Diciembre 2019
Mi nombre es Martín Romaña y ésta
es la historia de mi crisis positiva. Y la historia también de mi cuaderno
azul. Y la historia además de cómo un día necesité de un cuaderno rojo para
continuar la historia del cuaderno azul. Todo, en un sillón Voltaire.
En efecto, el día siete de junio de
1978, entré en crisis, como suele decirse por ahí, aunque positiva, en mi caso,
pues logré por fin salir de la melancolía blue blue
blue como
solía llamarla Octavia, que fue primero Octavia de Cádiz a secas, porque
durante largo tiempo la conocí sólo en estado o calidad de aparición, sí, lo
cual me impedía, como es lógico, bañarla en ternura con miles de apodos que
prácticamente no vendrán al caso en el cuaderno azul, pero que en cambio
justificarán plenamente la adquisición del cuaderno rojo. Plenamente, Octavia.
Cabe advertir,
también, que el parecido con la realidad de la que han sido tomados los hechos
no será a menudo una simple coincidencia, y que lo que intento es llevar a
cabo, con modestia aparte, mucha ilusión y justicia distributiva, un esforzado
ejercicio de interpretación, entendimiento y cariño multidireccional, del tipo a
ver qué ha pasado aquí.
Aparte de esta de lectura fallida tampoco es que me haya perdido mucho de su obra narrativa. Tan solo una novela publicada en 2007. Desde 2012 el autor no ha vuelto a publicar nada, ni novelas ni cuentos ni artículos ni textos biográficos. Un escándalo relacionado con una acusación de plagio de artículos periodísticos por la que fue condenado, puede ser la causa del final de la carrera de Bryce Echenique.
"La vida exagerada de Martín Romaña" es uno de los libros más divertidos que nunca he leído. Empezaré confesando que recuerdo muy pocos detalles, pero alguno de ellos no lo podré olvidar mientras viva. La novela, incluida en la famosa lista del diario El Mundo de las 100 mejores novelas escritas en español durante el siglo XX, está narrada en primera persona por Martín Romaña, un joven peruano que está estudiando en el París de los años sesenta, en la Sorbona.
Martín Romaña, sentado en su sillón Voltarire del que no querría separarse nunca, lo ve todo muy claro, tan claro como se dispone a contárnoslo en el cuaderno azul. "Yo quisiera que me entierren en mi sillón Voltaire [...] sólo cuando estamos juntos lo veo todo claro. Todo, penas, alegrías, sueños, lo que he sido y lo que no he sido. Todo. Todo lo que empezó el día en que, navegando nuevamente, y ya saben cómo navego yo, abandoné las dificultades limeñas para insertarme de cabeza en las de aquel sueño parisino sin dificultades limeñas...".
El viaje a Europa (ya saben cómo navego yo) ya se complica en exceso y le supone varios intentos. No en vano, Martín se declara el primer náufrago a bordo del primer barco que naufraga en el Canal de Panamá. Su llegada a Francia no es menos desastrosa, con un desembarco en Dunquerque en el que pierde un baúl con lo más preciado de su biblioteca.
Entre los sucesos de la estancia en París, nos irá narrando también el pasado y sabremos de su infancia y adolescencia en Perú, en una familia de clase media alta bastante acomodada; sabremos de sus deseos de imitar a Hemingway y viajar a París y encontrar la inspiración que seguro que allí le espera para escribir una novela inolvidable. Unos deseos que fueron la causa de su accidentado viaje transoceánico.
Su estancia en París está exenta de las dificultades limeñas, en efecto, pero no puede sustraerse a las dificultades parisinas, porque él, un joven de familia bien, acostumbrado al baño diario y a una gran casa con todas las comodidades, ahora se aloja en un hotelucho en el que cada mañana tiene que pagar un franco para que le den la llave de la ducha. Cuando por fin alquila un apartamento con baño tiene que sufrir las burlas de sus amigos y ser tachado de burgués.
