"De qué hablamos cuando hablamos de amor" Raymond Carver
«—Tú dirás lo que quieras, pero sé que era amor —protestó Terri—. Puede sonarte a disparate, pero es verdad. La gente es diferente, Mel. Algunas veces actuaba como un loco, es cierto. Lo admito. Pero me amaba. A su modo, quizá, pero me amaba. En todo aquello había amor, Mel. No digas que no. [...]
—Yo no llamaría amor al comportamiento de Ed. Eso es lo único que he dicho, cariño —puntualizó Mel—. ¿Y qué opináis vosotros? —Mel se dirigía a Laura y a mí—. ¿Os parece que eso es amor?».
Y es que el concepto de amor es muy subjetivo, como demuestra este relato, el que da título al libro, De qué hablamos cuando hablamos de amor. ¿Qué entiende cada uno por amor? ¿De qué, efectivamente, hablamos cuando hablamos de amor? ¿hablamos todos de lo mismo? Hay quien mata por amor y hay quien muere por amor. ¿Es el amor lo mismo para ambos?
De qué hablamos cuando hablamos de amor llevaba muchos años en mi lista de pendientes. Exactamente desde hace siete años (siete ya), desde que en 2015 vi la película Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia de Alejandro González Iñárritu que aquel año se llevó el Oscar a la mejor película. La película trata de Riggan Thomson, un supuesto autor que se hizo famoso interpretando a Birdman, un héroe volador, y que pretendía triunfar como actor serio en Broadway con una adaptación de la obra de Raymond Carver, "De qué hablamos cuando hablamos de amor". Una película, por cierto, muy muy buena que recomiendo a quien no la haya visto. Pero no he venido aquí a hablar de la película. Ya lo hice en su día en la correspondiente reseña del blog.
He venido a hablar del libro de Raymond Carver que por fin ha salido de esa interminable lista de pendientes. El libro está compuesto por diecisiete relatos muy poco convencionales desde mi punto de vista que es el de una persona que no es muy entendida en el género y que tan solo en los últimos tiempos se ha dedicado a él. Actualmente se estilan relatos con principios claros y finales contundentemente fuertes y que rompan los esquemas y dejen al lector noqueado. Leyendo sin embargo a Raymond Carver, una tiene la impresión de que cada relato podía haber empezado antes y finalizado después, o viceversa; son escenas de las vidas de los personajes que vienen de atrás y siguen hacia adelante. Da sobre todo la sensación de que están sin terminar. Una se queda sorprendida no por el final que golpea sino por la apariencia de falta de final.
«Semanas después, la chica explicó:
—El tipo era de edad mediana. Todas sus cosas estaban por allí, en el jardín. No miento. Estábamos trompas y nos pusimos a bailar. En la entrada de los coches. Oh, Dios. No os riais. Nos puso discos. Mirad este tocadiscos. El viejo nos lo regaló. Y todos esos discos de mierda. ¿Habéis visto esta mierda?
Siguió hablando. Se lo contó a todo el mundo. Tenía muchos más detalles que contar, e intentaba que se hablara de ello largo y tendido. Al cabo de un rato dejó de intentarlo».
Así termina el primer relato, ¿Por qué no bailáis?, un relato que cuenta cómo un hombre vende sus pertenencias, que tiene esparcidas por el jardín, y cómo una pareja se acerca a ver si puede hacerse con algo. El hombre les deja los objetos al precio que ellos quieren darle, les invita a café y terminan poniendo discos en el tocadiscos y bailando. Me sorprende ese final, acostumbrada a esos otros que comento.
El siguiente, Visor, cuenta la historia de un hombre al que le faltan las manos, sustituidas por sendos garfios, que se dedica a fotografiar casas y a tratar de vender las fotos a las personas que viven en las mismas. «Un hombre sin manos llamó a mi puerta para venderme una fotografía de mi casa. Si exceptuamos los ganchos cromados, era un hombre de aspecto corriente y tendría unos cincuenta años.
—¿Cómo perdió las manos? —le pregunté cuando me dijo lo que quería.
—Esa es otra historia —respondió—. ¿Quiere la foto o no?»
