"No llorar" Lydie Salvayre
"No llorar" es una novela escrita en "frañol, un híbrido de francés y español del que la escritora se sirve para reproducir el habla de su madre, protagonista de la novela" (Alex Vicente. El País. Cultura).
Con "No llorar" Lydie Salvaire ganó el Premio Goncourt en 2014.
Lydie Salvayre es hija de refugiados españoles que huyeron a Francia después de la Guerra Civil. Y sobre la Guerra Civil trata este libro, o más bien sobre dos episodios enmarcados en la Guerra Civil. Ambos empiezan con gran ilusión, con nobles ideas para construir un mundo mejor, más amable, más vivible para todos; ambos acaban en la más terrible decepción, el desengaño más profundo que se puede sufrir porque es el desengaño de las propias ideas, el ver cómo lo que creíamos justo se nos cae de las manos y se nos deshace en charcos de sangre, resentimiento, odio, e incomprensión.
Dos historias se enredan en esta novela, aunque una de ellas tenga más extensión y ocupe más espacio en la pluma de la autora y en la percepción del lector. Esta, la más extensa, trata de los episodios contados a Sylvie por su madre, Montse, "Estamos en España en 1936. La guerra civil está a punto de estallar, y mi madre es una pobre mala. Una pobre mala es una pobre que abre la boca. Mi madre, el 18 de julio de 1936, abre la boca por primera vez en su vida. Tiene quince años. Vive en un pueblo perdido de la Cataluña alta, donde, desde hace siglos, los grandes terratenientes mantienen a familias como la suya en la más extrema pobreza".
Y la madre abre la boca porque se siente insultada, porque cuando va a casa de los señores para ofrecerse como criada, el señor la mira y comenta que parece muy modesta y eso saca de su interior una rabia que no sabía que tenía allí acumulada, una rabia que se ha ido incubando o incrementando cuando volvió su hermano Josep hablando de un mundo nuevo, y es que, cuando Josep llegó a Lérida en mayo, ese año como todos, para la cosecha de la almendra, encontró algo distinto, una alegría que estallaba en las calles y en las tabernas al conjuro de nuevas palabras como fraternidad, libertad, solidaridad, revolución, comunidad... anarquismo, muera la muerte y viva la libertad. Su hermano no es rojo, es rojo y negro.
Casi ochenta años después, Montse, una anciana de noventa, le contará a su hija Lydie lo acontecido en aquel verano del 36, cuando la revolución fue algo más que una esperanza y mucho menos que una promesa cumplida.
En el pueblo, Josep se enciende de revolución y contagia a todo el mundo su fiebre de libertad en un discurso que pronuncia el 23 de julio. "Al día siguiente, todo el pueblo está en efervescencia. [...] Transcurridos dos días, el entusiasmo se mitiga lentamente. [...] Tres días después, totalmente serenos y rabiosos por haberse dejado llevar por el entusiasmo, los campesinos dejan traslucir sus dudas y sus crecientes inquietudes. [...] Cuatro días después, las reticencias medio formuladas se expresan a voz en cuello. El quinto, todos o casi todos han renunciado". Cinco días escasos han servido para que el pueblo pase de la pasión revolucionaria a la suspicacia y la desconfianza porque es un pueblo donde nada cambia, nada ha cambiado en siglos y nada debe cambiar ahora. Los ricos son ricos y deciden el futuro de los pobres que para eso son pobres y siempre lo serán. Desde que naces, según la familia en que naces, se decide tu destino hasta tu muerte.
