Y es que este libro trata de la culpa. No de la culpa personal, sino de la culpa vicaria, la que se hereda. Y trata también sobre el mal y vuelve a mencionar a Hannah Arendt, ya dentro de la novela, y su concepto de la banalidad del mal. ¿Eran banales aquellos tipos que tanto daño hicieron? ¿Era Eichmann un tipo mediocre, banal, el tonto de solemnidad que, según él mismo contó en el juicio, se dedicaba a poner sellos sin poder enfrentarse a la enorme maquinaria de matar establecida? No, Eichman era culpable con todas las consecuencias y le hubiera gustado tener más poder, más capacidad de decisión.
Fede, uno de los protagonistas de la novela, profesor en la Universidad de Ratisbona, había escrito un artículo sobre el libro de Arendt. Y casualmente está apunto de descubrir otro tipo banal que tiene en sus manos la sangre de mucha gente. Sin haber matado a nadie materialmente.
Igual que Eichmann, siendo un poco tonto también, un poco banal.
«Lo aterrador, dice Arendt, era que todo ese espanto procedía de un tipo banal. Así lo llama todo el tiempo, un señor no muy listo que habla con frases hechas y lugares comunes,[...] Parece mentira que tan poca cosa haya hecho sufrir tanto a tantos. De eso se estremece Arendt. Todo lo que sale por su boca es banal, pero no sincero. Su pose de funcionario bien mandado es una trampa. Eichmann no se limitó a poner sellos sin pensar en su significado, sino que fue un tipo tan ambicioso como mediocre, obsesionado por escalar puestos en la burocracia e identificado con la mentalidad y los objetivos del Tercer Reich. No podía ser de otro modo. No se causa tanto mal desde la rutina y la inercia. Que no fuera el responsable máximo no le exime de culpa. Eichmann es un criminal en tanto que miembro de una organización criminal, y ni el más tonto y prescindible de los gánsteres puede alegar obediencia cuando juzgan a la mafia».
Pero vamos con la trama de la novela, aunque sean estas disquisiciones lo que más me ha interesado de ella. Porque contra lo que cabría pensar por todo lo anterior no estamos ante un ensayo ni ante un libro que se nos pueda hacer pesado con tanto análisis. Estamos ante una muy buena novela que, además, resulta sumamente entretenida. El centro de la narración son tres hermanos. Empieza cuando dos de ellos, Fede y Eva, se reúnen para el entierro del tercero, Gabi, el mayor. Fede, ya lo hemos dicho, trabaja en la Universidad de Ratisbona. Eva se dedica a la política y está apunto de ser la favorita de su partido para sustituir al alcalde próximo a retirarse.
Los tres pertenecen a una de esas familias de alemanes de Camerún, los Schuster, que llevan varias generaciones en Zaragoza. Hans, el Schuster primigenio, el bisabuelo de los chicos, puso en marcha una fábrica de salchichas. Aún tienen en la casa del padre «el diploma que acreditaba a mi bisabuelo como miembro del gremio de la charcutería, sellado en Hamburgo antes de la Gran Guerra». El padre de los tres hermanos dejó la empresa en la bancarrota cuando se retiró. Solo había deudas y una fábrica obsoleta que nadie se había preocupado de modernizar. Y es que las preocupaciones del padre iban por otros derroteros y eso es lo que están a punto de descubrir los dos hermanos que quedan. Lo que ya había descubierto tal vez, Gabi, el único con la capacidad y el valor de enfrentarse a su padre.
Y hay otro interesante personaje, Berta, una antigua amiga de juventud de Gabi que, en el funeral del hombre, vuelve a ponerse en contacto con Fede. Pero lo interesante de Berta, aparte de algún diálogo apasionante que mantiene con Fede sobre el artículo de éste y sobre esa banalidad del mal que tanto me ha interesado, es el contrapunto de su familia con la de Fede. Los Klein y los Schuster. El abuelo de Berta, Oskar Klein, llegó a Zaragoza en 1916 con el bisabuelo de Fede, Hans Schuster. Pero nada más distinto que los dos hombres, las dos familias. Los Schuster eran de aquellos alemanes de Zaragoza que pusieron la esvástica en el Hogar Alemán en cuanto llegó el momento.
«No llegaron a poner la tricolor de Weimar, que consideraban una bandera de vendepatrias. Nunca aceptaron la república. Se habían mantenido fieles al káiser, cuyo retrato presidía el salón, pero abrazaron el nuevo Reich con una alegría avasalladora. Descolgaron a Guillermo y pusieron a Adolfito en su lugar, y Adolfito, encantado, los regó con marcos frescos».
