"Cárdeno adorno" Katharina Winkler
Si hay libros que dejan marcas en la piel de la conciencia este es uno de ellos. Manchas cárdenas como los adornos que lleva en su piel la protagonista y narradora de esta historia. Ella es Filiz. "Oigo decir que los niños somos diez. Oigo decir que yo soy la séptima. Mi madre va pariendo como una vaca, niño tras niño, entre siembra y cosecha, entre cosecha y siembra. [...] Una vez es niño, otra niña, una vez niño, otra niña, niño… como perlas ensartadas en el hilo. Solo una vez llegó niño tras niño, pero murió, y la siguiente fue niña".
Todos tienen sus tareas encomendadas, son pastores y son rebaños nos dice Filiz. Hay muchos rebaños de niños en las lomas circundantes, en la aldea. Van naciendo (se van cayendo del vientre de sus madres mientras voltean el heno) y van siendo asignados a una tarea. Cuidan cabras, corderos, cabritos, vacas, burros, becerros, caballos, se cuidan unos a otros. Están en Turquía, no se sabe muy bien en qué lugar ni en qué momento, pero tampoco es que importe. Esta historia se come tiempos y lugares. Es todo sentimiento, dolor, aceptación... hasta la callada y discreta rebeldía. Es algo que yo no puedo asumir desde mi posición, algo que asumiría sin remedio, sin extrañeza de estar en aquel lugar en aquel momento. ¿O no?
"Cuando padre entra en casa, el silencio lo acompaña. Nos ponemos de pie, nuestros ojos se ponen de acuerdo, Yildiz le acerca una silla por la espalda, Fatma le saca la chaqueta por los hombros, yo corro a la cocina, a la tinaja, y vierto agua en el barreño, tres cazos. Fatma, de cuclillas ante padre, le ha desatado las botas, le quita la bota derecha por el talón, yo me acuclillo junto a ella y cojo la otra, el pie de padre está húmedo y caliente. Lo sumerjo en el agua fresca, y lava que te lava le voy borrando la jornada de la planta.
Zehra me tiende la toalla, froto el pie hasta dejarlo seco y lo deslizo, de mi mano a la sandalia". ¿Podría realmente asumir tanta sumisión? ¿La rechazo porque estoy acostumbrada a otra vida, a otros derechos a otro tipo de relación con el padre, con el hermano, con el marido? ¿La rechazaría igualmente de estar allí, aunque no me quedara más remedio que tragar y aguantar? Algunas de aquellas mujeres se suicidan. No lo pueden soportar. Otras lo ven normal. Se lo imponen a sus hijas. Yo no me veo capaz de soportarlo. Jamás podría hacérselo soportar a mis hijas. Tengo suerte. No he tenido que saber si se soporta o se muere en el intento.
Filiz y sus hermanas, así como su madre, viven bajo la sombra negra, poderosa y muy alargada de su padre. Los hermanos también, pero ellos pronto podrán salir y empezar a desplegar su propia sombra. Para las chicas solo hay una forma de salir y es pasar a cobijarse bajo la sombra del marido.
"El honor es, para mi padre, lo más importante.
Más importante que nosotros, los niños. O que madre.
El honor está por encima de todo, dice padre.
El honor me gana en altura".
En ciertos lugares, aquí no hace demasiado tiempo, puede que aún suceda en algunos ambientes, el honor de los hombres está siempre entre las piernas de las mujeres. Y las piernas de las mujeres se mantienen cerradas a la fuerza y la sumisión va saliendo de entre las piernas cerradas y envuelve a las mujeres como una crisálida hasta que las encierra por completo. Las protege y las aprisiona. Los hombres mantienen brillante y tersa la envoltura de sumisión y si creen que empieza a descascararse la reparan con adornos cárdenos que son como joyas sobre la piel sumisa de las mujeres.
En el valle donde vive Filiz casi todas las mujeres llevan sus adornos de un cárdeno variable: cárdeno oscuro, cárdeno claro. El claro se puede convertir en oscuro. Es más raro que el oscuro se convierta en claro. "El cárdeno adorno de las mujeres lleva la caligrafía de los hombres. La herramienta, madera o hierro, y la cantidad de los golpes determinan el matiz del cárdeno [...] Cuando sea mayor, seré una mujer cárdena. Confío en un matiz cárdeno claro como el cielo invernal".
