"Lecciones" Ian McEwan

 El infierno alcanzado por esfuerzos propios era una construcción interesante. Nadie se libraba de fabricar uno, al menos uno, en toda una vida. Algunas vidas no eran más que eso. Era una tautología, que la desdicha infligida a uno mismo constituía una extensión del carácter. Pero Roland pensaba a menudo en ello. Uno construía una máquina de tortura y se metía dentro. Encajaba a la perfección, con diversos grados de dolor a elegir: desde ciertos empleos, o el gusto por la bebida, la droga, por el delito unido al don de que te acabaran pillando. La religión austera era otra opción. Todo un sistema político podía optar por la aflicción autoimpuesta: él había pasado una temporada en Berlín Oriental. El matrimonio, una máquina para dos, presentaba posibilidades de tamaño familiar, todas las variantes de la folie à deux. Todo el mundo conocía ejemplos y la edificación de Roland era de lo más ingeniosa.

Lecciones es una novela grande, muy grande. Y no por su extensión; cerca de seiscientas páginas tampoco es algo que se salga mucho de la norma. Lecciones es una novela grande, o una gran novela si lo preferimos, porque trata de grandes asuntos y los trata con la maestría a que ya nos tiene acostumbrados Ian McEwan. A mí, desde que en 2002 leí Expiación y quedé totalmente prendada de él. Ya había leído en 2000 en un libro de relatos titulado Entre las sábanas que, aunque me había gustado, no me dejó la sensación de plenitud que consiguió transmitirme Expiación.

La cita con la que abro la entrada nos habla de esos infiernos que cada uno se construye, al menos uno en la vida de cada cual, dice el autor; también de esas vidas que transcurren enteras metidas en un infierno particular del que no se sabe o no se quiere salir. Una intimidad sepultada en el infierno de cosas y situaciones que no gustan, que no satisfacen. 

A veces incluso, saliendo de la intimidad personal, hay Estados enteros que construyen un infierno para sus moradores. Pero siguiendo más adelante con la historia, podía haber escogido (y lo dudé) esta otra cita para comenzar:

«¿Según qué lógica o motivación o claudicación a la desesperada nos transportamos todos en una generación, hora tras hora, del entusiasmo de la caída del Muro de Berlín al asalto al Capitolio norteamericano? Había creído que 1989 era un portal, una amplia abertura hacia el futuro que todos cruzaban en tropel. No era más que una cumbre. Ahora, de Jerusalén a Nuevo México, se estaban levantando muros. Cuántas lecciones sin aprender. [...] Había naciones gobernadas por bandas de criminales bien vestidos empeñados en enriquecerse, a quienes mantenían en su puesto los servicios de seguridad, la reescritura de la historia y el nacionalismo apasionado. Rusia no era más que una. Estados Unidos, en un delirio de furia, conspiraciones disparatadas y supremacía blanca, bien podía convertirse en otra. China había refutado la afirmación de que el comercio con forasteros abría las mentes y las sociedades».

Estamos ante una novela narrada en dos tiempos que avanzan inexorablemente. ¿Por qué será que últimamente casi todas las novelas que leo contemplan dos tiempos? ¿Será porque me encanta el recurso y me tiro por ellas? ¿Será que está de moda enriquecer las historias con esa dualidad? Dejo la pregunta en el aire por si alguien quiere comentarla. 

Lecciones transcurre en un presente que comienza en 1986. Un presente para Roland Baines, el protagonista. Su esposa, Alissa, acaba de abandonarlo y de dejarle a cargo de su hijo de siete meses, Lawrence. Roland tiene treinta y siete años y es poeta si es que «Nueve poemas publicados en revistas literarias en quince meses» le dan a uno la etiqueta de poeta, se pregunta Roland. A partir de ese momento, la historia avanzará hasta nuestros días. Veremos a Roland salir adelante, incluso tener una época de gran prosperidad económica. Sabremos lo que sucedió con Alissa. Los veremos envejecer a ambos y veremos crecer a Lawrence. 

Ese presente se va intercalando con un pasado que comienza en 1959, cuando Roland tiene once años e ingresa en un internado inglés proveniente de Libia donde su padre, militar, estaba destinado. Es en esos momentos, en esos once años del protagonista, en donde comienza la novela en realidad:

«Este era un recuerdo insomne, no un sueño. Era la lección de piano otra vez [...] 
La profesora estaba sentada a su lado en la banqueta ancha. De cara redonda, erguida, perfumada, severa. Su belleza quedaba disimulada por su compostura. No regañaba ni sonreía nunca. Había chicos que decían que estaba loca, pero él lo dudaba.
Cometió el error en el mismo lugar, el que siempre cometía, y ella se le acercó más para mostrárselo. Notó su brazo firme y cálido contra el hombro, las manos, las uñas pintadas, justo encima de su regazo. Sintió un hormigueo tremendo que le impedía prestar atención».

