"Siempre hemos vivido en el castillo" Shirley Jackson.
"Más allá del ayuntamiento, a la izquierda, está Blackwood Road, que conduce a nuestra casa. La Blackwood Road rodea las tierras de los Blackwood y a lo largo de toda la Blackwood Road hay una alambrada que colocó nuestro padre. Poco después de pasar el ayuntamiento, una gran roca negra indica la entrada al sendero donde está la puerta que abro y cierro con llave tras de mí; luego cruzo el bosque y ya estoy en casa.
La gente del pueblo siempre nos ha odiado".
Quien así habla es Mary Katherine Blackwood (Merricat), una joven de dieciocho años. Vive con su hermana Constance (Connie) y su tío Julian porque, desde el primer párrafo lo sabemos, el resto de la familia ha muerto. Viven en una de las pocas casas bonitas del pueblo. Las otras son las de los Clark, los Carrington y, por supuesto, la casa Rochester, la más bonita del pueblo, en la que había nacido la madre de Merricat y de Connie. Pero la madre de las muchachas se casó con John Blackwood y se trasladó a vivir a la casa Blackwood y ahora está muerta como el resto de la familia.
Por lo demás, el pueblo es un pueblo más, en el que la gente vive "en pequeñas casas sucias en la carretera principal o en las afueras" y en el que los hombres pasan las horas muertas sentados a la puerta de la tienda, esos hombres que "se mantenían jóvenes y se dedicaban al chismorreo, mientras que las mujeres envejecían con un maligno cansancio gris esperando en silencio a que los hombres se levantasen y regresaran a casa".
Cuando empieza la narración de Merricat, tras el primer párrafo, sabemos ya muchas cosas, algunas inquietantes, como su amor por la Amanita phalloides o su rechazo a lavarse o su deseo de haber sido mujer lobo. También sabremos pronto que es el único miembro de la amputada familia que sale de casa. Dos veces por semana, martes y viernes, se dirige al pueblo donde se surte de comida en el colmado y libros en la biblioteca.
Cuando empieza la narración de Merricat, tras el primer párrafo, sabemos ya muchas cosas, algunas inquietantes, como su amor por la Amanita phalloides o su rechazo a lavarse o su deseo de haber sido mujer lobo. También sabremos pronto que es el único miembro de la amputada familia que sale de casa. Dos veces por semana, martes y viernes, se dirige al pueblo donde se surte de comida en el colmado y libros en la biblioteca.
Aunque parece que hace meses que ni siquiera Merricat sale de casa porque los libros de la biblioteca que reposan en el estante de la cocina debieron ser devueltos cinco meses atrás. Puede que desde hace cinco meses Merricat ya no tenga que enfrentarse dos veces por semana a las burlas, el desprecio y las coplas siniestras de niños y mayores:
"Merricat, dijo Connie, ¿una taza de té, querrás?
"Merricat, dijo Connie, ¿una taza de té, querrás?
Oh, no, dijo Merricat, me envenenarás.
Merricat, dijo Connie, ¿quieres ir a dormir?
¡Bajo tierra te vas a pudrir!"
Unas coplas que dan idea del terrible secreto que se esconde en la casa Blackwood. Unas coplas de cuento de hadas, de esos en los que siempre hay brujas (brujas buenas, brujas malas), aunque tardemos en identificarlas y para ello tengamos que leer entre líneas, porque si es cierto que las cosas no siempre son lo que parecen, eso es especialmente cierto en esta fascinante historia.
Del terrible secreto iremos sabiendo cada vez más hasta saberlo todo, hasta saber qué fue lo que sucedió hace seis años alrededor de la mesa del comedor en la que "la familia se reunió para cenar [...]. Nunca hubiéramos imaginado que iba a ser la última vez". Sin ninguna dificultad sabremos lo que sucedió. Lo que nos exigirá un poco más de perspicacia y atención es saber por qué sucedió y quién fue el culpable. Los ojos se nos irán hacia una u otra de las hermanas, hacia el tío Julian e incluso hacia Jonas (¿que no te he dicho aún quién es Jonas? Bueno no es posible imaginar ciertas historias sin un gato).
