No hay que olvidar la letra pequeña
Empieza una nueva temporada de concursos y retos en El tintero de oro y comienza con un reto para escribir un micro relato. Para esta temporada, El tintero de oro se ha hermanado con el VadeReto, un reto que es una iniciativa de escritura propuesta por JascNet en su blog Acervo de Letras, cuya entrevista podéis leer AQUÍ. Se han fusionado los dos retos literarios en uno. Para ello, se han unido características de ambos, el Tintero de Oro y el VadeReto.
¿Y en qué consiste el reto de este mes? Nos lo explica M. A. Álvarez en la convocatoria:
«El reto consistirá en escribir un microrrelato protagonizado por un escritor/a desesperado/a por su falta de inspiración que se encuentra un Tintero de Oro con un mensaje grabado: «pídeme un deseo y lo verás por escrito», aunque este contrato tiene una letra pequeña: «pero todo tiene un precio», por lo que quien pida el deseo deberá atenerse a las consecuencias…»
Como ya es costumbre, el relato no deberá superar las 250 palabras.
Llevo cinco años escribiendo sin parar. Mi ilusión de
siempre era convertirme en un escritor famoso y ganar el Nobel, pero la suerte
me era adversa. Tras una novela de cierto éxito, las musas me abandonaron. Hasta
que encontré aquel tintero entre las posesiones de mi tío Augusto. Era un
precioso tintero dorado con una leyenda grabada alrededor del tapón. Me hice
con una lupa y leí aquellas letras que, a simple vista, parecían rayitas
ornamentales. Lo que la lupa me descubrió me dejó perplejo: «pídeme un deseo
y lo verás por escrito». Me apresuré a pedir mi deseo más antiguo, pensando
que todo era una broma del fabricante, pero era cierto.
Las mejores obras empezaron a salir de mi teclado. Escribo y
escribo sin parar. Mis obras se publican una tras otra. Los periódicos se
preguntan quién es el escritor anónimo que se esconde detrás de ellas. El
editor anda como loco tratando de saber quién es el que le manda una novela
millonaria cada seis meses, a quién debe enviar lo recaudado. Yo no puedo parar de
escribir, pero no gano ni un euro y encima no puedo trabajar; la escritura ocupa
todo mi tiempo. Menos mal que tío Augusto, además de este odioso tintero, me
dejó una cuenta corriente bastante saneada.
Un día di la vuelta al tintero. En la parte de abajo había
otra leyenda. Volví a por mi lupa y allí estaba la explicación: «pero todo
tiene un precio y el tuyo será el anonimato».
250 palabras
Muy interesante el mensaje final que nos dejas sobre el anonimato, la gloria, el ego personal y el rendimiento bancario je, je. Me suelo preguntar por los orígenes y consecuencias del éxito. Es decir, cuando una novela o una película tiene un gran éxito a veces veo a los autores pavonearse en una especie de yoismo en vez de estar contentos de que el verdadero servicio que prestan es por el bien universal de la literatura o el cine.
ResponderEliminarTe ha salido un micro genial.
Besos, Rosa.
El ser humano suele tender a ese yoísmo del que hablas. Y cuando los éxitos cosechados parecen confirmar su excelsa valía, para qué quiere más. Éxito seguido de anonimato debe de ser el mayor castigo para algunos.
EliminarUn beso.
Estupendo relato Rosa, y que me plantea una pregunta: Cuantos autores cambiarían el escribir sin parar novelas maravillosas y de gran éxito, a cambio de no ganar ni un euro y ser un completo desconocido para el público?. Besos.
ResponderEliminarCreo que pocos autores estarían en esa situación que dices, aunque teniendo la espalda bien cubierta con la herencia del tío Augusto, alguno se animaría.
EliminarUn beso.
El tío Augusto le dejó un regalo envenenado, pero parece ser que también le dejó pecuniariamente la vida solucionada. Ello ofrece una envidiable libertad para dedicarse a lo que uno realmente quiere. Pero, aunque la vanidad del reconocimiento es muy lícita, parece que al escritor de tu micro le mueve más la fama que el prurito por escribir. Has abierto un debate interesante.