Es muy joven Filiz cuando decide huir de la sombra paterna. Huye hacia la sombra de Yunus, el chico que la ha elegido. El que ya le ha dejado claro que no puede mirar a otros hombres. El que le ha hecho sentir que tiene un hombre, que pertenece a un hombre. Filiz ha sonreído ante la idea. Aún no tiene once años. Aún no ha tenido la aybaşi, algo que llegará y que nadie puede ver. Algo que Filiz no sabe lo que es. Nadie se lo ha explicado. Pero por fin llega "A partir de hoy sangrarás cada mes. Ahora eres mujer".
Pero antes de tener la aybaşi, antes de saber siquiera lo que es, Filiz ya sueña con su destino. A pesar de saber que en ese destino se encuentran sus joyas cárdenas a pesar de que sabe que el marido se las regalará sin medida, sueña con él. Y para dotar de imagen a su sueño se ha fijado en Yunus porque Yunus se fijó en ella.
"Seré su esposa. Seré su mujer.
Le coceré baklava y le prepararé la mesa.
Ordeñaré sus vacas, pariré a sus hijos y llevaré su nombre:
Şahin. Filiz Şahin".
"Cárdeno adorno" es la historia de Filiz que tuvo que huir de su casa para casarse con Yunus y hacerse merecedora de sus cárdenos adornos. Filiz, que tuvo su primer hijo a los trece años; que soñaba con vivir en Alemania con su marido y poder usar pantalones vaqueros y zapatillas deportivas; que vivió efectivamente en Austria, pero nunca usó vaqueros y nunca dejó de estar adornada con sus joyas cárdenas: pulseras, gargantillas, medallones. Hasta que los hijos, las hijas más bien, tienen edad suficiente para compartir las joyas de la madre. "Las niñas robaron el cárdeno adorno de la madre. Seda lleva mi pulsera, tiene un brillo oscuro, demasiado oscuro para ella. Selin se ha enganchado mi diadema en el pelo". Pero no lo robaron, solo lo compartieron.
Lo más terrible del caso es que se trata de una historia real. Ya sabemos que estas historias existen, pero cuando leemos una novela, sabiendo que solo es eso, la impresión no es tan profunda como cuando se sabe que todos estos hechos terribles le han ocurrido de verdad a la persona que los cuenta. Sabemos que esto no solo ocurre en Turquía. Está sucediendo en España, en la casa de al lado, en el piso de arriba. Pero en el valle de Filiz es algo asumido por todo el mundo, mujeres incluidas. Y las que sin saberlo se rebelan tienen que luchar contra todo lo que las rodea, incluida su propia madre. Y las pocas afortunadas que no tienen su piel adornada de cárdeno ni siquiera son bien vistas. "Songül es la única inceleste y sin cárdeno. Donde ella aparece, la conversación enmudece Qué se ha de hablar con la inceleste?
Se pasea por el pueblo con piel impecable. Las mujeres la esquivan, ninguna palabra, ningún saludo para la inceleste. ¡Mírala!, dice mi madre, acariciándome el pelo con su mano negricárdena, no es ni lista ni hacendosa. Y sin embargo, ¡no tiene un solo cardenal!".
Filiz le contó su historia a la autora, Katharina Winkler, que la iba grabando. La autora le dio forma de poesía. Sí, me he explicado bien. No es poesía, es prosa con forma de poesía, con ecos y ritmo y una cadencia poética en un intento de vencer al horror con la belleza, porque "Cárdeno adorno" cuenta una historia horrible. "«La poesía era necesaria para que el lector tenga un apoyo en su viaje por el infierno. En la vida no hay abismos absolutos, están la muerte y la belleza a un lado y al otro y no hay lo uno sin lo otro. La poesía es el contrapunto estético a la violencia. La belleza no niega ni se somete a la crueldad»", dice la autora.