Connie es buena, amable y un poco bobalicona... Bastante ingenua para los veintiocho años con los que ya cuenta, aunque a veces la bondad puede esconder altas dosis de perversidad e hipocresía, sobre todo si tienes que proteger a alguien a quien amas. Merricat es espontánea, decidida, capaz de vencer sus temores y aguantar un poco más, una burla más, una insinuación maliciosa más; pero destila una cierta perversidad que nos desconcierta porque no le pega. "Desearía que estuvierais todos muertos, pensé, y me sentí tentada de decirlo en voz alta. «Nunca dejes que vean que te afecta —me decía Constance y añadía—: Si les haces caso, será peor». Y probablemente tenía razón pero yo deseé que estuvieran muertos. Me habría gustado llegar al colmado una mañana y verlos a todos, incluso a los Elbert y a los niños, agonizando en el suelo entre gritos de dolor". ¿Protege también a alguien?
Connie es buena, amable y un poco bobalicona... Bastante ingenua para los veintiocho años con los que ya cuenta, aunque a veces la bondad puede esconder altas dosis de perversidad e hipocresía, sobre todo si tienes que proteger a alguien a quien amas. Merricat es espontánea, decidida, capaz de vencer sus temores y aguantar un poco más, una burla más, una insinuación maliciosa más; pero destila una cierta perversidad que nos desconcierta porque no le pega. "Desearía que estuvierais todos muertos, pensé, y me sentí tentada de decirlo en voz alta. «Nunca dejes que vean que te afecta —me decía Constance y añadía—: Si les haces caso, será peor». Y probablemente tenía razón pero yo deseé que estuvieran muertos. Me habría gustado llegar al colmado una mañana y verlos a todos, incluso a los Elbert y a los niños, agonizando en el suelo entre gritos de dolor". ¿Protege también a alguien?
El tío Julian consume sus días y la vida que le queda en una crónica exhaustiva de los hechos de hace seis años, demasiado exhaustiva pretende que sea teniendo en cuenta que su estado mental está un poco deteriorado y ni siquiera tiene muy claro quién vive y quién pereció aquella última noche.
Y Jonas... Jonas es el gato de Merricat.
Y la comida, siempre la comida. La que elabora Connie, la que les da el huerto, las compotas y conservas de generaciones de mujeres Blackwood acumuladas en el sótano, la que llevan los vecinos, el niño que Merricat se pregunta si sería capaz de comerse al final de la novela y que Connie no sabe si sería capaz de cocinar... pero esto de la comida no es cosa mía. Esto es cosa de otra bruja, en este caso buena, que asoma sus artes una vez terminada la novela y de la que hablaré en breve.
Y la comida, siempre la comida. La que elabora Connie, la que les da el huerto, las compotas y conservas de generaciones de mujeres Blackwood acumuladas en el sótano, la que llevan los vecinos, el niño que Merricat se pregunta si sería capaz de comerse al final de la novela y que Connie no sabe si sería capaz de cocinar... pero esto de la comida no es cosa mía. Esto es cosa de otra bruja, en este caso buena, que asoma sus artes una vez terminada la novela y de la que hablaré en breve.
Este libro me llegó a través de dos amigas blogueras a las que ya he mencionado en más ocasiones, pero es que ellas son "culpables" de una buena proporción de lo que leo y jamás me he equivocado siguiendo sus directrices. Son Lorena, que se rindió a Merricat, y Ana, quien no se atrevió a tanto aunque le faltó muy poco. Yo no sé a qué carta quedarme porque Merricat me fascina a la vez que me asusta, y he decidido rendirme a Shirley Jackson.
Shirley Jackson |
Shirley Jackson murió en 1965 a la edad de 49 años. Yo no la conocía hasta esta novela, pero ya tengo echado el ojo a alguna más porque su forma de escribir me ha fascinado y sus personajes me parecen formidables. Su
Merricat tiene el gran mérito de producirnos ternura a la vez que un escalofrío
nos recorre la espalda, y Connie nos da grima de tan ingenua y fácil de manejar
y nos cautiva con su bondad a pesar de que...
