Julio 2016
"Todas
las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene
un motivo especial para sentirse desgraciada.
En
casa de los Oblonsky andaba todo trastrocado. La esposa acababa de enterarse de que su
marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a
declararle que no podía seguir viviendo con él. Semejante situación duraba ya
tres días y era tan dolorosa para los esposos como para los demás miembros de
la familia"
Hace unos días, en dos blogs amigos, se reseñaba una novela (Leer, el remedio del alma) y la película correspondiente (El blog de Chelo). Se trataba de la novela "La elegancia del erizo" de Muriel Barbery y "El erizo" de Mona Achache, respectivamente. En la historia que cuentan novela y película hay una mujer que oculta su cultura y sensibilidad disfrazada de portera en un bloque de pisos en un barrio exclusivo de París. Una niña, Paloma, y un vecino japonés, el señor Ozu, la desenmascaran. Ante la pregunta del vecino de si conoce a una de las familias del bloque, responde: "Sí, una familia feliz [...] ¿Sabe?, todas las familias felices se parecen [...] no hay nada que decir de ellas". Asombrado, el vecino, sin poder resistirse responde: "Pero las familias desdichadas lo son cada una a su manera". Ahí se da cuenta Renée, la portera, de que ha sido descubierta y es que lo que menos se esperaba ella es que el recién llegado vecino japonés fuera un amante de "Anna Karenina", el mismo libro que ella tiene como lectura de cabecera.
Decidí aprovechar la idea para esta sección de mi blog y dudé entre hacer el comienzo de "La elegancia del erizo" o de "Anna Karenina" de León Tolstói. Puesto que en los dos blogs citados se habla de la obra de Muriel Barbery, he decidido hacerlo sobre la de Toslstói.
No debió caer Renée en el desliz si no quería ser descubierta porque estamos ante una de las novelas cumbre de la literatura universal conocida y leída en todos los lugares del mundo. Comenzó a publicarse en forma de folletín, aunque algún tipo de desencuentro entre el autor y el editor, hizo que la publicación se interrumpiera. La novela se publicó como tal, definitivamente, en 1877.
Muestra, mediante los amores adúlteros de Anna con Vronky, la hipocresía de la aristocracia rusa que hará pagar a Anna su pecado hasta empujarla a la desesperación y la muerte. La misma aristocracia que no dará ninguna importancia al adulterio de Stiva, el hermano de Anna, al que su mujer, Dolly, perdonará a instancias de la propia Anna ante el argumento de evitar la deshonra de la familia, deshonra que no vendría del adulterio en sí, sino de la separación de la pareja.
Paralelamente a los amores de Anna y Vronsky, se nos cuenta, entre otras muchas, la historia de Liovin, un terrateniente y filósofo preocupado por la situación de sus campesinos que intenta mejorar de todas las maneras posibles y que se supone el alter ego del autor.
Poco se puede decir en esta sección acerca de una novela de más de mil páginas, en la que se suceden personajes y situaciones dispares, distintos tipos de relaciones de pareja, aristócratas y su vida en las ciudades, terratenientes en el campo, militares, políticos: todas las variantes de la sociedad acomodada rusa en el siglo XIX; todas ellas cerrando filas en contra de Anna, a la que condenarán al ostracismo y a la que harán enloquecer de celos y angustia, hasta conseguir que Vronsky, cansado de escenas irracionales, realmente se aleje de ella.
Anna lo ha dejado todo por Alexei; un matrimonio estable y tan cómodo como aburrido; a su hijo Seriozha a quién Karenin le ha prohibido visitar y a quien ha dicho que su madre ha muerto; la vida social en la que siempre ha brillado y que ahora le da la espalda y la mantiene alejada y sola.
Finalmente, termina la historia donde empezó: en la estación de Moscú donde Anna y Vronsky se conocieron; en la misma estación donde al principio de la novela un trabajador cayó a las vías y fue destrozado por un convoy; en la misma estación donde Anna, loca de celos, desesperación y, tal vez, arrepentimiento, buscará la huida de su infelicidad entre las ruedas de un tren que es el destino que la aguarda desde el principio, desde que se atrevió a desafiar las leyes de las buenas costumbres, no por ser adúltera, sino por serlo a la vista de todos. Y es que no es el pecado lo que no se perdona, sino su ostentación.
Las novelas que aparecen en esta sección, "Bienvenido nuevo mes literario", no están recién leídas, pero están leídas. Se trata de novelas que empleo para comenzar cada mes. Por ello comienza la entrada con el inicio del libro. No pretende ser una reseña, sino el comentario sobre una historia que me marcó lo suficiente como para poder hablar de ella aunque haga ya muchos años que la leí. Por ello, espero que me perdonéis si incurro en algún error.
Buena obra la elegida para introducirnos en Julio, época estival y vacacional donde algunos dedicarán horas a leer bajo la sombra de algún árbol ¡Qué idílica imagen!
