"Lo que nos queda de la muerte" Jordi Ledesma

«La vida es lo poco que nos sobra de la muerte.» 
Con esta cita de Walt Whitman, comienza el primer capítulo de "Lo que nos queda de la muerte", una novela que tenía pendiente desde que, a mediados de marzo, obtuviera el premio Novelpol. Un premio que compartió con "Manguis" de Paco Gómez Escribano.  Por fin, me he decidido a leerla y me he encontrado con una novela que, como la de Paco Gómez Escribano, merecen pasar a la historia de la novela negra y social (si es que no son lo mismo muchas veces) en España.
Viene muy bien la entrada de Whitman porque lo que nos cuenta Jordi Ledesma en esta novela es lo que va quedando tras la muerte de unos y otros, lo que va quedando a la orilla de la muerte: vida paralizada, aparcada en los recodos del dolor, deshilachada entre los pespuntes de la desconfianza; pudriéndose en el estercolero de la avaricia.
Estamos en un pueblo de la costa catalana en algún momento impreciso de finales de la década de los ochenta o principios de los noventa. Un pueblo que ha crecido empujado por el turismo, y todo lo que trae consigo: la construcción de urbanizaciones que trae trabajo que trae aumento de la población que trae inmigración. Que trae las diferencias: yo, tú; yo de aquí, tú no. "Y para los dueños de los hoteles, de los restaurantes, de las barcas y de las botigas éramos eso, arreplegats, nuestros padres eran eso, «charnegos y castellanada», todos en el mismo saco oscuro". Pero los dueños de los hoteles, de los restaurantes, de las barcas y de las botigas eran hijos de pescadores enriquecidos por el turismo que los convirtió en nuevos ricos y en más explotadores que quienes habían explotado a sus familias durante siglos.
El narrador, del que se sabe muy poco a no ser por esas pinceladas que va dejando como miguitas en el camino, recuerda desde un impreciso presente, un más impreciso pasado (la década de los noventa leo en alguna reseña o sinopsis, pero no encuentro datos en el libro que así lo confirmen, o se me han escapado) y nos recuerda que la nostalgia, a veces, no tiene asideros estables, que el pasado no siempre es digno de un recuerdo benevolente. Y desde este presente, califica aquel pasado de tercermundista.
En sus recuerdos (¿los noventa?) hay urbanizaciones y bloques a la orilla del mar y hay hasta dos lineas de costa. En la segunda vive el narrador y hasta allí, el olor del mar "llegaba a mi nariz por la calle Ramón Llull y me aclamaba, a mí y a otros que, como yo, no sabían ni querían saber que en la esquina, más allá de las pescaderías, empezaba otro mundo". Ese otro mundo era la primera línea, a la que sí llegaron las mañas, y en la que, la más alta, se encontró con que los cuentos de hadas no siempre terminan bien, a veces los príncipes se convierten en ogros cuando los besas y empiezas a echar de menos a los sapos verdes y saltarines.
Pero esa es solo una de las muchas historias que nos cuenta esta novela negra como la noche en que el narrador y sus amigos vieron al Bocachancla discutir con los mellizos. Nadie volvió a verlo con vida. Poco después su cadáver apareció flotando en el mar.
Y es que en el pueblo, no todo es playa y paellas y barcos pesqueros que entran al puerto al anochecer con las bodegas llenas de pescado. En el pueblo están los mellizos que venden cocaína en distinto local según sea verano o invierno. Pero el verdadero negocio de la droga lo llevan los pijos de la urba. La urba es la urbanización Mediterráneo, una urbanización de lujo habitada por extranjeros y por inmigrantes castellanoparlantes con título, nuevos ricos y padres de herederos con suerte. "Allí, en garajes de familia bien, en arcones y en maleteros, en escondites tramados bajo las losas del jardín; allí comenzó todo".  Y el narrador nos va contando también como terminará todo veinte años después, en este presente impreciso desde el que nos habla: Los pijos de la urba se harán mayores y serios y abrirán inmobiliarias, restaurantes y tiendas de telefonía móvil. Negocios para blanquear el dinero de la droga que empezaron vendiendo para pagarse el vicio. Y entre los pijos destaca Carlitos que les vende la droga a los mellizos y a él se la venden los colombianos de Tarragona.
