"Recuerdos del futuro" Siri Hustvedt
Con motivo de la concesión del Premio Princesa de Asturias a Siri Hustvedt, en la tertulia del instituto decidimos leer su recién publicada novela "Recuerdos del futuro". Tomé la propuesta con mucha ilusión pues las dos novelas de la autora que había leído me habían gustado mucho. Son estas "El verano sin hombres" y "Elegía para un americano". Si en esta última, la autora se servía de los diarios de su padre, Lloyd Hustvedt, en "Recuerdos del futuro" es un cuaderno personal que la propia narradora encuentra mientras revuelve las posesiones de su madre para una mudanza el que le da pie para rememorar unos meses de su vida, allá por 1978, cuando llegó a Nueva York. "Me habían concedido una beca para cursar Literatura Comparada en la Universidad de Columbia, y cuando pregunté si podía posponerla para el año siguiente, las autoridades invisibles me enviaron una carta interminable en la que aceptaban mi petición".
No sé cuánto de lo contado en esta novela se adapta a la realidad y cuánto es pura ficción. Ni siquiera sé si el cuaderno que le sirve para empezar a desarrollar la historia es cierto. La narradora responde a un nombre que nunca sabemos, pero cuyas iniciales son SH, es nacida en Minnesota y de origen noruego. Todo ello, más el hecho de que llegara a Nueva York con veintitrés años para el curso 78-79 con la idea de escribir una novela son los datos que sabemos reales, coincidentes con la vida de la autora. Tenemos constancia de que no son reales, sin embargo, otros detalles que la propia autora nos manifiesta como ficticios: "No tuve a una vecina llamada Lucy Brite cuyos gritos escuchara a través de la pared". Realidad y ficción, no sabemos cuánto de una y cuánto de otra, no sabemos en muchos casos cuál es una y cuál es otra. No importa. Hace ya mucho tiempo que decidí disfrutar de las novelas sin preocuparme por su anclaje mayor o menos en la realidad.
"Si el pasado no es un lugar que se puede visitar, entonces arrancar verdades de él es como sacar nada de nada. Y el pasado no es un lugar. Y si el pasado no existe más que en las maquinaciones de la física teórica y la ciencia ficción, ¿qué nos queda entonces?". Nos queda el recuerdo, un recuerdo transformado por la pérdida, por la culpa, por los deseos, por la necesidad de olvidar, por el anhelo de lo que pudo ser y no fue. Nos queda un recuerdo del pasado que es una creación del presente y el presente no deja de ser el futuro de ese pasado. Pasado, presente y futuro enlazados por el recuerdo. Los que somos transformando a los que fuimos un poco según nuestras conveniencias de cada momento.
Dejando ya de lado por intrascendente lo que pueda coincidir de la verdadera Siri Hustvedt con SH, centrándome exclusivamente en la novela, ¿cuánto de lo que la SH de sesenta y dos años nos cuenta acerca de la de veintitrés es real? ¿cuánto ha olvidado o transformado? ¿cuánto se ha relatado a sí misma cambiando el sentido y hasta los acontecimientos, bien por error debido al paso del tiempo o premeditadamente debido a lo incómodo de los hechos? ¿hasta qué punto el presente y el pasado conviven? ¿podrían, teniendo en cuenta el espacio-tiempo de Minkowski, encontrase y conversar la SH presente y la pasada? ¿se dirían toda la verdad en esa conversación? "Allá en el espacio-tiempo de Minkowski, mi «yo» todavía joven y mi «yo» mucho mayor coexisten, y en esa sorprendente realidad de cuatro dimensiones, las dos podemos encontrarnos, en teoría, y estrecharnos la mano y conversar, porque en el universo de bloque el tiempo no fluye, ni gotea ni se escapa, y si uno viaja hacia el pasado o hacia el futuro, no cambia nada". Los recuerdos son un relato que nuestro yo del pasado le hace a nuestro yo actual al encontrarnos en el presente, pero en ese relato no todo tiene que ser cierto.
La narradora llegó a Nueva York en agosto de 1978 con una licenciatura en Filosofía y Literatura inglesa. Venía de su ciudad natal, Webster, Minnesota, donde había trabajado de camarera para ahorrar cinco mil dólares y vivido en la casa familiar para minimizar gastos. Venía con una máquina de escribir, una batería de cocina que le había dado su madre y seis cajas de libros. Sonrío al leer estos datos. Yo tenía veinticinco años cuando salí de casa por primera vez para mi primer curso completo como profesora. No llevaba máquina de escribir, pero sí varias cajas de libros ¡y una batería de cocina regalada por mi madre! Mi afición a la cocina ya se había despertado. Por fin podía ponerlo en práctica sin cortapisas (hasta entonces era mi madre la que cocinaba para mí) y no me fiaba mucho de las cacerolas que había en mi piso de alquiler. Hasta ahí las coincidencias. Nada que ver Elizondo, Navarra, con Nueva York, Nueva York.