Le invita a entrar, le ofrece café, le compra la foto, le pide que le haga más fotos en la casa, termina en el tejado tirando piedras y termina. «—¿Preparado? —pregunté. Cogí una piedra y esperé a que el hombre me tuviera en el visor.
—¡Listo! —exclamó.
Eché el brazo para atrás y chillé: «¡Ahora!» Y lancé a aquella hija de perra tan lejos como pude.
—No sé —le oí gritar—. No suelo fotografiar cuerpos en movimiento.
—¡Otra vez! —vociferé, y cogí otra piedra».
No, no son relatos al uso. Pero avanzo, sigo leyendo y me doy cuenta de que los relatos de Raymond Carver son como la vida misma. Nos cuenta estampas de las vidas de los personajes. Hay vida antes de esas estampas y la hay después. Sus relatos son como fotografías que congelan un momento de la vida. No hay grandes principios ni grandes finales. Tan solo hay episodios que podrían avanzar más allá o cortarse antes.
Lo que tienen de común todas estas historias, aparte de su carácter de escenas vitales, es el desasosiego que transmiten. Como quien no quiere la cosa, contando escenas cotidianas, estos relatos nos transmiten sensaciones de soledad, opresión, falta de esperanza, desgana, desarraigo, miedo... Y es que ¿qué puede transmitir un hombre cazando babosas de madrugada sorprendido por su vecina presa del insomnio? ¿Qué puede sugerirnos esa tarta de cumpleaños que nadie recoge en la panadería? ¿Cómo no conmovernos ante la bolsa de regalos olvidada en el bar de un aeropuerto?
Los personajes de De qué hablamos cuando hablamos de amor, son vapuleados por las circunstancias, unas circunstancias que los sobrepasan y los dejan mudos, como al hombre al que la mujer expulsa de casa tras una discusión con la hija adolescente y se va sin saber cuál era la última cosa que quería decir.
«L. D. dejó la maleta en el suelo y dejó encima la bolsa de vinilo. Se adelantó y se plantó frente a ellas.
Ellas retrocedieron.
—Cuidado, mamá —advirtió Rae.
—No le tengo miedo —la tranquilizó Maxine.
L. D. se puso la bolsa bajo el brazo y cogió la maleta.
—Sólo quiero decir una cosa más —empezó.
Pero le resultó imposible imaginar cuál podía ser aquella cosa».
Unas circunstancias de las que no siempre son inocentes, aunque eso no reste un ápice a la desolación de los hechos.
Raymond Carver |
Y hay relatos de amor incondicional como el del padre adolescente que renuncia a su jornada de caza con los amigos para ayudar a su mujer a cuidar de su bebé enfermo. Una pareja feliz con su bebé que nos remueve el alma. Un relato que viene poco después del de aquella pareja que tira de un bebé cada uno, padre y madre, en direcciones opuestas Se están separando y los dos quieren tenerlo.
Pero tal vez el que más me ha conmovido, ya desde su título, fue La tercera de las cosas que acabaron con mi padre.
«Te diré lo que llevó a mi padre a la tumba. Lo tercero fue Dummy, la muerte de Dummy. Lo primero fue Pearl Harbor. Y lo segundo, irse a vivir a la granja de mi abuelo, cerca de Wenatchee. Allí fue donde mi padre acabó sus días. Sólo que probablemente acabaron antes.
Mi padre echó la culpa de la muerte de Dummy a la mujer de Dummy. Luego les echó la culpa a los peces. Y por último se echó la culpa a sí mismo, porque había sido él quien le enseñó el anuncio de la última página del Field and Stream, que ofrecía el envío de percas negras vivas a cualquier parte de los Estados Unidos».
Tan solo un relato me ha puesto los pelos de punta con un final que se adivina de pronto tan negro que nos estremece. Diles a las mujeres que nos vamos está contado con la misma objetividad que el resto, incluso su final terrible se narra con una frialdad que por contraste aún lo hace más terrible si cabe.