Mientras leía las reseñas, primero de Ana y después de Lorena, no podía dejar de pensar en otra bruja ante la que estoy rendida sin condiciones: Joyce Carol Oates, que me parecía que bien podría haber sido la autora de "Siempre hemos vivido en el castillo", pues lo que leía acerca de esa novela me traía a la cabeza muchos de los libros de la autora. Cuando por fin tuve mi ejemplar de la novela, vi esto en la parte de abajo de la portada:
Mientras leía las reseñas, primero de Ana y después de Lorena, no podía dejar de pensar en otra bruja ante la que estoy rendida sin condiciones: Joyce Carol Oates, que me parecía que bien podría haber sido la autora de "Siempre hemos vivido en el castillo", pues lo que leía acerca de esa novela me traía a la cabeza muchos de los libros de la autora. Cuando por fin tuve mi ejemplar de la novela, vi esto en la parte de abajo de la portada:
Y no
me lo podía creer. A veces las casualidades... aunque no, seguro que no es una casualidad. Quién mejor para hacer un comentario final a la novela que una
autora que también cultiva el género y el estilo.
Y en ese comentario, en ese posfacio descubro cosas que no sabía. Descubro que el pueblo que aparece en la novela es un pueblo situado en Nueva Inglaterra. O eso dice Oates, aunque no sé muy bien por qué. Pero sobre todo descubro (podía haberme dado cuenta yo misma, pero no ha sido el caso) la importancia de la comida "Nos tragamos el año. Nos comemos la primavera y el verano y el otoño. Estamos esperando a que crezca algo para luego comérnoslo". Así empieza el posfacio. Y luego lo analiza como analiza a Merricat y a Connie y todo el libro, porque como ya lo hemos leído, no hay miedo al destripe ni al revelado indiscreto de la trama o del final. Y entiendo el porqué de un posfacio en lugar de un prefacio. Que nadie ose leerlo antes de adentrase en el mundo mágico de "Siempre hemos vivido en el castillo".
Esta novela entra además en el II reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1990. "Siempre hemos vivido en el castillo" está publicada en 1962.
Y en ese comentario, en ese posfacio descubro cosas que no sabía. Descubro que el pueblo que aparece en la novela es un pueblo situado en Nueva Inglaterra. O eso dice Oates, aunque no sé muy bien por qué. Pero sobre todo descubro (podía haberme dado cuenta yo misma, pero no ha sido el caso) la importancia de la comida "Nos tragamos el año. Nos comemos la primavera y el verano y el otoño. Estamos esperando a que crezca algo para luego comérnoslo". Así empieza el posfacio. Y luego lo analiza como analiza a Merricat y a Connie y todo el libro, porque como ya lo hemos leído, no hay miedo al destripe ni al revelado indiscreto de la trama o del final. Y entiendo el porqué de un posfacio en lugar de un prefacio. Que nadie ose leerlo antes de adentrase en el mundo mágico de "Siempre hemos vivido en el castillo".
Esta novela entra además en el II reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1990. "Siempre hemos vivido en el castillo" está publicada en 1962.
Así me acerqué (y descubrí) también a Shirley Jackson, primero con Ana, después con Lorena y ahora contigo, Rosa. Aunando vuestras miradas habéis hecho un tríptico magnífico en torno a la autora y su libro.
ResponderEliminarRecuerdo haber curioseado sobre la vida de Shirley y, desde luego, fue cualquier cosa menos convencional, como suele decirse, una vida más propia de sus inquietantes ficciones que de la realidad. Y curiosamente hace poquito leí en la biblio de mi localidad un artículo en Letras Libres que repasaba conjuntamente la vida de S. Jackson y Flannery O´Connor, ( titulado “La bruja y la creyente atea”) Me impactó.
Caramba, que afortunada “casualidad” encontrarte con el posfacio de tu admirada J. C. Oates. Si encaro el libro, por supuesto que seguiré tu consejos de leerlo tras la historia.
Magníficas impresiones nos dejas. Un beso.
No he leído nada de Flannery O'Connor, es otra de mis pendientes. Interesante artículo a juzgar por el título y como veo que está en la red. Lo leeré con calma.
EliminarDespués de leer tanta reseña entusiasta, no te va a quedar otro remedio que leer este libro. Creo que te gustará tanto como a nosotras.
Es cierto que fue todo un sobresalto encontrar a Joyce Carol Oates en la portada del libro como autora del posfacio, pues había pensado mucho en ella al leer las reseñas de Ana y Lorena. Tiene novelas que recuerdan mucho este estilo entre cuento de hadas, de terror y un poco gótico. Concretamente su novela "Bellefleur" o "Un jardín de placeres terrenales" y algunos pasajes de otras novelas.
