"Mamá" Jorge Fernández Díaz
"Mimí cosía en el área de los sacos y mi madre en el sector de los pantalones. Se conocieron a la salida y descubrieron que tenían muchas cosas en común. Las dos eran jóvenes, solteras, españolas y sirvientas de sus tíos. Sospechaban ya que sus familias no terminarían de cruzar el mar, que ellas quedarían atrapadas al otro lado del abismo, que la puerta se había cerrado y que el destino estaba jugado y perdido. Se hicieron íntimas amigas. Se confesaron desgarros e ilusiones. Se conjuraron una y otra vez para olvidar lo que no podía olvidarse y para salir de la melancolía. Compraron con gran esfuerzo vestidos y zapatos nuevos, y bailaron pasodobles y valsecitos en el Cangas de Narcea".
Mimí y mamá, son las dos primeras personas conjuradas por el autor para contarnos esta historia verídica de emigración y desarraigo. Cuando empieza la novela, Jorge Fernández Díaz nos habla de su madre que ya no llora al leer las cartas de Mimí, que ni siquiera recuerda ya dónde guardó esas cartas provenientes de "Ingeniero Lartigue, una aldea de treinta casas y cien labriegos, que alguien olvidó en Asturias, muy cerca y muy lejos de León". Y busco la aldea (google maps, wikipedia) y no la encuentro por parte alguna, ni lejos ni cerca de León donde me encuentro en ese momento, y deduzco que será un retazo de la imaginación del autor, pero bien podría estar equivocada y haber buscado mal.
Mimí es la amiga que conoció mamá al poco de llegar a la Argentina, con la que compartió penas y anhelos, nostalgias y desgarros por la tierra dejada al otro lado de un mar inmenso; por esas aldeas de Asturias donde el hambre era compañera y amiga de días más seguidos que alternos y la necesidad un estado normal al que no hay que acostumbrarse porque no se conoce otro cuando se ha nacido en según qué tiempos de mala fortuna.
Mimí y su hermano, con el que había emigrado en 1948, volvieron a Asturias, y desde allí le escribía a mamá esas cartas que ya no recuerda donde guardó y que ya casi da por perdidas. Pero antes del regreso, vivieron con comodidad sus últimos años en Argentina donde, con los ahorros de toda una vida, "Mimí regenteaba un «hotel de mujeres»: habitaciones consecutivas, con baño y cocina al fondo, trabajadoras pobres y decentes, y sobre todo putas". Y entiendo que no albergaba a mujeres decentes y a putas, sino a putas que eran mujeres decentes. Casi nunca una cosa está reñida con la otra, y mucho menos en aquellos tiempos.
Mimí y mamá tenían muchas cosas en común. Ambas huyeron del hambre asturiana de los años cuarenta y fueron a refugiarse en Buenos Aires, en casa de sendas tías paternas que no podían tener hijos. Mimí regresó a España porque "se quedó para vestir santos y cuidar putas", pero mamá construyó una familia, tuvo dos hijos argentinos y allí sigue, hecha a su nueva patria a la que ha aprendido a amar y a la que añoraría, si la abandonara, tanto como añoró a la que dejó atrás hace ya tantos años.
La novela está dividida en diez capítulos y cada uno tiene un protagonista cuyas andanzas nos cuenta el narrador/autor en primera persona aunque "no estoy contando la pura verdad, sino la verdad contaminada que mi madre narró a su psiquiatra, los monólogos que pude anotar en mi cuaderno, la tradición oral de mi familia y los recuerdos de mi infancia. Trozos descompuestos de verdad, reconstrucción periodística de la vida".
Por las páginas del libro pasan, por supuesto, mamá y Mimí, pero también otros personajes inolvidables como María del Escalón, la abuela materna, que se quedó en Vigo viendo como el barco que se llevaba a su hija se alejaba del muelle, mientras ella articulaba un grito desgarrador con su voz desesperada. Un grito que mamá no supo interpretar en aquel momento.
Y pasa Carmina, que es mamá cuando aún no era mamá, sino una niña que vivía en Asturias las estrecheces debidas al abandono del padre y a tener que atender a muchos hermanos. Carmina fue también la joven de quince años que se subió al barco y la que llegó a Buenos Aires con idea de ser la avanzadilla de la llegada del resto de la familia, una llegada que nunca llegó a producirse.