Objetividad y frialdad sería las dos características que más destacan en estos relatos. Una objetividad que muestra sin juzgar, sin manifestar la más mínima emoción ante lo que se narra. Y vamos leyendo y las estampas sencillas de la vida, que podrían empezar antes y podrían terminar después, o viceversa, se van llenando (nos van llenando), sin que casi nos demos cuenta, de una sensación violenta; hay alcohol y abandono y violencia, hay realismo sucio, muy sucio. Hay más dolor en lo que se calla que en lo que se cuenta, porque los silencios de Raymond Carver son todo menos silentes.
Sin ser admiradora del realismo sucio (al que más he leído es a Richard Ford y será ignorancia mía, pero no veo muy claro el porqué de su inclusión), Raymond Carver me ha fascinado y me ha emocionado con estos diecisiete relatos. Seguiré con Catedral. Me ha costado empezar, pero no quiero quedar aquí. Sería como detenerse a medio camino, en tierra de nadie.
Título del libro: De qué hablamos cuando hablamos de amor
Autor: Raymond Carver
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: What we talk about when we talk about love
Nacionalidad: Estados Unidos
Título original: What we talk about when we talk about love
Traducción: Jesús Zulaika Goicoechea
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 1981
Nº de páginas: 160
Ya me lo había recomendado Juan Carlos Galán cuando reseñaba una obra de teatro con el mismo nombre o muy similar. Del realismo sucio nunc había escuchado, he de investigar más, pero me viene a la mente con la palabra sucio, a Bukowski, cuyos extractos famosos en facebook jamás me han agradado. Caso contrario me pasa con este autor porque me parece que su técnica de finales abiertos o quizá de no explicarlo absolutamente todo, intenta que el lector - a como yo lo veo - no se sienta presionado a entender el amor como una sola cosa. Sino una mezcla de varias. Entonces da para mucho filosofar cuando leemos días simples de personajes muy comunes, porque de ahí también se extraen manifestaciones de amor cuando prestamos mucha mucha atención.
ResponderEliminarYo sí conocía el realismo sucio y había leído algo de Bukowski y he de decir que no me gusta en exceso. Me encanta Richard Ford que no entiendo por qué está incluido en el grupo. Ahora he descubierto a Carver y me han gustado mucho sus relatos que tampoco son tan "sucios", al menos la mayoría.
EliminarUn beso.
¡Holaaaa!
ResponderEliminarPues no lo conocía, pero ahora me ha llamado muchísimo la atención.
De hecho, no sabía que había película pero viendo que también te gustó, sin duda le echaré un ojo. No soy mucho de relatos cortos pero si hablan de las diferentes formas de amor, creo que puedo conectar. Tendré en cuenta lo de el principio y final de los relatos, que parece que están como a medias, pero supongo que está hecho así a propósito, para que sean como la vida misma.
¡besotes!
La película no está basada en el libro. Es un actor que quiere hacer una adaptación teatral del libro. La película es fantástica. El libro es muy recomendable. Yo cada vez me voy aficionando más a los relatos.
EliminarUn beso.
Pues yo leí hace tiempo esta recopilación de relatos (reiteradamente recomendada por mi profesora del taller de escritura creativa) y cuando lerminé me dio la impresión de haber sido estafado. Debo ser un clásico carca, pero sus finales abiertos, que más que abiertos parecen cortados, inacabados, no me gustaron, me dejaron con cara de pasmo, pensando ¿Y ya está?
ResponderEliminarSupongo que es culpa mía, que no sé apreciar lo original, lo que se sale de lo habitual, como me sucede con el arte abstracto. Y cada vez me reafirmo más en que soy yo el raro, pues la misma impresión me han causado otros y otras autoras de relatos breves. Se me debe haber parado el reloj, pues a mí me gustan los relatos, vamos a llamarlos clásicos, que tienen un principio y un final, aunque este deje la puerta abierta a la imaginación de cada cual. De hecho, no solo no logro entender el mensaje que encierra cada una de los relatos (ojo, quizá haya alguna excepción, ya no lo recuerdo) de este reconocido autor, sino que también me ocurrió algo así con una gran obra de la literatura del siglo XX, el Ulisses de James Joyce. No pude con ella y eso que lo intenté en dos o tres ocasiones. Y, en cambio, se hablan maravillas de ella.