ResponderEliminarComo siempre la mujer del XIX como la gran víctima del doble rasero por el que siempre miden las sociedades hipócritas; más si nos referimos a la sociedad rusa donde el frío y la nieve no enfría las pasiones pero si abate los espíritus y los hace más grises y deprimentes.
más de 1000 páginas donde en un despliegue generoso de personajes Tolstoi nos sumerge en las aguas gélidas de la incomprensión, la intransigencia, y el juicio descarnado hacia los demás. lo que en la biblia se nos ilustra con lo de: Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
te deseo un buen comienzo de mes con mucha lectura y descanso.
Besos.
La verdad es que la novela la leí por segunda vez hace ya varios años. Ese comienzo me atrajo desde la primera vez y muchas veces he abierto el libro solo para recordarlo. Es precioso. Y sí, la mujer ha sido y sigue siendo, aunque cada vez menos por fortuna, la víctima de todas las frustraciones de los hombres y de la sociedad en general
EliminarUn beso.
Hola!!!!!!
ResponderEliminarAún recuerdo la primera vez que leí Anna Karenina, tenía 18 o 19 años y literalmente la devoré, me encantó pero creo que fue en la relectura cuando capté verdaderamente su esencia.
Cuando tenía 14 años mi madre nos fue regalando a mi hermana y a mí biografías de autores de todos los tiempos y la de Tolstoi me encantaba, especialmente sus últimos años.
Un besito y una reseña maravillosa, como siempre.
La vida del autor es casi tan apasionante como muchas de sus novelas. Aunque en lo que se refiere al trato dado a su mujer, no debió de ser mucho mejor que el que vemos en esta novela. El machismo hace estragos en las mentes más preclaras.
EliminarUn beso.
Aún recuerdo la impresión que me produjo cuando la leí.
ResponderEliminarY en cuanto a esa frase que reseñas también se me grabó al leerla, ¡qué verdad más grande!
La verdad es que es una frase un tanto desconcertante que me hizo pensar mucho la primera vez que la leí. Yo creo que puede servir para las familias y, aunque con excepciones, también para las personas. La felicidad se compone de una cierta candidez ingenua muy similar en todas las personas felices. La tristeza, la desgracia, tienen causas y adoptan caras muy diferentes.
EliminarUn abrazo.
Novelón. Has hecho un buen resumen. Y qué gran verdad: cuántas veces duele más la humillación pública de una infidelidad que la infidelidad en sí, y si la que es infiel es la mujer, entonces sí que es inperdonable.
ResponderEliminarBesos
Los errores de las mujeres siempre han sido más imperdonables que los de los hombres. Lo curioso es que una persona como Tolstói, capaz de escribir esta novela y mostrar la empatía que muestra con el personaje, no parece ser que tratara muy bien a su mujer por lo que tengo leído. No todos los escritores están en armonía con el personaje que crean de sí mismos como autores.
EliminarUn beso.
No he leído a Tolstoi todavía, pero sí he adquirido y llevo más de cien páginas leídas de La elegancia del erizo gracias a tu recomendación, Rosa, y no me ha decepcionado. Te agradezco mucho toda la información y opinión que nos compartes.
ResponderEliminarUn beso y feliz julio!
Fer
Yo recomendaba "La elegancia del erizo" en nombre de Kirke que hizo una reseña magnífica del libro en su blog y de Chelo que hizo lo mismo con la película en el suyo. He leído dos veces la novela y si la primera me gustó, la segunda, para la tertulia del instituto donde doy clase, me gustó más aún.
EliminarDe Tolstói, qué decir. Está todo dicho y Anna Karenina ha sido nombrada la mejor novela de la historia en varias encuestas de esas que se hacen de vez en cuando.
Un beso.
Nada más leer tan fantástico inicio de tu publicación, me vino a la mente, en lugar de Ana Karenina, La elegancia del erizo. Qué cosas. Y fue porque me acordé del episodio que tú tan bien relatas, cuando la portera se delata ante el vecino japonés que se da cuenta de dónde procede una de las frases que dice.
ResponderEliminarAlusiones aparte, Ana Karenina es todo un clásico pero también es un drama en toda regla, drama para una mujer cuyo mayor delito no fue enamorarse y mantener una relación extraconyugal, el delito estribó en hacerlo público.
En determinados sectores de la sociedad, y esto ocurre también en la actualidad, algunos "pecados" son imperdonables, no por cometerlos sino por declararlos abiertamente. Somos así de cínicos.
Genial entrada, Rosa, y gracias por mencionarnos a Chelo y a mí. Todo un placer haber contribuido a darte una idea para esta estupenda publicación.
Un beso.
Es que la escena del desenmascaramiento de la portera es genial tanto en el libro como en la película, y la frase de Tolstói es tan hermosa que pone los pelos de punta.