Y está el comandante de la Guardia Civil que cobra su comisión a las putas del bar de los uruguayos, a los pijos y a los mellizos. Así ha pagado su chalet adosado y así mantiene, sin que ella lo sepa, el buen nivel de vida y las cenas en restaurantes caros de su mujer, Lucía Xerinacs, una belleza descomunal con la que sueñan los hombres del pueblo y alguno venido de fuera, como Ignacio Robles que llegó de Reus y se instaló en una inmobiliaria, "que él eligió y que papá pagó al contado", aunque el negocio sea más una excusa para permanecer ocioso en el lugar, beber con el Poeta, comprar cocaína en La Estrella y ver pasar cada mañana a Lucía por delante de la oficina.
Lo malo es que "dormía a pierna suelta, el comandante, mientras Lucía, su mujer, soñaba con Ignacio Robles". Y no es que Lucía no quiera a su marido, no es que no se sienta incómoda y sorprendida al descubrirse soñando con otro, pero es que se casó muy joven y el comandante trabaja demasiado y puede que no le ofrezca toda la atención que ella merece y necesita, aunque eso está a punto de cambiar.
Y está la amiga de Lucía, deseando vivir la aventura de su vida, sin quemarse en ella y, para su desgracia, y la de otros, terminara quemándose sin disfrutar de la aventura, y, resentida y celosa, en su deseo de venganza, se llevará por delante los sueños, esperanzas y deseos de nueva vida que otros han forjado, ignorantes e inocentes de lo que el destino les reservaba. 
Y está la historia del Bocachancla, que fue alumno del Bombilla, el maestro gordo y tercermundista, como todo lo que le rodeaba por otra parte, capaz de adivinar el futuro de sus alumnos y que en el de Bocachancla previó un porvenir accidentado, con una vida atravesada por estrías de abandono, dolor y muerte prematura.  "No era muy listo, el Bocachancla, eso lo sabía el Bombilla, como sé yo que no está bien hablar de los muertos".
Y es que muchas de las personas que cruzan esta historia están muertas cuando la historia termina y el narrador lo sabe y, aunque sabe que no se debe hablar de los muertos, no encuentra otra manera de explicarnos los hechos si no es hablando de muertos y de vivos cuya vida, a partir de los hechos, está rematada sin llegar a terminar.
Jordi Ledesma
Jordi Ledesma ha escrito una novela negra que va mucho más allá de la novela negra; un retrato de una época y de un mundo (¿su Cambrils natal?) que el turismo, escultor eficaz y pertinaz como pocos, se encargó de modelar y transformar hasta dejarlo irreconocible. Una novela que ha sido merecedora, además del Premio Novelpol que menciono al principio, con el V Premio de Novela Pata Negra, creado por  El Congreso de Novela y Cine Negro de la Universidad de Salamanca.
Un autor que, dada su juventud (nació en 1979), es conveniente seguir de cerca porque puede dar muchas gratas sorpresas a la literatura de este país. Yo de momento, ya tengo preparadas sus dos obras anteriores; "Narcolepsia" y "El diablo en cada esquina"
Quiero terminar, como empieza el libro. Antes aún de la cita de Whitman, antes del primer capítulo, sin título - ni prólogo ni prefacio -, aparecen tres párrafos. Unas pocas frases, unas palabras que ya me dejaron enganchada y cosida a las páginas del libro. Tres párrafos que supe, antes de terminar de leerlos, que aparecerían en mi reseña tal cual.
"Nada empezó en aquellos años. Nada que fuera concluyente o incorregible. Nada que nosotros pudiéramos revertir, solo la distancia lo haría. Pero después de aquel tiempo no hubo marcha atrás, las cicatrices acabaron siendo pequeñas manchas en la piel, y las retinas aceptaron el olvido. El regusto amargo de la juventud quedó en los rincones de la memoria.
Decidiremos perdonarnos por todo lo que hicimos, y por lo que no hicimos. Sin dudarlo, dejaremos que los recuerdos perezcan alterados por la indiferencia.
Fue aquí, en esta atarazana; en este conjunto de playas, entre dos faros. Fue aquí donde murieron los sueños y se falsificaron los recuerdos".

