"La analfabeta" Agota Kristof

"Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que me cae en las manos, bajo los ojos: diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa.
Tengo cuatro años. La guerra acaba de empezar. Vivimos en un pueblecito que no tiene ni estación, ni electricidad, ni agua corriente, ni teléfono".
Cuando una novela empieza así, una persona como yo empieza a preguntarse si alguien ha escrito su propia vida y no se ha enterado. Así es que se engancha a la lectura y aunque pronto lo contado se va alejando de su (mi) vida, no puedo parar hasta terminar el libro. Son apenas ochenta páginas poco densas. Creo que no me lleva más allá de una hora leer "La analfabeta". Me planteo hacer una reseña y pienso que me va a salir más larga que la novela por lo que decido leer también "Ayer" y hacer una entrada conjunta con ambas obras de Agota Kristof, pero se van torciendo las cosas. Por unas u otras razones leo otros libros y me encuentro con que ya ha transcurrido más de un mes desde que leí "La analfabeta" y me decido a hacer la reseña.

Yo creo que empecé a leer con cinco años. No recuerdo cuándo aprendí. No recuerdo un momento en que yo no supiera leer. Yo también leía todo lo que caía en mis manos. Cuando iba de visita con mis padres, esas visitas que recuerdo mortales de aburrimiento, buscaba libros, revistas, periódicos... No en todas las casas los había. Me metía en el baño, cerraba por dentro y leía prospectos de medicamentos y las leyendas de los frascos y botes de cosméticos y de jabones, no había gel de ducha por entonces. Por la calle iba leyendo los carteles de tiendas.

Agota Kristof nos cuenta en este primer capítulo cómo leía con cuatro años mientras la guerra acababa de comenzar y su padre era el único maestro del pueblo. Su afán por la lectura no era suficientemente apreciado, salvo por su abuelo. "Dejando de lado este orgullo de abuelo, mi enfermedad de la lectura me traerá sobre todo reproches y desprecio". Cuántas veces he oído a mi madre quejarse de que no hacía nada en todo el día más que leer, cuántas veces me han castigado sin leer hasta que aprobara todas las asignaturas, cuántas veces he camuflado a Tom Sawyer o a Jo March o a John Silver el Largo o a Los cinco entre el libro de texto porque estaba castigada y solo simulando estudio podía darme a mi placer favorito.

Y creo que hasta ahí llegan las similitudes entre mi vida y la de Agota Kristof. Ella en un país en guerra, en un país sufriendo más tarde una dura y penosa posguerra, "Años cincuenta. Exceptuando algunos privilegiados, en nuestro país todo el mundo es pobre. Algunos son incluso más pobres que otros"; ella pasando de la lectura a la escritura como jamás pude pasar yo porque escribir me quita tiempo para leer y solo me avengo, y muy recientemente, a escribir de lo que leo y poco más. Aunque tal vez es que yo nunca necesité distraer la tristeza con la escritura. Siempre arropada por el calor familiar, siempre acompañada y sin falta de afectos, me pude permitir el lujo de leer sin tener que trasladar al papel todo un mundo de desposesiones y pérdidas. "Las ganas de escribir vendrán más tarde, cuando el hilo de plata de la infancia se haya quebrado, cuando vengan los días malos y lleguen los años de los que diré: «No me gustan». Cuando, separada de mis padres y mis hermanos, ingreso en un internado de una ciudad desconocida, donde, para soportar el dolor de la separación, sólo me queda una solución: escribir".

Avanzan los capítulos, once en total, y avanzan las memorias de Agota Kristof, con palabras breves y contundentes. Su descubrimiento de las otras lenguas cuando con nueve años se muda a una ciudad fronteriza donde la mayoría de la población habla alemán y se encuentra con que hay gente que no entiende lo que ella dice ni ellas les entiende. "Yo no podía imaginar que pudiera existir otra lengua, que un ser humano pudiera pronunciar una palabra que yo no comprendiera". Era una lengua enemiga, era la lengua de los militares que ocupaban su país, la de los austriacos que les habían dominado anteriormente. Un año después tendrá que aprender ruso. Nuevos militares invaden Hungría con un nuevo idioma. Cuando muere Stalin en 1953 ella tiene diecisiete años.