Josep decepcionado y traicionado, decide irse a Barcelona para unirse a la columna Durruti y reconquistar Zaragoza y allí lo acompaña Montse. Pasarán unas semanas de verdadera catarsis en las que Josep se irá dando cuenta de muchas cosas. En los días de descanso que se permite antes de alistarse, verá la atrocidad y el despropósito de una guerra que es imposible ganar porque los que la dirigen carecen de experiencia, de armas y de formación militar suficiente (de la más mínima formación militar, en la mayoría de los casos). "Siente que le invade lentamente un malestar. No puede evitar oír, tras los discursos que corren, las prédicas de la propaganda revolucionaria que cubre las paredes de la ciudad y que no tiene nada que envidiar a la catequesis de don Miquel, el cura de su infancia", Las frases altisonantes que él mismo pronunciara hace unos días empiezan a sonarle a catecismo, a palabras mendaces improvisadas para engañar a adolescentes ilusos. Su destino lo sellará la conversación escuchada una noche en la terraza de un café donde dos hombres ahítos de aguardiente celebran entre grandes risotadas los dos sacerdotes que han asesinado esa tarde en que "pensaban que iban a volver de vacío". A Josep se le terminan de caer las pocas ilusiones que le quedaban y decide volver al pueblo.
Montse resistirá más. Se divertirá como nunca lo había hecho, vivirá la revolución de forma más despreocupada que su hermano, se enamorará una noche y perderá a su amor al día siguiente. Finalmente, también terminará por regresar a la casa paterna y al pueblo. Allí estabilizará su vida como menos hubiera podido imaginarse. Y se sentirá "culpable de estar demasiado cansada y ser demasiado mayor, pensaba, para querer a otro hombre por amor, cuando acababa apenas de cumplir dieciséis años".
En el pueblo asistirán ambos hermanos a las Jornadas de Mayo (de 1937) que supusieron el fin de los sueños revolucionarios cuando los movimientos anarquistas sean barridos por la disciplina sin fisuras y el discurso práctico y perfectamente estructurado de los comunistas. Sin olvidar las acusaciones de traición y connivencia con Hitler y con los nacionales que, de forma injusta y estúpidamente inverosímil, cayeron sobre ellos.
La otra trama argumental que se va entreverando con la anterior se refiere al escritor francés Georges Bernanos y a los hechos que supusieron la génesis de su ensayo "Los grandes cementerios bajo la luna". Bernanos vive en Palma de Mallorca cuando comienza la guerra. Su hijo Yves, con el beneplácito de su padre, viste el uniforme azul de la Falange y se dispone a luchar en la toma de Madrid que se prevé inminente. Él mismo convierte su casa en la Oficina de Prensa de los falangistas en la ciudad mallorquina. Es un hombre conservador, cristiano; un hombre que "tiene las ideas que todo el mundo conoce". Unas ideas que se vendrán abajo cuando asista espeluznado a los crímenes sin justificación, los "paseos" de madrugada, las ejecuciones sin juicio por el hecho de detentar ideas sospechosas... y todo ello legitimado por los representantes de la iglesia que, con el crucifijo en la mano, absuelven los pecados posibles de los ajusticiados y los crímenes seguros de los verdugos.
También las nobles ideas de Bernanos, como las de Josep en el otro bando, serán traicionadas y él se verá en la situación de denunciarlo aun sabiendo que se pone en contra a muchos intelectuales franceses que han defendido en la prensa las ideas de los nacionalistas españoles. Pero "Bernanos no puede cerrar los ojos ante la evidencia. Y la simpatía que le inspiraba la antigua Falange [...], esa antigua Falange que profesaba en la anteguerra el mismo desprecio hacia el ejército traidor al rey que hacia el clero «dado a componendas y prevaricaciones» y en el que su hijo Yves depositó entusiasmado su simpatía, no puede sustraerse a esa realidad: la depuración emprendida por los nacionales con la inmunda bendición del clero es ciega, sistemática, y comulga con el Terror". Y Bernanos lo contará y se le acusará de connivencia con los comunistas porque los sectarismos de uno y otro lado no entienden ni de matices, ni de reflexiones personales e independientes, ni de conciencias libres. Si no estás conmigo estás contra mí y con mis enemigos. Y se le acusará de catastrofista por parte de esos optimistas que, para no tener que reparar en los sufrimientos, que muchas veces provocan o les son indiferentes, prefieren ver el mundo color de rosa. Aunque tres años después tengan que darle la razón (¿o ni siquiera entonces, camuflados en Vichy, se la darán?).
