"David Golder" Irène Némirovsky

«—No.
[...]
—¿A cien, Golder? ¿Has contado bien? Es un precio... —dijo Marcus.
—No —murmuró Golder de nuevo—. No quiero vender.
Marcus rió. Sus largos y brillantes dientes recubiertos de oro relucieron extrañamente en la penumbra.
—En mil novecientos veinte, cuando las compraste, ¿qué valían tus dichosas petrolíferas? —preguntó con una irónica voz nasal, arrastrando las palabras.
—Las pagué a cuatrocientos. Si esos cerdos de los sóviets hubieran devuelto los terrenos nacionalizados a las petroleras, habría sido un negocio redondo. [...]
—Ya. ¿Y ahora? ¿No comprendes que para ti unos terrenos petrolíferos en Rusia, en mil novecientos veintiséis, son una mierda? ¿Eh? No tienes medios ni ganas de ir a explotarlos personalmente, ¿o sí? Lo único que se puede hacer es ganar unos enteros moviendo las acciones en la Bolsa... Cien es un buen precio.».

Así empieza David Golder, con unas negociaciones entre David y su socio Marcus, que no he entendido. Ni falta que me hace. Soy negada para entender los negocios: acciones que pierden o que ganan, pozos petrolíferos en Rusia en 1926, negocios que pueden hacer que las acciones se revaloricen o se hundan... No, no entiendo nada, pero tampoco es necesario. Veremos que esas negociaciones, fallidas para Marcus, van a llevar al hombre a tomar una decisión desesperada y a David a sentirse culpable. Y tal vez esa culpabilidad sea la causa del serio deterioro de salud que empieza a sufrir David o puede que nada tenga que ver una cosa con la otra, pero la novela no trata de negocios más que de forma secundaria. La novela trata de una familia y de las relaciones que se establecen entre sus miembros. 

David Golder es un judío nacido en un gheto de Ucrania de donde emigró a Estados Unidos, tras pasar por Moscú, y más tarde a Francia donde es uno de los hombres más ricos del país. Un hombre rico hecho a sí mismo.

«Moscú... cuando no era más que un muchacho judío flaco y pelirrojo de ojos claros y penetrantes, con las botas agujereadas y los bolsillos vacíos. Dormía en los bancos, en las plazas, durante esas oscuras noches a comienzos de otoño, tan frías... Cincuenta años después, todavía le parecía sentir en la médula la penetrante humedad de las primeras nieblas, densas y blancas, que se adhieren al cuerpo y dejan una especie de escarcha rígida y helada en la ropa. Las tormentas de nieve en marzo, el viento...
Y Chicago... Aquel pequeño bar, el gramófono que crepitaba y gangueaba un viejo vals europeo, aquella sensación de hambre devoradora, mientras el calor y los olores de la cocina le daban en la cara. Cerró los ojos y volvió a ver con asombrosa precisión el rostro reluciente de un negro borracho o enfermo que gemía en un rincón, tumbado en una banqueta, ululando quejumbrosamente como un búho».

Gloria, su mujer, es hija de un usurero judío, pero ya se ha olvidado de sus orígenes. Ahora es una mujer rica que invita a sus amigos y amantes a su casa de Biarritz y costea fiestas, joyas y todo tipo de dispendios con el dinero de su marido. Eso además de haber ido amasando una pequeña fortuna propia que no piensa compartir. «Cuando te conocí no eras más que una pelandusca, una muerta de hambre... ¡Acuérdate, acuérdate! ¡Corrías por la nieve con los zapatos agujereados, los dedos de los pies asomando por los rotos de los calcetines y las manos llenas de sabañones! [...] Y ahora, ¡Gloria Golder! ¡Con vestidos, joyas, casas y coches que he pagado yo, yo, con mi salud, con mi vida! Todo me lo has quitado, me lo has robado...».

Joyce, la hija de ambos de dieciocho años, es una niña tonta y consentida que solo piensa en bailar, en gastar el dinero de su padre y en su amado Alec, un príncipe arruinado, pero con el título de Alteza Imperial, que vive de gigoló a expensas de la vieja Lady Rovenna. Para madre e hija David solo representa la fuente de ingresos que las mantiene en su perpetua vida de fiestas, casino, coches, ropas y joyas. «Su mujer, su hija... Sí, ella también, Golder lo sabía. Una máquina de hacer dinero. Él sólo servía para eso... Paga, paga, y después, ¡hala!, revienta».

Cuando la salud de David recomienda abandonar los negocios y dedicarse a descansar, ambas mujeres lo presionan con sus reproches y exigencias. y, si bien, no tiene la menor intención de rendirse a su mujer, es incapaz de resistirse a las zalemas egoístas e hipócritas de su hija.  «—¡Oh, dad! ¡Es que, ¿sabes?, yo en este mundo lo quiero todo! ¡Si no, prefiero morir! ¡Todo! ¡Todo!».

