"A la sombra del árbol violeta" Sahar Delijani
El árbol violeta es el jacarandá que preside los patios en algunas casas de Teherán. Es un precioso árbol traído de Sudamérica y, aunque en ningún momento se especifica la especie (hay más de cuarenta), tiene unas flores pequeñas, tubulares o ligeramente acampanadas y con un intenso color entre lila y violeta.
Es a la sombra de este precioso árbol, con el sonido de fondo del agua de los estanques en los que nadan los peces de colores, donde transcurren, entre 1983 y 2011, las vidas accidentadas, cuando no brutalmente interrumpidas, de los numerosos personajes de esta obra.
Y es que los protagonistas de esta novela, a la que no me atrevo de calificar como coral, aunque bien podría serlo, son niños y niñas marcados por la vida (y por la muerte) de sus progenitores; niños que han nacido en la cárcel, donde permanecía su madre de cuyo regazo han sido arrancados a las pocas semanas; niños que sólo guardan de su padre el vago recuerdo de unos brazos que los elevaban por encima de una reja; niños criados por sus abuelos, tías, vecinos porque ambos padres se encontraban en la cárcel o muertos.
Estamos hablando de la Revolución que en 1979 acabó con el Sah (títere de occidente, en especial de Estados Unidos y Reino Unido) devolviendo presumiblemente al país su propia capacidad de Gobierno y Administración. En esta revolución participaron todas las fuerzas opositoras al régimen dictatorial del Sah (muyaidines, socialistas, comunistas), pero una vez conseguido el objetivo, todos ellos fueron reprimidos por la República Islamista de Ruhollah Jomeini, el tristemente famoso Ayatollah Jomeini, que fue quién rentabilizó la revolución y se hizo con el poder absoluto ("No había pasado más de un año desde la revolución, y tanto Azar como Ismael seguían imbuidos de su fervoroso éxtasis. Aún se les empañaban los ojos y se les quebraba la voz de emoción cuando hablaban de su triunfo, del triunfo de una nación que había derrocado al sah, al que en tiempos fuera el monarca intocable [...] Sin embargo, sabían que algo había salido mal. Les ponían los pelos de punta esos hombres de rostro severo cuyas palabras rezumaban ira, intransigencia y fervor religioso, los mismos que habían tomado las riendas del poder erigiéndose en defensores de las palabras justas y las leyes sagradas"). En los años comprendidos entre 1983 (hasta ese año, la República Islamista no había enseñado aún las uñas y los dientes) y 1988, se sucedieron las torturas y encarcelamientos, y en 1988, recién finalizada la Guerra con Irak, el Régimen ejecutó a unas 30 000 personas.
La historia está contada en dos tiempos. El primero abarca el periodo entre 1983, en que son hechos prisioneros algunos de los padres y madres de los niños, y el año 1988 en que algunos son ejecutados.
Se cuentan en esta parte las vivencias en las cárceles: el ansia por sobrevivir un minuto más, en algunos casos a cualquier precio; la miseria del hambre, la suciedad y el abandono; el miedo a la tortura incrementado por la amenaza constante de los gritos escuchados en la lejanía; el deseo de conservar a tu hija contigo un día más, una hora más porque es lo único que te da fuerzas para seguir aguantando.
También cuenta este primer tiempo la vida más o menos feliz de los niños que esos padres han dejado fuera o de la que le es arrebatada a su madre poco despues de nacer en la cárcel (estremecedor el relato del parto y de los momentos que le preceden y le siguen). Niños que viven con familiares, amigos o vecinos y que sufren el doble trauma de enfrentarse a la infancia sin sus padres y de ser devueltos a ellos cuando ya se habían acomodado a vivir con otras personas entre las que habían encontrado su equilibrio y su hogar; el desamparo de ser arrancados de los brazos familiares entre los que han echado a andar por el mundo para ser entregados a una madre a la que no conocen, pero que exige su amor, tras tanto tiempo privada de su compañía. Y se nos cuenta también el sacrificio de estas personas convertidas repentinamente en padres y madres forzosos y que, a veces, se ven obligadas a dejar de lado sus propias ambiciones, su propio plan de vida.