En fin, pilarín, cada uno tiene sus gustos y "De qué hablamos cuando hablamos de amor" no está entre los míos. Ahora me pregunto si las otras obras de Raymond Carver siguen la misma línea o ya entran dentro de lo cotidiano.
Un beso.
En los dos primeros relatos yo también me quedé con esa sensación de "y ahora qué". Luego seguí leyendo y me fui viendo embargada por un sentimiento de desvalimiento que sustituyó al otro. Y vi que son relatos como las escenas de la vida que no terminan, sino que continúan... No sé, pero terminó por convencerme del todo.
EliminarPor cierto, yo tampoco he podido con Ulises y también lo he intentado varias veces.
Un beso
Como recuerda Panamá Liber 507 en su comentario no hace mucho que vi una obra de teatro basada en algunos de estos relatos de Carver. A mí la representación me gustó mucho y los relatos de Raymond Carver también me gustan. Me gusta la manera de escribir de este norteamericano herido por la vida, en especial por su alcoholismo que al cabo acabaría con él.
ResponderEliminarEl minimalismo y el objetivismo están presentes en la mayoría de sus relatos. Es tal la objetividad que pretende que los aspectos duros y sucios de la sociedad no los rehúye jamás. La dureza en las relaciones interpersonales, los engaños, los deseos inconfesables, etc., etc., todo ello aparece en Carver.
La colección de cuentos que yo he leído es "Catedral" y como tantas cosas escritas por norteamericanos durante el siglo pasado me atrajeron y gustaron mucho. Creo que Carver es un referente imprescindible.
Un beso
Esa reseña tuya sobre la obra de teatro fue lo que me decidió definitivamente a leer este libro que una película había puesto en mi camino y en mi lista de pendientes. Teatro, cine y literatura, qué maravilla ver cómo se unen las tres formas de contar historias para desembocar en este libro de relatos que he encontrado genial.
EliminarHay mucha dureza incluso en sus relatos más sencillos, esos que parece que no cuentan nada como los dos primeros a los que me he referido más extensamente.
Espero no tardar en leer Catedral. me apetece mucho.
Un beso.
Ya me había apuntado al autor gracias a Juan Carlos y ahora me dejas con ganas de sumergirme en estos relatos que parecen no tener principio ni final. Trozos de una vida... Me gusta, me gusta. Tampoco he visto la peli que mencionas. Tomo buena nota de ella también.
ResponderEliminarBesotes!!!
Espero que te guste la película si te animas. González Iñárritu es un director del que me ha gustado muchísimo todo lo que he visto.
EliminarLos relatos de Carver de este libro seguro que te gustan. So eso, trozos de vidas más o menos sencillos, más o menos complicados. Como la vida misma.
Un beso.
Qué buena reseña, estimada Rosa. Traes a uno de los maestros del cuento norteamericano.
ResponderEliminarDe Carver leí hace tiempo Short Cuts (Vidas Cruzadas, con peli de Robert Altman basada en los relatos).
Me sedujo por completo la propuesta de Carver.
Percibí a uno de esos escritures apegados a la cotidianidad de las vidas anónimas, de gente común, para revelar con crudeza las pequeñas o grandes tragedias que se ciernen sobre los personajes y como esto les afecta.
Veo que tú lo has captado con nitidez, Rosa, los relatos de Carver reflejan la vida misma, como muy bien explicas, y nuestras vidas están llenas de lagunas, y él lo registra en su escritura, como esas de los finales (o principios) tan poco ortodoxos de Carver, al lector le corresponde rellenar tales lagunas, algo que con Carver a mí me resulta estimulante.
Un beso.
Pues en mi ignorancia, no sabía que Vidas cruzadas, una película que me gustó muchísimo, estuviera basada en relatos de Carver. He de confesar que, cuando la vi (debía de ser 1994) creo que ni conocía la existencia de Carver.
EliminarImagino que lo de relacionar unas historias con otras mediante personajes o ambientes comunes fue cosa de Altman porque he visto que Short cuts es una recopilación de relatos hecha por el propio Altman entre varios libros de Carver.
La verdad es que al principio me quedé un poco descolocada con esos finales "sin final", pero enseguida le pillé el truco y quedé encantada.