Katharina Winkler era una niña cuando conoció a Filiz. Tenía 13 años lo que, teniendo en cuenta que nació en 1979, nos ayuda a ubicar un poco la historia. Era 1992 cuando Filiz entró en la vida de la familia Winkler en Austria. Y es que la historia está falta de un lugar y un tiempo en el que colocarla. Sabemos que se trata de un pueblo turco, pero no qué lugar de la vasta geografía turca ocupa ese pueblo. No sabemos nada del momento en que tiene lugar la historia. No tiene demasiada importancia más allá de la curiosidad del lector. Hay un montón de países en los que esas vivencias son el plato cotidiano de las mujeres; lo lleva siendo desde hace siglos. No, realmente no importa demasiado el cuándo y el dónde, lo que realmente importa, es el cómo. El cómo lo viven y, ya que de una obra literaria se trata, el cómo nos lo cuentan.
"Cárdeno adorno" es la primera novela de Ktharina Winkler. Ha obtenido el Prix du Premier Roman Étranger 2017 por su traducción al francés. "Cárdeno adorno" es una novela dura. Por momentos dejas de leer porque la violencia te duele en carne propia, en la carne de alma. Es un libro del que sales herido y cada uno puede elegir si se deja herir o no. Yo, personalmente, no creo que tenga derecho a dejar de compartir, aunque sea mínimamente, un cárdeno adorno en la piel de mi conciencia.
Título del libro: Cárdeno adorno
Todos tienen sus tareas encomendadas, son pastores y son rebaños nos dice Filiz. Hay muchos rebaños de niños en las lomas circundantes, en la aldea. Van naciendo (se van cayendo del vientre de sus madres mientras voltean el heno) y van siendo asignados a una tarea. Cuidan cabras, corderos, cabritos, vacas, burros, becerros, caballos, se cuidan unos a otros. Están en Turquía, no se sabe muy bien en qué lugar ni en qué momento, pero tampoco es que importe. Esta historia se come tiempos y lugares. Es todo sentimiento, dolor, aceptación... hasta la callada y discreta rebeldía. Es algo que yo no puedo asumir desde mi posición, algo que asumiría sin remedio, sin extrañeza de estar en aquel lugar en aquel momento. ¿O no?
"Cuando padre entra en casa, el silencio lo acompaña. Nos ponemos de pie, nuestros ojos se ponen de acuerdo, Yildiz le acerca una silla por la espalda, Fatma le saca la chaqueta por los hombros, yo corro a la cocina, a la tinaja, y vierto agua en el barreño, tres cazos. Fatma, de cuclillas ante padre, le ha desatado las botas, le quita la bota derecha por el talón, yo me acuclillo junto a ella y cojo la otra, el pie de padre está húmedo y caliente. Lo sumerjo en el agua fresca, y lava que te lava le voy borrando la jornada de la planta.
Zehra me tiende la toalla, froto el pie hasta dejarlo seco y lo deslizo, de mi mano a la sandalia". ¿Podría realmente asumir tanta sumisión? ¿La rechazo porque estoy acostumbrada a otra vida, a otros derechos a otro tipo de relación con el padre, con el hermano, con el marido? ¿La rechazaría igualmente de estar allí, aunque no me quedara más remedio que tragar y aguantar? Algunas de aquellas mujeres se suicidan. No lo pueden soportar. Otras lo ven normal. Se lo imponen a sus hijas. Yo no me veo capaz de soportarlo. Jamás podría hacérselo soportar a mis hijas. Tengo suerte. No he tenido que saber si se soporta o se muere en el intento.
Filiz y sus hermanas, así como su madre, viven bajo la sombra negra, poderosa y muy alargada de su padre. Los hermanos también, pero ellos pronto podrán salir y empezar a desplegar su propia sombra. Para las chicas solo hay una forma de salir y es pasar a cobijarse bajo la sombra del marido.
"El honor es, para mi padre, lo más importante.
Más importante que nosotros, los niños. O que madre.
El honor está por encima de todo, dice padre.
El honor me gana en altura".
En ciertos lugares, aquí no hace demasiado tiempo, puede que aún suceda en algunos ambientes, el honor de los hombres está siempre entre las piernas de las mujeres. Y las piernas de las mujeres se mantienen cerradas a la fuerza y la sumisión va saliendo de entre las piernas cerradas y envuelve a las mujeres como una crisálida hasta que las encierra por completo. Las protege y las aprisiona. Los hombres mantienen brillante y tersa la envoltura de sumisión y si creen que empieza a descascararse la reparan con adornos cárdenos que son como joyas sobre la piel sumisa de las mujeres.