Comentarios

  1. Muy buena reseña, Rosa. No conocía al autor y, aunque la mera novela negra no me interesa por sí misma, esta parece algo más, como tú bien dices. Por cierto, he empezado a leer a Rafael Chirbes. Nunca había leído nada. He comenzado por En la orilla. Sigo recomendándote las novelas de Elena Ferrante. Me leí este verano las siete que ha publicado hasta la fecha y en las primeras, Crónicas del desamor (son tres) hay literatura de la buena y con mucha profundidad. También te recomiendo la tretalogía más conocida, Una amiga estupenda.
    Un beso, y seguiré a este autor. Tiene muy buena pinta.

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    1. Es que la novela negra se mezcla mucho con lo social. También sucede con la trilogía de Canillejas de Paco Gómez Escribano.
      Voy a hacerte caso con Elena Ferrante. También Juan Carlos la ha recomendado y ya andaba algo tentada.
      Un beso.

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  2. Te has marcado una reseña preciosa. Tanto que he anotado el título, pero para más adelante, para conocer al Biocachancla y demás habitantes de este pueblo de la costa catalana. Besos

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    1. Es que el libro es muy bueno y está escrito con una prosa preciosa, como se ve por las muestras que dejo.
      Es de esas novelas negras por lo negra que puede ser la situación en algunos lugares y en algunos ambientes. Unos personajes muy bien retratados y perfectamente creíbles.
      Realmente, me ha gustado mucho.
      Un beso.

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  3. Ayyyyyy qué apetecible!!!!! El premio Novelpol es de los "limpios", y todo lo que dices me apetece, desde la frase de mi adorado Wiltman hasta los párrafos que destacas.
    Como siempre una reseña muy buena que no puedo dejar de leer, y que desde luego, tendré en cuenta.
    Besos.

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    1. Los dos ganadores de este año del Novelpol, desde luego son para dar prestigio al Premio, si no lo tuviera. Ambas novelas, esta y "Manguis" son muy buenas. En España se está haciendo una novela negra de mucha calidad, y además fuera de autores famosos y editoriales archiconocidas.
      No lo dejes.
      Un beso.

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  4. Pues no conocía el premio y del autor no he leído nada. Me los apunto los dos. Gracias. Muy buena reseña. Un abrazo.

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    1. Una gran novela hace fácil una buena reseña.
      Tampoco he leído nada más del autor, pero lo remediaré pronto. Si te animas, espero que te guste.
      Un beso.

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  5. Sabes que no soy muy amiga de la novela negra, aunque algo leo de este género de vez en cuando, pero al igual que a Ángeles me ha parecido que esta novela es algo más y por eso me la apunto aunque no sé de dónde voy a sacar tiempo para tanta lectura pendiente.
    Gracias por tan completa reseña.
    Un beso.

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    1. ja, ja. Yo creo que tu falta de afición a la novela negra se debe a que la has probado poco. Seguro que esta novela y alguna más (muchas más), te harían reconciliarte con el género.
      Un beso y ojalá saque tiempo para dedicarle.

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  6. Que fantástica reseña!! Te dejo un saludo, pues parece que no blogero en todo el verano, espero que tengas felices lecturas. Esta me la apunto por si acaso algún día... besos.

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    1. Te gustaría seguro. Parece que tenemos gustos similares. A mí también me encantó "Últimos días de maternidad".
      Estoy teniendo un año alucinante de buenas lecturas.
      Un beso.

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  7. Me gusta el trasfondo social de la novela. La industria turística ha transformado profundamente las zonas costeras y sigue aún. Nuestro Chirbes también lo ha sabido ver, aunque en otro tono. Ya tomé nota del libro de Escribano, del que he leído algún elogio más. Sin duda, dos buenas sugerencias.
    Qué poco queda para el comienzo de curso, ¿Eh?
    Un abrazo.

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    1. Tiene más similitudes con Chirbes, salvando las distancias, de lo que podría parecer. Creo que este autor dará que hablar.
      Respecto a Paco Gómez Escribano, cualquiera de las tres novelas de la "Trilogía de Canillejas", "Yonqui", "Lumpen" y "Manguis" son muy buenas. Tengo reseña de cada una de ellas en MoonMagazine. Creo que merecen la pena.
      Un beso.

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  8. Pinta bien esta novela de Jordi Ledesma. Además si en Salamanca le dieron el Premio Pata Negra la dignifica para mí mucho más pues los salmantinos somos exigentes en literatura y no damos buen ibérico a cualquiera (ja, ja...)-
    Acabo de leerte partiendo de tus diez recomendaciones para el Día del Libro 2018.
    Un beso

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    1. "Pata Negra", "Novelpol"; una novela muy recomendable, ambientada en una época interesante donde las haya y alrededor del despegue turístico del Mediterráneo. T va a encantar, seguro.
      Ya me contarás o nos contarás en una de tus estupendas y completas reseñas.
      Un beso.

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