Un beso.
A mí me gustan este tipo de relatos que son como ventanas que se abren y nos dejan ver un trozo de vida para luego volverse a cerrar; que son como fotografías, como dices tú. Entiendo que esa falta de desenlace claro, de ambigüedad en algunos casos, incluso a veces de confusión, es lo que hace que a muchos lectores no les guste leer relatos. A mí tampoco me ha gustado hacerlo siempre. Le he cogido el gusto en los últimos años y me alegro mucho de ello porque suelo disfrutarlos mucho y además hay fantásticos cuentistas.
ResponderEliminarYo llevo también varios años haciendo esperar al señor Carver. Estaba indecisa entre Catedral y De qué hablamos cuando hablamos de amor, pero recientemente he descubierto que hay un libro que reúne todos los cuentos del autor y me ha entrado el gusanillo por leerlo. Tenía intención de hacerlo este año y desde luego tu reseña me ha convencido de que tengo que leer a Carver sí o sí.
Besos
Nos pasa lo mismo con los relatos. Yo también les he cogido el gusto últimamente (se lo estoy cogiendo aún creo).
EliminarYo prefiero leer los libros por separado, más que un conjunto de todos ellos. me gusta ver cuáles hay en un libro y cuáles en otro; ver, si lo hay, lo que tienen en común los de un libro y de diferente con los de otro. Leeré Catedral después de este. De todas formas, te decidas por lo que te decidas, estoy segura de que vas a disfrutar mucho mientras sufres con Carver. Qué tendrá la literatura que cuanto más nos hace sufrir más la disfrutamos. Algunos, no todos.
Un beso.
Hola, Rosa. Me gustan muchísimo los relatos pero en estos hay dos cosas que no llevo bien, una la frialdad aunque puedo tolerarla en momentos puntuales o cuando le viene bien a la historia y una que no puedo, los no finales. No necesito que sean contundentes de esos que parece que te dan una pedrada o una sorpresa impensable, puede ser algo más suave pero necesito ese final. Es muy cierto que la vida es así, y a veces pasan cosas que simplemente es como que se diluyen y se acaban sin más pero es que eso lo llevo muy mal también. Pero me encantan esos relatos que son postales de la vida cotidiana, y el autor es de esos que siempre piensas que deberías leer algo en algún momento. Seguro que alguno pruebo a ver qué tal.
ResponderEliminarBesos
Tienes razón, es un autor de los que siempre están en los pendientes porque son de los que se tiene la sensación de que hay que leer sea como sea.
EliminarMe sorprendí, y no gratamente, con los dos primeros relatos y esos finales que no son finales, pero seguí leyendo y me fue ganando sin remedio. No todos los relatos son iguales en su falta de final. Los hay más convencionales, aunque nunca llegan a serlo del todo. Me gustará saber tu opinión si finalmente te decides.
Un beso.
Hola.
ResponderEliminarPues me has recordado que tengo pendiente la película desde que le dieron el Oscar, la he ido dejando.
Gracias por la reseña y feliz finde.
Espero que te guste la película. Tampoco es muy convencional, pero a mí me fascinó totalmente.
EliminarUn beso y buen fin de semana también para ti.
¡Hola!
ResponderEliminarvi la peli en su día y me gustó mucho (es peculiar, ahora comprendo porqué, ya que este autor que has descubierto y sus relatos lo son) , pero no recordaba lo de que la obra que interpretaba el protagonista, era una adaptación de la obra de Raymond Carver. Me da la sensación de que has descubierto un verdadero filón de lecturas interesantes y no me extraña que quieres seguir con ellas para que no queden en el camino. Yo, ya sabes que no soy de relatos, pero voy a investigar a ver si tiene este autor escrita alguna novela, porque si es así, presiento que puede ser también muy peculiar
Besos
Un gran filón de autores de novelas y relatos ha descubierto. Lo malo es que es tan grande que no doy abasto a explotarlo y compaginarlo con otras lecturas que también tengo en mi lista. Cuando saco de ella un autor y me gusta tanto que entran en ella todas sus obras... uff prefiero no pensarlo.
