"Las vírgenes suicidas" Jeffrey Eugenides (1993) & Sofia Coppola (1999)
"La mañana en que a la última hija de los Lisbon le tocó el turno de suicidarse —esta vez fue Mary y con somníferos, como Therese—, los dos sanitarios llegaron a su casa sabiendo exactamente dónde estaba el cajón de los cuchillos y el horno de gas y dónde la viga del sótano en la que podía atarse una cuerda". No estoy desvelando nada. Este es el primer párrafo que encontrará quien se acerque a este libro atroz, pero no por ello menos recomendable.
A Mary, igual que a Cecilia año y medio antes, le costó dos intentos el conseguir salir de este mundo por la puerta de atrás y mucho antes de lo que le correspondía. Bonnie, Lux y Therese, lo consiguieron a la primera.
Las cinco hermanas Lisbon se llevaban un año. Entre Therese (17) y Cecilia (13), estaban Mary (16), Bonnie (15) y Lux (14).
Nadie podía entender que los señores Lisbon hubieran tenido unas hijas tan guapas.
La señora Lisbon era una mujer rígida y severa a la que, cuando uno la observaba, "en vano buscaba en ella algún signo de la belleza que pudo constituir uno de sus atributos". Vigilaba que ninguna de sus hijas llevara la menor sombra de maquillaje, que sus blusas no fueran llamativas y que sus vestidos, llenos de puntilla y volantes, taparan todo lo que el pudor aconsejaba tapar.
El señor Lisbon, "era delgado, de aspecto juvenil, y parecía sorprendido por su propio cabello gris". Muchas más cosas sorprendían al señor Lisbon que siempre parecía perplejo de sí mismo y de cuanto le rodeaba. Enseñaba matemáticas en el instituto donde estudiaban todos.
Todos son las chicas Lisbon y los narradores de la historia porque esta es una novela, tal vez la primera que he leído, contada en primera persona del plural. Los narradores son "nosotros", un grupo de chicos bastante indeterminado, enamorados desde hace más de veinte años primero de las hermanas Lisbon y después del recuerdo de las hermanas Lisbon.
También es indeterminada la ambientación espacial de los hechos. Se habla de la industria del automóvil por lo que se puede pensar en Detroit, Michigan, donde nació el autor, o algún otro lugar similar, pero en ningún momento se especifica o menciona ningún espacio concreto. Más precisada queda la localización temporal, que podemos ubicar en algún momento de los años setenta, probablemente, mediada la década.
Han pasado muchos años, casi veinte, y los narradores investigan los sucesos. Para ello entrevistan a personas relacionadas con ellos, como los padres de las niñas, ya divorciados, o los amigos, profesores y psicólogos que trataron con ellas. Además cuentan con todos los objetos y documentos que han podido ir salvando de las hermanas, y es que "en lugar de relegar a las niñas al olvido, contemplábamos una vez más las cosas que habían sido suyas [...] los sujetadores de Cecilia, el microscopio de Therese, un joyero con una hebra de los cabellos rubios de Mary puesta sobre algodones, la fotocopia de la estampa de la Virgen que había pertenecido a Cecilia, una blusa de Lux".
Para ellos fue como la educación sentimental que les vino de la experiencia de las chicas y del diario de Cecilia con el que aprendieron lo que era ser chica y se quedaron maravillados ante esos seres misteriosos, capaces de saber todo acerca de los chicos, mientras ellos no entendían nada de ellas; capaces de saber cómo combinan los colores y capaces de atraerlos hacia ellas y manejarlos hasta conseguir sus propósitos, aunque estos sean algo tan desesperanzado como huir de la cárcel que supone ser mujer y adolescente en según qué circunstancias.