A poco de llegar se instala en "una habitación oscura con una cocina pequeña, un dormitorio aún más oscuro, un diminuto cuarto de baño de baldosas blancas y negras, y un armario con el techo de yeso lleno de protuberancias en el número 309 de la calle Ciento nueve Oeste", concretamente en el piso 2B. No es muy prometedor el espacio, pero hermoso a los ojos de una joven que empieza a disfrutar de la independencia y la libertad, de la vida fuera del entorno familiar, por primera vez. Una joven lunática con su vida llena de lecturas y vacía de experiencias que cual Don Quijote, al que hace referencia, no ve lo que tiene delante sino lo que su mente llena de fantasías le incita a interpretar. Una fantasía que le hace trastocar lo feo en hermoso como Don Quijote trastocaba los molinos en gigantes.
Pero todo esto es lo que nos va contando la SH de sesenta y dos años. Es lo que va recordando a medida que va leyendo las hojas de su cuaderno, un "cuaderno clásico Mead [...] con las esquinas ligeramente dobladas y el absurdo título de «Mi nueva vida» escrito en la cubierta"; las misivas que a modo de cartas deja allí plasmadas y dirigidas a "Querida Página". Allí nos contará, intercalando lo escrito en el cuaderno con los recuerdos que le inspira, sus andanzas por la ciudad, primero sola y después en compañía de los amigos que va haciendo; sus visitas a exposiciones, lecturas de libros y obras de teatro. También encontrará en el cuaderno fragmentos de la novela que intentaba escribir por entonces, una novela de detectives protagonizada por una pareja de adolescentes. Y dibujos, muchos dibujos diferentes y relacionados con las experiencias que va contando. Y todo ello, alternando con el ahora, el futuro de aquel presente que ya es pasado; el futuro transformado en un presente en el que habla con su madre, una anciana de noventa y cuatro años que en 2017 se asombra cuando ve la televisión "¿Es posible que ese hombre sea presidente? Es tan grosero y vulgar... Lo que dice no tiene sentido".
Aún no he hablado de Lucy. Ocupa una gran parte de la novela y no sé si es culpa de SH o de Siri Hustvedt, pero no se la aprovecha todo lo que se podría (tal vez es eso lo que la autora nos quiere contar, entre otras muchas cosas: el desaprovechamiento que SH hace de la historia de Lucy). Lucy es la vecina del 2C en el número 309 de la calle Ciento nueve Oeste. Lucy supone esa parte de intriga que a la autora le gusta meter en sus novelas, supone una estrategia para meter también algo de magia. Lucy es una mujer atormentada y víctima de no se sabe muy bien qué o quién (aunque se sospecha) a la que SH escucha decir a través del tabique "«Amsah, amsah, [I am sad] estoy triste, estoy triste, estoy triste, estoy triste.» Y así continuaba con una sola variación: «Lucy está triste, está triste, estoy triste, estoy triste, estoy triste». Eso era peor que un mantra. Estaba viviendo al lado de una mujer tan triste que proclamaba su tristeza en voz alta cada noche". La obsesión de SH con Lucy y sus enigmáticas palabras y sus conversaciones telefónicas y los misteriosos personajes que la visitan llega hasta el punto de utilizar un estetoscopio, regalo de su padre médico, para enterarse mejor de lo que se cuece en el apartamento de al lado. Su posterior amistad con Lucy y su entorno llevará a SH a vivir experiencias que, para mí, le hubieran proporcionado una novela mucho mejor que la aventura pseudodetectivesca y pseudoromántica que intenta escribir.
Y no he hablado de feminismo. De todos es sabido que Siri Hustvedt es una mujer eminentemente defensora del feminismo. "Necesitamos el feminismo porque la historia no ha terminado [...] Y porque es una forma muy profunda de humanismo. Es un modo de afrontar la liberación de las restricciones impuestas por el género" ha declarado.
"Recuerdos del futuro" destila feminismo en todas sus páginas, en todas sus letras. En su afán por reivindicar a la mujer retrocede hasta principios del siglo XX para mostrarnos un personaje curioso "baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, de soltera, Elsa Hildegard Plötz, artista del desmadre protopunk que posaba con jaulas en la cabeza y faros en las caderas y escribía poemas semejantes a aullidos o eructos que le salían de lo más profundo del diafragma".
