"El mundo de los postres navideños".
Fue David Rubio del blog "El tintero de oro", quien convocó este reto de escribir relatos a ocho manos. Hubo una edición dedicada al terror y ahora viene esta segunda dedicada a la Navidad. En este relato hemos participado Estrella Amaranto de "El blog literario Amaranto", David Rubio de "El tintero de oro", Jose Espi de "Entre cuatro esquinas" y yo misma.
Debo agradecerles a los tres la facilidad con la que se ha podido trabajar que ha hecho que la elaboración de este relato haya sido todo un placer.
Os dejo ya con "El mundo de los postres navideños". Espero que lo disfrutéis y aprovecho con él para felicitaros a todos estas fiestas.
Felicidad, familia, reencuentros, sentimientos
aglutinados junto con manjares típicos... En Navidad, la dulzura impera por
cada rincón, pero si hay un mundo donde ese sentimiento adquiere todo su significado es en «El mundo de los postres navideños».
Sin embargo, a pesar de su dulzura, hubo una vez
que esa condición quedó en entredicho:
Era víspera de Nochebuena y la casa de Don Turrón
bullía. Cada año, todos los familiares repartidos por el mundo se
encontraban allí y pasaban un rato en compañía antes de ofrecer su dulzura a
los humanos
—¿Qué tal por tierras teutonas, querida? —preguntó don
Turrón a Berlina, su esposa, nada más llegó.
—Poco, ya sabes... ¿y el pequeñín? ¿Dónde tienes a
mi Polvoroncillo? —contestó ella.
—Ha salido un momento con su hermano Mazapán...
—¿Dónde? Necesito abrazarlo después de tanto...
—Han ido con el abuelo a no sé qué —interrumpió Torrijas
de leche, la viuda y cuñada de Don Turrón.
De pronto, la puerta se abrió y entraron los
pequeños con Alfajor, el abuelo.
—¡Mis pequeños! —gritó Berlinesa abrazando a ambos—,
qué ganas tenía de acariciar vuestra dulzura.
—¡Nuera! ¡Ya viniste acá! —irrumpió Alfajor sin
siquiera moverse del umbral, como si extrañamente no quisiera entrar todavía.
—¡Abuelo! —exclamó Berlinesa—, entre, ¿qué hace ahí
parado?
—Pues veréis... —dijo el abuelo echándose a un lado
y dejando paso a un familiar que hacía mucho que no se presentaba en las
reuniones familiares y que puso en jaque esa típica personalidad tan dulce:
Helado de chocolate vegano con té verde.
La primera en La primera en cuestionar su presencia
fue una de las tías Peladilla:
—¿Y ese qué hace? Menudo postre de Navidad más
triste. Helado, frío como el tiempito que tenemos y encima sin mantequilla ni
nata ni nada rico.
—Ja, ja. Parece un ratoncito mustio. ¡Eh, tú, Helado
de chocolate vegano con trocitos de té verde! —¿habrase visto qué nombre más
rimbombante?—, ¿entiendes castellano? Sí, soy yo, Torrija.
—No deberías burlarte tanto, Torrija —dijo serio
Alfajor—. Tú que tan pronto sirves de postre navideño como de postre de Pascua
no eres la más apropiada para criticar a los demás.
—Bueno, padre, de todas formas hay que hacer algo.
Solo faltaría que les gustara más a los humanos y nos relegaran para siempre
—se lamentó Turrón, haciéndose eco de lo que todos sentían y no se atrevían a
confesar.
—Pues encima de mí estaría muy bueno —dijo Torrija
un poco amoscada por el rapapolvo de Alfajor—, aunque para eso tendríamos que
derretirlo.
—Ja, menuda idea —exclamó don Turrón—. ¿Por qué no
lo metemos en el microondas? Un poquito y a baja potencia…
—¡Ay, querido esposo! No sé qué me da…
—Berlinesa, no vamos a matar a tu hermano solo
quitarle ese aire tan… frío.
—Es verdad, se da tantos aires…
—¡¡¡¡Nooo!!! —gritó Polvoroncillo—. No quiero que
queméis al tío cocholate.
La cena de Nochebuena fue todo un éxito, aunque no
para todos los miembros de la familia de don Turrón. Helado de chocolate vegano
yacía desmadejado en un cuenco: el mismo en que, a baja potencia y durante unos
segundos, había permanecido en el microondas; lo suficiente para perder su
apetitoso aspecto cremoso y adquirir la consistencia del barro mojado. Nadie en
la mesa se dignó mirarlo más que para apartarlo a un lado y abrirse camino
hacia una Peladilla. Los humanos disfrutaron con los dulces tradicionales. Don
Turrón y los niños, Polvoroncillo y Mazapán, fueron los triunfadores absolutos
de la cena, aunque Berlinesa, Alfajor y demás familiares también recibieron la
atención merecida aquella noche.