Tras la muerte de Cecilia, la situación familiar empieza a deteriorarse, pero todo se precipita tras el baile al que acuden las hermanas como final de un partido. Las consecuencias de aquel baile fueron peores de lo que todo el mundo había imaginado. La casa de los Lisbon se cerró a cal y canto. Salvo algún hecho puntual (como las niñas para salvar de la tala el olmo del jardín), nadie volvió a salir de ella. La casa fue desprendiendo un olor como de "castor cogido en la trampa", un olor que daba muestras de un deterioro irreversible, un olor que nadie llegó a identificar, pero que muchos años después los chicos aún recordaban en camas ajenas, malos olores que respiraban con avidez por el recuerdo de "aquellos vahos que comenzó a despedir la casa de los Lisbon poco después de que se cerrara la puerta".
No se sabe qué es lo que empuja a las hermanas a la decisión fatal de acabar con sus vidas (la severidad y el control de su madre no parecen causa suficiente para explicarlo), pero con la muerte de las muchachas comenzó el declive del país. Tal vez había empezado antes, con la enfermedad de los olmos que había llegado de Europa. Tal vez solo fueron hechos coincidentes que ponían de manifiesto el deterioro de toda una sociedad. Para alguno se debía a la bancarrota espiritual que había traído el capitalismo; para otros tenía que ver con la música que escuchaban los jóvenes, con la relajación de las costumbres sexuales e incluso con el retraso con que se repartía el correo o con los baches que no se reparaban. "Las hermanas Lisbon pasaron a convertirse en el símbolo de todo lo que funcionaba mal en el país".
Tal vez fueron clarividentes y capaces de presentir, en la enfermedad de los olmos, el final de una época; el deterioro que se avecinaba y al que no se sintieron con fuerzas para enfrentarse; tal vez su dura adolescencia las había debilitado hasta el punto de no dejarles ganas para enfrentarse al declive de los bosques, al final del esplendor de la industria del automóvil o a "la imposibilidad de encontrar un amor que ninguno de nosotros ha encontrado jamás".
Jeffrey Eugenides, el autor de esta novela, es un escritor norteamericano de origen griego. Tan solo ha escrito tres novelas tomándose su tiempo entre una y otra. Tras "Las vírgenes suicidas" de 1993, hubo que esperar nueve años para que en 2002 publicara "Middlesex", una oscura y extraña historia sobre un adolescente hermafrodita por la que obtuvo el Premio Pulitzer.
Esta de la que hablo hoy fue la primera novela que leí del escritor. Fue entonces, repasando su bibliografía, cuando supe que existía un libro titulado "Las vírgenes suicidas" y que este era su autor. Tras otros nueve años, en 2011, publicó la que por ahora es su última novela, "La trama nupcial" que leeré en breve.
Yo conocí esta historia, varios años antes de conocer al autor. La conocí por la película que sobre la novela rodó Sofia Coppola en 1999. Era su primer largometraje y me dejó conmocionada con esta historia dura donde las haya; una historia incomprensible, pero que sugiere y permite entrever que a algunas personas la vida las va manchando y la suciedad que les deja en el alma es imposible de limpiar sin deshacerse de la propia alma.
Recientemente, he vuelto a ver la película y he de decir que es bastante buena. El hecho de acabar de leer el libro y de conocer la historia, ha hecho que la impresión sufrida haya sido mucho menor que la primera vez. Se trata de un trabajo muy digno, teniendo en cuenta que la directora tenía veintiocho años y se enfrentaba a una historia de las características de esta. Escribió ella misma el guión y su acierto a la hora de elegir a los actores adultos fue total. Los padres (James Woods y Kathleen Turner) responden de tal forma a las descripciones de la novela que parece que se escribieron para ellos. Increíble ver a la explosiva actriz, que casi veinte años antes había interpretado "Fuego en el cuerpo", meterse en la piel de la dura, seca y severa señora Lisbon.
"Para la mayoría de las personas el suicidio viene a ser como la ruleta rusa. Hay una sola bala en el tambor. En el caso de las hermanas Lisbon, el arma estaba totalmente cargada. Una bala por presión familiar. Una bala por predisposición genética. Una bala por malestar histórico. Una bala por un impulso inevitable. Las otras dos balas son imposibles de nombrar, pero esto no quiere decir que las cámaras estuvieran vacías".