En una entrevista concedida por Siri Hustvedt a "El Confidencial", con motivo de la concesión del Premio Princesa de Asturias, la autora reivindica al personaje "La baronesa es una de esas mujeres olvidadas. Es indignante que su originalidad haya sido ignorada y, sobre todo, es indignante que el mundo del arte continúe ignorando la abrumadora evidencia de que ella es la artista detrás del urinario de 1917 que aún se atribuye a Duchamp".
Hay muchas cosas en "Recuerdos del futuro". Hay en realidad demasiadas cosas y ese es el pero que le pongo. Es el primer pero que le pongo a la autora. Las dos novelas que había leído me habían gustado mucho como he dicho arriba, pero empiezo a leer esta y me agobia tanto contenido. Encuentro la narración un tanto caótica: la vida de la SH recién llegada a Nueva York, con sus ilusiones y sus anhelos; la historia de Lucy, la vecina por momentos víctima, por momentos loca y puede que las dos cosas en todo momento; los fragmentos de la novela detectivesca que SH está escribiendo, con dos personajes adolescentes y una familia un tanto extravagante; su relato del pasado muy pasado, de principios del siglo XX "Caminaba hasta el Greenwich Village por su mitología bohemia, en pos de la brillante escuela Dadá. Buscaba a Djuna Barnes y Marcel Duchamp, a Berenice Abbott, Edna St. Vincent Millay y Claude McKay, a Emmanuel Radnitzky, alias Man Ray. Buscaba a William Carlos Williams y a Jane Heap, a Francis Picabia". Todo ello se mezcla en el libro de una forma que me transmite confusión, me hace en algunos momentos perder el norte y darme cuenta de que me despisto. Vuelvo hacia atrás, me vuelvo a ubicar en la narración.
Me dejo fascinar por su juego de los tiempos; por su trasiego entre el pasado y el presente que por momentos intercambian su esencia y le hacen guiños al futuro. La autora es una magnífica narradora con mucho oficio y ese caos del que hablo, esa confusión que me produce, no me disuade de seguir leyendo... salvo en un par de instantes muy al principio. No es lo mejor suyo que he leído. Tampoco voy a decir que no sea bueno. Digamos tan solo que no es lo que yo mejor sé apreciar o lo que a mí me convenía en este momento. Digamos tan solo que prefiero sus novelas más convencionales, más novelas. Y aquí me quedo. Esperando la próxima.
No sé cuánto de lo contado en esta novela se adapta a la realidad y cuánto es pura ficción. Ni siquiera sé si el cuaderno que le sirve para empezar a desarrollar la historia es cierto. La narradora responde a un nombre que nunca sabemos, pero cuyas iniciales son SH, es nacida en Minnesota y de origen noruego. Todo ello, más el hecho de que llegara a Nueva York con veintitrés años para el curso 78-79 con la idea de escribir una novela son los datos que sabemos reales, coincidentes con la vida de la autora. Tenemos constancia de que no son reales, sin embargo, otros detalles que la propia autora nos manifiesta como ficticios: "No tuve a una vecina llamada Lucy Brite cuyos gritos escuchara a través de la pared". Realidad y ficción, no sabemos cuánto de una y cuánto de otra, no sabemos en muchos casos cuál es una y cuál es otra. No importa. Hace ya mucho tiempo que decidí disfrutar de las novelas sin preocuparme por su anclaje mayor o menos en la realidad.
"Si el pasado no es un lugar que se puede visitar, entonces arrancar verdades de él es como sacar nada de nada. Y el pasado no es un lugar. Y si el pasado no existe más que en las maquinaciones de la física teórica y la ciencia ficción, ¿qué nos queda entonces?". Nos queda el recuerdo, un recuerdo transformado por la pérdida, por la culpa, por los deseos, por la necesidad de olvidar, por el anhelo de lo que pudo ser y no fue. Nos queda un recuerdo del pasado que es una creación del presente y el presente no deja de ser el futuro de ese pasado. Pasado, presente y futuro enlazados por el recuerdo. Los que somos transformando a los que fuimos un poco según nuestras conveniencias de cada momento.