En la mañana de Navidad, casi todos los postres se
engalanaron para ofrecer de nuevo sus encantos gustativos a los humanos. El casi era Polvoroncillo que intentaba encaramarse
al cuenco en el que se hallaba Helado de chocolate vegano con té verde.
—¿Necesitás ayuda?
Polvoroncillo se giró para ver a su abuelo rodando
hacia él.
—¡Hola, abuelo alfajor! ¿Oyes eso? Parece que el
tío cocholate vegano está llorando. No me gustó lo que hicieron papá y
los demás.
—Estuvo muy mal, por muy altanero que sea ese tipo
no se lo merecía, y menos en Navidad. Va, subí encima de mí para ver cómo está.
Y así hizo el pequeño. Dentro del cuenco, pudo
observar las lágrimas de chocolate que saltando como una fuente a chorros.
—¿Cómo estás? —preguntó Polvoroncillo.
—¡Ay, ay! ¡Mira lo que me hicieron! ¿Así se recibe
a un familiar?
—Lo… lo siento. ¿Puedo hacer algo?
—¡Llévame de nuevo a la nevera, te lo suplico!
Polvoroncillo bajó de Alfajor dispuesto a ello,
aunque no sabía cómo podrían hacer tal cosa, siendo él pequeño y su abuelo,
anciano. En ese momento, llegó don Turrón.
—¿Qué hacéis todavía aquí? Los humanos pronto van a
reunirse a la mesa.
—Disculpá, creo que Polvoroncillo tiene algo que
decir.
Polvoroncillo observó al terco de su padre y apenas
balbuceó:
—De... deberíamos llevar a tío cocholate a la nevera.
—¡¿Qué?! ¡Un rotundo no! Ya lo entenderás cuando
crezcas. Vamos, que están a punto de servirnos.
Los postres aterrizaron en la mesa, felices y
preparados para ser degustados. Pero pasó el tiempo, y ni uno de ellos abandonó
las bandejas. Entonces escucharon a uno de los niños humanos que verbalizó la
opinión del resto de comensales:
—¿Otra vez lo mismo? ¡Qué aburrimiento! ¿Cuándo
podremos comer a Helado de chocolate vegano con tropezones de té verde, mamá?
Y allí quedaron. Abandonados, inadvertidos.
Fue tan decepcionante para los postres
tradicionales aquel ostensible rechazo de los humanos, que al llegar la cena de
Nochevieja temieron desaparecer del menú. Aquello les llevó a arrepentirse
sobre su mezquina conducta con el forastero. Había que devolverle a su
primigenio estado, con lo que nada mejor que enfriarlo en la nevera, de ello se
encargó Polvoroncillo, pues su inocente súplica a fin de resucitarlo hizo que toda la familia cambiara de actitud, lo que le
colmó de alegría, dando saltos y gritos: «¡hip hip hurra... Vivan las fiestas
de Navidad y del Año Nuevo!»
Con ese buen ánimo entraron al comedor donde todos
lucían sus mejores galas perfumados de aromas deliciosos y con sabores únicos.
Los comensales los miraron asombrados y aguardaron que se sentara un niño
impaciente, después de cometer una de sus típicas travesuras.
—Disculpa, amigo Helado vegano, pero he tropezado
sin querer... en realidad, me han empujado y no sé cómo salir de aquí.
—balbuceó nervioso arqueando las cejas, don Turrón, a quien aquel niño que le
gustaba hacer travesuras le había arrojado en el cuenco del postre exótico.
—¡No te preocupes! Podemos hacer un dúo exquisito
si ellos se deciden a probarnos. —le contestó con una amplia sonrisa tratando
de tranquilizarle.
—¡Ah, no lo había pensado antes, pero me parece una
idea genial! —exclamó don Turrón mostrando sus sabrosas y exquisitas almendras
en señal de aprobación.
Inquietos por la curiosidad de aquella novedosa
fusión de ambos postres, los humanos la saborearon y les encantó.
Aquel incidente les ayudó a comprender que de nada
les había valido ser tan prejuiciosos con lo diferente, puesto que la unión de
lo tradicional con lo atípico fue lo que contribuyó a realzar sus virtudes y
enriquecerse mutuamente.
Hola Rosa,
ResponderEliminarvengo del blog de Estrella y me alegra conocer este blog.
Felicidades por este precioso relato y deseo de corazón disfrutes de estos días junto a tus seres queridos.