Marcial, que es el padre, también pasa. Ahora es un jubilado que "se considera a sí mismo un millonario sin plata". Pero para llegar a ese grado de felicidad y aceptación ha tenido que sufrir y trabajar mucho, y poner en marcha negocios que nunca salieron, "y todo lo que obtuvo fue con tracción a sangre, sosteniendo el dogma de que el sacrificio es lo más grande que hay".
Y pasa Mary, la mujer del autor, con la que emigró al sur argentino haciendo de la emigración una tradición familiar y rompiendo el corazón de mamá que no quería ver a su hijo sufrir de añoranza y lejanía como ella misma había sufrido.
Y hasta pasa el propio Jorge, que se cuenta a sí mismo, y Consuelo y Gabi. Todos ellos para conformar una novela que pone ante nosotros la tragedia de la emigración; la tragedia de albergar durante décadas el sueño de la nostalgia, el anhelo del regreso para volver a ver los paisajes y los afectos que se dejaron atrás. Mamá volvió en varias ocasiones a Asturias, volvió a ver a su madre y a sus hermanos, volvió a Almurfe, la aldea en la que nació; todo estaba cambiado e irreconocible. Al poco de llegar echaba de menos Buenos Aires y lo que había dejado allí.
Los sueños, a veces, se tienen y se mantienen, y cuando se llegan a cumplir, se descubre que el verdadero sueño es lo que se deja atrás mientras se huye en busca de una quimera que ya no existe. La quimera que buscaba Mimí cuando regresó a Asturias y que le hace decir años después a mamá atenazándole la muñeca y taladrándole el oído:
"—Nunca permitas que tus hijos se vayan, Carmina. ¡Nunca!
—Y yo qué puedo hacer para que se queden.
—Lo que sea —dijo mi madrina—. Lo que sea".
Pero un día, también la hermana del narrador con su familia empezó a pensar en volver a España. la crisis argentina hacía dura la vida allí y en España todo era confort y buen vivir. Solo la madre con la perspectiva de los años, con las vueltas veleidosas que había visto dar a la Historia y a la Economía se pregunta qué pasará en el futuro y si merece la pena hacer lo mismo que hizo ella y acumular todo el sentir y el dolor que ha acumulado ella porque "hace cincuenta años España estaba destrozada y la Argentina era pujante —gritó—. La tortilla se dio vuelta, ¿pero quién de ustedes puede asegurar que no volverá a pasar, quién puede garantizar que no hará la misma cagada que hice yo y arruinará de paso a toda su familia? ¿Quién ha visto el día de mañana? Nos miramos los pies, en silencio, y ella fue a la cocina, se sirvió un vaso de «seven» y dijo: Qué mierda saben ustedes, la puta madre".
Mimí y mamá, son las dos primeras personas conjuradas por el autor para contarnos esta historia verídica de emigración y desarraigo. Cuando empieza la novela, Jorge Fernández Díaz nos habla de su madre que ya no llora al leer las cartas de Mimí, que ni siquiera recuerda ya dónde guardó esas cartas provenientes de "Ingeniero Lartigue, una aldea de treinta casas y cien labriegos, que alguien olvidó en Asturias, muy cerca y muy lejos de León". Y busco la aldea (google maps, wikipedia) y no la encuentro por parte alguna, ni lejos ni cerca de León donde me encuentro en ese momento, y deduzco que será un retazo de la imaginación del autor, pero bien podría estar equivocada y haber buscado mal.
Mimí es la amiga que conoció mamá al poco de llegar a la Argentina, con la que compartió penas y anhelos, nostalgias y desgarros por la tierra dejada al otro lado de un mar inmenso; por esas aldeas de Asturias donde el hambre era compañera y amiga de días más seguidos que alternos y la necesidad un estado normal al que no hay que acostumbrarse porque no se conoce otro cuando se ha nacido en según qué tiempos de mala fortuna.
Mimí y su hermano, con el que había emigrado en 1948, volvieron a Asturias, y desde allí le escribía a mamá esas cartas que ya no recuerda donde guardó y que ya casi da por perdidas. Pero antes del regreso, vivieron con comodidad sus últimos años en Argentina donde, con los ahorros de toda una vida, "Mimí regenteaba un «hotel de mujeres»: habitaciones consecutivas, con baño y cocina al fondo, trabajadoras pobres y decentes, y sobre todo putas". Y entiendo que no albergaba a mujeres decentes y a putas, sino a putas que eran mujeres decentes. Casi nunca una cosa está reñida con la otra, y mucho menos en aquellos tiempos.
