Mayo 2015


"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo"
Estas son las primeras palabras, como todos sabréis, de "Cien años de soledad", la que se podría considerar la mejor novela, al menos del siglo XX. 
Habrá quien me acuse de saludar el primer mes con el inicio de novela más gastado, el más trivial, el más citado, pero ¿quién puede resistirse a este comienzo? Es quizás el más famoso, un lugar común, un tópico el hecho de mencionarlo, pero a veces los tópicos se han ganado a pulso el derecho a entrar en el reino de los mitos.
Cómo no empezar con Gabriel García Márquez, el maestro,  que nos dejó hace un año y trece días, dejando la literatura huérfana y carente de un importante asidero; huérfana de quien mejor supo transmitir la magia del más genuino realismo mágico de todo un continente; el autor de tantas novelas que figuran entre mis favoritas; el inventor de esos comienzos que hacían que pudieras volver a leer la novela entera nada más terminarla si caías en la tentación de releer de nuevo su primera frase (cuánto costaba dejarla).
Otras tendré que repasarlas de nuevo si las quiero escribir de manera literal, pero esta no me hace falta. Es tal su belleza, la he leído tantas veces, que me la sé de memoria y muchas veces me la repito en voz baja por el simple placer de recordarla, de oírla de nuevo aunque sea de mis propios labios. Y es que lo tiene todo: la promesa de una historia contada desde el principio, el adelanto de todas las peripecias que tienen que venir, fusilamiento incluido; el maravilloso nombre del protagonista que iba a hacerse inmortal a partir de esta novela; la situación temporal y espacial que hace que un niño conozca el hielo y sea capaz de recordarlo años después (¿recuerda alguno de vosotros cuándo conoció el hielo?). 
Pero con todo y con eso, lo que más me fascina de la frase es su ritmo. Todo contribuye a él; todo hace que suene como la más perfecta y armoniosa frase musical; todo, pero por encima de todo ese tiempo verbal (perífrasis, más bien) un poco extraña ("había de recordar"), forzada se podría pensar en un principio, pero que es lo que consigue que cada nota encaje a la perfección en la melodía. Probad a cambiarla por otra forma verbal más común y esa maravillosa frase perderá una gran parte de su encanto, una gran parte de su maravilla; se nos desmoronará ante la vista y el oído y se convertirá en una frase igual de correcta, igual de inteligible, pero infinitamente menos hermosa. 


Las novelas que aparecen en esta sección, "Bienvenido nuevo mes literario", no están recién leídas, pero están leídas. Se trata de novelas que empleo para comenzar cada mes. Por ello comienza la entrada con el inicio del libro. No pretende ser una reseña, sino el comentario sobre una historia que me marcó lo suficiente como para poder hablar de ella aunque haga ya muchos años que la leí. Por ello, espero que me perdonéis si incurro en algún error.



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