Oskar Klein no tragaba con todo aquello, pero eran los alemanes los que mantenían sus tintorerías y no podía ponerse a mal con ellos. No dejaba de ser nazi, pero no por convicción, sino por posibilismo. O al menos, así le ha llegado la historia a Berta. Y ella no piensa cambiarla. Quiere que su mundo sea el que le dibujaron, con un abuelo muy distinto de los Schuster y el resto de los alemanes de la colonia.
La historia de Oskar, contada por su nieta, es el contrapunto a todo lo que los Schuster supervivientes van a descubrir acerca de su padre. Y Gabi, que empieza muerto y a punto de ser enterrado, resucitará en el recuerdo de sus hermanos y de su amiga Berta, porque es un libro que retrocede y avanza. Y la madre de los Schuster también resucita en esa memoria filial, siempre al piano, siempre escuchando música, siempre ausente de las cuitas de sus hijos presentimos que atemorizada ante el marido. El padre no resucita. Está vivo, aunque no sea muy consciente de que lo está.
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Sergio del Molino |
Un pasado que se recupera y que se nos vuelve presente porque, como se dice en la novela «el pasado se vuelve presente en cuanto lo tocas. No importa que no hayas intervenido en él, no importa lo inocente que seas o lo libre que te sientas». Y así los dos hermanos que sobreviven, hacen suyo el pasado de su padre y de su pueblo. Sienten la culpabilidad heredada de la que nos hablaba Hannah Arendt. Y no solo de manera teórica, no solo en el interior de su propia conciencia, sino que además tenemos una trama de chantaje y espías que les hará pagar el daño cometido por sus antepasados y que contribuye a que la novela adquiera aún más interés.
Es difícil compactar en esta entrada todo lo que encierra Los alemanes, Premio Alfaguara 2024, porque hay demasiadas cosas de las que se podría hablar. Dos temas, no obstante, se pueden señalar como compendio final: la culpa y la desubicación. Me he extendido más en el primero, ya no tengo sitio para el segundo. Animo a leer la novela a quien quiera saber más de todo ello. Animo a descubrir temas nuevos en esta gran historia que es Los alemanes.
Título del libro: Los alemanes
Autor: Sergio del Molino
Nacionalidad: España
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2024
Año de publicación original: 2024
Nº de páginas: 336
Pues yo tampoco tenía idea de la existencia de los llamados "alemanes del Camerún" y lo que se cuenta en esta novela es de sumo interés. No sé (o no me ha quedado claro) si los personajes que conforman esta historia son reales, aunque se les haya cambiado el nombre, o bien son ficticios y se utilizan para describir unos hechos históricos y unas situaciones que tuvieron lugar en nuestro país en la primera década del sigo XX y en años posteriores, con el advenimiento del nazismo en Europa.
ResponderEliminarUna obra muy interesante e ilustrativa.
Un beso.
Parece ser que en Zaragoza sí que hay unas lavanderías de origen alemán y, creo recordar (se habló en la tertulia del instituto para la que leí el libro), que también una fábrica de embutidos alemana, pero yo creo que los personajes de la novela y sus historias son totalmente ficticios. Muy interesante y recomendable esta novela.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Pues no, no sabía de los alemanes de Camerún. Sí de los que vinieron cuando la guerra o de los que fueron a refugiarse a Argentina, creo que es de los que he leído alguna historia.
ResponderEliminarQué complicado es eso de la culpa, que así de mano todos podríamos decir que no, qué culpa vas a tener de lo que hicieron tus padres, pero los sentimientos son muchos más complejos.
No he leído nada del autor, podría ser buena manera de empezar.
Besos
Creo que cuando los errores o las maldades de los padres son más o menos normales no hay sentimiento de culpa por parte de los hijos, pero cuando han colaborado con el Mal con mayúsculas los hijos no pueden sentirse ajenos a tanto dolor como han causado. Lo mismo sucede cuando es tu país el que ha cometido esos crímenes. Tendemos a sentir orgullo por los logros de nuestro país y creo que en la misma medida hay que sentir vergüenza por sus atrocidades. Sergio del Molino es un autor que te recomiendo sin dudar.
EliminarUn beso.
Buenas tardes, Rosa.
ResponderEliminarHoy me has tocado el corazón con esta novela. Me parece interesantísimo el principio argumental (yo tampoco sabía nada de estos alemanes llegados del Camerún), y el trasfondo que nos cuentas ha captado enormemente mi atención. Por otro lado, la culpa es un motivo que me gusta ver cómo lo desarrollan nuestros literatos; nuestra cultura está impregnada de ella.
Un abrazo, y enhorabuena por esta genial propuesta!!
Buenos días, Undine.