ResponderEliminarBesos
Me cae bien el tío Augusto porque le dejó, en efecto, un regalo envenenado que le dio una cura de humildad, pero a la vez le dejó resuelta la vida. Una cosa a cambio de la otra, aunque creo que el narrador hubiera preferido ganarse la vida con sus millonarios escritos y gozar de la fama. Pero no se puede tener todo.
EliminarUn beso.
Si lo hubiera leído antes, ¿hubiera pedido el mismo deseo? Nos quedaremos con la duda... Muy buen relato.
ResponderEliminarBesotes!!!
Sí, esa es una duda que no podemos resolver. Me laegro de que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Un micro excelente donde la maldición es el anonimato. Me gusta el contraste entre lo que se desea: fama, ganar un nóbel, reconocimiento y el castigo que precisamente suprime todas esas cosas. Muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana. A veces consigues lo que deseas, pero no de la misma forma en que lo deseabas y resulta que se convierte más en una maldición que en un don.
EliminarUn beso.
¡Hola, Rosa! Muy buen relato. El precio a pagar por el tintero es duro y el tema de la herencia le da un toque misterioso: ¿Acaso también usaba el tintero el tío Augusto?
ResponderEliminarUn abrazo.
No creo que lo usara el tío Augusto. Él tenía dinero al menos. Aunque puede que el precio a pagar hubiera sido distinto. Puede que el tintero cambie sus condiciones cuando cambia de dueño.
EliminarUn beso y muchas gracias por el esfuerzo que supone el mantenimiento del Tintero.
Yo, diria, No hay que olvidar leer a Rosa! Felicitaciones, un placer visitarte y leerte!!!
ResponderEliminarMuchas gracias. Un placer tenerte por aquí.
EliminarUn beso.
Buenísimo relato.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarBesos.
Muy bueno y original relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡¡Gracias!!!
EliminarUn beso.
Buenos días, Rosa.
ResponderEliminarYa lo dice la famosa frase, renovarse o morir... Qué estupendo que dos retos se unan para crear algo nuevo. Estaré encantada de leer todos los microrrelatos con los que participes en esta nueva aventura.
Un abrazo.
Espero que la inspiración me acompañe para participar en todos, pero nunca se sabe. A veces cuesta que surjan las ideas y yo no tengo tintero de oro ni estoy dispuesta a pagar cualquier precio.
EliminarUn beso.
Bueno, Rosa, me alegro que te hayas animado a participar en este reto. Lógicamente, todos los microrrelatos paticipantes solo se distinguen unos de otros por el final. Y tu final es realmente original. Ser un escritor muy exitoso pero totalmnete desconocido por el público y sin percibir ni un euro por su trabajo tiene que ser una pequeña tortura, sobre todo para quien quiere alardear de su fama y hacerse rico gracias a ella. Memos mal que el tío Augusto le dejó uns buenos ahorros, porque, de lo contrario, acabaría siendo un indigente literariamente muy prolífico pero, a fin de cuentas, un ecritor muerto de hambre, je, je.
ResponderEliminarUn beso.
Pero muerto de hambre en sentido literal. Tanto escribir no tiene tiempo ni de trabajar para ganarse la vida. Me daba tanto agobio que le dejé en posesión de una buena herencia del tío Augusto. Tampoco era cuestión de torturarle más de la cuenta, ja, ja.
EliminarUn beso.
Justo castigo a su soberbia. El Nobel nada menos pretendía, jeje. Un micro estupendo, Rosa. La historia engancha desde el principio y el final es genial. Un beso y gracias por participar.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Un poco soberbio sí que era mi personaje. Lo he castigado, pero al menos le he dado una salida en el aspecto crematístico al menos.
EliminarUn beso y gracias a ti por todo el esfuerzo de mantener el Tintero activo.
Hola Rosa.
ResponderEliminarMe pregunto qué hubiera hecho tu protagonista, de haber leído a tiempo la letra pequeña. Un escritor que aspira a un Nobel, la fama, la gloria, el dinero, ¿lo hubiera cambiado todo por la fama anónima, y sin un duro? No creo. Pienso que ese Tintero actuó muy justamente.
¿Qué habrá pedido el tío Augusto? ¿Y qué habrá pagado? Nos queda la incógnita, pero por lo menos, dinero consiguió.
