"Un asunto demasiado familiar" Rosa Ribas
Los Hernández son una familia de detectives. Todos tienen el título: Mateo, el padre, y los hijos, Nora, Marc y Amalia. Hasta Ayala, el empleado ajeno a la familia, tiene su título. La única que no lo tiene es Lola, la mujer de Mateo, aunque eso no le impide tener una perspicacia especial que en más de una ocasión ha sido clave a la hora de resolver alguno de los casos que les encargan.
La familia vive en el barrio de Sant Andreu, un antiguo pueblo incrustado en Barcelona, en una casa de indianos que construyó un tatarabuelo antepasado de Lola, enriquecido en Cuba de forma poco ortodoxa. Un enriquecimiento que de otra forma, igual de poco ortodoxa, continuó el bisabuelo ya en España. En la propia casa se ubica la agencia de detectives Hernández con lo que todo resulta "demasiado endogámico. Dependemos demasiado de demasiada poca gente. Nuestra cartera de clientes es muy local, la mayoría de los clientes son de aquí o de los alrededores. Todos nos conocen.
—Y yo los conozco a todos. A veces ya sé qué les pasa antes de que salgan del despacho.
—Pues podrías decírselo y cobrarles una consulta rápida". Sí, los hijos desearían mudarse a otro lugar de Barcelona, pero el que manda es el padre. Los hijos saben que en aquella pequeña empresa familiar, ligada a un barrio donde todos se conocen como herencia del pueblo que fue, no pueden aspirar a grandes casos, solo a casos domésticos: cuernos, malos tratos, algún fraude a un puesto de trabajo. Los hijos quieren más, ambicionan asuntos de más entidad, pero la autoridad paterna, la lealtad o el agradecimiento, según los casos, los tienen atados.
Atados e ignorantes de otros casos que Mateo acepta a espaldas de sus hijos, unos casos que encarga a Ayala y a Oscarito y a Rubén, y que son los que más contribuyen a mantener la agencia a flote. Son trabajos bien cobrados dada la naturaleza de los mismos, aunque Mateo, como buen vecino de sus clientes, es capaz de bajar el listón si estos no pueden alcanzar las tarifas habituales.
En los casos tradicionales, la ayuda de Lola es inestimable.Tal vez Lola goza del instinto clarividente que otorga la enfermedad mental porque Lola está enferma. Lo está desde que los niños eran pequeños y empezó a tener crisis durante las cuales nunca se sabía cómo sería la madre con la que se encontrarían al volver a casa. "A veces irrumpía en sus cuartos convencida de que algo malo andarían haciendo. «¿Quién está contigo? He oído voces.» «Nadie, mamá.» «No me mientas.» Abría los armarios, miraba debajo de las camas. «Nadie, mamá. Es la radio.» Decía Nora, que era más piadosa y le tendía el puente a una excusa, que ella a veces entendía. Otras no, con lo cual el registro era más exhaustivo". No termino de tener claro el tipo de patología que padece Lola. Tal vez esquizofrenia, tal vez un trastorno bipolar. El caso es que la enfermedad de Lola impregna de temor o esperanza, según la fase, la vida de la familia y de la empresa.
La enfermedad de Lola la ha atado a Mateo con el que ha llegado a formar una simbiosis perfecta. Él la cuida con amor y paciencia y le proporciona los medicamentos que precisa sin demasiado control por parte de los médicos. Ella proporciona su inteligencia y sus premoniciones sin las cuales el padre es incapaz de pensar. En esa criatura bicéfala en que se ha convertido el matrimonio, los hijos no han tenido mucha cabida. Tanto afán por proteger a la madre ha dejado a los hijos solos y desprotegidos por parte del padre. "Después, cuando ya tuvieron edad, los había hecho sus empleados, nunca sus cómplices. La familia, una empresa, cuyo único producto parecía ser mantenerla a ella en paz para que él no la perdiera".