En el valle donde vive Filiz casi todas las mujeres llevan sus adornos de un cárdeno variable: cárdeno oscuro, cárdeno claro. El claro se puede convertir en oscuro. Es más raro que el oscuro se convierta en claro. "El cárdeno adorno de las mujeres lleva la caligrafía de los hombres. La herramienta, madera o hierro, y la cantidad de los golpes determinan el matiz del cárdeno [...] Cuando sea mayor, seré una mujer cárdena. Confío en un matiz cárdeno claro como el cielo invernal".
Es muy joven Filiz cuando decide huir de la sombra paterna. Huye hacia la sombra de Yunus, el chico que la ha elegido. El que ya le ha dejado claro que no puede mirar a otros hombres. El que le ha hecho sentir que tiene un hombre, que pertenece a un hombre. Filiz ha sonreído ante la idea. Aún no tiene once años. Aún no ha tenido la aybaşi, algo que llegará y que nadie puede ver. Algo que Filiz no sabe lo que es. Nadie se lo ha explicado. Pero por fin llega "A partir de hoy sangrarás cada mes. Ahora eres mujer".
Pero antes de tener la aybaşi, antes de saber siquiera lo que es, Filiz ya sueña con su destino. A pesar de saber que en ese destino se encuentran sus joyas cárdenas a pesar de que sabe que el marido se las regalará sin medida, sueña con él. Y para dotar de imagen a su sueño se ha fijado en Yunus porque Yunus se fijó en ella.
"Seré su esposa. Seré su mujer.
Le coceré baklava y le prepararé la mesa.
Ordeñaré sus vacas, pariré a sus hijos y llevaré su nombre:
Şahin. Filiz Şahin".
"Cárdeno adorno" es la historia de Filiz que tuvo que huir de su casa para casarse con Yunus y hacerse merecedora de sus cárdenos adornos. Filiz, que tuvo su primer hijo a los trece años; que soñaba con vivir en Alemania con su marido y poder usar pantalones vaqueros y zapatillas deportivas; que vivió efectivamente en Austria, pero nunca usó vaqueros y nunca dejó de estar adornada con sus joyas cárdenas: pulseras, gargantillas, medallones. Hasta que los hijos, las hijas más bien, tienen edad suficiente para compartir las joyas de la madre. "Las niñas robaron el cárdeno adorno de la madre. Seda lleva mi pulsera, tiene un brillo oscuro, demasiado oscuro para ella. Selin se ha enganchado mi diadema en el pelo". Pero no lo robaron, solo lo compartieron.
Lo más terrible del caso es que se trata de una historia real. Ya sabemos que estas historias existen, pero cuando leemos una novela, sabiendo que solo es eso, la impresión no es tan profunda como cuando se sabe que todos estos hechos terribles le han ocurrido de verdad a la persona que los cuenta. Sabemos que esto no solo ocurre en Turquía. Está sucediendo en España, en la casa de al lado, en el piso de arriba. Pero en el valle de Filiz es algo asumido por todo el mundo, mujeres incluidas. Y las que sin saberlo se rebelan tienen que luchar contra todo lo que las rodea, incluida su propia madre. Y las pocas afortunadas que no tienen su piel adornada de cárdeno ni siquiera son bien vistas. "Songül es la única inceleste y sin cárdeno. Donde ella aparece, la conversación enmudece Qué se ha de hablar con la inceleste?
Se pasea por el pueblo con piel impecable. Las mujeres la esquivan, ninguna palabra, ningún saludo para la inceleste. ¡Mírala!, dice mi madre, acariciándome el pelo con su mano negricárdena, no es ni lista ni hacendosa. Y sin embargo, ¡no tiene un solo cardenal!".