Mimí y mamá tenían muchas cosas en común. Ambas huyeron del hambre asturiana de los años cuarenta y fueron a refugiarse en Buenos Aires, en casa de sendas tías paternas que no podían tener hijos. Mimí regresó a España porque "se quedó para vestir santos y cuidar putas", pero mamá construyó una familia, tuvo dos hijos argentinos y allí sigue, hecha a su nueva patria a la que ha aprendido a amar y a la que añoraría, si la abandonara, tanto como añoró a la que dejó atrás hace ya tantos años.
La novela está dividida en diez capítulos y cada uno tiene un protagonista cuyas andanzas nos cuenta el narrador/autor en primera persona aunque "no estoy contando la pura verdad, sino la verdad contaminada que mi madre narró a su psiquiatra, los monólogos que pude anotar en mi cuaderno, la tradición oral de mi familia y los recuerdos de mi infancia. Trozos descompuestos de verdad, reconstrucción periodística de la vida".
Por las páginas del libro pasan, por supuesto, mamá y Mimí, pero también otros personajes inolvidables como María del Escalón, la abuela materna, que se quedó en Vigo viendo como el barco que se llevaba a su hija se alejaba del muelle, mientras ella articulaba un grito desgarrador con su voz desesperada. Un grito que mamá no supo interpretar en aquel momento.
Y pasa Carmina, que es mamá cuando aún no era mamá, sino una niña que vivía en Asturias las estrecheces debidas al abandono del padre y a tener que atender a muchos hermanos. Carmina fue también la joven de quince años que se subió al barco y la que llegó a Buenos Aires con idea de ser la avanzadilla de la llegada del resto de la familia, una llegada que nunca llegó a producirse.
Marcial, que es el padre, también pasa. Ahora es un jubilado que "se considera a sí mismo un millonario sin plata". Pero para llegar a ese grado de felicidad y aceptación ha tenido que sufrir y trabajar mucho, y poner en marcha negocios que nunca salieron, "y todo lo que obtuvo fue con tracción a sangre, sosteniendo el dogma de que el sacrificio es lo más grande que hay".
Y pasa Mary, la mujer del autor, con la que emigró al sur argentino haciendo de la emigración una tradición familiar y rompiendo el corazón de mamá que no quería ver a su hijo sufrir de añoranza y lejanía como ella misma había sufrido.
Jorge Fernández Díaz |
Los sueños, a veces, se tienen y se mantienen, y cuando se llegan a cumplir, se descubre que el verdadero sueño es lo que se deja atrás mientras se huye en busca de una quimera que ya no existe. La quimera que buscaba Mimí cuando regresó a Asturias y que le hace decir años después a mamá atenazándole la muñeca y taladrándole el oído:
"—Nunca permitas que tus hijos se vayan, Carmina. ¡Nunca!
—Y yo qué puedo hacer para que se queden.
—Lo que sea —dijo mi madrina—. Lo que sea".
Título del libro: Mamá
Autor: Jorge Fernández Díaz
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 2002
Nº de páginas: 288
Muy interesante Rosa. La historia de los flujos migratorios desde España a Ámerica y viceversa, necesitaban una novela como esta. Y aunque supongo que habrá otras muchas dedicadas a esta temática tan cotidiana en la España de los siglos XX y XXI, con tu reseña he sentido algo especial hacia esta obra de Jorge Fernández Díaz. Hay una serie que me pareció muy atractiva dirigida por Juan José Campanella llamada Vientos de agua, que también recoge la inmigración desde un pueblo de Asturias en 1934 hacia Argentina y el regreso en torno al año 2000 de uno de los hijos de aquellos exiliados que lo fueron por motivos políticos en el caso de la serie a la que me refiero. Un beso y gracias por otra estupenda reseña.
ResponderEliminar"Vientos de agua" es una de mis series de culto. De vez en cuando la veo. Recuerdo que empezaron a darla en la tele y de repente desapareció. Meses después la editaron en DVD y me la compré. Es absolutamente maravillosa.