Cuando cruza la frontera hacia Austria tiene veintiún años recién cumplidos, lleva dos de casada y tiene una niña de cuatro meses. "Me dejé en Hungría mi diario de escritura secreta, y también mis primeros poemas. También dejé a mis hermanos, mis padres; sin avisarles, sin despedirme de ellos, sin decirles adiós. Pero sobre todo, ese día, ese día de finales de noviembre del año 1956, perdí definitivamente mi pertenencia a un pueblo". Y es que en noviembre de 1956, el ejército ruso invadió Budapest y terminó así con la revolución del pueblo húngaro que pedía la retirada del Pacto de Varsovia. Unos doscientos mil húngaros huyeron del país, entre ellos Agota Kristof con su marido.

Se instalan en la zona francófona de Suiza, concretamente en Neuchâtel, donde otra nueva lengua viene a sumarse a las ya conocidas por la autora, una lengua que le resulta totalmente desconocida, que aprenderá a hablar y a escuchar, pero que tardará en aprender a escribir; una lengua que, treinta años después de hablarla y veinte después de escribirla, percibe como lengua enemiga porque aún es incapaz de escribir sin varios diccionarios alrededor y, sobre todo, porque siente que está matando a su lengua materna. Una lengua, la francesa, que convirtió a Agota Kristof en analfabeta. Sabe las palabras, pero no las reconoce escritas. "Cinco años después de haber llegado a Suiza, hablo francés, pero no lo leo. Me he convertido en una analfabeta. Yo, la que sabía leer cuando tenía cuatro años"

Agota Kristof
Una analfabeta en francés que escribe sus libros en francés. Y puede que precise de varios diccionarios a su alrededor, pero jamás una analfabeta y unos cuantos diccionarios han dado tanto de sí y tanto a la Historia de la Literatura, así, con mayúsculas.

En ochenta páginas, que bien pudieron quedarse en la mitad con otro tamaño de letra; en once capítulos cortos, Agota Kristof nos cuenta su vida y lo hace con frases cortas, sin aditivos, sin retruécanos literarios, sin quejas, sin autocompasión, sin piedad, sin anestesia... directo al corazón y al intelecto del lector que se verá envuelto y no cerrará el libro hasta haber terminado con él.

Es larga la reseña, tanto como cualquier otra sobre cualquier libro mucho más largo y pródigo en páginas. Cuento cosas de la vida de la autora y las cuento en orden (más o menos; más que ella, que guarda un orden relativo), cito textos suyos, como siempre, pero que nadie piense que lo cuento todo, que destripo su vida disponible por otro lado en la Wikipedia. Este pequeño texto es un pálido comentario sobre un libro tan pequeño en extensión como grande en contenido. Pocas palabras, pero muchos matices. Hay que leerlo para poder apreciar en todo lo que vale esta pequeña muestra de lo que son los recuerdos de una vida.

Tras "Claus y Lucas", su maravillosa novela leída hace unas semanas, me ha fascinado saber algo de la vida de la autora y percibir lo que de ella ha volcado en la novela.

Título del libro: La analfabeta
Autora: Agota Kristof
Nacionalidad: Hungría
Título original: L’analphabète
Traducción: Juli Peradejordi
Editorial: Obelisco
Año de publicación: 2006
Año de publicación original: 2004
Nº de páginas: 80


Comentarios

  1. Ay,qué bonito, Rosa! Yo también me reconozco en ese comienzo. Me ha encantado lo que cuentas y me pongo a buscar el libro ya mismo.

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    1. Por estos mundos blogueros muchos (más bien muchas) somos los que nos reconocemos en esa afición lectora tan temprana.
      Te gustará.
      Un beso.

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  2. No lo conocía, pero creo que puede gustarme. Me ha encantado tu reseña, sobre todo el comienzo, yo también me siento muy identificada, en cuanto aprendí a leer, leía todo lo que pillaba. Besos.

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    1. Yo en la infancia me recuerdo más leyendo que jugando. Es en ese comienzo cuando nos podeos sentir identificadas con Agota Kristof. Luego su vida en un país en guerra y la invasión soviética en la paz y el exilio la alejan mucho de todos nosotros. Un libro muy interesante como interesante es su vida y su forma de contarla.
      Un beso.

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  3. Este libro me gustó mucho, aunque como dices, casi es más larga tu reseña que el propio libro jajaja Fue lo primero que leí d ela autora y me sirvió para un primer contacto con ella. Me gustó mucho su manera de escribir, y de hecho, me he pedido para Reyes Claus y Lucas :))
    Un besito guapa!