Lydie ha contado con testimonios muy valiosos para escribir su novela. Por una parte el relato de su madre que ha vivido setenta años en un pueblo del Languedoc, setenta años que no existen porque han sido borrados por el peso de los recuerdos anteriores. "No persiste en su memoria más que aquel verano del 36, en que la vida y el amor la atornillaron, aquel verano en el que tuvo la sensación de vivir plenamente y acorde con el mundo, aquel verano de juventud total". Por otra, "Los grandes cementerios bajo la luna", el libro en el que Bernanos denunció la impostura, y que Lydie lee paralelamente al relato de su madre. El libro que se fue forjando en las crónicas publicadas con regularidad en la revista católica francesa Sept, dirigida por dominicos (también en la Iglesia hay clases y también los dominicos fueron acusados de cooperar con los comunistas).
Con esos testimonios privilegiados, Lydie escribe una novela original en la forma, aportando a lo escrito sobre la Guerra Civil, esa parte menos trabajada que trata de la desilusión a que son sometidas las ideas cuando se enfrentan con su materialización en la realidad.
El despertar de los sueños o, lo que es peor, permanecer dormida y anclada en ellos mientras se van transformando en pesadillas es lo que podemos encontrar en estas páginas. "El verano radiante de mi madre, el año lúgubre de Bernanos, cuyo recuerdo quedó hincado en su memoria como una navaja que le abría los ojos: dos escenas de una misma historia, dos experiencias, dos visiones que desde hace unos meses han penetrado en mis noches y mis días, donde, lentamente, reposan como una infusión".
Con "No llorar" Lydie Salvaire ganó el Premio Goncourt en 2014.
Lydie Salvayre es hija de refugiados españoles que huyeron a Francia después de la Guerra Civil. Y sobre la Guerra Civil trata este libro, o más bien sobre dos episodios enmarcados en la Guerra Civil. Ambos empiezan con gran ilusión, con nobles ideas para construir un mundo mejor, más amable, más vivible para todos; ambos acaban en la más terrible decepción, el desengaño más profundo que se puede sufrir porque es el desengaño de las propias ideas, el ver cómo lo que creíamos justo se nos cae de las manos y se nos deshace en charcos de sangre, resentimiento, odio, e incomprensión.
Dos historias se enredan en esta novela, aunque una de ellas tenga más extensión y ocupe más espacio en la pluma de la autora y en la percepción del lector. Esta, la más extensa, trata de los episodios contados a Sylvie por su madre, Montse, "Estamos en España en 1936. La guerra civil está a punto de estallar, y mi madre es una pobre mala. Una pobre mala es una pobre que abre la boca. Mi madre, el 18 de julio de 1936, abre la boca por primera vez en su vida. Tiene quince años. Vive en un pueblo perdido de la Cataluña alta, donde, desde hace siglos, los grandes terratenientes mantienen a familias como la suya en la más extrema pobreza".
Y la madre abre la boca porque se siente insultada, porque cuando va a casa de los señores para ofrecerse como criada, el señor la mira y comenta que parece muy modesta y eso saca de su interior una rabia que no sabía que tenía allí acumulada, una rabia que se ha ido incubando o incrementando cuando volvió su hermano Josep hablando de un mundo nuevo, y es que, cuando Josep llegó a Lérida en mayo, ese año como todos, para la cosecha de la almendra, encontró algo distinto, una alegría que estallaba en las calles y en las tabernas al conjuro de nuevas palabras como fraternidad, libertad, solidaridad, revolución, comunidad... anarquismo, muera la muerte y viva la libertad. Su hermano no es rojo, es rojo y negro.
Casi ochenta años después, Montse, una anciana de noventa, le contará a su hija Lydie lo acontecido en aquel verano del 36, cuando la revolución fue algo más que una esperanza y mucho menos que una promesa cumplida.