Ya nos contarás si lo lees.
Un beso.
Acabo de leer el artículo. Y de él he sacado varias cosas interesantes. Primero, saber un poco más de la vida de Shirley Jackson y darme cuenta de que con la vida que llevó la pobre, parece que la novela es una forma de vengarse de los que se burlaban de ella. Tal vez hizo mediante la literatura lo que no se atrevió a hacer en la vida real.
Eliminar"El pueblo se volvió en contra de Shirley –con el marido siempre fueron más condescendientes–, quien durante años recibió amenazas y agresiones de los vecinos. Fue juzgada, una y otra vez, por la comunidad –cerrada, católica y conservadora–, a tal grado que evitaba salir de casa lo más posible"
Esas terribles palabras me han hecho entender un maravilloso pasaje del libro en el que se explica pormenorizadamente, la última salida de Merricat para comprar comida y coger libros de la biblioteca. Es un pasaje muy, muy bueno.
Lo segundo es que, al leer que Flannery O'Connor había nacido en Savannah, he recordado que yo tengo una foto de la casa en la que nació. La he buscado y la he encontrado. Cuando la lea, utilizaré la foto en la reseña.
Otra que murió jovencísima, aunque esta lo hizo de enfermedad y Shirley Jackson lo hizo más bien de abandono, maltrato y angustia.
Muchas gracias por la pista de este artículo.
Me alegro, Rosa. Es fascinante descubrir claves de la vida real en las autoras que, de repente, te hagan clarividentes ciertos pasajes del libro.
EliminarWow!! Lo de F. O'Connor con su casa de Savannah y tu fotografía... es flipante! ;)
Gracias a ti por todo lo que aportas.
Hola!nosotras hace unos días terminamos de leerla y aun estamos saboreando la historia.es un caramelo que va disolviendose de a poco con fragmentos del libro que perduran en la memoria luego de leido.nos sorprendió saber sobre la autora y el posfacio jamás leímos un libro con uno y tan bello!! Bien podía haber sido la autora del libro.nosotras miramos dos veces lo mismo!!Gracias. Saludosnuhos
ResponderEliminarPues veo que os ha gustado tanto como a mí. No sé si habéis leído a Joyce Carol Oates, pero si no es así, os la recomiendo sin dudar. He leído más de quince libros suyos y son todos muy buenos.
EliminarUn beso.
He leído buenas opiniones de la novela y no me importaría leerla, gracias por recordármela, se ve que te ha gustado.
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado mucho porque es una gran novela, llena de detalles y matices y con personajes adorables e inolvidables.
EliminarUn beso.
No, cierto, yo no pude rendirme a Merricat por mucho que me fascina su máscara. La mejor opciòn,sin duda, es rendirse como tú haces al buenhacer de Shirley Jackson
ResponderEliminarUn abrazo
Yo he de confesar que un poco sí que me rendí a ella, porque me encantó su falta de moral o más bien, su moral tan particular. De todas formas, rendida o no, es uno de esos personajes de antología. Se come la novela de la presencia tan intensa que tiene y no es porque sea la narradora, es porque su fuerza lo llena todo.
EliminarUn beso.
Hola Rosa, una singular novela y una manera muy bonita de reseñarla con ese epílogo que haces con referencia al posfacio. Como no había oído ni leído nada de la autora, el paso por tu casa ha sido fructífero y positivo, así que agradecido por tu reseña. Un beso.
ResponderEliminarGracias a ti por acercarte hasta esta mi casa. Es un libro que tiene una película maravillosa y he sabido que en 2018, concretamente a finales de septiembre, se va a estrenar una dirigida por Stacei Passon. ¿La conoces? A mí no me suena de nada. A ver si la peli llega a nuestras salas. Tengo mucha curiosidad por ver lo que han hecho con la historia.
EliminarUn beso.
Llevaba un tiempo sin pasarme por aquí Rosa, el verano y algo de holgazaneria. Alguna vez he tenido esta novela entre las manos y siempre he pensado que quizá a estaba dedicada a un público juvenil. Por lo que cuentas y por quien ha escrito el posfacio creo que estaba un tanto equivocado.