Saludos.
Viniendo del blog de Estrella serás doblemente bienvenida. Muchas gracias por tu felicitación. Me alegro de que te haya gustado el relato.
EliminarMis mejores deseos para ti también en estos días.
Un beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarMe encanta el relato, desde luego lo habéis elaborado con una dulzura de lo más original y sorprendente, y vuestra fusión ha sido igual de enriquecedora que la de don Turrón y tío Chocolate Vegano con té verde (uyys, como mola ese postre!!).
Pues eso, enhorabuena a los cuatro, he disfrutado leyéndolo y os ha quedado de chuparse los dedos ;)
Felices Fiestas!
Debe de ser un postre bastante rico, aunque a mí los helados de postre me parecen de lo más indigesto, aunque de chocolate vagando con té verde... es para pensárselo.
EliminarHa, quedado muy bien y ha sido todo un placer colaborar con David, Estrella y Jose. Un relato suculento.
Un beso.
¡Hola, Rosa! Bueno, ¿qué decir? Ha sido una experiencia fantástica el haber podido compartir contigo, Estrella y Pepe la escritura de este cuento de Navidad. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarUna experiencia de lo más gratificante en verdad. Colaborar y poner cada uno su granito de arena es muy enriquecedor.
EliminarMuchas gracias por la organización del evento.
Un beso.
Curiosa y dulce experiencia la vuestra. Qué gracia ver convertidos en personajes literarios a los dulces navideños y otros allegados. La fusión de relatos es curiosa y el procedimiento de trabajo también debe de haberlo sido, imagino.
ResponderEliminarMuchas gracias por tan calórico relato y gracias por la Felicitación que el mismo supone.
Besos
La idea del relato fue genial y muy original. Lo de dar voz y vida y sentimientos a los dulces navideños hs estado muy bien. Y el trabajo entre cuatro ha sido más sencillo de lo que yo pensaba. También es cierto que los compañeros han ayudado mucho.
EliminarUn beso.
Pues os ha quedado genial. No se nota nada que hay tantas manos en la redacción.
ResponderEliminarA mí, que llego a esta entrada un tanto empachada tras el día de ayer y la comida de este día de Navidad, encontrarme con un helado de chocolate vegano y té verde se me ha antojado de lo más refrescante.
Apostáis por la fusión entre lo tradicional y las nuevas tendencias. Yo creo que vuestro relato es una exquisita fusión entro lo entrañable de la navidad y lo que de divertido y lúdico deben tener también estas fechas.
Felices fiestas, Rosa.
La verdad es que estos días siempre termino diciendo que no vuelvo a comer en la vida. Y cuando lo digo, lo pienso de verdad de empachada que estoy. Hasta el helado de chocolate vegano y té verde se me haría difícil de asumir.
EliminarEl relato, además de unir lo nuevo y lo tradicional, apuesta por asumir lo distinto, lo extranjero y mezclarse con ello para aportar lo bueno de cada uno.
Creo que se ha conseguido y yo que confieso que he trabajado muy poco en equipo, me he sentido muy a gusto y muy contenta de formar parte de este proyecto.
Un beso.
Jajaja Rosa este relato a ocho manos os ha quedado de lo más tentador y mira que no soy mucho de dulces pero me ha encantado la manera en que habéis hecho jugar a los postres y a nosotros los lectores nos habéis hecho relamer y sonreír a partes iguales en esas situaciones hilarantes, divertidas y a veces pesadas que también pueden aparecer en estos dias de fiestas.
ResponderEliminarUn beso enorme de chocolate y muy felices fiestas
Estos días de fiesta pueden ser muy pesados. Entre la comida contundente y algunos familiares, se puede poner fura la cosa.
EliminarHasta entre los postres hay familiares un tanto engorrosos. Yo también me reí leyendo lo que habían escrito mis compañeros y con alguna de las cosas que se me ocurrieron a mí.
Yo, al contrario que tú, me muero por los dulces y creo que hasta podría matar (exagerando un poco).
Un beso.
Cuando lo leí en el blog de Dabid, El Tintero de Oro, y luego en el de Estrella, ya me pareció un cuento navideño muy original y muy bien narrado, con la dificultad añadida de haberlo escrito entre cuatro, cuando yo sería incapaz de compartir la escritura con otra persona. Como alguien comentó antes que yo, no se distingue ningún trance entre los distimtos autores. Parece escrito por una sola mano y un solo teclado, je,je. Creo que ha sido una muy buena idea utilizar como protagonistas a esos elementos tan indispensables en estas fiestas: los dulces, esos ingratamente tratados asistentes a la mesa, que duran más bien poco pero que sin ellos ya no sería lo mismo.