Y con esa profesora, años después, ante el carpe diem que en él produjo la crisis de los misiles en Cuba, llegará a tener una experiencia que terminará marcando el resto de su vida. Ese pasado avanza hasta encontrase con el presente y el abandono de Alissa, el otro pilar que diseñará su transcurrir en el mundo. Pero no lo hace de forma lineal. Ni pasado ni presente avanzan por un camino recto. Toman atajos, avanzan y retroceden. Nos cuentan las vidas de padres y abuelos de Roland y de Alissa, y veremos que guardan más secretos de los esperados. Es realmente interesante ver cómo el pasado, las relaciones familiares, las frustraciones de los que nos rodean de niños y cómo las percibe la infancia, cómo todo eso, esas lecciones que vamos recibiendo desde que nacemos, nos va conformando y va predisponiendo nuestra actitud ante la vida. 

Y tal vez lo más interesante y que acompaña a esa vida que avanza sea la evolución del mundo en todos esos años hasta nuestros días. Lo que Roland va viviendo, cómo va cambiando su forma de ver el mundo. Cómo su ideología de izquierdas se encuentra con la contradicción de ver la falta de libertad en Berlín Oriental, las barbaridades del estalinismo. Con él recordamos las contradicciones a las que, los que ya tenemos una edad, tuvimos que enfrentarnos en nuestra juventud:

«[...] ¿cómo era posible que las atrocidades de Vietnam hicieran al comunismo soviético más adorable?, preguntaba una y otra vez. La respuesta estaba clara. En la Guerra Fría bipolar el comunismo resultaba el menor de dos males. Atacarlo era apoyar el horripilante proyecto del capitalismo y el imperialismo estadounidense. "Dar la tabarra" con los abusos en Budapest y Varsovia, recordar los procesos con fines propagandísticos de Moscú o la hambruna impuesta a Ucrania era "alinearse" con indeseables políticos, con la CIA y, en el fondo, con el fascismo».

El mundo evoluciona para Roland y vemos cada vez más traicionadas sus esperanzas. Y resulta estremecedor para los que vivimos esos hechos y compartimos esas esperanzas. El fin del racismo con la caída de Apartheid, el mundo más unido con la caída del  Muro, las dictaduras de Sudamérica evolucionando hacia la democracia, la pobreza superada, el hambre aniquilada. Un mundo de unidad y sin rivalidades... que ha devenido en que, en muchos lugares, la situación es hoy peor que entonces y ya ni siquiera queda la esperanza de que mejore. 

«El mundo estaba a punto de convertirse en un lugar mejor. [...]  Ya se esperaba que los satélites del Imperio soviético viraran hacia el oeste, se pusieran a la cola para el Mercado Común, para la OTAN. Pero ¿qué necesidad había de la OTAN? [...] Rusia, una democracia liberal, abriéndose cual flor en primavera. Las armas nucleares reducidas por medio de negociaciones hasta la extinción. Las megamareas de dinero extra corriendo como agua fresca, limpiando la suciedad de todos los problemas sociales. [...] Las tiranías disolviéndose por todo el continente sudamericano, las selvas tropicales del Amazonas rescatadas y atesoradas: que se arrasara la pobreza en vez de los árboles»

Creo que sobran las palabras.

Ian McEwan

Roland Baines y Ian McEwan nacieron en el mismo año, 1948. Ambos, hijos de militar, vivieron en Asia y en el norte de África, ambos regresaron a Inglaterra hacia los doce años para estudiar en un internado. Imagino que no comparten las experiencias con la profesora de piano, ni muchas de las vivencias privadas que se nos cuentan en Lecciones, pero lo que sin duda comparten es ese mundo que ambos vivieron, esas conmociones que sacudieron a los países a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, esa esperanza defraudada en que todo iba a ir a mejor. 

Esta es la novela más larga y la más autobiográfica (sin serlo del todo) de Ian McEwan. A sus 75 años, puede que sea su testamento literario, esperamos que no su despedida, un compendio de su vida y de la vida en general, porque lo que narra Lecciones es una vida inmersa en un mundo que vive a la par. No sé si es una lectura para cualquier lector. Yo, como seguidora del autor hace más de veinte años, tenía que leerla y he de decir que no me ha defraudado en absoluto y que la recomiendo a todo aquel que no se asuste ante las historias prolijas.

