Una vida mágica
Mi padre siempre vivió rodeado de magia. Sus amaneceres eran dorados y suaves como el soplo fresco de la primavera. Cuando llegaba de trabajar la casa se abría ante él con la magia de un palacio encantado y cualquier cosa podía suceder. Cualquier cosa buena, claro, las desgracias y contratiempos no tenían cabida en aquel mundo.
Mi padre nos contaba la vida como si de un cuento de hadas se tratara. Decía que nada malo nos podía suceder porque desde muy joven un hada le había tocado con su varita mágica trocando su vida, bastante buena hasta entonces, en un jardín lleno de árboles encantados, fuentes rumorosas y duendes benéficos.
En el desayuno la casa se llenaba del olor de las tostadas y el café; las comidas estaban llenas de risas y las meriendas de sorpresas inesperadas; las cenas anticipaban, con la leche caliente y las galletas, el descanso presentido que nos hacía bostezar y dejar caer los ojos mientras apurábamos las últimas gotas blanquecinas.
Los fines de semana en verano, tenían el olor del campo y el color de las flores; el sonido del agua del río y de los saltos y gritos del baño en la poza helada; el sabor de la tortilla de patata, los filetes empanados y los flanes de huevo en flaneras individuales cuidadosamente situadas en la cesta. En invierno, los domingos se convertían en bufandas y guantes camino del cine, en el calor del chocolate y la tersura de los churros al regreso.
Papá fue envejeciendo sin que nada perturbara su paz y su felicidad. Ni la nuestra. La suerte no nos agasajó con bienes materiales. El dinero no sobraba, aunque tampoco faltaba. No se nos libró de la maldición bíblica del trabajo, pero tampoco se nos castigó con la maldición aún peor de su falta. Siempre tuvimos trabajo todos, padres y hermanos, trabajos agradables que desempeñamos con grata satisfacción.
La magia no libró a mi padre de la muerte. Con más de noventa años, habiendo apurado al máximo las oportunidades que nos da la vida para ser felices, sin traumas ni desgracias notables, con el cuerpo agotado y caduco, pero el alma tan positiva y clara como a los veinte años, se fue apagando un amanecer de primavera tan luminoso como casi todos. Poco antes del final, me miró fijamente y me pidió que acercara mi oreja a su boca. Con voz casi inaudible, me preguntó: "¿Sabes por qué nuestra vida ha sido mágica?" y sin darme tiempo a responder, mirando con picardía y cariño a mi madre que estaba sentada al otro lado de la cama, me dijo en un susurro: "Porque tu madre es un hada".
(445 palabras)
El relato anterior pertenece al segundo microrreto "El tintero de oro" que debe contener un objeto mágico y tener un máximo de 450 palabras. Y por si me preguntáis, ya os adelanto que poco tiene que ver con mi propia vida, salvo la pura casualidad. En mi familia, las mujeres tiramos más a brujas que a hadas.
Qué bonito, Rosa!! Dulce y tierno a rabiar.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste, Marta.
EliminarUn beso.
Rosa me ha encantado, como dice Marta me ha parecido muy dulce y te aseguro que me ha pintado una sonrisa dulce imaginando esos tiernos momentos familiares.
ResponderEliminarMira yo no sé de hadas o brujas pero sí de personas que hacen la vida más fácil y con esas da gusto estar.
Besos guapísima y mucha suerte en el concurso.
Gracias, Conxita, pero no es un concurso que yo sepa. Aunque con mi despiste, bien podría serlo y no haberme enterado.
EliminarAlgunos de esos momentos familiares he vivido, pero no de manera habitual. Alguno de vez en cuando. Aunque no me puedo quejar, nuestra vida no ha sido tan mágica.
Un beso.
Me ha gustado muchísimo. Creía que era autobiográfico. Muchos besos.
ResponderEliminarImaginaba que mucha gente iba a pensar que era autobiográfico y por eso hice el apunte.
Eliminarme alegro de que te haya gustado.
Un beso.
Un padre mitificado, querido y añorado. El triunfo de un padre o madre es que deje una huella en la memoria de sus hijos, tal como el tuyo (supongo) dejó en tu recuerdo.