Ahora les ha entrado un caso inusual en su Agencia. Un caso de los que ya hace tiempo que no aceptan. Carlos Guzmán, un antiguo amigo de la infancia, pretende que Mateo encuentre a su hijo desaparecido desde hace tres días. La Agencia de Detectives Hernández ya no se dedica a buscar personas, a pesar del orgullo con que anunciaban en sus folletos publicitarios "«Cien por cien de éxito en la búsqueda de personas desaparecidas»". Pero eso era antes, antes de que fueran incapaces de resolver el caso más importante, en el que más hubieran querido tener éxito, el que tiene a la familia destrozada y rota de dolor. Aunque algunos sospechen que Nora se ha ido voluntariamente, aunque sepan que es experta y muy capaz de ir borrando todo rastro de su huida; a pesar de todo ello, no pueden dejar de temblar pensando que algo malo le haya podido ocurrir. Y ya no buscan personas desaparecidas, pero cada uno, a escondidas de Lola a quien no conviene alterar, sigue buscando a Nora.
Mateo no quiere buscar al hijo de Carlos Guzmán, pero lo que él no sabe es que Carlos tiene la forma de presionarlo "Si quiero, te puedo joder la vida". Y es cierto, porque la juventud de Mateo oculta cosas de las que nadie, excepto Lola, sabe nada... o eso pensaba él. Así es que se ve, en contra de todos sus propósitos, buscando al hijo de Guzmán y despertando todos los fantasmas de la búsqueda de Nora en la que toda la familia está involucrada, aunque la mayor parte del tiempo nadie hable de ella.
En "Un asunto demasiado familiar", más que una novela negra o policíaca, Rosa Ribas nos entrega una historia de conflictos familiares. Secretos que deberían haber permanecido ocultos, celos entre hermanos, historias de antepasados de las que estar muy poco orgulloso, corrupción, mafias, vergüenzas mal colocadas "En todas las familias hay por lo menos un pariente del que se habla en voz baja, en la suya era el abuelo Salvador, el abuelo materno, el que se había fundido la fortuna que el bisabuelo indiano había traído de América y que el abuelo había hecho crecer con el estraperlo. Desde un punto de vista moral, estos dos eran personajes deleznables, pero la vergüenza de los Obiols no eran los que se habían hecho ricos sino el que los había hecho pobres".
Y la locura impregnando cada página. La locura de Lola que tal vez es lo que le hace clarividente y le permite ver más allá de lo que parece obvio en cada caso; la insensatez de querer saber más de lo recomendable; el miedo a lo que ese conocimiento pueda depararnos y el miedo aún mayor a una locura que podría ser hereditaria. O no. Y la culpa, la culpa por la locura y la culpa por el desamor a uno mismo que a veces toma derroteros insospechados.
Muchas cosas se esconden en esta novela que hay que leer con los ojos y la mente abiertos para no confundirla (enseguida se deja de hacerlo) con una novela de detectives al uso (nada de malo habría en ello tampoco), una novela maravillosamente escrita y que esconde mucho entre los pliegues de esta familia, tan atípica por una parte, pero que se parece tanto a casi todas, que da miedo.
Es la primera novela que leo de Rosa Ribas que no pertenece a ninguna de sus series. Ni a la de la comisaria de Frankfurt, Cornelia Weber-Tejedor, ni a la de Ana Martí, periodista en la España de los años cincuenta, escrita a cuatro manos con Sabine Hofmann. Es la primera y me ha gustado tanto que me ha dejado con muchas ganas de seguir indagando en la obra de la autora más allá de sus series.
La familia vive en el barrio de Sant Andreu, un antiguo pueblo incrustado en Barcelona, en una casa de indianos que construyó un tatarabuelo antepasado de Lola, enriquecido en Cuba de forma poco ortodoxa. Un enriquecimiento que de otra forma, igual de poco ortodoxa, continuó el bisabuelo ya en España. En la propia casa se ubica la agencia de detectives Hernández con lo que todo resulta "demasiado endogámico. Dependemos demasiado de demasiada poca gente. Nuestra cartera de clientes es muy local, la mayoría de los clientes son de aquí o de los alrededores. Todos nos conocen.
—Y yo los conozco a todos. A veces ya sé qué les pasa antes de que salgan del despacho.
—Pues podrías decírselo y cobrarles una consulta rápida". Sí, los hijos desearían mudarse a otro lugar de Barcelona, pero el que manda es el padre. Los hijos saben que en aquella pequeña empresa familiar, ligada a un barrio donde todos se conocen como herencia del pueblo que fue, no pueden aspirar a grandes casos, solo a casos domésticos: cuernos, malos tratos, algún fraude a un puesto de trabajo. Los hijos quieren más, ambicionan asuntos de más entidad, pero la autoridad paterna, la lealtad o el agradecimiento, según los casos, los tienen atados.
