Y entonces sonríe
El cuarto microrreto de "El tintero de oro" se titula Te doy un final, tú me das el microrrelato. En este caso el final es la frase Y entonces sonrió. Puede cambiar el tiempo verbal, la persona y el número, por lo que valdría cualquier forma de conjugar el verbo (y entonces sonreiremos, y entonces sonreías... etc). El otro requisito es que tiene que tener 300 palabras como máximo.
Como se acerca la Navidad y el ambiente ya invita a ello, he escogido un relato muy navideño y gastronómico. Ya sabéis que la cocina es uno de mis vicios.
A su marido siempre le han entusiasmado las figuritas de mazapán, así es que este año ha decidido hacerlas ella misma. No resultan difíciles y llevan pocos ingredientes.
Mientras amasa el azúcar molido y la almendra triturada, siente que el hombro se le resiente. Aún le quedan secuelas de la luxación que sufrió hace unas semanas. Añade las claras de huevo y sigue mezclando, aunque cada vez le cuesta más. Saca del fondo de la alacena el frasco de esencia de limón y echa un par de cucharaditas pequeñas. Será suficiente.
Cuando la masa está uniformemente mezclada, o eso le parece tras mirarla guiñando el ojo izquierdo que aún está algo inflamado, la estira con el rodillo y forma las figuritas con los moldes: un abeto, un reno, una campana, un Papá Noel, un muñeco de nieve... Las dispone en la bandeja del horno y las hornea con cuidado de que se doren sin quemarse. Para una vez que se anima a hacer en casa ese dulce, quiere que todo salga perfecto.
Cuando termina de sacar la primera tanda del horno, el aroma a almendras impregna la casa, pero sobre todo la cocina. En ese momento llega su marido.
- ¿Qué haces, Amparo? ¡Qué bien huele! ¿No vienes a darme un beso?
Ella sale al pasillo escondiendo un precioso reno de mazapán en la espalda y le da un tímido beso en la mejilla mientras él le toma la mano libre y se la lleva a la nariz.
- Mmm, te huelen las manos a almendras amargas.
Saca de la espalda la figurita con un "tacháaaannnn" torpe y emocionado. Sabía que ese postre era el más adecuado. Su marido se lo mete en la boca con glotonería, ella le mira con tristeza y entonces sonríe.
295 palabras
Como se acerca la Navidad y el ambiente ya invita a ello, he escogido un relato muy navideño y gastronómico. Ya sabéis que la cocina es uno de mis vicios.
A su marido siempre le han entusiasmado las figuritas de mazapán, así es que este año ha decidido hacerlas ella misma. No resultan difíciles y llevan pocos ingredientes.
Mientras amasa el azúcar molido y la almendra triturada, siente que el hombro se le resiente. Aún le quedan secuelas de la luxación que sufrió hace unas semanas. Añade las claras de huevo y sigue mezclando, aunque cada vez le cuesta más. Saca del fondo de la alacena el frasco de esencia de limón y echa un par de cucharaditas pequeñas. Será suficiente.
Cuando la masa está uniformemente mezclada, o eso le parece tras mirarla guiñando el ojo izquierdo que aún está algo inflamado, la estira con el rodillo y forma las figuritas con los moldes: un abeto, un reno, una campana, un Papá Noel, un muñeco de nieve... Las dispone en la bandeja del horno y las hornea con cuidado de que se doren sin quemarse. Para una vez que se anima a hacer en casa ese dulce, quiere que todo salga perfecto.
Cuando termina de sacar la primera tanda del horno, el aroma a almendras impregna la casa, pero sobre todo la cocina. En ese momento llega su marido.
- ¿Qué haces, Amparo? ¡Qué bien huele! ¿No vienes a darme un beso?
Ella sale al pasillo escondiendo un precioso reno de mazapán en la espalda y le da un tímido beso en la mejilla mientras él le toma la mano libre y se la lleva a la nariz.
- Mmm, te huelen las manos a almendras amargas.
Saca de la espalda la figurita con un "tacháaaannnn" torpe y emocionado. Sabía que ese postre era el más adecuado. Su marido se lo mete en la boca con glotonería, ella le mira con tristeza y entonces sonríe.
295 palabras
Deduzco que se te da muy bien la cocina, pero no lo he podido constatar. Lo que sí constato una vez más es que también se te dan muy, pero que muy bien los relatos. Este, en concreto, me ha gustado mucho por su encantadora naturalidad, aunque me haya dejado un mal sabor de boca con esas pistas de por medio y ese final. ¿Acaso prepara esos dulces para un marido maltratador? Esa luxación en el hombro y ese ojo hinchado así lo sugieren. Si es así, vaya Navidad que va a pasar esa pobre mujer. Al menos podía haber rellenado esos mazapanes con aceite de ricino.