ResponderEliminarPrometo pasarme con más asiduidad. Un beso.
Ja, yo tampoco soy muy aficionada a la literatura juvenil. No, nada más lejos de ello. Es una novela con sus dosis de intriga que se va resolviendo poco a poco y en la que lo más importante es lo que va pasando y cómo se nos cuenta.
EliminarEl verano hace estragos en el mundo de los blogs, pero en invierno y en verano me encanta verte por aquí.
Un beso.
Tiene buena pinta, me lo apunto. Besos
ResponderEliminarEs una autora a descubrir, con una vida muy atormentada que se manifiesta en sus obras. Desde luego, en esta novela, muchísimo. Tendré que seguir indagando.
EliminarUn beso.
Hola Rosa,
ResponderEliminarMe ha encantado tu reseña y el libro. Precisamente dices muchas cosas y las analizas sin necesidad de ser explícita, lo cual es de agradecer. Considero que la autora es una mujer digna de ser conocida y reconocida en la realidad, no solo a través de su literatura, investigaré sobre su biografía. Del libro, ¿que decir? Me resulta un ambiente siniestro, endogámico y me recuerda aal romanticismo del XIX. Tanto el pueblo, con esa descripción de cómo se alinean las casas en la carretera y a las afueras y gente estática poco activa, que se dedica a la vida contemplativa y a los chismorreos de otros tiempos y la propia endogamia de la casa de las supuestas almas siniestras...chocante. Y un secreto a vislumbrar. Brujas o no brujas la personalidad de las dos hermanas es el alma máter, pienso, a falta de leer el libro. El posfacio, qué originalidad acostumbrados a leer prefacios, lo convencional. Todo muy interesante. Y tu capacidad para radiografiar vidas más que personajes, de lo bien que los psicoanalizas, tramas y subtramas ligándolo al nódulo central a la perfección. Lo adquiriré. Me has convencido gratamente.
Un abracete
Pues muchas gracias, Marisa. Me alegro de haberte sabido convencer y eso que, después de publicar la entrada y releerla, pensaba que no le había hecho al libro todo el honor que merece. Tus palabras, me alivian en mi sensación.
EliminarEs una libro muy particular, con una historia muy negra y a la vez, tierna. Muchos matices, mucho detalle. Una maravilla.
Un beso.
Puede que me la apunte, aunque ya sabes que las novelas ambientadas en Norteamérica...
ResponderEliminarPero lo que dices de las brujas me llama, aunque si hay que leer entre líneas es posible que yo no lo pille, porque eso se me da mal.
En fin, la pongo en el apartado de "posibles".
Un besote.
No te preocupes de si hay que leer entre líneas, tú lee y disfruta. Aunque está ambientada en norteamérica, tiene rasgos europeos. No lo había pensado, pero ahora que lo has mencionado, me he dado cuenta de que podría estar ambientada en cualquier sitio.
EliminarSi te animas, me dices.
Un beso.
Lo tengo pendiente, junto con El cuento, a ver si me pongo =)
ResponderEliminarBesotes
Me imagino que te refieres a "El cuento de la criada". No lo he leído, pero vi la serie y me resultó demasiado inquietante. No me sentí a gusto.
EliminarUn beso.
No creo que sea casualidad que sea Joyce Carol Oates quien escribe el posfacio de esta novela. Supongo que la editorial (no la española, es decir minúscula, que me imagino se habrá limitado a traducir la edición inglesa) tuvo ojo para juntar a estas dos grandes. También fue una alegría para mí encontrarme con el nombre de la neoyorquina en la portada y, al igual que tú, también disfruté y me enriquecí de su análisis y perspicacia.
ResponderEliminarEn cuanto a la novela: ¿qué decir? Que está repleta de posibilidades. Rendida a Merricat, como personaje literario, por supuesto (no me la llevaría a mi casa). Es decir, rendida como tú a la genialidad de Shirley Jackson.
Me ha gustado mucho tu visión de la novela. Y me ha gustado aún más saber que la has disfrutado tanto como yo.
Besos
Sí. Merricat como personaje es insuperable. Todos lo son. Es que, hasta el gato, tiene un peso y una fuerza que no es habitual. Yo tampoco adoptaría a Merricat, pero creo que a Connie menos aún.