Dejando ya de lado por intrascendente lo que pueda coincidir de la verdadera Siri Hustvedt con SH, centrándome exclusivamente en la novela, ¿cuánto de lo que la SH de sesenta y dos años nos cuenta acerca de la de veintitrés es real? ¿cuánto ha olvidado o transformado? ¿cuánto se ha relatado a sí misma cambiando el sentido y hasta los acontecimientos, bien por error debido al paso del tiempo o premeditadamente debido a lo incómodo de los hechos? ¿hasta qué punto el presente y el pasado conviven? ¿podrían, teniendo en cuenta el espacio-tiempo de Minkowski, encontrase y conversar la SH presente y la pasada? ¿se dirían toda la verdad en esa conversación? "Allá en el espacio-tiempo de Minkowski, mi «yo» todavía joven y mi «yo» mucho mayor coexisten, y en esa sorprendente realidad de cuatro dimensiones, las dos podemos encontrarnos, en teoría, y estrecharnos la mano y conversar, porque en el universo de bloque el tiempo no fluye, ni gotea ni se escapa, y si uno viaja hacia el pasado o hacia el futuro, no cambia nada". Los recuerdos son un relato que nuestro yo del pasado le hace a nuestro yo actual al encontrarnos en el presente, pero en ese relato no todo tiene que ser cierto.
La narradora llegó a Nueva York en agosto de 1978 con una licenciatura en Filosofía y Literatura inglesa. Venía de su ciudad natal, Webster, Minnesota, donde había trabajado de camarera para ahorrar cinco mil dólares y vivido en la casa familiar para minimizar gastos. Venía con una máquina de escribir, una batería de cocina que le había dado su madre y seis cajas de libros. Sonrío al leer estos datos. Yo tenía veinticinco años cuando salí de casa por primera vez para mi primer curso completo como profesora. No llevaba máquina de escribir, pero sí varias cajas de libros ¡y una batería de cocina regalada por mi madre! Mi afición a la cocina ya se había despertado. Por fin podía ponerlo en práctica sin cortapisas (hasta entonces era mi madre la que cocinaba para mí) y no me fiaba mucho de las cacerolas que había en mi piso de alquiler. Hasta ahí las coincidencias. Nada que ver Elizondo, Navarra, con Nueva York, Nueva York.
A poco de llegar se instala en "una habitación oscura con una cocina pequeña, un dormitorio aún más oscuro, un diminuto cuarto de baño de baldosas blancas y negras, y un armario con el techo de yeso lleno de protuberancias en el número 309 de la calle Ciento nueve Oeste", concretamente en el piso 2B. No es muy prometedor el espacio, pero hermoso a los ojos de una joven que empieza a disfrutar de la independencia y la libertad, de la vida fuera del entorno familiar, por primera vez. Una joven lunática con su vida llena de lecturas y vacía de experiencias que cual Don Quijote, al que hace referencia, no ve lo que tiene delante sino lo que su mente llena de fantasías le incita a interpretar. Una fantasía que le hace trastocar lo feo en hermoso como Don Quijote trastocaba los molinos en gigantes.
Pero todo esto es lo que nos va contando la SH de sesenta y dos años. Es lo que va recordando a medida que va leyendo las hojas de su cuaderno, un "cuaderno clásico Mead [...] con las esquinas ligeramente dobladas y el absurdo título de «Mi nueva vida» escrito en la cubierta"; las misivas que a modo de cartas deja allí plasmadas y dirigidas a "Querida Página". Allí nos contará, intercalando lo escrito en el cuaderno con los recuerdos que le inspira, sus andanzas por la ciudad, primero sola y después en compañía de los amigos que va haciendo; sus visitas a exposiciones, lecturas de libros y obras de teatro. También encontrará en el cuaderno fragmentos de la novela que intentaba escribir por entonces, una novela de detectives protagonizada por una pareja de adolescentes. Y dibujos, muchos dibujos diferentes y relacionados con las experiencias que va contando. Y todo ello, alternando con el ahora, el futuro de aquel presente que ya es pasado; el futuro transformado en un presente en el que habla con su madre, una anciana de noventa y cuatro años que en 2017 se asombra cuando ve la televisión "¿Es posible que ese hombre sea presidente? Es tan grosero y vulgar... Lo que dice no tiene sentido".