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    1. Para mí, "Claus y Lucas" ha sido de lo mejor (si no lo mejor) que he leído este año. Hay que esperar a terminar para ver el mosaico completo y en algunos momentos desconcierta, pero cuando se coloca la última tesela y se cierra la historia... Ya nos contarás.
      Un beso.

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  4. Hola Rosa, que voy a decir tras tu reseña que me llevo el libro y a la autora, en algunas cosas que cuentas me veo reflejada, yo empecé a leer muy pronto también, y llevo siempre un libro en el bolso, incluso a la compra, por si tengo unos minutos, y el baño es uno de mis lugares favoritos para leer , la de frascos de gel y champús que me aprendí de memoria... Jajaja. Besinos

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    1. Ja ja. Yo siempre he comprado bolsos grandes porque me tenía que caber un libro y siempre me han gustado gordos. Desde hace diez años, leo en digital sobre todo y es más cómodo. He empezado a reducir el tamaño de mis bolsos.
      Me recuerdo en León, en una frutería (años ochenta), esperando una larga cola y leyendo. Lo hacía muy a menudo, pero no sé por qué recuerdo sobre todo un día que leía "El misterio de la cripta embrujada" de Eduardo Mendoza mientras esperaba para comprar, entre otras cosas que he olvidado, berenjenas. Quería hacer una receta de berenjenas rellenas que me habían dado. Qué cosas tiene la memoria.
      Un beso.

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  5. No sé si lo sabes pero Agota Kristof consideraba Ayer su obra más autobiográfica. Hubiera estado genial una reseña conjunta de Ayer y de La analfabeta. De hecho, cuando leí Ayer no pude evitar pensar que tal vez hubiera sido mejor leer antes La analfabeta por tener datos más concretos sobre la biografía de la autora. Es esta una lectura que en un primer momento descarté al saber que la propia autora no la valoraba en demasía pero que, como siempre que me encuentro alguna reseña de ella me entran muchísimas ganas de leerla, sé que acabaré leyendo. Estas opiniones de la autora las sé por una entrevista (si no me falla la memoria creo que de El País) que me encontré cuando tras leer Claus y Lucas me interesé por saber sobre ella.
    Siempre me ha maravillado e intrigado como Agota Kristof consiguió convertirse en un genio de la literatura escribiendo en una lengua que no es la suya y que además se vio obligada a aprender de adulta. Por lo demás, veo que en este libro su escritura sigue siendo igual de concisa, directa, afilada y con la misma capacidad de remover al lector. No sé si también igual de desesperanzadora que en los dos libros de su autoría que he leído.
    No sé cuando pero lo leeré.
    Besos

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    1. Me imagino que cuando tu lengua materna es el húngaro, pero has aprendido también alemán y ruso, el aprender una nueva lengua debe de resultar muy sencillo y seguramente lo que para ella es ser analfabeta, supone un grado de alfabetización mucho mayor que para otros en su propio idioma (no hay más que ver algunos programas de la tele).
      Ya había leído, creo que en la reseña de Ana Blasfuemia, que la autora no apreciaba mucho esta obra. A mí me parece fabulosa. Tiene un lenguaje directo y cortante de preciso que es. Cuenta cosas muy fuertes, pero sin recrearse en el dolor ni en las adversidades, sencillamente hace una crónica de los sucesos fría y descarnada, aun de sucesos muy duros como eso de dejar padres y hermanos sin despedirse o perder una tierra. Creo que es un libro con mucho valor literario y testimonial.
      Leeré "Ayer" seguramente, pero ahora se me ha echado el tiempo encima han ido viniendo otros libros. Espero que 2020 sea su año.
      Un beso.

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  6. ¡Hola, Rosa!
    Me ha emocionado el comienzo de la reseña y como lo has asociado con tu pasión por la lectura. Yo siempre veía a mi padre con algo entre las manos para leer: un libro, un periódico, una revista, un manual de instrucciones ja, ja, ja. Fíjate si yo era marciano que de niño leía el Diario 16 o El País con 8 o 9 años. Luego me estropeé y me casé con el cine. Pero desde luego que La analfabeta no me lo pierdo. Me ha interesado mucho. Gracias por tan buena reseña y por la recomendación.
    Besos.