EliminarLa culpa como tema literario a mí también me gusta mucho, sea culpa propia o vicaria como en este caso. El diálogo acerca de la banalidad del mal basado en el libro de Hannah Arendt es también fantástico. Creo que es un libro que podría gustarte mucho.
Un beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarNo, la verdad es que yo también lo desconocía. Es muy interesante la culpa heredada, es como aquello de los errores de los padres son los defectos de los hijos, algo incoherente, pero señalado. Una marca que perdura en el tiempo.
Estupendo lo que nos traes.
Un beso.
Estupenda novela, en efecto y la culpa tratada de una forma fantástica. No es solo que los hijos se sientan hasta cierto punto culpables de lo que su país o su padre han hecho, es que además pagan un precio por ello. Y todo ello está contado desde el punto de vista de cada personaje. es como la marca de Caín que todos sus descendientes se supone que llevan.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, en mi antiguo club de lectura leyeron este libro en el mes de Junio y todos, que son un montón, quedaron fascinados por la novela. Yo vistas sus opiniones me la apunté y a su recomendación uno la tuya. No dejaré de leerla ( y de los alemanes del Camerún ni idea yo tampoco). Besos.
ResponderEliminarYo también lo leí para la tertulia literaria de junio de mi antiguo instituto. A todos nos gustó muchísimo. No dejes de leerlo porque seguro que te gusta mucho y disfrutas con él.
EliminarUn beso.
¡Hola! Siempre es bueno conocer y enterarnos de temas desconocidos como este, el de los alemanes de Camerún. Estoy segura será una lectura enriquecedora y llena de datos interesantes. Muchas gracias por la reseña. ¡Besos!
ResponderEliminarSí, para mí ha sido sumamente interesante enterarme de estos alemanes de Camerún que campan por España desde 1916. Y ver cómo nunca perdieron (algunos al menos) la relación con su país aunque muchos nunca habían estado en Alemania por haber nacido ya en España o incluso en Camerún. Te gustará.
Eliminar¡Hola! aquí otra que desconocía lo de los alemanes de Camerún, Rosa, ni idea que tenía. Me parece muy interesante todo, desde los detalles del tema histórico aunque no sea novela histórica, hasta todas las reflexiones que incita la novela acerca del mal, acerca de la banalidad. Uffff, muchas veces las personas que parecen mas banales son las peores, lejos, lejos...
ResponderEliminarSobre lo de sentirse culpable, pues claro que se puede ser muy culpable de algo sin mancharse las manos, estando detrás de la maquinaria que ejecuta, aunque ciertamente uno no es culpable de lo que hacen sus padres, su familia, o cualquiera relacionado con uno.
En fin, desconocía también esta novela y al autor, me suena pero ya. Además los Premios Alfaguara suelen llamarme mucho la atención y gustarme
Me lo llevo
Un beso.
De Sergio del Molino yo había leído La mirada de los peces que me dejó fascinada. Tiene una novela titulada La hora violeta, sobre la muerte de su hijo, que aún no me he atrevido a leer, pero que leeré. También tiene un ensayo titulado La España vacía que es muy famoso. Es un autor con varias novelas y ensayos que te recomiendo sin dudar, aunque yo solo he leído estos dos libros.
EliminarLa culpa es tratada en este libro con acierto y profundidad, así como el mal y el concepto de banalidad del mal de Hannah Arendt. Creo que te gustará mucho si te decides.
Un beso.
Tampoco yo sabía nada de ese episodio que sirve de punto de partida y me parece interesantísimo. El tema de los descendientes de los nazis es tremendo, a muchos les pudo la culpa (esa culpa vicaria tan terrible), otros reivindicaron al cabo del tiempo ese pasado con orgullo... Me encanta todo lo que has contado sobre esta novela, las referencias a Hanna Arendt, la reflexión que late bajo la historia... Una gran recomendación, Rosa. Un beso.
ResponderEliminarEn esta novela los hijos no lo son de un nazi auténtico, sino de un nazi son por simpatía. Pero la culpa los pudo igualmente y además pagaron un precio. No solo fue la culpa como sentimiento, sino un precio injusto. Y es que en esta novela todos los nazis son malos, pero no todos los judíos son buenos. Una muy interesante novela que puede que pase a las mejores lecturas del año.
EliminarUn beso.