Aún no he hablado de Lucy. Ocupa una gran parte de la novela y no sé si es culpa de SH o de Siri Hustvedt, pero no se la aprovecha todo lo que se podría (tal vez es eso lo que la autora nos quiere contar, entre otras muchas cosas: el desaprovechamiento que SH hace de la historia de Lucy). Lucy es la vecina del 2C en el número 309 de la calle Ciento nueve Oeste. Lucy supone esa parte de intriga que a la autora le gusta meter en sus novelas, supone una estrategia para meter también algo de magia. Lucy es una mujer atormentada y víctima de no se sabe muy bien qué o quién (aunque se sospecha) a la que SH escucha decir a través del tabique "«Amsah, amsah, [I am sad] estoy triste, estoy triste, estoy triste, estoy triste.» Y así continuaba con una sola variación: «Lucy está triste, está triste, estoy triste, estoy triste, estoy triste». Eso era peor que un mantra. Estaba viviendo al lado de una mujer tan triste que proclamaba su tristeza en voz alta cada noche". La obsesión de SH con Lucy y sus enigmáticas palabras y sus conversaciones telefónicas y los misteriosos personajes que la visitan llega hasta el punto de utilizar un estetoscopio, regalo de su padre médico, para enterarse mejor de lo que se cuece en el apartamento de al lado. Su posterior amistad con Lucy y su entorno llevará a SH a vivir experiencias que, para mí, le hubieran proporcionado una novela mucho mejor que la aventura pseudodetectivesca y pseudoromántica que intenta escribir.
Siri Hustvedt |
La fuente, (1917, atribuida a Marcel Duchamp) |
Hay muchas cosas en "Recuerdos del futuro". Hay en realidad demasiadas cosas y ese es el pero que le pongo. Es el primer pero que le pongo a la autora. Las dos novelas que había leído me habían gustado mucho como he dicho arriba, pero empiezo a leer esta y me agobia tanto contenido. Encuentro la narración un tanto caótica: la vida de la SH recién llegada a Nueva York, con sus ilusiones y sus anhelos; la historia de Lucy, la vecina por momentos víctima, por momentos loca y puede que las dos cosas en todo momento; los fragmentos de la novela detectivesca que SH está escribiendo, con dos personajes adolescentes y una familia un tanto extravagante; su relato del pasado muy pasado, de principios del siglo XX "Caminaba hasta el Greenwich Village por su mitología bohemia, en pos de la brillante escuela Dadá. Buscaba a Djuna Barnes y Marcel Duchamp, a Berenice Abbott, Edna St. Vincent Millay y Claude McKay, a Emmanuel Radnitzky, alias Man Ray. Buscaba a William Carlos Williams y a Jane Heap, a Francis Picabia". Todo ello se mezcla en el libro de una forma que me transmite confusión, me hace en algunos momentos perder el norte y darme cuenta de que me despisto. Vuelvo hacia atrás, me vuelvo a ubicar en la narración.
Me dejo fascinar por su juego de los tiempos; por su trasiego entre el pasado y el presente que por momentos intercambian su esencia y le hacen guiños al futuro. La autora es una magnífica narradora con mucho oficio y ese caos del que hablo, esa confusión que me produce, no me disuade de seguir leyendo... salvo en un par de instantes muy al principio. No es lo mejor suyo que he leído. Tampoco voy a decir que no sea bueno. Digamos tan solo que no es lo que yo mejor sé apreciar o lo que a mí me convenía en este momento. Digamos tan solo que prefiero sus novelas más convencionales, más novelas. Y aquí me quedo. Esperando la próxima.
Título del libro: Recuerdos del futuro
Autora: Siri Hustvedt
Título original: Memories of the future
Título original: Memories of the future
Traducción: Aurora Echevarría
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2019
Año de publicación original: 2019
Nº de páginas: 416
Hola Rosa, me ha gustado mucho tu reseña; y mucho más haberla leído después de la tertulia donde la comentamos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en todo lo que dices pero, creo que es muy rica en contenidos y que lo que nos desagrada de ella es que la queremos tratar como una simple novela para leer de un tirón y es algo más. No sabría catalogarla porque no llega a ser un ensayo de nada, ni una autobiografía de sus primeros años en NY..
En fin, que no sé si la recomendaría pero no me arrepiento de haberla leído. Me lo pasé muy bien en la tertulia comentándola. Un beso
Me alegro de que te haya gustado la reseña, Piluca. Me costó escribirla porque no sabía muy bien dar con el tono.
EliminarEs cierto que el libro (llámese novela o autobiografía o ensayo, que de todo tiene) es muy rico en contenidos y el fallo para mí, es que son demasiados contenidos agrupados de una forma un tanto caótica. Y no es exactamente que yo quisiera una novela normal para leerla de un tirón. No, es algo más lo que me ha chirriado del libro. Por momentos la autora parecía uno de esos escritores noveles que quieren contarlo todo y meterlo todo en su novela. Y eso me desconcierta porque si algo no es Siri Hustvedt es novel y además la tengo considerada como una gran escritora. Pero me imagino que ni los mejores están siempre a la altura de nuestras expectativas.