Sí, se ve que al tío Augusto le fue mejor. Pienso que tal vez era él el que manejaba el tintero y quiso dar una lección a su sobrino para bajarle los humos.
EliminarNo, yo tampoco creo que hubiera aceptado el regalo de haber sabido el precio a pagar.
Un beso.
Hola Rosa. Terrible dilema el que nos planteas, ¿escribimos para nosotros o para nuestro público? ¿Merece la pena el esfuerzo si no podemos saborearlo, si no obtenemos el reconocimiento esperado? preguntas difíciles de responder y habrá opiniones para todos los gustos. No se puede negar que todo escritor es en cierto modo narcisista, como lo es el ser humano por naturaleza. Un abrazo.
ResponderEliminarImagino (yo no escribo) que se escribe para ambas cosas. Los que viven de ello necesitan ganarse al público para ganarse la vida. Nuestro narrador tiene la vida resuelta, pero aspirando al Nobel se ve que para él es muy importante ser famoso. Tiene que ser frustrante tener érxito y que nadie sepa de quién es ese éxito.
EliminarUn beso.
Muy interesante, Rosa.
ResponderEliminarEl egocentrismo de cualquier creativo puede llegar a ser inevitable. Sin embargo, los que escribimos por placer, para dejar salir esas historias que golpetean en nuestra cabeza, sentirnos creadores de aventuras y permitir a otros disfrutar con ellas, tal vez seamos más libres y felices. Aunque, ¿Quién no quiere el dinero que viene con el éxito? Pero, a veces, te condena a una maldición irremediable, como a tu protagonista. ¡Quién sabe!
Felicidades por el relato y muchas gracias por compartirlo en este reto colaborativo.
Un Abrazo.
Lo malo de mi personaje es que aunque tiene éxito éste es anónimo por lo que ni gana dinero con sus escritos ni la fama que debería acompañar a ese éxito anónimo. Para este escritor que aspiraba al Nobel tiene que ser terrible.
EliminarUn beso.
Así debe ser para quien escribe por amor a la fama y no a la escritura.:)
ResponderEliminarUn duro castigo, aunque tal vez merecido. No obstante, como me daba un poco de pena, hice que el tío Augusto le dejara la vida resuelta.
EliminarUn beso.
A mi me caería mejor so no estuviera pretendiendo el Nobel.
ResponderEliminarCon la vida resuelta no me parece una gran desgracia. Casi me parece más desgracia no poder vivir, porque parece que no se puede despegar del ordenador.
la fama mo es tan importante como el reconocimiento. El se enteraba de que sus libros triunfaba y los lectores que había un súper escritor del que no sabían el nombre.
buen planteamiento y buena polémica derivada.
abrazoo
Sí, empezar ya aspirando al Nobel es un ejercicio de soberbia notable. No sé si el saber que sus libros tenían fama y lectores le compensaría en algo del hecho de que no se supiera que él era el autor. Así debería haber sido, aunque hay gente muy rara.
EliminarUn abrazo.
Muy buen micro, lástima que a presar de sus ideas, terminó en el anonimato y sin poder dejar de escribir, como que perdió su vida social, laboral, en fin vive para escribir.
ResponderEliminarMuy bueno, saludos.
PATRICIA F.
Vive para escribir, pero no escribe para vivir. Ahí el que se hace de oro es el editor que no tiene que pagar al autor porque no logra dar con él. Igual tampoco pone mucho empeño.
EliminarUn abrazo.
ResponderEliminar"pídeme un deseo y lo verás por escrito". Debemos tener cuidado con aquello que necesitamos. Buen aporte al reto. Estaba segura de que ya te había comentado Rosa, pero repasando no he visto el comentario. Un abrazo
Muchas gracias Nuria. Sí, hay que tener cuidado con lo que se desea y con lo que se pide porque a veces no resulta como pensábamos o el precio a pagar es excesivo.
EliminarHe buscado en spam por ver si estaba tu comentario. Cada poco blogger me manda comentarios al spam, pero el tuyo no estaba.
Un abrazo.