A Mary, igual que a Cecilia año y medio antes, le costó dos intentos el conseguir salir de este mundo por la puerta de atrás y mucho antes de lo que le correspondía. Bonnie, Lux y Therese, lo consiguieron a la primera.
Las cinco hermanas Lisbon se llevaban un año. Entre Therese (17) y Cecilia (13), estaban Mary (16), Bonnie (15) y Lux (14).
Nadie podía entender que los señores Lisbon hubieran tenido unas hijas tan guapas.
La señora Lisbon era una mujer rígida y severa a la que, cuando uno la observaba, "en vano buscaba en ella algún signo de la belleza que pudo constituir uno de sus atributos". Vigilaba que ninguna de sus hijas llevara la menor sombra de maquillaje, que sus blusas no fueran llamativas y que sus vestidos, llenos de puntilla y volantes, taparan todo lo que el pudor aconsejaba tapar.
El señor Lisbon, "era delgado, de aspecto juvenil, y parecía sorprendido por su propio cabello gris". Muchas más cosas sorprendían al señor Lisbon que siempre parecía perplejo de sí mismo y de cuanto le rodeaba. Enseñaba matemáticas en el instituto donde estudiaban todos.
Todos son las chicas Lisbon y los narradores de la historia porque esta es una novela, tal vez la primera que he leído, contada en primera persona del plural. Los narradores son "nosotros", un grupo de chicos bastante indeterminado, enamorados desde hace más de veinte años primero de las hermanas Lisbon y después del recuerdo de las hermanas Lisbon.
También es indeterminada la ambientación espacial de los hechos. Se habla de la industria del automóvil por lo que se puede pensar en Detroit, Michigan, donde nació el autor, o algún otro lugar similar, pero en ningún momento se especifica o menciona ningún espacio concreto. Más precisada queda la localización temporal, que podemos ubicar en algún momento de los años setenta, probablemente, mediada la década.
Jeffrey Eugenides |
Para ellos fue como la educación sentimental que les vino de la experiencia de las chicas y del diario de Cecilia con el que aprendieron lo que era ser chica y se quedaron maravillados ante esos seres misteriosos, capaces de saber todo acerca de los chicos, mientras ellos no entendían nada de ellas; capaces de saber cómo combinan los colores y capaces de atraerlos hacia ellas y manejarlos hasta conseguir sus propósitos, aunque estos sean algo tan desesperanzado como huir de la cárcel que supone ser mujer y adolescente en según qué circunstancias.
Tras la muerte de Cecilia, la situación familiar empieza a deteriorarse, pero todo se precipita tras el baile al que acuden las hermanas como final de un partido. Las consecuencias de aquel baile fueron peores de lo que todo el mundo había imaginado. La casa de los Lisbon se cerró a cal y canto. Salvo algún hecho puntual (como las niñas para salvar de la tala el olmo del jardín), nadie volvió a salir de ella. La casa fue desprendiendo un olor como de "castor cogido en la trampa", un olor que daba muestras de un deterioro irreversible, un olor que nadie llegó a identificar, pero que muchos años después los chicos aún recordaban en camas ajenas, malos olores que respiraban con avidez por el recuerdo de "aquellos vahos que comenzó a despedir la casa de los Lisbon poco después de que se cerrara la puerta".
No se sabe qué es lo que empuja a las hermanas a la decisión fatal de acabar con sus vidas (la severidad y el control de su madre no parecen causa suficiente para explicarlo), pero con la muerte de las muchachas comenzó el declive del país. Tal vez había empezado antes, con la enfermedad de los olmos que había llegado de Europa. Tal vez solo fueron hechos coincidentes que ponían de manifiesto el deterioro de toda una sociedad. Para alguno se debía a la bancarrota espiritual que había traído el capitalismo; para otros tenía que ver con la música que escuchaban los jóvenes, con la relajación de las costumbres sexuales e incluso con el retraso con que se repartía el correo o con los baches que no se reparaban. "Las hermanas Lisbon pasaron a convertirse en el símbolo de todo lo que funcionaba mal en el país".