ResponderEliminarEnhorabuena a los cuatro.
Un beso.
Los pobres dulces son de lo más importante de la Navidad. Se puede comer carne, pescado, marisco y hasta dieta vegana, pero lo que nadie deja de comer es turrón, mazapán, peladillas, mantecados y hasta helado de chocolate vegano con té verde.
EliminarA mí también me pareció un gran homenaje cuando se propuso.
Es cierto que ha quedado muy integrado todo el relato y no se notan los distintos estilos. Y más cierto que fue todo un placer trabajar en equipo con un equipo tan genial.
Un beso.
Que la v y la b estén juntas en el teclado origina más de una metedura de pata, je,je.
EliminarSi yo te contara lo que hacen la b y la v tan pegadas. Menos mal que todos nos conocemos.
EliminarMuchas gracias Rosa por hacer tan fácil este trabajo a ocho manos. Sin duda ha sido una experiencia fantástica compartirlo contigo y con David y Pepe.
ResponderEliminarAprovecho la oportunidad para desearte aquí también, unas felices fiestas navideñas y que la magia que las envuelve se extienda también a los 365 días de 2020. Y lo más importante que nos sigamos alimentando de nuestras respectivas letras un año más.
Un beso exquisitamente dulce y relleno de sonrisas.
Lo mismo te digo, Estrella. Entre todos lo hicimos fácil y salió muy bien.
EliminarTambién te deseo que tengas un 2020 maravilloso desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre.
Un beso enorme.
Un relato genial. Muy ingenioso y muy tierno.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Sí que es tierno además de tener su mala leche algunos personajes.
EliminarUn beso.
Rosa, ha sido un placer realizar este proyecto contigo, Estrella y David, hemos tenido una complicidad muy compenetrada, je, je, je.
ResponderEliminarTe deseos que pases buenas fiestas y un próspero año próximo lleno de exitos y mejores escritos.
Un abrazo
Un auténtico placer Pepe. Y creo que entre David, Estrella, tú y yo hemos parido un relato divertido y original. Y dolo nosotros sabemos dónde están los cortes. ¿O no habrá cortes? Jaja.
EliminarUn beso y muy feliz año también para ti. Y que escribas muchos y muy buenos relatos.
Qué simpático relato, y con moraleja final. Enhorabuena a los autores.
ResponderEliminarFelices fiestas.
Un abrazo
Sí, una moraleja que es un canto a la mezcla y el mestizaje que, como en biología, sólo sirve para mejorar y embellecer las especies.
EliminarUn beso y muchas gracias. Feliz año.
Un relato genial, fuera prejuicios. Te he conocido en a través de Estrella. Volveré por aquí. Felices fiestas!!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado el relato y de que vengas recomendado por Estrella. Encantada de que te pases por aquí.
EliminarUn beso y felices fiestas también para ti.
Ay Rosa, ¡cuánto dulce rodando por estas letras! Un relato muy navideño. Los dulces y helados veganos con ramita de té y esa discordia a la postre. Muy bueno. Siempre es una satisfacción el trabajo compartido. Detrás hay ratos para el recuerdo y que los lectores nos perdemos de lleno. Es tal vez la parte más recreativa de la composición literaria a varias manos. Me trae recuerdos de esos primeros viajes que compuse contigo y otros compañeros. Mi querida Rosa, te deseo una buena entrada de años y doce razones para sonreír, tener esperanza e ilusión y ¡que la salud nos acompañe! Un beso
ResponderEliminarLa verdad es que, como dices, quedan buenos recuerdos acerca de la construcción del relato que no se cuentan porque entra en el secreto del sumario, jaja.
EliminarLa colaboración siempre es buena, sobre todo para gente como yo que suelo trabajar siempre sola y a mi aire.
Un año muy feliz también para ti en el que espero seguir leyendo tus maravillosos y originales relatos.
Un beso enorme querida Eme.
Buenos días Rosa. Ya había leído este delicioso relato de Navidad escrito en equipo, así que te felicito por partida doble, por la historia y por el nuevo año que ya lo tenemos encima.
ResponderEliminar¡Feliz año Rosa! Que el 2020 te siga inspirando tanto como el anterior, y te regale todo lo que te mereces.
Un fuerte abrazo.
Gracias. Me alegro de que nuestro relato te merezca el calificativo de delicioso.
EliminarFeliz año para ti también, Tara. Por aquí seguiremos en contacto, tú con tus relatos y yo con mis reseñas. Esperemos que 2020 sea muy prolífico en buenos escritos.
Un beso y feliz año nuevo.