Lo que se cuenta en la narración de este primer tiempo no es más que el horror que vivió la propia autora (reconocible en el personaje de Neda), o más bien sus padres pues ella era demasiado pequeña. "Yo nací en la cárcel y encarno la represión que tantos sufrieron" ha declarado Sahar Delijani en una interesante entrevista en SUR.es.
La segunda parte, el segundo tiempo, abarca la época comprendida entre 2009 y 2011. Los niños han crecido y viven dispersos por el mundo (Alemania, Italia, Estados Unidos, Irán), pero todos ellos se van a ver involucrados, directa o indirectamente en la Revolución Verde, la que tuvo lugar en junio de 2009 en Teherán ante la sospecha de fraude electoral y que fue brutalmente reprimida por el régimen de Mahmoud Ahmadinejad, presidente desde 2005, y presunto ganador de las elecciones de 2009. Si los padres lucharon por expulsar al Sah y después para defenderse de la República Islamista de Jomeini, los hijos luchan por una democracia y un laicismo que se les robó antes de nacer.
Pero también participaron en la Revolución Verde jóvenes cuyos padres apoyaron a Jomeini, cuyos padres ayudaron a la represión y tortura de nuestros personajes ("Fue como si de pronto se dieran cuenta de que nosotros, nuestra generación, no había salido como ellos esperaban pese a todos sus lavados de cerebro. Pero entonces empezó la represión"). Jóvenes que, refugiados fuera de Irán, se encontrarán cara a cara con su propio futuro comprometido por el pasado de sus padres porque aunque los hijos no deben cargar con los pecados de sus padres, es muy difícil mirar a la cara al hijo de quien, quizás, torturó a tu madre o mató a tu tío y no ver en él la sombra agazapada de una fiera.
Es una novela interesante y bien escrita, con muchos personajes y muchos acontecimientos muy bien enlazados. No es una novela excelente, pero es la primera de su autora (y esperemos que no la última) y se lee con mucho gusto.
Para quien quiera bucear un poco más en la reciente historia de Irán, hay no obstante otro autor que, para mi, es mucho más interesante y su obra tiene más calidad. Se trata de Kader Abdolah cuyas novelas "La casa de la mezquita" y "El reflejo de las palabras", leí con mucho placer e interés, si bien ésta que se reseña aquí trata más directamente el encarcelamiento y sus secuelas. Las recomiendo todas.
Es a la sombra de este precioso árbol, con el sonido de fondo del agua de los estanques en los que nadan los peces de colores, donde transcurren, entre 1983 y 2011, las vidas accidentadas, cuando no brutalmente interrumpidas, de los numerosos personajes de esta obra.
Y es que los protagonistas de esta novela, a la que no me atrevo de calificar como coral, aunque bien podría serlo, son niños y niñas marcados por la vida (y por la muerte) de sus progenitores; niños que han nacido en la cárcel, donde permanecía su madre de cuyo regazo han sido arrancados a las pocas semanas; niños que sólo guardan de su padre el vago recuerdo de unos brazos que los elevaban por encima de una reja; niños criados por sus abuelos, tías, vecinos porque ambos padres se encontraban en la cárcel o muertos.
Estamos hablando de la Revolución que en 1979 acabó con el Sah (títere de occidente, en especial de Estados Unidos y Reino Unido) devolviendo presumiblemente al país su propia capacidad de Gobierno y Administración. En esta revolución participaron todas las fuerzas opositoras al régimen dictatorial del Sah (muyaidines, socialistas, comunistas), pero una vez conseguido el objetivo, todos ellos fueron reprimidos por la República Islamista de Ruhollah Jomeini, el tristemente famoso Ayatollah Jomeini, que fue quién rentabilizó la revolución y se hizo con el poder absoluto ("No había pasado más de un año desde la revolución, y tanto Azar como Ismael seguían imbuidos de su fervoroso éxtasis. Aún se les empañaban los ojos y se les quebraba la voz de emoción cuando hablaban de su triunfo, del triunfo de una nación que había derrocado al sah, al que en tiempos fuera el monarca intocable [...] Sin embargo, sabían que algo había salido mal. Les ponían los pelos de punta esos hombres de rostro severo cuyas palabras rezumaban ira, intransigencia y fervor religioso, los mismos que habían tomado las riendas del poder erigiéndose en defensores de las palabras justas y las leyes sagradas"). En los años comprendidos entre 1983 (hasta ese año, la República Islamista no había enseñado aún las uñas y los dientes) y 1988, se sucedieron las torturas y encarcelamientos, y en 1988, recién finalizada la Guerra con Irak, el Régimen ejecutó a unas 30 000 personas.