El egoísmo de madre e hija nos pone los pelos de punta, los comentarios que las escuchamos las convierten en dos de los personajes más despreciables con los que me he encontrado en mucho tiempo. Y es que sentimos los sufrimientos de David. Su agonía en el tren que lo lleva a Biarritz está descrita con tal maestría que me sorprendo respirando hondo porque soy yo, junto a él, quien se queda sin aire, quien siente que su corazón galopa. Esa noche pasada en la cama de su compartimento es uno de los pasajes más angustiosos, tal vez el más angustioso del libro que tiene varios más. David se va deteriorando física, psíquica y económicamente, pero las presiones de las dos mujeres no cesan. 

Irène Némirovsky

Poco más se puede contar de David Golder, su salud quebrantada, su familia exigiendo más y más, él sufriendo ante las necesidades de su hija cuando ya él lo ha perdido todo. David tiene mucho en común con Irène o tal vez con el padre de Irène. Ambos ucranianos, ambos pasan por Moscú antes de tener que emigrar, pero hay una diferencia esencial, David era pobre y emigra por necesidad de salir adelante, Leon Némirovsky era un banquero rico que tiene que abandonar Moscú debido a la Revolución. Los Né,irovsky huyeron de Rusia disfrazados de campesinos y se refugiaron primero en Finlandia y finalmente en Francia. David pasó por Estados Unidos, a donde emigró desde Ucrania, antes de recalar en París.

La propia Irène ha descrito a su madre como una mujer fría y frívola muy similar a la Gloria de David Golder. Irène la odiaba. La sinopsis oficial del libro dice que Némirovky toma «como modelo la figura de sus padres, arquetipos del millonario hecho a si mismo y la esposa egocéntrica y despilfarradora».

David Golder fue la primera novela de Irène Némirovsky publicada como tal. Antes había escrito El malentendido y El niño prodigio, pero se habían publicado en la revista Les œvres libres y no salieron como libros independientes hasta 1930 y 1992 respectivamente. Otra magnífica novela, la cuarta que leo de la autora, tras Suite francesa, El baile y El ardor de la sangre. Si aún no había venido al blog esta autora es porque todas están leídas antes de la creación del mismo. Espero que aparezca por aquí más a menudo, pues son muchos los libros que esperan en la lista o en el estante de pendientes.

Este libro participa en el Reto Autores de la A a la Z que organiza el blog  Lecturápolis. Con él relleno la letra N.

Título del libro: David Golder
Autora: Irène Nemirovsky
Nacionalidad: Francia
Título original: David Golder
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Editorial: Salamandra
Año de publicación: 2006
Año de publicación original: 1929
Nº de páginas: 192

Comentarios

  1. Hola Rosa, la verdad es que, en principio, esta no me llama mucho. Prefiero empezar con la autora con El baile que me llama más la atención. Pobre Irène, qué lástima tener una madre así...
    Un besazo

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    1. El baile me gustó más. No es que este no me haya gustado, pero sí que hay asuntos de negocios y económicos que se me escapan, aunque es cierto que para lo importante de la trama tampoco importa. Yo me estrené con la autora con Suite francesa que, para mí, sigue siendo lo mejor. Lástima que esté inacabada.
      Si la madre era la mitad de egoísta que la de esta novela, sí que tuvo que sufrir Irène, ella y toda su familia. Menuda bruja.
      Un beso.

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  2. ¡Hola! Lo que me gusta de los libros, es que podemos encontrar personajes tan reales y nefastos, que nos dejan con la boca abierta. Siento que eso es lo que me pasaría si leyera este libro, ya que la trama es bastante fuerte y llena de emociones. Me llevo apuntada esta lectura y espero poco a poco, conocer más obras de la autora. Gracias por la reseña. ¡Besos!

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    1. Es una autora de las imprescindibles (si es que algo lo es, como digo siempre). Sus novelas indagan en la naturaleza humana y la verdad es que nadie sale ileso de su lectura. Es dura la novela, pero muy esclarecedora. Ojalá te guste.
      Un beso.