Libros leídos de Ian McEwan con la fecha de lectura entre paréntesis.
"Entre las sábanas" (2000)
"Expiación" (2002)
"Primer amor, últimos ritos" (2002)
"Amsterdam" (2004 y 2021)
"Amor perdurable" (2004)
"Sábado" (2006)
"Chesil Beach" (2008 y 2009)
"Solar" (2011)
"Lecciones" (2024)

Título del libro: Lecciones
Autor: Ian McEwan
Nacionalidad: Reino Unido
Título original: Lessons
Traducción: Eduardo Iriarte Goñi
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2023
Año de publicación original: 2022
Nº de páginas: 584

Comentarios

  1. Gran autor, gran novela y grandes temas los que trata. También a mí me atrapó con "Expiación" y me gusta mucho su forma de contar. Una reseña estupenda, Rosa. Me ha encantado leerte y sumo esta historia a esa lista que crece y crece... (¡ay). Un beso y gracias por la recomendación.

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    1. Ian McEwan es un autor del que trato de leer todo lo que se publica hace ya varios años. Y no obstante me quedan un par de ellas de los últimos tiempos. Me encanta y creo que esta novela es una de las mejores. Aunque eso es muy subjetivo. Si te gusta el autor, no la dejes.
      Un beso.

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  2. Hola, Rosa.
    Nunca aprendemos, si tiramos una barrera se terminan alzando más. Somos cíclicos y repetitivos. Parece mentira que ni con dolor, podamos ser conscientes y modificar las situaciones.
    También me gustan las historias que tienen diferentes tiempos, se comprende mejor a los personajes, cómo llegaron a ese punto de la historia, uno se vuelve más empático, comprensivo al leerlos. Les aporta más humanidad.
    Me has transmitido tu entusiasmo, malo, no doy abasto con tanta lectura, :)
    Un beso.

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    1. Es terrible lo que tenemos todos en nuestra lista de pendientes, pero imagino que así debe ser. Más ansias que tiempo, más por leer que oportunidad de hacerlo. Si no fuera así, sería muy triste, aunque esta realidad tampoco es que sea muy alegre.
      Efectivamente, nunca se aprende. Por mucho que se conozca la Historia estamos condenados a repetirla, en contra del dicho popular. Y es muy triste ver en qué quedaron las perspectivas de la juventud. Yo soy tan solo once años más joven que McEwan y Roland por lo que he vivido muchas de las cosas que se cuentan y sé lo que son las esperanzas rotas.
      Entusiasmo justificado. Creo yo.
      Un beso.

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  3. Bueno Rosa, nunca se sabe si el autor también compartió la experiencia con la profesora, vete a saber..., pero la verdad es que resultan curiosas todas esas coincidencias entre protagonista y autor, y todas esas alusiones a los hechos ocurridos en la segunda mitad del siglo XX, eso aviva el interés, sin duda. Entiendo que te haya resultado una novela interesante y grande. Te cuento que McEwan es uno de mis autores favoritos, he leído algunas cosas de él (Chesil Beach, La ley del menor), pero curiosamente y que quede entre nosotras, esta novela la comencé en cuanto se publicó, pero solo leí dos o tres capítulos, recuerdo lo del niño, el piano y la profe (evidentemente no lo que dices que ocurrió) y no sé porqué razón, no me suscitaba interés, no consiguió engancharme, así que me fui olvidando de él y centrándome más en la segunda lectura que siempre tengo entre manos, total que al final lo abandoné y ese sí me da rabia porque el autor me gusta y me apetecía mucho esta nueva novela suya.
    Igual me pilló en un mal momento, lo sé, soy bastante rara y según como me pille, a veces no tengo paciencia y mando algunas lecturas a tomar por saco, lecturas que pilladas en otro momento distinto igual sí sacaría adelante con gusto
    Me alegra que la hayas disfrutado y no descarto para nada darle una nueva oportunidad
    Un beso.

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    1. A mí sin embargo me pilló desde el principio. Es cierto que hay que estar con la mente centrada. Como tengas algo que te ronda o te preocupa, para bien o para mal, por pequeño que sea, es fácil que pierdas concentración, sobre todo al principio en que la atención debe ser mayor para ir pillando el punto a personajes, momentos, etc. No mencionas Expiación entre lo que has leído del autor. Si no lo has hecho, no dejes de leerlo porque es buenísimo.
      La historia convulsa de Europa ( y el mundo) en la segunda mitad del siglo XX está analizada de forma magnífica y me hizo sentir la nostalgia de aquellas esperanzas que quedaron en nada cuando la realidad se alzó sobre los deseos y se burló de nuestra ingenuidad. Espero que en una segunda oportunidad, si se la das, la novela tenga más suerte.
      Un beso.

