Valladolid: arte y cine


A las ciudades les sucede como a los niños: si pasas unos años sin verlos, cuando vuelves a encontrarlos, no los reconoces, se han convertido en jóvenes o adultos o tan solo en adolescentes y cuesta ver en ellos a los niños que fueron.
Yo no volvía a Valladolid desde 2002, exactamente por las mismas fechas, finales de Octubre, y por la misma causa, la SEMINCI. Este año he vuelto y me he encontrado con una ciudad que casi no reconocía. Más vivible, con muchas zonas peatonales, más luminosa (quizás porque lució un sol espléndido y la otra vez llovía), con unos monumentos que nuca me habían gustado tanto y... unas tapas y unos bares de lo más apetecible. Recomendable, como siempre,  el clásico y ya célebre tartar de "La tasquita". Ya lo probamos hace trece años, pero puedo decir que si no está igual de bueno, es porque ha mejorado. Pero, además, descubrimos otro montón de sitios nuevos, muy agradables y con riquísimas tapas. 
Os dejo unas fotos, antes de hablaros del cine que vi.


                         




                                                                                                                                                             

Pero, realmente, yo a lo que iba era al cine. Aprovechando un puente largo en Cantabria que coincidió con la SEMINCI, decidimos volver a este Festival que no visitábamos desde 2002. 
Vimos tres películas que para día y medio, no está mal.
"Beeba boys", de Deepa Metha, es una película sobre un grupo de sijs en Canadá. Se trata de una
De esta guisa se mueven los Beeba boys
por Vancouver
banda de chicos (los Beeba boys) asentados en las tradiciones culturales y familiares de su comunidad... si no fuera porque además de ello, son una banda mafiosa que trafica con drogas en Vancouver y asesinan sin mover una pestaña. Una película entretenida, curiosa por el ambiente que refleja y con un final sorpresa, pero ya muy manido. Si no fuera por ser sus personajes pertenecientes a una comunidad tan exótica, perdería gran parte de su interés ya que no aporta nada nuevo al género. Excesivo que se la haya escogido para la Sección Oficial del festival, en cuyo palmarés, por supuesto, no aparece.
Otra película vista, también de la Sección Oficial, fue "Tikkun", de Avishai Sivan. Esta ya es otra cosa. Rodada en blanco y negro, pero en un blanco y negro de una calidad y belleza dignas de señalar, se llevó el Premio a la Mejor Dirección de Fotografía y no me extraña. Dejo una pequeña muestra.












Al acabar la película, hubo tímidos aplausos, y pateos no tan tímidos, lo que me dejó sorprendida pues a mí me gustó mucho. Es una película intimista, sobre la crisis de fe de un joven estudiante tras haber sido salvado de la muerte por su padre. Ambos quedan con la sensación de haber transgredido los designios divinos al evitar una muerte decidida, como todo, por dios. Con la sensación de que tiene que haber una rectificación (la traducción de "tikkun") que ponga las cosas en su sitio de nuevo.
La última película vista, no se presentaba a la Sección Oficial. Este año, el país invitado en la SEMINCI fue Finlandia y finlandesa es la película "Ábrete a mí", de Simo Halinen, una historia sobre una mujer transexual, una mujer que tiene una hija adolescente que la llama papá, y que tiene que enfrentarse a prejuicios y cobardías del mundo en que vive. Una película muy bien hecha, muy bien interpretada y que trata el tema con gran humanidad y respeto.
Y eso es lo que dio de sí día y medio en Valladolid.
(Las fotografías de las películas son sacadas de internet. Nunca se me ocurriría hacer fotos en el cine. Las de Valladolid, son todas propias)
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