Atados e ignorantes de otros casos que Mateo acepta a espaldas de sus hijos, unos casos que encarga a Ayala y a Oscarito y a Rubén, y que son los que más contribuyen a mantener la agencia a flote. Son trabajos bien cobrados dada la naturaleza de los mismos, aunque Mateo, como buen vecino de sus clientes, es capaz de bajar el listón si estos no pueden alcanzar las tarifas habituales.
En los casos tradicionales, la ayuda de Lola es inestimable.Tal vez Lola goza del instinto clarividente que otorga la enfermedad mental porque Lola está enferma. Lo está desde que los niños eran pequeños y empezó a tener crisis durante las cuales nunca se sabía cómo sería la madre con la que se encontrarían al volver a casa. "A veces irrumpía en sus cuartos convencida de que algo malo andarían haciendo. «¿Quién está contigo? He oído voces.» «Nadie, mamá.» «No me mientas.» Abría los armarios, miraba debajo de las camas. «Nadie, mamá. Es la radio.» Decía Nora, que era más piadosa y le tendía el puente a una excusa, que ella a veces entendía. Otras no, con lo cual el registro era más exhaustivo". No termino de tener claro el tipo de patología que padece Lola. Tal vez esquizofrenia, tal vez un trastorno bipolar. El caso es que la enfermedad de Lola impregna de temor o esperanza, según la fase, la vida de la familia y de la empresa.
La enfermedad de Lola la ha atado a Mateo con el que ha llegado a formar una simbiosis perfecta. Él la cuida con amor y paciencia y le proporciona los medicamentos que precisa sin demasiado control por parte de los médicos. Ella proporciona su inteligencia y sus premoniciones sin las cuales el padre es incapaz de pensar. En esa criatura bicéfala en que se ha convertido el matrimonio, los hijos no han tenido mucha cabida. Tanto afán por proteger a la madre ha dejado a los hijos solos y desprotegidos por parte del padre. "Después, cuando ya tuvieron edad, los había hecho sus empleados, nunca sus cómplices. La familia, una empresa, cuyo único producto parecía ser mantenerla a ella en paz para que él no la perdiera".
Ahora les ha entrado un caso inusual en su Agencia. Un caso de los que ya hace tiempo que no aceptan. Carlos Guzmán, un antiguo amigo de la infancia, pretende que Mateo encuentre a su hijo desaparecido desde hace tres días. La Agencia de Detectives Hernández ya no se dedica a buscar personas, a pesar del orgullo con que anunciaban en sus folletos publicitarios "«Cien por cien de éxito en la búsqueda de personas desaparecidas»". Pero eso era antes, antes de que fueran incapaces de resolver el caso más importante, en el que más hubieran querido tener éxito, el que tiene a la familia destrozada y rota de dolor. Aunque algunos sospechen que Nora se ha ido voluntariamente, aunque sepan que es experta y muy capaz de ir borrando todo rastro de su huida; a pesar de todo ello, no pueden dejar de temblar pensando que algo malo le haya podido ocurrir. Y ya no buscan personas desaparecidas, pero cada uno, a escondidas de Lola a quien no conviene alterar, sigue buscando a Nora.
Mateo no quiere buscar al hijo de Carlos Guzmán, pero lo que él no sabe es que Carlos tiene la forma de presionarlo "Si quiero, te puedo joder la vida". Y es cierto, porque la juventud de Mateo oculta cosas de las que nadie, excepto Lola, sabe nada... o eso pensaba él. Así es que se ve, en contra de todos sus propósitos, buscando al hijo de Guzmán y despertando todos los fantasmas de la búsqueda de Nora en la que toda la familia está involucrada, aunque la mayor parte del tiempo nadie hable de ella.
Rosa Ribas |
Y la locura impregnando cada página. La locura de Lola que tal vez es lo que le hace clarividente y le permite ver más allá de lo que parece obvio en cada caso; la insensatez de querer saber más de lo recomendable; el miedo a lo que ese conocimiento pueda depararnos y el miedo aún mayor a una locura que podría ser hereditaria. O no. Y la culpa, la culpa por la locura y la culpa por el desamor a uno mismo que a veces toma derroteros insospechados.