ResponderEliminarPrecioso Rosa, bien escrito y rememorado. Esta si que es la verdadera magia y no la potagia.
la verdad es que no hay mayor magia que tener unos padres a los que puedas recordar como si de magos se hubiera tratado. hay infancias que dejan recuerdos que sustentan toda una vida gracias a los padres. Mi infancia fue normalita. No la recuerdo como especialmente feliz y no por culpa de mis padres. Imagino que una infancia feliz es algo muy difícil porque no es una etapa de la vida de las mejores. Dependes demasiado de todo el mundo.
EliminarGracias por tus palabras, Tara.
Un beso.
¡Hola, Rosa! Bueno, comenzando por el final, he soltado una carcajada con esa frase de que en tu familia hay más brujas que hadas. Sin duda, de ahí te puede salir otra historia, je, je, je...
ResponderEliminarEl relato es precioso, de esos que te dejan una sonrisa. Parafraseando aquella frase: la magia está en los ojos de quien mira. En esta historia, cualquier objeto es mágico, gracias a esa hada que no solo le trajo amor al padre, sino que con su ausencia le enseñó lo verdaderamente importante en la vida. ¡Reto superado! Un fuerte abrazo!
Las mujeres de mi familia, por vía materna tenemos fama de brujas entre nuestras parejas, hijos, etc. Tenemos cierta capacidad (un poco molesta) de adivinar lo que va a suceder y es muy desagradable porque luego no nos dejan decir eso de "te lo dije", expresión que no sé por qué está tan desprestigiada. Además podemos adivinar lo que alguien (maridos e hijos, sobre todo) va a decir y eso les da mucha rabia. Cuando nos reunimos más de dos dicen que estamos de aquelarre.
EliminarVamos que de hadas dulces y tiernas, nada. Una historia totalmente ficticia.
Un beso.
Hola!Bello e imaginativo relato.me ha gustado mucho y divertido también. Felicitaciones y un abrazo.
ResponderEliminarGracias búhos. me alegro de que os haya gustado y divertido.
EliminarUn beso.
Qué bello relato, Rosa. De cada palabra, cada acción cotidiana se desprenden magia y sensibilidad.
ResponderEliminarLas brujas, en determinados momentos, pueden ser muy necesarias.
Besos.
Las brujas también hacen magia, pero en esta ocasión me apetecía poner un hada buena con magia blanca y felicidad infantil. Será que me hago mayor y quiero compensar.
EliminarUn beso.
como me alegro que participes en esta convocatoria.
ResponderEliminarEscribes una historia con delicados toques de ternura familiar. Ese tipo de magia que necesitan todos los grupos humanos para transitar pacíficos por la vida, sin más sobresaltos que los habituales. Harían falta más hadas como esa mujer y más hombres sencillos como el de tu protagonista.
Las brujas buenas también existen. Incluso las hay guapas.
Besos.
Yo también me alegro de participar, pero casi no llego. No sé qué hago con el tiempo, pero entre leer, escribir, y caminar, se me escapa sin sentir.
EliminarEspero al menos sacar un ratito cada mes para esta iniciativa.
Yo creo que las brujas de mi familia, sin llegar a ser hadas, somos buenas. Y guapas, por supuesto.
Un beso.
Hola Rosa, me ha gustado mucho, a mi es que todo lo que huele a nostalgia me llaga al corazón. También sigo el tintero, aunque lo seguía por face, ahora ya sigo el blog, no sé si me animaré a escribir, pero os leeré. Besos.
ResponderEliminarLa nostalgia es un sentimiento agridulce con el que tengo muchos conflictos. Esta vez he hecho un relato un tanto nostálgico, pero abuso de la nostalgia del narrador que no es exactamente la mía.
EliminarUn gran trabajo el de David en El tintero de oro.
Un beso.
Que bonito relato Rosa, después de leerlo arrancas una sonrisa , esa respuesta del padre está llena de dulzura y de magia.
ResponderEliminarLas madres son casi siempre una magas del hogar, hacen verdaderos juegos de magia cada día para llevar a buen puerto a una familia.
Besos
Puri
Yo no generalizaría mucho con las madres porque hay algunas que son verdaderas brujas. Y no como las de mi familia que somos brujas como de mentirijillas, sino verdaderas brujas malas. Siempre he pensado, y lo he manifestado muchas veces en mi blog y en los de otras personas, que las relaciones de los padres (madres incluidas) con los hijos tienen muchos claroscuros, incluso en el mejor de los casos.
EliminarPero tienes razón. Con sus luces y sus sombras, las madres son como las hadas de la casa y la familia.
Un beso.