Hola, Rosa. Muy buen micro. Tanto deseo de fama y éxito le ha dejado sin tiempo para disfrutar de los logros. Mal le ha salido el trato, trabajar sin cobrar, en el anonimato y todo el beneficio para la editorial.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fama y éxito tienen sus libros. Él el pobre sigue en el anonimato y encima trabajando a destajo y sin poder parar. Mal negocio hizo.
EliminarUn beso.
Su egoísmo lo ha pagado bien, buen relato.
ResponderEliminarLo ha pagado en exceso. Tal vez de haber sabido el precio no hubiera pedido deseo alguno.
EliminarUn saludo.
Genial el final! Puede haber algo peor para un escritor que el anonimato o que nadie lo lea? Un abrazote!
ResponderEliminarPues sí, es un alto precio a pagar, pero no hay regalo sin deuda asociada.
EliminarUn abrazo.
¡Hola Rosa! ¿Por qué la letra pequeña siempre está tan escondida? Si tu escritor se hubiera parado a leerla, tal vez no se habría arriesgado a pedir ese desea. Es duro dedicar todo tu tiempo a escribir y que la única recompensa obtenida sea el anonimato, sobre todo porque no te deja tiempo para ganarte la vida de otra manera. Otra vez se lo pensara mejor antes de desear nada.
ResponderEliminarBuen micro para el reto de este mes.
Un saludo.
Hola Rocío. Muchas gracias. la letra pequeña está escondida porque de estar a la vista se firmarían muchos menos contratos, ja, ja. Al menos pudo ver cómo sus libros, ya que no él mismo, tenían éxito lo que demostraba que él era un buen escritor aunque sólo él lo supiera.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, ¡qué bueno! Creo que escribir para ser famoso no es escribir, no tienes ese amor a la literatura o a la escritura que se debe tener, así que bienvenido castigo el anonimato, creo que se lo merece en el fondo. Me ha gustado mucho, Rosa.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Yo creo que se puede compaginar el amor a la literatura y la vanidad de ser famoso, por eso he querido castigar a mi personaje, pero tampoco mucho. Al menos le quedó la herencia para sobrevivir.
EliminarUn beso.
Es efectiva la ironía de que sus deseos se cumplieron al pie de la letra. Y no como realmente hubiera elegido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, no pidió fama. Solo pidió tener inspiración y escribir buenas obras. debió pedir que vinieran acompañadas de éxito. No se puede estar en todo, ja, ja.
EliminarUn beso.
¡Cuánto tiempo, amiga Rosa! Desde luego, se merecía el anonimato solo por pretender el nobel sin el trabajo que supone, ¡el nobel por solo cinco años de escritura!, aunque hay escritores que ni con toda la vida escribiendo lo conseguirían. No sé si en la vida real ha habido alguno que lo haya conseguido ¿puede ser?
ResponderEliminarSi es que hay que ser cuidadoso a la hora de pedir deseos... por si acaso.
Un abrazo muy muy grande.
Sí que era un poco soberbio mi personaje. Pobrecito. Al menos tiene la vida resuelta y la satisfacción de que sus obras, ya que no él, triunfen. Aunque me temo que eso no va a satisfacer su ego.
Eliminarme alegro mucho de este reencuentro de la mano del Tintero y, ahora también, de Vadereto.
Un beso.
Pobre, mucho escribir pero no gana un duro. El precio del anonimato no sé si compensa...Saludos!
ResponderEliminarYo creo que, pesto que tiene la vida resuelta, sí que tiene que compensar saber que tus novelas son buenas y triunfan. Es mejor que te conozcan, pero ya que eso no es posible...
EliminarUn beso.
Escribir por el placer de escribir y sin la mención que el anonimato te priva, una difícil cuestión y un camino que se puede tornar complicado si el éxito llama a la puesta. Aunque éxito sería sinónimo de remuneración lo que le daría libertad para seguir con su arte... No sé, difícil cuestión.
ResponderEliminarMuy buen micro, Rosa, abre ante nosotros un mae de dudas y muy buenas historias.
Un abrazo!
Imagino que depende de la vanidad de cada persona. Habrá a quien le importe menos el anonimato y más la calidad reconocida de sus obras y habrá quien prefiera ser conocido por encima de todo. eso si no tienes que vivir de la literatura, claro. Si vives de ello, ya no es cuestión de vanidad sino de subsistencia.