Un beso.
Hola Rosa.
ResponderEliminarYo lo estoy leyendo ahora así que me he saltado la reseña y cuando lo termine ya te comento.
Muy feliz día.
Pues espero tu opinión porque hay cierto debate sobre la novela.
EliminarUn beso.
No he leído nada de ella pero me apetecía. Por lo que dices no sigue una estructura de novela clásica pero parece muy interesante. Muy buena reseña, Rosa.
ResponderEliminarNo deja de ser interesante, pero yo prefiero con mucho sus novelas más... novelas. "El verano sin hombres" o "Elegía para un americano", las que he leído, son para mí mucho mejores que esta obra que, como digo, me ha resultado un tanto caótica. Ahora, es cierto que tiene muchas cosas interesantes.
EliminarUn beso.
Ese juego de tiempos que citas me llama poderosamente la atención. La ambientación también, como no. Sin embargo, el "caos" narrativo que citas, y que incluso a una ávida lectora como tú haya podido despistar, me hace pensar que el libro debe ser reservado para un momento muy especial. Por otro lado, creo que debemos entender el feminismo como un modelo de vida si nos atenemos a su definición académica. La igualdad de derechos y obligaciones está aún por completar.
ResponderEliminarUn beso y buen fin de semana.
Es un caos que a mí me ha despistado porque no me lo esperaba. Pero hubo gente en la tertulia a la que la novela le gustó sin objeciones y gente que la dejó y luego la retomó y la terminó con trabajo. Yo he de confesar que estuve a punto de abandonar. Es cierto que a partir de un cierto punto ya no hay retorno, porque de una u otra forma, te ha atrapado.
EliminarComo dice Piluca, yo no la recomendaría, pero me alegro de haberla leído y tampoco la desaconsejaría.
Un beso.
; no entro en la necesidad de catalogarla; me da igual el nombre que se le dé ( novela, autobiografía.....)lo que me parece magistral es la capacidad de reflejar un periodo de la vida de un personaje en el que da cabida a momentos temporales diferentes (pasado, presente, futuro) y todo lo que en cada momento se puede vivir:relaciones con las personas, reflexiones en torno a muchos temas, descripciones detalladas que ayudan a ver el momento, alusiones a obras literarias relacionadas con lo que vive y cuenta, alusión a políticos , como tú has recogido (“Es posible que ese hombre sea presidente? ‘que todos sabemos a quien se refiere.
ResponderEliminarYo tampoco tengo la necesidad de catalogarla. Hace mucho que me dedico a disfrutar de lo que leo sin ponerle etiquetas. De la misma manera que tampoco me importa lo que de real o imaginario pueda tener un libro, o qué parte es real y qué parte, mera ficción.
EliminarNo se puede negar que Siri Hustvedt es una gran escritora y tiene técnica, oficio y alma por lo que escribe muy bien y sabe emocionar.
El juego de los tiempos, ya reflejo en la reseña que me parece maravilloso. Lo que a mí me falla es que todas esas cosas que tú bien dices que trata las trata de una forma que llega a abrumarme, saltando de una a otra sin demasiado fundamento y además creo que trata demasiadas cosas. Debería haber prescindido de algún episodio que aporta poco a la historia y la lastra innecesariamente.
Pero bueno, ya lo hablamos en la tertulia. La novela, en todo caso, resulta en resumen interesante.
Un beso.
No sé qué ha pasado que no ha salido completo mi escrito😥
EliminarYa decía yo que empezaba un poco raro. ¿Y no te acuerdas de lo que falta?
EliminarHola Rosa hace unos días comentaba que cuando decido lecturas no me fijo en si es un hombre o una mujer y estoy de acuerdo con Irene y contigo en que tampoco me interesa especialmente si es autobiográfico o no, lo que le pido es que me haga sentir, que me emocione y eso al final es lo que recuerdas.
ResponderEliminarBesos
Sí, eso es lo importante, lo que nos hacen sentir los libros independientemente de que sea autobiografía, novela, real o ficticio.
EliminarYo tampoco suelo escoger los libros por el género de quien escribe. Salvo en octubre 😉
Un beso.
Es muy interesante ese trasvase entre pasado, presente y futuro, la literatura, desde sus inicios, no ha cejado en el intento de desentrañar esa maraña temporal que siempre nos ha causado estupor y fascinación en igual medida.
