"El murmullo de las abejas" Sofía Segovia
"Aunque la vida no da garantías, a veces sí da regalos". A Simonopio, el regalo de la familia Morales Cortés, lo trajo la nana Reja. Cuando volvió por fin aquella mañana. La nana Reja ya no es nana de nadie y pasa los día en una mecedora con la que ya se ha convertido en madera; madera la mecedora, madera ella misma. Tan solo el llanto que nadie más oyó fue capaz de levantarla de su balanceante asiento y llevarla por el camino hacia el puente bajo el que un bebé lloraba cubierto por un manto de abejas que lo abrigaba y lo protegía.
Ya no es nana de nadie, pero lo había sido de muchos niños. De Guillermo Morales y de sus veintidós hermanastros. Y luego de los hijos de Guillermo del que solo uno, Francisco, había sobrevivido. Ahora Francisco está casado y tiene dos hijas, pero la nana Reja "ya no amamantó a las hijas de Francisco y de su esposa, Beatriz. El tiempo se había encargado de secar a Reja, que ya ni se acordaba cuántos niños de los alrededores habían vivido gracias a su abundancia". Ahora pasa los días de la cama a la mecedora y de la mecedora a la cama gozando de un descanso bien merecido. Hasta aquel amanecer de octubre de 1910 en que nana Pola descubrió alarmada que nana Reja no estaba en su mecedora ni había amanecido en la cama pareja a la suya. La alarma cundió en toda la hacienda y ya Beatriz, la señora, había encargado un ataúd de madera fina y decidido envolver a la nana en una sábana de lino blanco.
Cuando la encontraron, a la sombra de la anacahuita, tenía en sus brazos dos bultos, uno envuelto con su delantal y otro protegido por su rebozo. El primero era un panal de abejas, el segundo, un bebé que lloraba. Un bebé monstruoso de cara al que hubo que proteger de la superstición de algunos. El bebé fue un regalo para Francisco y Beatriz. Era un bebé asombrosamente sano que no se había desangrado a pesar de tener el cordón umbilical sin atar. Era sano y era un regalo cuyo misterio jamás se resolvería, pero... "—Pero, doctor, ¿y la boca? —preguntó Beatriz, preocupada.
La quijada inferior estaba formada a la perfección, pero la superior se abría desde la comisura del labio hasta la nariz. No tenía labio, encía superior al frente ni paladar.
[...] es una malformación. A veces así sucede, como cuando se nace sin dedos o con dedos de más. Es triste, pero natural. Nunca me había tocado atender un caso, aunque lo he visto en libros" — contestó el doctor Cantú.
Con leche de cabra y miel de las abejas le fueron alimentado, gota a gota para evitar que se ahogara. Pero sobrevivió y se quedó para siempre en la familia. Y las abejas también se quedaron y siempre revolotearon alrededor del niño sin picarle jamás, ni picar a nadie que en compañía y amistad lo acompañara. Y entre Simonopio y las abejas salvaron a la familia varias veces. La salvó Simonopio, literalmente, al impedir el contagio de la gripe española que se presentó cuando Simonopio tenía ocho años y se empeñó en impedir que nadie pisara el pueblo en los momentos de ignorancia y de no saber qué era aquello que mataba sin avisar; le salvó la economía cuando la Reforma Agraria amenazaba con quitarles buena parte de sus tierras y gracias al niño y a sus abejas Francisco descubrió la forma de impedirlo.
Pero si para la familia fue un regalo la llegada de Simonopio para su miembro más pequeño fue el referente de toda su infancia. Al menos hasta el día en que cumplió los siete años y todo cambió. Para cuando Francisco chico nació, Simonopio ya llevaba casi trece años de vivir con la familia. Para entonces, sus padres eran ya abuelos y el padre que poco se había preocupado de la educación de las hermanas pensando que como mujeres a su madre correspondía, ahora decidió que Francisco chico no podía ser delicado en aquella tierra dura y llena de amenazas. Pero el padre, a más de que no hubiera sabido qué hacer con el bebé, tenía demasiado trabajo entre haciendas y ranchos y maíces y caña de azúcar, por lo que retirada la madre de la educación a petición del padre que temía que lo ablandara, pero no pudiendo él mismo hacerse cargo, el niño pasaba de mano en mano. "Mi nana Pola me dejaba con la cocinera Mati, que me encargaba con Lupita, la lavandera, que me olvidaba con Martín, el jardinero, que después de un rato me dejaba acompañado, cuidado y entretenido con Simonopio. Él no me pasaba con nadie hasta que oscurecía y alguien salía de la casa preguntando dónde está el niño". Simonopio nunca abandonó al niño. Le prometió que nunca se iría sin él... y casi lo cumplió.