EliminarUn beso.
Felicidades por tan buen micro, Rosa.
ResponderEliminarDifícil dilema el que planteas: la obtención del éxito a cambio del anonimato. Pero, ¿se puede considerar éxito publicar una buena novela cada seis meses sin que nadie sepa que eres tú quien la ha escrito ni recibas a cambio remuneración alguna? Frecuentemente los deseos nos acaban esclavizando y el de tu protagonista es una prueba de ello. Aquí, los que se están forrando, son sus editores.
Un fuerte abrazo.
Se puede considerar éxito de la novela, aunque no del novelista. Los editores son los más beneficiados, por supuesto. Igual es que tampoco ponen mucho empeño en buscar al escritor. Sí, los deseos son peligrosos.
EliminarUn beso y gracias por tus palabras.
Hay que saber pedir, no todo el mundo sabe. Creo que en este caso, no poder disfrutar d ela vida es peor que el anonimato. El tío le dejó bastante dinero, a saber si el también utilizó el tintero que le dejó en Herencia junto con la cuenta bancaria. Un saludo y feliz semana, Rosa.
ResponderEliminarHay que saber pedir y hay que saber desear. Cualquier deseo no es válido para cualquiera. Sí, menos mal que este hombre quedó con la vida resuelta porque la maldición le impide ganar el sustento de cualquier manera.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. ¿Por qué todos querrán ser escritores de éxito compulsivos? Con lo bien que se está de cuentista bloguero de tercera regional como yo mismo 😂
ResponderEliminarBueno, al menos tu protagonista, autor del Lazarillo y unas cuantas más no le falta para vivir y en parte ha cumplido su sueño convertido en pesadilla.
Saludos.
Totalmente de acuerdo contigo. Soy feliz de bloguera que se aprovecha de los éxitos ajenos para escribir mis entradas. No aspiro más que a leer y a que unas pocas personas lean lo que escribo y cojan algunas ideas para sus propias lecturas.
EliminarComo mi personaje, no vivo de esto. Lo malo para él es que él sí que habría podido vivir de haber sido conocido.
Un beso.
¡Hola, Rosa!
ResponderEliminarMuy buen relato, con pocas palabras, pueden decirse muchas cosas ;)
La gente se desvive por salir del anonimato y ser famosa, anhelando casi una seguridad existencial, y lo extraño es, que cuando no lo logra, se siente frustrada, y cuando lo consigue, ansía tener más privacidad.
Ja, ja, ja, ironías de la vida...
Un beso.
El ser humano es difícil de contentar, ciertamente, unos más que otros. Y sí, ansían fama y conocimiento y cuando lo consiguen quieren privacidad... No hay quien los entienda. Mi personaje tiene la fama (o la tienen sus novelas) y a la vez privacidad. Teniendo en cuenta que también tiene la vida resuelta, no sé de qué se queja.
EliminarUn beso.
Estupendo planteamiento, Rosa, ¿merecería la pena escribir sabiendo que no se consigue la fama ni el dinero? Yo creo que sí , por lo menos es lo que hacen algunas personas como yo, escribir por puro placer, aunque para eso no es necesario un tintero, está la satisfacción de hacerlo uno mismo sin ayuda. Me ha encantado tu relato sobre todo por la reflexión que conlleva. Un abrazo!!
ResponderEliminarHay mucha gente que escribe por el simple placer de escribir, pero tiene que ser duro ver que tus novelas son muy famosas y no conseguir que se sepa que tú eres el autor. Aunque, como todo, dependerá del ego y la vanidad de cada cual.
EliminarUn beso.
Me ha gustado mucho tu planteamiento. Ya me temía yo que la letra pequeña iba por esos derroteros. Sin embargo, lo del anonimato no sé si es tan malo. Tiene el dinero para vivir, pues, sin la fama tal vez pueda ser más feliz. A mí me encantaría ser una gran novelista, que mis libros gustaran y los buscaran los lectores. Pero perder mi intimidad... de momento no parece que me gusta. (Claro que no soy una gran novelista, jejeje).
ResponderEliminarSaludos