"La hoja plegada" William Maxwell
"Quizá fuera demasiado orgulloso y demasiado inseguro a la vez. El hecho de que sus piernas fuesen demasiado delgadas para que pudiera llevar bombachos puede que tuviese algo que ver, o el que no dispusiera de ninguna muletilla que emplear. Además, la única vez que había reunido valor para pedirle a una chica que saliese con él, le había rechazado". Lymie Peters no es el chico más popular del instituto. Su torpeza en los deportes y su aspecto poco agraciado lo hacen mantenerse alejado, tratar de pasar desapercibido. Nadie lo quiere en su equipo porque eso es garantía de perder en natación, en baseball o en cualquier deporte. Tan solo destaca en los estudios y su padre está muy orgulloso de las buenas notas que saca.
Estamos en Chicago, después de la Primera Guerra Mundial. Si nos fiamos del calendario situado detrás de la mesa de la profesora en el aula, y no tenemos motivos para no fiarnos, es octubre de 1923. Además se habla de bares clandestinos lo que concuerda perfectamente, teniendo en cuenta que la Ley Seca duró de 1920 a 1933. Pocos datos más se nos dan de la época en que transcurre "La hoja plegada", que bien podría ser otra, porque la historia es bastante atemporal.
La vida de Lymie no es muy alegre. Su madre murió hace años y vive con su padre en un piso desordenado y sucio, cenan en restaurantes cada noche y su padre, que frecuenta los bares clandestinos, vuelve a casa apestando a alcohol y acompañado de mujeres que "llevaban el pelo corto y teñido las más de las veces, fumaban cigarrillos, tenían la voz áspera y seca y sus vestidos siempre dejaban ver las rodillas". Sin amigos, sin madre y con un padre que le quiere, pero que no sabe darle la atención que necesita, la vida de Lyme es bastante solitaria.
Pero eso cambia cuando aparece Spud en el instituto. Spud viene de Wisconsin donde tenía amigos y se sentía en su casa. Aquí es un ser desubicado y resentido. Está resentido contra su padre al que culpa de haberle traído a Chicago. Se siente inseguro ante chicos bien vestidos y chicas que se maquillan; siente miedo de los sarcasmos de los profesores; se siente acomplejado por ser casi pobre en comparación con sus compañeros. Todo ello hace de él una persona violenta que busca peleas, busca en la sangre y en el dolor físico enmascarar las heridas del orgullo magullado... "todo fluyó hacia sus puños. Cada impacto le liberaba de parte de su tristeza acumulada y empezó a sentirse mucho mejor que en la vida real".
Aunque nada de eso le será provocado por Lymie. Tan solo ante Lymie, Spud no tiene miedo ni inseguridad ni resentimiento. Con Lymie no se siente acomplejado. Antes al contrario, es Lymie quien se siente inferior frente a Spud que es fuerte y atlético, y aunque no es muy guapo, su cuerpo parece ser la norma en la que se basan las proporciones del cuerpo humano. Además se le dan bien los deportes, aunque sea un mal estudiante. Lymie se siente atraído hacia él a la vez que temeroso de volver a verse rechazado. La primera vez que Spud le invita a cenar con su familia, Lymie se debate entre el deseo de entrar en la vida de su amigo y el miedo a que no le acepten. Vencerán el deseo y la insistencia de Spud y Lymie se verá formando parte de algo que nunca ha tenido: una familia en la que sus miembros riñen, se burlan unos de otros, se quieren, se acercan la sal, hacen música con el tenedor y los vasos. Un paraíso desconocido para Lymie. Un paraíso que su presencia había contribuido a crear pues todos los miembros de la familia querían mostrar su mejor cara ante el invitado y hacerle agradable la velada. No todas las cenas son así en casa de los Latham, pero todas son cenas familiares, más o menos conflictivas, como las de todas las familias, muy alejadas de las frías, solitarias y corteses cenas que cada tarde comparte con su padre en el restaurante Alcázar.