Tal vez fueron clarividentes y capaces de presentir, en la enfermedad de los olmos, el final de una época; el deterioro que se avecinaba y al que no se sintieron con fuerzas para enfrentarse; tal vez su dura adolescencia las había debilitado hasta el punto de no dejarles ganas para enfrentarse al declive de los bosques, al final del esplendor de la industria del automóvil o a "la imposibilidad de encontrar un amor que ninguno de nosotros ha encontrado jamás".
Jeffrey Eugenides, el autor de esta novela, es un escritor norteamericano de origen griego. Tan solo ha escrito tres novelas tomándose su tiempo entre una y otra. Tras "Las vírgenes suicidas" de 1993, hubo que esperar nueve años para que en 2002 publicara "Middlesex", una oscura y extraña historia sobre un adolescente hermafrodita por la que obtuvo el Premio Pulitzer.
Esta de la que hablo hoy fue la primera novela que leí del escritor. Fue entonces, repasando su bibliografía, cuando supe que existía un libro titulado "Las vírgenes suicidas" y que este era su autor. Tras otros nueve años, en 2011, publicó la que por ahora es su última novela, "La trama nupcial" que leeré en breve.
Yo conocí esta historia, varios años antes de conocer al autor. La conocí por la película que sobre la novela rodó Sofia Coppola en 1999. Era su primer largometraje y me dejó conmocionada con esta historia dura donde las haya; una historia incomprensible, pero que sugiere y permite entrever que a algunas personas la vida las va manchando y la suciedad que les deja en el alma es imposible de limpiar sin deshacerse de la propia alma.
Recientemente, he vuelto a ver la película y he de decir que es bastante buena. El hecho de acabar de leer el libro y de conocer la historia, ha hecho que la impresión sufrida haya sido mucho menor que la primera vez. Se trata de un trabajo muy digno, teniendo en cuenta que la directora tenía veintiocho años y se enfrentaba a una historia de las características de esta. Escribió ella misma el guión y su acierto a la hora de elegir a los actores adultos fue total. Los padres (James Woods y Kathleen Turner) responden de tal forma a las descripciones de la novela que parece que se escribieron para ellos. Increíble ver a la explosiva actriz, que casi veinte años antes había interpretado "Fuego en el cuerpo", meterse en la piel de la dura, seca y severa señora Lisbon.
"Para la mayoría de las personas el suicidio viene a ser como la ruleta rusa. Hay una sola bala en el tambor. En el caso de las hermanas Lisbon, el arma estaba totalmente cargada. Una bala por presión familiar. Una bala por predisposición genética. Una bala por malestar histórico. Una bala por un impulso inevitable. Las otras dos balas son imposibles de nombrar, pero esto no quiere decir que las cámaras estuvieran vacías".
Parece un libro difícil y muy interesante. Acabo de leer Señora de rojo... y ahora creo que apetece algo más alegre, pero me lo apunto para darle una oportunidad a este autor que no conozco. Besos.
ResponderEliminar"Señora de rojo sobre fondo gris" lo leí hace muchos años, tantos que no recuerdo nada, solo que me gustó mucho.
EliminarDesde luego, este no es alegre, pero te lo recomiendo para otro momento.
Un beso.
Vi la película de Sofía Coppola pero no he leído la novela que, seguro, superará al film y eso que este es bueno.
ResponderEliminarHace no mucho, vi la película "Mustang" que presenta un caso similar pero en clave turca. En la reseña que hice del film lo critiqué porque en mi opinión no era muy verosímil el tipo de niñas liberadas a la occidental en un contexto de ortodoxia musulmana.
Estoy seguro que en la obra de Eugenides la verosimilitud es total, pues de la rigidez protestante ya hemos visto muchas manifestaciones.
Una excelente reseña, Rosa. Siempre disfruto leyéndote.
Un beso
Vi "Mustang" tras leer tu reseña. Me gustó mucho y no me pareció inverosímil. las niñas vivían con una abuela que no quería esclavizarlas, sino que fueran felices y tuvieran, Tal vez, la libertad que le faltó a ella. Lo que psas es que ante las habladurías del exterior, la mujer se ve sobrepasada y con miedo a equivocarse. Es cuando llama a su hijo, el tío de las niñas y se arma. Corrígeme si me equivoco, pero por lo que recuerdo, creo que fue así. Aunque a estas alturas...