Hola Rosa, ay qué historia, la magia de la familia, la magia del papá, de la mamá, esa hada... yo tuve una, sabes... no puedo evitar emocionarme con tu historia, un cuento en el fondo, con moraleja "la vida es bella". Un abrazo grande.
ResponderEliminarAlguna vez hay que escribir algo optimista y en plan "la vida es bella". No me suele gustar, pero la verdad es que esta vez me ha salido casi sin pedirme permiso. Procuraré que no se repita, ja ja.
EliminarUn beso.
¡Qué hermosa historia, Rosa!¡Quién no querría que fuera autobiográfica! Una vida plena de dicha y amor. La sana brujería de una mujer enamorada, y la de una buena escritora. Un abrazo.
ResponderEliminarPues sí, me gustaría que fuera autobiográfica porque en mis relaciones con mis padres no todo fue color de rosa y chocolate y cine. Hubo muchos altibajos y discusiones y no yo, ni mis padres, nos comportamos siempre como en este cuento que me ha salido, pero alguna vez hay que dejarse llevar de lo perfectamente feliz.
EliminarLo de buena escritora no te imaginas cómo te lo agradezco, pero creo que me falta más de lo que puedo adquirir en una vida (y ya solo me queda un cuarto, ja ja).
Un beso.
Magnífica lección de manejo de elementos y recursos para despertar emociones. Me gusta la distribución de las sensaciones, la intervención de los diferentes sentidos en párrafos muy bien medidos. En resumen , envidiable dominio de recursos de escritura. Gran trabajo a partir de la propuesta. Gracias Rosa
ResponderEliminarHuy, Javier, muchas gracias por tus palabras. No sé si las merezco. De ser cierto lo que dices, "ha sido sin querer", jaja. Vaya que una empieza a escribir, pero no tiene en cuenta esos elementos formales que mencionas. Han ido saliendo con toda naturalidad. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarUn beso.
¡Hola Rosa!
ResponderEliminarQué cuento tan dulce y bonito. Mi madre tamién colocaba las flaneras individuales en la cesta, y el frío lo combatíamos, a la vuelta del cine, con chocolate y churros...
Muy feliz día.
Pues esos dos detalles son reales, aunque el del chocolate y los churros no solía ser a la vuelta del cine. Los flanes los llevábamos a la piscina y nunca olvidaré su sabor. Eran flanes de huevo normales y corrientes, pero sabían a verano a sol y calo e incluso al cloro de la piscina (y a flan de huevo, por supuesto). Al cine íbamos con mi abuela y luego terminábamos en su casa con pasteles o cualquier otra cosa. Lo del chocolate con churros solía ser en casa, los días de diario que hacía mucho frío y también cuando estábamos enfermas. Mi madre hacía (ahora ya hace mucho que desistió) unos churros espectaculares y el chocolate, que lo sigue haciendo, ni te cuento. Por cierto, el chocolate a la taza siempre, La cibeles que es asturiano. Lo compro en Alimerka porque no se encuentra en más sitios.
EliminarUn beso.
Un cuento muy bello cargado de imaginación y, cómo no, de magia, esa magia en la que los niños creen a pies juntillas. Muchas veces la magia está en el aire que respiramos y en el mundo que nos rodea, aunque no la veamos. Y, cómo no, en esas madres que lo pueden todo, porque son como las mismísimas hadas.
ResponderEliminarUn beso.
A veces creo que la magia la lleva cada uno dentro. Hay gente predispuesta genéticamente a ser feliz, esa es la gente que tiene magia. Es capaz de sacar lo mejor de cada cosa que les depara la vida, buena o mala y a poco que la fortuna les sonría y no les castigue en exceso, viven felices con lo que tienen. A esos sí que les ha tocado con su varita un hada buena.
EliminarUn beso.
Sin guardar ninguna estructura o parecido con el cuento clásico, lo cierto es, que nos has contado una historia tan hermosamente conmovedora, que tiene esas mismas cualidades de los de antaño, pues no carece tampoco de moraleja.
ResponderEliminarDe modo que aunque no seas consciente, lo cierto es que sabes manejar muy bien los hilos, para que la trama logre su propósito, es decir, que el lector se sienta parte de la historia.
No creo que te sorprenda lo que te voy a decir, pero me atrevo a suponer que tu hábito lector es el "culpable" de que sepas dominar tan bien la pluma.
¡Ojalá compaginases ambas tareas! En fin, es una sugerencia personal.