EliminarTambién lo es esta novela. Recuerda a la serie, pero en menos extensión. Un análisis muy similar y escrita con gran belleza. Todo un descubrimiento este autor que recomiendo sin dudar.
Un beso.
A mí me pasa lo mismo que a usted...
EliminarUna novela de narrador coral que desde luego pinta muy bien. El drama del corazón partido, de ese tener raíces en dos lugares tan distintos, que nos impide esa sensación de estar en casa, uno de los pilares de la felicidad a largo plazo. Nada peor que tener un pedacito de tu corazón en otra parte, esa nostalgia siempre acaba ganando la partida.
ResponderEliminarCuando según qué sectores hablan de la inmigración como si fuera la peste, deberían aprender a empatizar con esas personas que lo dejan todo atrás por llegar a otro lugar en el que tampoco saben qué se encontraran.
Un abrazo, Rosa!
Hemos olvidado muy pronto que este país salió adelante en los años posteriores a la posguerra gracias al dinero que mandaban los emigrantes que habían ido a Sudamérica o a Europa para salir del hambre y aliviar la de los que aquí se quedaban. Antes que el turismo, las divisas de la emigración sacaron del hoyo a este país.
EliminarAhora nos creemos el ombligo del mundo y no somos capaces de hacer lo mismo por los que lo necesitan como nosotros entonces. Y encima somos tan necios que no nos damos cuenta de que en breve los vamos a necesita, porque si no a ver quién nos paga las pensiones. Como los necesitamos antes de la crisis, cuando nos creíamos la quintaesencia del bienestar y el progreso, para que hicieran los trabajos que nadie quería. Lo que somos (unos más que otros, bien es cierto) es la quintaesencia del egoísmo, la insolidaridad, el racismo y la falta de empatía.
Un beso.
Te iba leyendo y revivía un montón de recuerdos asociados a mi niñez, cuando pasaba muchos veranos (entre mediados de los 70 y principios de los 80) en un pueblecito del oriente asturiano, Vidiago (Puertas de Vidiago).
ResponderEliminarTengo nítidas las visiones de esas imponentes villas de indiano que había en el pueblo, y para ser una localidad pequeñita tenía nada menos que tres majestuosas mansiones de estos emigrantes asturianos que hicieron las “américas” con excelente resultado, acaparando grandes fortunas.
Nosotros nos llevábamos muy bien con una de estas familias, ellos habían hecho dinero en México (recuerdo que residían en Tampico), igual que otra de las que había, y la tercera según supe hicieron fortuna en Puerto Rico.
Yo me quedaba fascinado con esas gentes… y supongo que no se sabía muy bien a que mundo pertenecían, si al que dejaron o al que partieron, creo que era eso lo que me resultaba fascinante, aunque de ser así… no sé como lo sentirían ellos.
Era muy amigo de los nietos y nietas (pues teníamos edades similares), y me contaban cosas de allí, con un acento entre asturiano y mexicano que debía de parecerme muy exótico, seguro.
Es impresionante como alguno de estos emigrantes se han aferrado toda la vida a los, en muchas ocasiones, escasísimos recuerdos que tenían de su tierra natal. Me conmueve pensar en esas gentes, mirando desde los barcos, como se van alejando, muchos de ellos para siempre, de padres, madres, hermanos, de los paisajes, tierra y hogares que habían sido su única vida, agitando el brazo para despedirse, entre lágrimas, hasta que el barco desaparece de la vista para unos, y la tierra, el hogar y los seres queridos para otros.
Gracias, Rosa, ha sido bonito recordar ciertas cosas.
Pues muchos años después, en los noventa, yo he comido y cenado muchas veces en un bar que había en Vidiago, en la carretera. No recuerdo cómo se llamaba, creo que algo así como Casa Pepe. Luego, un camión se empotró contra el bar (afortunadamente sin desgracias humanas) y lo cerraron. Era un buen sitio para parar a reponer fuerzas cuando íbamos hacia el oeste del Cantábrico desde Santander (o volvíamos). ¡Qué casualidad! Y sí, tienes razón es un pueblo que merece la pena pasearse para ver las preciosas casa de indiano. Aunque casi todos los pueblos cercanos tienen alguna.
