"Una habitación propia" Virginia Woolf
Tal vez a alguien pudiera parecerle una frivolidad el que Virginia Woolf anuncie que lo que necesita una mujer para poder dedicarse a la escritura sea una habitación propia. Se ha interpretado que la autora estaba expresando con esa idea una metáfora. Puede que sí, pero no solo. Yo nunca lo he creído así, no al menos de forma absoluta. Sobre todo cuando añade a la habitación propia, quinientas libras anuales de renta. "La noticia de mi herencia me llegó una noche, más o menos al mismo tiempo que se aprobaba una ley que les concedía el voto a las mujeres. Una carta de un notario cayó en mi buzón y al abrirla me encontré con que mi tía me había dejado quinientas libras al año hasta el resto de mis días. De las dos cosas —el voto y el dinero—, el dinero, lo confieso, me pareció de mucho la más importante". Y es que si el derecho al voto te da la opción de elegir a tus gobernantes y, por lo tanto, de intervenir y controlar hasta cierto punto el devenir de la política y de la vida en tu país, una herencia de quinientas libras anuales te da la oportunidad de tomar las riendas de tu propia vida, de decidir como quieres vivirla a partir de ese momento y a qué te quieres dedicar, que bien podría ser a poner un pestillo en una habitación y encerrarte a escribir sin que nadie te moleste.
Cuando en 1928 le piden a la autora que dé unas charlas sobre la mujer y la novela, no se conforma con dar unas charlas convencionales con "unas cuantas observaciones sobre Fanny Burney; algunas más sobre Jane Austen; un tributo a las Brontë y un esbozo de la rectoría de Haworth bajo la nieve; algunas agudezas, de ser posible, sobre Miss Mitford; una alusión respetuosa a George Eliot; una referencia a Mrs. Gaskell y esto habría bastado". No, ella decide ir mucho más allá y contarles un cuento. Un cuento en el que se analiza la historia de la incorporación de las mujeres al mundo de la literatura y las diferentes etapas en que se produjo.
Pero antes compara los colegios universitarios masculinos y los femeninos como preludio a la diferente educación que reciben los hombres y las mujeres (cuando la reciben) y que será de donde parte la diferente preparación de unos y otras para enfrentarse a la escritura y a cualquier otra cosa que deseen emprender. Compara los jardines, las bibliotecas e incluso la cena que se sirve en un colegio de hombres y en uno de mujeres. ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? La diferencia está en el dinero que los hombres, antiguos alumnos o padres de alumnos, ceden al colegio masculino para sus instalaciones y para sus comidas mucho más lujosas que las que encontramos en los colegios femeninos. "¿Qué habían estado haciendo nuestras madres para no tener bienes que dejarnos?" Probablemente tener hijos, y cuidarlos y cuidar del marido y de la casa. Todo ello da muy poca oportunidad y tiempo para hacer dinero. Si alguna madre hubiera podido amasar una fortuna y legar parte de ella al colegio femenino de su hija "aquella noche hubiéramos podido estar sentadas confortablemente y el tema de nuestra charla quizás hubiera sido arqueología, botánica, antropología, física, la naturaleza del átomo, matemáticas, astronomía, relatividad o geografía". Pero eso es impensable, porque aquellas mujeres nunca hubieran podido ganar dinero y, de haberlo hecho, nunca hubieran podido administrarlo. Hubiera sido propiedad del marido. Tan solo hace "cuarenta y ocho años que Mrs. Seton posee un solo penique propio". Y pienso yo que feliz Mrs. Seton. En España, en 1928, aún hubiera tenido que esperar cincuenta años para poder disponer de su dinero.
Después, Virginia Woolf va analizando la paulatina incorporación de las mujeres al mundo de la literatura. Aquellas para las que fue imposible porque, como la supuesta hermana de Shakespeare en el siglo XVI, tuvieron otro tipo de vivencias más femeninas y con final más trágico; aquellas que lo lograron, pero no consiguieron dejar de traslucir en sus escritos el rencor, un rencor debido a la opresión y al arrinconamiento ancestral de las mujeres por parte de los hombres, un rencor "que contrae aquellos libros, por espléndidos que sean, con un espasmo de dolor"; aquellas que escribían ateniéndose a los valores masculinos predominantes y las que se libraron de ellos como Jane Austen o Emily Brontë las cuales, "qué genio, qué integridad debieron de necesitar, frente a tantas críticas, en medio de aquella sociedad puramente patriarcal, para aferrarse, sin apocarse, a la cosa tal como la veían"; las mujeres que escribían novelas porque era lo que menos concentración requería, lo que permitía escribir la vida vista desde una rectoría, lo que no exigía la abstracción que no se les podía exigir a aquellas mujeres que fueron pioneras en el arte de la literatura, pero con escasa formación.