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    1. Ah, el cine. El cine estuvo a punto de ganarle la partida a la lectura, pero solo durante un curso en la universidad. Veía todo película que ponían en la tele. Por entonces aún se ponía mucho cine clásico y había ciclos: de Tyrone Power, de Cary Grant, de Elizabeth Taylor; pero también de directores: John Huston, Hitchcock, Douglas Sirk, George Cukor... Qué tiempos. Los sábados enlazaba Sesión de tarde, La Clave y Sesión de noche. Por supuesto, el sábado no estudiaba. Curiosamente, fue una época en que iba poco al cine y no estaba al tanto de las novedades. En Literatura me pasaba lo mismo: fue la época del siglo XIX español y europeo y de la primera mitad del XX español.
      Espero que te guste "La analfabeta".
      Un beso.

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  7. Creo estár ante la biografia de una luchadora y de una superviviente en toda regla.
    Ya quisiéramos más de uno ser de ese tipo de analfabetos que saben escribir en otras lenguas y escribir algo que merezca la pena leer.
    Por cierto Rosa, el enlace que has puesto del libro <> está roto.
    Un beso.

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    1. Gracias por el aviso, Francisco. Solucionado lo del enlace.
      Sí yo también querría ser una analfabeta y escribir en la lengua de mi analfabetismo como ella. En francés, pero también en español.
      La verdad es que la biografía de esta mujer denota mucho coraje y una gran capacidad de supervivencia física y mental. Y su manera de contarlo engancha desde el principio.
      Un beso.

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  8. Una vida apasionante la de esta "analfabeta". Siendo tan precoz en la lectura no es de extrañar que llegara donde llegó. Cada uno escribe sobre lo que siente y le gusta. En tu caso, siendo una lectora empedernida y voraz, resulta casi natural que dediques tiempo y esfuerzo a las reseñas literarias, algo que se te da estupendamente bien, tanto que siempre entran ganas de leer los libros que reseñas, como es este caso.
    Un beso.
    P.D.- Quería recordar la reseña de "Claus y Lucas" y me ha ocurrido lo que comenta Javier.

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    1. Como le digo a él, ya lo he solucionado. Espero que la reseña de "Claus y Lucas" te guste. Es una novela genial.
      Siempre entran ganas de leer los libros que comento y me pregunto cuánta gente se habrá decepcionado y pensado que no era para tanto y que soy una exagerada, ja ja.
      La vida de Agota Kristof da para una buena novela, pero creo que aunque hubiera sido una vida normalita, como las de la mayoría, ella la haría apasionante con su forma de narrar.
      Un beso.

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  9. Uyy Rosa cómo me he identificado en esos comienzos, ese leer todo lo que caía en mis manos, lo que fuera, esas visitas aburridas y buscar cualquier cosa para leer, lo que fuera y es que cuando la lectura se te mete dentro es imposible pararla aunque hay épocas en las que leo más y otras menos pero siempre está presente.

    Me han entrado ganas de leer este libro aunque aún no puedo decir si Klaus y Lucas me gustó o no, solo sé que es un libro que me provocó mucha tristeza y no me quedaron muchas ganas ni de repetir con la autora ni con la relectura pero después de leerte me ha picado la curiosidad, así que igual vuelvo a probar.
    Besos

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    1. "Claus y Lucas" es una novela dura y que tiene un poso de tristeza y desesperanza evidente. Con todo, lo que más me gustó fue esa forma de desconcertarte en la segunda parte y volver a hilarlo todo en la tercera. Me parece de una originalidad poco frecuente y eso fue lo que más me enganchó. No obstante, la historia en sí también es magnífica, y la forma tan sencilla, sin juicios de valor, soltando los hechos casi como si se le escaparan, como sin querer, creo que es una maravilla.
      Es cierto que una vez te engancha la lectura no te vuelve a soltar. Lo malo es si antes de la lectura te enganchan las pantallas como les sucede ahora a la mayoría de los niños. A nosotros, por suerte, las pantallas nos llegaron ya atrapados por la lectura.
      Un beso.

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  10. Hungría, novela corta y contundente, reflexión, reflejo de la vida propia en la literatura... definitivamente tengo que leer algo de esta escritora.
    Besos

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    1. Es que además, aunque muerta en 2011, creo que ya se la puede considerar todo un clásico de la literatura europea, si no por edad, sí por temas y por la profundidad en el tratamiento. Creo que será de tu agrado y me encantará leer tus opiniones.
      Un beso.

