueden leer en el orden que cada uno prefiera.
ResponderEliminarSon dos historias duras, a veces brutales, pero escritas con una poesía increíble. Desde luego, para mí, uno de los descubrimientos de mi año lector.
Un beso grande
Un gran descubrimiento, sin duda, que de nuevo te agradezco. Como ya digo, creí que estaba siguiendo el orden recomendado por ti y cuando ya había terminado ambos libros y me disponía a escribir la reseña, vi que me había equivocado. No sé cuánto cambiará la sensación leyéndolos en orden de publicación. Yo también pienso que puede ser más sugerente, pero es cierto que sea como sea, resulta una lectura totalmente cautivadora. Y de la prosa, nada que añadir. Basta con leer las citas que tú o yo ponemos en los blogs para ver que es de esas formas de escribir que atrapan y envuelven sin remedio.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, una nueva escritora que me descubres porque no había oído hablar de Mariana Travacio, pero que me trae, aunque odio las comparaciones, aires de escritores que me encantan como Rulfo y García Márquez, historias apetecibles de las que llaman y enamoran. Me la llevo apuntada
ResponderEliminarBesos.
Yo la conocí hace un par de semanas en el blog de Juan Carlos y solo con leer las citas que allí mostraba me convenció. Son dos preciosas novelas que se leen rápido y se disfrutan (y se sufren) mucho. Seguro que te gustan.
EliminarUn beso.
Hola otra vez. Ya sabes que yo las series o aunque solo sean dos no lo llevo bien porque no los termino. Pero me gustan mucho estas grandes historias que los latinos saben contar tan bien. Y cómo encaran la tragedia con coraje y sin revelarse en la autocompasión. Son historias con mucha fuerza, mucha vida. Le echaré un ojo. A los dos.
ResponderEliminarBesos
No es una serie en absoluto. es más bien como García Márquez que en varias novelas menciona al coronel Aureliano Buendía aunque nada tengan que ver unas con otras. te animo a leerlas porque además se leen rápido y el balance es muy positivo.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Me iba recordando mucho a García Márquez lo que contabas y al final también lo citas. Es difícil no pensar en esas referencias pero esta autora tiene voz propia y muy potente, por lo que dices. No la conocía pero me ha gustado mucho tu reseña. Pese a la dureza de las historias, el tono parece tener también mucha poesía. Estupenda, la recomendación. Un beso.
ResponderEliminarAlgo tienen los escritores latinoamericanos que siempre nos recuerdan unos a otros. Rulfo es mexicano, García Márquez, colombiano y esta autora, argentina, pero con las diferencias que los separan, no se puede negar que nos sugieren unos a otros. Duras, pero muy poéticas en efecto.
EliminarUn beso.
Ya los anoto.
ResponderEliminarGracias por compartirlo!
Gracia a ti por pasarte. Ojalá te gusten.
EliminarUn beso.
¡Hola, Rosa!
ResponderEliminarAún no he leído a Travacio, pero sin duda que las autoras latinoamericanas tienen su propio encanto y se han abierto paso con fuerza en el mundo de las letras.
Me alegra saber que has disfrutado un montón de estas dos novelas, de blog en blog vamos descubriendo lecturas maravillosas.
Veo que ya Marian las lleva apuntadas para leerlas, así que pronto conoceré la pluma de esta autora que, por lo que nos cuentas y por las citas que has publicado, atrapa y fascina.
Gracias por tan buena sugerencia ;)
Un beso.
Todo un descubrimiento esta autora argentina cuya prosa envuelve desde la primera frase, como bien dices que se nota en las citas.
EliminarLos blogs hacen aumentar mucho la lista de pendientes, pero descubren cosas que de no ser por ellos nunca sabríamos que existen.
Me encantará leer vuestras opiniones (de Marian y tuya porque seguro que aceptas su propuesta) y ver puntos de vista distintos al mío. Siempre es muy enriquecedor.
Un beso.