EliminarLo que me parece terrible es esa sensación de sueño burlado. Sueñas con regresar a tu tierra y cuando por fin regresas te das cuenta de que sueñas con regresar al lugar del que querías huir. Esa tragedia de ni aquí ni allí, me parece muy frustrante.
Una novela que te recomiendo.
Un beso.
Hola Rosa.
EliminarEl bar se llamaba "Casa Pancho". Así ocurrió con el camión. Se cerró cuando se mató Pancho en un accidente de circulación, era el hijo del dueño, y quien realmente gestionaba el restaurante. El bar estaba junto a la bolera, nosotros jugábamos ahí, desde finales de junio hasta principios de septiembre. Después de pasar la jornada en la Playa de Los Bretones (la del pueblo), innumerables tardes merendábamos en "Casa Pancho", lo recuerdo como un chico afable, algo gordito y muy sonriente, nos solía gastar bromas. Recuerdo los rostros de casi todos lo parroquianos, la gente del pueblo, que se congregaban allí, jugando a los bolos y bebiendo unas sidrinas... a mí me daban una "Mirinda", jeje, así transcurrían mis días asturianos, allá por el 78, principios de los 80.
Un beso.
Matizo, amiga Rosa, fue en ese mismo accidente de camión en donde murió Pancho, su hermano (el otro hijo del dueño), se salvó. Tenía la duda, pues me sonaba que falleció en es accidente, y se lo pregunté a mi hermano por WhatsApp, que se acuerda tanto como yo, aunque él sea dos años menor.
EliminarVaya, veo que la que no me acordaba bien era yo. Exactamente, se llamaba Casa Pancho, pero yo pensaba que en el choque del camión no había muerto nadie. Pensamos que no habían sido capaces de volver a ponerlo en marcha, pero sin algo tan trágico por medio. La verdad es que tardamos unos meses en enterarnos del accidente y, tal vez, tampoco nos lo contaron bien. Mis visitas a casa Pancho fueron en los primeros noventa.
EliminarPor qué medios insospechados se conectan las personas y los recuerdos. En una novela nos hubieran acusado de coincidencia inverosímil.
Un beso, amigo.
Hola!fantástica novela.Rosa.la hemos leido y disfrutado.gracias por recordarla!abrazosbuhos
ResponderEliminarLa habréis disfrutado doblemente por ser vuestra tierra la destinataria de esos emigrantes para nosotros e inmigrantes para vosotros.
EliminarUna gran novela.
Un beso.
Me ha gustado mucho recordar esta novela con tu reseña. La leí en su día cuando se publicó y la tenía ya un pelín olvidada. Aquí en Asturias tuvo bastante repercusión por eso de que la mamá del título era asturiana. Cuánto desarraigo, que viven doblemente loes emigrantes porque terminan por tener dos patrias y añorar a ambas. También vi la serie Vientos de agua de la que habláis en el primer comentario y me gustó muchísimo. Qué pena que Telecinco la haya maltratado tanto, ya se sabe que las audiencias mandan y hay poco respeto tanto a los telespectadores minoritarios como al trabajo de un buen producto. Recuerdo también que aquí se criticó bastante la forma de hablar de los actores. Cómo si alguien que no fuese de aquí tuviese que reproducir a la perfección un acento que no es el suyo. Bastantes guiños y esfuerzo hicieron utilizando palabras y expresiones típicas de aquí. Me dio pena que se valorase más eso que la historia en sí y la interpretación de los autores, más teniendo en cuenta que es una historia que aquí vivió mucho una generación y que además creo que estaba muy bien contada. En fin, un tema desgraciadamente siempre actual el de la emigración y sus consecuencias.
ResponderEliminarBesos
Fue una serie maravillosa que tengo preparada para ver en breve. Como le digo a Miguel, la compré en DVD en cuanto salió porque cuando se interrumpió la emisión en TV (no recordaba en qué cadena) me quedé muy frustrada. Es una de las mejores series que he visto. Tiene momentos en los que he llorado de emoción, yo que casi nunca lloro.
EliminarImagino que el acento de los actores no será perfecto, pero yo creo que la interpretación de Ernesto Alterio (el más asturiano de la serie por lo que recuerdo) fue muy buena.
Yo no sabía de esta novela. Sabía que había un escritor argentino que se llamaba como un ministro, pero había leído nada suyo. Ha sido todo un descubrimiento que agradezco a la tertulia del instituto.