La vida y la hacienda de la familia dependieron muchas veces de Simonopio, pero si salvó a la familia en varias ocasiones, salvó sobre todo a Francisco chico. Durante mucho tiempo salvó al niño de encontrarse con el coyote, el coyote de dos patas al que sabía que estaba condenado a enfrentarse.
Todo nos lo va contando Francisco chico. Aunque en principio la novela parece contada en tercera persona por un narrador omnisciente, pronto nos damos cuenta de que entra con fuerza la primera persona. Desde muy temprano, aunque no sepamos de quién se trata. Desde el segundo capítulo esa primera persona lo invade todo "Nací entre ese montón de ladrillos de sillar, enjarres y pintura hace mucho tiempo, no importa cuánto. Lo que sí importa es que mi primer contacto fuera del vientre de mi mamá fue con las sábanas limpias de su cama, porque tuve la fortuna de nacer un martes por la noche y no un lunes, y desde tiempo inmemorial las mujeres de su familia habían cambiado las sábanas los martes, como hace la gente decente". Aunque vendrán más capítulos en tercera persona, no podemos quitarnos, yo no he podido quitarme, la sensación de que todo lo cuenta Francisco chico. Cuenta lo que recuerda y lo que le han contado, porque cuenta la vida desde mucho antes de que él naciera. Y avanzada la lectura llegaremos a saber incluso a quién se lo cuenta y por qué.
"El murmullo de las abejas" no cuenta solo la historia de la familia Morales Cortés y cómo llegó a ella Simonopio para llenar su vida de abejas y de visiones salvadoras. Los acontecimientos están plenamente encajados en la propia historia de México. Simonopio llegó con la Revolución porque si el niño apareció en octubre de 1910, la Revolución empezó en noviembre del mismo año. Es en este tema donde más objeciones podría poner a esta novela que, por lo demás, salvo algún otro detalle, me ha gustado bastante.
Pero el trato que se da al tema de la Revolución, a la Reforma Agraria y su expropiación de tierras sin cultivar para dárselas a los campesinos y terminar con su miseria, los comentarios sobre Lázaro Cárdenas... Todo ello está tratado desde un punto de vista muy negativo para todo lo que esos acontecimientos significan. En ningún momento hay un personaje que represente esos postulados que sea tratado con simpatía o comprensión. Solo son descritas como positivas y vistas con agrado las posturas que defienden la propiedad de la tierra y la educación religiosa. He visto cierta deriva por parte de la autora a ver los hechos tan solo desde un ángulo y a negar toda posibilidad de bondad en las posturas que, imagino, son contrarias a sus ideas. Me han chirriado sobre todo los comentarios negativos sobre Lázaro Cárdenas, uno de los mejores presidentes que ha tenido México y que tanto hizo por los exiliados españoles tras la Guerra Civil y por su propio país con la nacionalización del petroleo y muchas medidas que favorecieron tanto a obreros y campesinos como a empresarios e incluso a la iglesia.
Ya digo que, salvo este tema, que tampoco tiene excesivo peso en el total de la historia, y otro detalle, la novela me ha gustado bastante. Y ese otro detalle es que me ha parecido que en algunos momentos se alargaba demasiado en comentarios y reflexiones que, de tanto darles vueltas, terminaban siendo un poco redundantes, terminaban dilatando el momento de la acción y haciendo que perdiera cierta fuerza.
Pero como ya he dicho, el balance final es positivo, y probablemente leeré alguna novela más de esta autora.
Esta novela la he leído como recomendación de Sandra Herrera del blog Papel con letras. Dicha recomendación me llegó a través de El Reto Serendipia Recomienda 2019. Esta es la tercera novela que leo de las tres que supone el reto. Si queréis saber cuáles son las otras dos podéis verlo en esta entrada de mi blog.