Todo un mundo se abre ante Lymie con su admisión sin reservas en la familia Latham. Descubrirá la vida que le corresponde a un chico de su edad, la vida que la falta de su madre le ha impedido disfrutar. "Así era como vivía la gente, los chicos de su edad que no tenían que prepararse el desayuno por las mañanas, o lavarse la cara en un lavabo sucio, o irse a dormir por la noche en una cama sin hacer; chicos cuyos padres no bebían más de la cuenta ni hablaban demasiado alto y que no coqueteaban con las camareras". Y todo un mundo se abre con el descubrimiento de la camaradería entre chicos y el fin de su obligada soledad.
"La hoja plegada" es la historia de una amistad. Lymie y Spud se harán inseparables, Lymie será un elemento más de la familia de Spud, cuya madre sentirá la necesidad de cuidarlo, alimentarlo bien y suplir en lo posible a la madre que él no tiene. Pero la diferencia pone de manifiesto la evidencia que antes permanecía oculta. "Para conocer la injusticia del mundo sólo hace falta un poco de experiencia. Para aceptarla sin amargura o envidia se necesita casi la suma de toda la sabiduría humana, cosa que Lymie Peters, a la edad de quince años, no poseía. No pudo evitar darse cuenta de que la balanza de la suerte se había inclinado considerablemente a favor de Spud, y sentirse agraviado por ello. Pero lo que más le reconcomía era que Spud fuese, además, un atleta nato y la encarnación del ideal con el que soñaba despierto a menudo".
Del instituto en Chicago a la universidad en Indiana, los amigos siguen juntos. Lymie vive su vida a través de Spud. Le ata los guantes de boxeo, le espera para tenderle la toalla cuando salen de la ducha, comparten habitación, comparten cama. Lymie acostumbra a meter la mano en el bolsillo del abrigo de Spud, y a entrelazar los dedos con los suyos. Se han querido ver rasgos homosexuales en la amistad de los dos chicos. No me gusta etiquetar las relaciones ni los afectos ni, por supuesto a las personas que los sienten. Pocas veces aparecen en mi blog las palabras homosexual, heterosexual o bisexual, ni ninguna otra que suponga etiquetar las variadas parejas y los afectos que se pueden establecer entre los seres humanos. En mi blog aparecen personas y los sentimientos que comparten sin hacer hincapié en el sexo de cada cual. Y tal vez el autor ha querido dejar alguna pista acerca del significado de los sentimientos de Spud y Lymie, aunque las pistas son confusas. Spud tiene su novia, Sally Forbes. Lymie permanece solitario, aunque no por voluntad propia, ya que también está enamorado de Sally. Los tres mantienen una profunda amistad y comparten juntos todo tipo de actividades, hasta que la realidad de la vida se va imponiendo con sus suspicacias y sus recelos.
La amistad mantenida a lo largo de los años se ve teñida de sentimientos latentes que la edad adulta saca de su letargo; los celos, las envidias, las inseguridades hacen acto de presencia. Hasta las veladas amenazas presentidas en el pasado parecen materializarse con varios años de retraso. "Se dio cuenta de que había sido una especie de premonición. Todo lo que había pensado que ocurriría entonces estaba ocurriendo ahora. Tan sólo se había equivocado en el momento".
Los amigos empezarán a distanciarse, con dolor pero sin remedio y ello tendrá sus consecuencias en los dos jóvenes, en cada uno de manera distinta, pero ambos tendrán que seguir con sus vidas como todo tiene que seguir, como sigue la vida más allá de las novelas porque "puede que dé la impresión de que reduce su velocidad y está a punto de pararse, pero es sólo porque se prepara para girar una y otra vez, cada vez más deprisa, noche y día, semana tras semana. El final que sigue al principio no es ni un final ni un principio. Cualquier cosa que esté viva debe ser continua. No hay vida que no siga y siga, incluso la vida que se oculta en el agua y en las piedras".