En el pueblo, Josep se enciende de revolución y contagia a todo el mundo su fiebre de libertad en un discurso que pronuncia el 23 de julio. "Al día siguiente, todo el pueblo está en efervescencia. [...] Transcurridos dos días, el entusiasmo se mitiga lentamente. [...] Tres días después, totalmente serenos y rabiosos por haberse dejado llevar por el entusiasmo, los campesinos dejan traslucir sus dudas y sus crecientes inquietudes. [...] Cuatro días después, las reticencias medio formuladas se expresan a voz en cuello. El quinto, todos o casi todos han renunciado". Cinco días escasos han servido para que el pueblo pase de la pasión revolucionaria a la suspicacia y la desconfianza porque es un pueblo donde nada cambia, nada ha cambiado en siglos y nada debe cambiar ahora. Los ricos son ricos y deciden el futuro de los pobres que para eso son pobres y siempre lo serán. Desde que naces, según la familia en que naces, se decide tu destino hasta tu muerte.
Josep decepcionado y traicionado, decide irse a Barcelona para unirse a la columna Durruti y reconquistar Zaragoza y allí lo acompaña Montse. Pasarán unas semanas de verdadera catarsis en las que Josep se irá dando cuenta de muchas cosas. En los días de descanso que se permite antes de alistarse, verá la atrocidad y el despropósito de una guerra que es imposible ganar porque los que la dirigen carecen de experiencia, de armas y de formación militar suficiente (de la más mínima formación militar, en la mayoría de los casos). "Siente que le invade lentamente un malestar. No puede evitar oír, tras los discursos que corren, las prédicas de la propaganda revolucionaria que cubre las paredes de la ciudad y que no tiene nada que envidiar a la catequesis de don Miquel, el cura de su infancia", Las frases altisonantes que él mismo pronunciara hace unos días empiezan a sonarle a catecismo, a palabras mendaces improvisadas para engañar a adolescentes ilusos. Su destino lo sellará la conversación escuchada una noche en la terraza de un café donde dos hombres ahítos de aguardiente celebran entre grandes risotadas los dos sacerdotes que han asesinado esa tarde en que "pensaban que iban a volver de vacío". A Josep se le terminan de caer las pocas ilusiones que le quedaban y decide volver al pueblo.
Lydie Salvayre |
En el pueblo asistirán ambos hermanos a las Jornadas de Mayo (de 1937) que supusieron el fin de los sueños revolucionarios cuando los movimientos anarquistas sean barridos por la disciplina sin fisuras y el discurso práctico y perfectamente estructurado de los comunistas. Sin olvidar las acusaciones de traición y connivencia con Hitler y con los nacionales que, de forma injusta y estúpidamente inverosímil, cayeron sobre ellos.
La otra trama argumental que se va entreverando con la anterior se refiere al escritor francés Georges Bernanos y a los hechos que supusieron la génesis de su ensayo "Los grandes cementerios bajo la luna". Bernanos vive en Palma de Mallorca cuando comienza la guerra. Su hijo Yves, con el beneplácito de su padre, viste el uniforme azul de la Falange y se dispone a luchar en la toma de Madrid que se prevé inminente. Él mismo convierte su casa en la Oficina de Prensa de los falangistas en la ciudad mallorquina. Es un hombre conservador, cristiano; un hombre que "tiene las ideas que todo el mundo conoce". Unas ideas que se vendrán abajo cuando asista espeluznado a los crímenes sin justificación, los "paseos" de madrugada, las ejecuciones sin juicio por el hecho de detentar ideas sospechosas... y todo ello legitimado por los representantes de la iglesia que, con el crucifijo en la mano, absuelven los pecados posibles de los ajusticiados y los crímenes seguros de los verdugos.