Solo cuando la mujer ha tenido una habitación propia y quinientas libras de renta, el caso de Virginia Woolf, puede escribir cosas que no reflejen la vida de su ambiente más inmediato, pueden dedicarse a escribir sobre Ciencia o Geografía o Arqueología. Solo cuando ha tenido quinientas libras, ha tenido la mujer "asegurados para siempre la comida, el cobijo y el vestir. Por tanto, no sólo cesan el esforzarse y el luchar, sino también el odio y la amargura. No necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme". Entonces ha tenido la suficiente paz de espíritu y la concentración suficiente y la suficiente libertad para escribir poemas o novelas o ensayos de todo tipo.
Y la propia Virginia Woolf se pone la objeción de que quizás la acusen de ser demasiado materialista por llegar a la prosaica conclusión de que es imprescindible tener quinientas libras que nos permitan contemplar la vida alrededor sin afanes ni trabajos y una habitación con pestillo que nos permita pensar por nosotras mismas sin distracciones. Y sin embargo ha sido gracias a mujeres que no tuvieron quinientas libras ni una habitación propia y, "gracias, por una curiosa ironía, a dos guerras, la de Crimea, que dejó salir a Florence Nightingale de su salón, y la Primera Guerra Mundial, que le abrió las puertas a la mujer corriente unos sesenta años más tarde, estos males están en vías de ser enmendados. Si no, no estaríais aquí esta noche y vuestras posibilidades de ganar quinientas libras al año, aunque desgraciadamente, siento decirlo, siguen siendo precarias, serían ínfimas".
Un interesante ensayo que, a día de hoy y aun escrito hace más de noventa años, sigue manteniendo intacto todo el interés y gran parte de la vigencia.
Esta novela entra en el III reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1980. "Una habitación propia" está publicada en 1929.
Esta novela entra también en el I reto "Cabalgando entre clasicos" por estar publicada antes de 1970.
Título del libro: Una habitación propia
Cuando en 1928 le piden a la autora que dé unas charlas sobre la mujer y la novela, no se conforma con dar unas charlas convencionales con "unas cuantas observaciones sobre Fanny Burney; algunas más sobre Jane Austen; un tributo a las Brontë y un esbozo de la rectoría de Haworth bajo la nieve; algunas agudezas, de ser posible, sobre Miss Mitford; una alusión respetuosa a George Eliot; una referencia a Mrs. Gaskell y esto habría bastado". No, ella decide ir mucho más allá y contarles un cuento. Un cuento en el que se analiza la historia de la incorporación de las mujeres al mundo de la literatura y las diferentes etapas en que se produjo.
Pero antes compara los colegios universitarios masculinos y los femeninos como preludio a la diferente educación que reciben los hombres y las mujeres (cuando la reciben) y que será de donde parte la diferente preparación de unos y otras para enfrentarse a la escritura y a cualquier otra cosa que deseen emprender. Compara los jardines, las bibliotecas e incluso la cena que se sirve en un colegio de hombres y en uno de mujeres. ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? La diferencia está en el dinero que los hombres, antiguos alumnos o padres de alumnos, ceden al colegio masculino para sus instalaciones y para sus comidas mucho más lujosas que las que encontramos en los colegios femeninos. "¿Qué habían estado haciendo nuestras madres para no tener bienes que dejarnos?" Probablemente tener hijos, y cuidarlos y cuidar del marido y de la casa. Todo ello da muy poca oportunidad y tiempo para hacer dinero. Si alguna madre hubiera podido amasar una fortuna y legar parte de ella al colegio femenino de su hija "aquella noche hubiéramos podido estar sentadas confortablemente y el tema de nuestra charla quizás hubiera sido arqueología, botánica, antropología, física, la naturaleza del átomo, matemáticas, astronomía, relatividad o geografía". Pero eso es impensable, porque aquellas mujeres nunca hubieran podido ganar dinero y, de haberlo hecho, nunca hubieran podido administrarlo. Hubiera sido propiedad del marido. Tan solo hace "cuarenta y ocho años que Mrs. Seton posee un solo penique propio". Y pienso yo que feliz Mrs. Seton. En España, en 1928, aún hubiera tenido que esperar cincuenta años para poder disponer de su dinero.