ResponderEliminarAunque sea paradójico, el presente suele mirar al pasado para afianzar su significado actual, no ha dejado de mirar a las guerras para sostener el siempre precario equilibrio de la paz.
Y estoy muy de acuerdo contigo, a veces los lectores aventuramos un mayor recorrido en algún personaje, en este caso Lucy, que el escritor por la razón que sea no ha exprimido todo su potencial.
Respecto a eso que aludes, demasiadas cosas, acontecimientos y situaciones en la narración, es cierto que en ocasiones el afán de acaparar un amplio espectro temporal, su riqueza cultural, social... se va un poco de las manos, eso de retroceder páginas para no perderte en la narración resulta muy incómodo.
Lo que parece fuera de toda duda, es que Siri Hustvedt se ha ganado su sitio en la literatura contemporánea. De seguir así acabarán refiriéndose a Paul Auster como el marido de Siri Hustvedt, y no al revés como solía suceder.
Beso, Rosa.
Una de las cosas que más me gustó es que en toda la tertulia del jueves, en ningún momento se nombró a Paul Auster y es que por fin nos vamos acostumbrando a que una mujer tiene entidad por sí misma y valía suficiente para ser nombrada por ella. Creo que Siri Hustvedt durante muchos años lo tenía difícil pues Paul Auster era uno de los escritores más famosos por estos pagos y ella una desconocida, pero hoy por hoy ambos andan a la par. Ella es tan buena o más (eso irá en gustos) que Auster y puede gustar más o menos, pero lo que nadie le puede negar es que es una gran autora.
EliminarEs cierto que esta novela (así se etiqueta) no es de las que más me han gustado, pero que tiene un montón de cosas interesantes en el contenido y una forma cautivadora, es un hecho; no, dos hechos.
Creo que me he expresado mal. Al personaje de Lucy no es Siri Hustvedt quien no le saca partido, es SH que yo creo que debió escribir la historia de Lucy en lugar de la fallida de los detectives adolescentes. Esto de la metaliteratura es muy complejo, ja ja.
Un beso.
No he leído nada de ella. Con la concesión del premio había pensado hacerlo y aunque me ha gustado mucho la reseña creo que me decantaré para empezar por una de las novelas que citas y que entiendo que son más convencionales en cuanto a estructura. Gracias.
ResponderEliminarBesos.
Así como las novelas citadas, que son las que yo he leído, me atrevo a recomendarlas, este libro no ha terminado de convencerme por lo que tampoco sería capaz de recomendarlo. No es un mal libro y a mucha gente le ha gustado mucho. Yo prefiero otros. Ninguno de ellos es muy convencional, porque Siri Hustvedt no lo es, pero, al menos, entran dentro de la categoría de novela, sin problema.
EliminarUn beso.
Como se suele decir y que tantas veces es cierto aunque no todas, menos es más. Aun así, los temas que trata este libro son interesantes y supongo que, tratándose de una autora con tanto oficio, aun sin ser la mejor de sus obras tampoco será despreciable.
ResponderEliminarSiri Hustvedt es una especie de escritora maldita para mí. Siempre deseada y siempre postergada. Por dos veces he estado a punto de iniciar una novela suya, pero en ambas ocasiones tuve que aparcar la lectura por falta de tiempo y cuando la retomé me puse con otro libro y autor. Cuando supe que le habían concedido el premio Princesa de Asturias, pensé que este mes sería el apropiado para estrenarme con ella. Pero tengo en este momento otras lecturas en mente y como soy de ir leyendo lo que me va apeteciendo ya sé que este no será el momento en el que Hustvedt y yo nos encontremos por fin. Algún día.
Besos
Es cierto que a veces hay autores que parece que corren delante de nosotras y cuanto más pretendemos acercarnos a ello, ellos salen huyendo empujados por otras lecturas o por las circunstancias. A mí me pasó con Jane Austen. La primera novela suya que leí "Emma", como he contado recientemente, la leí con más de treinta años y llevaba muchísimo tiempo tras ella.
EliminarTerminarás por leerla porque, aunque trate de huir, hay muchos factores que te empujan hacia ella y terminarás por alcanzarla.
Es muy interesante para nosotras como biólogas pues es una mujer muy preocupada por cuestiones científicas (física, psicología, neurología...) y le gusta combinar ambos campos, ciencias y letras.
Creo que cuando coincidáis, te gustará.
Un beso.
He estado apunto de comprarlo al menos en dos o tres ocasiones, y al final lo he dejado. Pero lo sigo teniendo en el punto de mira.