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    2. ¡Hola de nuevo!
      Expiación no la leí, porque vi la peli (magnífica, me puedo hacer a la idea de que la novela será mejor aún) y ya una vez vista la peli, después leer el libro me da tanta pereza... Pero no descarto hacerlo en algún momento y tampoco descarto darle otra oportunidad a esta
      Otro beso.

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    3. A mí también me pasa. Una vez vista la película, casi siempre me da mucha pereza leer el libro. La película es muy buena, pero el libro, como suele pasar, es mejor.

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  4. Buenos días, Rosa.
    Hoy me has dado en la diana, porque Ian McEwan es un autor que me gusta mucho. También lo conocí por Expiación, luego vinieron otras muchas de sus obras. Sin embargo, hace tiempo que no leo nada suyo. Quizá sea el momento de retomarlo, tu reseña ha renovado mi interés en este fascinante escritor.

    Un abrazo, y gracias por tu estupenda reseña!!

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    1. Hola, Undine.
      He ido a mirar en las lecturas de Ian McEwan que resumo arriba. Tenía idea de que yo también había estado bastante tiempo sin leerlo y he visto que fue un periodo de casi cinco años. El asunto es que, al repasar esa lista, he descubierto un lío que me hice con las primeras lecturas. En lugar de 2000 había puesto 2020. Bueno ya está corregido.
      Si te gustó Expiación, creo que Lecciones, aunque no tenga mucho que ver en la trama, también te gustará.
      Un beso.

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  5. Tengo a este autor como pendiente desde que te leí otra reseña hace tiempo, pero con tanto por leer no le he dado aún una oportunidad. ¿Quizás lo haga con esta o mejor empiezo por Expiación? ¿Qué me recomiendas?

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    1. Yo creo que me gustó más Expiación, aunque no sabría decir si es mejor. Me gustó más por la trama que es más interesante para mí, pero es algo totalmente subjetivo. Por si te sirve de ayuda, Expiación empieza a mediados de los años treinta y llega hasta finales de los noventa, aunque la mayor parte es hasta 1945. Cualquiera de las dos es muy buena. Y si quieres empezar por algo menos extenso Chesil Beach es de lo mejor también. En vez de resolverte la duda, te la amplío, ja, ja.
      Un beso.

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  6. No sé si está o no de moda la intercalación de dos tiempos. En todo caso, pienso que, al igual que nos encontramos con temas recurrentes en las lecturas que escogemos, temas que nos interesan y que no siempre somos conscientes de elegir las lecturas por ellos, pudiera ser que ocurriera lo mismo con los recursos narrativos.
    En cuanto a esta novela en sí, se ve, efectivamente, una novela de las grandes, tal y como comentas al principio de la reseña. Abarca mucho y, habiendo leído a Ian McEwan, estoy segura de que llega a todo lo que pretende. A ver si me voy poniendo al día con el autor.
    Besos

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    1. A mí también me quedan varias para ponerme al día, tanto antiguas como de los últimos años. Lecciones podría ser el testamento literario del autor, aunque no quiera decir que deje de escribir, sencillamente, creo que ha querido dejar constancia de su visión del mundo que le ha tocado vivir y de todo lo que podría (debería) haber sido y se quedó en deseo.
      la verdad es que me veo leyendo libros de los que no tengo ni idea de cuál es su estrategia literaria y enseguida veo los dos tiempos. Igual es que inconscientemente, como dices, me tiro por ellos. O ellos por mí, ja, ja.
      Un beso.

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  7. Yo creo que si enriquecen las historias esa dualidad, pero también hay que saber llevarlas. Y me gusta, además, cuando como en esta, no te la cuentan de forma lineal, sino que van saltando de un momento a otro, avanzando, retrocediendo... Además, me atrae toda la temática que aborda. Tomo buena nota, aunque tengo varios del autor ya apuntados, que solo he leído Expiación, que me encantó. Pero entre tanto pendiente no termino de ponerme de nuevo con él.
    Besotes!!!

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    1. Está muy logrado el manejo de los tiempos, porque no solo es que salte del presente al pasado, sino que en cada uno de esos tiempos, avanza a momentos posteriores y retrocede más atrás para contar cosas de padres y abuelos. Es un narrador magnífico, tanto por la forma como por el contenido. A mí también me gustó mucho Expiación. Sigue siendo mi favorito, aunque tiene otros que me encantan como este que traigo hoy, La ley del menor, Chesil Beach, Amor perdurable... Esas creo que son mis favoritas.
      Un beso.