También las nobles ideas de Bernanos, como las de Josep en el otro bando, serán traicionadas y él se verá en la situación de denunciarlo aun sabiendo que se pone en contra a muchos intelectuales franceses que han defendido en la prensa las ideas de los nacionalistas españoles. Pero "Bernanos no puede cerrar los ojos ante la evidencia. Y la simpatía que le inspiraba la antigua Falange [...], esa antigua Falange que profesaba en la anteguerra el mismo desprecio hacia el ejército traidor al rey que hacia el clero «dado a componendas y prevaricaciones» y en el que su hijo Yves depositó entusiasmado su simpatía, no puede sustraerse a esa realidad: la depuración emprendida por los nacionales con la inmunda bendición del clero es ciega, sistemática, y comulga con el Terror". Y Bernanos lo contará y se le acusará de connivencia con los comunistas porque los sectarismos de uno y otro lado no entienden ni de matices, ni de reflexiones personales e independientes, ni de conciencias libres. Si no estás conmigo estás contra mí y con mis enemigos. Y se le acusará de catastrofista por parte de esos optimistas que, para no tener que reparar en los sufrimientos, que muchas veces provocan o les son indiferentes, prefieren ver el mundo color de rosa. Aunque tres años después tengan que darle la razón (¿o ni siquiera entonces, camuflados en Vichy, se la darán?).
Lydie ha contado con testimonios muy valiosos para escribir su novela. Por una parte el relato de su madre que ha vivido setenta años en un pueblo del Languedoc, setenta años que no existen porque han sido borrados por el peso de los recuerdos anteriores. "No persiste en su memoria más que aquel verano del 36, en que la vida y el amor la atornillaron, aquel verano en el que tuvo la sensación de vivir plenamente y acorde con el mundo, aquel verano de juventud total". Por otra, "Los grandes cementerios bajo la luna", el libro en el que Bernanos denunció la impostura, y que Lydie lee paralelamente al relato de su madre. El libro que se fue forjando en las crónicas publicadas con regularidad en la revista católica francesa Sept, dirigida por dominicos (también en la Iglesia hay clases y también los dominicos fueron acusados de cooperar con los comunistas).
Con esos testimonios privilegiados, Lydie escribe una novela original en la forma, aportando a lo escrito sobre la Guerra Civil, esa parte menos trabajada que trata de la desilusión a que son sometidas las ideas cuando se enfrentan con su materialización en la realidad.
El despertar de los sueños o, lo que es peor, permanecer dormida y anclada en ellos mientras se van transformando en pesadillas es lo que podemos encontrar en estas páginas. "El verano radiante de mi madre, el año lúgubre de Bernanos, cuyo recuerdo quedó hincado en su memoria como una navaja que le abría los ojos: dos escenas de una misma historia, dos experiencias, dos visiones que desde hace unos meses han penetrado en mis noches y mis días, donde, lentamente, reposan como una infusión".
¡¡¡¡Hola!!!!
ResponderEliminarOye pues me gusta el enfoque, aunque sobre este tema se ha escrito mucho este enfoque es original.
Como siempre una reseña maravillosa.
Besos.
Es muy original y trata temas poco tratados y de una forma poco usada. Los premios Goncourt son muy buenos. No he leído muchos, pero los pocos que han caído en mis manos, han merecido, y mucho, la pena.
EliminarUn beso.
Es otro punto de vista de los hechos acontecidos en la guerra civil y estoy de acuerdo en la apreciación que hace gemma ya que a mi también me lo parece. Lo apunto aunque ahora me a dado por buscar libros entretenidos y que me saquen unas risas o que me atrapen con el suspense, en fin, lo dejaré posiblemente para el invierno este , la reseña como siempre maravillosa. Un beso. TERE.
ResponderEliminarEn invierno, en una tarde de frío y lluvia, al calor de la casa y en un sillón cómodo, no se me ocurre mejor lectura.
EliminarEspero que te guste.
Un beso.
A pesar de lo que cuentas, creo que esta vez la voy a dejar pasar, demasiado pendiente.
ResponderEliminarBesos
Así estamos todos. Es desesperante ver todo lo que apetece apuntar y la imposibilidad de asumirlo.
EliminarUn beso solidario de lectora superada por las circunstancias.