Título del libro: El murmullo de las abejas
Ya no es nana de nadie, pero lo había sido de muchos niños. De Guillermo Morales y de sus veintidós hermanastros. Y luego de los hijos de Guillermo del que solo uno, Francisco, había sobrevivido. Ahora Francisco está casado y tiene dos hijas, pero la nana Reja "ya no amamantó a las hijas de Francisco y de su esposa, Beatriz. El tiempo se había encargado de secar a Reja, que ya ni se acordaba cuántos niños de los alrededores habían vivido gracias a su abundancia". Ahora pasa los días de la cama a la mecedora y de la mecedora a la cama gozando de un descanso bien merecido. Hasta aquel amanecer de octubre de 1910 en que nana Pola descubrió alarmada que nana Reja no estaba en su mecedora ni había amanecido en la cama pareja a la suya. La alarma cundió en toda la hacienda y ya Beatriz, la señora, había encargado un ataúd de madera fina y decidido envolver a la nana en una sábana de lino blanco.
Cuando la encontraron, a la sombra de la anacahuita, tenía en sus brazos dos bultos, uno envuelto con su delantal y otro protegido por su rebozo. El primero era un panal de abejas, el segundo, un bebé que lloraba. Un bebé monstruoso de cara al que hubo que proteger de la superstición de algunos. El bebé fue un regalo para Francisco y Beatriz. Era un bebé asombrosamente sano que no se había desangrado a pesar de tener el cordón umbilical sin atar. Era sano y era un regalo cuyo misterio jamás se resolvería, pero... "—Pero, doctor, ¿y la boca? —preguntó Beatriz, preocupada.
La quijada inferior estaba formada a la perfección, pero la superior se abría desde la comisura del labio hasta la nariz. No tenía labio, encía superior al frente ni paladar.
[...] es una malformación. A veces así sucede, como cuando se nace sin dedos o con dedos de más. Es triste, pero natural. Nunca me había tocado atender un caso, aunque lo he visto en libros" — contestó el doctor Cantú.
Con leche de cabra y miel de las abejas le fueron alimentado, gota a gota para evitar que se ahogara. Pero sobrevivió y se quedó para siempre en la familia. Y las abejas también se quedaron y siempre revolotearon alrededor del niño sin picarle jamás, ni picar a nadie que en compañía y amistad lo acompañara. Y entre Simonopio y las abejas salvaron a la familia varias veces. La salvó Simonopio, literalmente, al impedir el contagio de la gripe española que se presentó cuando Simonopio tenía ocho años y se empeñó en impedir que nadie pisara el pueblo en los momentos de ignorancia y de no saber qué era aquello que mataba sin avisar; le salvó la economía cuando la Reforma Agraria amenazaba con quitarles buena parte de sus tierras y gracias al niño y a sus abejas Francisco descubrió la forma de impedirlo.
Pero si para la familia fue un regalo la llegada de Simonopio para su miembro más pequeño fue el referente de toda su infancia. Al menos hasta el día en que cumplió los siete años y todo cambió. Para cuando Francisco chico nació, Simonopio ya llevaba casi trece años de vivir con la familia. Para entonces, sus padres eran ya abuelos y el padre que poco se había preocupado de la educación de las hermanas pensando que como mujeres a su madre correspondía, ahora decidió que Francisco chico no podía ser delicado en aquella tierra dura y llena de amenazas. Pero el padre, a más de que no hubiera sabido qué hacer con el bebé, tenía demasiado trabajo entre haciendas y ranchos y maíces y caña de azúcar, por lo que retirada la madre de la educación a petición del padre que temía que lo ablandara, pero no pudiendo él mismo hacerse cargo, el niño pasaba de mano en mano. "Mi nana Pola me dejaba con la cocinera Mati, que me encargaba con Lupita, la lavandera, que me olvidaba con Martín, el jardinero, que después de un rato me dejaba acompañado, cuidado y entretenido con Simonopio. Él no me pasaba con nadie hasta que oscurecía y alguien salía de la casa preguntando dónde está el niño". Simonopio nunca abandonó al niño. Le prometió que nunca se iría sin él... y casi lo cumplió.
La vida y la hacienda de la familia dependieron muchas veces de Simonopio, pero si salvó a la familia en varias ocasiones, salvó sobre todo a Francisco chico. Durante mucho tiempo salvó al niño de encontrarse con el coyote, el coyote de dos patas al que sabía que estaba condenado a enfrentarse.