"La hoja plegada" es la tercera novela que leo de William Maxwell tras "Vinieron como golondrinas" y "Adiós, hasta mañana". En todas ellas habla de niños y adolescentes. En todas ellas los niños han perdido a su madre. Quizás es que escribe para liberarse de la enorme pena de haber perdido a la suya propia cuando tenía diez años, víctima de la mal llamada gripe española, hecho que trata de manera espléndida en la maravillosa y tierna "Vinieron como golondrinas". Recomiendo a este autor a quien guste de las historias sencillas en apariencia, esas que no se prodigan en grandes acontecimientos ni sucesos llamativos, pero en las que subyace la vida por debajo de la aparente cotidianidad, mucha vida.
Estamos en Chicago, después de la Primera Guerra Mundial. Si nos fiamos del calendario situado detrás de la mesa de la profesora en el aula, y no tenemos motivos para no fiarnos, es octubre de 1923. Además se habla de bares clandestinos lo que concuerda perfectamente, teniendo en cuenta que la Ley Seca duró de 1920 a 1933. Pocos datos más se nos dan de la época en que transcurre "La hoja plegada", que bien podría ser otra, porque la historia es bastante atemporal.
La vida de Lymie no es muy alegre. Su madre murió hace años y vive con su padre en un piso desordenado y sucio, cenan en restaurantes cada noche y su padre, que frecuenta los bares clandestinos, vuelve a casa apestando a alcohol y acompañado de mujeres que "llevaban el pelo corto y teñido las más de las veces, fumaban cigarrillos, tenían la voz áspera y seca y sus vestidos siempre dejaban ver las rodillas". Sin amigos, sin madre y con un padre que le quiere, pero que no sabe darle la atención que necesita, la vida de Lyme es bastante solitaria.
Pero eso cambia cuando aparece Spud en el instituto. Spud viene de Wisconsin donde tenía amigos y se sentía en su casa. Aquí es un ser desubicado y resentido. Está resentido contra su padre al que culpa de haberle traído a Chicago. Se siente inseguro ante chicos bien vestidos y chicas que se maquillan; siente miedo de los sarcasmos de los profesores; se siente acomplejado por ser casi pobre en comparación con sus compañeros. Todo ello hace de él una persona violenta que busca peleas, busca en la sangre y en el dolor físico enmascarar las heridas del orgullo magullado... "todo fluyó hacia sus puños. Cada impacto le liberaba de parte de su tristeza acumulada y empezó a sentirse mucho mejor que en la vida real".
Aunque nada de eso le será provocado por Lymie. Tan solo ante Lymie, Spud no tiene miedo ni inseguridad ni resentimiento. Con Lymie no se siente acomplejado. Antes al contrario, es Lymie quien se siente inferior frente a Spud que es fuerte y atlético, y aunque no es muy guapo, su cuerpo parece ser la norma en la que se basan las proporciones del cuerpo humano. Además se le dan bien los deportes, aunque sea un mal estudiante. Lymie se siente atraído hacia él a la vez que temeroso de volver a verse rechazado. La primera vez que Spud le invita a cenar con su familia, Lymie se debate entre el deseo de entrar en la vida de su amigo y el miedo a que no le acepten. Vencerán el deseo y la insistencia de Spud y Lymie se verá formando parte de algo que nunca ha tenido: una familia en la que sus miembros riñen, se burlan unos de otros, se quieren, se acercan la sal, hacen música con el tenedor y los vasos. Un paraíso desconocido para Lymie. Un paraíso que su presencia había contribuido a crear pues todos los miembros de la familia querían mostrar su mejor cara ante el invitado y hacerle agradable la velada. No todas las cenas son así en casa de los Latham, pero todas son cenas familiares, más o menos conflictivas, como las de todas las familias, muy alejadas de las frías, solitarias y corteses cenas que cada tarde comparte con su padre en el restaurante Alcázar.