Como comentaron Marigem y Teresa, a mí también me parece un enfoque novedoso para tratar un tema tan trillado de la literatura española. Que ojo, la Guerra Civil (como cualquier otra guerra) es un aspecto que nunca debe caducar, pero creo que todavía hay otros ángulos desde los que entender este fatídico episodio de nuestra historia.
ResponderEliminarHas hecho una reseña muy completa de "No llorar", por lo que la originalidad de esta obra ha despertado toda mi curiosidad.
Besos, Rosa.
Hay muchos aspectos sin tratar. Algunos que ni imaginamos. El arte es eterno en sus estrategias y motivaciones, por eso nunca se acaban los subtemas y los enfoque dentro de un mismo tema. Solo hay que saber encontrarlos. Este es muy original porque mezcla y compara dos ideologías válidas y, cada una a su manera, nobles; y muestra como ambas, cada una en su campo, son defraudadas y tergiversadas. Y esto no implica equidistancia por mi parte, que cualquiera que me conozca sabe que estoy mucho más cerca de un campo que de otro, pero eso daría para muchas palabras que no caben aquí.
EliminarUn beso.
¡Hola Rosa! Me gustaría leerlo, parece ser bastante original y toca un tema que me interesa mucho...Gracias por la fantástica reseña. Un besote!
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. Creo que, a poco que interese el tema este libro gustará porque aporta una visión nueva y muy interesante.
EliminarUn beso.
Fantástica reseña, Rosa, pero la voy a dejar pasar porque este episodio de nuestra historia no me interesa mucho y además tengo una lista interminable de lecturas mas apetecibles. Besos
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Marina. Me alegro de que, al menos, la reseña te haya gustado.
EliminarEntiendo que la dejes pasar si el tema no te interesa lo suficiente. Demasiado para leer.
Un beso.
Una lectura muy interesante, aunque ambientado en la Guerra Civil, trata un tema universal: el valor de las ideas y su uso como elemento de movilización de masas. El individuo razona, siente y duda; la masa se autoalimenta en el dogma, cuando alguien se sube al púlpito, religioso o político, la masa asiste, se entusiasma y la idea pierde su racionalidad para convertirse en un sentimiento, algo mucho más fácil de manejar y controlar. Bueno, creo que me enrollo demasiado. Una lectura muy prometedora, gracias por dárnosla a conocer. Un abrazo!!
ResponderEliminarSí, otra vez vuelve a salir la masa, fácilmente manejable en un sentido u otro y brutal cuando actúa enmascarada por el bulto que anula la individualidad. Así se explican, creo, muchas de las barbaridades que se cometen en ciertas épocas.
EliminarRealmente, una lectura muy recomendable.
Un beso.
Y yo me pregunto como No llorar...
ResponderEliminarGracias por tus impresiones Rosa, tengo varios libros pendientes ambientados en este periodo oscuro y trágico, creo que añadiré este que tú nos propones.
Abrazos.
hay historias que son para llorar y gritar y, realmente, esta es de esas. Es un tema del que nunca me canso, la verdad. Siempre que el libro tenga calidad, claro. Si a ti también te interesa lo relativo a la Guerra Civil, este libro te gustará.
EliminarUn beso.
No me disgusta lo que cuentas pero tengo tanto pendiente y que quiero leer pronto, que voy a dejarlo pasar. A ver si consigo aligerar. Fantástica reseña.
ResponderEliminarUn beso ;)
En lo mismo ando, pero ya lo doy por imposible. Apunto a más velocidad que leo. No voy a pensarlo que me pongo nerviosa. No, es broma. La verdad es que disfruto de lo que leo, abandono lo que no me gusta y releo lo que me apetece. Lo que quede pendiente, ahí quedará.
EliminarUn beso y gracias por tus palabras.
Me gusta ese enfoque de la desilusión de las ideas, pero mucho. Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarBesos
Me estoy aficionando a los Premios Goncourt. Los pocos que he leído me han gustado mucho. Creo que esta novela te gustará por el contenido y por la forma.
EliminarUn beso.