ResponderEliminarUn beso, Rosa.
Yo creo, aunque igual me equivoco, que los mazapanes llevan algo más definitivo que el aceite de ricino. Y creo también que, por el contrario, va a pasar una buena Navidad. Puede que la mejor en años.
EliminarNo se me da mal la cocina, aunque según con quien se me compare. Y este año, por primera vez, voy a hacer las figuritas de mazapán en casa, aunque yo no voy a usar el frasco de esencia de limón y el hombro no me dolerá al amasar.
Un beso.
Ostras, no había reparado en lo de las almendras amargas. Ahora el significado de esa sonrisa es distinto a como lo ví, je,je, y le ha dado una nueva dimensión al relato.
EliminarOtro beso.
Igual me quedó demasiado sutil y no se entiende bien, pero sí, ese olor a almendras amargas... es muy revelador.
EliminarCreo que el secreto de la receta del mazapán está en las almendras amargas. Creo intuir que se trata de una dulce venganza por maltrato y que una mujer más que harta de la situación prefiere pasar unas navidades sola antes que mal acompañada.
ResponderEliminarTe quedó pero que muy bien. ¡Sí! también el mazapán.
Besos.
Sí mucho mejor sola que mal acompañada. No sabemos si tiene hijos. Igual lo ha hecho para poder estar tranquila con ellos.
EliminarLas almendras amargas ¿no forman parte del mazapán? 😉
El mazapán espero que también me quede bien.
Un beso.
Ay, esas almendras amargas... Muy buen relato, Rosa. Muy sutil la forma de tratar el tema.
ResponderEliminarJa, ja. ¿De dónde saldrían las almendras amargas?
EliminarMuchas gracias.
Un beso.
Un relato precioso Rosa, dulce y amargo a la vez. Espero que esas almendras amargas lo lleven a él donde yo me sé. Besinos.
ResponderEliminarAllí va derecho seguramente por glotón y por mala persona. Hay que hacer justicia aunque solo sea de manera teórica.
EliminarUn beso.
Un buen micro, bien elaborado con esas almendras amargas. quizás esta mujer pase unas navidades tranquilas. Y ese maltratador se vaya al infierno. Un abrazo.
ResponderEliminarMe conformo con que se vaya sl otro barrio. Ella, aunque termine donde suelen ir los que hacen lo mismo que ella, estará más tranquila.
EliminarUn beso.
Ingeniosa historia de una víctima de maltrato machista que trama una oportuna venganza gracias a sus habilidades culinarias.
ResponderEliminarDe esta manera la glotonería acabó por "atrapar" al zampón. :)
Te felicito, Rosa, porque has sabido encajar sutilmente las piezas de este microrrelato cuyo giro final nos deja una amplia sonrisa.
Un beso, amiga.
Sí, yo también sonrío antecede final que yo sí me esperaba y he preparado. Sé que no es un relato original, pero tampoco lo pretendía. Quería hacer un poco de justicia como sé y como puedo.
EliminarGlotón y mal bicho.
Un beso.
Me gusta lo que has escrito es simple real y bello.
ResponderEliminarSi aún guardo recuerdos de lo que éramos los dos en el tiempo pero.....
hoy está en el cielo
Abrazos querida
tu entrada corta y bella
me hizo adentrar en un pasado bello
Me alegro de que te guste. Y si te trae buenos recuerdos, aunque tristes (no siempre los buenos recuerdos pueden ser alegres) tanto mejor.
EliminarUn beso.
Me encantan los mazapanes, por un momento he querido ser el marido de ti relato... Pero solo para zamparme ese mazapán de reno, que has descrito con tan buena pinta ;)
ResponderEliminarBeso.
No, por favor. Nunca podrías ser el marido de mi relato. Serías una mala persona y los mazapanes se volverían contra ti.
EliminarNo tengo renos entre mis cortapastas. Cuando haga mis mazapanes me conformaré con campanas y estrellas.
Un beso.
Fíjate qué despiste... Ahora vuelvo a leer tu relato, y ya encajo todo, uyys ni por todo el mazapán del mundo, menudo desalmado el cafre ese. Gran relato.
EliminarBeso, Rosa
Hay que tener cuidado con lo que se lleva uno a la boca... y con lo que va provocando por ahí. A alguien puede darle por hacer justicia. Yo, en este caso, he sentido necesidad de un poco de justicia poética. Me encanta.