Katharina Winkler |
Katharina Winkler era una niña cuando conoció a Filiz. Tenía 13 años lo que, teniendo en cuenta que nació en 1979, nos ayuda a ubicar un poco la historia. Era 1992 cuando Filiz entró en la vida de la familia Winkler en Austria. Y es que la historia está falta de un lugar y un tiempo en el que colocarla. Sabemos que se trata de un pueblo turco, pero no qué lugar de la vasta geografía turca ocupa ese pueblo. No sabemos nada del momento en que tiene lugar la historia. No tiene demasiada importancia más allá de la curiosidad del lector. Hay un montón de países en los que esas vivencias son el plato cotidiano de las mujeres; lo lleva siendo desde hace siglos. No, realmente no importa demasiado el cuándo y el dónde, lo que realmente importa, es el cómo. El cómo lo viven y, ya que de una obra literaria se trata, el cómo nos lo cuentan.
"Cárdeno adorno" es la primera novela de Ktharina Winkler. Ha obtenido el Prix du Premier Roman Étranger 2017 por su traducción al francés. "Cárdeno adorno" es una novela dura. Por momentos dejas de leer porque la violencia te duele en carne propia, en la carne de alma. Es un libro del que sales herido y cada uno puede elegir si se deja herir o no. Yo, personalmente, no creo que tenga derecho a dejar de compartir, aunque sea mínimamente, un cárdeno adorno en la piel de mi conciencia.
Título del libro: Cárdeno adorno
Autor: Katharina Winkler
Título original: Blauschmuck
Título original: Blauschmuck
Traducción: Richard Gross
Editorial: Periférica
Año de publicación: 2018
Año de publicación original: 2016
Nº de páginas: 256
Qué tremendo, esas mujeres aislando en cierto modo a esa otra de piel inmaculada. Pareciera que los adornos cárdenos de sus pieles fuesen sus medallas. Cuánto cambio de mentalidad es necesario y a veces no solo por parte de los hombres.
ResponderEliminarMe parece muy buena también tu reflexión acerca de lo que seríamos capaces de soportar teniendo en cuenta que nos hemos criado en ambientes tan distintos.
Por tema y estilo de la prosa esta novela lleva mi nombre. Llevo tiempo viéndola por ahí pero no sé por qué hay algo que hace que no me acabe de decidir. Leí hace bien poco la reseña de Juan Carlos y aunque me gustaron cosas que decía sobre ella también por otra parte alimentaba mis dudas. Tu reseña desde luego me acerca un poco más a su lectura. Me ha encantado. Supongo que por que refleja lo que a ti te ha encantado este libro a pesar de su dureza.
Besos
Eso es lo que más duele que la mentalidad de las mujeres asume como normal algo que supone su aniquilación como personas y se lo transmiten a sus hijas. Y a sus hijos, claro.
EliminarLa reseña de Juan Carlos terminó de decidirme, aunque había visto antes alguna otra cosa.
Desde luego, a mí me ha encantado tanto como me ha dolido. Hay momentos en que espanta tanto dolor y tanta crueldad y tenía que dejar de leer, pero el acierto de la autora (no sé hasta qué punto se debe a la protagonista en su forma de contarle la historia) es haberlo hecho todo tan poético que ayuda a pasar el trago.
Yo creo que no debes perdértelo.
Un beso.
No se si me veo con esta lectura, son temas que me duele leer y me indignan y enfadan, yo no creo que pudiera soportarlo, aunque tampoco se lo que haría, me alegra no tener que plantearmelo más que de forma hipotética. Lo apunto por si en algún momento me animo con esta historia. Besinos.
ResponderEliminarEs una gran historia y creo que es conveniente leerla y tratar de ponerse en el lugar de esas mujeres. Porque aunque desde aquí parece que no lo soportaríamos, para ellas es lo que han visto toda su vida. Filiz tiene asumido que será una mujer cárdena. Lo ha sido su madre, lo son todas en el pueblo y la que no lo es, no es aceptada entre las demás. Creo que es bueno reflexionar sobre estas cosas, porque tenerlo muy claro es fácil, pero hay muchos matices que desconocemos y que a mí al menos, me gusta saber para tener en cuenta.
EliminarUn beso.
Me gustaría leerla, aunque por la dureza de la historia ahora no sea el momento adecuado. Y cómo dice cuando sabes que es una historia real, todavía toca más.
ResponderEliminarUn beso ,)
Dura es la historia, pero la autora (puede que también la narradora) se apiada de nosotros y nos lo cuenta con una belleza que nos redime del horror hasta cierto punto.