ResponderEliminarUn beso 😉
Pues no te quedes con las ganas. Me gustará saber tu opinión, ya que no ha sido una de mis lecturas favoritas, a ver que opináis el resto de los que pasáis por aquí.
EliminarUn beso.
Me alegro de habértela dado a conocer. Si te animas, espero que la disfrutes.
ResponderEliminarUn beso.
Pues yo no he leído nada de ella y tengo muchas ganas, aunque quizá lo haga con la última que ha publicado que como dices es más novela.
ResponderEliminarBesos
Creo que esta es la última obra de la autora. las novelas que yo he leído o tengo son anteriores.
EliminarEs una autora que recomiendo, aunque este no sea el libro más recomendable, para mí.
Un beso.
Yo estoy leyendo El mundo deslumbrante. Me está gustando pero al mismo tiempo me parece complicado de leer, tal vez porque de arte no se casi nada. Pese a las dificultades me parece una autora muy interesante de leer. Besinos
ResponderEliminarEse lo tengo, pero aún no lo he leído: no es una autora sencilla, aunque tampoco excesivamente complicada. De arte sabe mucho. Bueno, la verdad es que sabe mucho de casi todo, arte, ciencia, literatura, psicología...
EliminarEs muy interesante.
Un beso.
Este tipo de libros entran dentro del memorialismo y lindan con la no ficción. Y digo que lindan porque hacer memoria y escribir sobre lo recordado es en parte ficción y no ficción. Aunque te diré que saber en qué zona nos encontramos cuando leemos es ejercicio vano: estamos en Literatura.
ResponderEliminarDe Siri Hustvedt leímos el año pasado en mi Tertulia "El mundo deslumbrante" que se sitúa en el mundo del Arte y la impostura o no tanto que en él se da. Su planteamiento es también feminista haciendo en ésta un homenaje a varias autoras que fueron precursoras del movimiento; llega a remontarse hasta el siglo XVII.
Como bien señalas a veces su enciclopedismo aturulla al lector y llega a abrumarle. Lo que sí que hace bien esta autora es estructurar sus obras o, al menos, así lo recuerdo yo.
Encantador verte recordar tu ilusionada salida de tu casa camino de la independencia que otorga el mundo laboral.
Besos
Es cierto lo que dices: esta autora puede llegar a brumar al lector a base de erudición, pero eso, que he notado en este libro, no lo había notado en las dos novelas que he leído anteriormente.
EliminarDesde luego, decir que los recuerdos entran dentro de la realidad es un tanto osado, como ya apunto en la reseña. como mucho forman parte de la memoria con todos los fallos de los que esta adolece y con todo lo que de ficción tiene.
Pensaba que "El mundo deslumbrante" era más tipo novela, pero viendo lo que pones, parece más tipo ensayo. Espero que no me abrume demasiado.
Me gustó y sorprendió el detalle de la batería de cocina por lo que tiene de común conmigo. cada vez que recuerdo que me fui a Elizondo desde león cargando con unas cuantas cazuelas, me parto de risa y un poco también de bochorno, pero así es el encuentro con la vida adulta: más ilusión que pragmatismo.
Un beso.
Como recordarás, hemos compartido con Utopía 'La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres', un libro constituido por ensayos y trabajos presentados entre 2011 y 2016, creo.
ResponderEliminarHustvedt aborda temas diversos en éste texto como en aquél, y lo hace con solvencia. Tiene reflexiones interesantes, pero su prosa no fluye todo lo que sería necesario.
Como novelista, me agrada un poco más, por más que mis libreros amigos digan que 'es densa'.
Veré si le doy una oportunidad.
Gracias por tu reseña, tan interesante y perceptiva.
Un beso, Rosa.
Estoy leyendo poco a poco "La mujer que mira..." y ese libro sí que me está resultando denso, hasta el punto de que no sé si llegaré a terminarlo. Me resultó muy interesante la introducción con esa lucha entre la ciencia y el humanismo que a mí, como bióloga y lectora empedernida, me interesa particularmente. Después se me está haciendo excesivamente erudito.
Eliminar"Recuerdos del futuro" se lee sin mayores problemas aunque resulte un tanto caótico.
Respecto a las dos novelas que he leído anteriormente, no me lo han parecido en absoluto. Tampoco es que sean novelas ligeras, pero me han gustado mucho y las he leído muy bien.
Tengo pendientes algunos otros libros suyos, pero me tomaré un tiempo después de los ensayos que estoy leyendo.
Un beso.