La historia está contada en dos tiempos. El primero abarca el periodo entre 1983, en que son hechos prisioneros algunos de los padres y madres de los niños, y el año 1988 en que algunos son ejecutados.
Sahar Delijani |
También cuenta este primer tiempo la vida más o menos feliz de los niños que esos padres han dejado fuera o de la que le es arrebatada a su madre poco despues de nacer en la cárcel (estremecedor el relato del parto y de los momentos que le preceden y le siguen). Niños que viven con familiares, amigos o vecinos y que sufren el doble trauma de enfrentarse a la infancia sin sus padres y de ser devueltos a ellos cuando ya se habían acomodado a vivir con otras personas entre las que habían encontrado su equilibrio y su hogar; el desamparo de ser arrancados de los brazos familiares entre los que han echado a andar por el mundo para ser entregados a una madre a la que no conocen, pero que exige su amor, tras tanto tiempo privada de su compañía. Y se nos cuenta también el sacrificio de estas personas convertidas repentinamente en padres y madres forzosos y que, a veces, se ven obligadas a dejar de lado sus propias ambiciones, su propio plan de vida.
Lo que se cuenta en la narración de este primer tiempo no es más que el horror que vivió la propia autora (reconocible en el personaje de Neda), o más bien sus padres pues ella era demasiado pequeña. "Yo nací en la cárcel y encarno la represión que tantos sufrieron" ha declarado Sahar Delijani en una interesante entrevista en SUR.es.
La segunda parte, el segundo tiempo, abarca la época comprendida entre 2009 y 2011. Los niños han crecido y viven dispersos por el mundo (Alemania, Italia, Estados Unidos, Irán), pero todos ellos se van a ver involucrados, directa o indirectamente en la Revolución Verde, la que tuvo lugar en junio de 2009 en Teherán ante la sospecha de fraude electoral y que fue brutalmente reprimida por el régimen de Mahmoud Ahmadinejad, presidente desde 2005, y presunto ganador de las elecciones de 2009. Si los padres lucharon por expulsar al Sah y después para defenderse de la República Islamista de Jomeini, los hijos luchan por una democracia y un laicismo que se les robó antes de nacer.
Pero también participaron en la Revolución Verde jóvenes cuyos padres apoyaron a Jomeini, cuyos padres ayudaron a la represión y tortura de nuestros personajes ("Fue como si de pronto se dieran cuenta de que nosotros, nuestra generación, no había salido como ellos esperaban pese a todos sus lavados de cerebro. Pero entonces empezó la represión"). Jóvenes que, refugiados fuera de Irán, se encontrarán cara a cara con su propio futuro comprometido por el pasado de sus padres porque aunque los hijos no deben cargar con los pecados de sus padres, es muy difícil mirar a la cara al hijo de quien, quizás, torturó a tu madre o mató a tu tío y no ver en él la sombra agazapada de una fiera.
Es una novela interesante y bien escrita, con muchos personajes y muchos acontecimientos muy bien enlazados. No es una novela excelente, pero es la primera de su autora (y esperemos que no la última) y se lee con mucho gusto.
Para quien quiera bucear un poco más en la reciente historia de Irán, hay no obstante otro autor que, para mi, es mucho más interesante y su obra tiene más calidad. Se trata de Kader Abdolah cuyas novelas "La casa de la mezquita" y "El reflejo de las palabras", leí con mucho placer e interés, si bien ésta que se reseña aquí trata más directamente el encarcelamiento y sus secuelas. Las recomiendo todas.
Este libro no lo he leído, pero te recomiendo el cómic de Persépolis (también existe la película). Seguro que te gustará
ResponderEliminarPiluca
Gracias por la visita y por el consejo. Me están entrando ganas de leer el cómic y ver la película. hasta ahora no me había animado por lo de cómic y dibujos animados que nunca me gustó mucho, pero al parecer lo de Persépolis merece la pena.
EliminarUn saludo y gracias de nuevo.
¡Gracias! Bien desmenuzado el contenido de la novela.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado la reseña. Me parece una novela de lo más interesante para conocer algo más de la historia de este país.
EliminarUn abrazo.