EliminarPero tiene que ser en el momento adecuado porque si no, puede ser muy duro.
Un beso.
Estas sociedades ancladas en la Edad Media, u otras donde impera la religión musulmana, deben ser conocidas, divulgadas y reseñadas por muy duras que pueden ser para el lector. Hasta el día que no haya ninguna niña o ninguna mujer que no pueda decidir su destino con libertad, la propia libertad solo es una palabra hueca para las sociedades más ricas y según sea su contexto geográfico.
ResponderEliminarUn beso Rosa. .
Hay historias con las que yo siento la existencia de alguna deuda que debo pagar leyendo y siendo consciente de sus realidades. Me pasa con la Guerra Civil, con el exterminio de los judíos, con las miserias de los miserables a los que les robamos sus posibilidades para tener nosotros las nuestras. Ahora quiero meterme un poco con estos temas que no son los que más he frecuentado. Siempre he leído cosas, pero de una forma muy casual. Ahora intentaré buscar y leer más cosas, aunque siempre alternando pues no me gusta dedicarme a un solo tema, autor o nacionalidad.
EliminarSí, creo que la libertad que se construye a costa de las de otros, no es tal cosa. La libertad (de cualquier tipo) o es universal o no es, y creo que nos queda mucho camino por recorrer.
Un beso.
Tomaré nota de este libro, por supuesto.
ResponderEliminarEn literatura he ido al encuentro de algunas mujeres con “cárdenos adornos”, y algunos de esos encuentros (o sea, libros) aún lo tengo frescos en la memoria y en el blog. La nigeriana Aminatta Forna (“El jardín de las mujeres”), contando la historia de su estirpe familiar a través de las mujeres; abuelas, tías, madres hermanas, hijas, nietas, etc, en la violenta sociedad tribal que refleja la novela.
Y más demoledora aún fue la lectura de la egipcia Nawal El Saadawi, una de las intelectuales africanas más admiradas y respetadas, magnífica escritora de libros imprescindibles como “Dios muere a las orillas del Nilo”, una de esas novelas que hacen “pupa”, la propia Nawal fue víctima de ablación del clítoris, y además encarcelada por el gobierno egipcio de Sadat, por decirle al régimen “cuatro cosas a la cara”, esto no impidió que sea una de las voces más contundentes de África y una de las activistas por las mujeres más reconocidas del mundo. En esa novela que cito es significativo que la protagonista se refugie en la compañía de su animal de carga, una vieja búfula, simplemente caminan juntas de las plantaciones a la choza y de la choza a las plantaciones, ambas lo agradecen, una búfala cuyos tristes ojos le brindan el amor y la ternura que jamás encontró en los hombres de la aldea, con sus miradas llenas de odio, violencia y brutalidad hacia las mujeres.
Entiendo que estas lecturas puedan resultar incómodas de digerir, aunque a la vez pienso que estas mujeres se merecen la oportunidad de ser leídas a través de estos libros, de que se sepan sus historias, es una pequeña luz que obtienen entre tantas tinieblas que las rodean, una pequeña victoria entre tanta devastación. Necesitan que alguien las mire con ojos vacíos de odio y llenos de reconocimiento, bastante invisibles están ya...
Así que recojo el cárdeno adorno de tu conciencia y lo llevo a la mía. Y disculpas, por mis “tochos”.
Un beso, Rosa.
Como le digo a Miguel más arriba, quiero leer más libros sobre este asunto porque siento necesidad de empaparme de tema y compartir mínimamente (tan mínimamente que casi da vergüenza decirlo) ese dolor aunque sea de forma vicaria. Es por eso que tomo nota de esos dos libros y autoras que me indicas.
EliminarEs cierto que son historias duras, pero también lo es que lo menos que podemos hacer por esas mujeres (o por cualquiera que vive situaciones injustas) es intentar saber acerca de ellas y de su terrible mundo. Creo que cerrar los ojos amparándose en el dolor que causa abrirlos es algo que yo no me quiero permitir, al menos mientras mi situación anímica lo haga posible, cosa que sé que no siempre y a todos nos sucede.
Un beso.
¡Hola!