Un beso.
Ya lo dice el refrán: uno es de donde pace y no de donde nace, o algo así. No obstante, seguro que nunca se olvida la tierra de origen, el terruño, como algunos lo llaman, la vida antes de emigrar, por dura que fuera, y los amigos y familiares que quedaron atrás.
ResponderEliminarNo he leído nada de este escritor argentino, pero lo que acabas de relatar sobre esta obra hace sentir casi la necesidad de leerla. El relato de las vicisitudes de los emigrantes suele llegar muy hondo, porque hace que nos pongamos en su piel y sintamos en carne propia las dificultades y obstáculos que tuvieron que salvar hasta lograr una vida digna.
Un abrazo.
P.D.- Por fin logré ver Mystic river (tuve que comprar el DVD) y, a pesar de tener tan reciente la novela y partir del hecho generalmente aceptado de que la versión novelada suele ser mejor que la cinematográfica, la disfruté enormemente. Un gran trabajo de interpetación de los tres protagonistas y de dirección de Klint Eastwood.
Creo que es una novela que se puede recomendar sin dudar, porque además es corta y se lee muy bien.
EliminarLlevo en cantabria desde el curso 89-90 y recuerdo que al principio (y no tan al principio; hasta hace unos pocos años), yo echaba mucho de menos León y cada vez que tenía que venirme de allí, después de las vacaciones o los fines de semana que iba, sufría un trauma. Ahora sigo estando muy a gusto en León, lo sigo considerando mi tierra, pero Cantabria es la tierra donde vivo y a veces estoy deseando venir y terminar mis estancias en León. Por eso entiendo muy bien lo que le comento más arriba a Paco sobre los sueños burlados.
Yo nunca comparo película y novela. Ambas pueden ser buenas sin que tengan que parecerse en todo, pero es que en este caso, la película es de las mejores que he visto. La novela pues... Dennis Lehane.
Un beso.
Creo que esta es una novela de la que se puede aprender mucho. Nadie que no haya pasado por el drama de la emigración puede entenderlo por completo, y más si las condiciones que le empujaron a irse eran la pobreza y la desesperación para no terminar de superarlas nunca. No puede evitar pensarse si mereció la pena, con razón.
ResponderEliminarMe apunto el título, sin dudar, me parece un tema muy interesante sobre el que no he leído demasiado y creo que me puede enriqucer, aportarme mucho. Además los fragmentos del libro que transcribes me han llamado mucho la atención.
Gracias por tu nueva y estupenda reseña, Rosa. Siempre es un gusto venir a tu casa :)
¡Un beso y feliz día de la Mujer!
Las frases son preciosas. Para ser una novela poco extensa, tenía anotadas montones de citas. Y es que el autor tiene una prosa muy bonita, con ese toque argentino que tanto me gusta en literatura (el más bonito junto al peruano).
EliminarParece ser que en la tertulia (yo no pude ir esta vez) empezaron a citar frases escogidas y aquello era un no parar de tantas como se habían recopilado.
Es cierto que solo quien lo ha vivido puede entenderlo, pero yo que tan solo he abandonado León para desplazarme a Santander (cuatro horas en coche al principio, dos y media escasas en la actualidad), me imagino lo terrible que ser estar a miles de kilómetros de tu tierra y tus seres queridos y visitarlos solo cada bastantes años. Creo que tú, como yo, también tienes tu pequeño exilio.
Un beso y feliz finde.
Pensaba que era el ex-ministro del PP, menos mal que has puesto la foto. Estas historias de emigrantes siempre me han gustado, en realidad formaron parte de mis primeras lecturas con Manuel Rivas. Conozco además un caso parecido, el tema del desarraigo me interesa. Otro autor nuevo a tener en cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ja, ja. La primera vez que oí hablar de él yo también creí que era el ministro. Pero no, los políticos no suelen tener tiempo para escribir novelas, salvo raras excepciones como el señor Leguina que tiene un par de ellas, al menos, bastante buenas.
EliminarEs un autor al que seguiré yo también porque además tiene una serie policíaca (solo dos por ahora) con muy buena pinta.