Muchas cosas se esconden en esta novela que hay que leer con los ojos y la mente abiertos para no confundirla (enseguida se deja de hacerlo) con una novela de detectives al uso (nada de malo habría en ello tampoco), una novela maravillosamente escrita y que esconde mucho entre los pliegues de esta familia, tan atípica por una parte, pero que se parece tanto a casi todas, que da miedo.
Es la primera novela que leo de Rosa Ribas que no pertenece a ninguna de sus series. Ni a la de la comisaria de Frankfurt, Cornelia Weber-Tejedor, ni a la de Ana Martí, periodista en la España de los años cincuenta, escrita a cuatro manos con Sabine Hofmann. Es la primera y me ha gustado tanto que me ha dejado con muchas ganas de seguir indagando en la obra de la autora más allá de sus series.
Título del libro: Un asunto demasiado familiar
Autora: Rosa Ribas
Nacionalidad: España
Editorial: Tusquets
Nacionalidad: España
Editorial: Tusquets
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 2019
Nº de páginas: 416
¡Hola Rosa!
ResponderEliminarQué bien volver a leerte.
Me has enganchado tanto que a mismo me pongo a buscar esta obra, para empezarla en cunato termine lo qu eestoy leyendo ahora. Si, me salto mi lista de pendientes y la cuelo, jejejej.
Muy feliz día y ya te contaré.
Lo mismo digo. Me alegro de tenerte de nuevo por aquí.
EliminarYo me he saltado muchas veces la lista de pendientes. Cuando algo llama mucho la atención es inevitable que pase al primer puesto.
Creo que esta novela te gustará. A mí me ha gustado más de lo que pensaba en un principio.
Un beso.
Hola Rosa, me alegro que sigas enganchada a Rosa Ribas; a mí también me gusta este giro que ha ido dando a sus novelas hasta traerlas al mundo actual.
ResponderEliminarCreo que te has saltado la de la pensión (ahora no me acuerdo del título completo), seguro que también te gusta.
Espero que podamos seguir leyendo nuevas obras de la autora, seguro que nos sigue gustando. Un abrazo
Cuando decía que iba a seguir con sus novelas pensaba precisamente en "Pensión Leonardo" como próxima lectura de Rosa Ribas.
Eliminarhasta ahora solo había leído sus series policíacas y/o negras, pero se ve que su registro es amplio y, tanto en esas series, como en estas novelas es una gran escritora y sus historias enganchan e interesan.
Un beso.
Gracias a tu reseña de Azul marino, pude descubrir el gran talento y originalidad de esta estupenda escritora de novela policiaca, que si en la que menciono estuvo acompañada por Sabine Hoffman, ya veo que ahora, en solitario, es capaz de trazarnos otra intrigante historia, por lo que esta vez si que me la anoto en mi lista de lecturas pendientes.
ResponderEliminarUn beso.
Me alegro de haberte dado a conocer a Ana Martí y sus andanzas por la Barcelona de los años cincuenta. Y me alegro aún más de que te haya gustado.
EliminarEsta novela no tiene nada que ver con esas otras protagonizadas por Ana Martí o Cornelia Weber Tejedor. Es más una novela de conflictos familiares pasados y presentes y se lee con mucho gusto porque está muy bien escrita.
Espero que te guste.
Un beso.
Hola, Rosa:
ResponderEliminarVeo que ya estás repuesta y que has recuperado paradójicamente (es una broma) el juicio. Fík¡jate que yo de esta autora no conozco nada ni las series ni sus novelas. esta que hoy traes tiene una pinta estupenda. Los personajes me han resultado atrayentes no sé si porque verdaderamente lo son o porque con tu magnífica manera de reseñar tú me los haces sentir así.
Un beso
Estoy fenomenal, pero lo de recuperar el juicio es otra historia... 😅
EliminarCreo que Rosa Ribas es una autora que tiene que gustarte, tanto las novelas de sus series como esta que no corresponde a ninguna de ellas.
Yo creo que los personajes son muy buenos incluso sin mi ayuda.
Me gustará saber tu opinión sobre la autora.
Un beso.
Hola, Rosa. El título de la novela es ya toda una declaración de intenciones. Me ha recordado algo a la agencia de detectives que narraba Garcí en "El crack". Allí no eran familiares directos pero los personajes involucrados era casi como una familia.
ResponderEliminarMe gusta que Rosa Ribas proclame su independencia literaria y que a su vez cree obras nuevas alejadas de las series.