Sus fracasos continúan y las peripecias se suceden sin pausa: enfermedades, la llegada de su novia Inés desde Lima, las reuniones políticas a las que le arrastra, la boda entre ambos que a decir de sus amigos "era una especie de boda entre el Gatopardo y la Pasionaria", su imposibilidad para escribir su novela, la separación de Inés en Mayo del 68 y el terrible episodio de las hemorroides derivado de toda una serie de trastornos psicosomáticos producidos por la misma. Todo ello contado en el cuaderno azul años después. Un cuaderno azul que tal vez, sin que él mismo se haya dado cuenta, sea esa novela que Martín Romaña quería escribir acerca de la vida de los latinoamericanos en París. Esas historias que también les hemos leído a Cortázar, a Vargas Llosa y a tantos otros.
Hasta que conoce a Octavia de Cádiz y aparece el sillón Voltaire y se compra un cuaderno rojo para contar esa otra parte más luminosa de su vida porque, además, el cuaderno azul se ha terminado.
"La vida exagerada de Martín Romaña" tiene su continuación en "El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz", pero esa ya es otra historia.
No hay película sobre esta novela. Creo que "La vida exagerada de Martín Romaña", en su propia exageración, hace un tanto difícil el traslado a la pantalla y no encuentra a nadie que se atreva con ella. Tampoco es una historia para grandes públicos y puede que la falta de adaptación se deba a que no se ve claro el rendimiento económico que pudiera aportar. Por otra parte, tampoco hay necesidad de llevarlo todo a imágenes. Las que esta novela me ha dejado en la imaginación jamás podrían ser superadas por las de una pantalla.
Y así termina "La vida exagerada de Martín Romaña".
Pero sólo cuando Octavia, desde una
prudente distancia, me señaló los cinco bultitos, y se mataba de risa y resulta
que era bastante miope, algo divertido volvió a presentárseme, algo que un
hombre tan enamorado de Inés era totalmente incapaz de definir. Pero Octavia
continuaba riéndose conmigo y eso ya era mucho, era algo muy divertido, en
realidad, y he vuelto a amar.
Las novelas que aparecen en esta sección, "Bienvenido nuevo mes literario", no están recién leídas*, pero están leídas. Se trata de novelas con las que quiero comenzar cada mes. Cada entrada comienza con el principio del libro y termina con su final. No pretende ser una reseña, sino el comentario sobre una historia que me marcó lo suficiente como para poder hablar de ella aunque haga ya muchos años que la leí. Por ello, espero que me perdonéis si incurro en algún error.
*las citas están sacadas de las que anoté en el momento de la lectura y que me ayudan mucho a recordar.
Fecha de lectura: 1992
Título del libro: La vida exagerada de Martín Romaña
Nacionalidad: Perú
Nacionalidad: Perú
Autor: Alfredo Bryce Echenique
Editorial: Plaza y Janés
Editorial: Plaza y Janés
Año de publicación: 1985
Año de publicación original: 1981
Hola, Rosa. Pues reconozco que no he leído a Bryce Echenique pero después de esta reseña voy a tener que solucionarlo ;)
ResponderEliminarEs un autor divertido y muy bueno que nos muestra la vida en Perú en la clase media alta. Yo creo que merece la pena.
EliminarUn beso.
Hola Rosa! Me llevo tu recomendación para conocerlo.gracias .siempre un placer leerte y sacar futuras lecturas!!
ResponderEliminarMe alegro de proporcionaros lecturas y aumentar vuestra lista de pendientes.
EliminarUn beso.
Por motivos que ya conoces, con la literatura peruana me tocas la fibra sensible. He sido lector esporádico de Bryce Echenique, con sus cuentos, magníficos, en uno de esos interesantes libritos de Espasa. No he catado el que traes. Por casa tengo pendiente “Un mundo para Julius”. Eso sí, ni de lejos me aproximo a tu bagaje con Bryce.
ResponderEliminarEsa característica que señalas de su humor brillante, es definitoria de sus colegas peruanos, y creo que en toda Latinoamérica, por lo general, son los manejan ese recurso con mayor talento… luego tenemos genios como el guatemalteco (hondureño de nacimiento) Monterroso que son caso aparte.