Todo un mundo se abre ante Lymie con su admisión sin reservas en la familia Latham. Descubrirá la vida que le corresponde a un chico de su edad, la vida que la falta de su madre le ha impedido disfrutar. "Así era como vivía la gente, los chicos de su edad que no tenían que prepararse el desayuno por las mañanas, o lavarse la cara en un lavabo sucio, o irse a dormir por la noche en una cama sin hacer; chicos cuyos padres no bebían más de la cuenta ni hablaban demasiado alto y que no coqueteaban con las camareras". Y todo un mundo se abre con el descubrimiento de la camaradería entre chicos y el fin de su obligada soledad.
"La hoja plegada" es la historia de una amistad. Lymie y Spud se harán inseparables, Lymie será un elemento más de la familia de Spud, cuya madre sentirá la necesidad de cuidarlo, alimentarlo bien y suplir en lo posible a la madre que él no tiene. Pero la diferencia pone de manifiesto la evidencia que antes permanecía oculta. "Para conocer la injusticia del mundo sólo hace falta un poco de experiencia. Para aceptarla sin amargura o envidia se necesita casi la suma de toda la sabiduría humana, cosa que Lymie Peters, a la edad de quince años, no poseía. No pudo evitar darse cuenta de que la balanza de la suerte se había inclinado considerablemente a favor de Spud, y sentirse agraviado por ello. Pero lo que más le reconcomía era que Spud fuese, además, un atleta nato y la encarnación del ideal con el que soñaba despierto a menudo".
Del instituto en Chicago a la universidad en Indiana, los amigos siguen juntos. Lymie vive su vida a través de Spud. Le ata los guantes de boxeo, le espera para tenderle la toalla cuando salen de la ducha, comparten habitación, comparten cama. Lymie acostumbra a meter la mano en el bolsillo del abrigo de Spud, y a entrelazar los dedos con los suyos. Se han querido ver rasgos homosexuales en la amistad de los dos chicos. No me gusta etiquetar las relaciones ni los afectos ni, por supuesto a las personas que los sienten. Pocas veces aparecen en mi blog las palabras homosexual, heterosexual o bisexual, ni ninguna otra que suponga etiquetar las variadas parejas y los afectos que se pueden establecer entre los seres humanos. En mi blog aparecen personas y los sentimientos que comparten sin hacer hincapié en el sexo de cada cual. Y tal vez el autor ha querido dejar alguna pista acerca del significado de los sentimientos de Spud y Lymie, aunque las pistas son confusas. Spud tiene su novia, Sally Forbes. Lymie permanece solitario, aunque no por voluntad propia, ya que también está enamorado de Sally. Los tres mantienen una profunda amistad y comparten juntos todo tipo de actividades, hasta que la realidad de la vida se va imponiendo con sus suspicacias y sus recelos.
La amistad mantenida a lo largo de los años se ve teñida de sentimientos latentes que la edad adulta saca de su letargo; los celos, las envidias, las inseguridades hacen acto de presencia. Hasta las veladas amenazas presentidas en el pasado parecen materializarse con varios años de retraso. "Se dio cuenta de que había sido una especie de premonición. Todo lo que había pensado que ocurriría entonces estaba ocurriendo ahora. Tan sólo se había equivocado en el momento".
Los amigos empezarán a distanciarse, con dolor pero sin remedio y ello tendrá sus consecuencias en los dos jóvenes, en cada uno de manera distinta, pero ambos tendrán que seguir con sus vidas como todo tiene que seguir, como sigue la vida más allá de las novelas porque "puede que dé la impresión de que reduce su velocidad y está a punto de pararse, pero es sólo porque se prepara para girar una y otra vez, cada vez más deprisa, noche y día, semana tras semana. El final que sigue al principio no es ni un final ni un principio. Cualquier cosa que esté viva debe ser continua. No hay vida que no siga y siga, incluso la vida que se oculta en el agua y en las piedras".
