"El jardinero fiel" John Le Carré
Con esta reseña colaboro con el concurso de relatos correspondiente a diciembre, de El tintero de oro dedicado a "El jardinero fiel" de John Le Carré. La reseña no participa en el concurso. Tan solo pretende contribuir al homenaje que a la obra y al autor rinde El tintero de oro en este mes de diciembre.
El gobierno de Moi ha caído en unos niveles de corrupción irreversibles, me dices. Nunca lo he dudado. El país se muere de sida, está en quiebra, no hay una sola área, desde el turismo hasta las comunicaciones pasando por la preservación de las reservas naturales, el sistema de enseñanza, el transporte y la seguridad social, que no esté desmoronándose a causa de las estafas, la ineptitud y la negligencia, bien observado. Los ministros y funcionarios desvían cargamentos de comida procedentes de la ayuda externa y suministros médicos destinados a refugiados al borde de la inanición, a veces con la connivencia del propio personal de las agencias de ayuda humanitaria, me dices. Sí, así es. El gasto en sanidad nacional asciende a cinco dólares per capita anuales, y eso antes de que todo el mundo, de arriba abajo de la jerarquía, se haya embolsado su parte. La policía maltrata sistemáticamente a todo aquel que comete la imprudencia de sacar a la luz pública estos asuntos.
En todo eso estaba de acuerdo Tessa cuando Sandy Woodrow, el jefe de cancillería de la embajada de Su Graciosa Majestad en Nairobi se lo decía. Con lo que ya no estaba tan de acuerdo era con que la embajada lo tapara, con que lo admitiera como un mal menor. «Y tenéis intereses comerciales británicos que representar, -le recuerda Tessa con sorna».
Pero eso solo está en el recuerdo de Sandy, porque ahora acaba de recibir la noticia de que Tessa ha sido asesinada en el lago Turkana. Junto a ella ha aparecido el cadáver del chofer. Su acompañante, Arnold Bluhm, ha desaparecido. Tessa y Arnold se dedicaban a labores humanitarias en África, él, como médico y perteneciente a una organización médica belga; ella, como esposa de un funcionario de la embajada británica. Puede parecer normal que como tal esposa se dedique a atender las necesidades de los africanos menos favorecidos y, no obstante, sus actividades no gustaban al personal de la embajada. Tan solo el embajador, Porter Coleridge, aparte de Justin, parecía apreciar la labor de Tessa.
«-Tessa llevaba a cabo una excelente labor en los barrios pobres, dijeran lo que dijeran de ella en el club Muthaiga. Puede que hiciera la pascua a Moi y sus compinches, pero los africanos que realmente importan, todos sin excepción, la adoraban.
- Sin duda, -convino Woodrow.
- Andaba en ese rollo de la condición femenina, sí, ¿y qué? Era lógico. Pon África en manos de las mujeres, y posiblemente las cosas marcharán mucho mejor».
Con el asesinato de Tessa y la investigación consecuente entraremos en un mundo exótico y cruel, un mundo de contrastes donde los africanos mueren de hambre y de enfermedades erradicadas en el primer mundo, mientras el personal de la embajada (de las embajadas) vive con lujo y celebra sus fiestas en recintos aislados en los que los nativos solo entran como criados. Un mundo lleno de corrupción en el que los propios gobernantes colaboran con los extranjeros en la explotación de su propio pueblo. Un mundo en fin en el que el dolor es compañero habitual de unos, mientras otros tan solo lo conocen que de forma puntual. «Esmeralda era la única que no lloraba. Mantenía el semblante inexpresivo que los blancos confunden con hosquedad o indiferencia. [...] no era lo uno ni lo otro. Era familiaridad. En esto consiste la vida, daba a entender. Esto es dolor y odio y gente asesinada a machetazos. Esta es la cotidianidad que nosotros conocemos desde el día en que venimos al mundo, y a vosotros los wazungu os es ajena».
Con recuerdos de los distintos personajes, a base de flashbacks iremos conociendo el pasado, tanto el más lejano, como el más próximo, de distintos personajes. Se irán concretando las causas que pudieron llevar al asesinato de la joven y se irán amontonando sobre ella y sus actividades las calumnias que pretenden deslegitimarla y hacerla culpable de su propia muerte. Poco a poco se va materializando todo alrededor de un entramado farmacéutico y empiezan a sonar varias empresas de origen europeo y americano «todas las empresas propiedad de la compañía Karel Vita Hudson de Vancouver, Seattle, Basilea». Otra empresa, también dirigida por blancos, «TresAbejas de Nairobi tiene los derechos exclusivos de importación y distribución de la susodicha molécula, más sus derivados, para todo el continente africano».
Y un fármaco, Dipraxa, en el centro de todo ello. Un fármaco que supuestamente hace milagros con la tuberculosis resistente a antibióticos, un fármaco que se está probando en África y que tal vez tenga efectos secundarios que se están ocultando.