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  11. Me has removido la memoria. Curiosamente mi primer recuerdo relacionado con la lectura es de cuando aún no sabía leer. Y el comienzo de tu reseña me lo ha traído: me veo muy pequeño, de la mano de mis padres, mirando los nombres de comercios que no podía desentrañar. Ese pensamiento me vino en la calle San Andrés, en A Coruña, y hace tanto tiempo... "Cuando aprenda, podré saber lo que dicen...". Un primer paso hacia un mundo por el que ya no he dejado de caminar...
    Gracias, Rosa, por hacer que no se me olvide... Y por tu reseña, claro.

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    1. Somos varios por aquí los que recordamos haber leído desde muy temprana edad y haber leído cualquier cosa con letras que cayera en nuestras manos. Esos letreros de comercios vistos por la calle y que ya suponían para nosotros todo un mundo por descubrir. Ese ver a nuestros padres enfrascados en un libro y pensar que algo muy fascinante se tenía que esconder en aquel objeto maravilloso para que de esa forma ocupara su tiempo. Mi padre era maquinista de RENFE por lo que faltaba de casa a menudo tanto de día como de noche, tanto entre semana como festivos y fines de semana, pero cuando estaba en casa, su imagen era fija y recurrente. Sentado en una butaca orejera (aún no habían llegado los sofás a mi casa) con las piernas sobre una banqueta que se llevaba de la cocina (aún no había mesas de centro en mi salita; tampoco había salón) y leyendo algunos de los libros que llegaban cada poco tiempo de "El Círculo de Lectores". Recuerdos impagables.
      Un beso.

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  12. Ay qué reseña tan preciosa. Yo leo mucho por mis padres, es tan importante ese referente.
    Otra que va a mi lista.
    Mil gracias y feliz semana.

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    1. Ver leer a los padre es fundamental, aunque también lo es no haber dispuesto a demanda de una pantalla desde la más tierna infancia. Nosotras tuvimos esa suerte. Nacimos en un buen momento.
      Un beso.

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  13. Es interesante para entender el contexto (y el sustrato) de su obra. Yo también empecé a leer pronto, para mí era un refugio. No lo entendían bien los adultos que me decían aquello de "se te van a hacer los sesos agua". Luego, con la adolescencia, mermó bastante mi afición, recuperada tras salir de ese pozo. La vida lectora tiene siempre algo de revelación.
    Un abrazo.

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    1. Yo también he tenido baches lectores, épocas turbulentas en mi vida en que he leído quince o veinte libros en un año, pero nunca he sido capaz de dejarlo del todo. Aun siendo épocas en que ni la lectura me sacaba de mis propias aventuras más o menos dolorosas, nunca dejó de ser algo presente en mi vida.
      Yo de pequeña he tenido que oír de todo. Lo más frecuente, que me iba a idiotizar con tanta lectura. Qué esperar de un país donde se educa a los niños en la idea de que los libros idiotizan... Al menos a nuestras generaciones, y tú eres mucho más joven que yo.
      Un beso.

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    2. Cierto y fíjate ahora con los móviles, a pocos adultos veo censurar su uso en niños pequeños. Sintomático...

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  14. Con cinco años también sabía leer, aunque fueron los cuentos infantiles y las fábulas, especialmente de Samaniego, los primeros libros encuadernados que tuve en mis manos para goce de mi imaginación en la soledad de mi temprana infancia.
    Reconozco que las novelas, poemarios y algún ensayo me llegaron a casa gracias al famoso Círculo de Lectores, pero eso fue cuando ya tenía los once años bien cumplidos.

    He leído con mucho interés tu reseña, que en esta ocasión la verdad que se aprecia el interés que te ha despertado esta autora y sus novelas, como si de una doble se tratara, pues es muy notorio el grado de identificación que te transmite al leerla y conociéndote un poco, lo encuentro muy lógico.
    En mi caso no llego a tanto en esa afición por la lectura, ya que siempre me he decantado por la escritura, pero me ha gustado lo que nos has explicado con tanto empeño, por lo que no descarto investigar por Internet para localizar estos libros.

    Un beso.