Todo nos lo va contando Francisco chico. Aunque en principio la novela parece contada en tercera persona por un narrador omnisciente, pronto nos damos cuenta de que entra con fuerza la primera persona. Desde muy temprano, aunque no sepamos de quién se trata. Desde el segundo capítulo esa primera persona lo invade todo "Nací entre ese montón de ladrillos de sillar, enjarres y pintura hace mucho tiempo, no importa cuánto. Lo que sí importa es que mi primer contacto fuera del vientre de mi mamá fue con las sábanas limpias de su cama, porque tuve la fortuna de nacer un martes por la noche y no un lunes, y desde tiempo inmemorial las mujeres de su familia habían cambiado las sábanas los martes, como hace la gente decente". Aunque vendrán más capítulos en tercera persona, no podemos quitarnos, yo no he podido quitarme, la sensación de que todo lo cuenta Francisco chico. Cuenta lo que recuerda y lo que le han contado, porque cuenta la vida desde mucho antes de que él naciera. Y avanzada la lectura llegaremos a saber incluso a quién se lo cuenta y por qué.
Sofía Segovia |
Pero el trato que se da al tema de la Revolución, a la Reforma Agraria y su expropiación de tierras sin cultivar para dárselas a los campesinos y terminar con su miseria, los comentarios sobre Lázaro Cárdenas... Todo ello está tratado desde un punto de vista muy negativo para todo lo que esos acontecimientos significan. En ningún momento hay un personaje que represente esos postulados que sea tratado con simpatía o comprensión. Solo son descritas como positivas y vistas con agrado las posturas que defienden la propiedad de la tierra y la educación religiosa. He visto cierta deriva por parte de la autora a ver los hechos tan solo desde un ángulo y a negar toda posibilidad de bondad en las posturas que, imagino, son contrarias a sus ideas. Me han chirriado sobre todo los comentarios negativos sobre Lázaro Cárdenas, uno de los mejores presidentes que ha tenido México y que tanto hizo por los exiliados españoles tras la Guerra Civil y por su propio país con la nacionalización del petroleo y muchas medidas que favorecieron tanto a obreros y campesinos como a empresarios e incluso a la iglesia.
Ya digo que, salvo este tema, que tampoco tiene excesivo peso en el total de la historia, y otro detalle, la novela me ha gustado bastante. Y ese otro detalle es que me ha parecido que en algunos momentos se alargaba demasiado en comentarios y reflexiones que, de tanto darles vueltas, terminaban siendo un poco redundantes, terminaban dilatando el momento de la acción y haciendo que perdiera cierta fuerza.
Pero como ya he dicho, el balance final es positivo, y probablemente leeré alguna novela más de esta autora.
Esta novela la he leído como recomendación de Sandra Herrera del blog Papel con letras. Dicha recomendación me llegó a través de El Reto Serendipia Recomienda 2019. Esta es la tercera novela que leo de las tres que supone el reto. Si queréis saber cuáles son las otras dos podéis verlo en esta entrada de mi blog.
Título del libro: El murmullo de las abejas
Autora: Sofía Segovia
Nacionalidad: México
Nacionalidad: México
Editorial: Lumen
Año de publicación: 2015
Año de publicación original: 2014
Nº de páginas: 528
Hola Rosa!! Como siempre me descubres un mundo de letras y en este caso de abejas.Hace rato que le eche un ojito y tu reseña me lo puso por mucho muy interesante.así que amiga mía tan querida recogeré tu sugerencia.Feliz Año Nuevo😙💚
ResponderEliminarEs un libro mágico a pesar de las pequeñas objeciones que le pongo. Muy agradable de leer porque cuenta una hermosa historia muy bien escrita.
EliminarUn beso y feliz año nuevo.
Hola, Rosa. Pues no conocía libro ni autora. Lo tengo en cuenta. Un beso.
ResponderEliminarHe conocido a ambos por el reto Serendipia recomienda y me alegro de haberlo hecho.
EliminarUn beso.
Según me he ido informando sobre la autora mexicana, tiene un currículum dentro del mundo artístico muy interesante. Ha cursado la carrera de periodismo y posee conocimientos de teatro, además de su destreza narrativa, por lo que ha escrito guiones para comedia y también para musicales.
ResponderEliminarDespués de leer tu atractiva reseña, me ha resultado ese personaje Simonopio de lo más atractivo y tierno, por lo que veo ahí una clara influencia del realismo mágico de García Márquez, por lo que ya intuyo que atreverse a crear otro mundo aparte con esta singular familia tiene que ser un gran reto literario.
De manera que si me anoto este nuevo libro y muchísimas gracias amiga Rosa por tu recomendación.
Un beso y feliz 2020!!!!
Recuerda a García Márquez y también a Isabel Allende, pero manteniendo un estilo propio.