Hace mucho que no leo a Manuel Rivas. Es otro de los autores que me descubrió mi marido cuando nadie lo conocía. Me regaló "Qué me quieres amor", de donde se sacaron los relatos para "la lengua de las mariposas". Era 1996. Qué tiempos...
Un beso.
Se presenta interesante esta novela. Parte de la familia materna de mi madre emigró a Argentina, pero en los años veinte del siglo pasado. Los descendientes de algunos de ellos regresaron a España cuando aquel corralito que dejó a muchos argentinos en la más absoluta pobreza, otros se quedaron allí. Y yo perdí todo contacto con unos y con otros.
ResponderEliminarPuede que esta novela me conecte con ellos de alguna manera, aunque sea indirectamente.
Un beso.
Como dice la protagonista de esta novela, la vida da muchas vueltas. Cuando aquí había hambre ellos nos sacaron muchas castañas del fuego, con la recepción de emigrantes y con su carne que vendían a precios bajos. Era un país rico. Luego, España fue para arriba y ellos se fueron hundiendo en la corrupción y las crisis. Puede que aún se vuelva la tortilla y volvamos a necesitarlos a ellos o a otros de esos países a cuyos naturales despreciamos y queremos expulsar.
EliminarYo he oído también de descendientes de primos o hermanos de un abuelo mío que andan por allá.
Un beso.
Emigrar en los tiempos de guerra. España no ofrecía trabajo para los que se quedaron y no hacía falta emigrar a Argentina. Muchos del sur emigraron a Euskadi y Cataluña. Cuantas historias se guardan en el tintero y cuantas podríamos contar. Una buena historia parece. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, hubo una emigración exterior y otra interior. Yo soy de una tierra de emigrantes. En verano, los pueblos de León se llenaban de coches con matrícula de Bilbao sobre todo, pero también de Barcelona. Era cuando los coches aún declaraban su procedencia en la matrícula. Los padre de mi cuñada eran los dos inmigrantes en Vizcaya y contaban haber marchado de sus tierras respectivas porque pasaban verdadera hambre.
EliminarUna muy buena novela, en verdad.
Un beso.
Me ha gustado mucho la reseña y ha hecho que me interese la novela, además tengo alguna referencia excelente del autor (además de ésta) y creo que puede ser una buena oportunidad para empezar con él. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo primero que yo leo del autor, pero no creo que sea lo último porque me ha gustado mucho.
EliminarSí, creo que es una buena elección para conocerle pues qué mejor que empezar conociendo su vida y sus orígenes y lo que le ha formado como persona y como escritor.
Un beso.
Qué buenísima pinta tiene. Parte d emi familia tuvo que emigrar; a Argentina, a Montana, a Francia...y ninguno olvidó jamás sus orígenes aunque al final sí que eres un poco del lugar que te ha acogido, vamos, que son sentimientos encontrados.
ResponderEliminarMi bisabuela por parte de padre era de un pueblín de Cangas del Narcea, no sé si cuando compartí algunas fotos que hice en diciebre lo dije, pero era de la zona. POr cierto, a mí tampoco me sonaba la aldea, la he buscado y no doy con ella, supongo que ese dato se lo ha inventado.
Annnns todo me lleva a leerla.
Feliz día.
Te la recomiendo. No te arrepentirás porque además está escrita con una enorme belleza.
EliminarSí tienes familia en esa situación, y siendo asturiana, la disfrutarás más aún.
Yo también creo que la, aldea es inventada.
Un beso
Me lo llevo, me encanta la ambientación.
ResponderEliminarBesotes
Es precioso. Seguro que te gusta y te emociona.
EliminarUn beso
No he leído nada de mi compatriota, aunque me espera 'El puñal'. Por lo que nos cuentas, debiera leer esta novela. Tengo amigos gallegos que tienen historias similares a la que nos narra el autor y sería interesante tomar contacto con esa realidad.
ResponderEliminarQueda debidamente apuntado, Rosa. Gracias por tu amable reseña.
Un beso.
Yo también tengo "El puñal" esperando, pero este es el primero que he leído de tu compatriota y na ha cautivado por completo.
EliminarLos personajes del libro, son asturianos, aunque cuando dices "gallegos" imagino que te refieres a españoles, en general.
Es realmente interesante ese añorar lo abandonado y luego añorar la tierra de acogida y estar condenado siempre a añorar algún lugar.
Muy hermoso libro.
Un beso.