"Chourmo" Jean Claude Izzo

"Los chavales jugaban de maravilla. Sin chulería. Jugaban por placer. Para seguir aprendiendo y un día ser mejores. El campo de baloncesto, bastante reciente, se había comido una parte del aparcamiento, delante de los dos grandes bloques de la cité La Bigotte, en lo alto de Notre-Dame Limite, en la «frontera» entre Marsella y Septème-les Vallons. Una cité que dominaba las barriadas de la zona norte. Aquí, nada es peor que en otra parte. Ni mejor. Hormigón en un paisaje convulsionado, rocoso y calcáreo. Y la ciudad, allá, a la izquierda. Lejos. Aquí se está lejos de todo. Excepto de la miseria".  No, en La Bigotte nada es peor ni mejor que en cualquier otra de las muchas cités que florecen como prímulas en marzo en las periferias de las ciudades francesas. En Marsella especialmente, las cités rodean toda la ciudad, todo lo que el agua permite, trepando por sus colinas y alejándose del mar en las alturas para tener las más bellas vistas de la ciudad. Los que leímos la primera novela de la Trilogía de Marsella de Jean Claude Izzo, "Total Khéops", estamos familiarizados con ese término: cité procede de cité ouvrière y ha quedado como abreviatura para denominar a las barriadas periféricas, habitadas por inmigrantes, muchos en paro, y cada vez más afectadas por el fanatismo religioso al ser su población mayoritariamente magrebí y estar muchos de sus habitantes en un estado de vulnerabilidad que los hace proclives a caer en manos de los "barbudos".
Esta segunda entrega de la trilogía tiene también como protagonista a Fabio Móntale, pero ya no es policía. Dimitió hace más de un año y ahora se dedica a navegar y pescar en su barco y a pasar las horas en el bar de Fonfon, un viejo socialista, o en casa de Honorine, su vecina, comiendo las exquisiteces que ambos preparan y bebiendo el estupendo vino con que las acompañan. Eso cuando no disfruta a solas en su casa de un vaso de Lagavulin, su whisky favorito, leyendo a Conrad o los poemas de Louis Brauquier y escuchando jazz. 
Una vida envidiable como pocas que se verá interrumpida cuando aparezca en su casa su prima Angele, "Gélou. Mi bella prima. Como sorpresa, no estaba mal. A Gélou no la había vuelto a ver desde hacía diez años. Desde el entierro de su marido. A Gino se lo cargaron, una noche, cuando estaba cerrando el restaurante que tenían en Bandol". Pero, tras diez años de ausencia, Gélou, la prima que se parece a la Claudia Cardinale de "El Gatopardo" y de la que estuvo enamorado en su adolescencia (casi niñez), no viene a hacer una visita de cortesía. Su hijo de dieciséis años ha desparecido y quiere que Fabio lo encuentre.
En su búsqueda, Fabio encontrará algunas cosas que desearía que siguieran ocultas y perderá otras con las que verá esfumarse parte de su juventud y sus recuerdos. Perderá a un amigo, pero encontrará un cuaderno en el que descubrirá el horror que a veces significa saber.
Estará a punto de perder la vida y confesará tener miedo, pero no hay miedo capaz de evitar hacer ciertos actos irreparables porque "si los evitas, por la mañana no te puedes mirar al espejo". Así es que Fabio, a despecho de su miedo, de la prudencia y de algunos consejos, sigue adelante. Se adentra en las cités de Marsella y nos arrastrará con él a una locura de fanáticos religiosos, traficantes de droga, mafiosos, radicales racistas del Frente Nacional, policías corruptos, inocentes que han visto demasiado, un cura enrolado por los servicios de inteligencia...
En una trama que parece girar alrededor del fanatismo islámico, nos veremos de pronto envueltos en una trama de tráfico de drogas, pero todo es lo mismo porque "el control de los traficantes lo llevaban los mismos que incitaban a los jóvenes a combatirlos".
Fabio conoce ese mundo. Sabe a lo que se enfrenta. Hijo él mismo de inmigrantes italianos, pasó su infancia en "la Capellette, un barrio de macarroni". Coqueteó en su adolescencia y juventud con el mundo de la delincuencia, aunque nada tenía que ver con la de ahora. Nosotros éramos unos delincuentillos. Nos gustaba el dinero fácil, las chicas, los coches. Oíamos a Coltrane. Leíamos poesía. Y cruzábamos el puerto a nado. Darnos gustito y presumir. No le pedíamos mucho más a la vida"
Jean-Claude Izzo
Después, como policía, se fue acostumbrando al cambio de los bajos fondos; a las cités llenas de jóvenes desesperados y sin futuro que, primero se hicieron delincuentes comunes y luego, muchos, fueron cayendo en manos de la religión, porque cuando nada te cubre las espaldas y tu mañana se presenta tan desolado como tu hoy, a veces, las plegarias introducen en el día a día una esperanza, al menos para el futuro más lejano. Y además puedes vengarte de los que supones causantes de tu miseria. "Los jóvenes árabes que operaban para los barbudos, no eran otra cosa que delincuentes con los que él ya había tratado durante años. Los mismos, necesariamente. Pero curtidos por la trena. Más agresivos también. Y con el chute del Corán liberador. Fanáticos". Un chute que promete un buen colocón para la eternidad.
Fabio descubre demasiadas cosas, entre otras, que, si se pudiera elegir, uno elegiría no saber. Porque el saber desgasta y amarga y cubre la mirada de un velo de consciencia que no deja lugar a la ingenua alegría. El saber nos descubre a nosotros mismos nuestras miserias y nuestras grandezas, y una vez sabios, ya no podemos escondernos en la cómoda y complaciente ignorancia. "Porque todos envejecemos, por nuestra indiferencia, nuestras dimisiones, nuestras cobardías. Y por la desesperación de saber todo esto".
Y el gran personaje de Izzo: Marsella, siempre Marsella. La ciudad a la que había emigrado su padre con catorce años, siguiendo a sus hermanos; la ciudad en la que nació su madre, en el barrio des Pistoles au Panier, el mismo barrio donde nacería Jean-Claude Izzo en 1945. "J'ai Marseille au coeur" son palabras que su hijo Sébastien ha puesto en boca del autor. 
Basta con leer sus novelas para darse cuenta de hasta qué punto estaba enamorado de Marsella; con sus luces y sus sombras, con su Vieux port y sus cités, Le Panier y la Cannebière. Y sobre todo, su mezcla, esa mezcla de nacionalidades, razas, religiones, costumbres, músicas. Esa mezcla en la que se basan (no solo en la biología) la evolución y la belleza.
"Es Marsella la que pertenece al exilio. Esta ciudad nunca será otra cosa que la última escala del mundo. Su futuro es de los que llegan. Nunca de los que se van.
—Y los que se quedan, ¿qué?
—Son como los que están en la mar. Nunca se sabe si están muertos o vivos.
Como nosotros, pensé,".