ResponderEliminarUfffff, qué duro. Tomo nota pero lo veo más para una lectura de invierno, ahora ne verano me pongo con cosas más ligeras.
Muchas gracias por la rseña, como siempre es estupenda.
Muy feliz noche.
Lo del verano no sé por qué lo dices ja ja. Creo que volveré a sacar la ropa de invierno. Respecto a las lecturas, leo de todo siempre, si bien es cierto que en verano me gusta leer libros que se ambienten en esa estación, pero independientemente de su dureza.
EliminarUn duro y hermoso libro.
Un beso.
Por un lado no me atraen semejantes adornos cárdenos, más bien me ponen los pelos como escarpias, pero por otro, comprendo muy bien la necesidad de ahondar en este oscurantismo rancio, a modo de cóctel envenenado por ciertas costumbres inculcadas por las propias mujeres a sus descendientes de igual sexo y desde la más tierna infancia. Así también obrarán en este mismo sentido, la religión, la ignorancia, la pobreza y ese extraño concepto de la «honra», que obligaban antiguamente a las mujeres a ser sometidas y esclavizadas por los hombres.
ResponderEliminarLamentablemente y como tú nos comentas, querida Rosa, aún hoy en día también se siguen produciendo este tipo de «adornos» con resultados francamente demoledores y que ojalá acaben extinguiéndose de la faz de la tierra.
La verdad que me atrae la forma poética que ha elegido Katharina Winkler para narrar este historia, de modo que me la anoto en mi lista pendiente.
Un beso.
Creo que a nadie pueden atraer ese tipo de adornos más que a los que los infligen y a algunas víctimas tan anuladas que han perdido la capacidad de discernir. Lo que creo es que guste más o menos es bueno ser consciente de lo que hay y este libro lo muestra de manera grandiosa.
EliminarUn beso.
Lo cierto es que la reseña que hoy nos presentas es dura, pero dura, aún así como tu bien dices no debemos de hacer como que miramos para otro lado y esto no sucede, debemos conocer otra forma de vida y de ver el mundo, el suyo, de modo que en algún momento, a pesar de toda la crudeza que conlleva el leerla, me plantee leerla.
ResponderEliminarGracias una vez más por una magnifica reseña y sobre todo traernos todo tipo de generó literario, el mas y menos agradable, otra cosa es lo que nosotros hagamos después.
Un beso y buena semana.
Eso es cierto, a este blog viene de todo. Distintos géneros, autores, lugares, momentos. El caos lector que tengo desde que empecé con esto de la lectura no me acompaña. Salto de una cosa a otra y me gusta hacerlo. Aunque ahora querría abundar más en este tipo de temas aunque solo sea por solidaridad (muy pequeña) con esas mujeres que tanto sufren.
EliminarSeguro que te gusta.
Un beso.
Una historia desgarradora la que compartes hoy. Desde luego que tratándose de un testimonio real, las emociones y verdad que transmita la historia debe dejar una resonancia que se ha notado en la reseña. Desde nuestro hogar occidental sentimos el horror de la comparación con nuestra forma de vida, no quiero imaginar cómo debe ser para quien no conoce otra cosa y piensa que ese infierno es la única forma de vida que puede tener.
ResponderEliminarComo dices una lectura necesaria, aunque me temo que quienes deberían hacerlo no suelen coger un libro. En fin... Un fuerte abrazo!!
Razón tienes. Normalmente, los que leemos ya estamos convencidos y los que deberían cambiar sus actitudes, no suelen leer porque entre esas actitudes está el no mancharse con la tinta y los ácaros del papel.
EliminarLa verdad es que para ser consciente de la terrible situación que cuenta este libro no es necesario que sea una historia real. Basta con una ficción bien llevada, pero el saber que es real y que alguien lo ha vivido tal cual, añade dramatismo y pone los pelos más de punta.
Si esa violencia y ese maltrato, aquí son terribles a pesar de que se puede pedir ayuda y denunciar, no quiero ni imaginar lo que tiene que ser en un lugar en el que lo único que te queda es huir de todos, incluso de los más cercanos y que más deberían ayudar. Espero que algún día se quiten de encima esa lacra, aunque lo veo como cuestión de varios siglos.
Un beso.