Después, Virginia Woolf va analizando la paulatina incorporación de las mujeres al mundo de la literatura. Aquellas para las que fue imposible porque, como la supuesta hermana de Shakespeare en el siglo XVI, tuvieron otro tipo de vivencias más femeninas y con final más trágico; aquellas que lo lograron, pero no consiguieron dejar de traslucir en sus escritos el rencor, un rencor debido a la opresión y al arrinconamiento ancestral de las mujeres por parte de los hombres, un rencor "que contrae aquellos libros, por espléndidos que sean, con un espasmo de dolor"; aquellas que escribían ateniéndose a los valores masculinos predominantes y las que se libraron de ellos como Jane Austen o Emily Brontë las cuales, "qué genio, qué integridad debieron de necesitar, frente a tantas críticas, en medio de aquella sociedad puramente patriarcal, para aferrarse, sin apocarse, a la cosa tal como la veían"; las mujeres que escribían novelas porque era lo que menos concentración requería, lo que permitía escribir la vida vista desde una rectoría, lo que no exigía la abstracción que no se les podía exigir a aquellas mujeres que fueron pioneras en el arte de la literatura, pero con escasa formación.
Virginia Woolf (Culture Club / Getty Images) |
Y la propia Virginia Woolf se pone la objeción de que quizás la acusen de ser demasiado materialista por llegar a la prosaica conclusión de que es imprescindible tener quinientas libras que nos permitan contemplar la vida alrededor sin afanes ni trabajos y una habitación con pestillo que nos permita pensar por nosotras mismas sin distracciones. Y sin embargo ha sido gracias a mujeres que no tuvieron quinientas libras ni una habitación propia y, "gracias, por una curiosa ironía, a dos guerras, la de Crimea, que dejó salir a Florence Nightingale de su salón, y la Primera Guerra Mundial, que le abrió las puertas a la mujer corriente unos sesenta años más tarde, estos males están en vías de ser enmendados. Si no, no estaríais aquí esta noche y vuestras posibilidades de ganar quinientas libras al año, aunque desgraciadamente, siento decirlo, siguen siendo precarias, serían ínfimas".
Un interesante ensayo que, a día de hoy y aun escrito hace más de noventa años, sigue manteniendo intacto todo el interés y gran parte de la vigencia.
Esta novela entra en el III reto "Nos gustan los clásicos" por estar publicada antes de 1980. "Una habitación propia" está publicada en 1929.
Esta novela entra también en el I reto "Cabalgando entre clasicos" por estar publicada antes de 1970.
Título del libro: Una habitación propia
Autora: Virginia Woolf
Título original: A Room of One's Own
Título original: A Room of One's Own
Traducción: Laura Pujol
Editorial: Austral
Año de publicación: 2016
Año de publicación original: 1929
Nº de páginas: 160
Así es, Rosa. Todavía vigente y totalmente necesario. Muy buena recomendación.
ResponderEliminarCierto, caso cien años después, en muchos ámbitos de la sociedad se ha avanzado muy poco. Habrá que esperar otros cien.
EliminarUn beso.
¿Sabes que todavía no he leído nada de Virginia Woolf? Me apunto la recomendación.
ResponderEliminarUn beso 😉
Yo no he leído mucho tampoco y este ensayo lo tenía en lista hace mucho tiempo. Creo que merece la pena y para #LeoAutorasOct era la lectura ideal.
EliminarUn beso.
Siempre he pensado que sin independencia económica no se puede dar ningún otro tipo de independencia. Así que no seré yo quien acuse a Virginia Woolf de materialista.
ResponderEliminarEste libro es uno de esos que yo llamo mis eternos pendientes. Espero que algún día deje de serlo y espero sobre todo leer algo más de su autora, de la que solo he leído hasta ahora algún relato.