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  8. ¡Hola, Rosa!
    Del autor leí, en diciembre del 2022, "Chesil Beach", la novela que nos traes la llevo apuntada desde que se publicó, los colores y el diseño de la cubierta me impactaron, además de que el piano es mi debilidad. Por no hablar del título muy sugerente, que intuyo no solo hace referencia a las famosas lecciones de piano si no a las lecciones de vida.
    Si antes quería leerla, ahora, después de leer tu reseña, las ganas se han multiplicado, así que intentaré buscar el momento oportuno para ponerme con ella, por lo que cuentas, creo que estamos frente a una novela lenta y que requiere concentración.
    Reconozco que también soy fan de las historias a dos tiempos, pues me permiten ahondar en los acontecimientos narrados y conocer mejor a los personajes.
    Aprovecho y me llevo apuntada tu otra sugerencia, "Expiación".
    No he visto la peli así que me apetece leer la novela.
    Un beso y gracias por tan buena reseña ;)

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    1. Expiación es una novela que me impactó por su tema tan controvertido. es de esos temas en los que juega la culpa, el arrepentimiento, en fin, temas que me encantan y de los que no te quiero desvelar más de la cuenta. Tras leer la novela, te recomiendo la película porque también es muy buena. Chesil Beach es una de las mejores novelas de Ian McEwan. Es más corta de lo que acostumbra, pero a concentrado mucha esencia en pocas páginas y es que no se puede negar que es un maestro narrando y escogiendo los temas que trata.
      Espero que disfrutes con Lecciones (las de piano y las que no son de piano) tanto como yo.
      Un beso.

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  9. De este autor solo he leído Cascara de nuez y la verdad es que, si bien me resultó agradable de leer, no me acabó de satisfacer. En cambio, la que aquí nos presentas, diametralmente distinta en mi opinión, me atrae mucho, a pesar de su longitud (ya sabes que las novelas de más de 400 paginas suelen agobiarme), ya que el repaso histórico que hace Ian McEwan y sus reflexiones me han llegado muy adentro. Quizás sea porque ya tengo una edad (un año menos que él) y esas vivencias existenciales y políticas me resultan bastante próximas y familiares.
    Un beso.

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    1. Cáscara de nuez, estando bien, tampoco es de mis favoritas. Efectivamente, Lecciones no tiene nada que ver y si te animas con Expiación, creo que no te arrepentirás. Tú eres más de la edad del autor, pero yo, que soy más joven, reconozco momentos, sentimientos, esperanzas, contradicciones, frustraciones... Imagino que menos, pues once años son muchos y me habré perdido muchas cosas que se vivieron en ellos, pero aunque sea por la literatura, creo que tampoco los ignoro del todo. Anímate. Ahora en verano un libro de casi 600 páginas puede estar muy bien.
      Un beso.

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  10. ¡Hola, Rosa! La cuestión de los dos tiempos quizá tenga ver con nuestra realidad geopolítica de hoy día. También de la propia sociedad de aceleramiento digital que, al menos en mi caso, me resulta difícil de comprender o aceptar. Quizá esos autores que han utilizado esta fórmula también sienten esa necesidad de responderse si el pasado era mejor que el presente o, al final, todo es lo mismo y lo único que cambia es la fachada.
    El capitalismo y la economía se asientan en un pilar: competencia. Las empresas crecen gracias a que existen otras empresas que caen. A nivel de países o bloques se precisan enemigos con los que competir por los recursos, ¿cómo crecer o ser una potencia si todos crecen y son potencias? Para que Occidente goce de unos niveles de comodidad energético digital como los actuales, se necesita que otros países no se desarrollen. En este sentido, es llamativo el mercado de bonos de derechos de emisión de CO2.
    Sí qué necesidad había de OTAN hace unos años, cuando según leí incluso se planteó que Rusia formara parte de ella. En fin... Caramba, me he acabado yendo por los cerros de Úbeda, ja, ja, ja... Un abrazo!!

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  11. Hola Rosa, he leído varias novelas del autor y todas me han gustado mucho, esta aunque larga y compleja me parece muy interesante y además me encantan las historias a dos tiempos,: me llama la del pasado porque pienso que la infancia y la adolescencia marca mucho los adultos que llegaremos a ser, aunque la del presente me resulta más cercana y reconocible. Me la llevo apuntada. Besos.

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