También sabremos cómo se conocieron Justin y Tessa, como llegaron a casarse, aunque él era mucho mayor que ella, y cómo Justin decide embarcarse en la ingente y peligrosa tarea de averiguar por qué murió su mujer y de restablecer su buen nombre desmintiendo las calumnias con las que se trata de desprestigiarla a ella y a lo que había descubierto. «Justin [...] era víctima de aquella tragedia en igual medida que Tessa, porque si bien Tessa había muerto, sobre Justin había recaído un dolor que arrastraría hasta la tumba. Ya le había agrisado las mejillas y cambiado la manera de andar y las cosas que miraba a su paso». Con Justin saldremos de África y visitaremos los lejanos lugares en los que se traman y se deciden los destinos de muchos africanos en aras de unos intereses tan despreciables como crueles. Las mayores democracias del mundo, las que desprecian a los africanos por no saber vivir en paz, son las que se aprovechan de la situación de caos, miseria y conflictos de un continente millonario en recursos y víctima de todos los que los explotan y los han explotado a lo largo de la historia.
«Esta es la vida farisaica que llevamos, quiere dar a entender, un continente agoniza ante nuestra puerta, y aquí estamos nosotros, de pie o de rodillas, tomando café servido en bandeja de plata, mientras a la vuelta de la esquina los niños pasan hambre, los enfermos se mueren y los políticos corruptos hunden en la miseria a la nación que, engañada, los eligió-. Una caza de brujas, ya que lo mencionas, sería un excelente punto de partida».
John Le Carré |
El jardinero fiel es una novela dura que hace una crítica demoledora del colonialismo económico que algunos países, o continentes enteros, no han logrado sacudirse. Los países ricos siguen siendo los amos de los menos favorecidos por medio de las empresas con las que los explotan y de los gobernantes que se pliegan a sus demandas a base de sobornos. Sin pelos en la lengua John Le Carré nos deja citas como las que cierran esta entrada. La novela está escrita en 2000, pero nada en ella ha perdido vigencia. Puede que cada vez la vida en África sea más parecida a lo que aquí se cuenta. Desde luego, esta segunda lectura del libro me ha entusiasmado aún más que la primera que realicé en 2005.
«- ¿Y qué hace usted aquí, señor Woodrow? [...]
- Lo que realmente hago, supongo, es ayudar a los kenianos a administrar todo aquello que les hemos dado [...]
- ¡No les hemos dado maldita la cosa! ¡Lo han cogido ellos! ¡A punta de pistola! ¡No les hemos dado nada! ¡Nada!».
«Algunos de los medicamentos que Arnold examinó habían caducado hacía tiempo y se habían desestabilizado, aunque podían ser eficaces en cierta medida. Otros no servían para las enfermedades que supuestamente debían curar. También pudimos constatar aquí un fenómeno corriente en otras partes de Africa, concretamente el hecho de que las indicaciones y contraindicaciones de algunos prospectos se habían reescrito para el mercado del tercer mundo a fin de ampliar el uso del medicamento a aplicaciones no autorizadas en los países desarrollados, por ejemplo, un calmante utilizado en Europa para proporcionar alivio en casos de cáncer terminal se ofrecía aquí como tratamiento para los dolores menstruales y las molestias menores en las articulaciones».
Pero es que como bien dice un personaje, «Los medicamentos han de probarse en alguien, ¿no? Y a ver, ¿a quiénes eliges? ¿A los alumnos de la Harvard Business School?». Lógicamente, no. Nuestra hipocresía nos impide reconocerlo, pero todos estamos de acuerdo, si escarbamos lo suficiente, en que no se cuentan igual los muertos en África (o en la India, pongamos por caso) que los muertos blancos de cualquier país de Europa (central y occidental) o de América (al norte de México).
Libros leídos de John Le Carré con año de lectura entre paréntesis.
“El sastre de Panamá”. (2001)
“La
chica del tambor”. (2002)
“La
gente de Smiley”. (2002)
“Elespía que surgió del frío”. (2002 y 2022)
“La casa
Rusia”. (2004)
“El
topo”. (2004)
“Single
& Single”. (2004)
“Amigos
absolutos”. (2005)
“El
jardinero fiel”. (2005 y 2024)
“La
canción de los misioneros”. (2007)
“El
hombre más buscado”. (2009)
“Un
traidor como los nuestros”. (2011)
“Una
verdad delicada”. (2014)
“Llamadapara el muerto”. (2018)
“Volaren círculos”. (2018)
“Asesinatode calidad”.(2019)
Título del libro: El jardinero fiel
Autor: John Le Carré
Nacionalidad: Reino Unido
Título original: The Constant Gardener
Traducción: Carlos Milla Soler
Editorial: Plaza y Janés
Año de publicación: 2001
Año de publicación original: 2000
Nº de páginas: 544
Gran aportación para El Tintero, Rosa, gracias. Yo conocía la historia por la película, no había leído la novela hasta ahora y la verdad es que me ha gustado mucho. Una historia con muchas capas, enormemente crítica, que, como dices, deja al descubierto esa hipocresía con la que en realidad todos cargamos en mayor o menor grado. Estupenda tu reseña. Un beso.
ResponderEliminarHola, Rosa. Sí coincidimos. La novela es un golpe encima de la mesa, muy valiente. Reconozco que la leí después de ir al cine a ver la película. Pero con el libro aún me sorprendí más. De aquella época no pensaba que en el negocio farmacéutico habría cosas tan despiadadas. Uno tiendd a asociar estas cosas como la medicina, las.ong y demás con la bondad y querer ayudar pero dentro hay de todo.
ResponderEliminarAdemás recuerdo lo bien explicado que está.
Después también leí El sastre de Panamá que también me enganchó mucho pero no me impresionó tanto.
Debería mirar alguna más de este autor para leer.
Besos