Cuando leí Mil soles espléndidos, de Khaled Hosseini, y Flor del desierto, de Waris Dirie (también biográfica), ya me estremeció leer lo que ya sabía: las condiciones de vida de las mujeres en algunos países del tercer mundo. Esta novela, sin embargo, seguramente supera la dureza de las anteriores. Y lo que resulta más terrible es que ese trato inhumano, más propio de la edad media, sigue produciéndose en la actrualidad. Salir de las garras del padre para ir a parar a las del marido convierte a la mujer en un objeto con el que se puede hacer lo que le plazca a su propietario. Lo peor de todo es que haya mujeres que lo tengan tan asumido, que educan a sus hijas para que continúen conservando esas costumbres ancestrales, con lo cual resulta muy difícil sino imposible, rebelarse para cambiar el sistema.
ResponderEliminarOjalá esta obra-denuncia sirviera para promover ese cambio. Pero harían falta muchísimas más novelas, documentales y películas para lograr erradicar esas costumbres tan brutales.
Una excelente reseña.
Un beso.
No sé yo si se puede hablar de "tercer mundo". Países nada sospechosos de pobres, como Arabia Saudí, tienen a sus mujeres en un estado lamentable y tampoco hay que ir a familias pobres, se da en todo tipo de casas.
EliminarNo creo que novelas como esta puedan cambiar nada en los países en que se produce. No creo que nadie en la aldea de Filiz (o en lugares similares) lea esta historia. Al menos, me gustaría que sirviera para cambiar las cosas aquí en los casos en que eso sucede.
Como ves soy bastante escéptica con respecto al tema porque son tantos los factores que intervienen (religión, cultura, machismo, lo bien visto) y el tema evoluciona como ya sabemos (cada vez más metidos en su mundo y más radicalizados), que creo que va a peor en lugar de a mejor.
La que sí quiero saber más del tema soy yo por lo que apunto el libro de Waris Dirie ("Mil soles espléndido" ya lo leí) así como los dos que recomienda Paco. Poco a poco e intercalando con otras cosas, quiero profundizar en este tema.
Un beso.
Demasiado duro para mí en este momento. Fíjate que estoy viendo un documental sobre la esclerosis ELA ("Gleason") y no soy capaz de acabarlo, llevo dos noches muy malas. Empatizo demasiado con el sufrimiento ajeno.
ResponderEliminarA veces pienso que el futuro de la humanidad depende en buena parte de la liberación de la mujer en países y culturas retrógradas. Ojalá esta lectura ayude a despertar conciencias.
Un abrazo.
Como respondo en los dos comentarios anteriores, no creo que las novelas sirvan de mucho. Entre que no creo que allí se lean y que cada vez están más radicalizados, la cosa no parece ir a mejorar en los próximos siglos.
EliminarSí que sería bueno que no nos olvidemos de que aquí también hay sus más y sus menos con el asunto. Aquí sí que es conveniente todo lo que sirva para mentalizar a tanto cafre. Lo malo es que esos me parece que no leen o solo leen lo que les interesa.
Es curioso que te afecte un documental hasta ese punto. Tomo nota del documental. Yo también empatizo, pero no hasta ese punto.
Un beso.
Lo tengo apuntado desde hace tiempo, pero no ha llegado a esta ribera aún. Un libro que aborda violencia de género -violencia de atraso, que es tanto peor-, de dominación fálica, de sumisión y complicidad.
ResponderEliminarTus líneas refuerzan mi intención de hacerme de él apenas lo vea.
Gracias por la reseña.
Un beso.
Es de esos libros que me llamaron tanto la atención cuando lo reseñó Juan Carlos Galán que rápidamente me hice con él y se coló por delante de todos los pendientes.
EliminarEs cierto que es violencia de género, pero está tan entroncada en la religión y las costumbres ancestrales que se sale de lo que estamos acostumbrados. Es machismo igual que aquí, pero allí es que no está tan mal visto y a nadie se le ocurriría denunciar y menos aún en los años (70 y 80 del pasado siglo) en que se supone que está ambientada la historia.
Yo la cogí en Amazon por si te interesa hacerte con ella, (pero en papel porque no está en Kindle).
Un beso.
Un beso.