EliminarSimonopio es un personaje que merece pasar a la historia de la literatura. Es tierno, bueno, y con esas abejas que lo cuidan y lo inspiran... En fin, una novela recomendable con todo y las objeciones que le pongo.
Un beso y feliz año nuevo.
¡Qué placer entrar a un espacio donde mi ignorancia vaya haciéndose más pequeña!
ResponderEliminarGracias Rosa por la recomendación.
Saludos.
Me alegro de que lo que escribo te pueda servir de algo. Yo aprendí mucho con las recomendaciones de otras personas.
EliminarUn beso.
Después de leer tu estupenda reseña me doy cuenta que este libro de momento no está escrito para mi. El supuesto realismo mágico tan frecuente en estos escritores hispanoamericanos no es algo que case con mis gustos literarios.
ResponderEliminarEn todo caso, como siempre, agradezco tus descubrimientos.
Besos
Debes de ser de las pocas personas a las que no atrae el realismo mágico. No es mala cosa ser de los pocos en algo. Eso indica por lo menos libertad de criterio.
EliminarUn beso y feliz año nuevo.
Desde las primeras líneas que has reproducido de esta novela he visto la mano o mejor dicho el estilo hispanoamericano de la época de García Márquez. Me ha parecido una historia muy tierna, o cruda, según se mire. Otra cosa a destacar es lo que comentas sobre la ideología de su autora. A pesar de que una novela sea digna de leer y tanto el estilo literario como la historia en sí sea de gran calidad e interés, a mí también me ocurre que no puedo evitar un cierto rechazo cuando su autor o autora deja tralucir unas ideas con las que no comulgo. Incluso hay escritores que evito por ser quienes son, o ser como son. Seguramente me habré perdido alguna que otra joya con esta actitud, pero es lo que hay, je,je.
ResponderEliminarUn beso.
Yo siempre procuro separar autor y persona. De na hacerlo, me habría perdido verdaderas maravillas de Cela, Torrente Ballester o el propio Vargas Llosa.
EliminarEs cierto que en las novelas de estos autores no se manifiestan ideas que no sean afines a las mías como sucede en esta novela. Pero también pienso que hay formas de pensar más allá de la mía y que pueden ser válidas. Aunque esto, como a todos, me cuesta algo más.
Esta novela, merece la pena, como digo, a pesar de mis objeciones, que pueden ser solo mías.
Un beso y feliz año nuevo.
Lo he visto en la biblioteca y no estaba demasiado de que fuera a gustarme pero tras tu reseña creo que voy a darle una oportunidad pero ya será para el próximo año. Besinos.
ResponderEliminarDe este año ya queda demasiado poco, pero para el próximo, dale esa oportunidad. Creo que merece la pena.
EliminarUn beso y feliz año nuevo.
Eso de pasar de tanto en tanto me obliga a ir leyendo todas las reseñas de una tacada y enplear bastante tiempo. A mi si me seduce la historia, no conocía a esta autora, pero creo que pondré la novela en la lista (cada vez más interminable) de 'pendientes'
ResponderEliminarUn beso y vuelvo a felicitar el año nuevo a ti y a todos los lectores.
Las listas de pendientes son siempre interminables. Así no nos quedamos sin algo para leer. La mía tiene con para tres vidas de las largas.
EliminarEsta novela se lee muy a gusto porque tiene bastante interés. Espero que te guste.
Un beso y feliz año a ti también.
Pues es verdad que leyéndote te viene a la cabeza la figura de Gabo, el realismo mágico. Soy un entusiasta de la literatura latinoamericana, y me fascina el realismo mágico, pues como estilo posee una capacidad de exhibir el potencial del lenguaje que me maravilla. Haces que el libro resulte atractivo, sin embargo tengo por delante otros autores latinoamericanos que ahora tienen prioridad para mí, seguiremos su pista, eso sí, además no conocía a la autora, gracias por ello, Rosa.
ResponderEliminarFeliz entrada de año para todos.
Conocí obra y autora gracias al reto de Serendipia. A mí también me gusta mucho el realismo mágico tanto en su vertiente latinoamericana como en la gallega, menos conocida, pero igual de interesante e incluso anterior a la americana.
EliminarPuede que con los autores que tú frecuentas esta novela tenga menos interés para ti. A mí me ha gustado bastante a pesar del mal trato que da a la revolución siendo yo bastante revolucionaria y contestataria desde siempre.
Un beso y feliz año.