William Maxwell |
Esta novela entra en el III reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1980. "La hoja plegada" está publicada en 1945.
Esta novela entra también en el I reto "Cabalgando entre clasicos" por estar publicada antes de 1970.
Título del libro: La hoja plegada
Esta novela entra también en el I reto "Cabalgando entre clasicos" por estar publicada antes de 1970.
Título del libro: La hoja plegada
Autor: William Maxwell
Título original: The folder leaf
Título original: The folder leaf
Traducción: Miguel García Temprano
Editorial: Libros del Asteroide
Año de publicación: 2007
Año de publicación original: 1945
Nº de páginas: 352
Pinta muy bien la novela, Rosa. Y pinta muy bien su autor, al que desconocía. La apunto en la nota del móvil en el que están bastantes de los escritores que me faltan. Por cierto, ¿me recomiendas antes que ésta “Vinieron como golondrinas”?
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Para mí, "Vinieron como golondrinas" es la que más relacionada está con la vida del autor y con lo que va a ser su obra posterior. Y pienso que empezar por ella, como lo hice yo, es una buena forma de entrarle porque además fue la primera que escribió. Sí, creo que es una buena idea empezar por esa. Fue también con la que yo lo descubrí.
EliminarEspero que te guste.
Un beso.
Hola Rosa a mi me parece que es un autor que me gustará porque lo que nos has contado lo ha hecho y me ha hecho pensar en la influencia de la familia o del país o de las circunstancias que hacen que vidas en apariencia iguales puedan ser tan distintas.
ResponderEliminarMe ha gustado la manera de reflejar eso en una simple cena, en risas y broncas, en la cotidianidad que parece tan extraordinaria cuando no se tiene.
Besos
Todos los personajes de William Maxwell, al menos en las tres novelas que he leído, muestran esa falta de la madre desde la infancia. Sus vidas son tristes pues no imagino nada más triste que una infancia sin madre a no ser que esta sea sustituida por una abuela, tía o madrastra que sea capaz de llevar a cabo el papel con eficacia.
EliminarSon historias sencillas, pero muy humanas que seguro que te gustan. la verdad es que no imagino a nadie a quien puedan no gustarle.
Un beso.
¡Hola!
ResponderEliminarApuntadísima, me ha apetecido mcuho leerla. En alguna cosa me ha recordado a En el camino de Jack Kerouac, esa amistad, esa admiración de un chico a otro, ese triángulo amoroso y la admiración de Lymie hacie Spud me ha recordado un poquito a la de Sal hacia Dean Moriarty. En lo demás creo que no coincide nada.
Me la apunto, sé que me va a gustar.
Muy feliz semana.
Hace mucho que leí "En el camino" y salvo esa amistad que comentas creo que en nada coinciden. Me gusta mucho más William Maxwell que Jack Kerouac. Es la tercera novela que tengo del autor y se confirma mi afición por él. Lo malo es que creo que no hay más traducidas. Esperemos que aparezca alguna más. Tampoco tiene muchas, por otra parte.
EliminarUn beso.
Las relaciones humanas y especialmente las historias sobre la amistad siempre me han gustado si están descritas y escritas son naturalidad, como parece ser este el caso. Cuando un escritor ha tenido una infancia o una adolescencia triste suele plasmar en sus obras sobre niños y adolescentes sus propias experiencias, lo cual les da más realismo.
ResponderEliminarUn beso.
William Maxwell siempre muestra personajes que se han quedado sin madre y sienten esa desolación de haber tenido que prescindir de la alegría y los cuidados que vienen de ella. Los padres de los personajes son amables, pero siempre adolecen de la ternura y la preocupación maternas. Por otra parte, esas amistades frustradas o rotas que les producen a los personajes un cierto sentido de culpabilidad también parece ser algo que viene de su propia vida, aunque eso ya ingnoro de dónde viene.
EliminarUn beso.