Besos
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Estamos en un mundo materialista donde el dinero decide quién sí y quién no, y en esas circunstancias no se puede andar una con bobadas. La independencia económica es la madre de todas las independencias.
EliminarYo también lo tenía pendiente hace mucho y por fin, me he decidido. El libro tiene cantidad de matices que a mí, al menos, se me escapan porque son propios de la época. Yo he leído varias cosas de la autora, pero, salvo este ensayo, todo han sido novelas. La que más me ha gustado es "La señora Dalloway" que creo que es una delicia con muchos detalles.
Un beso.
Y yo que aún no he leído a Virginia Woolf... A ver si le pongo remedio. Besos.
ResponderEliminarPues tiene novelas muy interesantes y relatos que también deben de estar bien. Además tiene ensayos como este que creo que es muy recomendable.
EliminarUn beso.
Pues, sin querer compararme yo, ni mucho menos, con la Wolf, estoy en una situación muy parecida. ¡Necesito una habitación propia para escribir! (comparto el despacho con mi hija y mi marido a turnos basados en la educación y respeto mutuos) Pero no tengo yo a la vista ninguna herencia, así que tendré que seguir como estoy.
ResponderEliminarMe apunto esta obra que tiene muy buena pinta.
Un besote.
Tú estás mucho peor que la Woolf, pues ella sí que tenía una habitación propia con pestillo además de sus quinientas libras de renta. Búscate un rinconcito, aunque sea en la cocina. Me encantan las cocinas para hablar, y trabajar. Yo estudié mucho en la cocina de pequeña y en León trabajé hasta hace poco en la cocina, porque la wifi del vecino, cuya contraseña me dio amablemente, solo se cogía desde allí. Ahora, el vecino se ha ido y trabajo con los datos del móvil.
EliminarDe todas formas, para no tener habitación propia, escribes muy bien.
Un beso.
Virgina Wolf retrata muy bien la época en que vivió y sus obras (al memos las pocas que he leído) suelen encerrar una crítica social muy clara y directa. En este caso, relata las dificultades de la mujer para hacerse un lugar en la sociedad, ya sea como estudiante, como escritora o como mujer emancipada. Aunque la mujer ha ido, poco a poco, consiguiendo muchas de sus reivindicaciones, todavía falta bastante por lograr, de ahí que este ensayo siga siendo de actualidad. Muy interesante.
ResponderEliminarUn beso.
Su crítica social llegó hasta el punto de hacer mutis y mandar todo a la mierda. Y es curioso porque leyendo sus obras se ve la crítica, pero no se trasluce esa amargura que tuvo que tener para llegar al suicidio. Claro que, en realidad fue su enfermedad la que la llevó al suicidio más que el hartazgo del mundo. Una autora, en todo caso, muy interesante.
EliminarUn beso.
Este libro esta esperando en mi kindle y espero poder leerlo antes de que acabe el año porque sé que me hará reflexionar bastante. Estoy parcialmente de acuerdo con Virginia pues muchas mujeres anteriores a ella han escrito sobre ciencias, historia, etc sin tener 500 libras pero han sido invisibilizadas. Magnífica reseña. Un saludo.
ResponderEliminarEn este libro hace un repaso a la situación de la mujer en la literatura a lo largo de la historia y sí, habla de esas mujeres que escribieron en épocas anteriores y de las circunstancias en las que lo hicieron. No he podido tocar todos los puntos y matices que tiene el libro porque son muchos y muy variados.
EliminarLa verdad es que es un libro con mucha profundidad difícil de aprehender en una simple reseña.
Un beso.
Virginia Woolf es una de mis escritoras preferidas de la historia y en es este ensayo, que compruebo además no es muy largo, podemos ver su pensamiento y su relación con el mundo. Está claro que hoy en día hemos avanzado mucho en igualdad, pero no todo lo deseable. A mí en lo personal, y sin ser profesional de la educación, aún me parece extravagante como poco que en 2019 se siga segregando por sexos en determinadas escuelas privadas en España.
ResponderEliminarUn beso y buen domingo.
Privadas y no tan privadas. En Cantabria hay un concertado que es del OPUS y segrega por sexos y aun así, el PP le concedió el concierto y que esa segregación se pague con dinero público es lo que a mí me parece un despropósito de magnitud considerable.