Un beso.
Ay, Estrella, muchas gracias. En esta entrada he recibido comentarios de lo más halagador que os agradezco mucho. La verdad es que empecé a escribir y todo fue saliendo casi sin darme cuenta. Yo diría que se escapaban las palabras sin que yo fuera consciente. Lo malo es que cuando fui a ver tenía más de quinientas palabras y hubo que recortar.
EliminarSi algo bueno hay en mi forma de escribir, a la lectura se lo debo porque no he escrito nunca más allá de las poesías adolescentes que me causan más sonrojo que otra cosa.
De momento, trataré de seguir escribiendo para los microrretos de David. Lo de los concursos, con la lectura muy atenta del resto de los relatos para poder puntuarlos, se sale de mis posibilidades por una cuestión de tiempo.
Un beso.
Preciosa historia que te envuelve con su magia. Todo un homenaje a un padre tan querido como añorado, pero ese recurso final en el que se cuela como de rondón la madre, me ha parecido una genialidad. ¡Feliciddes, Rosa!
ResponderEliminarGracias Maria Pilar. La madre se coló casi sin pedir permiso, de rondón como tú dices, y es un personaje que me desconcierta porque hay muchas cosas que ignoro de él. Entre otras si está o no está realmente. pero creo que tampoco tiene mucha importancia. ha sabido reclamar su lugar en la historia y me gusta su presencia.
EliminarUn beso.
Muy bonito, Rosa. Al principio pensé que era autobiográfico, como nos has hablado más de una vez de tu padre. Hay personas que iluminan todo lo que tocan, aunque la mayoría tenemos claroscuros. En cualquier caso, una infancia feliz es un capital para toda la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sabía que mucha gente pensaría que era autobiográfico precisamente por ese padre al que últimamente he aludido en varias ocasiones. Su muerte ha hecho que sea más consciente de todo lo que me ha dado y lo que de mí deriva de él. Pero no, aunque hay detalles sacados de la realidad, el tono general del relato no está sacado de mi propia experiencia.
EliminarEs cierto que una infancia feliz predispone a una vida feliz. Yo no considero que mi infancia fuera especialmente feliz. Tampoco desgraciada, pero es que recuerdo muchas situaciones en que estaba aburrida, fuera de lugar, sin poder decidir y disponer de mi tiempo... vaya lo típico de los niños, siempre dependiendo de sus mayores y creo que eso hace que la infancia no sea el mejor momento de la vida.
Un beso.
Hola Rosa, atribuyen a Bernardo de Chartres eso que somos enanos a hombros de gigantes. En esos gigantes suele estar “el sin querer queriendo” ���� No hay duda que tus gigantes te enseñaron bastante o que por lo menos eres una discípula aventajada jejee, para suerte y disfrute de tus lectores. Un abrazo
ResponderEliminarPues gracias de nuevo, Javier. Ese gigante sobre cuyos hombros me elevo y que me legó su amor a la lectura y al cine y a todo lo que fueran historias, fue mi padre, al que le encantaría leer eso que has escrito.
EliminarUn beso.
Hola, Rosa.
ResponderEliminarQué precioso relato, es dulce, simpático y guarda en él mucho amor. Es bello, pero en letras muy grandes. Y el final nos regala una sonrisa. Me ha encantado.
Un beso.
Ma alegro, Irene. Sí que hay amor porque aunque no es exactamente autobiográfico, al hablar de un padre, no puedo dejar de pensar en el mío.
EliminarUn beso.
En los tiempos que corren, es de agradecer la lectura de un relato como el tuyo; qué sensación de paz y tranquilidad transmite!! Me ha encantado.
ResponderEliminarGracias, Rosa, por este contrapunto en un día especialmente conflictivo.
Besos.
Gracias, Irene. Me alegro de que te haya gustado y sobre todo siendo tú experta como buena ex profesora en la materia.
EliminarEn este mundo la paz y la tranquilidad cada vez se hacen más extrañas, mientras nos acostumbramos a considerar los conflictos como algo natural.
Un beso.
Bonito cuento donde la magia está en cada párrafo. Me ha encantado como la hada de tu cuento. Un abrazo.
ResponderEliminarLa sencilla magia de la vida cotidiana está ahí si sabemos encontrarla. Las hadas existen a nuestro alrededor, pero no llevan varita mágica, sencillamente hacen la vida más agradable a los que tienen la suerte de toparse con elllas.