No tiene mala pinta, pero con todo lo que tengo pendiente, no sé si le sacaría tiempo, de todas formas, me la apunto...
ResponderEliminarBesos
Todas sus novelas son muy buenas. pero no da tiempo a todo. te entiendo.
EliminarUn beso.
Coincido contigo en que muchas de las mejores novelas tienen ese toque de cotidianidad de los actos y las vivencias.
ResponderEliminarLa vida de por sí es una aventura que guarda tras la rutina, pequeños detalles importantes que nos condicionan a vivir de esta o aquella manera en relación con lo y los que nos rodean.
Gracias por la recomendación.
Besos.
Es cierto que las mejores novelas que he leído últimamente son historias en las que aparentemente no pasan muchas cosas, pero por debajo hay toda una explosión de sentimientos y vivencias.
EliminarLa vida del autor y todas sus novelas hubieran sido muy distinta ms de no haber quedado huérfano a los 10 años.
Un beso.
Desde luego tu reseña invita a leer el libro. Y sí que he pensado mientras la leía en Adiós, hasta mañana. Supongo que, como dices, es el protagonismo de niños sin madre que se sienten desubicados lo que me la recuerda. Apunto, como no.
ResponderEliminarBesos
Se ve mucha implicación vital del autor en cada novela, pero sobre todo en "Vinieron como golondrinas". Ésta tiene en común con "Adiós, hasta mañana" esa amistad más o menos fallida.
EliminarEspero que traduzcan alguna más. No es que escribiera mucho, pero me gustaría leer alguna otra cosa que tiene.
Me encanta todo lo que he leído de él.
Un beso.
No he leído nada del autor, pero lo que has explicado de esta novela me ha llamado mucho la atención. Parece un libro muy humano. Un besito!
ResponderEliminarYo descubrí al autor el año pasado y me gustó mucho. He leído todo lo que hay disponible, todo en libros del Asterisco. Esa editorial es garantía de calidad y sobre todo con literatura estadounidense, está haciendo una gran labor.
EliminarUn beso.
hola! encantadas de llevarnos tu reseña, de un autor que desconociamos pero muy agradable de leer, gracias Rosa por tus reseñas tan amenas, saludosbuhos.
ResponderEliminarEs la tercera novela suya que traigo al blog y las tres son muy buenas.
EliminarEspero que os guste.
Un beso.
Parece una buena novela y una historia preciosa que seguramente se presta a muchas reflexiones. Como bien dices tú misma parece que hay mucha vida, en estado puro, más allá de los simples acontecimientos cotidianos.
ResponderEliminarÚltimamente estoy leyendo muchas historias de asesinatos, seguro que ésta constituye un excelente cambio de registro. Me la apunto, ¡muchas gracias, Rosa!
Como siempre tu reseña un auténtico disfrute :)
¡Un beso de lunes!
Yo siempre alterno la novela negra con otros géneros. Negra de noche, como debe ser.
EliminarPuede ser un buen cambio y seguro que te gusta.
Un beso.
Desde luego es un libro que merece la pena, porque por lo que transmites en tú reseña nos habla de sentimientos y relaciones familiares y de amistad, y si encima esta bien escrito, merece la pena, de modo que lo apunto en la lista.
ResponderEliminarBesos y buena semana.
Habla de sentimientos muy humanos y de vivencias normales y cotidianas, al menos en apariencia. Por debajo de esa apariencia, como en toda vida que de verdad lo sea, pasan muchas cosas que vamos descubriendo. Esa es la constante del autor.
EliminarUn beso.
Por lo visto Maxwell pulió su escritura corrigiendo y aconsejando, en su etapa como editor, a autores como Updike, Salinger, J. Cheever... eso puede darnos un idea del talento que atesoraba Maxwell, una prosa exquisita que pone en valor cualquier historia que afronte como narrador.
ResponderEliminarHacer que las historias sencillas y los acontecimientos cotidianos calen de manera tan honda en el lector, solo está al alcance de los mejores escritores, como Maxwell.