EliminarEste ensayo es muy interesante y está de lo más elaborado. la verdad es que me esperaba otra cosa y me ha sorprendido lo trabajado que está y cómo está tratado el tema.
Un beso.
Virginia Woolf es desde hace tiempo un referente para el feminismo. Es increíble cómo Virginia fue una adelantada a su tiempo. Y es doloroso comprobar cómo aún hay reivindicaciones o a actitudes propuestas por ella que todavía no están asumidas. En fin, ya se sabe que los precursores en por cualquier campo tardan mucho en ser asumidos por el grueso del resto de la Sociedad.
ResponderEliminarY estoy en que la verdadera independencia nace en la económica; si no existe esta es muy difícil lograr otras.
Un beso
Cierto, como ya hemos dicho más arriba, que la independencia económica es lo que da todo el resto de la independencia.
EliminarVirginia Woolf tuvo una gran clarividencia en este ensayo para analizar la incorporación de la mujer al mundo de la literatura, las distintas etapas representadas pos distintos géneros que la mujer iba cultivando en cada una, poesía, novela, ensayo... Vamos, muy interesante. Si no lo has leído, te lo recomiendo.
Un beso.
Es uno de mis eternos pendientes... a ver si lo leo.
ResponderEliminarBesos
Creo que la mayoría lo hemos dejado pendiente demasiado tiempo. Los ensayos suelen dar pereza.
EliminarUn beso.
Lo leí hace unos años, uno de los pocos libros de la autora que me quedaba por leer, y me sorprendió lo vigente que resultaba pese a que ahora se nos acusa a las mujeres, al menos las occidentales, de que lo hemos conseguido todo. Yo tengo habitación propia pero aun no he conseguido explicar a los que viven conmigo, que si no les contesto o no corro a cubrir sus necesidades es que estoy de verdad ocupada y no lo hago por puro egoísmo. Eso a los hombres no les pasa. Su puerta cerrada siempre significa que están con algo realmente importante y no pueden ser molestados. Besinos.
ResponderEliminarEfectivamente, Mar. Queda mucho por conseguir aún en este mundo occidental. No hablemos ya de otros países en los que están aún muy por detrás. Lo que se entiende en un hombre sin necesidad de explicarlo, una mujer tiene que dar mil explicaciones, y sin así puede que no se la entienda y se quede con sensación de culpa.
EliminarPor mucho que parezca mentira queda mucho camino por recorrer. Aunque tengamos habitación y un sueldo.
Un beso.
Coincido también en lo poco que se ha avanzado en cuanto a facilitar la igualdad real entre ambos sexos. Como antigua activista en este área del feminismo, pero sin extremismo, lamento muchísimo que continúe por parte de los poderes machistas dominantes, la discriminación y la violencia de género hasta nuestros días.
ResponderEliminarEn cuanto a Virginio Woolf la he admirado siempre, me gusta como escribe y me identifico con sus personajes.
No obstante voy a tomar nota de tu estupenda propuesta lectora pues no he tenido aún oportunidad de leer este ensayo.
Un beso.
Pues creo que te gustará mucho. Parece ser que estuvo muy de moda en los ambientes feministas de los años sesenta. Mi feminismo tampoco es extremista ni, mucho menos formal. Yo no necesito oír continuamente lo de los niños y las niñas y cosas similares. Creo que la igualdad de derechos trasciende esas cuestiones que no significan nada y destrozan el lenguaje. Pero esa independencia igual a la de los hombres, esa sí es fundamental sin necesidad de un lenguaje de locura.
EliminarLas ideas que manifiesta aquí Virginia Woolf, no requieren de lenguajes inclusivo, sino de prácticas inclusivas.
Un beso.
Y además tuvo un apoyo determinante en su marido, Leonard Woolf, dándose uno de esos rarísimos casos en donde el marido, que ya era un reconocido intelectual, como escritor, analista político y un abanderado del pacifismo, no dudo en sacrificar parte de su brillante trayectoria para alentar y apostar por la carrera de su esposa, Virginia Woolf, consciente del enorme talento que poseía ella, son escasos los casos como este. Por eso en su carta de despedida le mostró tal gratitud a Leonard Woolf.