EliminarRespecto a la autora te doy información de un enlace sobre ella y Flannery O'Connor del artículo que dice Paco en su comentario. No tiene desperdicio. Pones en Google Letras libres y en el buscador de la página pones El nombre de cualquiera de las dos autoras y te sale el primero. Se titula "Shirley Jackson y Flannery O’Connor. La bruja y la creyente atea". No te dejo el enlace porque en mi blog no se puede seleccionar y copiar.
Una novela magnífica por la que, otra vez, te tengo que dar las gracias. Y no será la última. Ya tengo alguna más "en capilla".
Un beso.
Sí, ya había visto que Paco lo recomendaba. Ahora con tus indicaciones ya me he ido directa a él.
EliminarQué curioso, más bien revelador, que a ambas autoras les achacaran no escribir para animar a la gente. Flannery O'Connor es una autora que ya tenía pendiente. No sé por qué al leer su reseña biográfica me he acordado de Curson McCullers. Y de Shirley Jackson siento la necesidad imperiosa de leer su relato 'La lotería'. Y ahora que la conozco un poco mejor todo el ambiente que crea en 'Siempre hemos vivido en el castillo' cobra una nueva dimensión.
Besos
Esa identificación de O'Connor con McCullers es por el sur. Ese sur de Estados Unidos que imprime carácter y al que ningún escritor nacido en él ha podido sustraerse.
EliminarYa tengo "La lotería" anotada. Y he visto que las dos novelas de O'Connor están en un solo volumen con el que espero hacerme pronto.
Hola Rosa,
ResponderEliminarAntes de las vacaciones compré un buen lote de lectura, y todavía me quedan algunos por leer, :)
Pero esta reseña es súper apetecible e enigmática, no sé la razón, pero siempre me atraen los personajes con perfiles que esconden más de lo que muestran, así que apuntada queda, sin ninguna duda.
Un beso, y feliz día.
Pues aquí encontrarás esos personajes en estado puro. Podría ser una historia de suspense si no fuera porque está tan cargada de contenido toda ella que lo que se nos olvida lo que nos podría intrigar y nos sumergimos en la lectura disfrutando cada momento y casi olvidando que hay sucesos que desconocemos en profundidad. Por lo menos a mí me pasa eso en este tipo de novelas. Hasta llego a olvidarme de que había un misterio por resolver de tanto como me envuelven.
EliminarYa nos dirás si la lees.
Un beso.
Desde luego, el terror, junto al humor, son los efectos más difíciles de conseguir en literatura. Este año me he propuesto aprovechar tus reseñas para buscar información sobre los autores que nos traes. Con Shirley me he llevado una sorpresa al comprobar que fue la autora de un relatazo titulado La lotería. Lo leí hace años y es de esos que te deja una resonancia inolvidable. Pensaba que lo escribió otro autor que me atrapa bastante: Richard Matheson. Así que he redescubierto a la autora. Fantástica reseña, Rosa. Un abrazo!!
ResponderEliminar"La lotería" es el próximo libro de Shirley Jackson que quiero leer. Tiene una pinta estupenda.
EliminarNo conozco a Richard Matheson, aunque su nombre me quiere sonar. Investigaré.
Es para mí todo un honor que tomes mi blog como referencia para tus informaciones sobre autores.
Un beso.
Hola, Rosa. Interesante y enigmática novela nos traes, aunque debería decir que lo más enigmático de ella son sus personajes, especialmente las hermanas protagonistas. Se me antoja una novela de poca acción pero de mucho suspense y siempre me han atraído las historias que van desvelando poco a poco un pasado familiar siniestro.
ResponderEliminarA mí sí me gustan las novelas norteamericanas o ambientadas en los EEUU, aunque el autor no sea norteamericano (caso de Joël Dicker).
Tomo nota, pues, de esta obra, a ver si algún día puedo leerla.
Un abrazo.
Hay más acción de la que parece aunque sea en el interior de esas hermanas que como dices, son de lo más valioso del libro.
EliminarJoël Dicker no me gusta demasiado. Curiosamente el libro suyo que más me gustó es "El libro de los Baltimore" que es el menos policíaco o negro que tiene.
"Siempre hemos vivido en el castillo" es una gran novela y además, no muy extensa. Merece la pena realmente.
Un beso.