EliminarEn la obra que traigo aquí, en que la novela es mucho mejor que la película efectivamente, queda más difuminada la razón para el suicidio. hay una componente de agobio familiar (materno, más bien), pero no lo justifica al cien por cien.
Creo que hay que leer la novela para entender lo que quiero decir.
Me alegro mucho de hacerte disfrutar.
Un beso.
Que gusto da leerte y dan ganas de leer con tus magnificas reseñas, muchos jóvenes debían de leerte para animarse a leer, en fin, es un verdadero placer, y siempre hay que darte las gracias por ello.
ResponderEliminarLa verdad no niego que por lo que cuentas en tu reseña tiene que ser una magnifica novela, pero desde luego es dura, no se si me atreveré a leerla, en fin la apuntaré no obstante, y decidiré si la leo o no. un beso Rosa. TERE.
Es una novela bastante dura, pero eso es algo que nunca me ha disuadido. Si estoy pasando un mal momento y no me conviene la dureza, lo aplazo hasta otro momento más propicio, pero prefiero las novelas que hablan de la vida y la vida es dura a veces.
EliminarUn beso.
Madre mía, ¡menudo argumento! Y el caso es que aún encontrándolo tan terrible, me apetece mucho leer el libro. Creo que gran parte del mérito es tuyo, Rosa :)
ResponderEliminarNo puedo ni imaginar el ambiente que debía respirarse en esa casa, ni los entresijos de unas relaciones familiares que llevaran a todas esas chicas a suicidarse... pero me apetece mucho conocerlos. Un reseña brillante, Rosa. ¡Muchas gracias!
Un beso grande y feliz comienzo de semana.
Como digo más arriba y en la reseña, no creo que fuera solo la situación familiar, aunque era muy agobiante, sino que tuvo que haber algo más, pero en nosotros permanecen las dudas que aún tienen los narradores de la historia, y es que no podemos llegar a saber más que ellos. Podemos, como ellos, imaginar y especular, pero eso es nuestro trabajo, el trabajo que toda buena lectura impone.
EliminarUn beso.
¡Hola Rosa!
ResponderEliminarYo vi la peli en su día y me gustó mucho, pero no he leído la novela.
Muchas gracias por una reseña tan completa y buena.
¡¡¡Feliz semana!!!!
Besos.
Pues si te gustó la película, el libro te gustará más aún. O eso creo. Yo he visto la película tres veces. la última para esta reseña nada más terminar el libro. Esta es la vez que más pegas le he visto (con ser bastante buena) y creo que ha sido por tener la novela tan reciente.
EliminarUn beso.
No recuerdo haber leído una novela narrada desde ese punto de vista que comentas y aunque la historia me atrae, no estoy segura de que me fuese a gustar. Voy a ver si encuentro su adaptación cinematográfica y así salgo de dudas. Besos
ResponderEliminarYo no recuerdo haber leído ninguna novela contada en primera persona del plural. A ver, hay un narrador que, a veces, se convierte en "yo", pero la mayoría del tiempo es un "nosotros" lo que sobrevuela la ìmagen del narrador. Y resulta hasta cierto punto inquietante.
EliminarCon la película te haces una buena idea de la historia porque, aunque es mucho mejor el libro, la película está muy bien.
Un beso.
Vaya historia nos presentas esta vez. Algo maligno sobrevuela esta historia en que la única salida posible parece ser "Salir por la puerta trasera de la existencia" como bien describiste.
ResponderEliminarBesos.
Sí, y lo malo es que nos e llega a saber qué es eso maligno. hay varias cosas, pero ninguna determinante, y hay otras cosas que se pueden intuir, pero no están claras. Muy recomendable.
EliminarUn beso.
Excelente e intrigante novela con un denominador común en todas las hijas, muy difícil de entender.
ResponderEliminarPrecioso lo que dices de que es imposible limpiar algunas almas sin deshacerse de la propia.