Besos.
Hay más detalles en los que puede recordar a la agencia de "El Crack", aunque en general, se aleja bastante.
EliminarParece ser que sus novelas que no pertenecen a series son bastante buenas. Por aquí por los comentarios se recomiendan algunas que espero leer no tardando mucho.
Por cierto, una buena película podría salir de esta historia.
Un beso.
Desde luego que me ha resultado sorprendente esta novela, iniciando tu reseña me imaginaba una trama detectivesca con tintes humorísticos con una familia de detectives como protagonista. Así que conforme leía por dónde iban yendo los tiros me ha parecido más una historia en la que el transfondo detectivesco es más un contexto para un tipo de historia más alejada del género negro convencional. Un punto de vista diferente que la hace muy apetecible. ¡Todo un descubrimiento, Rosa! Un abrazo!!
ResponderEliminarTiene su intriga y su parte negra y sus investigaciones, pero sobre todo es una historia de conflictos familiares, de la conveniencia, o no, de indagar demasiado en el pasado y en la vida de las personas cercanas, de la dependencia que se establece entre las personas y las hace prisioneras a unas de otras. En fin, mucho tema, la verdad. Es de esas novelas que ganan con el recuerdo y eso que ya me dejó muy buena impresión nada más leerla. Para mí también ha sido todo un descubrimiento, a pesar de que la autora ya me gustaba mucho.
EliminarUn beso.
Ay, me encanta Rosa Ribas, no sé qué tiene que me gusta escriba lo que escriba, como si son las instrucciones de un microondas, mira qué te digo. Le tengo muchas ganas a esta novela que nos traes, seguramente porque no es una novela de detectives al uso (como bien indicas) y sobre todo porque nos apuntas que los personajes y familia excéntrica (que tanto me gusta encontrar) están ahí. No sé si has leído de esta autora "La detective miope", la escribió hace muchos años, pero creo que te gustará. Besos.
ResponderEliminarApunto "La detective miope"porque quiero meterme con esta escritora más allá de sus maravillosas Cornelia Weber Tejedor y Ana Martí. He visto que tiene mucho registro fuera de esas series (que son muy buenas) y quiero descubrirlo al máximo.
EliminarEscribe tan bien que creo que hasta las instrucciones de un microondas, en su pluma adquirirían cierta hermosa literatura.
Un beso.
Pues me ha enganchado la vida y milagros de esa familia tan peculiar. De Rosa Ribas solo he leído, de momento, El gran frío, y tengo en lista de espera las otras dos novelas sobre la inspectora Ana Martí, Don de lenguas y Azul marino. Conociendo su estilo, estoy seguro que Un asunto demasiaso familiar me encatará.
ResponderEliminarUn beso.
La trilogía de Ana Martí es muy buena. Esa España de los años cincuenta rezuma tristeza y grisura por todas partes.
EliminarLos Hernández son actuales, pero su historia y su vida tampoco están exentas de complicaciones y cierta tristeza.
Sí, estoy segura de que te gustará.
Un beso.
En principio no lo tenía muy claro con esta novela. No porque no me gustara lo que babía leído sobre ella, sino porque me daba la impresión de que era la primera de una saga. Pese a que sigo con esa idea, tu atractiva reseña me dice que merece la pena leer esta que recomiendas. Besos
ResponderEliminarNo sé si terminará convirtiéndose en una serie, pero se puede leer como novela independiente y funciona perfectamente. No obstante, las series de esta autora, tanto la que escribe en solitario como la escrita con Sabinne Hofmann, son de las que más me han gustado.
EliminarYo creo que sí merece la pena.
Un beso.
Hola Rosa, a mi también me gusta como escribe Rosa Ribas de la que solo he leído dos entregas de la saga de Ana Martínez, esta novela que traes me llama mucho la atención y la he visto en varios blog,y me gusta que no sea una novela de detectives al uso. Besinos.
ResponderEliminarDe Ana Martí me encantó la trilogía completa. La serie de Cornelia Weber Tejedor, son cuatro novelas y también me gustaron, pero menos. Esa España de los cincuenta en la que se mueve Ana Martí, me parece que está maravillosamente retratada.
EliminarRespecto a "Un asunto demasiado familiar", es justo eso, asuntos familiares que trascienden a todo el resto. Creo que te gustará.
Un beso.