Eliminarme alegro de que te haya gustado y de haber hecho honor a las magníficas reseñas que hicisteis Chelo y tú. No podía dejar de nombraros porque sin vosotras, esta entrada de Julio sería otra.
Un beso.
Me encanta esta sección, que buena manera de estrenar un mes. No he leído Anna Karenina, reconozco que me intimida un poco. Me pasa con algunos clásicos, con los que no me atrevo porque quiero empaparme del todo y nunca sabes cuál será el mejor momento para ello. Por lo pronto, he disfrutado con ese inicio y tu reseña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues poco a poco y mes a mes, la sección ya tiene más de un año. Empezó en mayo de 2015 con "Cien años de soledad". Los clásicos amedrentan un poco, pero yo tampoco me los reservo para momentos especiales. Cuando me apetece, empiezo y voy dejándome llevar y subrayando mucho, eso sí.
EliminarMe alegro de que te guste la sección. La empecé con mucho cariño y creo que ha sido un acierto.
Un beso.
En efecto, una excelente novela para un mes veraniego. El comienzo es de los que no se olvidan. Además de ser una magnífica introducción en la historia que nos ofrece a continuación, es una declaración literaria sobre que la vida normal (las familias felices) es poco novelable por lo poco excitante que hay en ellas; sin embargo las infelices tienen una individualidad excelente para plasmarla en un relato.
ResponderEliminar¡Y qué añadir a lo que tan bien dices de esta cumbre de la literatura universal! Todo está en tu reseña, en especial, la incomprensión e hipocresía presentes en la sociedad en general, pero mucho más si quien se sale de los raíles establecidos es mujer. Ahora bien no podemos olvidar que Tolstoi nos habla desde una sociedad rural del año 1877 o así y que desde entonces mucho -¡afortunadamente!- han cambiado las cosas aunque aún quede un trecho grande para conseguir la completa equiparación entre el hombre y la mujer.
Una magnífica reseña para una magnífica sección
Un beso
Las cosas han cambiado, es cierto, pero en algunos ámbitos, en algunos aspectos, queda muchísimo aún por hacer y lo más escalofriante es ver a los adolescentes repitiendo patrones machistas de toda la vida que ya deberían tener superados porque si ellos no están libres de esas actitudes, ¿a dónde va esta sociedad?
EliminarLa novela es una denuncia de la hipocresía de las clases aristocráticas de la Rusia de finales del XIX y, sin embardo, Tolstói en su vida privada no fue un ejemplo de tolerancia en ese aspecto.
Un beso.
Rosa,
ResponderEliminarExcelente empezar Julio con esa gran novela. La leí hace años y me impresionó, una obra maestra. Estoy de acuerdo contigo en que es una denuncia a la hipocresía imperante en aquellos tiempos, y que para mí, desgraciadamente, sigue plenamente de actualidad, con otras formas más modernas pero la misma hipocresía la vemos cada día.
Y me ha encantado la manera y la frase elegida de La elegancia del erizo, creo que describe muy bien esas falsas apariencias, todo lo que hay y no se ve detrás de fachadas perfectas y de esas más imperfectas, porque ¿la perfección existe?
Un beso
Lo perfecto no existe, pero en lo imperfecto hay grados y diferencias como en las familias desgraciadas... El personaje de la portera en "La elegancia del erizo" es maravilloso porque su mentira le sirve para hacer un ejercicio de modestia, para poder vivir tranquila. Digamos que es una hipocresía buena, con la que no hace daño a nadie.
EliminarLa hipocresía que denuncia Tolstói en Ana Karenina es dañina porque hiere y destruye y utiliza distinto rasero para juzgar a quienes deberían ser juzgados en igualdad. Es una obra maestra desde luego y, como dices, trata de unos temas que aún no están superados.
Un beso.
¡Qué buen post, Rosa! En primer lugar, gracias por la mención. Cuando te empecé a leer me dije: yo hice un post que empezaba así, y era, cómo no, el de la película de Anna Karenina (http://cheloferrerblog.blogspot.com.es/2014/02/una-epica-historia-de-amor.html).
ResponderEliminarVería la película miles de veces, me impactó mucho porque el libro no lo había leído (aunque lo he visto en casa desde pequeña en una colección de mi madre).
Gracias por esta entrada con tantas connotaciones para mí, ¡un beso enorme y feliz tarde!
El comienzo de Anna Karenina estaba apuntado en mi lista de principios de novela para el mes literario, pero aún no había tenido oportunidad. Este mes estuve dudando ente "La elegancia..." y éste. Como ya vosotras habíais hablado del primero me decidí Por "Anna..." Pero no descarto la elegancia para dentro de unos meses.
EliminarMe alegro de que te haya gustado le entrada y nombraros era obligado.
Un beso.