Esa atmósfera de tragicomedia que se respira en Lima, que yo mismo he experimentado, es fuente inagotable para las narraciones más inimaginables, un escenario de lo más estimulante para la inspiración, en cualquier esquina, en la “combi”, en el mercado, en una tasca o cevichería… hay alguna historia increíble que contar. A veces es difícil discernir que es ficción y realidad en Lima…
Muy curiosa esa estela parisina de Hemingway que sigue Bryce, queriendo emular al norteamericano… exactamente igual que hiciera Vila-Matas, y reflejara su obsesión con Hemingway en “París no se acaba nunca”, recalando, como Bryce, en París.
Huelga decir que en su periplo parisino, Bryce se apoyó en su inseparable amigo, el también peruano y escritor Julio Ramón Ribeyro, a la sazón mentor de Bryce, una especie de maestro para él, como siempre afirmó, Bryce nunca escatimaba el sabio consejo de Ribeyro (y para mí, también Ribeyro es el mejor cuentista peruano).
Ni que decir tiene las copas de vino que bebieron juntos en algún café parisino, mirando a los transeúntes caminar por la calle.
Una excelente reseña, Rosa, que me ha revelado anécdotas desconocidas, me ha encantado tu manera de abordarlo, certera, brillante y reveladora.
Un beso, y disculpas por el tocho… pero ces que con los autores peruanos, ya sabes.
"Un mundo para Julius" es una novela deliciosa desde el punto de vista de un niño y me gustó más aún "No me esperen en abril" en este caso, narrado por un adolescente.
EliminarDe tu comentario saco varias lecturas: Monterroso, del que no he leído nada; Vila-Matas, del que he leído varias cosas, pero no el libro que dices, y Riveyro del que tengo pendiente leer algunos relatos.
Es cierto que los peruanos tienden al humor, pero creo que nadie como Bryce Echenique en esta novela de "La vida exagerada de Martín Romaña".
Un autor muy recomendable para ti que conoces Lima y los escenarios que retrata.
Un beso.
Hola, Rosa. No conocía al autor peruano pero me apena que se haya retirado de la literatura. El tema de los plagios es muy delicado y quizás sea por él o por las editoriales el final de su carrera. Estoy de acuerdo en que no todo libro es adecuado para adaptarlo al cine. Quizás el último ejemplo sea la obra de Antonio Orejudo "Ventajas de viajar en tren". Funcionaba a la percepción como novela y en mi opinión la adaptación cinematográfica es fallida.
ResponderEliminarBesos y feliz mes de diciembre lector.
Es una pena, sí, pero si aparte de acusación hay condena no es extraño que las editoriales salgan corriendo. No sé si será cierto o no, pero la pena es que ya no haya más novelas del autor.
EliminarNo he visto "Ventajas de viajar en tren" y tengo ganas aunque veo que no te hizo mucha gracia. Por cierto, no sabía que había una novela. La buscaré.
Un beso.
Está claro que a través de las recomendaciones que nos haces en tu blog descubro autores totalmente desconocidos para mi, caso de este peruano. Pese a que veo que has disfrutado con su lectura, tanto el comienzo de la novela que resaltas al principio, como el final, no me invitan a animarme con esta lectura. Besos.
ResponderEliminarDisfruté mucho con Bryce Echenique durante años, aunque entiendo que no es un autor que guste a todo el mundo y además hay mucho para leer y no damos de sí el tiempo.
EliminarUn beso.
Ya quisiera yo recordar "tan pocos detalles" de cualquier novela como tú de ésta, Rosa. ¡Nunca dejas de asombrarme! Si yo intentara rememorar por escrito, aunque fuera vagamente, un libro leído hace años, creo que sencillamente tendría que volver a leerlo. En fin...
ResponderEliminarNo conocía a este autor pero la bilogía, según dices, resulta divertida. Así que me la apunto para algún momento en que me apetezca algo del estilo. ¡Gracias por recordar para nosotros! :))
Un beso.
Es que a esta sección sólo traigo libros que me han dejado huella y de los que recuerdo algo, pero a veces, tengo que hojear para buscar el nombre de algún personaje y, sobre todo, las notas y los subrayados que son los que más pistas me dan.
EliminarEstas dos novelas que nos cuentan las aventuras de Martín Romaña son un puro disparate y muy divertidas.
Un beso.
Me parece una novela muy original y divertida. Esa azarosa vida de un limeño en la Ciudad de la Luz seguro que no tiene desperdicio.