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  3. ¡Hola Rosa!
    te cuento una cosa, solo he leído una novela de la autora, fue en 2012 (ya tenía el blog) y ahora, al principio solo recordaba que la obra no me mató, me quedó la sensación de que escribe muy bien, eso sí es indiscutible, pero "Nieve en otoño" no me transmitió nada destacable. He releído mi reseña, para recordar lo que escribí por aquel entonces y en resumen es lo que me había quedado en la cabeza, que me transmitió pocas cosas con muchas palabras, que me dejó un poco fría. Pero también dejé por escrito la intención de seguir leyendo a la autora, porque su prosa sí me pareció especial.
    Respecto a esta novela que has leído, pues me pasa como a ti, que no me gustan las tramas basadas en negocios, porque tampoco los entiendo y me resultan áridos. Pero como explicas que este tema queda en un segundo o incluso en un tercer plano..., pues me atraen mucho estos tres personajes, el pobre padre y las dos egoístas y avasalladoras madre e hija. Leyéndote me ha dado mucha pena David, enfermo, arruinado y esas dos atosigándole, exigiéndole mas y mas sin ningún tipo e piedad ni cariño hacia él y esas escenas en el tren que ponen los pelos de punta, me resultan muy atractivas.
    No sabía que esta es la primera novela de Némirovsky publicada como tal y sí, puede que sea con esta novela con la que vuelva a ella.
    Después de leer tus párrafos posteriores a la imagen, está claro que el personaje de los padres están inspirados en los de los suyos propios (que pena tener una madre así de egoísta), pero me pregunto si la figura de la hija no tendrá absolutamente nada que ver con ella, con la propia autora. Esperemos que no...
    Que ganas e leer tu reseña de Oates, veo que ya la terminaste de leer
    Un beso

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    1. Me estrené con Irène Némirovsky cuando se descubrieron los cuadernos de Suite francesa. me pareció una auténtica joya de la que lo único que sentí al terminar fue que no estuviera la obra completa. Creo, aunque igual me equivoco y achaco al resto lo que me pasó a mí, que fue con esa obra cuando se redescubrió a la autora y se empezaron a publicar sus libros. Para mí sigue siendo su mejor obra. tal vez porque el tema de su huida de los nazis a través de Francia me interesa particularmente. No he leído Nieve en otoño y además no es de las que se encuentran entre mis pendientes. Tengo Las moscas de otoño y Los fuegos de otoño, pero esa no. Es otra autora de la que cada poco descubro que tiene novelas que no conozco.
      La novela de Joyce Carol Oates será lo próximo que publique. La terminé hace varios días y me reitero en mi opinión: no es de lo mejor de la autora, pero ya querrían algunos que sus mejores libros fueran la mitad de buenos. En un par de días la publicaré.
      Un beso.

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  4. Hola, Rosa. No he leído todavía a esta autora pero sí que la tenía en mente. Me ha gustado lo que cuentas sobre esta novela: una historia familiar lúcida y muy dura que al estar inspirada en la propia vida de la autora cobra otra dimensión. Anota esta y las otras que dices que te gustaron más. Un beso.

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    1. Una autora que hay que conocer. Los mundos de entreguerras que retrata son muy atractivos y su crítica despiadada de una sociedad que conocía bien, de lo más certero. Creo que te gustará.
      Un beso.

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  5. Hola Rosa, hace tiempo que no leo nada de la autora. Esta que traes hoy no la conocía , aunque creo que como a ti algunos aspectos también se me escaparan porque de negocios no se nada. Si me parece interesante el fondo , el egoísmo de la madre y la hija, que solo ven en su padre y esposo el proveedor de sus necesidades, sin importarles su vida ni su salud. Debe ser angustiosa, pero la apunto. Besos.

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    1. Te pasa como a mí, que de tanto en tanto encontramos una novela de la autora que desconocemos. Esta estaba en mis pendientes, creo que comprada en alguna feria de segunda mano. Tengo otras once entre las de la lista y las de la estantería. Y seguro que sale alguna nueva como esa Nieve en otoño que me ha descubierto Marian. Y no te preocupes por no entender los negocios del bueno de David. No es eso lo que importa en esta novela.
      Un beso.

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  6. Hola, Rosa. Lo de La Bolsa es que es imposible, no sé cómo se enteran entre ellos. En fin, que es Nemirovsky y eso ya es garantía. Solo leyendo la segunda cita ya te das cuenta de lo buena que es, es como una fotografía. Ya estás metida de lleno en el ambiente con un par de frases. Y luego tiene algo con lo que yo suelo compararla con Zweig, es que son muy buenos construyendo emocionalmente a sus personajes. Y aunque siempre tire de sus vivencias, te cuenta algo diferente y nuevo.
    Hace mucho que no leo algo suyo, la verdad es que no descarto ninguna de sus novelas. Esta va a la lista también.
    Besos

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    1. Es cierto. A mí también me recuerda a Zweig. Puede que sea la época de entreguerras, el hecho de que ambos sean judíos burgueses de familia muy acomodada. No sé, pero es verdad que ambos indagan en el alma humana y se meten hasta el fondo. Muy interesante la novela aunque no entendamos nada de la bolsa.
      Un beso.