Comentarios

  1. Me falta. Total Khéops me gustó muchísimo. Me entran ganas de empezarla ahora mismo

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    1. Leeré en breve "Soleá". Hay tantas frases y tantos párrafos geniales, que tengo que reprimirme porque empezaría a citar al autor y copiaría la novela entera.
      No la dejes.
      Un beso.

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  2. A pesar de lo que cuentas, y con todo lo que tengo pendiente, creo que lo voy a dejar pasar. No me llega a convencer del todo.
    Besos

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    1. Hay que priorizar porque hay mucho que leer y el tiempo es el que es. Es necesario seleccionar y dejar pasar más de lo que se quisiera.
      Un beso.

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  3. Ayyyy cómo apetece y qué difícil lo veo, con todo lo que tengo pendiente y no avanza.
    Besos.

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    1. Da igual que avance. Yo avanzo más en apuntar que en leer y la lista cada vez es mayor 😂🤣. Procuro ni pensarlo.
      Un beso.

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  4. increíble blog!muy buenos párrafos! Abrazo!

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  5. Ya lo has vuelto a hacer: Dejarnos otra buena reseña de un libro que promete una buena historia.
    Yo ya no digo nada a estas alturas sobre si podré leerlo o no. mi vida se complica por momentos, privándome de mucho tiempo.
    ¡Siempre me quedarán tus reseñas!
    Besos.

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    1. Me alegro de suplir con mis reseñas tu falta de tiempo. Vendrán épocas más propicias, amigo, y volverás a ser tú quien nos deje sus fantásticas reseñas.
      Un beso.

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  6. Ya me había anotado este autor después de la reseña de "Total Kheops". El tema está de actualidad, pero he visto que la novela es de 1996. No me quiero imaginar cómo estarán las cosas en Marsella a día de hoy. Leí que allí el Frente Nacional es el partido más votado y hay una fractura social gravísima, me temo que Izzo, a juzgar por que cuentas, lo anticipó en parte.
    Un abrazo.

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  7. Yo creo que él contaba lo que veía en aquel momento. No sé si lo anticipó o fueron las circunstancias quienes lo anticipaban. Es terrible que en una ciudad llena de inmigrantes y de trabajadores gane el Frente Nacional.
    Por las novelas de Izzó, las películas de Guediguian y lo poco que vi en un par de días que pasé allí, Marsella es una ciudad compleja, difícil y maravillosa (en la que busqué la playa de los Catalanes, por donde andaban Edmundo Dantés y Mercedes, y el castillo de If). Es triste verla en manos de esos energúmenos. Igual me pasa con Estados Unidos y Trump. ¿Qué le pasa al mundo? Espero que en unos pocos años se recupere la cordura y las cosas vuelvan a un cauce razonable.
    Lecturas recomendables totalmente.
    Un beso.

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  8. La novela que nos traes hoy reune elementos sobrados para que me guste, Rosa. Creo que la psicología de los protagonistas, los ambientes en que se desenvuelve la acción, el tema del fanatismo religioso, etc la hacen sobradamente atractiva. No hay nada como conocer bien un tema a nivel de ralidad para poder hacer ficción creíble sobre él. ¡Me apunto el título, muchas gracias!

    Un beso.

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    1. Te gustará, Julia. Es pura novela negra, pero con mucho por detrás como toda buena novela negra y las de este autor lo son especialmente.
      Describe los bajos fondos de Marsella con mucho cariño y conocimiento.
      Un beso.

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