Estupenda reseña, Rosa.
Beso
Era editor en el New Yorker y ahí se enfrentó a la literatura de autores que llegaron a ser muy prestigiosos, mucho más que él de hecho. Los tres que mencionas, pero también Basevish Singer, Nabokov y otros menos conocidos.
EliminarDesde luego colaboró y juzgó la obra de gente muy buena y él lo era. No escribió mucho, pero sus seis novelas me gustaría poder decir que las he leído todas. A ver si se traducen las tres que me quedan.
Muy bueno realmente. Te lo recomiendo.
Un beso.
Queda debidamente apuntado, por el contenido, los temas que aborda y el condimento que tú le has puesto a una reseña que vuelve a hablar de amistad ('De ratones y hombres'; 'Tan poca vida').
ResponderEliminarGracias por descubrirme a autor y obra; nada sabía de ambos.
Un beso, Rosa.
Es una cuestión de gustos personales, pero, sin ser tan espectacular en acontecimientos ni tan extenso, creo que es bastante mejor que "Tan poca vida". "De ratones y hombres" son palabras mayores. Ahí arriesga una mucha comparando. Prefiero no hacerlo porque además son muy distintas.
EliminarEspero que te guste y pronto nos des tu opinión.
Un beso.
Me ha gustado mucho tu reseña, Rosa, porque tanto el contenido como el autor me parecen muy interesantes. Como aún no he leído nada de William Maxwell, empezaré por su libro más personal, o sea, "Vinieron como Golondrinas" y luego me anoto este otro, para más adelante.
ResponderEliminarGracias por descubrirme a este novelista que me ha llamado mucho la atención.
Un beso.
Yo también creo que lo mejor es empezar por "Vinieron como golondrinas". Aparte de ser su primera novela, se puede decir que "Adiós, hasta mañana" es una especie de continuación y esta está relacionada con ambas, aunque es muy anterior a "Adiós...".
EliminarMe alegro de habértelo descubierto. A mí me lo descubrió Ana Blasfuemia y nunca se lo agradeceré lo suficiente. Es de esos tesoros desconocidos por la mayoría.
Un beso.
Una novela emocional la que nos traes hoy, Rosa. Los dos protagonistas parecen buscar en el otro todo aquello que echan en falta, sobre todo en esa primera etapa de la adolescencia. El problema es que la vida es larga y con los años esa sintonía se rompe con la propia evolución vital de cada persona. Una historia en la que la falta de acontecimientos parece estar suplida por otra forma de generar suspense como es la de conseguir que el lector empatice con los protagonistas y sufra por ellos. Desde luego que la parte en la que aparece Sally, formando esa relación de a tres, se me hace la más atractiva. Y es que, ¡cómo disfrutamos cuando el orden se trastoca en una novela! Estupenda reseña, Rosa. Un abrazo!!
ResponderEliminarLa vida es larga (salvo interrupciones prematuras) y como escribo en mi entrada de hoy, suele dar tiempo a que seamos expulsados del paraíso. Lymie y Spud encontraron su paraíso particular en su mutua amistad, sobre todo Lymie. Lo malo es que en esa amistad se encontraba lo que a uno le faltaba, pero también se envidiaba eso mismo. El crecer y madurar pone de manifiesto muchos sentimientos que la infancia mantiene ocultos.
EliminarLa verdad es que es un libro que gana en el recuerdo tras unos días de reposo. Mucho hay que analizar en él en cuanto a sentimientos humanos.
Un beso.
Me apunto al autor. me gustan las historia sencillas que esconden mucho debajo. Además toso los libros que he leído de esta editorial me han gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso ;)
Es una editorial que es garantía total. De este autor, las tres novelas que hay traducidas las ha publicado El asteroide. Todo lo que he leído ha sido bueno.
Eliminarte gustará. Es un gran autor.
Un beso.