Otra que no sabía nada de los "alemanes del Camerún". Muy interesante las reflexiones a las que te lleva esta novela. Ese sentimiento de culpa heredado... Tengo curiosidad por ver cómo lo trata. Apunto la novela que me dejas con ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Desde luego, es digna de apuntarse. Es muy interesante la historia que cuenta, los diálogos y las reflexiones a las que da lugar todo el libro. No te arrepentirás de leerlo.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa. Pues me parece que no eres la única. Primera noticia que tengo. Y mira que se ha escrito sobre alemanes y sus"cosas". Me gusta Sergio del Molino. He leído un par de libros suyos y los dos me parecieron intensos y muy buenos. No voy a perder de vista este título. Besos
ResponderEliminarYo tan solo leí La mirada de los peces y me encantó. Andaba detrás de volver a leerlo y esta novela ha sido todo un acierto. Si te gusta el autor no dejes de leer este libro porque además es de lo más adictivo. Quieres saber qué es lo que va a pasar, que es lo que pasó y lo que piensa cada uno. Magnífico.
EliminarUn beso.
Me encanta Sergio del Molino. Sólo he leído éste y La mirada de los peces, pero tengo varios en mi lista. No dejes de leer Los alemanes porque seguro que te gusta tanto como a mí.
EliminarUn beso.
Blogger mandó a spam ¡mi respuesta a tu comentario! y pensé que no le había dado a publicar. Te respondí otra vez y ahora, como no quiero quitar nada, dejo aquí el comentario más respondido del mundo, ja, ja.
Eliminar¡Hola, Rosa!
ResponderEliminarNo he leído al autor, muy interesante la historia que cuentas, como ya imaginarás, yo ni idea de los alemanes del Camerún :)
De nuestros ancestros solemos heredar muchas cosas, incluyendo los traumas, creciendo y poco a poco es que vamos conociendo la historia de nuestra familia, a veces algunos se llevan tremendas sorpresas cuando descubren en ella secretos y mentiras que ni remotamente imaginaban. Lamentablemente esos hechos del pasado no pueden borrarse, me gusta el párrafo que nos compartes: «el pasado se vuelve presente en cuanto lo tocas. No importa que no hayas intervenido en él, no importa lo inocente que seas o lo libre que te sientas». Muy cierto.
Me llevo esta novela, he quedado con ganas de saber más acerca de los Schuster, la historia de la familia pinta apasionante e intuyo que esos secretos deben ser bastante vergonzosos.
Gracias por tan interesante sugerencia ;)
Besos.
Te aconsejo que no dejes pasar este libro. De momento, nadie de los que habéis comentado sabía nada de los alemanes del Camerún. Es curioso porque es un episodio histórico muy especial y no entiendo cómo ha pasado tan inadvertido.
EliminarEsa cita que resaltas es muy buena. El libro está lleno de citas semejantes. Hay momentos en los que es muy reflexivo. Alguien dijo en la tertulia que esas reflexiones lastraban la narración, pero a mí me resultaron lo más interesante de todo.
Secretos realmente vergonzosos y que los hijos pagarán con sentimientos de culpa y con hechos concretos.
Un beso.
Yo tampoco había oído hablar nunca sobre los alemanes de Camerún, pero aunque lo que cuenta esa cita-no cita de esta novela con la que abres la entrada me ha resultado interesante, no ha sido lo suficiente como para que la novela sí me lo pareciera. En cambio, ha sido continuar leyéndote y enseguida he cambiado de opinión. Obviamente, el tema de la culpa y de la banalidad del mal son un caramelito, pero en general todo lo que has contado de esta novela me ha cautivado, así que, como dices al final de la reseña, voy a tener que animarme con Los alemanes para descubrir más cosas de ella.
ResponderEliminarPor cierto, todo el rato según te leía he estado acordándome de El orden del día de Éric Vuillard.
Besos
Tienes razón. Todos esos empresarios que colaboraron con los nazis del libro de Vuillard pueden venirnos a la memoria al leer esta novela. Lo que pasa es que las circunstancias que se dan Los alemanes son diferentes, los tiempos son diferentes y tal vez por eso yo no establecí esa relación que bien se puede establecer al leer la reseña.
EliminarA mí lo que me ha movido a leer la novela tampoco ha sido esa introducción, ese episodio de los alemanes del Camerún. Ha sido, en ese orden, que Sergio del Molino me cautivó con La mirada de los peces y tenía ganas de volver sobre él, que la novela obtuvo el premio Alfaguara y que la pusieron en la tertulia del instituto. Si no has leído nada del autor creo que tienes que descubrirlo porque pienso que te va a gustar mucho.
Un beso.
Yo tampoco sabía de los alemanes del Camerún, así que me sumo al club (con bastante gente, por lo que veo, ja, ja, ja). Me apunto este libro para culturizarme un poco al respecto aunque sea indirectamente.
ResponderEliminarUn besote.
Te sumas con toda la gente que ha pasado por aquí. Ni una sola persona conocía a esos alemanes del Camerún. Una novela que es adictiva y encima de lo más interesante, reflexiva y que me ha cautivado totalmente.
EliminarUn beso.