EliminarUn beso.
Me gusta ese tono entrañable, porque uno ya empieza a hastiarse de tanto fatalismo a su alrededor, y parece que si no te inspiras en ese ambiente fatalista... ya no eres creíble, de vez en cuando hay que rebelarse contra la hegemonía de lo negativo, aunque sea por salud mental, o relajar la tensión.
ResponderEliminarBello relato, Rosa.
Beso.
Por desgracia, la tragedia y el fatalismo venden más que las vidas felices en su sencillez. Y es cierto que de vez en cuando viene bien poner de manifiesto lo que la vida pueda tener de positivo, aunque solo sea por salud mental, como dices, pero creo que, de modo más habitual, lo que hay que denunciar y llevar al conocimiento de todos son los aspectos más negros de la vida. Me imagino que por eso me gusta más la novela negra que la romántica o la comedia.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso.
Un hermoso relato Rosa. Si no hubieras dicho que no era autobiográfico hubiera pensado que si, porque tiene el sabor de los recuerdos de infancia. Besinos.
ResponderEliminarHay en el relato cosas que efectivamente he vivido, pero el relato en conjunto no es autobiográfico. Las mujeres en mi familia somos buena gente, pero con un carácter fuerte que hace que nadie nos confunda con hadas.
EliminarUn beso.
Me encantó el relato, Rosa. Se agradece encontrar historias como la que narras, porque ayudan a que uno se sienta más relajado cuando la lee. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Francisco. No soy muy partidaria de las historias felices, pero esta se me escapó sin pensar. Imagino que también yo necesitaba descansar de tragedias y negruras y relajarme un poco.
EliminarUn beso.
¡Qué cuento más bonito¡ Y cuánta alegoría.
ResponderEliminarGenial.
Hacía tiempo que no te prodigabas como escritora de ficción. Bienvenida.
Besos.
La inspiración me viene muy de tarde en tarde y el tiempo me falta siempre. Esta vez he llegado de milagro. Espero, al menos, contribuir a este microrreto en todas sus convocatorias, pero no aseguro nada.
EliminarUn beso.
¡Qué bello Rosa! Todo el cuento lleva ese halo mágico que precisamente todo buen cuento debe aspirar a conseguir. Una gran aportación al reto de David y un disfrute para tus lectores. Desde luego que tu hábito lector está detrás de esta recreación con cine y churros incluidos :-)
ResponderEliminarMuy gracioso el apunte final sobre hadas y brujas.
Besos y enhorabuena.
Empiezo a pensar que no me debe de gustar mucho la realidad porque en toda mi vida siempre he buscado historias bien contadas, tanto en cine como en literatura, y con churros y un chocolate calentito no tienen precio.
EliminarDavid pedía magia y me ha salido una magia muy realista (lo de real es otra historia).
Un beso.
Rosa, al leerte una se transporta a esa familia y por qué no, a su propia infancia, y se mete en ese personaje y se apropia de una infancia y una familia feliz (si no la tuvo), tan feliz que salen alas, y una se eleva y flota en el aire con una paz increible, y vuela sobre todo ese escenario que tan bellamente has creado, y agradece esa magia que has plasmado en todo tu relato.
ResponderEliminarRosa, la felicidad es un estado de consciencia, no de condiciones físicas, si lo decides puedes ser tan feliz como tu relato, cuentas con las mejores herramientas, "sensibilidad y buena imaginación".
Feliz resto de la vida Rosa.
Muchas gracias, Harolina, lo que dices es precioso. Es cierto que la felicidad es un estado de consciencia, la consciencia de ser feliz, que a veces no podemos tener por circunstancias externas y objetivas, pero otras veces la tenemos y no nos damos cuenta y suplicamos por lo que nos falta sin apreciar lo que nos sobra.
EliminarUn beso.
Jajaja. Bueno, las brujas también tienen su encanto.
ResponderEliminarEl relato es sencillo y bonito. Felicidades por ello.
Besos
Gracias, Lorena. Yo, ahora que nadie nos oye, prefiero mil veces a las brujas entes que a las hadas.
EliminarUn beso.
Hola Rosa,
ResponderEliminarQue tierno, una sutileza de relato. ¿Hay algo más mágico que perderse entre los abracadabras familiares?
!Me super encanto!
Saluditos
Me alegro de que te haya gustado, las relaciones familiares dan para mucho. Bueno y malo.
EliminarUn beso.