Eliminar¡Qué buen relato, Rosa! Es muy bonita tu manera de contar el proceso de elaborar las figuritas con esa alusión alaroma a almendra de la casa... no tanto lo que se lee entre líneas acerca del que, encima, reclama el beso.
ResponderEliminar¡Yo sí te envío uno muy fuerte!
Gracias Chelo. Esa gentuza se cree con derecho a exigir todo. Cariño, dedicación y hasta ricos postres. Ni se le ocurre pensar en las picas ganas que le deja a ella de ser cariñosa y hacer dulces. Le mara su glotonería y su prepotencia ignorante.
EliminarYo si fuera tan mala, sospecharía de esa amabilidad.
Un beso.
Hola Rosa,
ResponderEliminarMuy buen relato. Me gusta la progresión y la elegancia del narrador que planteas. Tan escrupuloso que no va ni un milímetro más allá de lo que ve como testigo. Eso es un riesgo, pero es un gran mérito y buena utilización de recursos: El lector también debe poner de su parte. Ese reno de mazapán enriquecido ;-), escondido (me gustaría suponer que en la mano izquierda, como un buen acto de magia) y que porta consigo es una guinda perfecta al punto final a una trama muy bien organizada, con independencia de la anécdota, habitual por desgracia.
Gracias, por este trabajo y ¡enhorabuena!
Muchas gracias, Javier. Haces unos análisis de mis relatos que son muy ilusionantes. Quise contarlo todo con sutileza y temí no haberlo conseguido y que no se entendiera nada, pero parece que casi todo el mundo ha visto la jugada.
EliminarUn beso.
Julia y tú me ponen a sacar cuentas y a dudar si he entendido bien o no. Pero en caso de ser lo que estoy pensando, ojalá y le de el resto de galletitas. Se las merece todititas.
ResponderEliminarCreo que has entendido perfectamente. Seguro que se come todas las galletitas porque es un glotón y un egoísta, aunque seguro que con una habrá suficiente.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarUn relato en el que se intuye maltrato, y esas almendras amargas dan un final liberador a esta pobre víctima. Sutil y angustiosa historia, por todo lo que se percibe. Es muy bueno, Rosa, deberías escribir mucho más.
Un beso.
La verdad es que tengo poco tiempo y poca inspiración. Prefiero leer y escribir sobre lo que leo.
EliminarMuchas gracias, guapa.
Un beso.
Muy buen relato, Rosa. Quedo realmente sorpresivo el final. Recién allí se re significan algunos detalles.
ResponderEliminarUn abrazo
He ido preparando ese final con detalles que cobrarían significado al terminar. No sé si ha quedado bastante claro. Espero que más o menos.
EliminarUn beso.
Rosa que bien hilado está este micro, con dulzura aparente, y buena disposición a pesar del dolor, que al principio no se percibe su causa real, hasta que señalas ese ojo inflamado y esas insinuaciones del final, ese "que todo quede perfecto", "sabía que era el postre más adecuado", esa mirada con tristeza y luego esa sonrisa.
ResponderEliminarGenial, abordas un tema de maltrato, que lleva a esta mujer a cruzar el limite, que aunque la librará del muy cretino, no le dará un final feliz, apenas un cese de una pesadilla para entrar en otra.
Rosa, lamentablemente muchas mujeres optan por esta opción, que definitivamente, no es la mejor, pero les muestra una puerta de salida temporal.
Buen hacer. Que pases bien el resto del año.
Esas mujeres, de una u otra forma, nunca tienen unas perspectivas fáciles. La salida que encuentra mi personaje no es la más adecuada, pero a veces, no se debe ver más allá entre tanto dolor.
EliminarUn beso.
Yo también he sonreído con ese final. Esas almendras amargas es el mejor medicamento que puede utilizar tu protagonista para que le desaparezcan de una vez las luxaciones y demás lesiones, además es un fármaco que se debe aplicar en el origen y creación de sus males.
ResponderEliminarGenial, Rosa, me ha encantado. Ojalá hubiera más cocineras lastimadas dispuestas a hacer ese tipo de repostería, algunos se lo iban a pensar dos veces antes de ponerse farrucos.
Un beso.
No sé si es la solución más adecuada pero yo he disfrutado mucho tomándola. Debo de ser mala y vengativa pero esa justicia poética que me tomo a veces, me encanta.
EliminarUn beso.
Un relato agridulce, Rosa.
ResponderEliminarNo puedo dejar de sentir ternura por la cocinera y sus achaques, pese a que le da al marido a probar el mazapán de almendras amargas que vaya usted a saber si solo le aflojó el vientre, o lo mandó para el otro barrio ;)
Bien escrito, con medida.