Pero Rosa, no me ha quedado claro el título de la película que dices que Sofía Coppola rodó en 1999. Por buscarla y verla, lo digo.
¡Un beso!
¿Acaso es el mismo título del libro?
Eliminar¡¡Ay, Chelo, creo que me he explicado mal!! Entre los títulos de los libros del autor y esta película, hay ahí un párrafo confuso en mi reseña. La película se titula igual que el libro, "Las vírgenes suicidas". Los otros títulos, "Middlesex" y "La trama nupcial" son las otras dos novelas del autor.
EliminarTe gustará la película, seguro. Me gustaría leer una reseña tuya sobre ella.
Un beso.
Gracias por la aclaración, Rosa. A ver cuándo la puedo ver (la tengo), y hago la reseña. Gracias también por animarme a ello.
EliminarOtro beso
Recuerdo la película. Ya en ella me sorprendió esa figura del narrador en plural que respeta de la novela. Es verdad que no se acaba de entender el motivo real del suicidio de las hermanas, pero también lo es que uno se queda hipnotizado en la atmósfera de la historia.
ResponderEliminarMe anoto el autor. Me ha llamado la atención también 'Middlesex'. A ver por cuál empiezo.
Besos
A mí me queda "La trama nupcial". Raquel Jiménez la comentó en Tarro-libros y le había gustado mucho. Será de lo próximo que lea. Este autor no escribe mucho, pero cuando escribe, es garantía de calidad. Al menos de momento.
EliminarUn beso.
Conocía la existencia de la novela, pero la película me dejó tan mal cuerpo que renuncié a su lectura. Coincido contigo, los padres están magníficos. Viendo que el autor no es muy prolífico y que probablemente estuvo trabajando en esta novela largo tiempo, me pregunto de dónde le vendría la inspiración, ¿cómo imaginar algo así? ¿Quería expresar el fin de una época, como dices y eligió un simbolismo tan atroz? Reconozco que me pica la curiosidad, tanto por leer como por saber más.
ResponderEliminarBuen inicio de semana, Rosa.
Un abrazo.
Recuerdo que la primera vez que vi la película me dejó noqueada. No sé de dónde le vendría la inspiración, ni está basada en algo real o no, aunque en ningún sitio pone que lo esté, pero la verdad es que hay que ser un maestro para escribir sobre algo tan tremendo y que no entren ganas de salir corriendo nada más empezar.
EliminarUn beso.
Tienes una manera única para conseguir enganchar a un lector con la novela recomendada. Desde luego los extractos que inician y terminan la reseña son poderosos. El narrador en primera del plural sugiere. El suicidio parece que se convierte en un símbolo, metáfora de una época, de una sociedad, seguramente las causas del mismo son las que comentas, o alguna más que cada lector pueda entrever según sus propios demonios. Un abrazo!!
ResponderEliminarToda la prosa de la novela es muy sugerente. Hubiera empezado a reproducir párrafos y no habría parado. Subrayé muchísimo. En el libro se insinúa que el suicidio representa el fin de una época. Es como el fin de la inocencia y el idealismo de los años sesenta y primeros setenta de la juventud americana. Es el fin de una época que también se ha contagiado a los olmos. Pensándolo bien, toda la novela es muy poética.
EliminarY sí, que cada lector saque sus propias conclusiones.
Un beso.
Como hay una posibilidad de que este título sea el próximo Alalimón... no me he leído tu reseña, o no la leo de momento, hasta que me lea el libro. He visto que no es muy extenso por lo que prefiero no saber casi nada de él, así llegaré "virgen" a su lectura, aunque leyendo el primer párrafo parece que el propio autor se carga el argumento desde el principio, jajaja.
ResponderEliminarBueno, queda pendiente otro comentario mío más adelante sobre esta novela, que lo sepas.
Besos.
¡¡¡Qué bien, Kirke!! Me encantará un al alimón con esta obra y saber vuestras opiniones. Pero no olvido tu compromiso. Te espero en esa página cuando termines tu reseña.
EliminarUn beso.