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  7. Siete años hace ya que leí El baile, lo único que he leído hasta la fecha de Irène Némirovsky. Me pareció una joyita, pero, inexplicablemente, mis intenciones de seguir leyendo a la autora han sido constantemente pospuestas. Sé de la mala relación que la escritora tenía con su madre y que de ella bebe la relación entre las dos protagonistas de El baile. También sé que el padre guardaba alguna similitud con el David Golder de esta novela que nos traes y, precisamente por ello, siempre ha sido una de mis eternas candidatas para repetir con la autora. En fin, te agradezco el recordatorio. A ver si de una vez materializo mis intenciones y le hago justicia a la autora.
    Besos

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    1. Te va a encantar. Si leiste El baile, David Golder puede ser ideal para una visión familiar más completa. Yo, en cambio no sabía de esas características familiares hasta leer esta novela. Yo me estrené con Irène Némirovsky leyendo Suite francesa que es una joya total y que también te recomiendo sin dudar, aunque, como imagino que sabes, está incompleta. Así todo, me pareció fantástica.
      Un beso.

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  8. ¡Hola, Rosa!
    Este libro es una joya, tiene para mí un valor sentimental. No lo he leído, anímicamente no he podido acercarme a él, fue el último libro que leyó mi madre, unos meses antes de su partida, y sé que le encantó. Un regalo que le llevé porque siempre me decía que quería leer algo de Irène Némirovsky.
    Mi madre me transmitió el amor por los libros y los viajes, era una lectora voraz que disfrutaba un montón devorando libros.
    Te he leído y pienso que ya ha llegado el momento de que "David Golder" caiga a mis manos, pocas páginas y una obra que brilla con luz propia.
    Una lectura muy provechosa que sin duda me recordará a mi madre, y al mismo tiempo me hará reflexionar y sufrir con el pobre David Golder.
    Gracias Rosa, por sacar a colación esta novela y esta autora.
    Besos.

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    1. A mí fue mi padre el que me transmitió su pasión por la lectura y fue su biblioteca (es un decir, una veintena de libros de los años cuarenta un tanto desportillados) de niño y adolescente la que nutrió mis primeras lecturas. A él su último libro ni siquiera le dio tiempo a terminarlo. Fue Patria de Fernando Aramburu y lo dejó en la página 386. De no haberlo leído yo por entonces, creo que me hubiera pasado como a ti y no hubiera podido leerlo después.
      Para ser justa he de decir que mi madre, mucho menos lectora que mi padre, también ha leído lo suyo. Ella me leyó tantas veces algunas poesías que antes de saber leer yo misma ya me las sabía de memoria. Desde hace varios años ha dejado de leer. Yo creo que ya no entiende lo que lee porque tiene un ligero deterioro cognitivo que se lo impide.
      Aunque hay algunos libros de Irène Némirovsky que me han gustado más, como El baile y, sobre todo, Suite francesa, este David Golder es fantástico. Creo que lo disfrutarás.
      Un beso.

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  9. Hola, Rosa.
    De la autora solo he leído El baile, que me pareció estupendo. Tengo pendiente Suite francesa, ya esperando en el estante, y otros tantos títulos más anotados. Este del que nos hablas no lo tenía en el radar, la verdad, al menos no recuerdo en estos momentos haberlo visto con anterioridad. Me ha parecido interesante, y menudos personajes, ya veo que no te han dejado indiferente, especialmente esa madre e hija despreciables... Ya en El baile sé que Irene se inspiró bastante en su madre, y en sus padres en general, y en la relación que ella misma tenía con su progenitora (no tuvo que ser nada fácil esa relación maternofilial). En fin, una autora a la que tengo que seguir leyendo sin duda y tu impresión con este título me lo confirma.
    Un abrazo.

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    1. Es otra autora de la que, de tanto en tanto, descubro nuevas obras que desconocía. Yo tengo como ocho pendientes entre la estantería y la lista. Suite francesa sigue siendo mi favorita a pesar de ser una obra inacabada. tal vez por ser la primera que leí y por lo mucho que me sorprendió. David Golder te gustará. Ciertamente, los personajes femeninos, y alguno masculino, son despreciables y la historia, por momentos, te encoge el alma. Ya nos contarás.
      Un beso.

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  10. Tengo varios libros en la estantería de Nemirovsky, y no acabo de encontrar el momento. A ver si con tu reseña me animo, aunque no sea exactamente este título. Besos

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    1. Con cualquier título, Irène Némirovsky es una apuesta segura. Ojalá esta reseña te haga coger alguno de los libros de la autora que tienes en tu estantería. No lo lamentará. Seguro.
      Un beso.

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