EliminarBirdman es una película alucinante. Sin estar basada en el libro, mantiene mucho de su espíritu y, como le digo a Gemma justo encima, es tan poco convencional como él. Ya solo el título completo, Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia, es muy peculiar.
Creo que Raymond Carver no tiene ninguna novela. En tus manos queda animarte con alguno de sus libros de relatos.
Un beso.
Hola, Rosa. Pues tengo a Carver pendiente y esta antología de cuentos quizá sea buena opción para empezar con él. A mí me gusta mucho ese tipo de relatos que captan momentos de vida, como dices, sin pretender esa sorpresa final que es cierto que está tan de moda ahora. Es también el estilo de Munro o Atwood. Historias en las que hay que detenerse porque cuentan mucho más de lo que parece. Me ha encantado tu reseña y tomo nota del libro. Un beso y buen finde.
ResponderEliminarLa diferencia con Munro es que ella, al menos en los dos libros que he leído, mantiene la historia de un relato a otro con los personajes, los lugares, etc. Como he dejado escrito en mis reseñas, más que relatos, me han parecido novelas, peculiares pero novelas.
EliminarEn Carver cada relato es un mundo sin ninguna relación con el resto, al menos en este libro. Me han gustado los dos estilos muchísimo.
Un beso.
Hola Rosa, de Raymond Carver leí en el club de lectura Tres rosas amarillas, y me llamó la atención eso que comentas de la frialdad y objetividad del autor cuando narra, supongo que por eso me resultó tan tan impactante ; no he vuelto a leer nada más, así que me apunto este. Besos.
ResponderEliminarResulta un autor muy sorprendente cuando se le lee por primera vez. Esa forma de narrar y esos relatos que parece que no tienen principio ni fin son algo a lo que no estamos acostumbrados, pero que resulta totalmente impactante y que poco a poco te va ganando. Te gustará.
EliminarUn beso.
Yo leí el año pasado Catedral porque estaba haciendo el Inventízate de 2021 y me habían criticado algunos cuentos por sus finales precisamente. Leí en alguna parte que Carver era muy buen cuentista o el mejor y quise ver sus finales. Menudo chasco, creía que encontraría finales espectaculares y fueron tal y como comentas. Por ello quedé convencida de que todas esas reglas para escribir bien están para romperlas y sobre todo hay que experimentar. En cuanto a escritura no hay nada escrito y tienes toda la razón que las historias de Carver son como estampas. La mayoría acaban como empezaron. Como yo digo, son como la vida misma. Nunca termina de pasar gran cosa. Este libro creí que era ensayo, por el título más que nada.
ResponderEliminarUn beso.
El título puede llevar a engaño. De qué hablamos cuando hablamos de amor es uno de los relatos y es fantástico porque es una conversación entre dos parejas hablando de eso, de si algo es amor o no lo es. La cita con la que empiezo la entrada sirve de ejemplo perfectamente.
EliminarYo creo que la única regla válida para escribir bien es escribir bien, es decir, con un correcto vocabulario, cuanto más rico mejor; una perfecta sintaxis y una puntuación certera (eso puede que sea lo más difícil; al menos para mí lo es). El resto de las "reglas" están para eso, para romperlas.
Un beso.
No soy lectora de relatos, solo me acerco a ellos en muy contadas ocasiones (normalmente porque se trate de un autor que me guste especialmente). Mi problema con ellos es que suelo quedarme con la sensación de que me falta algo, como a medias, y con lo que nos cuentas sobre estos tengo la impresión de que esa sensación sería aún más acusada. Lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesos.
Es la misma razón por la que a mí tampoco me han gustado los relatos, pero últimamente me voy reconciliado y he aprendido a disfrutarlos.
EliminarEntiendo tu postura. Si esa es la razón por la que los relatos no están entre tus lecturas favoritas, seguro que estos de Carver, ni te iban a gustar. Otra vez será.
Un beso.
No soy mucho de relatos y los que me gustan son los que son novelas completas pero resumidas. Eso de que estén como sin terminar, no es para mí
ResponderEliminarBesos
Te entiendo perfectamente en retrospectiva. Mi idea de los relatos ha sido esa hasta hace muy poco. Ahora los leo, pero también es verdad que siempre los compagino con novelas.