ResponderEliminarUn beso.
La verdad es que tiene poco desperdicio. Yo me reí mucho y además está muy bien escrito, con esa forma de hablar el español en Perú que me encanta.
EliminarUn beso.
No he leído al autor, pero desde luego después de tu reseña dan ganas de hacerlo. Besos.
ResponderEliminarPues si lo lees, espero que te guste. Yo he disfrutado mucho con él.
EliminarUn beso.
Tampoco he leído nada de este autor peruano, aunque si recuerdo haber leído algunas entrevistas y artículos suyos en periódicos nacionales.
ResponderEliminarDespués de leer tu entrada, ya me ha picado la curiosidad por descubrir el misterio de sus cuadernos Azul y Rojo, aunque claro para eso tendré que iniciar la lectura de "La vida exagerada de Martín Romaña" y ya veré luego si continúo con la siguiente de la biología.
Un beso.
No me extraña que te haya picado porque aunque ni yo ni mi memoria seamos las mejores embajadoras de nadie, la novela es tan disparatada a la vez que real que se vende sola y a poco que se hable de ella, entran ganas de leerla. Yo leí las dos historias seguidas y eso es señal de lo mucho que me gustó la primera. De lo que me gustó la segunda son prueba todo el resto de la narrativa del autor que me leí después.
EliminarVivió durante quince años en España y tiene el Premio Nacional de Narrativa en 1998 por lo que es normal que hayas leído artículos y entrevistas. Algunos de los artículos que le acusaron de plagiar eran de autores españoles, como Sergi Pàmies, y estaban publicados en medios españoles como La Vanguardia.
Ya me contarás.
Un beso.
Hola Rosa, a mi me cuesta conectar con Echenique, leí La vida exagerada de Martín Romana, Un mundo para Julius y otro que creo que se llama El huerto de mi amada y sin disgustarme del todo tampoco me llegaron del todo, no se si en algún momento lo retomare porque la aunque los leí hace muchísimos años, la verdad es que en estos momentos no es un autor que me apetezca. Besinos.
ResponderEliminarEs para gustos, como todo. A mí me gustaron los tres libros que mencionas. Aunque de "El huerto de mi amada" recuerdo muy poco, más allá de que me gustó.
EliminarEs un autor interesante aunque entiendo que pueda dar pereza porque no es de lis más fáciles.
Un beso.
Estoy intentando hacer memoria y no recuerdo haber leído nada de este autor, aunque sigo pensando que sí. En cualquier caso me apunto esta obra que traes para abrir diciembre, eso de que sea divertida me parece estupendo. No es habitual encontrar historias divertidas y que, además, estén bien escritas.
ResponderEliminarUn besote.
Hay que apuntar todo lo que se lee. Yo no sabría qué hacer sin mi lista de leídos.
EliminarEste autor es muy divertido, aunque su humor es un tanto amargo e irónico. Y desde luego, escribe muy bien.
Un beso.
Desde luego que ese inicio ya nos avanza una lectura con mucho sentido del humor, y el humor siempre es algo muy apetecible. De lo que no me había enterado era de ese plagio al que fue condenado. Un asunto espinoso y muy poco entendible en un autor que ya era reconocido. Buscaré un poco más de información, sin duda de no volver a publicar sería un triste final a una estupenda carrera escritora. Un abrazo, Rosa!
ResponderEliminarPues sí que es un triste final porque era uno de los grandes escritores latinoamericanos.
EliminarNo me gusta nada juzgar aunque está vez hubo condena. Pero sea como sea, no quita para que sus obras sean muy buenas y merezcan el reconocimiento debido.
Yo también me enteré recientemente.
Un beso.
Hola.
ResponderEliminarUffff, el tema de los plagios es muy delicado.
Creo que no he leído nada de este autor. Me maravilla lo ordenada que eres con tus lecturas, apuntando citas y todo.
Muy feliz día.
Las tengo apuntadas, las citas, desde que leí los libros. Son libros que me han marcado de forma especial por lo que recuerdo cosas y tengo subrayados o apuntes.
EliminarEs una pena porque es un buen escritor, inteligente e ingenioso y no creo que necesitará plagiar, pero en fin, hay condena y a saber lo que pasó.
Un beso.