Un abrazo Rosa y un pedazo sonrisa.
Espero que haya ido directo al otro barrio. Esa era mi intención y creo que la cantidad de líquido que echó del frasco de esencia de limón fue suficiente.
EliminarLa pobre cocinera da mucha pena y sí, ternura también, la pobrecilla, intentando salir de la situación sea, como sea.
Un beso.
Ha sido una micro lectura agridulce. Dulce porque en mi casa hacemos las figuritas de mazapán desde que era niña. Amarga por esos detalles que has ido dejando entrelazados con los ingredientes.
ResponderEliminarMe ha pasado como a Josep Mª y no había pillado lo de las almendras amargas pero me ha gustado la sutileza del relato y también su sencillez.
Besos
Yo nunca he hecho las figuritas, pero me parecen tan sencillas las receta que he visto, que este año, por primera vez probará, aunque con ingredientes tradicionales
EliminarTal vez me quedó demasiado sutil y de tanta sutileza, se entiende mal. He ido dejando pistas, pero a lo peor eran muy tenues. El caso es que finalmente se vaya pillando el grueso del significado.
Muchas gracias, Lorena.
Un beso.
Muy buen relato, Rosa. Invita a la reflexión a medida que lo lees, por esos dos detalles que sugieren que detrás de esos mazapanes que hace la mujer se esconde una historia más dura. Besos.
ResponderEliminarNo es un tema muy original, la verdad, pero a veces apetece vengarse de manera incruenta.
EliminarHe pretendido dejar las pistas de forma velada. Espero que no haya sido muy críptico el resultado final.
Un beso.
Hola Rosa, un relato entre lo dulce y amargo, ingredientes culinarios que también se cocinan entre las personas. Has sabido utilizarlos con gran pericia para formar una gran reflexión que se ve captando de a poco mientras se lee. Esa tristeza del final junto a la sonrisa, otros dos ingredientes que se complementan y con las que pusiste en claro la verdadera receta.
ResponderEliminarMe pareció genial.
Un abrazo ;)
Gracias, Mila. He escrito un relato lleno de pistas para que se entendiera sin dejar las cosas muy explícitas. Espero haberlo conseguido. Lo dulce y lo amargo siempre acompañan toda vida, lo malo es cuando lo amargo viene de quien más debería contribuir a la dulzura. Ella corresponde con un amargo ingrediente a toda la amargura que él le proporciona en su vida.
EliminarUn beso.
Bonito y sorprenderte micro, un tema muy actual, lamentablemente.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Rosa!
Sí, por desgracia, es actual del que sería mejor que no hubiera nada que escribir ni nada que decir, pero ya que está ahí, protestemos cada uno como podamos.
EliminarUn beso.
Una amarga venganza! Todo sería más sencillo si no hubiera sucesos que nos inspiraran este tipo de relatos. Por desgracia, parece que aunque queramos cambiarlo, el mundo sigue yendo a peor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, por desgracia, este tipo de relatos no son nada originales. Se escriben demasiados porque hay motivos y se siente la necesidad de hacerlo. Ojalá llegue el momento en que no se entienda su significado, aunque mucho me temo que, como dices, la cosa va a peor.
EliminarUn beso.
¡Hola, Rosa! Bueno, voy poniéndome al día con las entradas. Un fantástico micro, y eso que con la introducción nos predisponemos a un relato "más dulce". Pero enseguida vas dejando miguitas de pan, con ese hombro, con ese ojo, algo no va bien en esa casa. Y ese algo nos lo muestras desde el principio "A su marido siempre le han..." Con ello ya nos dices que el marido será la clave y solo tras comerse ese mazapan con sabor a almendras amargas, ella sonríe, se libera.
ResponderEliminarEstá narrado de una manera fantástica, con ese tono inquietante que contrasta con lo dulce de la acción, cocinar, de ella. Muy pero que muy bien. Un fuerte abrazo!!
Muchas gracias, David. Todo lo que me dices me hace ver que se ha cumplido mi objetivo con este relato que era ir dejando pistas para que el lector se diera cuenta de lo que estaba pasando, pero sin dejarlo explícito. Lo que no sé si ha quedado claro, aunque tampoco importa mucho, es dónde estaba el cianuro.
EliminarUn beso.
Rosa, al menos a mi, me queda claro que está en la esencia de limón, por eso de que dos cucharaditas serán suficientes.
EliminarFelices fiesta y buen inicio del año
Bieeeeeeeennnnnn.
EliminarUn beso y felices fiestas y año también para ti.