EliminarUn beso.
¡Hola, Rosa! Te felicito. Tus reseñas siempre son magníficas, pero en este caso la dificultad era máxima. Lo digo porque los relatos de Raymond Carver son como los chistes, cuando los explicas pierden su gracia, pero tu has sabido de manera precisa exponer lo que es el estilo de relato de este maestro de la Narrativa breve. En mi estantería tengo un recopilatorio con todas sus antologías, incluida esta que reseñas y su lectura es como un manual de Narrativa. Cuando lo descubrí quede impactado. Como dices en sus relatos no hay finales espectaculares ni situaciones especialmente llamativas en un primer momento. Pero conforme lo lees te sientes atrapado, toca sutilmente cosas que te estremecen, emociones y sentimientos que al enfrentarlos te llegan muy hondo y lo hacen sin florituras pero llegan como un directo de izquierda a la mandíbula.
ResponderEliminarEl inicio de Las tres cosas que mataron a mi padre es para mí uno de los mejores comienzos de la Literatura. Un autor imprescindible para mí. De hecho, junto a Jim Thompson, es el autor que más he sentido su influencia en mi modo de escribir y dio origen a varios relatos que algún día espero publicar. Sin duda, Catedral te va a encantar, cuando pruebas a Carver quedas enganchado a él. Un abrazo!!
Muchas gracias. Tus palabras me llenan de satisfacción y de orgullo. Esa dificultad que mencionas la he notado y tenía un poco de miedo a la hora de enfrentar la reseña. Pero está claro que no podía dejar de hacerla. El libro me ha impactado lo suficiente como para no poder dejarlo sin aparecer en el blog.
EliminarLo resolví dejándome llevar por las sensaciones que había provocado en mí. Enseguida fui consciente de algo que en otros relatos no se me ha manifestado. En otros libros, cuando termino un relato paso al siguiente. Puedo pensar en él, en lo que ha sucedido en él, pero con Carver me ha pasado que pienso en los relatos, pero más que en lo que sucede en ellos, pienso que sus personajes han vivido antes y van a seguir viviendo y me planteo cómo lo harán... Ha sido una curiosa experiencia.
Indispensable es ya Carver en mi lista.
Un beso.
Hola Rosa!! Me llevo bien anotada tu recomendación, puesto que desconocía por completo este título y me llama mucho. ¡Genial reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!
ResponderEliminarEs un autor muy recomendable y, al menos en este libro, sus relatos impactan en gran parte por su sencilez.
EliminarUn beso.
¡Hola! Lo primero que llamó mi atención fue el título del libro...Al saber que son relatos, captó aún más mi atención, pues me gustan las historias cortas, esas que nos dejan pensando. Por lo que nos cuentas, al tratarse de historias de la vida misma, algunas sin un final definido, lo hace más interesante, pues me gusta que el autor, nos deje de tarea imaginar lo que sigue. Me encantó leer tu reseña y tendré muy en cuenta este libro y al autor. Que tengas una linda semana. ¡Besitos! 😘😘
ResponderEliminarMa alegro de que te haya gustado la reseña y de haberte descubierto este libro. Si te gusta el relato, seguro que disfrutas de este libro. Ya nos contarás.
EliminarUn beso.
Buenas tardes otra vez, Rosa:
ResponderEliminarEn esta ocasión, el libro que nos presentas me hace tener opiniones encontradas. Por un lado, me seduce eso que nos cuentas sobre los momentos o estampas de la vida; por otro, la oscuridad o inquietud que transmiten los relatos me hace alejarme de su lectura en estos momentos. Dejo apuntado este título porque en otro momento de la vida lo hubiera leído sin ningún lugar a dudas.
Un abrazo y muchas gracias por esta estupenda reseña!!
Perdona el retraso en contestar, pero este comentario tuto se había ido a spam. No me preguntes por qué. Blogger hace cosas bien raras.
EliminarEn este libro hay relatos de estilos y temáticas muy diferentes, pero es cierto que la sensación general que transmites es de desasosiego y casi todos, por no decir todos, terminan resultando bastante duros. Entiendo que no son para cualquier momento.
Un beso.