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    1. Pues si te animas a entrar en el mundo de Agta Kristof, bien con su autobiografía (un tanto sui generis), bien con su trilogía (que para mí es novela entres partes), seguro que disfrutas y descubres un mundo más que interesante.
      Yo creo que no se puede escribir sin haber leído mucho antes y los escritores soléis ser grandes lectores, pero yo siempre me pregunto de dónde se saca tiempo para leer cuando hay que dedicar tanto tiempo a escribir, cosa que considero mucho más difícil por supuesto.
      De momento, con mis lecturas, mis reseñas y algún relato de vez en cuando... soy feliz.
      Un beso, amiga.

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  15. ¡Hola, Rosa! Bueno, la verdad es que conforme leía se me han ido los ojitos a una de las novelas que tienes pendientes de reseña. Ese Dashiell Hammett es una auténtica joya.
    Bueno, la verdad es que mis inicios lectores son muy poco glamourosos. Aprendí a leer con los cómics y encima cómics de superhéroes. En mi descargo, la verdad es que las novelas que nos daban a leer en el colegio a esa edad eran infumables. De hecho, siempre digo que mi afición a la lectura llegó con quince años y gracias a que cayó en mis manos El laberinto de las aceitunas de Eduardo Mendoza. Fue el primer libro que al leerlo me dije: ¡Ostras, te lo puedes pasar bien leyendo una novela!
    Un abrazo!!

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    1. "Cosecha roja" de Dashiell Hammett está leído y hecha la reseña, pero aún tardará en publicarse porque tengo varias cosas pendientes entre manos y algunas son para antes de que termine el mes.
      Yo nunca he sido muy de cómics. Algún Mortadelo y Filemón, algún TinTin y algún Astérix. Como ves, poco superhéroe.
      A Eduardo Mendoza me lo tengo leído casi entero y eso que llegué un poco tarde a él.Casi con treinta años y "La verdad sobre el caso Savolta". Para entonces llevaba casi veinticinco años disfrutando muchísimo con la lectura. Pero lo bueno es llegar. Antes o después, pero llegar.
      Un beso.

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  16. Se nota la complicidad de quienes te comentamos por aquí, en eso de leer cualquier cosa que cayese en tus manos, la verdad es que me reconozco en muchas de las anécdotas que cuentas, y que me encantan. Yo me recuerdo bastante pequeño, tal vez cuatro años, tumbado en la cama y leyendo un librote de cuentos, y me acuerdo muy bien del título; "El burrito ladrón y cuarenta cuentos más", una recopilación de cuentos clásicos europeos, los leía una y otra vez y nunca dejaban de fascinarme.

    Indudablemente Agota Kristof tuvo una vida complicada, siempre me ha intrigado como un escritor conjuga esas experiencias vitales, intensas, con su obra. Hace mucho tiempo que quiero leerla, a ver si me animo el año entrante.
    Beso.

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    1. Es curiosa la capacidad que tenemos los niños de leer continuamente lo mismo y disfrutarlo todas las veces e incluso cada vez más. Además como el tiempo en la infancia transcurre más despacio, podíamos releer un libro con un intervalo de dos meses y nos parecía toda una vida. No puedo saber cuántas veces leí "Mujercitas" o "Sandokan" o "El jorobado de Lagardére" o "El príncipe y el mendigo", Tom Sawyer y Hukleberry Finn.
      Era un tiempo en que no nos preocupaba si la obra en cuestión era buena o mala, solo sabíamos lo mucho que disfrutábamos con ella. Yo debía de tener unos doce o trece años cuando por fin descubrí libros buenos, libros sencillamente entretenidos y libros malos.
      Agota Kristof puede ser un buen propósito para el nuevo año. Además es de esos propósitos que se cumplen y se disfrutan no como dejar de comer, aprender inglés o ir al gimnasio.
      Un beso.

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  17. No soy mucho de leer biografías, pero lo que nos comentas sobre la historia de Agota Kristof invita a ello. Tomo buena nota de tu recomendación. Besos.

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    1. Es una biografía muy especial. yo tampoco soy muy aficionada salvo que sean sobre personajes que me interesen mucho o las escriba algún autor que me atraiga. Stefan Zweig tiene biografías fascinantes. Yo he leído una sobre María Estuardo maravillosa.
      Esta autobiografía de Agota Kristof es más una obra de arte literaria. No tiene nada que ver con una biografía al uso. Y se lee en hora y media.
      Un beso.

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  18. Bueno, me encanta.
    Ya con el inicio de la reseña me has convencido =)

    Besotes

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    1. Es un inicio precioso. Y es ella, Agota Kristof, quien te ha convencido.
      Un beso.

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