ResponderEliminarVirginia Woolf bien merecía ser reconocida como la grandísima autora que fue, hubiera sido terrible que un talento de tal calibre quedara opacado y silenciado, como a buen seguro a pasado tantas veces.
Beso.
No hablé de la carta de despedida de Virginia Woolf porque ya se me iba de longitud esta reseña, pero es una carta que he leído varias veces desde que la oí, creo que en la película "Las horas" por primera vez, y me pareció preciosa.
EliminarTuvo suerte Virginia con Leonard que la apoyó en todo momento y supo valorarla. Tienes razón al reflexionar acerca de las mujeres que, con el talento de Virginia Woolf o más incluso, han sido eclipsadas y silenciadas por padres y/o maridos.
Un beso.
No recuerdo quién lo dijo, me leyéndote me ha venido a la cabeza la frase: "Lo único bueno de ser rico es que no tienes que aguantar estupidos ni estupideces". Desde luego que un mínimo de estabilidad económica que permita la posibilidad de un mínimo ocio es algo importante para poder escribir. De hecho, las artes humanas comenzaron cuando el trabajo se especializó y se pudo contar con ese tiempo libre.
ResponderEliminarTambién me ha traído otro refrán: Dios da pan a quien no tiene hambre. En el caso de Virginia lo clavó, dio lo justo en el momento adecuado. ¿Pero cuánto ricachón con varias mansiones propias y varios ceros más que esas 500 libras no sirva nada más que para posturear e ir en yate?
Bueno, creo que me he ido un poco del tema que propone Virginia Wolf en este ensayo que sin duda fue adelantado a su tiempo. Grandísima escritora. Un fuerte abrazo, Rosa!!
Es cierto. No solo se necesita independencia económica, sino también que el trabajo que te la da te proporcione además tiempo libre para materializar esa necesidad de escribir (o pintar, o lo que sea).
EliminarY sí, claro, el dinero y el tiempo por sí solos no hacen al artista. Tiene que haber también talento y ganas.
Un beso.
Me lo apunto Rosa, el año pasado leí Al Faro y me gustó mucho. Aunque no fue nada fácil seguirle el hilo a la principal.
ResponderEliminarMe siento muy de ensayos este año, pero pocos conozco que me tienten. De Virginia leí en otro blog, que aunque aplaudió el trabajo de autoras del pasado, le puso muchas trabas a sus contemporáneas. Bastante hipócrita de su parte sería, en caso de ser esto cierto.
Yo que cada elección voy voto en blanco, también apreciaría más el dinero.
De nada sirve poder votar si luego dependemos de un hombre que nos mantiene y hasta nos dice lo que tensos que votar. No obstante lo importante no es lo que se vota, sino el hecho de poder hacerlo en libertad.
EliminarNo sabía nada acerca de que Virginia Woolf pusiera trabas a escritoras contemporáneas, más allá de ser crítica con cosas que le gustaran más o menos y eso es lo que hacemos todos al fin y al cabo. Ahora, si hay más, ya digo que lo ignoro.
Si estás de leer ensayos, este te interesará.
Un beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarEs todo un llamamiento al feminismo. Qué interesante me ha parecido. Disponer de economía propia proporciona una independencia real, y es cierto. En cualquier ámbito, pero en aquella época donde la mujer quedaba resguardada en un tercer plano todavía más. Así que me encantará leer este ensayo, me lo apunto.
Un beso, y feliz fin de semana.
Es terrible lo que han tenido que padecer las mujeres. Estoy leyendo ahora un libro ambientado a mediados del siglo XX en que una mujer necesitaba el permiso paterno o del marido para cualquier gestión económica y eso fue así hasta la Transición. Al menos Virginia Woolf, en 1928 en Inglaterra, ya podía disponer de sus bienes.
EliminarEs todo un manifiesto comunista que no dudo en recomendarte.
Un beso.
Un ensayo muy necesario que con los años no pierde fuerza. En los últimos años Virginia Woolf se ha convertido en mi autora de cabecera.
ResponderEliminarBesos
Yo no he leído muchas cosas de Virginia Woolf, pero cada vez la aprecio más. Me gustan mucho sus historias y en este ensayo muestra una clarividencia y una capacidad de análisis envidiables.
EliminarUn beso.